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jueves, 29 de agosto de 2024

House of the Dragon. Season II


Es un hecho, que no voy a acusar del “wokismo” tópico, aquel del actual Hollywood y aledaños plañideros hace bandera, a esta nueva entrega de la House of the Dragon, temporada II… 

Pues, no hallo la necesidad de hacerlo, no aporto nada y pareciera un encuentro demasiado condicionado por otras producciones, y muy caprichoso, aunque uno de sus protagonistas, en un momento dado, se bese de repente dentro del mismo sentido. No sé, es raro… pero no molesta. Ni condiciona la historia..

Pues nadie… ni sus anteriores amantes heterosexuales que se sepa, ni sus hijos de ellos, ni sus parientes o seguidores próximos, podrán haber sospechado ese cambio de tendencia sexual, en su ámbito doméstico… Pensamos, que ni en la bisexualidad  siquiera, habrían pensado tal vez…

Pero bueno, como he expresado, no tiene la mínima importancia en el contexto de la serie, es moda y ya… El sentido de esta obra, basada en la novela “Fuego y Sangre” de George R.R. Martin, es una buena representación visual de su universo creado en la imaginación. Si bien se muestra menos rigurosa al principio de la temporada, más condoliente con los hechos, con demasiados pases de pecho, esperando una acción que se retrasa deliberadamente como recurso. Interesadamente quizás para alcanzar otros objetivos futuros, y es ahí donde el significado de las relaciones se resiente.

Es decir, ya no tenemos aquellos personajes del pasado, futuro más bien ya que nos hallamos 200 años antes de la primera canción. Por consiguiente sus aproximaciones anacrónicas son menos especiales, y menos tumultuosas si cabe, aunque sin embargo empezaron notablemente en la primera entrega de esta serie de HBO dot com, esperando al vuelo rasante digital. 

Tras los vaivenes finales de aquella mítica Juego de Tronos, y con fuerzas regeneradas en dos cabezas de familia, en la lucha por la corona de los Siete Reinos… nos quedamos un poco fríos. Pero, calentados por el último aliento... Dice una leyenda “Siete Reyes deben Morir… ¿o eran Dragones…? Eh.

Consecuentemente, la batalla está ahí silente -como un soplido, que se lo digan a Juan Carlos Fresnadillo, que se reivindica...- , reside en los detalles en verde y negro, en los vestuarios,  con cabelleras plateadas en ambos bandos. A base de insultos, cortes, quemaduras por erosión familiar y parches en los ojos… Mas las evidencias son específicas, existe ralentización parcheada, el guión tarda en arrancar hasta avanzados los capítulos. Escenas de acción no llegan como dije, la imaginación no se desborda en el aire, sólo a pinceladas con la muerte, alguna pirueta mortal, con un gran déficit en los nacientes diálogos que nos plantean y una falta de creatividad, no acorde con lo que la historia prometía y su maestro. Hoy, en nuestro ahora productor ejecutivo también.

Hemos llegado al estresante contubernio familiar perdiendo facultades, algo descolocados con aquella ´querida` saga de los Lannister, y cuando el enfrentamiento de machos alfa estaba en todo lo alto, incluidas cornamentas de sus monturas. Puede que algunos hayamos perdido un poco la fe, pues Rhys Ifans anda un tanto extraviado en sus tareas, y ya no tenemos con Nos, al magnífico Paddy Considine. Una pequeña catástrofe identificativa con el reino, de la que tendremos que remontar el vuelo lo antes posible… A lo mejor en el capítulo Siete, puede…

Calma… antes de la Tormenta.

Quién nos iba a decir que la anunciada llegada del Invierno, vendría con las retinas de los cuervos congeladas en situaciones esotéricas… de los personajes masculinos. Donde el Adn nos vuelve cretinos, crueles, traidores, enclenques... gilipollas, como es costumbre actualmente. Ya que nos hemos topado con las escrituras no tan sagradas de Mr. Martin, para que sean pasadas a piedra por los/las guionistas escogidos por la HBO y una ejucitiva encabezada por Ryan Condal, de cuyas hojas añora la crueldad y la suciedad en todos los niveles. Por ejemplo, sexo, ya es escaso.

Son más devaneos entre ellas, un quiero y no puedo, un pasito adelante, dos para atrás, de meter casi nada… un mero beso furtivo. En cambio si existe la violencia, pero es de otro tipo, como chispazos de mal carácter que apenas rasguñan el corazón, aunque estén teledirigidos a hacer daño… Al menos a ellas, a las reinas, y sus regentes… bueno a ellos, no tanto. Que pululan a lo suyo...

Por tanto, los protagonistas de La Casa del Dragón II, no dejan una huella por ahora en nuestros corazoncitos, que se contenta rivalizando por cual es más del gusto, a cuál odiamos más o con quién te irías a tomar un helado o café helado, o un picho, ya sabes... en la garganta. Sin cruzar el Muro aún, eso sí, que te quedas pasmado.

De momento además de ellas, y sus determinados empaques, la australiana Milly Alcock y la británica Olivia Cooke, lo que destaca claramente es la evidencia primera, que parece predestinada hasta que la tormenta nos alcance de lleno. Dos remolinos Lanister, endiablados y caóticos, el Daemon del Demonio Negro en las melenas de Matt Smith – si bien con tratamiento de un exorcismo profético o mágico, hacia una posible reconversión -, versus la retina adiestrada para el dolor y la retranca, de Aemond el verde. No de viejo, sino de reptiliano venenoso, que se siente menos agraciado entre las huestes draconianas y sus sangres al vuelo. Quizás debido a su parche y su nombre menos reconocible, el del actor Ewan Mitchell.

Vale, está tardando, pero las brujas están para eso – me refiero a las que verían el futuro y eso, ninguna más -, que te animan el cotarro con pequeñas visiones de lo que se aproxima… Sí, yeeeeepaa! 

Mientras nos tendremos que tragar las llantinas de la Hightower, los líos con unos chicos de color (que curiosamente están más arraigados en la corte o las naves, cuando en la primera no aparecían prácticamente), salvo en determinados puestos o regiones más espaciadas o sureñas. Pues bien, ahora forman parte de las familias… Cosa que me parece bien, pero desentona con los estados de la primera entrega. En fin, un poquito de colorido siempre va bien, al paisaje agreste y paliducho. Y además la dama Alicent se aligera, se espanta… que se mostraba ya un poco cargante. Gracias, maja.

Esto es así, no cómo comienza, con extraños balances de poder y demasiada palabrería de guerra, interna o externa; sino cómo se cierne la obscuridad. No hablo de los tornados batidos  de unas alas… más bien, de las clases en lucha, de los elementos… de las canciones de Fuego y Hielo, que son las verdaderas bisagras, las que nombran al Conquistador o el más allá, entre los cadáveres que queden… ¿vivos?

Acción… hermanos, draconianos.

Llega un momento en el ojo calmo de la tormenta, en que ya no sabemos bien contra lo que luchamos… con quién se revuelca uno en el barro, o con quién se yace al lado en acto íntimo, procreador… Poco de lascivo queda.

Lo que se sintiera como una reivindicación de los diferentes feminismos en época feudal, es una mera anécdota, y mejor así… Ya que recordando el pasado, por venir, Rhaenyra se engancha al filo de una espada, por fin. Pues lo verdaderamente importante, es lo que se  oculta, un mal de ojo, una mala caída, un verso, el eco rugiente, la valentía o cobardía sin par, unos huesos rotos… un plan en las cabezas… que aún no han sido cortadas. Ni dos... ni las siete.

Lo que se inicia con frialdad, a nuestras miradas que no apuntan arriba, al Norte, la penetración o el bloqueo, nos castiga en la marina, mientras, las monturas se vuelven más calientes, más imprevisibles o variadas, y el capítulo Seven ya está aquí, tranquilos mis dracos, que el fuego avanza siempre.

Y decían que la descendencia y el valor de la sangre, era lo esencial… ¿Para qué, habiendo monstruos, tú? Esto me hace enlazar con la otra rama quebrada, tirada en el lecho, como diría el refrán… “Cuando el Reposo del Grajo, vuela bajo…”

No, no hermano. No es el Día D, del Desembarco aún, no es la lucha de los que se enfrentan al miedo empíricamente, ni de esas primeras oleadas de infantes sin ella, la experiencia, siguiendo la cabeza área de un jefe o Rey en las alturas, junto a los Dioses… Como si planeara sobre las suyas, la amenaza de una orgánica, bomba de neutrones. ¡Humanos a pie, parecéis corderitos asustadizos, ahí abajo, donde parece hacer no un frío del carajo, sino el infierno mismo…!

En tanto las líneas costeras, pacen… reciben la misericordia para paliar el hambre y alimentar las ansias de batalla en nombre de un Señor… que los nutrió, antes de convertirse en muertos andantes. Serán o no…. Los nuevos Rangers de Omaha, o se sentirán al fin, como aliados escoceses, australianos… semi-abandonados a su suerte, poco analítica y profética.

Siempre hay, ha habido y habrá, clases… Como medidas, rasgos, juramentos, traiciones… o enchufes. Más aquí, en la House of the Dragon, donde los escarceos volátiles, ese fuego fatuo de fogueo, promete más y más, con héroes de nuevo cuño. Entre sus dos cabezas de dragón, en busca de dotes, de Oro, para una nueva colisión de la Band of Brothers, o bastardos por ley medieval… Algo así, como de diferentes padres, o madre verde y negra.

Aquí voy a hacer un primer inciso, incisivo sin dragón pero con Mads Mikkelsen, en su mejor estado ardiente - no por las duchas de agua que presencia -, sino porque es un bastardo del señor, que se acostaba con su madre sirvienta. Por consiguiente, un Bastardo, que se va al ejército como dragón danés y empieza a despuntar con medallas... y cuando vuelve, prefiera las tierras del Rey, El Brezal danés lo llamas, y lo cultiva con... no lo digo, que él no quiere... y lo empieza a regar con la sangre de un pijo de fruta. Ale, ya estáis avisados, La Tierra Prometida o The Bastard del director Nikolaj Arcel, mejora un saco a aquella catástrofe de La Torre Oscura... y sólo hacen falta un par de cortes de acción.

Regresando a Casa... Muchos desaparecen en esos momentos iniciales de la lucha, sin dejar apenas rastro, quemados – en la II fueron entre 50 y 70 millones - que sus madres no pueden enterrar; en cambio en la tierra de los Dragones, aún es indefinido el número. Pero a los hijos, los aleccionan y un par de puntos de costura al cuello. Sentidos de las batallas por venir y sus efectos estructurales, como en la cara de Aegon el II, el breve… O el Hijo, el Deshuesado, recuerdas…

Entonces, al final, parece que no nos aburriremos en el siguiente paso, cosa, casa… color, ojo… hermano. Y qué pasa con los judíos… ¡déjate de historias, tío, Nino! Esta serie no será como otras, que no aguantan el relato de los hechos o no soportan el pulso marcado… del paso del tiempo.

El Cuevo… postrero.

Esto no es, chanza de los dragones… la dirección de los primeros movimientos está superada – Alan Taylor fue de Thor the Dark World y Terminator Genesis, pues anda que brasas-, donde ya trabajara con Matt Smith por cierto como el rescoldo de aquel primer Jinete, que no consiguió su monstruo alado…

El Cuervo del atardecer, en vuelo siniestro, nos aporta una nueva visión, una vieja oleada, un canto antiguo… El Invierno is… fuck.

Hasta los monstruos son autónomos y eligen sus caballeros, aunque no lo sientan en su sangre, de cabellera trenzada… y a sus comilonas... he de decir que vi una peli de aventuras como las de antes, los 80 o así con Damsel, a través de la mirada de una princesa de las actuales de Disney, pero en la cabellera rojiza de Millie Bobby Brown - que la crítica española se ha encargado de crujir -, aunque la chica se defiende ante las fauces del dragón y este cuento de terror, que demandaba más chica, más sustos... más carnaza. Si bien se deja hincar el colmillo.

Entonces, Aegon vuelve a la vida como monstruo, tan achicharrado que me recuerda a un Fantasma del Paraíso… y podría erigirse en el nuevo personaje preferido, tal vez, para alguien. A ver dónde no lleva, que no las tengo todas conmigo… cuando llegamos al final, y sigamos… Todo en el Aire… las alianzas, las promesas, las invocaciones, las llagas … el olor a quemado incluido. Esperemos que el invierno, no traiga la ¿pas?, eh…

Esto no puede ser una simple aventura, como aquellas de antaño. Me refiero a las que empezaron con un Juego de Dragones y Mazmorras de juguete, y de la primera peli ni me acuerdo; y ahora regresa con humor en Honor entre Ladrones, vómitos de dragón, osas pelirrojas, artículos de coña y un lío de coj… que se demuestra en los titulares de la producción. Aún así resiste el golpe y amenaza con continuar en la tele, al menos. Aquí tiene se tiene que echar las tripas, mejor que The Crow si será… será, lala lala, lalaaaa... Y las decepciones no paran de llegar (también se olían), Twisters menuda chorrada cíclica, que no soporta un soplido. De otras ya hablaré, ya...

En el último suspiro, el cuervo nos recomienda Siete Reyes deben Morir, que es un objetivo clásico, con luchas monumentales a empellones, a la sombra de aquellos drakkar vikingos en la isla asentados, y no como en el continente americano que no encuentran ni a tiros. Es la premonición del futuro que nos quieren colar ante nuestros ojos europeos, vikingos y celtas. 

La historia es la versión salvaje de los monstruos de ficción, reconocidos como los Dracul, menos drogados, pero con la misma mala hostia en tierra Valaquia… y sed de sangre en busca de la tierra. Así enlazamos por los pelos, pocos eso sí, con su reflejo en el cine, Friedrich Wilhelm Murnau convierte a Max Schreck en un icono visual y actor de culto tras el vuelo de 1922 como conde Orlok, y después reencarnado en la piel enloquecida de Klaus Kinski en 1979 con Werner Herzog tras la cámara – director del que recomiendo en sentido más pacífico, el documental Sonidos de la Tierra-, el duelo entre John Malkovich y Willem Dafoe, para La Sombra del Vampiro, todas estupendas, y así termino… esperando la piel reflectante de Bill Skargard, el otro vikingo, no danés como en aquella England primeriza de la patria british unida, sino sueco.

Veremos su nuevo Vrolok (vampiro en eslavo, o licántropo), que es un no muerto, y nosotros esperanzados con el tráiler de Robert Eggers… así podremos olvidarnos de otras negras noticias, con El Cuervo. Mas te cuento un secreto, cuervo… aún no te he visto. Aunque sí, los comienzos del conde Drako, un, dos, murciélagos, hahaha, del documental espléndido del inolvidable Jim Henson… Hahahah, gracias por todo Jim, the Idea Man, for ever.

Y eso, drakos de Kubrick, que esperemos que la tercera de los Dragones remonte, porque sino será un sacrificio en balde... tal que un dragón con jockey de cartulina, muy inflamable. Y si no responde, a la hoguera con ellos...

 


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