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martes, 9 de mayo de 2017

Eight Days a Week.

The Beatles: Cine de Garaje.

Muchos los recordarán como los cuatro chicos de Liverpool, obviamente, dadas sus raíces incrustadas en los barrios que vieron dar sus primeros pasos, a veces dubitativos. Así como, el hogar de muchas familias trabajadoras de la ciudad del condado norteño de Merseyside (en el estuario del río Mersey y su estilo beat), luchando contra los acontecimientos rudos y los golpes vitales de cualquier índole.
Otros amantes de la música, preferirán el apodo de The Fab Four. Evidentemente, Paul, John, George y Ringo, son los componentes o eslabones, que comenzaron a alimentarse gradualmente en una "cueva", prácticamente a oscuras, pasando varias veces por Hamburgo en el trayecto a la fama. Así darían la vuelta a un globo terráqueo que se les quedaba diminuto, debido al impacto mediático y artístico, a la profundidad de sus acordes combinados con extraordinario tacto, a la calidad que escondían sus letras según aumentaba su experiencia y la evolución de su propio estilo musical.

Su nombre se ha convertido en toda una referencia para las próximas generaciones, que seguirán aprendiendo de aquella banda amateur de amigos (o no, sopesando la historia) unidos al salir del colegio para transformarse en otra entidad más prefesionalizada. Una metamorfosis inversa a la inmovilidad del personaje de Kafka, que irán creciendo gracias a su voracidad ingeniosa y esa capacidad mimética para aprender o evolucionar hacia otros géneros de nivel avanzado: mezcla de clásicos, rockeros, psicodélicos, folk o country, barrocos o ligeros como el pop actual, sobre todo, para un simple e indefenso insecto que no había salido de una isla, en principio.
Tres de ellos, se identifican con niños que sufrieron la separación y las dudas familiares, tanto, que no pudieron esquivar algunas de aquellas suelas infectas, que terminarían pisoteando (o intentándolo físicamente) su imagen y su siguiente trabajo... también, su cerebro inquieto, rebelde y creativo.

Echando la vista atrás, observando las múltiples fotografías que permanecen en el ideario colectivo, y las aventuras divergentes de sus películas, todo parece tan lejano que puede transformarse en una especie de sueño intermitente e irreconocible. Pero, resistiendo a golpe de batuta, menos mal, que nos quedan sus canciones y sinceras melodías (McCartney soporta las plagas), para recordarnos que fueron como aquel hermano mayor, que nos pasaba cintas grabadas con sus temas preferidos y estimulaba nuestro oído primerizo. Igual que, aquel amigo que se ligaba a todas las chicas que se acercaban mínimamente al grupo o esos colegas no tan agraciados que conquistaban por su carisma y su "simpatía", como siempre.
De viejos tiempos, desempolvamos los discos de vinilo y soltamos alguna lagrimilla (personalmente guardo incluso, me resisto, a tirar alguna cinta de cromo) donde escuchamos sus voces por primera vez y descubrimos un universo distinto de bandas. Aquellas emocionantes que transitaban por múltiples y variados, caminos, estrellas de un firmamento anclado en el tiempo, con infinitas pistas y sinfonías de placer, teclas irreverentes y pieles permeables para dejarse influencias eléctricas, gritos de animadores en vivo y alaridos de placer, cuerdas de los que pendían los amores fortuitos, y los de siempre, cuya esencia y elementos técnicos nos ayudaron a crecer y añorar su leyenda, casi mística.

La sombra del quinto Beatle... es extensa.
Eran los primeros años sesenta, cuando la música acababa de conocer a tipos extraordinarios como Buddy Holly, el dúo The Everly Brothers, el predicante del vértigo Little Richard, el guitarrista Ry Cooder o el maestro recién fallecido, elástico de cuerdas Chuck Berry. Por no mencionar al mismísimo rey del rock, Elvis, del que Lennon era admirador y vestía con orgullo su estilismo Teddy Bear de los comienzos. Corrientes y aspiraciones que fluctúan en una marea continua de eclecticismo.
Y mientras, los cuatro jóvenes (que luego serían 6-2, +1 fantasma) contribuyen al campeonato mundial, ganando encuentros a base de pelotas y alta fidelidad, o si sumáramos al cerebro del viejo y educado George Martin, más asentado con los pies en la tierra, formarían un quinteto de muerte. Cinco notas que se multiplicarían en una gama sonora sin precedentes en la historia del Rock, para demostrar que Liverpool abriría nuevos caminos en la música contemporánea y el rock. Aquí, desde la vieja Europa (que ya no es lo que era) hacia la conquista de nuevas fronteras artísticas y todas las gargantas que hervían de juventud y LOVE. Unas mayúsculas que sumadas a The BEATles, marcarían el ritmo en las próximas de-generaciones de amantes y oyentes.

La voracidad de estos "bichos" melenudos parecía incontrolable, se comerían el mundo, aleteando y saltando las distancias (algunas insalvables para la época), midiendo con sus prodigiosas antenas y palpando el horizonte, con sus tentáculos eléctricos. Capaces de otear y modificar el pensamiento, a pesar de las dificultades de todo tipo, como las tecnológicas y sus amplificadores Vox que frenarían las ganas de presentarse en vivo. El final de la plaga frente a las huestes de fieles silenciados.
Insectos que desplegaron unas alas tan brillantes como la psicodelia y sus derivaciones alucinógenas, o tan oscuras como el barroquismo clásico. Tan diferentes y fuertes que podrían soportar cualquier contratiempo, sobrevolar cualquier amenaza, acercarse a aquel tipo de aspecto hippie y su fe, conocido como "el hombre más famoso del mundo". Hasta que llegaron ellos -dijo John.
Claro, se armó la marimorena... porque sus palabras no quedaban en tinteros vacíos o partituras huecas, todas aparecían y siguen haciéndolo con tal fuerza, que cambiaban el mundo. O al menos, lo intentaron hasta que el cansancio, las mujeres, unas balas o la temible enfermedad, decidieron que con su silencio, estábamos mejor. ¡Qué hipocresía!, el destino.


Poco a poco, The Beatles irían ampliando las perspectivas musicales y sociales, más allá de una finita isla, defendiendo lo que casi nadie hace, a ese amor colectivo y abstracto, como la tangible paz. Multiplicando panes y peces, por discos inolvidables, desde una costa a otra, alimentando y divirtiendo a los jóvenes con expectativas o ´amansando` sus oídos, atronados por las bombas de la selva, relajándose con otras sustancias más oníricas y peligrosas, sin control, girándose al surrealismo en tantas ocasiones, que algunos estamos felices en observar sus locuras cinematográficas. A pesar, de algún resbalón sonoro.
Otras miradas insectívoras, se esconden y mimetizan con ellos, en esta era, gozan con sus contoneos cervicales y miran sus instantáneas invernadas, se regodean con su clase y presencia mitificada, con sus fragancias elegantes entre el pop y el rock de ida y vuelta (dependiendo de la época y el estado, de ánimo)... ellas, son las hijas y nietas de aquellos padres modernos, también insectívoros.
Aunque, sean acosados y maltratados, por mayores y crítica, rodeados por ellas, traviesas, devorados por los números incalculables mentalmente. Y físicamente, desprotegidos como estrellas que se apagan repentina y violentamente...

The Beatles se fueron perfeccionando, gustándose a sí mismos... o no, abandonando sus viejos y románticos envoltorios de quitina negra, para evolucionar a otras formas más contundentes, de piel y hueso, con formas intelectuales y oníricas. Gracias a esos acordes reconocidos por todos y las letras que han crecido hasta una adorable métrica, de sentidos metafóricos y diferentes. Más evolucionados que muchos escritos que se hayan leído, una sola vez en la vida o en libros que quedan aparcados en el interior de un polvoriento cofre, abandonado en el desván del pasado. Junto a otras cosas sangrantes, que prefiero dejar fuera de este comentario respetuoso y complaciente...
Su existencia e historia, se distingue de la vida real de los escarabajos, desposeídos de su fantasía visual y esa capacidad para soñar, contra la decadencia hermética de Gregor Samsa. Aquí reflejadas también a través de sus sorprendentes e inclasificables películas, desde la frescura de la primera en 1964, A Hard Day´s Night, solo dos años después de que el tema Love Me Do, se convirtiera en el primer romance universal o himno generacional de la banda.

Por tanto, comenzaré por el principio, no tan soterrado como el rock iniciático de The Cavern. Ni tan poco caprichoso como la sustitución de un batería llamado Pete Best y su precursor corte de pelo rockabilly (y del sustituto del estudio Andy White) que abriría un resquicio para colarse el gran Ringo, con su carisma, claro, y los flequillos evolucionados. Ni tan zurdo, que la guitarra pasara a manos del habilidoso George, desplazando a la izquierda de Paul al bajo, o las voces alzadas al vuelo con diamantes, que se irían intercalando con las cuerdas y esos acordes imaginativos. Violines en transición con guitarras eléctricas, clasicismo frente innovación, progresismo sin ira, efectos y loops, libertad, rifs grabados a fuego y feromonas, igualdad, drogas y sexo, en el Año del Amor, de la generación de los baby boomers. Dicho de otra forma, fraternidad musical...
La existencia de un virtual Sargento de la Pimienta, jefe de enamorados solitarios, y ya imagen de un todo terreno o representante llamado Brian Samuel Epstein, que confirió los trajes, sustituidos por casacas y bigotes; las corbatas y las formas de expresión, el recorte de sus vidas privadas, no de melena y patillas, y la forma de presentarse progresivamente a los medios... ¡cuánto pudo! Otro posible candidato al cinco, sin rimas, pero, esa es otra historia, que entra de refilón en el reparto de papeles, títulos de crédito en los documentales y memorias, alma del espectáculo visual y lejos de la sofisticación musical o expresiva, de otros seleccionados. Uno dentro de los mejores grupos del mundo. Señoras, señores... ¡con todos ustedes The Beatles!


Qué Noche la de aquel Día.

Éramos tan jóvenes, que debemos desprendernos de todo el polvo del camino, y observar este collage hipnótico alrededor de un centro monocromo. Sólo en la fachada, porque dentro predominan los colores cálidos y el polvo de las maletas, que llevan acumulado todo el bagaje de cientos de desplazamientos y opiniones encontradas. Un círculo de vicios, para relajarnos con la excelsa naturalidad de The Beatles y sus canciones, de su extravagante comportamiento al inicio, como si fuera de otra galaxia o esfera intelectual, desenfadada.
Es esta primera película de carácter documental, dirigida por un experimental, Richard Lester (el de Golfus de Roma, Robiy y Marian y Superman II-III) tras flirtear con jazz y ratones de comedia y Allun Owen guionista de El Criminal; poco tiempo después de que The Beatles se convirtieran en un referente visual sin preferentes, la imagen en blanco y negro de una generación multicolor. La sombra diaria de unos auténticos mitos vivientes, que el público juvenil adoraba y el adulto comenzaba a entender, unos chicos del portuario Liverpool, que amaban la música y sus instrumentos lógicos, con los que deseaban sacudirse el ambiente apretado de una caverna. Tipos de la calle, construyendo escaleras de rock al cielo, desde la nublada Inglaterra a los multirraciales Estados Unidos o el mundo.

Fue la época de la transformación de grupos como The Quarrimen (donde emergía Mr. Lennon sin gafas) y el sonido skiffle, característico de Memphis con rasgueos de guitarra acústica y banjo, de saludos efusivos y encuentros casuales en el autobús, entre fiestas que unían a personas con las mismas inquietudes y perseverancia, amor a la música. Con ganas para morder el universo expandido y saltarse las reglas establecidas, y las que se instalarán cómodamente en el futuro o el sofá, aunque tuvieran que cambiar la seguridad de unos míticos vaqueros por un vestido negro, sin fisuras. Es el momento, de esta Noche Como La De Aquel Día, donde cambió la vida de estos compositores, cantantes y músicos, pluri-instrumentistas con capacidad para emocionar al resto de mortales, con orejas. Inteligentes.

Tras el debut televisivo y la tonalidad fresca de su reciente éxito Love Me Do, se editaría el primer sencillo que iría a los primeros puestos de las listas de ventas, Please Please Me. Se construirían los cimientos de la primera concentración de 10 temas más cuatro sencillos, grabados en un solo día para EMI, que aparecen en el filme. Aquella nitidez, claridad en las voces y coros, crearían un nuevo sonido mezclado con letras románticas de estilo británico avanzado (mucho antes de la oscuridad del Brexit), en un sucesivo crecimiento con la profundidad temática de la "new generation".
Tras la sucesión admirable en la banda sonora, hallamos aspectos interpretativos como los enfáticos y profesionales Norman Rossignton (Tobruk, El Hombre de Una Tierra Salvaje) y John Junkin (Cómo Gané la Guerra), Victor Spinetti (Help!, Empiecen la Revolución Sin Mí) y Anna Quayle (Casino Royale, Chitty Chitty Bang Bang).

From Me to You, alcanza el primer número 1, seguido de 17 sencillos triunfantes que llegarían después en Reino Unido, cambiando actuaciones de Hamburgo y batería, a su expresiva, lanzadera, condensada, atmosférica, irrespirable, The Cavern.
Todo el éxito exuberante, les llevaría a una gira por 27 ciudades en EEUU y 30 conciertos desorbitados, antes de la llegada a la Luna. Sobrepasados por la asistencia tumultuosa y ruidosa, las carreras y empujones, saltos al vacío del escenario, curiosos, estampida ávida de nuevas experiencias sonoras y referencias culturales. Tras graves episodios dramáticos, grises rostros y guerras, aunque se dieran de bruces, con la escasa calidad sonora de aquellos equipos sin potencia suficiente u otras barreras ideológicas. Fueron, más que nunca, for ever, The Beatles, quizás, un sombra de envidia en algunas mentes adultas y sociales, de esa etapa cambiante.

En esta película, observamos la diversión de los primeros viajes y emociones, la sofisticación expresiva y el sentido del humor, la indisciplina de Lennon y la finura de sus cuerpos, figurines del gusto. Algunas anécdotas que han sobrepasado la realidad y comentarios de famosos, que se establecen en la mitología beatlemaníaca; acá está comprendido este gran salto, vertiginoso y estratosférico que supuso el sonido beatle y sus variantes angulares, desprendiéndose de estereotipos, marginalidades y los avisos recurrentes de fracaso, debido al uso de guitarras eléctricas y otros elementos que serían fundamentales en su estilo.
Significaría su primera pirueta declamatoria y dotada de naturalidad sorprendente, con retratos congelados de nuestros héroes en la memoria. Como si aquel día fuera hoy y esta noche de visionado, fuera eterna, viajera, transitoria... una propia revisión de su imagen y nacimiento, como cada producto visual en su época correspondiente, se educa y crece, se desvía de obligaciones y consigue fluir en libertad, aumentando más y más. Incluso, rebotando en las calles y dando esquinazo a sus admiradoras, como Charlie Chaplin y sus huérfanos, saboteando a los periodistas y desobedeciendo los deseos de sus representantes, haciendo chistes simpáticos.

Es una notable comedia entre notas de rock&roll clásico y aventuras al estilo onírico de The Beatles, al cómic y los dibujos animados. Más que un aviso, de lo que vendría a continuación... Su imagen, hoy, es monumental, mitificada, de otro planeta... el planeta Música.
Comprender todo lo que suponen The Beatles, las ensoñaciones de cuatro jóvenes hambrientos y simpáticos, irreverentes o azarosos, comprende una vida distinta e intrascendente, la de cualquiera de nosotros en nuestros diminutos habitáculos y aburridas existencias. Los besos dados y las palabras nunca dirigidas, los sentimientos que bailan en sus notas, del blanco y negro a un pensamiento multicolor, donde el cuarteto y sus vecinos animados, viajan en submarinos amarillos y letras surrealistas.
De repente, como una invasión de insaciables insectos, su imagen se reprodujo hasta la saciedad, en múltiples formatos, entre ellos, el cine de Richard Lester explicando un día cualquiera de sus enfatizadas vidas, algunas relaciones y escenas más reconocidas, o relacionadas con su trabajo visto desde diferentes emplazamientos, privados y públicos. Desde el matiz de diferentes voces que prueban su innovación sonora e imagen icónica, la experimentación con los recursos y la tecnología precursora, la personalidad de John Lennon, en un papel aún no tan indisciplinado y combativo como años después, el contrapunto estilista y arrolladora de Paul McCartney, conquistador y getleman, la sencillez y corrección de un George Harrison más joven y discreto, algo precavido, o la gracia innata, despierta y silenciosa como un felino, gracioso mimo, y padre acústico a la batería del pop/rock, Ringo Starr. ¡Welcome, un gusto!

Help!

I need somebody... será un presagio u otro tren perdido.

Es un grito. El éxito es tan fulgurante, que hoy nadie recuerda lo que costó hallarlo en ese principio, ni los esfuerzos acumulados y el desgaste que va adosándose al cuerpo como una rémora etílica o un viaje con Lucy. Quizás, por eso, The Beatles no pudieron controlar como ellos querían, su siguiente propuesta cinematográfica, Ayuda o Socorro (depende del rescate), acompañada de un argumento burdo y poco entretenido de Charles Wood y Marc Behm (Charada, increíble la diferencia), salvo las actuaciones tratadas como videoclips.
Se dice que falsificación o caricatura de las películas de espías a lo James Bond, no tiene sentido ni práctico ni estilístico, aunque los primeros minutos de los títulos de crédito se propaguen en nuestra cabeza, presagiando algo fantástico. Como la potencia de sus rostros, interpretando la canción principal de la película con un formato más programado, y Eleanor Bron (Al Diablo con el Diablo, Dos en la Carretera) haciendo de las suyas, a lo loco. Ah, además ahora en este fabuloso Eastmancolor, pero sería un espejismo tan solo.

Efectivamente, nadie dijo que esto fuera a ser fácil... aún restaban dos años para que el representante y guía Mr. Epstein falleciera por causa de un extraño cóctel de anfetaminas, dejando las relaciones personales en punto muerto. Continuaba el contrato con United Artist y la idea de esta película, resultaría un confuso panorama con críticas negativas, comprensiblemente.
Tras numerosas canciones que fluctuaban sobre el estado de enamoramiento recurrente, las baladas se apoderaron de la banda sonora, tan imprevisible como perdurable. Este pop con acento clásico, iba dirigido a sus nuevos seguidores, antes de su tercera gira a los EEUU, sus invasiones multitudinarias y el próximo episodio psicodélico. Personalmente, el estilo que los haría grandes (sin fronteras intelectuales ni barreras temáticas), excepto insultos de mentes cerradas y excomulgaciones de todo tipo. Incluida la separación de composiciones entre Lennon y McCartney, que concedían una encrucijada de choques reiterados. Posiblemente, esto se denote ligeramente en la película Help!

Mientras, Ringo seguía con su famoso traqueteo simpático y digital (dedo) por las Bahamas, con la nueva guitarra Rikenbacker 360 de 12 cuerdas, de Harrison y su tendencia hacia el hinduismo. Además será recordado como el Beatle que hizo que la banda fuera expulsada de Alemania por quemar preservativos y utilizarlos como luces de emergencia en el hotel. En ese momento, George Martin comenzaba a ver ciertos juegos como chiquilladas, que se reafirmarían al acudir a Haight-Ashbury y relacionar la música con un lugar de chiquillos consumiendo drogas. Ellos ya habían conocido a Bob Dylan y su interés por el cannabis. Daba comienzo una etapa más alucinógena y creativa.
Un compendio de formas adyacentes, que llevaría al grupo a dejar las giras por estadios y su música en vivo, excepto alguna azotea determinada (aquí me apetece recordar la escena final de la notable Across The Universe de Julie Taymor). Víctimas de un cansancio que se desprende en algunos instantes furtivos y descafeinados de esta película Help!, desprovista de frescura y con gags que no funcionaban ni se recuerdan, en general.

De todas formas, aceptando los errores y confabulaciones en la producción, argumento e interpretación, siempre es atractivo acercarse a este cuarteto de genios, capacitados para elaborar las armonías orquestales más reconfortantes y un estilo que propició otra apertura de mentes, tanto en la cultura de finales de los sesenta como sirviendo de referencia del rock progresivo, hasta nuestros días. Además, lo mejor estaba todavía por arrivar a buen puerto... a pesar de parecer estrellas invitadas en esta película.


El Submarino Amarillo.

Sargent Peppers... sería una inspiración, convertida en realidad. En 1967 con Magical Mistery Tour nos adentraríamos en su etapa más surrealista visualmente y la anticipación del proto-metal que vendría con Helter Skelter, incluida en el vital 68 en su famoso Álbum Blanco.
Pero, antes se sumergirían con los admiradores en otro vehículo de transporte irreal, del que guardamos un poderoso recuerdo gráfico y onírico. The Yellow Submarine se convierte en un divertido biopic de viajes exóticos y un universo apocalíptico de azules (Blue Meanies eternamente circunspectos), que odian la música y rebajar el sentido multicolor de Peperland. Para ellos, los cuatro más uno, se convertirán en héroes románticos con sus uniformes de gala de esta simpática banda militar, cantando y floreciendo con sus temas más vanguardistas, plenos de sensibilidad artística y metafórica. Defensores de la diferencia y la convivencia, de la naturaleza y el arte, de una estilo armónico con continuas disonancias y repeticiones, efectos especiales para el mayor juego musical de la historia.

La película Yellow Submarine de 1968, fue dirigida por el animador canadiense de cortos para los estudios de TVC en Londres, con George Dunning basándose en la canción del dúo compositor y extendida libremente por el escritor Lee Minoff. Junto a los productores Al Brodax-Jack Mendelsohn (Krazy Kat, Beetle Bailey) y el guionista de Love Story, Erich Segal. El resultado fue magnífico y brillantemente colorista. Por otro lado, The Beatles poseían su propia serie de televisión animada, con ellos mismos como héroes protagonistas, sin guerreras ni barbas.
Ya conocían a Elvis Presley en su mansión de Bel-Air, y se disponían a ejecutar su último concierto en vivo, en la quinta gira estadounidense, sobre el Candlestick Park de San Francisco, abiertos al estilo hippie y la evolución de su pensamiento social y político. All You Need Is Love, abandera la causa de todos aquellos que se levantaron contra le guerra de Vietnam y en favor de la paz mundial, cerca del vodevil surrealista y la composición más ecléctica de estilos y efectos visuales, de Brian Begun actual compositor gráfico de Digital Domain (Piratas del Caribe, TRON y otros éxitos actuales) y efectos visuales de Chris Caunter, también el The Wall de Pink Floyd.

Posiblemente, esta agradable experiencia condujo a George Harrison hacia Monty Phyton y su amistad con Eric Idle, que le llevaría a producir filmes como Life of Brian o Time Bandits. También a mantener con alegría, la amistad de Eric Clapton a pesar de ciertos problemas de faldas o formar un nuevo grupo con el mismo Dylan, Tom Petty y Roy Orbison, y guiaría los pasos de sus miembros, hacia otras inquietudes o conciencias recaudatorias con los damnificados del desastre natural en la India y aquel concierto de Bangladesh... el dinero no lo era todo, en sus cuatro fulgurantes vidas y sus próximas inquietudes por separado. Su excepcional vida, inquietudes personales y calidad como guitarrista, quedaría reflejada en el documental de 2011, dirigido por el gran Martin Scorsese y titulado George Harrison: Living in the Material World.

Debe quedar claro, visto desde el exterior, que Scorsese es genial y hace un monumento histórico, entrando en detalles no tan rimbombantes al estilo de su película 'No Direction Home' sobre Bob Dylan. Agrupa a un enorme elenco de personajes, Paul y Ringo, Eric Clapton, Tom Petty y Astrid Kirchherr, al hijo de Harrison Dhani y la mexicana Olivia Trinidad Arias (viuda de George), que también produce y refleja el cariño de todos los participantes en el documental. Pues, quién no se emocionaría con la intensidad de aquellos días, los recuerdos y expresiones más simples, y la creatividad fluctuando en el estudio. Incluso en el tema de su infidelidad, Olivia expresa libremente, como cualquiera de las bromas de su esposo: "- ¿Cuál es el secreto de un matrimonio largo? - ¡No se divorcie!"

Sargent Peppers y Yellow Submarine, es aquella etapa dorada y azulada de The Beatles, en la que muchos nos quedaríamos a vivir, meditar y disfrutar. Entonces, llegó la muerte de Epstein, escándalos sexuales aparte, la aparición en estudio de Yoko Ono y los últimos suspiros de los seguidores tras un retiro espiritual.

Backbeat (1994)/Nowhere Boy

En este apartado, además de la consabida Across the Universe y sus elaboradas escenas, con un estímulo vocal de todos los presentes a la proyección, a coro claro, recordamos otras dos películas que ahondan en las vidas de algunos protagonistas. Backbeat abre la caja privada de aquel escocés llamado Stuart Sutcliffe, con su infortunio interpretado por Stephen Dorff, su relación inmediata con John Lennon (el actor Ian Hart) para formar Long John and the Silver Beatles, y la novia alemana del primero, cuyo papel interpreta Sheryl Lee. El primer bajista de la banda en que sugiriera la metamórfica nomenclatura, en homenaje a Buddy Holly y The Crickets (o grillos), en complacencia colepóptera o guiño animalesco, no era ningún virtuoso .
Dirigida por el londinense Iain Softley (K-Pax, La Llave del Mal) muestra sus problemas internos y las escaramuzas, las difíciles relaciones con sus compañeros, dado su personalidad convulsa y cierto carácter contemplativo o esquivo, respecto a las necesidades musicales del resto y la imagen pública. Tampoco se desprende de las imágenes, un comportamiento demasiado arisco, pero sí las secuelas de un enfrentamiento rival con aquel duro pateo de la cabeza, que afectaría gravemente a su salud.

El estilo Merseybeat...

En un triste día de 1962, llegó la triste noticia desde Alemania, ya que el verdadero hacedor de la melena beatle y desafortunado, Stuart Sutcliffe había fallecido repentinamente por una hemorragia cerebral, con lo cual la banda tendrá que sustituirle (un cambio determinante para su futuro) para la grabación de una prueba en Padaphone (hermana pequeña de EMI en Londres) y edición de 4 temas compuestos por la pareja Lennon-McCartney. Tal vez, una de las más prolíficas y conflictivas de la historia del rock. Por cierto, las cintas garantizadas de aquel registro histórico, fueron destruidas como ocurría normalmente para una sesión de prueba, pero serían recuperadas dos grabaciones monoaurales como un recuerdo inusualmente desclasificado, especialmente, tratándose de los mediáticos Beatles.

En Nowhere Boy, la directora Sam Taylor-Johnson, se acerca a la intimidad de los primeros años de un Lennon y su creciente admiración por El Rey y aquellos primeros contactos con la música, la adquisición de los primeros instrumentos y amistades. Interpretado por su exitoso hijo Aaron Taylor-Johnson (Kick-Ass, Animales Nocturnos) y su tía, Kristin Scott Thomas, a cargo de su educación, tras la separación traumática de sus padres y una dura elección personal. El resultado es una mirada entretenida de su biografía, y un ejemplo de aquel sonido renovador.


Eight Days A Week.

El Escarabajo... curioso insecto de la familia de los coleópteros (significa estuches o cofres con alas, como la forma y funda de una rotunda guitarra) y miembro sagrado en la civilización del Antiguo Egipto que perpetuaba la buena suerte, la fuerza y el poder religioso. Así como fuente de la eterna juventud, alcanzada a través de la resurrección. Significaba su concentración energética, en un pequeño animal que simbolizaba la fuerza renovadora del Sol y se esparce por todos los territorios o ecosistemas del planeta. Más o menos, como sus congéneres musicales y su diversión radiante.
Su estirpe se perpetúa en el tiempo, como su trabajo, poseyendo más variedades diferentes (hasta 375000) que ninguna otra especie animal. Incluidos, por supuesto, los seres humanos con traje y corbatín.

Y en las relaciones, sin embargo, al verse involucrados con nuestra propia existencia o vida inteligente, han desarrollado facultades fuera de lo común. De movimientos armónicos, para protección de sus familias, y poderosos escudos con forma de élitros acorazados; recogiendo y reciclando, para dar un cobijo a sus nuevas generaciones; levantando masas superiores al peso de sus cuerpos o propagando su éxito espécimen a otros miembros (lo siento, no puedo aceptar miembras) del sexo opuesto, con dedicadas y atractivas feromonas o también, emisión de sonidos característicos. Mutando en el tiempo y pudiendo volar a cualquier confín de la Tierra, sin apenas sentir fatiga o desánimo. Algo espectacular para una pequeña criatura, de oscuro impermeable y brillante exoesqueleto.
De igual forma, se ha desarrollado este grupo de éxito por la naturaleza del cine, siendo capaz de transformarse en una especie única en su género, díscolo, evolucionado y protegido por un caparazón casi indestructible.

The Beatles trataron de protegerse de las críticas e imprecaciones externas, como un insecto de sus depredadores, con su movimiento incesable y sus modos de esquivar los peligros. Además de un deleite para los oídos, con ese ritmo indescriptible y motor para nuestros pies. Se inician en el frío interior de una caverna, como sus pequeños amigos invertebrados, en una larvada forma o pupa, redirigiendo su vibrante sonido a Liverpool y sus vecinos, en una progresiva metamorfosis. Hasta abarcar largas distancias, desde esas raíces juveniles con querencia por los clásicos y el rythm&blues, la experimentación sonora antes de otras aventuras más eléctricas.
Por consiguiente, irían expandiendo su música a todos los niveles y medios, su influencia más allá de la isla fue avanzando con el ímpetu creativo de sus genes y la creatividad artística, el dominio de todos aquellos resortes roqueros de moda y posibles derivadas. Su imagen surcaría los cielos en cualquier disposición o ubicación conocida, como lo haría su impactante estilo y las evoluciones ideológicas o personales de cada miembro. Hombres-insecto pertenecientes a una de las bandas más influyentes de la historia.

El skiffle se hizo extremadamente popular en el Reino Unido a finales de los '50. Lonnie Donegan se dio a conocer internacionalmente con la canción "Rock Island Line", junto a otros grupos conocidos del Reino Unido son The Gin Mill Skiffle Group y The Quarrymen... los que más tarde se convertirían en The Beatles, en una larga evolución hacia el rock&roll y la psicodelia.
Precisamente, apuntando a este puesto crucial dentro del romántico universo de la música y su historia, planea con impulso imparable (entre diversos vaivenes o situaciones), la permanencia del legado beatlemaníaco a varias generaciones. En la actualidad, bajo la forma de una nueva película documental, curioso pero algo destartalado, no tanto cronológico como estructuralmente, los cuatro de Liverpool son protagonistas de su propio encuentro musical y la situación mediática. No podría ser de otro modo, a través de esa perspectiva histórica o mirada social que sorprende a unos jóvenes triunfadores, inmersos en un desarrollo personal y transformación musical.

Eight Days a Week (The Touring Years), sobrepasa ese aspecto visual de los archivos, para acercarse al individuo. Aunque de forma más escueta que en otras antologías anteriores, mediante la fuerte resistencia del exterior que desprendían algunas de sus opiniones fuera del mundo discográfico. A medida que su carrera avanzaba, los extremos entraban en conflicto, al igual que ciertos intereses particulares, dividiendo la posición de la banda frente a poderosos enemigos y reflejando dudas respecto a su independencia o intimidad. Sin embargo, el documental mantiene la esencia de los comienzos, y su imagen tras el espejo, secuestrada su juventud por la industria musical que giraba a su alrededor. Un trabajo de incalculable valor, según nuestro cariño o admiración, bajo la nostálgica mirada.
El filme, de algo más de dos horas y cuarto, bucea en las relaciones privadas de aquellos inicios y sus arrolladoras giras hacia el éxito. Del blanco y negro al color, del blues a la psicodelia. Su comportamiento burlesco con los profesionales, representantes y los medios; la puesta en escena, medida o espontánea, con aquel público juvenil de afluencia masiva, para dejarse la voz y las ganas. Aquellos maravillosos años...

Otras hostilidades, o heridas, mezclan imágenes asombrosas dirigidas por el director de Oklahoma, Ron Howard. Ahora enfrascado en producción de Zelda (sobre la esposa del escritor F. Scott Fitzgerald) o una historia espacial titulada Seveneves. Recopila imágenes definitorias de una sociedad cambiante,y un guion neutro de Mark Monroe, recreado en la historia de P.G. Morgan (autor del texto documental de Roman Polanski: Wanted and Desired).
En su interior reside la polémica también, con distintos estadios que van, desde la creatividad artística a la falta de medios técnicos; así como navegar distancias inabarcables por entonces. Pensamientos insalvables especialmente para la sociedad norteamericana y sus cambios fundacionales, sufriendo la crítica más recalcitrante de aquellos, enemigos del avance cultural. Extrapola su postura al lado, de la imparable visión de una mayoría juvenil y su conciencia frente a los abusos o la corrupción (esa, de que Elvis se empalagaría, según refleja Nixon vs. Elvis). En definitiva, una juventud ávida de profundos cambios, en favor de la igualdad y libertad sexual, que permitiría esa expansión imparable del baby boom y su crecimiento en las siguientes décadas.

Sus cuatro rostros, cuadriculados en las portadas, abarcan estas diversas etapas. Desde 1962 y el primer disco, sus primeros números 1, hasta el fin de los conciertos multitudinarios en 1966, con aquella última aparición en el escenario de San Francisco. Luego, la salida inconmensurable de su Sargent Peppers and Lonely Hearts Band... con aquella florida e histórica portada diseñada por Peter Blake, que nos hace soñar y sorprendernos aún.
En el filme, observamos de nuevo, aquellas oportunidades y tensiones, sus famosos flequillos móviles y apariencia elegante, que no pasa desapercibida, las ganas de divertirse y empezar a formular mensajes de todo tipo. El sentido que definía sus diferencias, o colores sonoros, frente a la gris existencia de la niñez de algún componente y la repentina muerte, del que funcionaba como pegamento. También, los muertos de la guerra, por supuesto.
El rock que triunfó con movimiento de pelvis, lujurioso para algunos, se identifica con estos ritmos divertidos y se dirige hacia una mirada más evolucionada, moderna y eléctrica. Identificando a una generación con otra siguiente, uniéndoles con directas letras hacia la protesta y el amor, individual o colectivo. Diseccionando musicalmente, las relaciones privadas o emocionales entre chicos y chicas, sus apasionados conciertos en la grada y, sobre todo, mucho baile. Pues todo el mundo cimbreaba sus caderas o movía sus crecientes melenas al viento, cuando poco a poco, el aire fresco conduciría sus pasos a una verdadera comunión y total transformación de su existencia... más universal. Y la nuestra, con ellos y su extraordinaria música.

Vemos el proceso endiabladamente veloz, del triunfo, con excelentes secuencias propias o retratos de anónimos espectadores en éxtasis libidinoso y sonoro. Famosos exaltando y gritando sus frustraciones o amores, sensaciones con ellos. Detallado en cada surco de piel o sus discos, a través de sus impertérritas y LP´s históricos, para evolucionar con sus mentes y apurar el crecimiento individual de cada miembro de la banda. Comprobamos el desarrollo de su amistad (anterior a aquel fatídico 31 de Diciembre de 1970, de su definitiva separación sobre un tejado acústico) y la exaltación pública de su influencia en nuevos grupos.Incluidos los más grandes compositores clásicos como Beethoven, Mozart... o músicos como aquel destronado, temporalmente, pues su rock&roll es inmortal, Mr. Elvis Presley.
Su aroma se detiene en cada disco y se exhala en cada parada de una gran ciudad, aireando las personalidades de los 4 de Liverpool durante aquel cambio colectivo y generacional, también rítmico e ideológico.
Se denota en el documental, la forma de ver el mundo a su alrededor, constriñendo las distancias aún más (hasta la actual globalización) y difundiendo sus estados de ánimo a un público fiel e inteligente. Como un coro de gritos desesperados de ayuda, help I need somebody... ante los alaridos de admiración y el crecimiento imparable del fenómeno. Hoy reconocido como "Fan".

Profusas irrealidades, propias visiones... una gama inmensa de colores en contraposición: industria, opiniones generalizadas, sustancias desmaterializadas y otros humos clarificadores... apatía, miedo, experiencias, espiritualidad. Otra distancia más.
Todo aquello sucedió, año tras año, ocho intensos, sin apenas darse cuenta. Trastocó su existencia y el proceso de aprendizaje, desvirtuó su conexión con el público y estructuró otras partituras más acordes con su personalidad, para olvidarse de angustiosas o tumultuosas representaciones. Más teatrales y visualmente mediáticas, que atractivas por la claridad sonora.
Este inicio del movimiento fanático, pudo costar caro. Las multitudinarias actuaciones, sensacionales como documento gráfico, también significarían una transformación de la forma de escuchar en directo. Algo nunca visto hasta entonces, con estadios y masas sincronizadas, como una marea vocal. Algunas declaraciones de los jóvenes en su época y anécdotas difuminadas por el tiempo o matizadas por los cambios sociales de la actualidad. Todo eso fue, ocho días en una semana, en compañía de seguidores, giras anuales y focos del estrellato o la prensa. Fotos infinitas, sesiones mágicas, grabaciones, vídeos y películas. Cine para amigos de los insectos y el british beat, tras numerosos vuelos y sorprendentes situaciones laborales.

Joh, Paul, George y Ringo... delante de la cámara (hoy de Howard) se manifestaron mejor con su música, para edificar su leyenda. Cuando a la aventura personal y locura colectiva, se suma otro prisma de mentalidades menos retrógradas... al ritmo cálido de una nueva guitarra ... o la batería. La mítica de The Beatles, siempre estará ahí, para nuevas generaciones e inquietudes, para el deleite de futuros oídos.
God Save to Sargent Peppers and Lonely Hearts Club Band. Es decir, a los escarabajos más cinematográficos... o brothers.




Eight Days A Week - The Beatles.

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