Italia y el terror silencioso.
El cine italiano de terror ha tenido siempre una presencia sangrienta en el mundo scifi, desde las historias de asesinatos brutales con directores que dieron brillo a sus cuchillos o afilaron sus hachas entre las décadas de los sesenta y ochenta, como Mario Bava, Lucio Fulci y sobre todo Dario Argento. Son los recuerdos de cinéfilo en cines de doble sesión, cuando se proyectaba un filme del oeste junto a otro más terrorífico.
Luego llegarían las voces e imágenes de ultratumba, monstruos sedientos de sangre y ritmos enloquecidos con guitarras eléctrica, entre colmillos y desgarramientos de todo tipo, cuyo máximo exponente podría ser un hijo convertido a la carne más purulenta de nombre Lamberto.
En Across the River, o traduciendo el título directamente del italiano "Encima del vado", el terror cuenta con un protagonista que trastoca los antiguos planes del cinema giallo. Ya que se trata de un científico y biólogo, caminando durante gran parte del rodaje por las tierras sombrías en la frontera entre Italia (nacionalidad del protagonista Renzo Gariup) con Eslovenia, y estudiando a los animales en su ecosistema natal y libre, mediante el material disponible a su alcance.
Para completar sus estudios naturalistas, concretamente con los escurridizos y solitarios zorros en sus momentos de caza, se vale de cierta tecnología y grandes dosis de paciencia, como buen investigador que se precie.
Poco a poco, y debido a hecho aparentemente casual, se irá convirtiendo en un apartado y obsesionado con sus actividades científicas, hasta que se encuentra con lo inesperado y su actitud cuasi ermitaña devendrá en una especie de comportamiento errático y una reclusión obsesiva. De tal forma que perderá el contacto con compañeros y autoridades, mientras el director italiano y coguionista de la historia Lorenzo Bianchini (ganador del premio como mejor director en Molins del Rey) reproduce secuencias envueltas en niebla, oscuridad, y efectos visuales al mejor estilo con que Clarice Starling era visualizada por el curtidor de pieles, o Ángela Vidal y su cámara se enfrentaban a las hordas zombificadas en REC. La visión nocturna, en este caso, de la naturaleza salvaje.
Aquel animal al que se le incorporó una cámara adosada a su cuerpo, ha topado con algo... una especie de ruinas.
Lo rústico, abandonado a la intemperie de los años y la lluvia, es un recoveco para que se oculten las alimañas y se reproduzcan los ruidos extraños. La pantalla se llena de llantos y quejidos, crujidos de ramas quebradizas y alaridos.
Hasta que el naturalista encuentra las pistas (gracias a la vigilancia del zorro husmeador), no podía imaginar cuales serían las consecuencias de aquello.
Los conocimientos científicos y sus estudios luchando contra las creencias ancestrales, se enfrentará cara cara con la leyenda.
Aquellas viejas historias sobre momentos oscuros del hombre, durante la segunda Gran Guerra, cuando los partisanos italianos, eslovenos y de otras nacionalidades se dispusieron a abandonar estos bosques de lobos, tras guerrillear con las tropas conjuntas de nazis alemanes con el fascismo de Mussolini. Un grupo que se hallaría en una casa enclaustrada entre raíces, y un sótano que guardaba un terrible secreto.
Entonces, la liberación de la población asustada se convertiría en una pesadilla con rastros de sangre y depredación.
El director Bianchini cuenta en su filme, con la misma paciencia de un observador de la naturaleza, las expediciones entre humedades y baños de luna del protagonista persiguiendo lo increíble. La lucha de lo real contra lo imaginario, de lo científico impregnado con un hálito sobrenatural.
Basándose en tres búsquedas simultáneas y un rodaje en la nocturnidad sobre cuatro patas. Para ello, necesitará de un amplio número de registros en la banda sonora natural y del mundo de las sombras en un bosque recóndito y fronterizo, mezcla de dos culturas o dos formas de vida. Porque los sonidos son fundamentales en Across the River, son los efectos amenazantes que salpican al espectador como un reguero de agua sobre el cristal de una ventana olvidada.
También esconden las amenazantes (quizás en algún momento innecesarias y minimalistas) notas de golpes de percusión y voces gregorianas, al uso de un coro simulado cuando el vacío existencial y contemplativo hubiera sido más agradecido.
A veces, el ambiente es suficiente para recrear el suspense.
Pisadas sobre la hojarasca y la hierba húmeda, el acecho de ojos en la oscuridad y movimientos escondidos en el follaje, o el discurrir de una tormenta en un paraje inhóspito. Edificante... o no.
En definitiva, en este vado de acento italiano-esloveno, se reproduce una angustiosa intriga alrededor de un río, dónde el investigador ve por ojos de sus amigos y luchará contra la personalidad dividida, en dos, entre el misticismo salvaje y la razón. Sintiendo como el peso de la locura y la caza del depredador, se adentra en aquellos bosques.
El zorro se dedica a la caza nocturna de pequeñas criaturas, pero será cazado. El investigador persigue a la sombra, y será víctima de la caza. Una cuadrilla de empleados públicos que consultaron los extraños sucesos con una pareja de ancianos campesinos, y que le buscan a su vez, se verán como objetivo.
Al final da la impresión que, lo que ocurre en el bosque se queda en él.
Las criaturas permanecerán en su interior, escondidos. Esperando, como el mal espera en la memoria. De dos en dos.
** Interesante ***
El cine italiano de terror ha tenido siempre una presencia sangrienta en el mundo scifi, desde las historias de asesinatos brutales con directores que dieron brillo a sus cuchillos o afilaron sus hachas entre las décadas de los sesenta y ochenta, como Mario Bava, Lucio Fulci y sobre todo Dario Argento. Son los recuerdos de cinéfilo en cines de doble sesión, cuando se proyectaba un filme del oeste junto a otro más terrorífico.
Luego llegarían las voces e imágenes de ultratumba, monstruos sedientos de sangre y ritmos enloquecidos con guitarras eléctrica, entre colmillos y desgarramientos de todo tipo, cuyo máximo exponente podría ser un hijo convertido a la carne más purulenta de nombre Lamberto.
En Across the River, o traduciendo el título directamente del italiano "Encima del vado", el terror cuenta con un protagonista que trastoca los antiguos planes del cinema giallo. Ya que se trata de un científico y biólogo, caminando durante gran parte del rodaje por las tierras sombrías en la frontera entre Italia (nacionalidad del protagonista Renzo Gariup) con Eslovenia, y estudiando a los animales en su ecosistema natal y libre, mediante el material disponible a su alcance.
Para completar sus estudios naturalistas, concretamente con los escurridizos y solitarios zorros en sus momentos de caza, se vale de cierta tecnología y grandes dosis de paciencia, como buen investigador que se precie.
Poco a poco, y debido a hecho aparentemente casual, se irá convirtiendo en un apartado y obsesionado con sus actividades científicas, hasta que se encuentra con lo inesperado y su actitud cuasi ermitaña devendrá en una especie de comportamiento errático y una reclusión obsesiva. De tal forma que perderá el contacto con compañeros y autoridades, mientras el director italiano y coguionista de la historia Lorenzo Bianchini (ganador del premio como mejor director en Molins del Rey) reproduce secuencias envueltas en niebla, oscuridad, y efectos visuales al mejor estilo con que Clarice Starling era visualizada por el curtidor de pieles, o Ángela Vidal y su cámara se enfrentaban a las hordas zombificadas en REC. La visión nocturna, en este caso, de la naturaleza salvaje.
Aquel animal al que se le incorporó una cámara adosada a su cuerpo, ha topado con algo... una especie de ruinas.
Lo rústico, abandonado a la intemperie de los años y la lluvia, es un recoveco para que se oculten las alimañas y se reproduzcan los ruidos extraños. La pantalla se llena de llantos y quejidos, crujidos de ramas quebradizas y alaridos.
Hasta que el naturalista encuentra las pistas (gracias a la vigilancia del zorro husmeador), no podía imaginar cuales serían las consecuencias de aquello.
Los conocimientos científicos y sus estudios luchando contra las creencias ancestrales, se enfrentará cara cara con la leyenda.
Aquellas viejas historias sobre momentos oscuros del hombre, durante la segunda Gran Guerra, cuando los partisanos italianos, eslovenos y de otras nacionalidades se dispusieron a abandonar estos bosques de lobos, tras guerrillear con las tropas conjuntas de nazis alemanes con el fascismo de Mussolini. Un grupo que se hallaría en una casa enclaustrada entre raíces, y un sótano que guardaba un terrible secreto.
Entonces, la liberación de la población asustada se convertiría en una pesadilla con rastros de sangre y depredación.
El director Bianchini cuenta en su filme, con la misma paciencia de un observador de la naturaleza, las expediciones entre humedades y baños de luna del protagonista persiguiendo lo increíble. La lucha de lo real contra lo imaginario, de lo científico impregnado con un hálito sobrenatural.
Basándose en tres búsquedas simultáneas y un rodaje en la nocturnidad sobre cuatro patas. Para ello, necesitará de un amplio número de registros en la banda sonora natural y del mundo de las sombras en un bosque recóndito y fronterizo, mezcla de dos culturas o dos formas de vida. Porque los sonidos son fundamentales en Across the River, son los efectos amenazantes que salpican al espectador como un reguero de agua sobre el cristal de una ventana olvidada.
También esconden las amenazantes (quizás en algún momento innecesarias y minimalistas) notas de golpes de percusión y voces gregorianas, al uso de un coro simulado cuando el vacío existencial y contemplativo hubiera sido más agradecido.
A veces, el ambiente es suficiente para recrear el suspense.
Pisadas sobre la hojarasca y la hierba húmeda, el acecho de ojos en la oscuridad y movimientos escondidos en el follaje, o el discurrir de una tormenta en un paraje inhóspito. Edificante... o no.
En definitiva, en este vado de acento italiano-esloveno, se reproduce una angustiosa intriga alrededor de un río, dónde el investigador ve por ojos de sus amigos y luchará contra la personalidad dividida, en dos, entre el misticismo salvaje y la razón. Sintiendo como el peso de la locura y la caza del depredador, se adentra en aquellos bosques.
El zorro se dedica a la caza nocturna de pequeñas criaturas, pero será cazado. El investigador persigue a la sombra, y será víctima de la caza. Una cuadrilla de empleados públicos que consultaron los extraños sucesos con una pareja de ancianos campesinos, y que le buscan a su vez, se verán como objetivo.
Al final da la impresión que, lo que ocurre en el bosque se queda en él.
Las criaturas permanecerán en su interior, escondidos. Esperando, como el mal espera en la memoria. De dos en dos.
** Interesante ***