Ozymandias, el egipcio de las
sustracciones olvidadas, tomado como gran constructor… el tiempo nos pone en su
sitio. Padre, Moore.
Ozy recuerdas aquello de… Ave César?
Pues, en nuestra generación, no se trataba de romanos rindiendo tributo al
emperador o Magnus, sino más bien… la
escenificación de una ficción simiesca con paralelismo. Que, de antepasados
homínidos pasaron a raza inteligente, con ciertos valores o rasgos
retrospectivos, contigo, con el imperio antiguo, con todos… En todo caso, defectuosa,
verdad Dr. Manhattan…?
Humanamente o en forma de chimpancé,
u orangután que era la versión pacifiscta de estos – en malayo compuesto de los
términos “orang-hombre” y “hutan-selva”, ya con dos pies en la tierra… No, no
aún, en Marte. Pues las naves espaciales estaban escondidas en la cueva casi
hermética, de Platón. Es una especie de espejo filosófico y tecnológico, sobre
el conocimiento.
“Diario de Rorschach”, durante el
1968, época de primeros superhéroes gráficos, desapoderados en reunión y otras
batallas políticas, los tonos pastel de un astronauta llamado George Taylor –
no confundir con Steve Tayler del que su carrera en Aerosmith, hasta su
reciente despedida -, se fueron volviendo oscuros, cinicientos… y fue caminando
por la superficie de un planeta destronado a su raza, de cruces premonitorias, sin
imaginar el ocaso. Era Charlton Heston, sin armamento avanzado, ni voz, ni voto
por supuesto, que volvía a descubrir que sus parientes más cercanos eran, unos
verdaderos estúpidos. Desgraciados…
Aquellas palabras escritas por Pierre
Boulle en 1963, o no, retratadas por el director Franklin J. Schaffer al final
de El Planeta de los Simios, pronosticaba la teoría de la evolución en una
medida apocalíptica y regenerativa, que supondría un suspiro romántico para nuestros
dinosaurios. Mas el cine cambia aspectos de la magnífica novela y manipula en
sagas, alarga o contrae al antojo, guiando la voluntad de los personajes, de generaciones
peludas que los visualizarán, en millones de años o minutos de humanos, por flashbacks
temporales de unos pocos puñados de insultos incivilizados. Sin pelos… en la
lengua.
Claro, todas las ancianas y no tanto,
civilizaciones fueron violentas.
Jon, ¿acaso tu experiencia iba a
pronosticar algo diferente, con simios…? No, las producciones sobre ellas,
viajan en el interior de un círculo vicioso, redondo y dorado, saltando a películas
de sagas pasadas y por venir aún, con semejantes antihéroes. Y derramamiento de
sangre, desde luego… yo he sido uno de vosotros, dentro de un gobierno…
Retrocediendo, anterior a aquella
escena incrédula sobre la arena… recordando cuatro detalles que tengo
mínimamente en la memoria, como injertos de besos o golpes engorilados sobre la
saga simiesca. De pronto, vemos este presente pretérito que retrata el planeta
Apocalipto, que alucinamos o padecemos hoy, según los gustos del CGI y los
nuevos personajes sin grotescos disfraces… y máscaras semiflexibles. Donde la
violencia se desata en las mismas facciones que otros intelectos, como si fuera
un nuevo planeta incivilizado.
Han pasado… los tiempos de aquel
César, bebé con James Franco y dirigido por Rupert Wyatt, de efectos genéticos con
Weta Digital, pasando a los movimientos genuflexos de Andy Serkis, teorías conspiranoicas
de Matt Reeves en clara alusión humana a la autodestrucción. Y volvemos a
bichos desenjaulados, en definitiva, un reencuentro con el silencio de los
tiempos, shissstss… Tú, apenas necesitas cuerdas vocales en el planeta rojo...
Mira, Búho Nocturno, viejo amigo de
Rorschach, reencontrado en mis descansos violentos… Mira te digo, siempre hay
un Woody Harrelson, un ser desatado por el odio, capaz de todo, te lo digo yo
que tengo muchos test hechos… Ya mono o gusano… ¡En cada gabardina se esconde
el blanco del lado oscuro! Cada hombre, cada monstruo…
Ahora, todos parecemos simios
desembarcados… tras la orilla de una costa digitalizada como si de romanos se
tratase, a hostias, salve… ¡qué de gestos, monos! Siglos después, topamos con
Roma, incitando a la conquista de territorios asilvestrados, e inteligencias
deambulantes que son enterradas en vida. ¡Ave Cesar…! Alguno desaparecerá,
seguro.
Mientras… A ver tú que estás más
cerca, de toda esa violencia… ¡fuck wars!, dijo una tipo con pancarta que
pasaba por ahí con aspecto proverbial... Y con la de Tim Burton, qué hacemos…?
Mejor, no removerlo… fuck!
Eslabones… perdidos.
Los mecha de los 50 en Japón, se
aliaron a la figura del viejo King Kong en blanco y negro, con colorines aún poco
sangrientos por la época, saltando a los senos de una bella y rubia actriz,
como se llamaba… hum! ¿P… memoria … qué monstruo no se enamoraría, Jon?
Bueno vos no, que estáis muy ocupado
con otros universos y eso… otros somos menos elevados metafísicamente hablando.
El eslabón aparecido en otra galaxia, de otra dimensión, una especie de
monolito celeste… de otro átomo, de otra madre. Un relojero sin tiempo… Yo me
lo paso por el forro de la gabardina, matándolo como a todo bicho malo, el
tiempo…
Vivimos en las profundidades
abisales, y dimos con la AI, versión 4 o 5.0 después de Terminators, o más allá
Jon, a través de tonos fluor que harían palidecer tu piel. Son los denominados
kaijus, no Kong vs Godzilla de Adam Vingard (en revisión actual del color VHS),
sino la catalepsia cromática. Si esa de ´old monsters` es entretenidamente visual,
por su despliegue a lo franco veniano de su Viaje al Centro de la Tierra, que
esperar de la animación Jon… Somos sus hijos ochenteros, o no viste los Juegos,
la avanzadilla Cruise… atletas, ricos, monstruos… héroes? Todo vuelve, excepto
El Comediante… que ya no se ríe más, y tal vez, Alan Moore, que desccansa…
Por descontado no me refiero a lo
superficial, sino a series animadas que superan en imaginación a los grandes
proyectos de Lucasfilm, con su narración aberrantemente ñoña y aburrida, no
aguanto ese Park Jurassic y su tribu de niñatos con el woke subido, que parece
un Campo Cretácico, para jóvenes cretinos.
Vacuos… y poco más… en cambio,
recuerda lo que fuimos nosotros, lo que fueron aquellos Minutemen… Ahora me
repele hasta la huella digital de antepasados y su caos de Teoría
conspiratoria, para eso que resuciten, face to face, no hablo de las manchas,
sino de Abe, JFK… y les pongan garras, ¿not Dead, no Wolf? Risas…
Un republicano con la abolición de la
esclavitud al frente de una Confederación, con misma bandera como debe de ser,
ejem… otras arrastradas por los fluidos de colores en bolívares… Pues ese se plantaría
frente al presidente demócrata y la Guerra de Vietnam, donde allí, estabáis
vosotros, masacrando enemigos o puliendo partículas subatómicas… golpeando a
caso, a mujeres embarazadas. Qué vergüenza… de comedia.
Los Dinos, ya no son monstruos, son
corderitos en comparación, Rorschard. Sólo respiran por sus osamentas
petrificadas, carbono bajo montones de detritos, sucesos de un estallido con el
más allá. Ya casi nadie lo recuerda, verdad… el caos. Yo, chí.
En fin, que existen memores
monstruoso que estos capítulos jurásicos, hoy animados, sobrecargados en
narración, de norma reiterativa, sufrida y pelágica, para auténticos pelagatos…
El Ciberpunk… que nos parió.
Crecieron los monstruos, Rors, tú lo
sabes… y los animes japoneses ya son una misión universal, que recordamos con
los ojos más redondos, que Heidi y Marco –vinieron después de aquel enorme Mazinger
Z que no habías soñado nunca, ni por casualidad-, para caer en su regazo
genético como Koji cayó en el sueño del amor afrodisiaco… de unos pechos. Pero,
sin manzana…
Siempre hay alguna víbora de dos
caras enfrente, -no lo digo por ti, que siempre aporreas al mal-, a tu forma
intratable eso sí. Un aparte “recuerdo a quién puso su voz, carrasposa o de
seda, según le diera la condición… de barón a baronesa, D.e.p.”
Hasta que todo cambió, aún sin los
Watchmen, la distopía futurista y visualmente excepcional con el Akira de
Otomo, que significaría la verdadera evolución conceptual. Y siguió golpeando
con los magníficos Ninja Scroll, los Devilman o Cawboy Bebop, en esa fase
iniciática de descubrir este salto metafísico de los dioses creados… los que
parimos, Nos, evidente. A la espera de luchas titánicas…
No estábamos preparados todavía, y eso
que tuvimos a Harryhausen, los mitos como Jim Henson, que sucedieron al terror
gigantesco de los 40 y 50; así nos quedamos embobados, superados por esta dimensión
filosófica nueva y memorable, aunque ya andábamos con los primeros ordenadores,
algunos. Para gritar a los hijos del rock&roll, Bienvenidossss… Astro Boy
dio un paso, a Bolas de Dragón o One Piece… Replicantes, piratas galácticos,
roboces monsters, terminales todos del bit, y aquel especial saludo dibujado, a
las siluetas de Ghosts in the Shell, los precursores de ciertas Alitas
faraónicas, heroícas simientes del tecnopunk. Entramos, desde luego, en otra categoría
del Manga, hasta que aterrice el 8… Nepal se estaba preparando para ella. El
Mundo a sus pies de gato…
El Cyberpunk, molaba ya en todo lo
alto, en nuestras cabezas brillaba, estallaba brutalmente, giraba a mil
revoluciones ante tanta imaginación y contrastes, texturas, dramas
apocalípticos, formas de expresarse, entre humanos, creadores y sus acólitos,
revolucionarios… o rebeldes. Era la new age de la revolución Naruto del shonen.
Si bien la comedia, aún nos golpea, con restos gore incluidos hacia el anime
más radical.
Así, convalecientes con lágrimas en
los ojos ante la muerte, nos chocamos con nuestras mismas decepciones o dudas… como
los detectives solitarios del noir, verdad Rorschach. Sí, nos dimos de bruces
con nuestra realidad violenta, camino de los ochenta, ahora
mecánico-biológica-magnética, como unos verdaderos Payasos, unicornios motorizados,
con sus desfasados pensamientos a las espaldas, sus chupas de cuero, sus
temores metafísicos, esperando escuchar las nuevas sintonías celestiales… los
motores inhumanos, almas evolucionadas de simios monumentales. Maduros, no
maduros no.
Seres calientes, emiten vómitos
sanguinolentos, nos envuelven en una transición o misión suicida, con ese más
allá, inconcreto… deslocalizado. Cerca de los miedos humanos, que usan componentes
de reciclaje, pasando con un tono más descarnado, a la muerte intelectual.
Confundiendo biología con necesidades, ética con monstruosidad, carne de los
otros mecánicos, aflorando de un estallido de violencia contra sus creadores, AI
que ríete tú de aquel Lobo Aullador… ríete tú, de aquellas peleas más duras de
los Watchmen… siquiera.
Sí, amigos y monstruos, adefesios
todos, con excrecencias mecánicas y armas de destrucción masiva, Godzilla nació
en 1958, otros demonios del Pacífico con él… Pero, ahora me estoy refiriendo a
la serie reina del Ciberpunk, que está diseñada según el patrón estilizado,
fuera de rango, del Estudio Trigger, de los nuevos tiempos, que son manchas,
revoluciones ultrarrápidas, salpicones y desmembramientos. Lo que marcaría el
ritmo alocado de aquel Sid Vicious, más electrónico que aquellos Pistols,
claro, y una velocidad ultradimensional, que dejaría visualmente colgado a un
R2D2 en un jetsky, puesto de ácido.
Es excepcional la animación, muy web
generation, nada que ver con el retrato paisajista de La Samurái de los OjosAzules, más natural que las entrañas abiertas al aire, auque si con sus
gráciles rebanadas corporales, y espadazos zigzagueantes, aquí rematados por
balas, rayos y centellas, por descontado a estilo nipón. Aunque su creador, Mike
Pondsmith, ayudó con los Dragones y Mazmorras, y es hijo de psicóloga y militar
de la Fuerza Área, que casi iría más con la serie del 8.
Pero la sangre siempre salpica, en
todas las batallas, pretéritas o modernas, como la adicción por los componentes
que sube un peldaño en Cyberpunk: Edgerunners. Enfermizo, que para eso saltamos
entre el Bien y el Mal y siempre existen corporaciones dispuestas a hicarnos el
diente… sea en el medievo, ante el universo dividido de Arkane… o en una vuelta
de tuerca. Más y más apretada si cabe, sobre aquellos dos versos sueltos de
Tetsuo.
Lo que empezó la María de Metropolis,
rivalizó con Gigantes de Hierro, alcanzó el cerebro de Sebastian, el dinero
Tyrell , el arte de…. y la resistencia alienada de Ridley Scott, hasta la AI de
Spielberg puesta en Alita, salta del neo-noir, a los infiernos
electromagnéticos, dinámicos, de esta Night City californiano, con toques
asiáticos. Test de Rorschach, test Voight-Kampff, test de replicantes, test
animados… hasta estos ejemplos de engendros biomecánicos, testados o no, algo
autónomos, retroalimentados, o endemoniados Hellraiser´s, entroncados con los
actuales universos videojueguiles… Esto es, Metralla a discreción.
El grafismo de Hiroyuki Imaishi, recuerda
a Ridley Scott con voluptuosidad, más luz diurna y músculos, pero con el golpe
enfermizo del Cielo Líquido de los 90, destellos de la era Akira, remates
infinitos de Westworld, hasta la caida a los infiernos de Tetsuo I y II, el
musical de Repoman, o hundirte en el siniestro octanaje surrealista de Titane
(otros asesinos tuneados) y la narrativa que es indescriptiblemente nipona,
pero estéticamente punk. El punk rock nipón era motorista, ahora articulado,
por tanto prohibida moralmente, no recomendada para todos las mentes bajo
efectos de drogas de diseño.
Son como nosotros Jon, más o menos humanos,
que como Allan Moore, se ven situados en una escena cromática de otra
dimensión… Más alejada que nunca, de lo anticuados o incluso, del Real One
Player de Steven que se desplegaba en VR unida a la nostalgia cinematográfica y
cultural. Aquí en el Ciberpunk y sus ritmos cardiacos alocados, es otra cosa. Más
violencia no cupiera, Rorschach… o sí… visto con cierto humor asexuado… tú pensamiento.
Kaijus… como montañas.
Toma cortes, ataques salpicando las
paredes, edificios derribados por doquier, voladuras de protesis, sesos aplastados
contra los suelos… Fuego ecléctico del futuro, pasando por todos los colores
posibles, incluido, ese fluor.
Humores, presentes y pasados, en otra
evolución de la fuerza de choque, con ojos redondos, y alguno rasgado, por los
dolores. Trazos gordos, viejos de 30 y brochazos salvajes, que a colocan a los
primeros simios, estudiantes, llenos de endorfinas e ideas, sin embargo, sin
estímulo sexual aparente. Nada que ver con la Noche californiana del Cyberpunk. Aquí es evolución de aquellos viejos
dinosarios, con cambios genéticos, nucleares, ridículos a veces, en el trato
directo… Ya no estamos solos, ante las
puertas de una raza superior. os ciberpunks, autocreadores, sino que formamos
parte de un equipo, de niños uniformados con defectos y querencias, un poquito
inhumanos e inmaduros, como buen anime de los primeros mangas, sin kaijus aún. Teletransformados
eran los edgerunners, hombres y mujeres en extasis, físico y químico, niñas con
caras alucinatorias, muñecas ajustadas o desnudas, cableadas o no… sexo
planetario o lunático, capullos espectales de seda, y visiones nocturnas de
búhos. Aquí falla la narración, el diálogo adulto…
Mientras, abajo del subsuelo ético,
de montañas de chatarra biomecánica y pilas de litio, que nuestra genética no
rechaza, pues… ama internamente, el horror, el monstruo… la violencia. Crecen…
Aquellos cibers o edgerunners, son la
versión dopada de esqueletos más clásicos –había uno con la piel de Kirk
Douglas y todo-, que preparamos para futuras batallas, como esos soldados
universales, que copiaron al viejo Sargento de Hierro, Fury, o el T800 que
viajara a ambas laderas del universo, a la Tierra quemada por bombas del racimo
atómico. Nos quedamos anticuados Jon, en el refugio falso de ese anticuísimo y
apagado, Monte Olimpo del Planeta Rojo, donde creaste el mecanismo monstruoso
destruido en un segundo con un capullo de seda, como el fragil cristal. Jon, el
final está en el hielo...
La memoria es una canción – cantautores,
poetas-, que una vez se apaga, adiós muy buenas… y tú mejor que nadie, lo sabes
Ozy_mandias, pues ya no eres Ramsés II, ni de lejos. Eres momia, creador de
monstruos, una sombra de aquellas vísceras que embalsamaran. Ni a Alejandro
Magno te acercas, ni al underground de un grupo musical... Con su majestuoso Ciberpunk,
de plástico, millonario cash.
Ahora estoy viendo, El Kaiju Nº 8 y
lógicamente, me rio… Hahaha! Godzilla revivido, y esos jovencitos-itas,
luchando endiablados, donde lo mejor es barrenderos de la industria cárnica de
Kaijus. No se lo esperaba ni el pirata en la balsa con el fondo de cadáveres
flotantes, conio… ni siquiera esos experimentos genéticos en busca de una
evolución dramática con chimpancés, ni los bichos inesperados de un Romulus de
Aliens se esperaban esto… o será un nuevo Imperio alienado…? Parece un destripe
a lo Moby Dick, a través de la productora I.G., alucinantemente grasoso, -cioso.
Incluso estuvieron en las escenas animadas del Tarantino en Kill Bill…
Pero es hoy, salvaje Tokio a lo
Matrix, sobre ríos, tejados, las aceras y los campos, la aguita amarilla, la
aguita amarillaaaaaa… sale por donde menos te lo esperas… joer Ozy, qué asco, haha.
Pues yo te asevero, que no se puede descomponer en el interior corporal por sí
sola, porque los fluidos como los ácidos internos, tienen que salir o reventar
por algún sitio, órgano minúsculo azul… o agujero. Tan gigante que te crees… eh,
Jon.
Además los rostros se quedan a gusto,
con esas apariencias alocadas, de bocas chilloonas con dientes puntiagudos, que
muestran los ojos más redondos que una chapa de Mr. Acid en pleno extasis… eso
sí, cubierto igualmente de manchas rojizas. Hay mandanga, fritura, carnaza… Creías
que lo habías oído todo, con tiburones… más violencia. Es nuestro rollo… que te
creías Ozy, que tus monstruos son únicos...
Creíais, que esto se había acabado
ya… ¡Pues no!
En la época de los 80, existía una
superheroína, que llevaba a veces, una máscara con su traje especial pegado a
la dermis… Soportaba todos los ambientes, el frío extremo, sin embargo, era una
auténtica desconocida para la mayoría, a pesar de sus grandes hazañas y, en
cambio, se conformaba con un trabajo residual, de atención al cliente… lo
odiaba.
Tuvo que hacer frente a la pobreza,
la falta de educación, a temibles enemigos, la marginalidad, y algún que otro
monstruo más cercano, bastante inhumano… Era incluso madre coraje y espiritual,
hasta el último confin de su cuerpo, buscando la resistencia en cada poro, sufrido de su ser. Eso sí, manteniendo, casi
siempre, un saludable y envidiable sentido del humor, eso magnificaba su
personalidad y su ejemplo de poder, incansablemente femenino.
Además de una inteligencia sublime,
por la experiencia más que por su esquilmada titulación académica y cultural…
nace su valor indestructible, como los ganchos metálicos adaptados a sus pies y
sus manos, agarrándose con fuerza a las empinadas vías de la vida, a la de sus
hijos, hijas… que son el reflejo de combate como unas verdaderas, heroínas. Ya
que el monstruo, llega sin avisar, trata de devorarlas tal que un engendro
asocial y violento, como una especie de Moloch, tú…
Y la magia, siempre estará en esos
ojos, que vieron el arco iris, la deidad que le mira desde lo más alto… y le
dice, Bienvenida, 7, 8, 9 o 10… Hermana de gracia, sangre de los incansables Sherpa´s,
Hola hija de Makalu, Lhakpa , la que nunca se rinde.
Siempre te recordaremos por tu
valentía y esfuerzo inhumano, un ejemplo para todos, todas las mujeres nepalíes
de la historia y más acá… por que eres y serás… siempre maravillosa… Reina de
la Montaña. Y también recordamos a Gena
y Alain, hermanos del cine… d.e.p.
Amén y, es el reloj, tic-tac... Namasté.