I ❤️ N.Y.! … Solía decir aquel
famoso alcalde de cuello enorme, pensando en todos los negocios que podría
sonsacar en el futuro. Como las grandes comilonas que se metería entre barriga ´laportera`
y espalda, gracias a los impuestos de contribuyentes…
Para ello, debería acabar con esos tipejos,
los llamados Justicieros, vigilantes… o simplemente, los malditos de las
máscaras, que actuaban por su cuenta contra el terror. El terror que creaban,
por otro lado, esos mismos políticos… siempre fue así, ¡una especie de mafia!
Sin embargo, algunos enmascarados
tenían acciones ultraviolentas, tal que un Diablo en contradicción constante, o
un vengativo Castigador… y prometieron no volver como protectores de los
ciudadanos. Pero, los crímenes se acercaron a sus círculos… que no podían
quedar sin resolución, o castigo casi divino. Definitivamente los mecanismos,
han vuelto a encender el fuego de esta jodida Concina del Infierno.
Y si eres una especie de monstruo, o
un diablo rojo a los fogones, más todavía. Por otro callejón, el otro atizador,
que fue el tránsito de Marvel a la Disney, dejando la conexión Netflix, de
manera un tanto especial y desafiante… como ese artista disfrazado. A veces
desconcertante, podría ser un programa donde prima la diversión, con
inclusiones formales o hasta infantiloides (y continuador en algunos pasajes a
los clásicos cómics… para jóvenes), y en otras al contrario, donde reina la
obscuridad, y el caos se apodera de la escena de nuestras peligrosas ciudades.
Nidos de ratas, para trabajar, o no… focos de delincuencia y guetos.
Alguno, de traje blanco inmaculado,
por fuera… se siente bien en esos procedimientos, porque los conoció y ocupó… Y
en esta esfera de dos polos, existe una frontera que puede descolocar a algún
visionado, dependiendo de su sensibilidad. O echará en falta, más carne en el
asador… parrilla, reunión de ovejas descarriadas, programa de tv. En el de hoy,
tú qué harías si… ¿Te crees profesional, o eres un intruso, eh?
Hasta que llegó… El Pingüino.
Hasta ese momento, - bueno
descatalogando aquella serie bestial con The Punisher…-, todo parecía más o
menos tranquilo, casi pacífico. Pululando los argumentos de las historietas,
entre cierta espesura y esa dualidad entre lo bueno y lo extremo, decantada
hasta ese último calificativo con el Pingüino, otro postulándose para ejercer
el poder, aunque fuera desde otras alcantarillas. Ahí DC, siempre tuvo la
delantera, hasta que los mafiosos dejaron de llevar mascarillas…
Sin embargo, es como una epidemia,
donde las causas se van intercalando y se reinterpretan por cada lado, a cada
instante. Tenemos ejemplos como Loki, una estructura lineal del mismo pero
caótica, dentro de ese espacio-tiempo. Que se vuelve surrealista en diferentes
medios, aunque no acierta como fuera el caso de Vision y Bruja Escarlata. O el
sendero no tan luminoso como cabría esperar de un Moon Knight histórico,
bailando a la lux de la misma, aunque trastocando el lío marvelita, con la
mística del antiguo Egipto. Lágrimas de cocodrilo, ya que volverán… y no sé qué
será de Nosotros.
Un Echo quizás… ahí responde la
pérdida de tiempo del no fanático, frente a un gélido aparato de televisión, que
se reinventa con aventuras tergiversadas. Y donde en el grito propagado, no
podemos olvidar la reiteración de escenas por diferentes episodios, un mero
copia y pega, que sirve como lanzadera imperfecta de este Daredevil: Born
Again. Mientras, el Pingüino se sonríe, porque esta temporada viene con
ramalazos a lo Soprano´s, y eso ya estaba inventado… al menos no se involucra
con repeticiones indeseables al final de los capítulos, y persigue la guerra de
ambos bandos.
También mezcla rasgos circenses con
la violencia más sangrienta, como ya ocurriera en las anteriores temporadas,
aunque menos coreografiadas, ya lejos de la serie de John Wick, o
definitivamente, El Intercontinental más cerca de la sangría de Dc. Más
tenebroso que Marvel, aspectos del crimen que sin embargo, Daredevil ha
agarrado y sumergido a los Fisks en las típicas familias de gánsteres, y en
especial esa entrevista de pareja sopranil ante la psicoanalista, - que algo se
trae entre mentes -, además de contar
con Michael Gandolfini y el emerger como
cabeza grande de familia, al gran ballenato blanco, nuestro adorado Kingpin.
Otra vez interpretado de manera prodigiosa, amenazante siempre, por un Vincent
d´Onoffrio, de chapeau, si bien bailar, así así… Un maquinador mastodóntico sin
un pelo de tonto, que entronca con el de las fosas sépticas de Colin Farrell para
el otro Oz.
Es ahí, en los extremos, donde
siempre crece la tensión y se trastocan los hechos, criminalmente hablando, como
con la aparición de un serial-killer de manual, el denominado Muse – piel del
Jeckyll de Wednesday, del joven actor Hunter Doohan -, por no hablar del baile
psicológico de Wilson Bethel como Bullseye y sobre todo, de la bestia Jon
Bernthal. Con Muse las cosas se pierden, se condensan demasiado, mientras se
discute en juicios paralelos, sobre el castigo, o no. Y entre el público más
proclive a acontecimientos justicieros, y los más protestones de las redes
sociales, que es donde las historias empiezan a descuadrarse realmente. Con The
Penguin eso no pasaba, o estás, o no estás, no hay críticas que meter con el
calzador del público, que no interesa nada…
Puede venir del lío de producción, de
fuentes alternativas, metiendo la mano y el cuezo en la sartén, de puntos de
vista, de puntos y aparte, y algún que otro final. Nacimientos de intereses, reencarnaciones
al margen, líneas reescritas, opiniones de pesos pesados, críticas endiabladas…
Y gestiones, hacia cambios en dirección o alteración de fases grabadas, con
otros posibles timelines… lo que da cierto aspecto de inconsistencia en algunos
momentos. Y eso, ha modificado los esquemas de un título que no se corresponde
con el original, ni con etapas anteriores de Daredevil, aunque la violencia sigue
estando ahí. Pero, se recrea demasiado en la gratuidad, o el rechazo del
protagonista, que pierde ante el premio Gordo. Charlie Cox, qué estás en los…
cielos.
Todo hace acrecentar dicho caos. El
de Dario Scardapane, vaya nombre para un criminal de James Bond, y Matt Corman,
que se las tuvieron tiesas para asentar este Marvel mafioso, dentro del wokismo
de Disney+, y no desvariar al identificar un producto, que ya no tenía que ver
nada con los episodios de David Mazzuchelli y Frank Miller… sino más con la
inconsistencia productora de Kevin Feige. Al frente hoy, de la marca del
entretenimiento comiquero por excelencia durante varias décadas, desde aquellos
años 40 de la Edad Dorada. Y qué, por fortuna me ha sorprendido con su última
adquisición. Algo tenía que volar bien…
Aunque DD… se vista de Daredevil.
Antes tendremos que opinar sobre
ello… Los Thunderbolts, han tenido un grato aterrizaje en la zona Disney de Marvel,
dirigidos por Jake Schreider (Beef, Skeleton Crew), con este grupúsculo de
ejemplares rebeldes, alejados de tensiones y derechos de los personajes entre
ambas plataformas, - la wokista y la no… lo voy a dejar que me repito…- y sus
duplicados famosos, que para sorpresa me han parecido más auténticos. Se
definen bien entre la diversión y la obscuridad, entre la excentricidad del
poder, y la indecencia de caracteres. Entre la verdad, y la mentira mediática…
de la falsedad del Capitán América y el nuevo Hulk Rojo con Harrison Ford, y el
oscurantismo mental a lo Fisk. Luego, se restablecen las desapariciones eso sí…
Pero volviendo a los criminales de
Marvel, se convierten en los ejemplares indudables del protagonismo esencial de
la serie, bastante más que los héroes enmascarados… DD se ablanda en
discrepancias, demasiado estúpidas, como que la sentencia sea una bala
entregada por la mano de ella… como transgresión en las historias, que nos
termina produciendo un poco de desubicación, o pérdida. Y eso no… Esta historia
no iba por ahí… Las cosas han cambiado, para mal o peor.
Vale Red Devil, sigue siendo aquel
Brian Cox, de gesto calmado y ambivalente, pero se atisba la duda en cada
acción, demasiadas objeciones a la violencia, un tanto pesadas. De tal forma, que
las féminas como en este era de wokismo genérico, han tomado la delantera en
las decisiones, y el héroe se ha transformado en pobre diablo, que ni pincha
con tridente, ni parte el bacalao… ¡qué poco salao! Ya veremos que ocurre con
el grupo, ése… Miedo me da el circulito,
en el futuro.
Creo que casi todo el mundo, criminal
o no, se queda con el majestuoso Kingpin, o Wilson Fisk y esposa, si bien Vanessa
no le consigue hacer sombra, por su gran
capacidad volumétrica, fuente de ingresos y tono de voz, en maquinación. En versión
mejorada de sí mismo, más enfático y estilizado que aquel ramalazo del Echo… Él
es sin duda Daredevil, por su gesticulación, sus decisiones, sus risas
apretadas entre labios, su guardia pretoriana corrupta, sus asesores que dejan
mucho que desear… incluso un control eléctrico, por medio de apagones
incendiarios… nada que ver con el Estado Eléctrico, que esa es otra
infantilizada… Es el verdadero ganador, por monumental k.o. técnico, como
auténtico white sark depredador en esta pecera de la Gran Manzana, de nuevo.
Mientras que Matt Murdock, es más un
pobre hombre, sin amigo ni rollos intensos… se va quedando agazapado como el
Harvey Kent juvenil del Pingüino, una especie de sombra, que comienza
difundiendo la justicia penal, y se define como balanza. Entre el bien de
estamento superior y el mal, encarnado por los demás personajes, más
protagonistas a su alrededor, incluido el artista del asesinato, el tirador de élite Bullseye y por supuesto, el cara de
púgil castigado en exceso.
Hasta parece de relleno, como otros
personajes que pululan dentro de esa legalidad traslúcida o del lado oscuro,
político o de un sistema corrompido. Tal que pequeños bocaditos en la pecera
del escualo Mr. Fisk, casquillos con logos de fantasmas, salvo en capítulo
final, esperando su lugar… su oportunidad. Y que más de DD, pues… que si
Batman, por una vez hubiera finiquitado a alguno de sus enemigos, asesinos peligrosos
casi todos – a pesar de las risas y aquella serie televisiva de bocadillos
onomatopéyicos…- ; tampoco le ocurriría a DareDevil, al filo de un cadalso, de
verdad… flotando en cuentos como verdadero fantasma. Es lo que hay, desde las
páginas de los antes llamados tebeos, que el fin no lo es… El Mal siempre
responde.
Los Hijos del Zodiaco…
Por tanto, visto lo no visto…
Bullseye es un Joker – acompañado de un buen talegazo del Rojo…- que por la endiablada fortuna, no acaba
convertido en triturada papilla. En otro acto milagroso, tal que recibir
puñaladas, sangrías y… algún disparo en un ojo. Eso es lo que tiene la ficción,
que se lo pregunte a los protas de Lost...
Eso tiene también la fantasía, que si
se tiene que volar, se vuela, y si tienes un aterrizaje forzado, no pasa nada.
Otra vida, como Zodiac que nunca fue descubierto policialmente, al cien por
ciento… Esos evadidos de la justicia, son crueles en los cómics también,
misteriosos en acertijos, inhumanos
indescifrables, sanguinarios irredentos, depredadores insaciables, locos… como
el Joker con sus bromas y la mueca, anticipada
de la chistera de sus bailes actuales… y actuaciones desencajadas.
Aciertan los disparos más reales de
francotirador, directamente al cerebro de sus víctimas, el dolor y la burla, se
unen como en la realidad, el artista se viste de Rorschach… los enfermos de
psiquiátrico, al fin y al cabo, o como diría aquel otro, serán merecedores y
pagados con el mismo sonido en sus cerebros. O no… escaparán como en una
historia por capítulos, hasta que llegue otro más puntero, más temible…
Mr. Fisk, ahora, es el más votado por
el pueblo… quién sabe cuánto durará en lo alto de la cima… donde estuvo el Pingüino
hace poco, merecedor del gran título de Criminal del Año. Gracias a su fatal naturaleza
que, es capaz de tomar sorbo sibarita, como de lanzar un gruñido apagado, al enlazar
sus brazos y manos, con vehemencia. Y salir triunfal… Sin saberlo, en expresión
del blanco y negro, tras aquel apagón buscado para incrementar la inseguridad
ciudadana; frente a esta especie de murciélago carmesí, que converge con el dinero
tecnológico de Bruce, pero con la justicia que es más ciega… la natural.
Esperamos a sus hijos no putativos contra la Gran Mafia, y temblamos legalmente.
Como Foggy fue la víctima propiciatoria, caída en reiteración emocional… lo que
simplifica una reencarnación del héroe con problemas de conciencia.
Con Frank Miller, en dimisión, con o
sin el Woody Allen de Historias de N.Y., con guión galimatías, tras parejas con
cambios de parecer, tiros difíciles de explicar… charlas ´sopranas, perdón…
terapéuticas` inacabadas, con la profesional en extraña reverencia, y
alejamiento del Diablo, eso sí, con simpatía cogida por los pelos. Asesores que
son hijos, que por ahora, definen diferencias gigantescas, un grupo de polis
que, en Pretoria, serían carne de cañón… Más dudas, caen como moscas y se reproducen como los
pistoleros del Echo… al menos aquí ahí cadáveres, se ven tirados… Y lo peor, lo
más fatigoso… el discurso en redes, que… mae mía… mejor no me decanto. Bueno
sí, al grafiti con él.
Y esto es todo, queridos compañeros
del Barrio Chicken, continuaremos con ese ojo avizor, y no quedar atrapados
entre máscaras, evitando los pisotones en bailes patosos… Y especialmente,
intentaremos no estafar al personal, con promesas que no se cumplen… ni existen,
ni se desean. Musa, del espejismo...
Conclusión… Jurisdicción y letras.
El periodismo, o la opinión que no es
lo mismo, aunque lo quieren emparentar… es un mero disfraz ante los poderosos.
Normalmente… ya no existen hijos investigadores… casi todos se mueven por
interés. O mucho peor, por simplismo lamedor ante el poderoso.
Algunos casos del pasado, se
identificaron como verdaderos héroes, en soplos, históricos como watergays, por
estado en el sito, como emisiones 5 de Septiembre, o el sorprendente Eleven…
Mediáticos por algunas sentencias
condenatorias y, más o menos satisfactorias en la investigación como aquel
Zodiaco, u otros más recientes, aquí o acullá… frente a los hijos del crimen, o
el asesinato serial.
Pero no te confundas, actualmente, es
más habitual… el dorar la píldora, contar trolas, emitir panfletos, sacar
líneas de no sé qué red social… y bailar el agua, a un jefe. Y sino, ya sabes,
al cajón de los traicionados definitivos, por hampa, o la profesión… Es lo que
le ocurre a esa chica de Daredevil, qué no te la crees, y para qué su papel…
Son historias fantasmales como la que ocurre en la tal, Holland, con un reparto
curioso, pero con una sucesión de escenas, cogidas por pinzas, y otra en la
nariz, porque las razones finales huelen… y no a tulipanes precisamente… Y eso
que la perpetradora Mimi Cave, tenía como referencia la tensión devoradora de
Fresh. La sentencia es calamitosa.
Siempre puede existir algún fantasma,
en cada historia ficticia o real, como el Jack Duquese conocido como El
Espadachín, que no da un sablazo en la serie ni queriendo; o como Giancarlo
Esposito en el Estado Eléctrico que, que está pero no… Y Chris Pratt, que ahora
parece un cowboy espacial en retirada… Y eso que el Espadachín está
interpretado por Tony Dalton, conexión a Lalo Salamanca, de la genial Better
Call Saul.
Ya no me queda nada más que
corromper, en este proceso, caligrafía de otros más cercanos… o no. Solamente
advertir, que habrá otros documentos, de Natchios, a La Mano, esperemos que sin
desconexión Elektrica… y otra manita de Defensores, ay, ay…
Y al prometedor Muse, surgido en el auténtico
2016, que le den por saco… ¡Qué desperdicio de Máscara! Un recuerdo a
Resurrección, Seven, el mencionado desbarajuste mental de Watchmen, o el
magnífico Hannibal Lecter… Ts, tss,
tsss, síiii. Clarice, los cuadros, xDio. Qué hijo de… Jeckyll. Your Honor, con
Bryan Cranston! Link conseguido, yeah!