En el orden cronológico dentro de la historia literaria, se desarrolla paulatinamente, o impuesto por uso diario, un alfabeto que servirá para contar cosas entre los ciudadanos… Así, en la Medicina se establecieron periodos de investigación y de avances científicos, que mediante el estudio minucioso del cuerpo humano – nuestro pergamino… con disección de cadáveres comprados o robados -, se llega a discernir la vía. Lo que éste, nos habla de sus mecanismos ocultos.
Aún restan muchas letras por
descifrar y métodos para contrarrestar las inclemencias externa, o estragos del
tiempo. De tal forma que las debilidades propias o enfermedades, queden
neutralizadas o inclusive, corregidas
para siempre. Aunque pareciera que nos vamos acercando al completo conocimiento
del organismo, gracias a la genética y las intervenciones cuánticas, toda
amenaza se renueva o muta… Y algunos problemas podrán ser los mismos con
diversos agentes patológicos, que trastocan el ADN y se vuelven más dañinos con
la edad. Ese es el reto…
Conocemos más, tenemos más pruebas
para analizarlos, más mentes administrando posibles remedios… más medios
económicos… y aunque sus efectos, se incrementen debido a nuestros
comportamientos defectuosos, accidentamente, o no tanto… todo es una
estrategia, de prueba y consecuencia. Pues bien, ese ramillete de males,
uniformemente se ven representados dentro de The Pitt.
La serie de Warner Tv que, con su
calidad técnica y narrativa - cuasi documental en muchos aspectos -, se ha
convertido en referente de cierta urgencia en los hospitales, reales. Con sus aciertos
interpretativos – desde el primer rostro hasta el último, que limpia… los
restos -, marcan el límite del aguante
profesional y mental, la responsabilidad o no, de los personajes. Pacientes y
profesionales… Y los rasgos traumáticos, dependiendo de sus personalidades o
comportamientos adictivos… Casos atendidos en una especie de batalla personal
en turno de mañana, y desgaste hasta la noche bien entrada, es decir, 24 horas
a pie de trasfusión. O más allá… ¡si es que existe!
De momento, esto es la realidad… en
carne viva. De una batalla constante, más o menos… y lacerante.
Del mediodía a… más sangre.
Decíamos en el episodio pasado – aquí
en mi turno dividido, mañana y tarde… noche -, que la realidad en carne viva,
puede ser una experiencia lacerante… a veces gratificante… pues revivimos las
sacudidas del despertar con los estertores de lo imposible, que no improbable…
Cuando todo va a desembocar en una auténtica masacre. Sabiendo que la sangra a
algunos, les confunde… Acercándose peligrosamente, al desvarío total de la
noche, o del apagón definitivo. Ahora se sienten los restos de una carnicería
injusta, maquiavélica, sin lágrimas en el suelo. Es como un Desembarco en el
día D, pero al contrario…
Con esta, mi segunda división del
programa… Observo un verdadero Mash, satírico… sin Labios Ardientes ni Radar…
pero igual de sangriento que, en aquella notable película que influyó en toda
un generación, y se la llevó al bolsillo de la bata, con una indiscutible
serie. Repleta de obscenidades y sarcasmos,
con el tratamiento de la viva voz por medio de los altavoces… todo un
descubrimiento cómico. Pero también destaca por buenos gestos, la resistencia y
la amistad. Y es fundamental toque humorístico gracias a la disposición del
gran Robert Altman, y un reparto inolvidable que acerca realidad y
responsabilidad, en términos de la batalla diaria… cuando no puedes hacer otra
cosa que, lo que sabes.
Mr. Tom Skerritt, fue y es “Duke”,
superviviente noble del Alien de Ridley Scott – junto a Sigourney Weaver y la
ensangrentada Veronica Cartwright, sobre aquella mesa de operación forzada… y especialmente, con Robert Duvall, Elliot
Gould y Mr. Donald Shuterland, al que se echa de menos, como auténtico Ojo de
Halcón del bisturí bajo aquella Korea indescifrable, esquiva y caricaturesca,
inolvidable. Y que posteriormente serían sustituidos, por vacación golfera, en
serie mítica para una generación, por
Labios o Morritos Ardientes, Calientes, Loretta Swit y el descubrimiento definitivo
de un Alan Alda a corazón abierto.
Y es que el líquido vital es
esencial, lo dice en su banda sonora definitiva y en una escena que sería
censurada… aún se nota en el doblaje… que condiciona el manejo de las
situaciones y las prácticas a oscuras. Si bien, nunca deja de lado en ellas, el
humor más ácido e irreverente, que define psicológicamente a los
personajes. En definitiva, un lujazo de
las intervenciones quirúrgicas, ipso facto, y de las confesiones en el acto...
The Pitt, es una trama buscadora de
las causas más paradójicamente estratégicas, con la extrema actualidad… una historia
más que, hiperreal de esta familia médica – no siempre tan bien avenida, como
parece -, en el interior húmedo de las urgencias de cualquier establecimiento,
como el ficticio Trauma Hospital de Pittsburgh. Y la prosa de sus recetas, que
prevalecen científicamente como los accesos prostéticos fabricados por la
Autonomous FX, para deslumbrar visualmente. Y meditar…
Sus letras textuales, nos apartan de otras
experiencias más cercanas y extremistas… del Este, si bien las sensaciones se
extienden en todas direcciones, por sus ramificaciones sociales multiplicadas…
desde la entidad criminal, la violencia sin paliativos en secreto, o ilegalidades,
irresponsables… o no. Todo condiciona a esta notable escena hemoglobínica de
The Pitt.
La oda de la vida…
El aire pululó viciado, a salpicones
desde primera hora… Consecución de tiempo en el paradigma de la salvación… Se
abrieron ojos aterrados, frente a frente, desde las sábanas manchadas a las
alturas… El grito silenciado en ahogo común… quejidos taciturnos en la
fractura… insatisfacciones, imprecaciones a ese mismo oxígeno… a las
necesidades vitales… que señalan alguna risa nerviosa, o no… simplemente
honestidad. Y posiblemente demacrado,
algún rasgo heroico…
De todo lo imaginado, pero probable
por el contrario, te hallas en esta temporada de The Pitt, quizá sería mejor la
última… Y encarados al triaje, tan incipiente como necesario en la redención,
con que terminar esta fiesta visual y de actuación grupal. Tan directa como las
intervenciones o su humor soterrado a lo Korea. No olvidando nunca, que es trato
entre personas, con aciertos y traumas… por si las moscas.
Nosotros mismos, héroes o monstruos, representados
como débiles o audaces… vivos o… ya sabes, lo que acaba pasando con los cuerpos
de los mortales… Y en este punto, me relajo… para contarte que existen
determinados filmes en que, este maldito problema de la mortalidad, es tratado
como fuente de la ciencia ficción. Desde el planeta de los simios, convidados a
la festividad longeva reciclada en Mickey 17, del director surcoreano, - algo
exagerado, de nuevo…- con una de cal monstruosa y otra de multiplicidad radical
en vena, como Bong Joon-ho. Destripando la irregularidad de la especie, desde
la Memoria a los Parásitos… internos. Y en conflicto más aventurero, de pasado
piramidal y eterno, nos colamos en el paso efectista de Guy Ritchie, habituado
a golpes y excesos corporativos, que bebe de una Fuente de Juventud… atropellada,
por guión de James Vanderbilt (Zodiac, productor de Altered Carbon). Y
estableciendo el círculo…
Un pequeño milagro de verosimilitud,
caso increíble, cuando un joven buzo se enfrenta a la frialdad oceánica del Mar
del Norte, resurrección y amor; y tras flotar sin oxígeno, aproximadamente media
hora en el cambio de gases, que se escapa por los poros… e irrealidad vital,
pero no… y dirigida por Alex Parkinson, mismo autor del tremendo documental
homónimo Last Breath. Que no tiene que ver… con el actor chino Simu Liu,
próximamente protagonista en otra de Shang-Chi y coralmente en Avengers
Dooomsday o la serie Marvel Zombies. El trío de compañeros se complementa con
el ex Animal Kingdom y Peaky Blinders, Finn Cole, e incombustible, injubilable,
Woody Harrelson… tal vez esperando antiguo colega… de sufrimientos en True
Detective. Ojalá.
Variaciones exageradamente extremas,
que te divierten… ¿o no? Ah, qué no… Pues entonces, no veas Muerte de un
Unicornio, ni por un ataque de cuernos al recuerdo de Jenna Ortega, o junto al
Muse, Dr. Jeckyll de Daredevil Born Again… y antes del próximo Miércoles…
Y… el Canto de Sirena.
Hablando de sirenas… no las que
alarman, o sí… Abro de par en par, el cartel de Parthepone en la isla preciosa,
de las maldiciones, que se sirve de prácticas, atractivamente endiabladas. Como
un cantar al unísono, sin emitir la esencia, u oír su entonación en los oídos
de los marineros del esperado Ulises. Como él, soportamos la inmensa belleza, su
agudeza, casi desapasionada, alejada de sexo explícito… que sólo contempla en
Famiglia… Hasta que encallamos en otra vuelta, tal que Odisea, y anclada al
terruño napolitano, nos rendimos a los pies de Sorrentino, con sus prismas y
aciertos. Paolo… estudió la vida y la muerte, y vio el surrealismo creativo
como antipasto, anticipando una carrera con ella misma, de Diva… Sugiere un
bello documento gráfico, que asesina con la monstruosidad, que nos descoloca, aísla…
entre esos vivos colores fotográficos, y su aire, hasta arrastrarnos a la
fealdad, a los rincones ocultos de Nápoles, sumergidos en su obscuridad… valores,
insultos, credos… Simbolismo de una generación, de su juventud a la madurez
condescendiente, tal que fin de una Diva… Vida.
Y así, como casi todos,
paleontólogos, filósofos, forenses, teólogos, antropólogos, cirujanos, amantes…
médicos de la Humanidad… perdida en una isla, ya rodeada de cemento, armado… caras
armamentísticas al margen. Otra especie de guerra, sin los protagonistas
aciagos de Leave the World Behind… frente al caos. Organizado, o provocado…
Bata… el triaje del Poeta.
En una de esas manchas, imperdonables…
se instaló la mente. Las vidas al rescate, sin una muerte por triaje… tan
necesario, como la guerra que quema… combustión del pensamiento. Y al lado, de
logros inhumanos, sobre cuerpos despojados… se vio la humanidad en sus ojos, y
la deshumanización, de sus manos al filo del deceso. Asesino…
Estudio, como la mancha borrada in
situ, que investiga la vida en directo, que no la psicología común, pues esta
no existe en cerebros desviados… ni sexos perdidos. Ni, en el recuerdo de dedos
que desvistieron, a divas incompletas, a niños tiroteados, a venas reabiertas… como
heridas del alma. Necesidad de coser los desmanes de una invisibilidad… que es tan
dolorosa, como los cantos de sirenas… a tiros. Que, podría ser cualquiera, no
el matón, sino el tirado… pues somos vendas, lapsos, cicatrices… Las
emergencias, que quedan en silencio… parecemos, el techo en el enjambre. Los
aliens del más allá, los odiseos retirados, las divas y sus vidas… El último
suspiro, hasta nuevo aviso… La nueva voz, el espíritu en la isla, de Nápoles,
Pittsburgh, Madrid… ¡yo qué sé, en el fondo del océano! Cualquier lugar es
posible, en este mundo o el otro. Porque suena otra ensalada de tiros… y USA
que los conoce bien… y lo acepta… ve a otros que recriminan, a cuchilladas o garrotazos,
a fuego lento, como en otras épocas… y también morirán por la boca.
No es exactamente lo mismo, mas cómo
si lo fuera… El resultado es parecido, el olvido en la sangre hermana, la
frontera o el odio. Así, los profesionales cambian por fuera… sus batas
deterioradas, como su pensamiento… repletos de agujeros, baldíos por balas, que
quedaron por siempre, muy adentro… y el humor estresado por el ruido, hasta la
semana próxima, en otro cuadrante sangrante… significa otro dolor, acompañado,
de birras… Que los humores, no nos salpiquen la frente…
La pasión, como el quejido inseguro,
crecerá hasta cualquier isla, buscando un libro con sus hojas abiertas… sus
monstruosidades, y tal como nos visitó de primera, de improviso… la más
habitual, clásica, e irremediablemente eterna… La que nos cantará al oído, en
lascivos pechos, hacia nuestro recuerdo… todos, tras el triaje, como carne de
cañón. Humeante, o no… en la despedida de M.A.S.H.
Sólo nos queda la cara de Parthénope,
Diva descubierta, sin sexo, ante el ocaso de cualquier Cheever, Oldman… hermano.
La sonrisa juvenil de Celeste Dalla Porta, sanadora de conciencias mortales…
tal que Gioconda de Da Vinci. Despierta ya… bruja en la hoguera de las
vanidades… latido.
Caos… otra ciudad… Duerme.
No despiertes aún, como la gerente,
blanca o negra, da igual, que es una marioneta del poder, una imagen de la
corrupción… que se lleva nuestros ingresos, mientras dormitamos. Somos la línea
continua de la censura, sin altavoces pinchados, que nos valgan… votados por la
cultura, del bienestar. Parte de nuestra propia quema… prostituidos por la voz
controlada… que condiciona el último sístole… robado al corazón.
Duerme… continúa tu turno fantasma…
tic, tac… hasta que la ciudad despierte… otra, sangría de 7 a 2… o más allá… como la sangría al final de capítulo del N.Y. de Kingpin.
Ya en la antigua Grecia – todo está
inventado…-, Platón dividió los hechos en sus obras… Desde La Juventud, a la
Transición… divagando por la Madurez, de sus Dogmas… republicanos… Y acabó con
Diálogos, Críticos… Como siempre, como Todos. Aquella Grecia, como cualquier
otra ciudad… Hacia un nuevo amanecer.