El tiempo cae sobre nuestras vidas,
como si se tratase de criaturas de la noche que transmutan sus células… Pero,
cada vez más debilitadas.
Sin embargo, los verdaderos
monstruos, seres de ficción me refiero, porque los reales están más cerca…
siempre renacen de sus propias cenizas, una y otra vez, con resultados
dispares, eso sí.
En el cine y la tv, se hacen ecos de
otras historias… que pueden o no ser convincentes para un grupúsculo de,
llamados clasistas.
Cae un velo de obscuridad, y una
figura se recorta entre las sombras como un reflejo de lo que fue y ya no es,
un espejismo humano, un despojo de conciencia, un mero fuego fatuo… y a lo
lejos, se escucha un aullido. El grito sofocado de la víctima en su garganta
seccionada, no fue escuchado por nadie… o no le interesó escucharlo. Porque en
la noche, las pesadillas se pueden hacer realidad, lo hemos visto, lo hemos
sentido… ya que aquellos seres sobrenaturales que recorrieron otras épocas, se
levantan hoy y buscan su próxima presa, reflejando los mismos miedos de aquellos
pobladores de la antigüedad.
Cuando lo básico es lo cierto, los horrores
humanos siempre fueron ejecutados por nosotros mismos, nuestro lado más salvaje
e inmisericorde, lejos de seres inteligentes, que no serían capaces de
ejecutarlos sin sentirse humillados y despreciables. Mucho menos, abarcar el
disfrute del sufrimiento ajeno, macabramente…
El miedo se trasladó a las grandes
urbes que comenzaban a ahogarse en vómitos y orines, pero se mantuvo el sentimiento
sobrenatural de los crímenes, sobre todo en aquellos primeros días. Como si el
Demeter viajase el resto de nuestra vida, con aquellos restos sacrílegos y
hambrientos. De la peli, ya hablaré cuando me queden arrestos… Para crear
leyendas, sirvió la literatura de grandes como Bram Stoker o Mary Shelley,
cuando hace más de dos siglos nos indujo a creer en ciencia forense y posibilidad
del moderno Prometeo. Puede que la primera gran creación de ciencia ficción de
horror, aunque Sagan o Asimov, apuestan por Somnium para un viaje onírico de
Johannes Kepler.
La criatura del doctor, hacedor de
vida tras la muerte, después de pasar por las páginas se instauró en Polonia y
tuvo hasta una novia, gracias al genio del director James Whale y la
representación física del gran Boris Karloff; en cambio, no corrió la misma
suerte Bela Lugosi en aquel artificioso monumento a la resurrección luchando
contra Lon Chaney Jr. como the Werewolf, en Frankenstein meets The Wolfman, del
autor de bastantes filmes de Sherlock Holmes, el director Roy William Neil. La
cual cumple 80 años y mantiene un puntito de calamitosa imaginación, para
recordarnos a los auténticos clásicos del terror.
Culpas y depredadores sanguinarios
para reivindicar, aunque se los lleve la corriente digital… A veces… porque,
cuando el trabajo se hizo manualmente, funcionó a las mil maravillas, pongamos
a la que celebrará el año que viene su aniversario 40 en Compañía de Lobos, con
Neil Jordan, o Aullidos de Joe Dante y la magnífica Un Hombre Americano en
Londres de John Landis, ambas de 1981. Se abren las huestes de los licántropos
y la plata.
El Paquete-Lobo.
Baños de sangre a la luz de la luna,
Blue Moooon… No. Vellos de punta, porque los otros… depilados somos ante la
tragedia. La silueta de la criatura se percibe apenas, qué pena, ni la última
serie de Drácula, fue tan simple y onerosa, ¡maldita degeneración! Si no sabes
aullar, p´a que te metes… no te atrevas a pasear por París, hombre, que hay
chinches.
Si aquella lucha de 1943 entre
míticos con gitana incluida, Valesa
creo, fue castigada por las prisas y la terminación en la presa reventada, ésta
serie de MTV revienta mucho antes, si bien, los inicios nos llevan a error. Las
prisas no son buenas para los monstruos, ni para escritores/guionistas… benditas
resurrecciones, por favor.
Comienza irrealmente con un
apocalipsis o la quema… demostrando que las manadas no son buenas compañías, y
ésta, parece una reunión de vecinos a la puerta de sus casas, como en un corral
de la Pacheca bajo el influjo lunar, para plañideras chismosas. Si el Licaón
entre Platón y Ovidio, levantase la cabeza, se llevaría el chasco de estar ante
una auténtica maldición de los terrores clásicos. ¿Por qué…? Pues te vas a
enterar lobezno/a, torrezno/a.
En literatura y cine, para los que se
consideran puristas del género, existen o deben existir ciertos límites, no
caer en el arrastramiento de la historia o los caprichitos de autor sacrílego.
Menospreciándonos, tratando como locos o seres olvidables, de generaciones
perdidas… ante los protegidos de las nuevas generaciones. Las transgeneraciones
wokes están en alza y, además de caprichosas narrativamente, destacan por una ´horterización`
que va de lo visual a lo musical, también, pues las versiones son lo fatídico
de lo horrendo.
Las fisionomías musculadas del Lobo
Hombre, pasen, pero el exhibicionismo de gimnasio, no lo compro. Tampoco la
línea sexualizada a granel de la minoría, que se vende incluso sin remilgos al
postor genérico; mientras la relación hetero está comprimida, ridiculizada y
hasta reprimida. Vaya xDioLobo. Y luego, el capricho de la transformación por
fascículos, como si diera miedo convertirse en salvaje, cuando los lobos tienen
ese instinto asesino y voraz… No, ahora un ojo, después un pelo, y más tarde,
un diente… que tiende a la hortera situación del depredador convertido en
superhéroe. No hombre, no.
Por último, tras numerosos revolcones
por delante y por detrás, y una manada que da cualquier cosa, menos miedo… esa
sensación de escaparate de moda, que ni deja comer ni que te la coman, pues la
marabunta lobera está comandada por la Gellar produciendo para la musiquera, y
canta una barbaridad la Traviata, su maquiavélica intervención. Y nos amenaza
con una segunda… yo me bajo de la Luna… y de los adolescentes malencarados,
caprichosos del creador Jeff Davis. Ya no veo más, ni escribo… sólo, incendio.
CazaSpectrum´s.
Tras el baño de hormonas, que no de
sangre, de los triunfitos de MTVLobo y su apología de policonsumo de
estupefacientes, nos metemos con los espíritus de los ingleses, en la piel del
creador Joe Cornish (Attack The Block)… que, es infinitamente mejor
imaginativamente, pero sin sobrelimitarse tampoco, ya que Lockwood & Co.,
es una fosa común.
Dentro de unos meses, celebraremos la
diversión de su llegada en coche triunfal a través de un colorido Ivan Reitman
y sus tres caballeros, que fueron 4 y hasta cinco, como Ghostbusters
inolvidables. Hacedores de rayos como dios manda, y comedia, y comedores de
Marsmallow, gigantescos con ilusión e imaginación. La ciencia ficción ya marcó
el camino del terror con comedia mucho antes, hay que mirar a Abbott y Costello
en castillos encantados, al Profesor Chiflado y sus conversiones juveniles, o
el Jovencito Frankenstein, y su cerebro desquiciado a risas. Vaya tiempos.
Pero, siempre, fieles a ellos mismos,
a su cruzada por contar la historia con esos tintes imaginativos, sin depreciar…
y esto, lo consigue en parte, esta serie para Netflix, con matices. O ciertos
reflejos contaminados, que curiosamente es la cancelada… y no la otra, camino
de la agenda.
Ahora los fantasmas están por
doquier, y los estereotipos a lo Potter, pero encarnados a estoques, que no varitas.
Y bombas de sal contra los malignos, en lugar de rayos electromagmáticos, que
no te atrapan igual… al espectador libre, digo. Sí al maligno como cabeza
parlante… ¡mírate al espejo! Existe una clandestinidad apreciable, en un
espacio cerrado a lo 007 con ramalazos espectrales o fantásticos, en el
escenario victoriano moderno, que es lo más destacado fuera de la institución.
Y las interpretaciones no están tan desviadas, como en la anterior clase de
Wolf Pack, multiespecie… Y hablando de ello, vi la película The Creator, que
algo tiene que ver con lo dicho, y me parece que está demasiado considerada en
general, algo aburrida y ´agendística`, caprichosa con la línea argumental que
los trata... a los androides, digo… como una nueva especie, no me jorobes. Y
encima buenazos mecánicos, con brotes de transhumanismo celular y
biodegradables en su pensamiento indigenista, budista tibetano y vietnamita. La
guerra continúa, amigo, si bien esto ya no es Laos, Camboya ni Apocalipsis Now.
Es más rollo, simplemente…
George A. Romero, lo identificó hace
50 ahora, como un despreciado grupo de víctima, ante la voracidad de la
modernidad, en esa genialidad indiscutible que fue The Amusement Park, no Pack,
ojo. Que nos tratará, a todos los denominados puristas, como verdaderos
escombros, ¿o no? Pues sí, ya lo han hecho, con una amenaza virológica… No
lobos afeminados o fantasmas, de asesinos machistas de otras épocas.
Estos luchadores, guerreros de hoy,
dan más miedo… y sus heroínas, son revientacorazones en marcha, dispuestas a
batallar en campos de ídem. En un giro narrativo sin paliativos, que nos releva
a segunda fila de lista de espectros mayores. Vamos, criminales, fantasmones…
carne de geriátrico. Qué razón Romero, ah. Los fantasmas seremos todos, con
espumarajos de moralidad, sin exorcismos ministeriales, sin vómitos de colores…
simplemente, flemas, in saecula saeculorum ¡qué Mal!
Esta etapa fantástica no me atrae
mucho la verdad, me parece un horror más bien... y aunque no me realiza la
crítica, más bien, el humor crítico, o callar para siempre… algunos aciertos, posee
Lockwood, como las interpretaciones, infinitamente mejores a la anterior serie
despellejada. Y sobrenaturalmente, quitando el brillo de las estocadas, la
música londinense de siempre y los escenarios, con ese giro de guión que muta
al mundo entero, en una puerta interdimensional a lo desconocido… y que, sin
embargo, saldría ya en todos los Media.
Los Monstruitos… se aproximan.
Por último, en Nadie Puede Salvarte,
la amenaza es la de siempre, fuera de… pero cae de sopetón, y deprende su toque
de novedad y sorpresa, originalidad la llaman, con esta rivalidad entre
especies en contacto accidental. También cumple años, 50, la curiosidad que
mató al gato detective, en The Wicker Man y su especial festival de la cosecha
que nos recuerda que, lo nuevo, ya se inventó hace tiempo con Christopher Lee y
el sexo libre, dirigida por Robin Hardy en gaélico grupal, magnífica esencia
rural e hippie, con aldeanos de boina en efervescencia nudista o pescadores de
almas, desprevenidas.
Ah, y la última perversión de la
resurrección titulada Birth Rebirth, qué es muy enfermiza y obsesiva con la
muerte y el nacimiento… más lo que venga. Y hacer mención a una pérdida
emocional, sin esa cabeza de Lobo o Jinete que paseó como actor, Michael Gambon
que nos dejó sin Cocinero, ni su carisma, cuando se interpuso en aquella
inesperada investigación de La Bestia Debe Morir de 1974, con Peter Cushing a
su vera peluda. D.e.p.
Y al final, recordando mi pasado
comentario en blog sobre pelis fantasmales, asegurar que la versión real de The
Boogeyman, efectivamente es la mejor. Y que, tendremos ojo avizor a visitas de
dos supremos maestros de esto de asustar, con Guillermo del Toro y su visión de
Frankenstein, ojalá le salga bien… y el nuevo Nosferatu, viejo mejor dicho, de
Robert Eggers (La Bruja, El Faro), que espero nos ilumine el camino al terror.
Repartos tienen y reglas también, xDrakul.
¡Monstruitos, unidos, jamás seremos vencidos! Hip hip, Hurra… purista.