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domingo, 15 de octubre de 2023

Ahsoka. Season I

 


Prácticamente nadie se cuestionaría que los padres, de espacios basados en datos científicos y de la literatura imaginativa de ciencia ficción, serían Julio Verne y H.G. Wells, respectivamente. Pero si hablamos de la denominada Space Opera, ahí se podrían tener más dudas… aunque yo me decantaría por el hombre que vive en el aire u Homero, en sus poemas atribuidos con el nombre de la Odisea.

Simplemente, nos movemos por territorios fantásticos con encuentros entre personajes de diferentes especies, artefactos y naves para un viaje plagado de peligros, enfrentamientos de la nueva política, grandes batallas y, ese mínimo requerido de, romanticismo.

Ya pasado el viaje a la Luna con Georges Méliès y de su Segundo español a bordo, de Chomón, en otros planetarios… ejercería un salto virtual y visual, hacia los cómics antiguos en las Amazing Stories de los 30, donde visitamos mundos perdidos con héroes y villanos, y algunos robots que se trasladaron de aquella Metrópolis del maestro Fritz Lang. También a los episodios de marcianos con superpoderes, hasta el grafismo mágico de las aventuras de Flash Gordon del dibujante Alex Raymond. This is the Way, bro. Rapidito y al musicote de la banda Queen.

Pero, la verdadera eclosión de la categoría operísitica en el espacio, se debe sin duda al genio visionario de George Lucas, cuando lanza la saga más visitada de esta y otras galaxias muy lejanas. Star Wars en 1977 fue tal pelotazo en la cinematografía del scifi, que ya nunca volvería a ser igual, ni yendo los humanos de odisea o siendo visitados por los otros… Porque se establecieron dos bandos, se conquistó el cosmos, se establecieron las diferentes especies y comerciaron, pelearon y se amaron, siguiendo los pasos televisivos que abrieron las puertas al USS Enterprise en los confines de la Federación Unida de Planetas… El resto es historia, hasta que empezamos a pensar como el Robby o Cía., por ejemplo Naves Misteriosas del excitador de ideas, Douglas Trumbull, y más allá, a aquel Planeta Prohibido, basado en La Tempestad de William Shakespeare… yo diría que, hasta un poquito, en los viajes oníricos de don Quijote, con Sancho Panza, en busca de entuertos.

Y hablando de tuertos, ahí estaban ellos, las aventuras de los piratas, los colonos y pistoleros del western clásico, los caballeros y los guerreros samuráis, con todos aquellos monstruosos enemigos, casi cretácicos.

El Estallido Estelar.

De la energía atómica al futuro cuántico, el electromagnetismo de aquellos personajes ha sido vital en las diferentes generaciones, recordando que Gulliver fue diminuto y gigantesco, simulando la Fuerza de toda la trilogía jedi de Skywalker y maestros. Contraatacando en los ochenta con más poderío, una explosión de supernova en el cine de ciencia ficción, como nunca se había visto… ¡o no! Pues las reglas se habían cambiado con la empresa de Lucasfilm y todos esos artistas irrepetibles de las maquetas y demás esqueletos mecánicos, aunque sin la banda armada de Queen, pero con las notas monumentales de John Williams; ni las curvas orgiásticas de la Barbarella de Roger Vadim (que por instantes recuerda a Cronenberg, ya comentaré...) y no es cuestión baladí, que ambas producciones surgirían de manos de Dino de Laurentis. Mientras en el mismo año, el genial Stanley Kubrick envolvía la metafísica del guión basado en Arthur C. Clarke, con  su visión monolítica o circular antigravitatoria, para engendrar a un nuevo monstruo de Frankenstein. Recuerdo pétreo al simpático, Mr. Carlos Pumares, dep.

En los 80, nos visitaría lo más espectacular del Imperio con la lección práctica de Irvin Kershner, la lucha Galáctica con sonido Sorround en salas, esas pequeñas vibraciones… el cumple ahora de El Retorno del Jedi y sus motos a lo Akira o Tron (que igual obtuvo los 40 el año pasado) y fuentes para futuros dibujos animados, como ésta que representamos.

La Niña… tigre.

De los ídem de Edan, no el de Malasia, nació y creció ajena a las dos voluntades de la Alianza Rebelde y las fuerzas de élite del Imperio Galáctico, como si fuera una Tarzán de la montaña o una niña salida del Libro de la Selva. Ahsoka no conocería a otros monstruos, del cuento de terror, como el conde Dooku de Christopher Lee ni al mayor de ellos, el huevo prometeíco que transformaría a Darth Vader en papi quemado. Guiando los ejércitos del emperador Palpatine o Darth Sidious, hablando de dictadores espaciales. Pues bien, la tigresa se haría mujer, un poco diferente eso sí.

Fue el gran apogeo de la obscuridad y el poder meta-psicológico, para reencontrarnos en la post-televisión de las plataformas, en otra versión de padawanes y maestros fantasmas. Casi con vida propia… y esto sí que no, ¡eh! Que se necesita, otra conciencia joer… rebelde porque big bang me hizo así… algo arisca, excesiva en postureo, solitaria, perseguida y, enfatizada, que no en raíz violeta, por ahora. Con sonrisa al final… Para demostrar definitivamente, que aquella galaxia no volverá.

Espacios Exteriores.

Anakyn viene de allá, muy difuminado. Recordando a Obi Kenobi, frente al feminismo de la New Age, esperando no acabar muy trasquilado, tal como fueron aquellas guerras Clon para terminar en la estela nuclear de un Sith y su lado más negro. Mustafar, sin duda, parecerá su nicho.

A eso otro lado, la Tano, sin tigres ya ni monos, sólo un androide capaz de pilotar sin manos ni cerebro humano, pues vaya… separada de los dibujos hacia este muntiverso real que no a todos convence, porque la estirpe de Yoda y el Mandaloriano, han superado a esta vacía ballena, por mano izquierda y láser en la diestra. Como la metafísica de Solaris de Tarkovski superó al David Lynch de Dune, con creces... ya veremos en 2.

Nueva República, senadores tontorrones, tribu masculina a la sombra, Skywalker´s al poder, espectro blanquecino a lo Liam Neeson, que ya anduvo entre caballeros medievales y los otros no artúricos, pues le llevaron a ese Krull de 1983 y su arma aborigen con brillos. Y sombras, como pasan 40 años en nuestro espacio-tiempo, leñe, y la galaxia sin barrer… Oye no barro, ¡que yo soy tu padre!

Y las chicas son guerreras, si bien, en Ashoka igualmente algo sosas, ya que a la hora de pilotar, demuestran más ideologías que acción. Y el terror en el hiperespacio, horror en los ultramarinos… no capta el terrible desenlace que vamos a presenciar a continuación. Pues resulta que, nos convertimos en Pinocchios viajando en las interioridades del mamífero del mar por excelencia, sin saber qué diablos comen ahí, estos ballenatos espaciales… ¡y con esas barbas! Krill, aire a croll, Krull ¿o qué? Y además, por qué se oyen susurrar a estos megaseres en el vacío, si no sé puede… ni con sus orificios, ni con nuestros oídos. Oído Cocina…

Trío Calavera.

Ni Shakespeare, las hubiera alineado mejor en rojo sanguíneo… atormentadas brujas con poderes maléficos, y en cabezas femeninas como en la antigüedad de sus cities. Sumando a ellas, la cabeza pensante de la gran Nave Circular, que emprende esta distopía de la maldad, como pocas veces se ha visto en serie. Es el feminismo interpretativo al poder, nada de sexo débil ya.

Con todas las heroínas habidas y por renacer, que se convierten en protagonistas en exclusiva de la serie Disney, como guionista, productora y un ramillete de directoras de los capítulos en mente de Filoni; mientras los demás hombres, reciben de su misma medicina, convertidos en parias, robots o malignos insignificantes como stormtroopers en fila india, preparados a recibir jarabe de palo. Sin valor, ni simpatía mediática… tontarros sin sangre. Tanto que son sustituidos por graciosos extraterrestres con concha o roboces que expresan sílabas silbantes, pudiendo hablar sin desternillarse, coñe.

Vaya una humillación de generación, pasantes del nuevo milenio, wow… hasta C3PO parece una isla, ante tanta huida de gónadas y cantos de ballenáceos. Salvo, ya sabes quién…

Montura de Tano, calentura de Vader.

Aliens sin fauces juegan a la aptitud infantil de Disney, mientras los jinetes son “carne” de cañón láser, que recuerdan a diligencias en la arena, contra una sola pistola. No me lo creo... Y los otros de hueso molido, tienen un toque sobrenatural nunca vivido por estos lares, con transformación a base de encantamiento, no sé qué. Innecesario y dramático golpe de guión, la verdad, yo ya no sé en qué creer en este cosmos tan fortuito, y con esta versión en serie de una versión transversal y fría de Game of Thrones.

Puñeteros caminantes blancos, me han sacado definitivamente de mis casillas puretas, y nada que ver con el ingenio del filme Nadie Puede Salvarte, donde los aliens no son ya una masa informe que amenaza en tiempos pasados del scifi, sino que se muestran imperfectos seres con un encuentro en la cuarta fase, más accidentada de lo que desearan sus cabezas ahuevadas. Pero que funciona en suspense, como nunca lo harán estos zombies de Ahsoka, que se ralentizan y corren cuando quieren... xLeia.

Lo único que se puede salvar, con esos visos de heroína de acción al ralentí de Rosario Dawson, es el personaje con más aristas, perdido en este panorama reivindicativo de princesas Disney… que si cabe, es más sentido, ya que se muestra organizado en complexión y tenaz en el tono, ante el desorganizado ataque imperial, claro es Ray Stevenson. Si bien no asistiera a sus formaciones en tortuga en Roma, d.e.p.

Ya se extingue la luz, y Zeus está sentado en el trono, partido por el rayo y en el nido del águila, que es ese destructor que parece un truño pinchado en un palo, con menos metralla que el tanque de goma. Coño, qué eres lo más en la mitología Star Wars, hijo de destructores Rhea y Cronos, o Saturno para más inri, y no te comes un colín, ni para derribar a un pony. A este paso serás asaltado y devorado por un mindundi…

Segundas Oleadas.

Esperando estoy en cine y tv, a que la sangre azul del scifi moderno, nos traiga mejores cosechas en la arenas de Dune o la ciudad en Invasión. Una necesaria evolución de aquella masa de los años 40 y 50, con más interés fisionómico, psicológico y adaptado a los nuevos tiempos de la comunicación. Estos hijos ya no son, lo que eran... ¡Padres!

En dichas producciones, como en aquella Alien o la Próxima con Eva Green, donde heroína y feminismo, tenían una condición óptima para la acción solitaria o la narrativa familiar de sus personajes principales. Ashoka  es puro exhibicionismo y diálogos sin ningún interés, donde los hombres se pueden transformarse en máquinas  o quedarse cuidando a los niños… so peaso de mandalorianos, que no os enteráis de ná y… ¿para qué mortales endebles? Si sólo os interesa el júrgol y la cerve en la nevera… ¡Atpc! Joer, desde cuándo los jedis pueden llegar a pegar esos saltos grotescos, me he perdido algo en esto de los superpoderes, fijo.

No servís de defensores planetarios, ni Guardianes de la Galaxia en tercera versión lacrimógena, animalista, simplemente podéis convertiros en zombies, sin humor, seres sin aspiraciones ni emociones… A no ser que el tranhumanismo de Blade Runner, que no los budistas como reza la blandengue The C, os renueve como generación primera de Titanes, en que Gea y Urano, El Cielo, engendraron a su Zeus.

La extinción está próxima, punzante e hiriente, ya que los marcianos… digo alienígenas… arrivarán montados en relucientes cabalgaduras y vosotros miraréis arriba, sin poder tomar aliento… mientras, una nueva ´JohnWayna` se bate con todos a golpe de pistola. ¡Ni Gary Cooper tú!

A ver si se atreven a venir en oleadas de dos en dos, que así serán recibidos en orden… y si se portan bien… haremos intercambios, excepto que sean nuevos Transformers animalescos, ok…

A reproducirse todos, de aquí a Marte. Verdes o rojos, ¡coñe ya!


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