Sin embargo, la mayoría de antihéroes
empezaron a querer parecerse a él, vestirse con sus pintas de duro y tirar de
válvulas desde aquellos ojos azules en el parabrisas, dispuestos a desembragar
tras la debida venganza, a cualquiera imperiosa que se pusiera caliente como
motor de 8 ídems. Hale a quemar energías juntos, si las bandas les dejan claro.
Ahora la cosa se ha ido enfriando, porque esa quemazón depende de las gasolinas
y baterías eléctricas (que ya irán petando), pues se han puesto por las nubes…
casi como el aceite de oliva. Ya no es momento, para irse a repartir leches por
el desierto dependiendo de garrafas… y sin paneles solares, ni ná. Ni en la
ciudad gótica, que se ha inundado por doquier de patinetes urbanos… eso sí,
para algún atropello de despistados en la calle, sí que servían determinados
pilotos.
Macarras con cadenas como perros
condenados, ya no existían los caballeros… así los repartidores se fueron
extendiendo como las chinches por el asfalto. Calientes pilotos con sus
pensamientos internos y emociones, punkarras contemporáneos buscando su próxima
dosis de drogas novedosas, aguijoneando sus cerebros del futuro, niños con sus
móviles adosados con miradas extraviadas. Ah, y lobos solitarios… Este es el
nuevo territorio de Occidente. ¡Menudo mundo!
Un inciso, para recordar a Luke
Perry, que nos deja en una habitación mínima, rodeados de risas enlatadas y su optimismo
vital… d.e.p.
Sin embargo, en la Corea del Sur de
Black Knight de Netflix, sí que existen… los Repartidores, digo, pues lo de
caballeros no se entiende de ninguna forma. Y con un sentido del humor, muy de
andar por casa, para chavales de esas latitudes especialmente, nada que ver con
el de su vecino a prueba de ´cobetes`. Ya que el sentido del humor coreano, va
desde esos regímenes, a investigaciones especiales sobre asesinos en serie y
esos mamporros videojueguiles que comienzan de una explosión social a
martillazos… y acaban en este tiroteo descarnado. Todo se fue aprendiendo del
estilo norteamericano… Aunque Korea existe y Seúl es su infierno particular.
Las Puertas del Infierno.
En la cosmopolita capital, existe una
zona franca para pagadores de gangas, o no, conocida como Gangnam-gu… sí, que
tiene que ver con aquella dichosa letrilla del gangnam style. Vida lujosa,
nocturnidad, música en bafles fluorescentes y su mítico baile a paso de
caballo, es un mercado visual del skyline de Seúl con sus centros comerciales,
de las Artes o todos sus bares y discos infernales, hartos de comida adinerada.
Pero también es el escenario, de
dicha serie con este globo terráqueo reducido a su máxima expresión, inundado en
su mayoría, aunque curiosamente es aquí, en Gangnam donde ha crecido un
desierto que poco recuerda al de Max, salvo por la falta de recursos.
Diferentes eso sí.
Un mundo que podría parecerse al de
la película The Colony del suizo Tim Fehlbaum e interpretada por Iai Glen
(Juego de Tronos, Silo), excepto por la chatarra oxidada, la humedad nebulosa
que empapa las entrañas y la narrativa metafísica, que es mucho más potente que
esta digitalización dirigida al público juvenil. No, no recuerda tampoco
remotamente a Akira.
Por consiguiente, existen algunas
perlas que no cuadran, como una población diezmada al 1% y que no para de caer
bajo las balas… en cambio parece resurgir de la nada absoluta. Sin cesar, como
la adquisición de mascarillas para un ambiente contaminado tras el choque del
cometa, que invita a esta idealización comercial de Alliexpress chino, con su
servicio de paquetes O2 a domicilio y platos vestidos de traje
semi-militarizado. Ah, y por supuesto, una buena competición a base de
mamporros para la chiquillada… todo bien comprimido.
Por cierto, ¿cuánto dura una botella
de aire comprimido…? ¿Por qué la sangre salpica por todas partes, pero ni
mancha ni se esparce? ¡Eh!
La ilógica Corporación…
Ya me he empezado a desconectar en el
segundo capítulo, pues todo se ha vuelto más predecible, como un pedido bajo
demanda de una mayoría teledirigida. Se ha separado de esa Colonia, que tenía
la misión original del regreso tras la catástrofe, poco rodada en el panorama
del scifi; ni mucho menos, se parece a la densidad escénica y atmosférica, de
otras sagas como Resident Evil, Last of Us o Silent Hill, más terroríficas.
Sus repartidores tienen más puntos de
conexión con Amazon o el mercado americano de subfusiles de asalto a
repetición… Y el torneo es una especie de paripé intercalado entre Karate Kid y
Rocky. Toda esta contaminación, hace que la serie se vea falsa, junto a
determinadas interpretaciones y esa comedia de risilla boba que sobra. Tan
juvenil como la mente de su creador Cho Ui-seok, no confundir con otra serie
del mismo nombre basado en el Ivanhoe de Sir Walter Scott. Y su notable adaptación de Hollywood.
Luego, lo que bien empieza, no tiene por
qué ir a mejor. Según se menciona en escritos sagrados de diferentes religiones
o estudios apócrifos, a las misma puertas del infierno aguarda el caos
espiritual que desea instalar su ´jefe` en el mundo en guerra. En una especie
de condena o Armagedón en tierra de los seres humanos, condenados a olor de
azufre quemado y dolor infinito… Tal que esta corporación.
La composición social de Dark Knight
no tiene pies ni cabeza, mezclando el apocalipsis climático, la falta de comida
y aire puro, con un mercado incomprensible y el auge de los refugiados… Pero,
¿de dónde salen? Ni que fuera el ´paraíso` en Greenland con Gerard Butler,
excepto por las bombas… y alguna hostia sin consagrar. Pues eso, mejor aquello… lo natural.
Excalibur a Domicilio.
Nada de espadas, nada de guerreros.
Hay lucha sí, si bien se asemeja a una especie de concurso televisivo para
fanáticos… ¿de dónde salen?
Un excalibur a perpetuidad,
infantilizado… de pronto salpicado, con escenas de brutalidad corporativa, que
no cuadra en la cantidad de sangre o sus explosiones controladas. Todo es
mecánico y falseado.
Si bien la estética de fondo es
correcta, con su ambientación desértica y todo, con sus llamativos vehículos y
ráfagas… ese contexto metafísico con la política familiar, se ve salpicada de
gracietas que te descuadran y persecuciones que recuerdan a otros juegos GT.
Igualmente la rivalidad shakespeariana en la corona, te deja bastante frío, más
que el que asó la manteca que estaba bien calentito en su sebáceo averno. No,
tampoco me creo a estos malvados, son estereotipos diezmados en guiones…
Inteligencia… Militar.
De pronto toda la maldad, deriva en
ese buenismo a dos bandas. Las explosiones y vacunas terribles, se transforman
en chistacos de pandilleros, algo ridículos. La militar es un tipo de sargento
Ripley con mala hostia, pero sin su inestimable presencia y personalidad,
representante del feminismo combativo… Ahí me detengo, para comentar un pequeño
filme, titulado Light of my Life, protagonizado y dirigido por Casey Affleck,
que es una parábola intimista de La Carretera en el bosque y de testamento en paralelismo bíblico, a través de la persecución
femenina en un mundo futuro y diezmado genéricamente por una enfermedad mortal
y caprichosa… te recuerda a algo, no. Efectivamente, una invasión de hombres
por todas las partes, y mucho apetito… a la vuelta de la esquina.
Hay momentos que parece enderezarse,
pero siempre llega algo para joderla y recordarnos, que en Gagnam todo es un
artículo a la venta. Que el Elegido a modo de profeta matricial, es bastante niñato, llorica y
poco carismático, algo parecido al Evangelista en las entrañas de la isla de
Patmos, al nivel del Mar Egeo… Y el de los refugiados, es un campo sin
emotividad, nada que ver con las poblaciones provenientes de fuera de… como las
que imaginaba el científico Gerard K. O´Neill. Pronto haré un comentario en
este blog, sobre los héroes verdaderos… de mi juventud.
Esto no se asemeja a la Kandahar de,
también Gerard Butler, está en todas, tan sumamente compleja al común
entendimiento, que no comprendí un pimiento… ni me interesa. A este paso, tanta
banda, tanto militar, tanta metralleta, no va a quedar ni el 0,000001 de la
población. Un desierto de almas al borde del mar, cuya región cuenta en
realidad con unos 24 millones de habitantes e inmigrantes extranjeros
incluidos.
Por cierto, como pasado el tiempo,
los meteoritos no crean contaminación indefinida, sino atmósfera sulfurosa que
enfría la corteza terrestre, y en cambio, se han inventado la vaporización
venenosa Central o Especial, como una forma de control de dicha población hambrienta…
Mas, no la he entendido, ¿con qué finalidad…?¿Una limpieza… étnica? ¿A quién
van a vender el pan y el vino?¿… y el videojuego…? Un imperio romano vacío,
pues se han cargado a los clientes cristianos. Puñeteros repartidores sin motor,
por todos lados, joer. Ni un grano de arroz para repartir… sólo balas. Menos
mal que ya, ni la puntuación de los sitios me influye en la decisión de
visualizar.
¡Decidido!, en mi próxima entrada,
voy a hablar de Caballeros de verdad, un auténtico producto de calidad ¡Y desde
Oriente… toma Akira!