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jueves, 16 de agosto de 2018

Daredevil (Season I - II).

El Diablo y el Gordo.

Matt Murdock o como nombraría el bueno de Stan Lee, MM.
Él es Daredevil, el hombre "aparentemente" sin miedo. Respetuoso con la decadencia moral del individuo, a la hora de ajustar cuentas. Astuto y sexualmente activo, a veces, está interpretado en la serie producida por Marvel Tv y ABC Studios, por el simpático actor londinense Charlie Cox (Stardust, Boardwalk Empire). Durante años estudió leyes, para dedicarse a la justicia callejera o afrontar alguna que otra calamidad o perversión de sus conciudadanos, u otros visitantes foráneos. Va resolviendo los casos del pasado con pulso firme, eficaz y equilibrado, o no, pues sus manos van de los archivos a los rostros de sus contrincantes, judiciales o noctámbulos. Al igual que su increíble visión para los conflictos sociales, los gustos anónimos de los criminales y ciertos compañeros letrados, que están pendientes de sus relaciones privadas. Muchos son los casos más peliagudos de solucionar, sin cometer una acción irreversible, porque por su alma transcurre el aliento del infierno, o algo parecido.
A la vez, dicho ánima se justifica con palabras en busca de un perdón superior que, sin embargo, no responde. Divaga como su carácter disociado, ya que posee una estrategia moral que resulta pecaminosa, violenta o filamentosa en la sombras de la mente. Como una endiablada cornamenta roja sobre su cabeza, que se balanceará desde 1964, sobre los edificios del Hell´s Kitchen de Manhattan.

Aquí estamos de nuevo recreando el tebeo de un universo bifurcado y letal, que el año próximo cumplirá 80 años de diversión, desastres y balanceos en el aire, sobre los tejados de la gran ciudad. Continuando una aventura editorial que no para de crecer en los ambientes cinematográficos, en el ideario cinéfilo o siguiendo los saltos vacilantes o recreando el movimiento de la actualidad; y coloreando aquellas tardes de lectura de nuestra juventud que vuelven como una bocanada de aire fresco o una pesadilla reincidente. O más objetivamente, enseñando la historia del cómic norteamericano de las diversas edades, de oro o plateadas, a las nuevas generaciones de fans.

En cambio, como Jessica Jones o Luke Cage, antiguos contemporáneos, este abogado atormentado por la sonoridad a su alrededor, investiga en su aparente oscuridad, encubierto en su bastón telescópico, preparado para el próximo lanzamiento a la base, del cráneo de sus enemigos. A ello se aúna, ese sentido práctico del derecho y una excelente mirada para la amistad, por ahora. Pues, las gotas de lluvia tienen su belleza visual, pero no permanecen para siempre...
DD pertenece a estos personajes o vigilantes, que recorren los callejones en la noche, desde los tejados o las tiras coloristas, ideadas tras el enfoque mágico de Stan Lee y otro precursor de la antigua Marvel Comics, como el dibujante Bill Everett. Este creador ambivalente, de otro antihéroe como el llamado Hijo Vengador, Sub-Mariner o Namor, antiguo Defensor junto a tres mutantes mágicos, como coetáneo acuático del Capitán América de Joe Simon y Jack Kirby. Justo dos décadas antes de la llegada de este hijo accidentado de un castigado boxeador, llamado Jack El Batallador, curtido y cosido en mil batallas perdidas... salvo una. Padre, ¿qué has hecho?

El héroe en indecisión eterna con los criminales, actúa tras su pensamiento disgregado a ras de la calle y la resiliencia de su historia vital a la altura de los sufridos ciudadanos, vecinos, macarras, vagabundos, esclavos, yonquis o prostitutas. Intentará ir transmitiendo otro enfoque de los viejos protectores de la ciudad de New York, vigilantes del viejo Tbo cuestionados por sus movimientos destructores con el ambiente circundantes, con los edificios y habitantes, esos denominados en mayúsculas, Superhéroes de Marvel. Aquellos "monstruos" incipientes (algunos hasta se transformarían en zombies o lucharían en guerras civiles), con el deseo de legalidad en su corazón, aunque tuvieran que pelear contra un ejército de malnacidos y esos llamados daños colaterales. Pero, incluso así, queridos por los lectores.

El atractivo de los poderosos con habilidades especiales, se ve complementado con sus contrarios perversos o mitos caídos en desgracia. Más crueles con los ciudadanos y, simplemente, inevitables para los relatos, los discursos y acciones parasitarias, necesarios para sus vidas complementarias, nocivos por sus proezas siniestras. Echando la vista atrás, o ese sentido casi arácnido, de este grupo criminalizado formarían parte los míticos, Seis Siniestros.
Además con la imagen más actualizada y seria, la nueva producción de Daredevil toma un nuevo pulso a aquellos mitos dibujados de la juventud, ya que la narración no pierde la esencia de los personajes y es fiel, más o menos, a sus pasos. Marvel nos hace olvidar la película de 2003 dirigida por Mark Steven Johnson (que destrozaría al Motorista Fantasma igual y paralelamente) y esa otra versión disyuntiva e inconexa, rodada en Los Ángeles y encarnada sin relevancia, por Ben Affleck.
Algunas críticas actuales que recorren la historia de aquellos viejos defensores (nuevos por su carácter) y la efigie desdoblada de este enmascarado del diablo, un cancerbero o Guardian de la Cocina del Infierno, excepto para los que le titulan como Spiderman de segunda, reconocen que es una de la mejores adaptaciones de aquella historia primeriza, oscura y subyugante, coleccionada como #1 y titulada con el sombrenombre de: The Man Without Fear!

Enmascarado llamativo, con una lucha interna y eterna, convive con contactos faciales o epidérmicos reprimidos, yo también lo noto o siento, antes de vestir de encarnado fuego infernal o convertirse en pagano, a manos de un oscuro, licencioso y siniestro Frank Miller.
Bienvenidos, seres del averno a la Gran Manzana, que disfruten del resto de sus vidas.
Otra vez, a través de Netflix, que posee un excelente OjO para la violencia, la venganza sangrienta... y el éxito televisivo.

DD, 2 seres enlazados.

Para ello, se han tenido que cruzar en el camino del mal absoluto y la justicia, los nombres de otros dos productores que se han esmerado en el producto de calidad, enfocando el entretenimiento moderno en una serie de trabajos para la televisión. El magnífico y renombrado, General Lee y un texano de Houston, llamado Drew Goddard, al parecer próximo director del filme X-Force. Salido de la Universidad de Mcguill, se forma como creador de historias en serie, hasta convertirse en guionista que empezara a recrear las vidas ocultas de otras personalidades femeninas, como Buffy, Angel o Arias, y que en un suspiro o vuelo accidentado, anduviera vagando perdido en una Isla surrealista. Un salto mayúsculo durante buena parte del crecimiento exponencial de artista multifacético, pasando a escribir para la gran pantalla, con buenos resultados de crítica y público, títulos como Cloverfield y The Martian (además de ese sonado error llamado World War Z) y que se atreviera a dirigir una de las sensaciones del terror actual, conceptualmente aclamada por gran parte de los espectadores del mundo y titulada The Cabin in the Woods.

Hubo un tiempo atrás, que de las sombras de un maldito siniestro se cruzaron. Apareció distorsionada por el ácido vertido y el destino, la mirada de un joven obstinado y superviviente, como otros cercanos. Fracturado como el rostro de su padre, forjado a base de golpes comprados y quejidos ahogados, siempre dispuesto a una puntada con hilo de ley. Presagiando bajo su ceguera virtual, la existencia de una máscara, con la que esconder su pasado... tal vez, la identidad.
Aquel chaval, otrora divertido, dedicado y afable, se convertiría en auténtico fantasma de mueca indecisa. Ser subdividido en la conciencia, como la noche y el día, en un casi inmortalizado conflicto moral y justiciero, que sería nombrado de intrépido anónimo y apellidado por ciudadanos compungidos de esta gran ciudad del este norteamericano, como Diablo. Sus heridas le delatan...

Sin embargo, el terror no provenía de Él, ni siquiera de las circunstancias que afloran en un tribunal del estado de N.Y., sino de los engendros que pertenecían a otra época, ¡y menuda época! Eran básicos en su nomenclatura química y física, los mejores enemigos de los denominados superhéroes, que cohabitan con habilidades divertidas o curiosas mutaciones fisiológicas de nueva generación. Formando un grupo que no dejaba títere sobre cabeza, ni escudo sobre América o araña sobre tela, ni siquiera esa mínima ecolocalización sobre la ceguera ´murcieguil`... próxima a Batman.
Los Seis nombrados, eran temidos por su novedosa estampa y respetados por todos los jóvenes que crecieron con sus maldades, atravesando los gustos de lectores adultos hacia esta nueva frontera llamada cómic que empezó en tira de diario. Reconocidos como un voladizo e irascible Buitre (volverá a serlo Michael Keaton), el intangible Sandman, la chispa casi cómica de Electro, la doblez psicológica de un Mysterio, que se presentará con la piel de Jake Gyllenhaal en la próxima Spider-Man: Far From Home, más un emplumado Kraven o El Cazador (precursor de otros elementos armados), y aquel increíble, metálico y frío por fuera, Doc Octopus.
Pronto, se sumarían otros: el extraño Hydro-man y el sibilino Lizzard, el eléctrico Shocker (sin los voltios de terror del estimado Wes Craven), un inimitable Rhino y alucinante Duende Verde, al calor de la radiactividad que proclamara a Peter Parker como ejemplo de la intrépida y rebelde juventud. De aquel enamoradizo o apasionado, como tantos en el mundo, sin dones, emergería uno de mis favoritos enemigos mortales, protagonista de la primera temporada, el plomizo, truculento y obsesionado con la tragedia shakespeariana, música clásica y pintura compleja, Mr. W... no, mejor dicho... El Kingpin.

Sin un enemigo más que resultón, no existe la imagen del héroe.
El Kingpin, es la figura imperecedera de una de esas aventuras pasionales y relaciones con el hampa más legendaria. Diabólicas y violentas, paralelas con la inocencia perdida a golpes. Ser enamorado, convulso y extraño, una especia de Romeo obeso y obsesionado, con latidos románticos hacia la recordada Vanessa de nuestra infancia, alter ego de género que surgiera de un brochazo.
Duelo visceral que, además, no podría existir ni maldecir, apenas suspirar, con la ausencia de ese otro diablo que cambia, de traje corbata, a ajustado fuego del averno. Semejante explosión de visceralidad, que sorprendiera con el encontronazo virginal del Asombroso Hombre Araña hace décadas, con J. Jonah Jameson de espaldas a la trascendencia cultural de aquel exitoso número 50, y presagiara el alzamiento de este imperio sangriento, encofrado entre la emisión de Netflix, y la producción de ABC, DeKnight Prods., Goddard Textiles con Marvel Television.
Algunos recordarán su volumen y calva, pero no, el fino cigarrillo, sus rayos ´bastonianos` y cabezazos, los caros zapatos italianos que retumbaban el suelo, los trajes rayados o aquel gabán blanco impoluto, que irían encadenando una serie de golpes, casi mortales. Tanto a enemigos como amores. Ahora, tal que en 1964 se encuentra de cara al invidente de la sonrisa oculta, cautivadora y astuta, algo bobalicona por la psicología dividida, haciendo hervir con sus ambas miradas, el ambiente alrededor, al igual que sus almas. Amor y odio, paroxismo extremo que se enfrenta a diferentes niveles de una sociedad condenada, enfangada por las instituciones infectas y... el indómito corazón.

Esencia Diabólica.

Desde los primeros instantes de la serie, o escarceos dentro de un ring emocional, nos sentimos a gusto con esta relación revitalizada en el tiempo y el espacio visual. Comprobamos con placer, ciego, los distintos comportamientos de recordados secundarios y edecanes con galones, ante el enfrentamiento visceral del pasado del héroe frente a sus diferentes y principales némesis. Si bien, a diferencia de otros defensores cercanos, este Diablo Judicial o Daredevil sin toga, mantiene la esencia del tebeo de Marvel, por encima de todo. Principalmente, debido a la excelencia en la traslación de los personajes, los lugares de la memoria y su historia diversificada en el tiempo; así como, por la elección de los actores que reinterpretan el recordado y admirado cómic de antaño, los golpes de ambientación cuidada dentro de estas nuevas geografías o urbanismo moderno, que acompaña las ´viñetas` animadas, con unos efectos visuales que se mantienen por encima de la media, en comparación de otros compañeros coetáneos. Excepto, uno...

Esta acertada estrategia identitaria de Mr. Goddard con nuestros recuerdos, contrasta las dibujados trazos de los personajes con los rostros de sus actores actuales, como dije bien elegidos. Como la autentificación del hombre rebelado, en los cortes "educativos" y tutor pugilístico en dermis lacerada de John Patrick Hayden, hasta guiar su imagen tras la muerte, como mártir combatiente de la indecencia y la amoralidad. El Batallador sustituido de manera sacrílega por un confesor conocido como Father Lantom y su actor disfrazado tras el escocés Peter McRobbie (Inherent Vice, The Visit). En crecimiento marcial junto a aquel Stick, gélido manco y cortante ´vidente`, emparentado con el volátil Kung-fú de los setenta, sobre la efigie del siempre notable Scott Glenn, antes de embarcarse en la serie Castle Rock basada en narraciones de otro King del Mal, Stephen.
Así le observamos, aleccionado por aquel viejo cabal y obstinado periodista Ben Ulrich, interpretado por Vondie Curtis-Hall (detective en Black Rain, compañero de Bruce Willis en Die Hard 2), mítico colega del trepador o esposo de Adriane Lenox en sufrida ficción catatónica; y en contraposición a esa Dulcinea del crimen, pintado, en la piel blanquecina de la actriz Ayelet Zurer o Vanessa, mientras los trapos sucios se lavan con el incalificable Mr. Leland de un obrero del cine y televisión como Bob Gunton o el acólito del mal absoluto, interpretado por un estilizado Toby Leonard Moore (John Wick).

Un magnífico casting que se complementa con otros secundarios relevantes y pertenecientes a la serie del Diablo de Hell´s Kitchen, cuidados por la bella Rosario Dawson como la carismática y polifacética Claire Temple, ya reconocida en serie, y esta confidente Marci, fiscal sexual con una sugerente, ambición rubia de Amy Rutberg. Geoffrey Cantor como el director-jefe del New York Bulletin, el peligroso ninja rojo o Nobu del reencarnado Peter Sinkoda o el Vladimir del australiano con nombre curioso Nikolai Nikolaeff. La reclusión de un extraño inventor con el actor Matt Gerald y la Madame Gao de todas las salsas, agridulces, Wai Ching Ho.... Aquellos que forman parte de este círculo vicioso, rodeando un cuadrilátero protagonista, amistoso o antagónico.
Porque Daredevil tiene la divergencia metafísica a flor de piel, la duda vengativa incrustada en su carne, su doblez pecadora, cortada en dorsales como los recuerdos del padre, mutilada en mil batallas. Mientras paralelamente, un chico de clase humilde como él, secuestrado por las ideas políticas de su, digamos, mentor, se acostumbra a los golpes que inflige la sangre y las frustraciones que cruzan su cerebro, para convertirle en lo que será el rey del Hampa en Hell´s Kitchen y otras zonas de su influencia nociva.

Así, ambos construyen el futuro con los clavos de su fe o esa redención diabólica o sentimental venganza sobre las burlas pasadas, con la idea de crear una ciudad mejor... pero, muy distinta de concepción, o tendencia diabólica. Porque los dos enemigos, poseen esa esencia inoculada en sus venas o moléculas. Ambos pertenecen a esa antigua generación de héroes y archienemigos de Marvel, que poseen diferencias insalvables infundidas por un odio ancestral, dentro de los límites del mito, la religión y la esencia del ser humano. Incombustible y innata, como esa lucha final que significa uno de los grandes enfrentamientos físicos y psicológicos, dentro de la historia moderna de la televisión y sus grandes producciones en este siglo XXI.

Los 3 amigos + 1, Fantástico.

Son poderosos egos que, mutaron con la experiencia y el dolor. Dos sombras que emergen en la noche o se ocultan bajo una tormenta de nieve, la conciencia o el miedo. Divertidos, silenciosos, bulliciosos, salvajes... en la perspectiva de un vigilante nocturno sobre un edificio, estampa reconocible, o como ejecutores en las calles teñidas de sangre. Es otro dilema o indecisión ética, ¿a favor o al margen de la ley?
No sabremos, si a través de confidencias del que escucha sin tener voz o súplicas sin respuesta concisa, cuando todavía no existe medicina o terapias alternativas para discernir sus próximos pasos... quizás el amor.

El invidente casi divino, inteligente en los despachos y silente solitario, se pliega a las exigencias de su educación católica y el recuerdo de la amistad. Frente a ese otro yo, que a veces, lucha por emerger bajo la piel y las heridas, como otro vengativo redentor o salvador. El dios que se hizo a sí mismo y su volumen, pisoteador de propias cucarachas, reventador de cráneos acólitos, levantando su peso en el otro rincón del cuadrilátero, con esa presencia que dejaría sin aliento al mismísimo diablo. Porque, frente a este joven sigiloso, amigo de sus amigos y simpático de mirada limpia, Charlie Cox el actor risueño que naciera de El Punto sobre la I, tenemos al otro inmaculado por fuera, ayer.
Hoy negrísimo en su enorme carcasa exterior y por sus adentros, más aún. Mr. Wilson Fisk, el rey omnipresente del Hampa en Hell´s Kitchen, es el otro Kingpin más corporativo y tenebroso, confeccionado con garantías por el gran Vincent D´Onofrio. Resulta escalofriante, dando un recital de incomodidad emocional y plasticidad física, salpicado de irrefrenables ataques de ira y complacencia amato-culinaria. Simplemente, resulta un duelo genial, avasallador y mortal, con esa escena final.

El invidente casi divino y el ciego representante del Mal, prendieron la mecha de su heroísmo mitigado o las bases de su imperio de sangre, sobre las arterias abiertas de sus ancestros. Esperando en los rincones del sufrimiento o el duelo eterno, sentados sobre un pedestal de falsedad, corrupción y podredumbre existencial... persiguen sus sueños, los de sus padres. Construidos con los estudios instigados, las retinas heridas o los huesos de sus enemigos, y simplemente, sobre los desechos de desdichados que se cruzan con sus puños o las pesadas huellas de sus zapatos. Los ojos de DDevil y las 140 libras de Fisk en canal, son esas dos caras de la moneda con la se acuñaron los cómics o las efigies de la historia de nuestra denominada Humanidad.
Estos antagonistas y sus prebendas metafísicas, se extienden hasta nuestros días como un bastón desplegable o arma electromagnética, sobredimensionado por la mente del fabuloso Jack Kirby y los colores de John Romita Sr., sobre aquel pasado jovial, mas luctuoso y trágico del estudiante Peter Parker. La verdad es que estos superhéroes de Marvel, o simples marionetas del azar, luchan y luchan, y sufren. Es lo que hay...

Para complacer a los más eclécticos, entre la amistad del estudiante y el romanticismo utópico, descubrimos a esos otros dos fantásticos, personajes necesarios en la trama violenta, que forman el triunviratum del bien, con la aterciopelada actriz de Brooklyn, Deborah Ann Woll (Ruby Sparks, True Blood) y el divertido melenudo Elden Henson, nacido en Rockville (junto al parque de Rock Creek) y firme como una ídem, en sus convicciones como abogado... no aguacate.
Sin habilidades físicas o extraordinarias, para la difícil existencia en el averno de Manhattan, toparse con estos enemigos tan inmensos, sudorosos, podría ser contraproducente para su salud. O incompatible con la vida, dada la extrema violencia, ya que los temibles y burlones, se mueven por el tablero con sus propios peones y reglas, flexibles o veloces a pesar de su enorme volumen e insuficiencia emotiva. Que mutan de justicieros a vengadores, de legos a prácticos... al menos, hasta que aparezca en la escena de Hell´s Kitchen, la próxima figura negra o ejecutor.

Pero eso es otra batalla, otra bala que digerir o tortura que soportar como tantas... semejante a la aparición de alguien venenoso, de un espíritu cautivo dentro de la poliédrica y fantasmal HYDRA, con múltiples cabezas y dos caras reconocibles. ¿Verdad, Nick Fury?.
Aquella serpiente indisciplinada, que fundara el sibilino Red Skull en la época de gran Guerra y compatriotas, que en un alarde globalizado e hiriente, enredarían en Japón con las técnicas de su ancestral arte marcial o ninjutsu, en contacto directo y siniestro hasta traernos a "La Mano".
De momento, en esas estamos, esperando la llegada del torturado, The Punisher, y la bella pero vengativa, capoeira cortante de Elektra.

DD, el Amor Vengativo.

¿Qué es un héroe?

En la mitología clásica, se hablaría o cantaría, sobre un hombre nacido de la unión de un dios/a y un ser humano, por lo cual era considerado más que hombre y menos que deidad. Desde la cuna de la civilización, ya se empezarían a configurar las clases sociales...
Desde entonces hasta la actualidad (incluyendo al Hell´s Kitchen del universo Marvel), las cosas han cambiado y nos referimos al héroe, como aquella figura mediática o persona capaz de abarcar un hecho sobredimensionado y convertirse en un ejemplo para la sociedad civil, valorada y idolatrada por los medios de comunicación, incluso, a costa de su propia existencia.
Para Daredevil, un héroe pertenece a un barrio que posee un alma, dónde dicho hombre o mujer heroica, no pueden disfrazarlo.

Nueva York se forjó a base de la sangre de muchos que huyeron de la masacre ejercida por dichos "héroes" (no los que conocemos ahora en las noticias), sino los que calentarían sus fogones con la violencia y alumbrarían los condimentos de aquella demencial Hell´s Kitchen, que el director nacido en Queens, Martin Scorsese, describirían a golpe de machetazos o hachazos en su película Gags of New York. Toda una revelación del pasado, donde los clanes ciudadanos, los sindicatos y las familias llegadas de distintos lugares, como judíos, irlandeses, alemanes, rusos, italianos, chinos o japoneses, forjarían el mito regado con sucesos sangrientos que comandarías la próxima hornada del Sindicato del Crimen o ´Murder Inc."

A la vez que el cine se hacía eco de sus dementes y peligrosos negocios, durante los siguientes años de la Ley Seca, se embarcarían acetato, dinero negro, desmembramientos, heroína y alcohol, desde los callejones de aquel llamado Clinton, hasta los fríos muelles del río Hudson, segando millares de vidas y cosechando de esqueletos sus aguas. Donde las películas de Hollywood retrataban la fracturación de la justicia, la podredumbre incipiente y esa violencia que empezara en las pandillas juveniles del East Side, mitigada bajo los rostros que las estrellas más duras como Paul Muni, James Cagney, Fred MacMurray o el gran Edward G. Robinson.
Tanto que el ambiente se haría irrespirables y acabarían apareciendo los héroes, los que luchaban en los medios o ciudadanos respetables a pie de barrio, como algunos personajes de West Side Story luchando contra su destino y, que en la década de los ochenta bajo el auspicio del alcalde Giuliani, producirían un revolución inmobiliaria que introduciría un término como la gentrificación. O el cambio de un barrio destartalado y salvaje, a una convivencia de marcado carácter comercial o inmobiliario, urbanita, bohemio, luminoso y algo aburguesado.

Sin embargo, en la década de los 50, Lee Strasberg colocaría los cimientos del Actors Studio Training School en Manhattan, proyectando todos los conceptos de la nueva bohemia norteamericana a sus calles aledañas y lanzando al estrellato a profesionales que marcarían con sangre, la información genética del nacimiento de la Gran Manzana. Como Paul Newman en las conexiones del hampa en Chicago con El Golpe, en Los Ángeles con El Buscavidas o The Hustler, y la historia de un campeón llamado Rocky Graziano.

Sin embargo, en la década de los 50, estos negocios de nuevo cuño, ya empezaron a instalarse sobre las calles de Manhattan con la llegada del Actors Studio Training Scholl, proyectando todos los conceptos novedosos de la bohemia neoyorquina y norteamericana, a sus calles aledañas. Lanzando al estrellato con su carisma, a profesionales que marcarían con trampas o sangre, aquella información genética del nacimiento de la Gran Manzana.
Las efigies de las estrellas surcaron el cielo de N.Y, pronosticando un futuro de máscaras y la farándula con nombres notables, reflejando o combatiendo la violencia anterior. Como Paul Newman y sus historias que llegaban desde Chicago en forma de El Golpe o The Sting, la imagen acosada de El Buscavidas o The Hustler, la trena vigilada de la gran Leyenda o Cool Hand Luke, y tocando este mundo oculto del boxeo con el campeón Rocky Graziano en aquella pequeña maravilla de Robert Wise titulada Marcado por el Odio. O más metafóricamente hablando Somebody Up There Likes Me. También saldrían otros ejemplos de actores inmortales ya, con papeles recordados dentro del mundillo criminal o mafioso cinematográfico, como Marilyn Monroe, James Dean, Eli Wallach, Eva Marie Saint, Steve McQueen, Jane Fonda, Dustin Hoffman, y por supuesto, la sangre temperamental con conexiones de Marlon Brando, Al Pacino, Robert De Niro o Jack Nicholson.

Así se compone el universo de Daredevil y su bimorfismos, haciendo sombra a aquellas antiguas películas de James Cagney o su vecino del Upper West Side de Manhattan, Humphrey Bogart. Donde el color negro se abate en aquel triángulo del Midtown, sobre sus fachadas, callejones plagados de Brasco´s, Prizzi´s o Serpico´s.... Corleone´s todos... y estas escaleras de emergencia que descendían al averno callejero con su sonido característico. Los irlandeses ya no estaban tan presentes, otros comenzaron a pedir su tortuosa parte de la tarta sangrienta.
En este cruce fatídico otrora, de Broadway, Madison y la efervescente 5ª Avenida, se estaba diagnosticando la expansión de bandas residuales aún, latinas y afroamericanas, prevaleciendo la ley u omertá de las italianas, con sus protegidos padrinos y renombrando a los atávicos Westies por una piramidal mafia en los años 20 y 30. Las balas se extenderían sobre un territorio casi virginal para las grandes empresas turbias o turbulentas que se reivindicaban bajo el auspicio de la corrupción y la prohibición. La etapa en que crecieron los chicos de la Cosa Nostra, los dones o capo di tutti i capi y sus secuaces, los oficiales y políticos comprados, los bloques de cemento y las cabezas de caballo en el cine. Esto es, los relatos de un conocido Mario Puzzo y la historia de Érase una Vez en América, del ´romántico` estilizado, Sergio Leone.

Son los relatos inmortalizados que recoge Stan Lee y los suyos a golpe de estilográficas, con el afán de ir recomponiendo el saneamiento de esa imagen peligrosa, creando un nuevo conflicto étnico o racial, con ghettos (vocablo latino que indica emplazamientos con fundición de hierro) o territorios urbanos, dedicados al abastecimiento a diferentes escalas, en mercados clandestinos. Desplazados o proscritos, en el inicio de otras siniestras bandas e ideologías, dentro de un ambiente creciente de cohecho político y esa catarsis inmobiliaria de doble filo en los 70. La fuente de estas nuevas historias con personajes de Marvel, que paseaban por sus barrios marginales, escindidos del lujo de lugares como Tiffany, los palacetes del Gran Gastby o la Fashion Ave, así como aquellos viajes comerciales o artísticos, a las deslumbrantes y coloristas, La Habana, Miami y California. La sangre del cómic se unía a esa marginalidad que se limpiaba del centro de Nueva York, para contarnos otras posibles vidas y muertes.

La era Daredevil y Spiderman.

Apenas dos años de diferencia en su nacimiento, con sentidos especiales para perseguir el mal y la percepción de sus robustos némesis en el horizonte, incluido, el parco de la calavera. Algunas de ellas compartidas y sufridas, contrapuestas, vestidas de metal, blanco o negro. Sin embargo, eran chicos arraigados a sus barrios salvajes y dispares familias de indisciplinados, estudiantes que se forjaron a golpe de duras visitas, de reclusiones eternas. Aunque en su mente se distinguieran por confiar en la justicia, más que en el castigo supremo. Uno hecho a sí mismo, balanceándose entre la sátira y el inconformismo adolescente, el otro educado a golpe de katana y lucha ciega. Hasta convertirse en el Chico de la Araña y el Hombre sin Miedo.
Crecieron en el Manhattan diseñado o dibujado, hasta arrinconar lo sucio en otros barrios adyacentes o sitios emergentes de ese feísmo cotidiano. O la inmundicia social a ocultar, que producía contenedores de cuerpos inertes, de vagabundos, enfermos mentales, condenados y drogatas, cruzando aquel río de almas del Hudson. Curiosamente, empieza con h, como hombre hambriento y el Hades.

Rescatando las imágenes de figuras que llevaría el Séptimo Arte a la gran pantalla, desde los jóvenes Sleepers de un próximo El Clan de los Irlandeses, que sería desplazado con carreras torcidas y sus carritos incendiados o lanzados sobre las escalerillas del metro en el Lower East Side. Transporte cinematográfico, también, fundado en 1904 sobre la Avenida Lexington o de Lex "Luthor", coloreando el transbordo en rojo, desde el pasado y la infectación de los famosos Gangs of New York retratados por Mr. Scorsese. Pasando por la furia de Taxi Driver al volante o la lucha de los sindicatos de cualquier especie, que descomponía la ley en las imágenes más conocidas como Scarface o el Corleone de Godfather II, saltando de costa a cota, como los verdaderos Capone y Elliot Ness, el Toro Salvaje, Bugsy, los Gambino y demás ´famiglia`, anclando las conexiones por toda Norteamérica, desde los Blinders de Boston, Atlantic City y los Genovese, el denominado Outfit de Chicago, Las Vegas, los televisivos Soprano o ambientes selectos de Los Ángeles, caminantes de la histórica Route 66. ¿Cómo no iba a existir en el camino, más de un demonio?

Incluso referencias filmadas, con el guion y dirección de Sylvester Stallone en La Cocina del Infierno o Paradise Alley, se hacen eco de esta calentura a plazos o enfrentando dos siglos de sanguinolenta historia; entre luchas fraticidas como en The Warriors de Walter Hill, el filme State of Grace de Phil Joanou, el cómic de Dick Tracy y los filibusteros de Gotham, Los Sobornados y Los Intocables, la Ciudad del Pecado de Frank Miller y la masacre de Chicago en San Valentín, el terror de una Bloody Mama con Roger Corman (a imagen de la mamma de Puzzo) o la diversión en un Miami divergente de Some Like It Hot, con la música de club y el maestro Wilder.
El control de prostíbulos en la excitante serie The Deuce, nutriéndose del vicio, como los chicos de la policía o el surgimiento del FBI, en tantas narraciones, desde James Stewart o sus muchachos de Mindhunter, los duros detectives tipo Robert Mitchum, contra el advenimiento de los actuales corruptos políticos, los yakuzas, los filántropos fingidos tras torturas o desapariciones flagrantes, las cárceles inhóspitas, guionistas enclaustrados y la invasión creadora de Europa, algunos contactos de las estrellas con mafiosos iluminados, Cautivos con Sed de Mal. Las femmes fatales como Gloria Grahame, Joan Bennett, Lana Turner, Marlene o la gran Bacall, sus bacanales y el Crepúsculo, sus muertes mediáticas y hechos ocultos en periódicos, el ritmo del jazz, el sudor y la noche. Clark Gable, Jean Harlow, Cooper, Grant o Sinatra... Y otra futuras mujeres con mano y cabezas de Hydra, desde la incipiente Hell´s Kitchen recogidas por los jodidos Peaky Blinders británicos, que saltaran a escena tras la guerra y en nuestra pequeña pantalla, hacia una próxima The Kitchen.

Todas estas vías oscuras y vidriosas, son en las que se fijaría Stan Lee para recrear la violencia descarnada y dibujar sobre vidrieras en red, e idealizar la figura de otro justiciero que abandona las leyes, la amistad y el amor, o no. Se cubre el alma intranquila, para enfundarse la careta del dolor y los cuernos del diablo. En esta segunda ocasión para enfrentarse a un mar de dudas y la llegada de la Mano, la valiente, mítica y fatídica Elektra o el percutor amartillado, con menos compasión al oeste de Hell´s Kitchen, al salvamento de policías desmoralizados.
Todo este cóctel violento, defensor o heroico, salpicó las páginas de nuestra infancia y juventud, todo este amor ciego se esconde tras un máscara del tiempo, fragmentado la realidad con la ficción. Toda la lucha necesita de sacrificio individual, toda la mugre merece un destino entre rejas, toda cárcel, una llave, toda ciudad un resquicio para huir... como diría el bueno de Philip Seymour Hoffman en el filme de Sidney Lumet, Antes que el Diablo Sepa que has Muerto.
Bajo las manos de Ejecutores.... R.i.p. the Kignpin, or not...

La Mano de The Punisher.

Wilson Fisk, esa bestia salida de las entrañas del arte moderno, el asesinato de Rigoletto (no el de la ópera de Verdi) y el maltrato infantil, que igual te compone una estrofa con bellos sinónimos y un lirismo embriagador, como una catarsis de poder eufórico, tormentoso y aplastante. Nació en el 67, antes de la llegada de The Punisher, ambos ensombrecidos por el dibujante John Romita Sr., entre Stan Lee y Gerry Conway. Enemigos declarados por un ¡quítame estas pajas!, del ojo, que crecieron hasta hacerse vigas con las que golpearse como verdaderos demonios invidentes y recalcitrantes traseros. A uno y otro lado del mal, la función social o el honor. Un soldado-marine con ínfulas de venganza y el gordo chef, de todas las salsas, como una especie de renovado y sibarita Hannibal de la tele. Amante del arte y el vino, el buen vivir o yantar, la música. Iracundo, no olvida una afrenta, algo clásico y magalómano.
Parecía acabado, pero ante las decisiones justas de Spiderman o Daredevil, sería un pecado no contar con él, para próximas excursiones por el nuevo universo, además con la piel y la calva de Vincent D'Onofrio... ¡da miedo!. Si bien no es él, he leído que existe una serie plural titulada así, la parte oculta de otros, Kingpin.

El primer round con el inexperto Matty, terminó con su dura osamenta en la prisión de la isla Ryker, cercana a la exclusiva La Balsa, demostrando que el Rojo es demasiado demonio. Pero, los usos y el fatídico destino, le harán cruzarse en negocios truculentos y demás salpicaduras carcelarias, con el soldadito con el cerebro atravesado por el plomo. The Punisher entra en acción y todo tiembla en esta segunda temporada, hasta los subterfugios del pasado, las fiscales con grandes ambiciones o los distintos puntos de vista de M&N con su socia husmeadora Karen Page y el ´aguacate` en ambiciosas y próximas misiones; mientras en la Corte de Justicia se desarrollará uno de los juicios marvelitas más interesantes de su historia, con ramificaciones en el ejército y los chanchullos de la política, las incursiones en campañas actuales, o una triangulación de bandas acusadas de un antiguo crimen, ocultado, que terminará en la líneas cruzadas de una Mano.

Daredevil no está aparentemente, dedicado a otras distracciones, como curarse en salud, distracciones con otras secuencias de alegre amistad y bebidas juveniles, encuentros en el ring del sexo, fatigas mentales proporcionadas por una antigua novia, alguna pequeña retención de líquidos, proporcionada por el hombre de la camiseta de la calavera, antes de precipitarse a una orgía de fluidos, un cara a cara que terminará con la suya partida y con un aviso clavado en el alma... Como no me matas, tendré que reorganizarme desde aquí a Japón, y cuando vuelva te pisaré, te repatearé y, posiblemente, iremos a pescar al fondo del Hudson.
La organización criminal y terrorista conocida como La Mano, está planeando sobre la ciudad, encendiendo las calderas del infierno como lo haría Frank Miller a principios de los ochenta con la resurrección de su Daredevil y Born Again. Influencias renacidas, cubriendo las cocinas internas de los negocios negros, con una multitud de acólitos callejeros o fanáticos de la sangre y las nuevas estrellas ninja, en busca del nuevo Cielo Negro. Tan próximo como un corazón carbonizado.

Los miembros fundadores se tendrán que ver con Wilson Fisk, para barajar las cartas y bien quien tiene la mano ganadora en la Costa Este, a costa de la famosa Casta. Son Alexandra tan conocida en espacios exteriores, Madame Gao que ve las sombras y huele la chamusquina en la cocción de sus muros, el Bakuto de Ramón Rodríguez (ojo avizor a los siguientes defensores), Sowande y el inflexible Murakami. Leland tiene el pensamiento en otros lugares...
No obstante, quedará para el recuerdo la batalla mayúscula del Rey Pelón y el Diablo de Hell´s Kitchen, tras los tejidos fabricados para el mamporreo masoca y el fornido papel de The Punisher, hablando bien clarito, o no, con su dialéctica ramboniana, seguridad esquizoide a la fuerza, ante la acusación del estado de Nueva York y el discurso del especialista en armas, en la mente de un psicópata. Forzado por la necesidad, el oficio bajo el mando y un entramado que acabara con la muerte de una familia, entre sus brazos y las astillas de su calavera. Normal que se diera a la pintura monocromática, sobre el textil.

Ya tenemos a otro rostro pétreo, con la conexión nasal del hijo de un boxeador, cambiando la conciencia de Murdock por la idea fija de algunos personajes o las efigies de sus películas anteriores, como si fuera un muerto viviente, por dentro no por fuera. El actor Jon Bernthal es Frank Castle, un proscrito con identidad propia, además de un Lobo de Wall Street, un Sicario, un Corazón de Acero, un hermano asesino de Contable´s, un acosado defensor en Wind River, un guardián del Baby Driver, de la Sweet Virginia y de las reliquias de Pilgrimage; y próximo macho entre las Viudas del estupendo director Steve McQueen, andará con una banda punk en la roadmovie de divertido nombre, Viena and The Fantomes, y protagonista de la lucha de Ford v. Ferrari en Le Mans, junto a Matt Damon y Christian Bale.

Se han cambiado balas, por cabezazos descomunales y abrazos del oso, cargas explosivas y rompehuesos, frente a los poderes controlados por una ceguera extendida, de aquí a alguna deidad, sanaciones de última generación contra la magia negra venida del Sol Naciente, sacudidas del cráneo y sus conexiones rotas por los golpes, ante el dolor de corazones rotos, combatiendo en un lucha mitológica y una sensación interna, cuando Daredevil parece un muñeco entre sus manos, entre sus atléticos saltos y voluntad para acabar una historia del pasado... cuando ella, no necesita de pistolas, sino de una espada o dos cuchillos con forma de tridente corto o Sai.
Ellos, Nobu o El Diablo, se extienden mecánicamente hasta Ella, y la alcanzarán... en esta u otra vida.

El Corazón de Elektra.

El héroe teme al amor... El Hombre sin Miedo resbala en la lluvia, quizá, se encarame en un cuadrilátero, recordando su sangre y así, el diablo compungido se entrega a Ella. Hasta el asesinato de un asesino.
Es la tortura que les queda, a los llamados superhumanos y su maldita fe, al igual que a los villanos, les queda el ruido del exterior y la carcoma, cada quien encerrado en su propia celda. En definitiva, los corazones de unos y otras, se retuercen con el dolor, se pervierten con el poder de la mente y se consuelan con la venganza, como The Punisher. Pero éste, necesitará de su propia serie de aventuras para comenzar una nueva andadura, fuera del ejército y del recuerdo.

De la Mano de Stick, se produce una estampida de sensaciones que empezaron en la educación de dos jóvenes inexpertos, de cara a una cruenta y transcendental guerra. Lucharon de su mano, pero se hieren de corazón, porque los ancestros son tan diferentes entre Matty (es el único habilitado para pronunciar este apelativo) y la eléctrica morena nacida en aquel Daredevil de 1981 y flexible como el mambú o la salsa brasileña, conocida como Elektra Natchios, que ante una ejecución, se salpican con palabras huecas y desplantes metafísicos. Desprecios libidinosos entre la venganza y la justicia.
Ella se vende al mejor postor y a su carácter ampliamente nihilista, que desprecia la vida cuando se trata de los Yakuza o los asesinos nipones y la mafia rusa, sería una especie de Vanessa, pero con el tormentoso devenir de la muerte y el cambio de existencia. Ella es la actriz parisina, marcado acento en todas sus lenguas, Elodie Yung con ascendencia exótica a la camboyana y formada en La Sorbona y las mejores escuelas artísticas de Londres. Una diosa de ébano, una diosa de Egipto y de la Tercera Dinastía, que se conservará con su espíritu inmortal.

Fue Fragile en Francia, endurecida en los G.I. Joe y en la copia de Milleniun a la fuerza, y eso que estaba detrás David Fincher, aunque se ven en el futuro incipiente, algo bastante más Negro. Sobre todo, observando el pasado fílmico de su personaje, junto Bullseye y las posibles consecuencias de sus nuevas vidas (como una gata indomable en las garras de Wolverine) o frente a la Hydra de muchas cabezas, a través del ojo de Mr. Fury.
Sin embargo, en el baile que nos ocupa y el restregón con Daredevil, observamos ya que se vuelve loca con la sangre y otros menesteres, que sus fiebres internas se contagian en la piel de la hermosa Miss Page, que la echa miradas de muerte, que Stick la induce al enfrentamiento a sabiendas de que se le podría caer el Cielo encima y, que la muerte tiene dos caminos, sobre todo, entre las gentes de antiguas civilizaciones como la egipcia. Ah, y los muertos, entre sus manos... muertos son. With love, MM.


Tráiler King of Thieves, de James Marsh.


Tráiler Widows (Viudas), de Steve McQueen.


Cinemomio: Thank you

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