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domingo, 4 de junio de 2017

Miss Sloane.


Pelirroja de armas... soltar.

El director de Postmouth (Inglaterra), el británico John Madden tuvo su éxito más importante tras la cámara con una representación que jugaba a la confusión de géneros en el teatro clásico. Una mujer interpretando en un mundo prohibitivo, donde los hombres tenían la llave del escenario artístico y de una sociedad de marcado rango sexista o machista. Desde luego, el de Shakespeare y otros siglos venideros, no estaba caracterizado por la igualdad en muchos campos (incluido la política), por lo que mujeres de otras épocas y actrices contemporáneas, luchadoras como Jessica Chastain se han ido convirtiendo en las abanderadas de un feminismo más combativo, para reclamar aquellas injusticias históricas y ciertas discrepancias actuales con un mundo dirigido, esencialmente, por hombres.
El director británico, tampoco ha perseguido el alegato contra los políticos estadounidenses, sino que ha desvelado los subterfugios internos del Derecho Constitucional. A través de una ficción ideada por el guionista nobel, Jonathan Perera, al identificar a una agresiva lobbysta llamada Elizabeth Sloane interpretada brillantemente por Miss Chastain, triunfalista y revolucionaria abogada que se implica en una personal cruzada contra el comercio de armas de fuego y en la defensa social de aquellos ciudadanos anónimos y caídos por las balas... hasta ser identificada con el propio carácter de la luchadora madre del escritor.

El caso de Miss Sloane, interpela a métodos inadecuados, a la fuerza de los gestos de una actriz extraordinaria, que dedica su esfuerzo a componer un papel difícil de ser reconocido en ciertos ámbitos estadounidenses. Es como si aquella muchacha enamorada de Shakespeare in Love, se hubiera enfundado el traje combativo en estos tiempos, y se hubiera dirigido a la cámara con los ademanes masculinos o la carga triunfal de "lo prohibitivo" para una trabajadora en un mundo dirigido por hombres.
En cada expresión, se nota su implicación y la libertad otorgada por Mr. Madden, la consagración y la lucha de una actriz con ciertos galones, que escogió este personaje por la gratificación personal y la lucha contra los intereses económicos de los poderosos lobbys norteamericanos, por encima de la seguridad o la vida de los ciudadanos.
Miss Sloane, además, tiene un plan perfecto. Su inteligencia y habilidad para el diálogo (con algún as en la manga de su americana), demuestra que las mujeres no necesitan otro tipo de armas, para hacerse sentir, siquiera el sexo. Aunque ella lo practique al estilo de un verdadero tiburón de las finanzas y las trampas consentidas por una pobre ley.

El guion indica que un país moderno y avanzado, puede transformarse en un extravagante paraíso para los corruptos, donde los mayores de aquel Exótico Hotel Marigold, se verían engañados por los mandatarios y la utilización de los recursos públicos, en su propio favor.
En este sentido, el director alcanza un alto grado de credibilidad y responsabilidad con lo desarrollado argumentalmente, ejerciendo tras la cámara de acusador y jugando con el suspense, para adaptarse a cualquier terreno y servir como un notable reparador de los excesos de la política. Sobre todo, sirviendo en bandeja de plata, los próximos movimientos de Jessica para el lucimiento profesional y el combate contra el exhibicionismo mediático de las asociaciones legalizadas por el Congreso de EEUU, los contratos armamentísticos y sus principales representantes públicos. Aquí comprometidos en las manos polifacéticas de grandes actores como Sam Waterston, el canadiense y televisivo Chuck Shamata o el siempre sorprendente John Lithgow, que forman un duro equipo en contra de la ´dama` que deberá acogerse a la Quinta Enmienda en su defensa.

Apenas hemos despertado a una pesadilla existencial, cuando la violencia va recorriendo las calles y escuelas. Cuando nos encontramos chapoteando sobre una tremenda e inquietante ciénaga, tragándonos el fango removido por los sucios medios sugeridos por la política y la justicia, sellando nuestros ojos ante el panorama de corrupción, disimulando la agresividad permanente que aparece a diario en los medios de comunicación... aunque, de vez en cuando, nos encontramos con un remanso de optimismo con ella. Gente comprometida con los inocentes, proponiendo en forma de largometraje, un horizonte más esperanzador sobre el pensamiento pacífico de futuras generaciones.
Acercándonos a la idea de una convivencia en paz. Esto es, sin instrumentos de tortura o muerte. El amanecer, tras una serie de noches consecutivas de insomnio, sexo de pago y pastillas (no tan anormal como parece), de alguien que se adelanta a los acontecimientos para buscar el triunfo, a través de cualquier resquicio judicial. El plan de una feminista y luchadora, llamada Jessica Chastain.

En el camino de la victoria, quedan historias de horror e intrépidos ciudadanos, enfrentados por la libertad de sus silenciados vecinos. Que, sin embargo, ven como sus derechos son pisoteados por el poder de esos "lobbys" e intereses económicos en defensa de una terrible y arbitraria Segunda Enmienda o derecho de los civiles a portar armas para ´protegerse` de amenazas, que podría ser ellos mismos o sus hijos. Curioso, o no...
Voces muertas que, no han alcanzado el nivel necesario para hacerse notar, trasladando la necesidad de sus objeciones o la conciencia colectiva contra esta violencia injustificada. Miss Sloane llama la atención con su medios masculinizados, de numerosos matices y decisiones comprometidas, lanzando una telaraña inmovilizadora hacia los defensores de la posesión indiscriminada o venta de armas de fuego. En el otro rincón de este ring cinematográfico, y legal, nos encontramos con un polifacético Mark Strong, un estupendo actor que emprende una encarnizada y amistosa batalla con una de las actrices más entregadas del panorama actual. Son los dueños del escenario, dominadora y sorprendido jefe, más bien, colega. Pues, acepta la lección con admiración.

También, destacables las actuaciones de jóvenes como Gugu Mbatha-Raw (La Bella y la Bestia), Michael Stuhlbarg o la canadiense Alison Pill, que acreditan su buen hacer, frente a la fuerza de sus mayores. Son los alicientes dramáticos y sorprendentes, de un caso revuelto que promulga la Constitución americana y el derecho meridianamente confuso, no tan favorable a la convivencia en escuelas y las familias, al deseo de sus hijos de pasear o estudiar, sin ningún tipo de amenaza sentada en el pupitre de al lado o en forma de bala perdida que impacte en su cabeza... gracias a la simpatía de un grupo anquilosado y anticuado ideológicamente. ¿Adónde llegaremos?... qui lo sa.
En esta batalla de nervios, creo que todos perdemos... unos, los votos necesarios y otros el dinero para otras necesidades. Mientras el periodismo, se cubre ante un juicio que investigue los errores en la entrega de esas armas manchadas con sangre inocente, y las pruebas conseguidas por medios más arbitrarios que adecuados para un equipo de colaboradores del derecho constitucional. Una de arena ensuciada y otra de cal, viva, como la piel pálida y atractiva de Miss Chastain.

La película se pierde en grandes diatribas, desprende libertad y conocimientos técnicos por todos los poros, gracias al guion que progresa en intensidad y en la trama elaborada, como un puzzle donde las piezas encajan en los dedos de Jessica y sus compañeros. Con la habilidad de sus neuronas, construir un caso que podría ser monumental y liquidar algunos resortes gangrenados, con el fin de terminar con el riego ilegal de muerte en sus barrios y salpicados con armas manchadas en nuestro futuro. Porque, ¿qué es una propiedad sin niños que la hereden...? Una mascarada o engaño, con cómplices en las cortes de justicia y motores de próximos actos violentos, accesorios que intervienen en la vida de los ciudadanos para continuar ganando dinero a sus espaldas. Gracias al terror y oscuros contratos firmados con las empresas de fabricación de armas u otros proveedores legales.
Un expolio de vidas inocentes y un camino legal para la multiplicación de dicha posesión legal o transacciones con dinero manchado, que se denuncian con complejos sociales, en este notable biopic judicial. También, un fondo terrible del dolor humano, con ejemplos y declaraciones de algunos miembros desangrados por la violencia, a medida que se descubren esos supuestos "accidentes" domésticos en crecimiento exponencial en los últimos años.

La mecha que enciende una automática pesadilla, propagándose de unas familias a otras, de la que se aprovecharán indudable, y desgraciadamente, los pistoleros. Las mentes desequilibradas o sociópatas, la prensa sensacionalista, los políticos con contactos siniestros y, especialmente, los vendedores y mercaderes en negro (o traficantes). Ejemplos de errores cometidos durante la historia violenta de la humanidad, con muchas empresas y etapas que aniquilaban la convivencia, mediante un proceso incivilizado. Donde cuerpos cubrían las calles, acribillados a balazos y las nuevas generaciones se descomponían a la intemperie.
Hoy, revivimos una vuelta atrás con otro estallido insufrible de violencia y terror. El cerebro humano se divide en dos zonas diferenciales, una pulula por ese lado oscuro y la atracción por instrumentos de sufrimiento, otra por la zona sabia e inteligente, que no se resigna a una responsabilidad subsidiaria. Que se enfrenta a tales procesos degradantes o mortales. Dirimiendo una batalla interminable, a la vista de todos (incluidos menores), sin medir las consecuencias de su influencia en esas mentes poco formadas o estables. Así, Miss Sloane se involucra con firmeza y valor, más allá de lo recomendado para un ciudadano medio, frente a grandes corporaciones o instituciones corruptas.

Esa responsabilidad inherente que demuestra Jessica Chastain, es lo mejor de la película, y alguna que otra medida sorpresa. Una actriz dedicada a otros logros sociales y apuestas futuras, como las deportivas de Molly´s Game de Aaron Sorkin o las repercusiones de una fama precoz en The Death and Life of John F. Donovan, dirigida por el indomable Xavier Dolan (también actor en Martyrs), junto a un excepcional reparto. Si bien, sus siguientes trabajos serán La Casa de la Esperanza dirigido por la neozelandesa Niki Caro, y otra mujer la contrata como una fotógrafa del gran Toro Sentado, en Woman Walks Ahead, la directora Susanna White (Our Kind of Traitor), en esta ocasión, reclamando derechos de los indígenas.
En definitiva, una carrera admirable en busca del pensamiento solidario y la acción, que Miss Sloane trata de infundir en la memoria colectiva por medio de un cambio necesario, especialmente en la visión masculina de la sociedad y los derechos heredados de sus compatriotas. Restos de una sociedad acostumbrada a enterrar a seres queridos y jóvenes desprevenidos en ajustes sangrientos... A la cinta se le puede acusar de algunos excesos, pero nunca de su necesario mensaje.

De otra manera, seguirá aumentando el número de bajas, el peso de mandatarios sobrealimentados, el producto del comercio indiscriminado o las torres de oro de quienes manejan el cotarro a la sombra de la justicia... señores de la guerra. A costa de mayor inseguridad y desprotección de los pueblos. Por tanto, se podría decir que, la posesión de armas no combate la muerte indiscriminada o el dolor, lo multiplica con numerosos casos o ejemplos, que quedan de manifiesto en la película Miss Sloane.
Una guerra inamovible como el pensamiento que se resiste a ese cambio en el comportamiento... el deterioro de nuestros valores como seres civilizados.
La queja no será relevante, hasta que los gobiernos atiendan nuestra demanda contra el terror, de cualquier lado, allí y en todas las latitudes del planeta. Y se comprometan a acabar con esta lacra, asesinos en serie, desequilibrados, maltratadores o violadores, terroristas, sobre un mercado libre, que provoca un verdadero cisma en las familias.

En el futuro, habrá que buscar la erradicación (física y psíquica), de cualquier resquicio mental que intente someternos con violencia y el miedo.

Tráiler The Zookeeper's Wife (o La Casa de la Esperanza), de Niki Caro.





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