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martes, 28 de noviembre de 2017

Mindhunter.

Mindhunter: en la mente del monstruo.

Nuestro querido y cafetero, agente especial Cooper junto a David Lynch, debió abandonar hace bastante tiempo, las instalaciones higiénicas del Buró Federal en Quantico. Ahora me he enterado que se ha aproximado a otra serie (próximamente comentada aquí) de un admirador de Mr. Lynch, como se adentró en la población verde de Twin Peaks, para dedicar su brillante cerebro en las pesquisas del asesinato que más conmocionara a la generación televisiva en la década de los 90... también de su versión 2.10 actualmente.
El agente del FBI, acaparó todas las miradas con aquella aptitud sarcástica y un poco dejada, a través de sus miradas o unas conversaciones que planificaban esa ficción con los ejemplos más inhumanos, monstruos con escabrosas relaciones privadas, aunque bastante reales fuera del surrealismo general.

Ahora en el tiempo de nuevos Vigilantes (concretamente para un servidor... de la ´ley`), sobre otros factores argumentales o verídicos, un grupo especial del FBI, de la mano de Netflix y el director David Fincher, nos envían una serie de entrevistas con algunos de los peores ejemplos monstruosos. O los más terroríficos y sanguinarios, asesinos en serie de la historia negra de los USA, al más puro estilo visual de Se7ven con sus horrendos crímenes pecaminosos o la medida estrategia visual y sombría de Zodiac.
Mindhunter en su temporada 1, retrata el ambiente enfermizo y las peleas samánticas con la psicología al estilo The Fight Club, cara a cara, sentados sobre un ring enfangando, atmosféricamente más denso que el de Panic Room y su tratamiento novedoso de la información criminal. Hasta entonces privada, que hoy paseamos visualmente por los endiablado escenarios de muerte y destrucción inhumana. Excepto en esta magnífica serie...

Cazador de mentes, se ha convertido en ejemplo de calidad televisiva y agudeza técnica, con la mirada de su creador Mr. Fincher, extrapolando la violencia explícita a la investigación novedosa de la disfuncionalidad emocional o psicopatía narcisista. Con un respeto identificativo con las víctimas y sus familiares, que ahondaron su pesar en cada época, evitando el tratamiento de imágenes atroces y el eco funcional de sus investigaciones o interviews, en manos de otras mentes desquiciadas.
Algo que serviría para crear una base de datos de esos serial killers y su extraños resortes internos, de los peligros venideros con una evaluación de su peligrosidad o agravamiento, por sus tendencias a la degeneración sexual o lo macabro.

Sin embargo, nos paseamos con cuidado y gráficamente, por las endiabladas escenas del crimen y unos recuerdos necrológicos que remueven la conciencia, en una nuevas ´muy felices` Navidades a todos los espectadores del mundo. Aunque no se hallan conmocionado aún con la aparición luctuosa de Laura Palmer, que hubiera estado encantada de haber conocido a estos pioneros referentes malvados del crimen sexual y la posesión... en persona, claro.

La Raíz... del Mal.

La serie se centra en dichos escenarios, ampliados sobre las localidades por distintos estados de Norteamérica, saliendo de las prehistóricas condiciones laborales y técnicas de aquel Quantico (Condado de Prince Williams-Virginia en Virginia), durante la era de finales de los 70. Una época de contradicciones, cuando se acababa de salir de una guerra y una significativa etapa de idealismo pacífico en el horizonte.
En cambio regresaría a las ejecuciones, los abusos o preventivas persecuciones, tras aquel verano del amor que finalizaría abruptamente debido a distintas acciones psicológicas como la del aciago Charles Manson (recientemente fallecido en su cadena perpetua y la repercusión cinéfila de Tarantino) gracias a su familia de ejecutores. Novedosa ideología de la anarquía social, de estilo Helter Skelter que se verá representada en la proximidad...

Las tensiones raciales de tendencia apocalíptica, generaron un cierto caldo de cultivo y nos suena, alrededor del famoso Valle de la Muerte en la, por otro lado, luminosa California. Se convertiría (desgraciadamente como otros casos patéticos) en referencias dentro del ambiente criminal y estudio de la criminología moderna a grandes escalas patológicas.
Pero esa será otra historia. Literariamente, los históricos hechos narrados en primera persona, se atribuyen a un antiguo tirador y negociador de rehenes, John E. Douglas, agente especializado tras su primera investigación en 1970 en Michigan-Detroit y precursor definidor de mentes con Robert ressler, para la elaboración de la lista de perfiles psicológicos u orígenes criminales, de alguno de los asesinos ´secuenciales` más mediáticos. Sobre aquellos comienzos dubitativos del grupo, nueva Unidad de Ciencia del Comportamiento en los bajos residuales del FBI.

La raíz venenosa, la encontraremos dentro de las prisiones, no preparadas física y mentalmente, para su labor de inteligencia especializada, que se desarrolló en la división del Centro Nacional para el Análisis de Crimenes, o sobre las páginas de dos libros o ensayos profesionales, con el título de "Homicidios Sexuales: Patrones y Motivos" más "El Manual de Clasificación Criminal". También se adapta el escrito conjunto, Inside FBI´s Elite Serial Killer Crime Unit, junto al escritor y reportero Mark Olshaker tras su jubilación en 1995, donde se cocinan los tensos intercambios apalabrados y se fundamentan los principales personajes entre barrotes.
Igualmente el ambiente privado de sufridas familias y ejemplos personales, en función divergente dentro de esta envolvente serie, reconocida internacionalmente y de nombre Mindhunter.

Pero, antes de convertirse en Jefe de la Unidad de Apoyo a la Investigación, aquellos diferentes hombres y mujeres, en evolución mental desde Quantico, tuvieron que enfrentarse a diversas vicisitudes para lograr su extraordinaria coordinación y evaluación mental, en función de aprendizaje continuado, sobre un terreno escurridizo y peligroso, aún escasamente practicado o divulgado. Entre las que destacaban, objeciones por estados de conciencia y presiones de todo tipo (lo veremos habitualmente), junto a los horrendos casos de violencia sexualizada y forzada, muchos cansinos viajes de los agentes y las primeras subvenciones, creadas por resistentes perseguidores para el desarrollo de la novedosa actividad. Al lado de cierta moral teológica e histórica, sus escenarios desafiantes o malsanos, y las posibles alteraciones en la conducta amoral de los incriminados, después libres o condenados de por vida. O el matarile, rile... lerón... extirpada de raíz.

Sobre el Terreno...

Hoy rodada sobre Pittsburgh (Pennsylvania) sobre el año de 1977, con perfecta ambientación como es lógico en David Fincher y el ejemplo visual de la película Zodiac, durante esos primeros pasos que se adentraban en una perfecta estructura del mal, sobre las carreteras poco iluminadas. Subordinada a otra interacción lógica o intelectual, el condicionamiento científico en el estudio del crimen, memoria de aquel cuerpo medio corrompido de Laura en una bolsa de plástico, para llegar a conocer (no tanto comprender) a esas mentes degeneradas... y sus contrarios, investigadores y formadores iniciáticos, mandos coordinados en los cimientos o los profesionales en confeccionar los diferentes episodios de la serie. También las partes residuales, el ambiente social o político, el miedo o los anatemas ideológicos, que conforman un tablero confuso, espeso y turbio, destinado al complacido espectador, admirador de los análisis cinematográficos de Mr. Fincher y su equipo, expertos en suspenses policiales o derivas patológicas.

Sobre el caso teórico del comienzo, se trata de una odisea catalogada de extraña para los patrones de la Academia especializada del Gobierno USA, con los primeros encargados vestidos de educadores sociales y sus acciones emprendedoras sobre una cruzada de inteligencia. Con sus trajes oscuros, estilizados en su término brillante sobre los zapatos acharolados, pasando por centros oficiales, educativos y oficinas de policías locales, en choque de divisiones. Personas que se harían a sí mismos, extraoficialmente al principio, construyendo las bases de esa Ciencia para el Comportamiento o conocimiento práctico a través de la experiencia, la conversación estudiada y dicha automatización de los fallos hacia resultados más exitosos, que evitaran otros asesinatos.
Una lucha interna, hasta conseguir el respeto o admiración del público y la sociedad contemporánea, también ejemplarizada en la fuerza de los trabajos interpretativos, como condicionantes de universos paralelos en contradicción, tanto en el ámbito particular como el reservado.

Ellos, protagonistas psicólogos ante el horror, transformando lo insano en necesario y teóricamente razonable, conformando diversas teoría que marcarían el futuro federal del Bureau y próximas temporadas de Mindhunter. Facilitando novedosas entregas de entender su actuación policial o las relaciones con los medios de comunicación, así como ejemplares programas de prevención en las escuelas o la calle, para intentar reconocer a los depredadores sexuales, con sus terribles derivas psicológicas y su desequilibrada sexualidad. Aquellas actitudes que puedan condicionar el acoso a los nuevos monstruos en el futuro y sus despreciables conductas, como sus relaciones establecidas dentro del ambiente carcelario.
Porque así fueron los siguientes ensayos, pruebas elaboradas de entendimiento, al lado de comportamientos insanos y macabros, adoptando poses reflejadas a la perfección por los actores principales, para sitentizar el mensaje, concretar la historia y empatizar junto a mentes perturbadas. Se podían considerar cazadores secuenciales de conductas alteradas, pero su función principal sería el estudio en el campo para capturar nuevas piezas, aún en libertad.

Vemos sus encuentros, la investigación en los barrios o ciudades (ahora sería en redes sociales), comprobando su posibles miradas sombrías y próximos movimientos, con el fin de no cometer errores sangrantes. Su acción consistía en un organigrama básico, al que los éxitos sumaron algunas ayudas y subvenciones económicas en la administración de justicia, para ampliar el margen de investigación y estudiar más casos, de esos que entonces comenzaron a denominar como asesinos en secuenciales.
Los tentáculos se extendieron desde esa pequeña población de apenas 500 habitantes, perteneciente al área metropolitana de Washington D.C., en triangulación geográfica con el mítico río Potomac, la base de marines nortemaericanos y la propia residencia de reclutas o nuevos estudiantes para el FBI, desde su fundación en 1908.
The Bureau oficial, iba a canalizar esas ayudas, con las que no contaban ni por asomo, unas décadas antes, frente a las tensiones con movimientos comunistas o la antigua Ley Seca sobre el alcohol, negocio de familias mafiosas, los senderos del supremacismo como el KKK (que bien conocen los Minutemen) y otros casos numerosos de corrupción empresarial, logística y política.

El FBI recondujo sus estropicios con mayor esfuerzo, para la comprensión ciudadana y sus capacidades cognitivas o neuronales hacia los criminales, en intercambio medido de vocablos e información. Aquel comienzo, significó la cosecha de éxitos fundacionales, la ampliación territorial con oficinas por distintos estados, pequeños organismos de control federal para determinadas ciudades o territorios. Más funcionariado estatal, dispuesto a prevenir posibles asesinatos sobre el terreno escarpado o difuminado de los focos de población, de índole sexual o delitos de odio, con recursos máximizados para la nueva etapa tecnológica en marcha, sus archivos y comunicaciones en camino digital, y acordes a su relevancia social en favor de los testimonios explícitos, no retratados en respeto de la memoria. Así, evaluando sus conductas amorales, desviaciones en definitiva de enseñanzas desnaturalizadas, produjo más detenciones de estos monstruos (enfermos o no tanto), que escapaban con anterioridad a la investigación erúdita y a algunas condenas a muerte por parte de jueces. Sin ejemplarizantes condenas, hoy, que dañan con severidad a nuestra sociedad y forma de vida moderna, gracias al anonimato del que se aprovechan alimañas y que precisamente, les otorgan las relaciones actuales o el tamaño creciente de grandes poblaciones con sus decadentes guetos.

Por consiguiente, la determinación de unas pocas mentes, cambiaron la historia de la investigación policial, levantaron los nuevos cimientos sobre las conductas criminales, ajustados a los tiempos que corrían y esas desviaciones morales de nuevo cuño... que seguramente siempre existieron, en manos de distripadores, asesinos en masa u otros. Gracias a una diferente estrategia, que marcaría culturalmente a una generación y sus valores, a estos depredadores de colmillo violento y violadores, sociópatas pervertidos, maltratadores vengativos, pedófilos degenerados... es decir, aquellos que hoy reconocemos universalmente, como Serial Killers. A los que maltrataría de buen gusto, un desafiante Walter Joseph Kovacs, más conocido como Rorschach.

Una estructura troncal.

Como dije, corrían los fantásticos años 90, cuando el agente Cooper y su troupe, más otros miembros fílmicos como los colegas de El Silencio de los Corderos (1991), empezaron a demostrar que las investigaciones se hacían mucho más técnicas con evaluaciones novedosas y estratégicas entrevistas, más coordinadas. Se emplearon intelectualmente para acaparar las miradas, también de seguidores y espectadores, en dura competencia de las mentes opuestas y desmaterializadas entre nosotros.
Las parejas de agentes, empezaban a establecerse en el arte y formalizar sus relaciones a tres bandas (privacidad, protección de la sociedad y justicia mediática), poniéndose en peligro; mientras todos deseaban que las víctimas de aquellos crímenes injustificados y violentos, fueran recompensadas, al menos, con la detención para siempre de sus crueles verdugos.

Poco después, un lapsus en el tiempo del crimen cinematográfico, el director David Fincher penetraría de manera incisiva y repetida, en nuestras cabezas, con su sobresaliente ficción en Seven e impactaría con su crudeza residual del crimen violento y su dos compañeros inolvidables de fatigas. Acosados por el peso de delicadas posturas personales o familiares, eran Brad Pitt y Morgan Freeman en paralelo, muestras de próximos Mindhunters, que se adentraban en un mundo metafísico de pesadilla, en que se convertían en referentes del detective moderno y próximas piezas de caza, con sus distintos métodos de actualización.
El proceso psicológico estaba en marcha sobre las pantallas, rescatando y enturbiando las visiones de maestros como Lang o Hitchcock, contra esos vampiros de la sociedad, para mostrar el verdadero aspecto de un asesino en serie, en ojos de un personajes interpretado por un Kevin Spacey convincente y aterrador, con su distorsionada realidad paralela, frente a una sociedad, donde el sistema educativo, el poder, la familia y las relaciones sexuales, se exponían como detonante del pecado.

Protectores vs. monstruos, con cadenas o sin ellas, agrupados alrededor de una mesa compleja, cargada de distorsiones y detalles, fotografías enmarcadas en la historia criminal. Nada de golpes de efecto o retratos de violencia expresa, pues, la mente hace el resto en el programa, cuando nos horrorizamos con meras palabras de sus protagonistas o esas expresiones de degradación intelectual, ética o humana. Por ende, la complejidad de la serie Mindhunter se expande a esos múltiples niveles, como las conclusiones de un estudio criminal que intenta reunir características semejantes, derivaciones grupales o detonante de la máxima violencia, sus referencias patológicas y médicas frente a individuos condenados, apresados en un mundo de descontrol real, entre alucinaciones, vicios malsanos, maltrato o abusos, y total depravación... Te suena, ¿no? Amigo de los pecados de Seven y los Santos de la Justicia.
Es la simple exhibición del poder absoluto y asilvestrado, sobre la inocente víctima o más débil psicológica y físicamente, como las mujeres despistadas o la infancia. En este lugar oscuro de la conexiones cerebrales, se establecen las verosímiles actuaciones de artistas, expuestos a tales vejaciones o cuestiones inmorales, con un batalla explícita entre la inteligencia y la labor profesional del actor, frente a notables representaciones de la brutalidad, caracterizadas a la perfección y extrapoladas frente al horror de monstruos del pasado, o muestras de un decadente futuro.

Son el carácter físico de Cameron Britton (series S.W.A.T) con el retrato del inteligente embaucador y depravado asesino Edmun Kemper, el hombre-monstruo como una montaña de apariencia ejemplar o cabal, que te deja sin aliento, por sus superficiales nexos afectivos y malsanas relaciones maternales, que derivaron en muerte. Un joven violador, igualmente con carencias de cariño en su niñez, clavado por el actor Sam Strike, otro salvaje desequilibrado llamado Richard Speck interpretado con rol desquiciado por Jack Erdie, un triángulo maquiavélico conformado por los intérpretes Jesse C. Boy, Jake Renee Robinson y Joseph Cross, para crear un ambiente sofocante y turbador, entre el escaso tangencial amor y el más explícito odio.
Cada uno con sus horrores, muestras terribles de sus perspectivas vitales y obsesiones diabólicas, junto a la presencia efermiza y enorme físico, interpretado or el actor Happy Anderson, en triste y perfecta representación del fetichista Jerry Brudos, además de caso abusivo sobre el sistema educativo, y definitivamente, la última y constante amenaza en los comienzos de cada episodio, secuencialmente hablando. Se trata de aquel Dennis Rader conocido también como BTK, que anduviera 20 años extensos causando temor, cometiendo sus horribles torturas y crueles asesinatos.

A este nivel de estructura cinematográfica e interpretación, veremos otras en próximas temporadas en televisión, hallamos a los principales protagonistas sobre la ciencia de la investigación criminal y psicológica, junto al cantante y actor de Lancaster (Pennsylvania), Jonathan Drew Groff (Frozen) convertido en parte esencial de la mente del espectador, con su brillante interpretación del agente Holden Ford. Sacado de experiencias de John E. Douglass y una fuerza mental arrolladora en la serie, junto a su compañero el agente interpretado por Holt McCallany (Gangster Squad, Sally) con su personaje basado en Robert K. Ressler (de alias, perfilador de asesinos en serie) más experto y dañado por circunstancias delictivas de entrevistados y sus percepciones particulares de la agresividad, frente a siguientes pasos trabajados en sus cuestionarios, la supuesta comprensión aparentada que traerían quebraderos de cabeza, en el trabajo y el hogar, como auténtico padre de familia en apuros. Ya que otra de esas derivaciones desprendidas de los casos emitidos, es la afectación sobre otros miembros de la familia Mindhunter, no menos significativos. En este caso, ejemplos de mujeres con Hannah Gross (Unless, Joker) en la piel de una joven despierta, hábil y con enormes atractivos para el comportamiento diario, tanto físicos como intelectuales. La novia que todos quisieran tener o la psicóloga sensual con la que sentarse o más, interpretada por una sensual y estricta Anna Torv (Fringe, The Daugther) de singulares aspectos privados, que resultar magníficamente atractivos para el género masculino. Metódica y curiosa, en especial contradicción en su relación sigilosa con los gat@s... o uno, muy particular. Ambas alejadas de la vida familiar, de la vida en pareja habitual, comparativamente esquiva con la de Stacey Roca y el pequeño ´espía` de la casa.

La tercera capa subyacente, en el sustrato visual de esta alucinante serie, es la ambientación lograda con propagación de imágenes íntimas, de entrevistas por presidios de diferentes estados, frías e inquietamente atmosféricas, donde las palabras se hunden como cuchillos en la mantequilla y despluman las verdaderas ´habilidades`, como las rutas en coche a través del conflicto interpersonal (lugar clásico de Fincher), en su vuelta de la rutina. Rodadas entre la penitenciaría de Mundsville en West Virginia y el regreso a sus hogares en Pittsburgh, desde la valoración de enseñanzas por comisarías locales e investigaciones aleatorias en diversas poblaciones castigadas por los criminales. También las instalaciones del FBI en Quantico, los despachos oficiales de la capital, como un universo conectado por actividades a pie de calle, hasta las casas destruidas por la dejadez, el odio u omisión afectiva, muestras enfermizas o sucias como siniestras cárceles interiores. Sobre camas, patios infectos, devaneos imprudentes y necesidades individuales que satisfacer, afectos de pareja y sus derivaciones relativas, con otros sexos, genéricas en distribución expandida... en comparación con la pulcritud aparente del oficialismo, sobre la disyuntiva de una administración de justicia ejemplarizante y las repercusiones morales o económicas, que haberlas haylas, como capas ocultas entre los representantes federales del Estado y otras decisiones políticas e informaciones periodísticas, distinguidas por el detective Ocasek de un genial Alex Morf o el detective Carver interpelado por Peter Murnik.

Sobre estas estructuras relativas al poder (y otras que nos visitarán) más ese ámbito exclusivo de los personajes, pende la conciencia sobre la pena de muerte, como una espada de Damocles. La inmersión de una próxima capacidad tecnológica en la superficie del trabajo incipiente, la multiplicación del personal en aumento, las concesiones a los presos en forma de dádivas o ideas difuminadas, las diferencias entre investigadores federales y policías comunes, que interpelan campos de batalla, potenciales o frustrantes, sobre los distintos territorios y los segmentos comunes de profesionales en la interpretación, perfectamente ensamblados o distanciados totalmente.
Al otro lado, la educación y los familiares, las posturas religiosas de rancio abolengo, los titulares en prensa, divergentes entre sí. Las comunidades de iluminado carácter mesiánico, otra forma de nueva delincuencia declaradamente peligrosa, la vigilancia o espionaje interno entre cuerpos o colegas, promovido por superiores y con el jefe Shepard entre las personalidades, como balanza de sus hombres y esa gran mujer, psicóloga de profesión. O todo lo contrario, caracterizado por el actor Cotter Smith, más la piel contradictoria del agente Gregg, con un ambivalente Joe Tuttle, en un perpetua tensión narrativa, donde se ocultan mecanismos sórdidos o momentos más benefactores o agradables. Mucha carga sarcástica en los episodios, más vitriólicos que demostrativos del grado de humor determinante o esa sensación de explícita comedia.

El sarcasmo se extiende sobre las novedosas prácticas federales, en la evaluación de casos más radicales e individualidades extremistas, para propagar la complejidad de la mente con falta de una enseñanza adecuada, a cambio del estudio profesional de los agentes y su reflexión, la exploración del lenguaje y su expresividad corporal. Aquellas miradas se entrecruzan con aceptación fingida o asco reprimido, confundiendo el miedo opresivo entre opuestos, las víctimas en el recuerdo y diferencias relativas entre sexos. Fuente de lágrimas a largo plazo y entre las sábanas de la discordia.
Para finalizar, la cuarta etapa de significativa importancia, es la construcción de un guión adaptado que, no se anda con rodeos. Siendo demostrativo de capacidad de síntesis y maravillosas metáforas vitales, que invaden el ámbito privado de los protagonistas. Situaciones que te traspasan la dermis, aleccionan a tus neuronas con la calidad de diálogos y ejemplos, diluidos entre secuencias inteligentes que desbancan el horror en nuestras pantallas, por conexiones sinádquicas o pesadillas donde no queda rastro de sangre efectista.

Puede ser satisfacción personal o condicionada por los ejemplos de homicidas tan reconocibles mediáticamente... o ¿deberíamos denominarles, psicópatas o depravados sexuales contra las mujeres o niños, en general? Simplemente deplorables asesinos...
No sólo por las atribuciones orales, en excelente representación de los manifestantes, a uno u otro lado de la justicia, que circula en curiosas escenas de poder o control mental, demostrando que nuestras conclusiones respecto a la justicia, no tienen que ver con el derecho y los jueces en otros lugares. Donde las atracciones sexuales se guían por experiencias traumáticas y desajustes determinados en edades tempranas, con el cerebro como protagonista absoluto y la venganza, siempre presente en estos casos. Aquí se adecuan las canciones de su banda sonora, los gestos y los sonidos amplificados en el ambiente caótico o enclaustrado, que aumentan la personalidades de sus atractivos o degenerados personajes. Parecieran en tensión continuada, como sus diferentes hemisferios, masculino y femenino, con sus errores, patologías o formas chocantes del pensamiento.

En minúsculo debe, quizá falten las intensas relaciones entre reclusos entre sí, o las opiniones de custodios o máximos representantes carcelarios y del derecho penal... Aunque eso sería una nueva capa cognitiva, sobre la misma historia.

El Diez, neuronal.

Siempre parece haber o se sopesa a posteriori, un detonante bajo todo comportamiento humano... Una vez analizado, el postrero capítulo en la mente del asesino en serie, en privacidad, deberíamos preguntarnos por la brillantez fílmica de Mr. David Fincher. Analizando la puesta en escena y aseverando que la resultante es un compendio de todas las virtudes que se orquestan en su obra, sobre las partes narrativas o visuales, que forman parte igualmente de Mindhunter.
Tras las expresiones de los personajes, descubrimos la esencia mental del ser humano, en todo su contraste o dispersión de facultades, que origina todas las tramas presentes y futuras. Instalados sobre sus conexiones neuronales, desde esta fabulosa y fraccionada entrevista, de la pareja de agentes al mando, o no... sobre la pista de un ´presunto` asesino y violador de una menor, que pudiera se propia o cercana, hasta espiar en los entresijos de la información sonsacada.

O las cuestiones endiabladas, casi percepciones increíbles del investigador, agente Holden Ford, para intentarse liberar de un interés peligroso, de un acusado insoportable y su desproporcionado ego. Esto es, la necesidad intrínseca del criminal para aumentar su popularidad a través del crimen y un extraño reconocimiento, por parte de una apartada obscuridad o siniestra personalidad.
Para planear esta calificación escalable de cierta confianza, su futuro se irá tiñendo de un rojo crudo, tanto que la visión de la sociedad o una parte de ella, se vuelve inestable ante la amenaza infusa. Sin aliento, entrar en pánico grupal o brazos del horror, simplemente desvencijado o con los ojos en blanco, a unos centímetros del suelo... y tal vez, del horizonte cinematográfico.
Nos educan para ser fuerte ante los retos de la vida, tratando de cultivar nuestra inteligencia con experiencias y datos, pero, en ocasiones escasas, nos preparan para dominar nuestros miedos... cuando te rodean de su aliento fétido, dirigido a dominar tu pensamiento.

El futuro es la silla eléctrica o el abandono, mientras el FBI seguirá estudiando el control de la mente, para evitar otros horrendos casos de abuso y asesinato, en ambientes peligrosos para el inocente o desamparado. Uno, desentrañando su realidad paralela, respecto a la sinceridad, la oportunidad o el amor; el otro, desenmascarando la verdadera intención que se esconde tras las sesiones, los diálogos o expresiones de dolor... el miedo intrínseco, aunque las palabras empleadas sean hirientes o malsonantes, en busca de esa ´amistad` o acercamiento psicológico, fuera del lado oscuro y la labor profesional. Embaucadores, disfrazados a uno u otro lado.
Ellas, sincerándose con su pensamiento o capacidad protectora, desearán probar, desentrañar el porqué la justicia, se empeña en cerrar determinadas bocas, o los ojos. Ante los nuevos desafíos de la sociedad actual, donde la falta de comunicación es otra condena habitual, que puede romper lazos o modificar cadenas por descargas mortales.

Las decisiones no son fáciles, menos en este episodio vertiginoso... morir ahora o silenciar para siempre en el anonimato histórico. Tratar de comprender el desamor, desnudando el odio o mirando a los ojos de todos, incluidas las víctimas... ¿quién es el juez?
Resultado, otro gato encerrado o muerto, en la oscuridad del... alma. Los indicios son tenebrosos, mirando al pasado, tanto que "necesitaremos hablar con más sujetos" y su veneno en este submundo, en el nuevo caso de MindhunterII, con las pupilas fuera de órbita a causa de ese pavor, que congela y te deja deambulando entre las fauces del monstruo.
Según el futuro se aproxima, otra era criminal nos alcanza, luchando con Holt McCallan dentro del filme Shot Caller y una aparición en Justice League. Con Hannah Gross en el filme Marjorie Prime y un próximo trabajo con Fat Tuesday, junto a Anna Torv en Stephanie y Cameron Britton visitaremos el pasado de la serie S.W.A.T. y una anunciada reunión con Lisbeth Salander en The Girl in the Spider´s Web. Además de poder desentrañar la vida de Maradona con el director Asif Kapadia o ver a Fincher rodeado de zombis bajo la cámara interminable de World War Z II.

Su abrazo, no será el mismo ya, pues las reglas del drama han permutado en diferentes, o aleatorias, concepciones del Mal. Mucho han cambiado las cosas desde aquella misterios lucha contra el asesino del Zodiaco, cerrando un círculo vicioso hasta ahora, sin embargo, la maldad, frente a nuestro medios tecnológicos y capacidades técnicas o conocimientos masivos, seguirá estando presente en nuestra sociedad actual. Así vigilen a los monstruos, que mantienen su ojo avizor en calles o resquicios domiciliarios (frente a televisores o grandes pantallas) que derivan la mente a cualquier lado o situación... ¡Tengan cuidado ahí afuera!


La Cabeza.

Si bien se nota, como nunca en los últimos tiempos, la influencia mental de David Fincher en toda la producción de Mindhunter para Netflix, especialmente en los capítulos 1, 2, 9 y... 10, existen varios nombre dentro de la admirable representación. Como el productor Jim Davinson involucrado en éxitos cinematográficos anteriores como Instinto Básico, El Club de la Lucha, El Curioso Caso de Benjamin Button, estereotipos en La Red Social o la notable Gone Girl; además de la curiosa participación de Charlize Theron en materia económica y lúcida, al igual que otros directores realizando su magnífico trabajo o visión, en dos capítulos por cabeza. El londinense Asif Kapadia (The Warrior, Senna, Ali & Nino) y ganador del Oscar por el documental Amy, sobre la vida de Amy Winehouse, o el también británico Andrew Douglas (The Amityville Horror) o el danés Tobias Lindholm (R, Secuestro o varios guiones de filmes como Submarino o la sobresaliente La Caza, dirigida por Thomas Vinterberg), por lo que se desprende esta enorme calidad plástica y narrativa.

Así mismo, con una serie de escritores encabezados por el adaptador del libro originario, Joe Penhall, guionista de la pesadilla existencial The Road, de John Hillcoat, y auténtica mente en la sombra, nunca mejor expresado luminosamente.
Una banda sonora envolvente, con grandes temas incrustados, corre a cargo del compositor Jason Hill, que condiciona este ambiente siniestro, con diferente cambios de estado, escenario y conversaciones complejas entre personajes. pasando por los diferentes espejos o capítulos, cara a cara, capas mentales desde la intelectual o la evaluación técnica de la materia tratada, hasta esa afectación o cierta inmunidad, si es posible, ante el tremendo dolor, la pérdida violenta, el horror o la repugnancia más insoportable.
Con ellas, ideas de creadores penetran en nuestra mente, con delicada falta de escrúpulos expresivos, esto es, la descripción de los casos y la evolución ´empática` de agente, ante la monstruosidad de sus confidentes, tan especiales como un cáncer de estómago.

Los cambios domiciliarios y las fluctuaciones del dinero para canalizar sus nuevas funciones, de evaluación o prevención, para que nuestros hijos o alumnos, estén preparados razonablemente ante el miedo. De la misma forma que, lo está la producción cuidadosa de Mindhunter, con excelencia en la fotografía y un lenguaje sin cesiones, al exceso de insultos o agravios, de la actividad diaria... salvo, alguna que otra excepción motivada por el escaso nivel educativo y sensitivo de los malsanos caracteres o no ejemplos existenciales.
Por supuesto, si nuestras cabezas estuvieran preparadas en el futuro, pra este tipo de elementos criminales y sus motivaciones extremas, salvajes e incompatible con patrones de libertad o respeto en nuestra sociedad, ya habría servido Mindhunter o sus ensayos escritos con anterioridad, como enseñanza de algunos patrones de conducta y reacciones. Y por supuesto, de la manipulación interesada, con malversación de la historia y la complicación situación del agente de policía en su labor diaria.

Ah, que no se me olvide... un ejemplo de sobriedad expresiva y calidad cinematográfica en el medio televisivo, que se suma a una larga lista de producciones muy recomendables, no para todos los públicos, pero que señalan una máxima calidad del producto, los contenidos y la capacidad artística de los elegidos... en esta novedosa, experimental y agradable era de la televisión. Entroncando con esta extraordinaria producción y camino errante en nuestra historia visual.
Nunca se nos pasaría por alto, la degeneración imparable del asesino en serie, sin escrúpulos, o la comprensión psicológica de su confusión cerebral... como manipuladores, minuciosos a su manera, buscadores de horror. Abran su percepción, que no su mente, a las manifestaciones de Mindhunter y el trabajo de sus creadores.











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