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lunes, 24 de junio de 2019
American Gods (Season 2)
Ser un Dios, verdadero, nunca ha sido demasiado sencillo. Necesitar uno, una constante echando nuestra mirada atrás... pero, no con demasiadas respuestas.
Sobre todo si sus poderes descomunales, quedan encapsulados entre los ángulos obtusos de una televisión. la voz se alza de manera surrealista y violenta, si bien, no se capta o se confunde entre el ruido de fondo, entre los gritos de los seres imperfectos. O entre las aristas venenosas e interesadas, de ciertos Media actuales que tratan de dominar nuestras mentes... almas.
Para Neil Gaiman, saliendo de la oscuridad y disfrazando a sus deidades de héroes infiltrados, American Gods entre nuestra desidia, incapacidad o temor, reproduce su propuesta diacrónica en forma de segunda temporada. Según opinan los entendidos en su obra, bastante equidistante y desvinculada a algunasas acciones de ciertos personajes en su novela.
Aquí en la forma cuadrangular de un aparato plasmático, el concepto de los poderosos protagonistas y familias en los clásicos cómics, triunfaron en el pasado con fábulas (como ahora en el cine) y suenan con dialécticas escuetas y buenas profecías del cuento o la leyenda. Que sin duda, es nuestra historia, americana, europea y mundial. Durante anteriores décadas o milenios ya, como pasa el tiempo... nos identificamos o no, con aquellos elementos más representativos en cada etapa: gigantes y semidioses, criaturas mitológicas varias, faraones, reyes, exploradores, guerreros, santos o vírgenes, escritores, artistas, deportistas... humanos. Superhéroes, que Stan Lee dotaba de rasgos y poderes característicos.
Para los lectores ávidos, se asemejaba a una especie de ritual... De su acción, resta el efectismo y el suspense científico, apocalipsis recurrentes producidos desde cualquier cuerda o hilo argumental. Especialmente, la crisis personal o la deriva de la especie con nuestros errores, que vienen y van, desde arriba o en las conductas procedentes de la bajeza moral.
Así recurrimos a estos viejos factores y datos, para explicar nuestra propia pérdida o bagaje de la especie, que fue la misma representación, desde la creación de los estados o religiones que nos conforman, quedando emparentada esta alienación actual o el miedo, con estos ancianos recuerdos sobre el mito arqueológico y la función creativa de sus estudiosos.
Los eternos o American Gods de Mr. Gaiman, surgen como otra interpretación artística más, de aquellas preocupaciones existenciales, sufrimientos humanos o presentaciones actualizadas, que surgieron y crecieron en tierra como aquellos nuevos dioses americanos en aprendizaje. El cambio fue sangrante, sin embargo, como parecieron serlo en múltiples ocasiones recogidas en la historia pretérita.
En esta segunda temporada, el texto de Gaiman, ha sufrido mutaciones o se encuentra con desavenencias trasladadas al medio y sus variaciones gráficas, hasta cambiar de manos en su producción y conmutar a varios integrantes, tanto delante como detrás de las cámaras. El salto nos vaticina, una proeza épica o una simple bala perdida... observaremos como buenos mortales.
En la búsqueda de esta iluminación o vuelta al pasado del mito, a nuestra historia o ilusiones fantásticas, nos hallamos con experiencias distintas que condicionan el pensamiento actual de Norteamérica y alrededores. Procedencias camufladas por siglos y siglos, de aciertos y condenas escondidas en el terreno, de estratagemas todopoderosas y demás tendencias por venir, creando un choque cultural y la distensión de entre algunos que se suceden a ambas inclinaciones... ¡las veremos en próximos tiempos y experiencias futuras!
Registros televisivos, opuestos. que están delimitados a su vez, por la misma modernidad que vivimos y las raíces de los actuales habitantes. Globalidad que combaten o es producto de la histeria colectiva, por conseguir más voces u opiniones fervorosas, condicionados por la fascinación tecnológica. También como muestra efectista, coordinando la traslación de la novela al medio televisivo e intensificando sus inmensas conexiones en el planeta, con la crítica actualizada. Por tanto, tratando de cumplir con el reto de un concepto demasiado extendido para la mentalidad humana, donde los personajes pueden ser representativos de cada facción o grupo ideológico, como salvadores o fuerzas retrógradas. Aunque igualmente, como humanos aparentes, pueden ser considerados como islas exóticas, versos libres o verdaderas víctimas de la incomprensión generalizada.
Luego, la dependencia mitológica es cuestión de gustos. Estos nuevos American Gods, deberán luchar como superhéroes, para hacerse con un pedazo del pastel y el Nuevo Credo, crédito. Pero, luchando contra el racionado presupuesto y modificaciones narrativas, para no enmadejar los hilos de una producción que parece algo conflictiva y las frustraciones de sus fieles lectores. O fans de Naiman.
Algunos podrían empezar a preguntarse si todo el esfuerzo conceptual e interpretativo, está valiendo la pena... Simplemente, no es asunto de pequeños y frágiles humanos. Quizá, de ´roboces`...? O esos intangibles bots que se instalan en la conciencia y las memorias artificiales, para invadir nuevas formas de comunicación o control... Dioses mediante.
La tradición de la épica y el olvido.
Muchos conceptos han tomado distintos caminos, o el olvido. Las estrategias de un dios de la muerte como Ibis y sus propiedades ficticias en el Cairo, costuras y embalsamamientos que ocuparían infinitos osarios en el horizonte, como mortajas del futuro. La búsqueda de una buena forja, para armas de reyes y héroes legendarios, con que aumentar su trabajo sobre la camilla metálica... Espadas mágicas, lanzas o hachas, que alojan su filo sobre el pecho y la espalda del recuerdo, entre deidades y humanos escondidos tras las galas o harapos infringidos por el poder absoluto. Los ojos de Argus que ya no sirven para ver la podredumbre o el éxito revelado, con dinero y Cadillacs, un juego eterno para recorrer la tierra sacrificada, salpicada con su sangre, la nuestra y de todos los que pisaron su relieve. A los pies de Dante, entre el altísimo caracterizado de Odín, y el fuego eterno, representado por el Otro. Entre avisos mortales de Banshees, la homosexualidad, la pobreza extrema, el racismo, la magia negra, los Magos Grises del cuento, la muerte de otro rey o duende maldito, la imagen femenina, el empoderamiento, la moneda que avive el latido de un amor perdido... la Muerte.
Los viejos Eternos de Mr. Gaiman, en el mundo del cómic desde 1996, que hallamos paralelamente en su obra The Sandman; son referencias precedentes del sueño de Morfeo en Richie Whittle y su personaje Shadow Moon. El solitario de negro que vaga añorando un cambio de registro... o de mujer zombie, pues son los sueños que parecen, a veces, como pesadillas del pasado. Quizás demasiado reales hoy, enfrentándose a ciertas amenazas que son poderosas imágenes, ante el gran bisonte resollando, el águila calva de América o aquel Chacal, como representación del Dios Anubis y sus cambios de humor. U otros procedentes de otras latitudes, deidades o conciencias filosóficas y religiosas, que crean las dos opciones místicas. Sin embargo, en esta serie divergente, las creencias no están vigentes, ya que se desarticulan a base de golpes, tiroteos o mazazos perpetuos, comunicaciones ancestrales entre padres e hijos. Pongamos a un Odín en la búsqueda de su Gungnir y un Thor asiendo aquel martillo irrompible, que se enfrentan a su propia concepción mítica, tal que la ruptura de otras cadenas generacionales.
La narración actualizada es complicada, dados los artilugios y las dilucidaciones demasiado ostentóreas en varias escenas comprometidas, en el cambio climático de la práxis metódica o información. Y olvidando esas otras viejas raíces que no están de moda o son marginadas entre la imaginación o la instalación de un poderoso Norte, que campa a sus... nuevas, anchas.
En este presente se sigue adoptando un mundo de interacción, entre humanos y entes superiores, pónganse dónde se pongan; que luchan y sufren, con todas sus contraindicaciones desde la moral y la táctica ideológica, desde los credos que van alterándose con extrañas diatribas y expresiones conceptuales.
La imagen trata de ser brillante, recordando el lustre del cómic, que en movimiento no es tan reconocible, para dejar huella imborrable en la memoria. Se toma de ejemplo, estos entes famosos en esquijama de colores, ahora adaptados al cuero acorazado de Marvel o Dc, tal vez, para ocultar zonas comprometidas. Malditos dibujitos y sus oquedades básicas... cuando la idea promordial se plasma en televisión, con expresiones repetidas o palabras huecas.
Los malvados son más escurridizos o intocables, que ayer, pues van creciendo a ritmos cadenciosos o sensaciones metafóricas con la mitología y la actualidad. Ya que pertenecen a una parte oscura reciente, que aún no conocemos, hacia adónde se dirige. Un lugar en el que predominan otras cuestiones, alabanzas y funciones, que se esconden en bits fraudulentos y sepultan viejas identidades. Mediante reproches, insultos gratuitos, audios calculados y selphies al borde del abismo, dichosos nuevos dioses. Parece un mortaja confusa para curiosos, usuarios de los medios y posteriores tendenciosas opiniones, frágiles rediles del fanatismo, mentes abiertas en canal, dirigidas para el control de una superior y globalizada. El Gran Hermano de George Orwell, con la cara del sarcasmo intelectual y avanzado.
Sin embargo, efigie vacua, como los pespuntes de un cadáver que no cuenta nada, o un iniciado al rito ancestral que vaga entre el tránsito histórico de la muerte y la vida eterna, como lucha entre un odín en gabardina y un Thor disgregado en el universo... mientras el cadencioso, futuro dominador, sonríe.
Las historias que triunfaban en el pasado, son páginas con espíritu heroico y épica ventosa, de truenos y rayos, en eras que transmitían otros episodios bélicos y derramamientos, que elevaban rostros heroicos, pero olvidaban a infinitos caídos. Hombres, mujeres y niños, mutilados con el horror en serie y rezando a una imagen idealizada del dios; que eran ofrecidos en sacrificios salvajes, desmembrados por sus ideas, bocas o rasgos familiares, vendidos como esclavos, hacinados como basura, lanzados al sueño errante o el vagar real de nuestra historia pretérita.
Por diferentes épocas, culturales y sociales, los sentimos, replicaban las necesidades próximas de los ciudadanos y sus derechos civiles. Especialmente también, compartimos sus terrores. Sueños desde Europa, Asia o África, envueltos en sangre (no sólo del norte), que presagiaban modificaciones espectaculares, dirigidos por los ojos de la Red, huesos esparcidos por esos otros lugares del planeta. Son los mártires invisibles...
Sobre tierras de viejos sacrificios, los habitantes habituales se encaramaban a una batalla diaria, empuñando las armas que blandieron sus antepasados y peleando de nuevo... por su nombre, nosotros o Us, como replicarían en alguna distopía actual del cine. Ahora, replicados según Mr. Naiman y sus elocuentes Gods conceptuales, pérfidos o violentos, dicharacheros o introspectivos, donde todo sigue contaminado dentro de una densa capa de irrealidad que percibe la tele, los Media o las nuevas fuentes de datos, de verborrea rancia, mezclada con suciedad, prepotencia y desafío constante. Es decir, frente a este desafío de lo nuevo.
Abriendo frecuentes heridas, nos los encontramos en la memoria, efectivamente, no hay más que observar las noticias que se inician en nuestros barrios y como se propagan las diferencias y credos. Se comentan las batallas y masacres, por todo el mundo, una y otra vez. Con balas silbando alrededor de nuestras cabezas, inclinadas sobre la pantalla, sobre la intransigencia con el otro. Inmisericordes que dirían... esos otros.
Los poderosos o Eternos, en apariencia, se ríen de nuestra indolencia o inseguridad. Por contra, están creados a nuestra semejanza, acrecentando algunos de nuestros problemas o dudas en creencias olvidadas, con tendencia a la mitología que abarcaría la sangre y el terror. Ahora, encarando a la ciencia computacional, la de los desencuentros infinitos o desagravios crecientes, como en aquellos cuentos de terror o ciencia ficción, que marcaron a diferentes generaciones y representan un gran salto generacional. Cuando entonces, no existía tan siquiera. la fácil intromisión de la televisión.
Por consiguiente, esta segunda temporada de AG´s, es una experiencia contradictoria. Se asoma con ciertos complejos a dichas festividades, herencias o estigmas, disfrazándose para la ocasión, silenciando el pasado común, cambiándolo o mirando de soslayo a reverenciados cultos, que bailan otra banda sonora en la novela gráfica o guión original. En cambio, se consulta a la misma cabeza que está detrás.
Qué dicen otras sentencias o provocaciones, recuerdos de la historia y las convulsiones catárticas en los EEUU, en sus tribus básicas... que generan desvinculación con el argumento y frialdad con la emisión actual, con el big data, descomponiéndose visualmente. Los humanos malolientes, los genios pecadores, los duendes traicionados, los esclavos o los nuevos parias diseccionados por el poder absoluto, condicionados socialmente por aquella idea, tan reconocible... el dulce o efímero, "sueño americano".
Es curioso que, cuando los superhéroes se denominan dioses, ya no son tan interesantes para las nuevas generaciones. Que se lo pregunten a Supermán o la modificada, Carol Susan Jane Danvers, o Ms. Marvel.
La difusión y la Intervención.
Se trataría de una etapa importante de nuestras vidas, no recogida por los libros, salvo en aquella excepción llamada Iluminación. Normalmente entre episodios sufridos, como una serie que no acaba de trascender o provocar, que se queda colgada de aquel árbol majestuoso y tétrico, por las culpas de los hombres y una lanza clavada en el costado. Jesus, ¿estás ahí? No, sigue en la piscina.
Con las nuevas tecnologías, los entes superiores se multiplican a una velocidad de vértigo, zarandeados en la soga de la vanidades y la discriminación silenciosa. La información constituye una fuente total de poder, que disgrega, aísla, corrompe o descompone, reniega creando grupos aislados, estratégicos y disconformes, ante una masa invisible en el exterior, votante, displicente y absorta en reality shows. Pero, estos American Gods, no lo contemplan, se han vuelto hacia sus propios designios y guerras...
La difusión de las imágenes se ha convertido en una poderosa herramienta, para impactar, cambiar la opinión general o causar el mal, mediante la intervención mediática, o dejando una gruesa capa de informalidad frustrada. En las escenas, reales o imaginarias, nada se revela interesante, incluso esta impermeabilidad ante el sufrimiento o el dolor ajeno. Tal vez, se ya demasiado tarde para un cambio, como soñaría Shadow o la nueva batuta de un tal Alexander, Jesse para amigos y dioses, más diversos guionistas, que crean la discordia con infructuosas intervenciones divinas.
Los corazones se desgarran con los abusos y se recomponen, en ocasiones quedan encapsulados en un envoltorio atrayente, mágico o irreal, pero no arrollador, ni mucho menos. Todo se eleva gracias a la estética, a los triunfos individuales o interpretaciones, a cierto éxito mediático o la búsqueda del éxito o el dinero. Estos enigmas mitológicos, se cobijan tras ellos y se confunden entre los documentos o ideas, que narraban sus acciones o profecías, sin identificarse demasiado en este presente, pues pertenecen o buscarían otra incipiente guerra.
Es verdadera batalla, de una humanidad cambiante o tragando polvo por los caminos de los USA, deslomada o sintonizada en un canal sin seguidores. Alrededor de unos personajes que se muestran algo difusos, heridos o hirientes, dependiendo de las armas y las obra, como siempre fueron sus egos altísimos.
Seres que parecen normales, confundidos entre la carne y la mortalidad, la incipiente globalización ideológica de los valores, los veloces cambios sociales y la debilidad del conocimiento moderno, sustentado en otras materias contrarias a la inteligencia o la emociones.
Se ven invadidos, casi desplazados eternamente, con los datos críticos de nuestra historia universal y el pensamiento pretérito que asoma, entre la desnudez del rey y el servilismo de los lacayos. Es difícil y extraordinario, ser un dios moderno, llamar la atención del personal y mandar un mensaje conciso que pueda calar en la multitud y su pensamiento ético, sin condicionar a las minorías. Llenas de milenios de incertidumbre, de expectativas vacías y miedo a la inutilidad, como ejercería la infección de una especie de virus informático.
Sin duda, lo están intentando, tanteando el terreno digital y la difusión radical, en los cerebros de los enfermos por bytes contratados y viciados, cambiando las estructuras a alta velocidad, moldeando las conexiones neuronales y las otras, las físicas... en busca del ser perfecto. Modificando los escenarios, conexión con otras eras oscuras, de escenas que están por llegar en próximas aventuras, presencias desventuradas con el mal y tiroteos eternos.
En capitulaciones anteriores, todo había parecido una locura extraordinaria, otra más, tras una época de oscurantismo inicial o vueltas a las referencias históricas. Después, una bendición surrealista, a colación de infortunios sufridos por aquellos antiguos moradores de la tierra, de oportunidades y festejos coloristas, reflejados en pensamientos o fechas, creencias o referencias culturales y viajes desde Islandia a Nueva Orleans, pasando por la nueva ruta 666 de la Casa en la Roca (Wisconsin), entre otros Thot o Anubis del nuevo Cairo, Vulcanos de fuego, Jesus Prime articulados, modernos programadores y técnicos de sonido, que taparían a Easter al Western de la Pascua, si dios quiere o el público.
Dioses o monstruos.
En esta Season 2, los credos andan tan alterados que producen una división temporal del pensamiento y las opciones de la novela de Neil Gaiman, recalculando la historia a cada centavo lanzado al aire de la primera American Gods, dividiendo el sentido entre dioses o monstruos.
Los seres humanos se han vuelto invisibles. Mera carne para comerciar, si no se pudre antes...
Nuestros verdaderos protagonistas y su imagen poco tergiversada con la humanidad, nos representa en correspondencia con los ancestros o conexiones con el más allá, mirando con temeridad, el futuro y las conexiones posibles. Los viajes sombríos en el tiempo, casi astrales o imaginarios, marchando hacia atrás y mirando de soslayo la metafísica en nuestros actos, que nos lleva a la crítica profunda del ser. De manera rotunda o flácida, según los movimientos de cámara, vemos un pensamiento crítico o realidad mediática, que alimenten la observación, esta penitencia surrealista y una reflexión... puede que no y solamente produzcan sombras en la vieja cueva.
Los otros, se han despojado de los viejos atuendos que pertenecían a personajes exóticos de DC o Marvel, para señalar con el dedo a las tinieblas de épocas pasadas, o el Sol que nos devore. Aunque para desarrollar esta diversión, se reúnan a la mesa de las vanidades, algunos elementos efectistas o recuerdos asíncronos, con que indicarnos la irracionalidad de algunos gestos presentes, la superficialidad de muchos movimientos o el inicio de luchas contraproducentes. Unión, no existe, de momento.
No podemos olvidar que tanto los antiguos héroes, como los modernos semidioses, serían los alienados humanos, mitad hombre, mitad máquinas, llenos de alarmas o amenazas eternas. Con conocimientos sellados en novedosas cavernas digitales, sin pinturas o textos marginados, sólo oscurantismo avanzado. en estancias arquitectónicas soterradas e ideas condenadas al enfrentamiento generacional. Para hacerse realidad o no, en los márgenes desvalidos del tiempo, ahora que todo se trastoca y construye pilares revueltos de nuestra civilización o memoria.
Sin hacer demasiado ruido, salvo en sonadas barbaridades, llegaron junto a este Odín y sus colegas de ayer, vikingos con pesadillas o enfrentamientos que se postulan ante nuestras indecisiones alienadas o esas miradas perdidas y corazones heridos. Polemizando entre sí, retándose en su eternidad conflictiva frente a las expectativas de reinos, de creencias nativas y nuevas generaciones del poder. El contrario disfruta de alta velocidad de regeneración o multiplicación sin precedentes, dinero a raudales corre en la Matrix de las tendencias o inquietudes paralelas. Venían los nuevos tiempos y, ni siquiera Ragnar Lodbrok podía esperar tal sacrificio... digo poder.
Un colapso global semejante a las diferencias entre padres e hijos, a lo usado y lo nuevo, esto es, entre la experiencia de diferentes civilizaciones enterradas y la impaciencia de la juventud.
Estos amiguetes de rayos y truenos catódicos, golpean con bala, espadas o martillos, retando con su idealización poco pragmática, a rivales invisibles. Así, van uniendo fuerzas o deslomándose a ultrajes, infringiendo derrotas que cierran etapas y eras, baleándose a cascoporro, hasta quedar rendidos en un mar de sangre que separó América de Europa o demás. Envueltos en historias trágicas, increíbles o no, que condicionan su paso en la pantalla, en contra de una clave tecnológica y la estrategia conceptual. Esto es, Tecnócratas Unidos S.A. versus La Fe, sociedad limitada y desvencijada.
Hacia un temor irracional, incluso para los muy ´técnicos`, final que nos atosiga, que se ha abalanzado sin previo aviso y conquistado nuestro hogar, dejándonos sin habla... sin moneda o sin cerebro.
Los bandos, lanzándose dardos envenenados como ráfagas infectas, que se clavan en la memoria, se llaman dioses y se comportan como monstruos, quizá en el recuerdo fuera así, o dentro de los ciudadanos temerosos con nuestra propia incapacidad. Han intentando crear un ejército de adláteres, ínclitos fanáticos de sus ideas o deudores de sus conflictos internos. En realidad, intereses de seres inseguros y perdidos, que balarían buscando la protección de un cálido refugio o el tic-tac de un corazón... que costaría un riñón u otra cruz juguetona al aire.
La batalla cognitiva persiste en una idealización de la humanidad, como verdaderos dioses-monstruos, que dura ya, varios milenios, desde que las arenas cubrieron pirámides, enterraron estatuas de salitre entre vapores sagrados del medievo y grandes acontecimientos climáticos de la antigüedad. Observación meticulosa entre algodones de sangre, producto de la sublimación social o cultural, y diluvios a bordo de barcos liberados por un enjambre de cadenas rotas. Aquellas que iniciaron el terremoto racial dentro de los desencuentros actuales o movimientos ´vulcánicos` que funden el metal en barras y estrellas.
La espectacularidad visual se basa en factores reconocibles de la cultura moderna y varias ráfagas sensoriales. Sobre todo, en inflexiones de voz, gestos expresivos o ligeras representaciones de deidades y sus acólitos monstruosos. En plena vorágine de pensamiento nuclear y la intervención ideológica que se expande, que lo envuelve todo, cautivos frente al desparrame de información y su instalación actualizada por los rincones del saber (y la wikipedia), a cada minuto. Esta serie se persigna ante héroes, los actores y actrices y concepción gráfica.
Con esta perspectiva donde los datos, coloristas otrora, se vuelven tenebrosos, venenosos u oscuros, fraccionados entre ayer y hoy, cultivados en serie entre ideas tendenciosas y humores malignos. Enunciados por almas en pena que discurren entre la vida y la mente crítica, en alguna autopistas surrealistas de la historia americana.
Sin embargo, pecados, los nuestros, siguen siendo los mismos.
El resultado pudiera ser esa alienación o pérdida de referentes, según los diferentes ritmos de modernización, en un calendario que sigue arrancando sus páginas anuales, sin mencionar chismes apocalípticos o profecías tecnológicas. Si llega la hora, imagino, que ya la conoceremos con antelación, al menos... de unos pocos minutos.
Mito-Logia.
Por tanto, ante tanta representación de egos, algunos escondidos en redes en silencio como dioses... los ojos de Argus, ya no sirven para ver nada. Hasta los viejos vikingos tuvieron que innovar para navegar, para transformarse en otros argonautas perdidos en su época. No vieron acercamientos ni futuros desencuentros, que definieron los pilares de esta tierra o distorsionarán nuestra realidad paralela. La tormenta perfecta entre el mitos y el logos.
Mientras tanto, los viajes binarios o rutas infernales al viejo mito, se entrecruzan en esta maraña atípica, que desenvuelve una efigie de actor carismático y se desentrama como una sola voz. Gutural, profunda y teletransportada sin esfuerzo por la amenaza silenciosa, entre efluvios digitales que contagian todo a su alrededor. Los mitos son ecos plagiados del pasado, frente a la estética unívoca de la rápida percepción.
Conocemos los mitos, los hemos leído sobre escritos clásicos y en referencias artísticas de diversas épocas, a través de cuadros o representaciones gráficas. Gracias a estos viajes por la historia y la arqueología, hemos recompuesto algunos de sus recónditos puzzles, contrastando pruebas en excavaciones o por nula presencia, siempre colisionando con la verdad. La ciencia avanzada y los descubrimientos tecnológicos, han invadido la memoria, estudiados con inteligencia artificial y la infinitesimal mirada, por el alcance sin par de las comunicaciones y la capacidad de guardar la información. Es lo que tiene meterse con la tecnología, que al final, controla cualquier método de clasificación y reproducción... que somete o adivina, hasta la existencia de aquellos viejos héroes o acrecienta las sombras del pasado.
El método encapsularía con paquetes inconstantes, las ideas defenestradas y los rostros, deseos increíbles y las creencias más insospechadas, ramificaciones temporales de lo inexplicable y mortajas embalsamadas para un viaje épico al pasado. Luego, taras grabadas a fuego en la piel de Norteamérica y resto del mundo, que se aproximaron en océanos de sangre, conformando las casillas blancas y negras, con un duelo entre recuerdo u olvido. En contraposición a las estancias habituales, dadas por las costumbres y las reglas del juego, desgajando pequeñas etapas viajeras a ras de tierra, y enmascarando las desigualdades adoptadas o valores.
Magia de enemigos ancestrales, produciendo esclavos de nuevo cuño, con sus todopoderosas necesidades, sentencias y fríos cálculos. Cuando se demuestra que, dicha alienación, ataca a todos los estratos de la sociedad... incluidos los todopoderosos.
Así, los protagonistas ricos y pobres, se dividen en especies protegidas y porvenires, de sentidos ubicuas, amenazantes o fabulosos, esto es, relativas a la fábula, la creación y el control de dicho poder.
Con la intención de crear una personalidad más cercana al mito, se adaptan a sus calculadas personalidades o manías humanas, que son objetivos preferentes del entramado estratificado y la contradicción. Con muchas referencias a la cultura arcaica, de existencias de personajes o figuras, más o menos desconocidos o reales, según dicten los Media. Todo parece vano, porque ellos son el futuro imparable...
Arrodillados o lacerados, monstruos o héroes, hallamos a distintos personajes a través de las ondas, agujereados como aquel hijo del mito o ciclo arturiano y obra paterna de Mr. Scott arrancada a Excalibur. Cuando Mr. Wednesday carismático, turbio y malicioso, con el rostro de un gran Ian Mcshane se decide por dar una estocada salvaje a la globalización de la memoria, y atraviesa al viejo rey Duende de las monedas, con el recuerdo de saltos generacionales y un nuevo hijo. Thor el Negro, Morfeo de sueños eternos. Ian estará próximamente con el vilipendiando y reverenciado John Wick III y en el biopic del primer rey de New Orleans, el cornetista Buddy Bolden.
Las voces procedentes de la mítica y Anciana Edad Media, se mezclan con los estímulos regios, hasta quedar extralimitados por el viejo espejismo del poder y la gloria. ¡Muertos de hambre, todos!
Por consiguiente, estos personajes de Naiman están muy alterados, cambian de familia y estado, de lugar, hasta ser considerados sombras de dudosa o caprichosa existencia, casi genios recalcitrantes, perseguidos por sus querencias, o directores de la muerte, que se arremolinan en dos universos. Ayer y hoy, repeliéndose sucesivamente, tras cada gran colisión o anuncio de un baile infernal, de derramamientos o producto de la magia negra. Quizás por eso, nos disgregamos al otro lado de la pantalla, con la acción condicionada por la irrealidad pasajera, separando más aún, el mundo de las creencias y nuestra presencia corpórea en el sofá. Claro es un mundo salpicado por la locura y el salvajismo, el odio intrínseco entre deidades muy humanas o reyes alimentados con el miedo existencial.
En definitiva entre dioses omnipresentes, de vieja y nueva estirpe, que juegan con tiernos corazones y sus taras, de esencia humanoide frente a otros de esencia metálica.
En cambio, no todo es dolor, también existen las bromas, las chanzas de los jugadores del tablero o los chistes verdes entre mafiosos, como aquellas familias de la serie Los Soprano, donde una amenaza puede estar servida con vino, cacerolas y unos dardos peligrosos. Por consiguiente, convergerían en el campo de batalla, modernidad cuadriculada y viejos cimientos de mitología envidiosa o rastrera. Por contra, la serie American Gods, poco tiene que ver con la gran calidad narrativa de aquella mítica presencia de la televisión norteamericana.
Las esquivas profesiones que se procesaban en las alturas, son el reflejo del poder absoluto, frente a otras que demandarán más territorio o gestionarán la nueva conquista o expansión supersónica. Todos aquellos aspectos comunes, o no, que se conforman alrededor las dudas humanas, producto de esa conversión drástica y global, cambia rápidamente y refleja su escaso valor etimológico. Cuando una sociedad en los albores de la nanotecnología, se puede precipitar a su destrucción masiva, como en el filme australiano I Am Mother (gracias Terminator); justo en plena implementación del Big Data, la memoria digital y esa inteligencia artificial en los albores. Actualizada con elementos o miembros de altas prestaciones, como el sarcástico Chico Técnico o la Nueva Media de Kahyum Kim más alocada, que declamara su darwinismo religioso con el "adaptarse y sobrevivir".
Pero la monstruosidad realmente, viene dada por sus prestaciones sibilinas y silbantes, las diferentes ramificaciones de Media´s en la red y otras, enormes amenazas debido al carácter sibilino y etéreo de Crispin Glover... Verdad, Mr. World?
Futuro Incierto... Delete.
American Gods, indicaría el cambio de dirección de los gustos o doctrinas, cuando las deidades podrían dudar del resultado de todo ello y modificar drásticamente nuestro futuro. Porque ese todo, parece disfrazado y servido al estilo de aquellos amigos, superhéroes de cómics mezclados en la urbe, a golpe onomatopéyico con un desfile de ¡Boooms, plofs, bangs, Ay!
Gaiman mirando hacia atrás, ha escudriñado el presente de ciertos X-Men contemporáneos e invisibles, de unos protagonistas que adoptan la forma de villanos y secuaces. A la vez tan irreales y camuflados que, sin embargo, existen.
Más allá de los conflictos individuales y la imaginación, persisten en su intente de alistarse en alguno de los bandos de un conflicto inmemorial, tan viejo como el hombre y alguna mujer... o diosa zombificada en la actualidad. Con muestras de violencia, intransigencia e infidelidad, emocional o grupal, sacan sus garras y pelean entre los más recalcitrantes y bruscos en el trato.
El futuro entre las facciones, es incierto, como en las relaciones personales, que nos retrotraen a otros recuerdos que parecían superados. Sus acciones no determinan el presupuesto de esta producción ni otras zarandajas épicas en manos de sus directores por capítulo, sino que enmascaran, despistan, la verdad de un mínimo y la desaparición sonada de Gilliam Anderson, que puede ocasionar el desasosiego del espectador y su continuación en el futuro.
Sin mirar más atrás, la producción se caracteriza por la propagación de extraños personajes o mutaciones, que se postulan en esta guerra conceptual. Igualmente la caracterización de rostros en las diferentes épocas y la instalación de sugerentes escenarios, son un pequeño atractivo o entrada, entre balazos o desmembramientos del pasado, que forjan la idealización numantina o enemistad eterna.
Por ejemplo, faltan más elementos mágicos o fantásticos, la desinhibición germana de Ostara u Oester, que no llevaba a una florida Kristin Chenoweth, u otros personajes casi residuales o anecdóticos, que propulsan al abismo del recuerdo. Son identidades interesantes en la historia, como Vulcano vs. Buffer, Anubis y Low Key, los variopintos Jesus, los animalescos anclados al terruño como El Coyote, Bisonte o Águila, el Leprechaum o Mad Sweeney (rey Eorann y Moria) de Pablo Schereiber, próximamente en serie Halo. Las Zorya´s de la Mañana, Medianoche y Noche, el inconmesurable eslavo Czemobog en la piel de Peter Stormare con su juego de hermano negro y blanco en el tablero de damas... más pérdidas.
Otras representaciones mitológicas aparecen como el Barón Samedi y el vudú alternativo de Maman Brigitte, la teatral Columbia y su pareja Donar el Grande, antes de la llegada de Miss Liberty. Miss Bast y Mr. Jacquel como perro y el gato, reverendos y sacerdotisas sagradas, o el exotismo de Mama-Ji en la piel restaurada de la actriz Sakina Jaffrey, los árabes Salim y El Genio Ifrist, Ame-No Uzume y el cherokee Nun ´Yumu` Wi como monstruo de piel dura, Sam BlackCrow, la Reina de Saba o mantis copulativa Bilquis interpretada por Yetide Badaki, Mr. Ibis o el Dios Thot de Demore Barnes (Hannibal, 12 Monos) y, por último, con Bird y Tiger, Mr. Nancy o el rutilante parlanchín, cuenta-cuentos, Orlando Jones.
El ambiente entre aquellos Old Gods y los nuevos capitaneados por Mr. World o la Red de Redes (dioses o monstruos) se va enrareciendo, hasta sopesar la pérdida de identidad o interés. Remarco, sólo mantenida por algunas interpretaciones o el concepto visual. En la próxima guerra, quizá tomen partido por el poder incalculable de la Red, junto a su fiel Technical Boy por un zigzagueante y sintético, Bruce Langley, la colorida Nuevos Media, The Spooks y The Children, los Mr. Road, Mr. Town, Mr. Stone o Mr. Wood, como los nuevos Mr. Smith´s de esta Matriz. Bacchus, Dvalin y Sindri, los diversos dioses/as hindúes, la representación del Money o The Bookkeeper, The Caretaker del actor Eric Petersen, el faro apagado de Argus de Christian Lloyd y el iluminado The Son interpretado por el actor de origen coreano André Dae Kim. Si te suena de algo, esto es un popurrí... de American Gods.
En los actuales protagonistas de la serie, chispea el aire sobrecargado del pasado y se va calentando entre los vapores de un confrontación sangrienta y binaria, que nubla más de lo normal, nuestra vista al otro lado. La división crepita en los cables, se nos pelan en algún trayecto, atrás y adelante de la historia, alterando su estructura molecular o su existencia en la mente extendida, globalizada.
Sus futilidades o graves acusaciones, nos tocan diversas ´fibras` ópticas, dependiendo del origen de nuestras creencias o la futura de la misión encomendada. La lucha épica, veremos si tanto en la tercera o será un fracaso... son dos seres que divergen más allá del contacto físico, que se erigen en líderes de dos formas de disuadir la existencia o representar la desaparición final.
La esencia se separa, disgregando el sentido único, aumentando la distancia entre carne y el saber, entre nacidos y resurgidos, mediante la participación de numerosos elementos de cada especie, entes mágicos, súplicas, conexiones superlativas o dispositivos sensitivos... cada vez más insensibles. Sus dos presencias, bifurcan el camino de los humanos, viejos habitantes de los U.S.A. y el resto de la Tierra, mutando la odisea pasada de aquella "supuesta" Humanidad y nuestro porvenir como especie inteligente, o nueva masacre.
La fe ciega en un proyecto, puede venirse abajo como castillo de naipes, juego en lucha con una conectividad de andar por casa, mirando el presupuesto en efectos especiales y los viajes temporales. Los extremos de ambas tendencias episódicas y hasta filosóficas, son las que nos mantienen con vida, las tendencias teológicas, no referentes en el espectáculo visual, no llegar a mojarse y, los avances tecnológicos, van tomando más peso en la serie y nuestras vidas. Sinceramente, faltarían nuevas facetas o caras... ¡Delete!
Las diversas escenas, poco asépticas, mayoritariamente son muestra catártica de aquellos ancestrales seres, barajados por la diosa fortuna, capricho de los actuales guionistas y showrunners... y la mano experimentada de Gaiman como sibila profética.
La Tercera Guerra... Inmortal.
Todo empezó como suelen hacerlo las leyendas, con obscuridad, o la salida de una caverna. Historias de guerreros al estilo Gaiman, con sus repercusiones en el presente. Nos topamos con terribles consecuencias en errores pretéritos, ante la eternidad de la fama y la rápida implantación de lo nuevo, con su caducidad vertiginosa... se podrán reparar a sí mismos?
El linaje es un cableado sin fin, que nos rodea entre sedentarismo y el nuevo entretenimiento. Cuando el gran Odín, tensa la cuerda de la memoria y la sonoridad de Mr. Wold, se produce un choque temporal entre civilizaciones antiguas y sus ideas y el humor vitriólico sobre los Media, tan serios y eléctricos. No, ellos no necesitan resurrección, existen y se quedan sin más. No existe el suicidio, sino la interesada desconexión de alguna de sus partes... o del Todo.
Cuando los nuevos dioses asesinan al viejo Wednesday, Shadow obedece sus antiguas órdenes cumpliendo su vigilia encarnizada, imitando el acto de Odín de colgarse durante nueve días del Árbol del Mundo atravesado por una lanza y convirtiéndose al rito. Shadow muere y vuelve a la vida, para sorprender con su linaje divino y establece que Norte América es pésimo lugar para dioses, ahora frente a su hermano Loki... Hijo de resentido y renacida, mientras Anansi se entrega a la labia y los juegos, la diosa se entrega al futuro adoctrinamiento de seguidores. Vamos, como una red social, que combatieran... los unos contra los otros.
Así, estos arcanos de egolatría infinita y otros menos ilustres, se mezclan en Starz, celestial o caprichosamente, cambiando perspectivas de invitados a su fiesta televisiva. Al percibir próximos encontronazos, eternos Nativos versus inalcanzables Modernos, sin saber los efectos de ese Todo... o Nada. Aquí se van escondiendo las claves, llaves de puertas a un cielo, o infierno no eterno, sino digitalizado. que empezamos a compartir.
Fuego gélido frente a las ambiguas lecturas de la historia, tan calientes como la crucifixión u otras. Egipcias masacres, horrores escandinavos, invasiones no civilizada, excursiones sangrientas por el mar, llamas ardientes que abrasan la carne de los hijos, esclavitud de infinitas formas. Rayos y truenos, esto no es lo que esperábamos, Mr. Wednesday, como el sometimiento natural, la muerte. La prueba está relacionada, con Shadow Moon y su ex-mujer, media naranja desvitaminada, Laura interpretada por una mortecina y pálida Luna, Emily Browning, buscando nuevos alicientes laborales y mágicos.
El mito ancestral y aparentemente viciado, en contra la razón binaria, más contaminada todavía. Buena, bonita y veloz, globalizada, en datos conformados por ceros y unos, son púgiles eternos que debaten sus diferencias históricas, en un enfrentamiento que pertenece a los dioses y los caídos en la lucha. A aquellos seres derrotados por la experiencia o los encumbrados por nuestros temores o dudas. Esto es, una guerra de textos antiguos y logaritmos, en estrategia complicada que inventa o trata de dilucidar una entrada ilógica a un mundo exclusivo de muertos y muy vivos.
Para muchos otros, videntes o pensantes llenos de incredulidad, este trabajo "serializado" de Neil Gaiman y sus Eternos, recorre un camino diluido en experiencias inconexas o superficiales entramados mitológicos, constreñidos por los espacios vitales o imaginarios. Especialmente tan catárticos como efímeros, pues fallan determinadas conexiones o explicaciones coordinadas, que favorezcan el desarrollo de sus acciones e historias paralelas.
Difícil de remediar, a no ser con ayuda del humor negro. Necesitaríamos varias vidas en adelante, o no, para dejarnos cautivar profundamente por estos amiguetes en busca de un rebaño, mientras las ovejas humanas andan descarriadas, al frente del espectáculo televisivo o detrás de la muerte.
A veces se prima el espectáculo visual y los efectos de cámara, otras se visita el pasado, mirando con imaginación a ese ombligo histórico y legendario, retratando a los seres humanos y esos otros caprichosos individuos, que combaten el tedio con chistosos comentarios y violencia desatada, ante una guerra inminente de dos bandos, prácticamente incompatibles.
La sucesión distópica está servida, como el propio desencuentro histórico entre nuestras mentalidades opuestas, que se han encontrado en una red de alta velocidad, sin preparación ni entendimiento. Una especie de torre de Babel, que sería la entrada al novedoso conocimiento y el poder sin medida, de trágicas consecuencias que aún permanecen escondidas en el tablero vital.
Porque lucha anunciada, tanto como encarnizada, se hace esperar. Incluso sobre la duración de cada temporada que se completa con esos 8 episodios esquivos, para diez anunciados, y múltiples sensaciones cuando todo presagia un desenlace conflictivo. Con cada discusión o enfoque acalorado, se prescinde de grandes movimientos de masas y efectos espectaculares, quedando en una ligera tormenta, neblina de diseño, propagada ácidamente por nuestras arterias oxidadas. Que ahora, se convierten en comunicaciones horteras y desprotegidas, quiero decir, las vacuas relaciones perpetradas por redes sociales y... que tramarían el control exclusivo de nuestra vida... o almas.
A uno u otro lado del mundo o del árbol de la vida moderna, Yggdrasil de reproducciones, con Mr. Odín y Mr. World, se confabularon las mismas constantes trágicas. Si bien las referencias sociales y culturales, inciden prácticamente en una entidad. No un Dios, sino la real idea, basta existencia, de emociones resueltas en duelos en Ok Corral, de la sangrante propaganda y verdad rocosa, llamada Norteamérica.
El odio se ha ido cultivando de igual forma que el hambre, incesante y paralelo a lazos fraternos entre civilizaciones, con el miedo instalado sobre campos de rancio abolengo, y diferentes créditos. Múltiples capas o generaciones, amontonadas como osarios, de diversas texturas y colores, por edades. Pronosticando un nuevo misterio de plástico fluorescente en la superficie, la actualidad visual que infecta todos los rincones. A través de mares de conexiones informativas y océanos de cobre, nos meteríamos de lleno en otra realidad alternativa, frecuencia sonora o ritmo cardíaco, bum-bum, que nos engloba a todos, como el amor o el dolor. Tal vez, aún más trascendente e inmenso.
Un himno de modernidad eléctrica se está componiendo, con notas siseantes y crepitantes, venganza, odio, horror... noticias bastante desquiciadas, en busca del control de aquel Todo, que los dioses propagaron. A imagen de nosotros o Us, tal como diría un ser dorado con su pesadilla institucional, al que ese todo, le habría costado el doble o... casi la vida, entonces.
Historia de América, borrosa a simple vista, por ahora. En los límites de la naturaleza y con nuestras huellas difusas en el horizonte, transitando viajes físicos sobre carreteras de la actualidad, más profunda u olvidada; donde la condición consagrada es mero recuerdo y este espíritu romántico de cuerpos macilentos, viene condimentado de chistes, de diversos gustos interpretativos e incómodas declaraciones sexuales.
Otras sensaciones personales, como estampas monumentales u olímpicas, recuerdan a héroes de antaño, historietas de cómics o fábulas de gladiadores, con sus batallas míticas. Y demás seres mitológicos, difundiendo la manipulación implícita al ser humano, que llevada a la información y los nuevos medios de comunicación... es visualizada como un nuevo tipo de esclavitud. Dos concepciones del mundo.
Es decir, American Gods o el tipo de complejos superhéroes con poderes místicos, sobrenaturales, llaman nuestra atención, porque se mantienen intrincados, conceptual y culturalmente. Se muestran sigilosos entre la multitud, cutres o peligrosos, despiadados, mentirosos, enamorados o no, tramposos, descatalogados... o infinitos... En busca de fans sobre la parrilla mediática, ante una posible negociación.
La imagen de deidades honradas o poco bendecidas, a veces, parece fortuita o hueca, también. Debido a muchas revisiones del guión e ideas pululando sobre cableados esquemáticos de televisión moderna, basados en frialdad ambiental de automatización, la lucha infecta de especies visuales y esta subordinación sibilina a entidades poco concretas. Veremos dónde nos llevan próximamente sus exigencias, gracias divinas o exabruptos. Tal vez, a la decepción, el insulto y abandono por algunos televidentes, cansados de tanta palabrería y sarcasmo indefinido, tanta desilusión o exuberancia visual o componenda abstracta, tantas religiones o alianzas en curso... Sea moneda que debemos pagar... por ese particular, gran conocimiento.
Tal vez, al contrario... ¡reverencias y a otra cosa!
Una reunión entre Shadow Moon y Muerta, en la Luna. Hasta el fondo, a la tercera temporada.
American Gods Soundtrack, by Brian Reitzell
Vikings Soundtrack, by Trevor Morris.
Avengers Endgame, by Alan Silvestri.
Cinemomio: Thank you
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