La Química de la memoria.
Curiosamente en una película que se trata el tema de la capacidad cerebral, el director parisino Luc Besson se queda en la superficialidad de las escenas de acción, como es habitual por otro lado en su filmografía. Desde sus comienzos en la dirección se ha establecido dos normas esenciales, una cierta atracción por el mundo irreal y la corresponsalía de algunos de sus principales protagonistas a las heroínas, guerreras y autosuficientes. Pero, si observamos el número de películas realizadas en treinta años de carrera, se puede corroborar una mayor dedicación a la escritura de guiones y, sobre todo, la producción.
Es lo que tiene la memoria humana que en su proceso vital de destrucción, va perdiendo la capacidad neuronal o de conexiones sinápticas, para ir fagocitando sus recuerdos poco a poco, o consecuentemente la disminución de su memoria.
Por otro lado, en el caso de Lucy o digamos esencialmente Scarlett Johansson, la heroína consigue su estatus por la intervención de una organización mafiosa que otorga a la protagonista, la posibilidad de transformar el proceso de destrucción neuronal en todo lo contrario por medio de una droga de diseño.
Scarlett o Lucy es una chica ´mona`, divertida, habladora y normal. Pero, se verá envuelta en una trama de contrabandistas violentos y de jefe, un actor coreano reconocido por todos en sus papeles de Old Boy (la obra maestra de Park Chan-wook) y I Saw the Devil de nombre Min-sik Choi, que obligará a la neoyorkina a actuar para sus intenciones criminales. Aunque a causa de un accidente interno, los efectos de la esclavitud se convertirán en una máquina de matar perfecta.
Esto es, una sobredosis accidental de una indeterminada droga emergerá en su organismo (especialmente en su cerebro) como una bomba acelerada de nuevas conexiones y un crecimiento exponencial de su intelecto. Así, el homínido del mismo sobrenombre o Australopiteco Afarensis realiza un viaje a través de la evolución humana, para desarrollar su pequeño cerebro de primate en una especie de fémina de acción, inmortal y sobrenatural, mediante la química. Un proceso imparable de su inteligencia que la convertirá en un ser análogo a una especie de máquina de matar, con un don o capacidad divina, guiada y estudiada por el profesor Norman en una interpretación tan confusa como su carrera en los últimos tiempos. Se trata de Morgan Freeman y su querencia por los papeles basados en el método científico, flemáticos o divertidos a partes iguales.
Pero, la película de Besson se decanta por las escenas de acción con intervención de los recursos oníricos y sin, apenas, desarrollo o base en los conocimientos científicos. Supongamos que existe una droga capaz de reestructurar el cerebro exponencialmente, como sería posible que un producto que vuelve estúpido al drogadictos pueda sugerir el efecto totalmente contrario en la esforzada heroína. Por ello, el filme muestra la evolución intelectual como el dominio de los demás, e incluso de la materia tanto orgánica como inorgánica, en un proceso de consecuencias increíbles y apocalípticas.
Al final, Lucy y Besson se encargan de involucione su protagonista, que el padrino mafioso Mr. Jang parezca una caricatura de sus papeles en el cine oriental, y por último, que Morgan Freeman cometa su enésima equivocación en la elección de otro trabajo.
Como dirían The Beatles en su canción Lucy in the Sky with Diamond, se ha tratado de una coincidencia, pues queríamos hacer un tema sobre una alucinación. Así, es la película de Besson, con un argumento que pretendía una base científica que se ha quedado en un mal viaje y unos minutos finales pretenciosos, a la par que caricaturescos.
"De repente hay alguien allí en el torno,
la chica con los ojos de caleidoscopio. Lucy en el cielo con diamantes, Lucy en el cielo con diamantes".
Es lo que ocurre por coquetear con las sustancias sintéticas, que produce severos retrasos neurológicos con pérdidas drásticas en los niveles neurológicos. Dado que un individuo común de unos treinta años, no drogadicto, pierde en torno a tres millones y medio de neuronas en un año, imagino que su aumento en casos de adicción se multiplicará cuantitativamente.
Por ende, si el descubrimiento de una proteína que detuviera o renovase el proceso destructivo existiera, las consecuencias serían diferentes a las observadas en Lucy. Un aumento de la memoria o el conocimiento, pero no una especie de SuperWoman con un control superior de sus funciones fisiológicas, dominada por el efecto placebo y sus transformaciones en el comportamiento de los materiales. Más bien, una tendencia a la inteligencia artificial y sus conexiones eléctricas.
Este tema y sus ramificaciones me atraen significativamente, y quizá sean objetivo de próximas referencias en mis escritos.
Scarlett hace el papel contrario físicamente a su voz arrebatadora en la película Her del director Spike Jonze, aunque en su inteligencia artificiosa se da la mano con Samantha y su frialdad final. Atractiva, hace que no nos fijemos tanto en los errores u olvidos intencionados del guion, para centrarnos en sus viajes surrealistas alterados químicamente, y los métodos persuasivos para fracturar o matar a sus criminales oponentes.
Y, es que la mona Lucy en vaqueros o con tacones, adquiere dotes para el combate cuerpo a cuerpo sin necesidad de estudio, se convierte en una máquina destructor, masa devoradora o Blob, que poco tiene que ver con la inteligencia.
En otro término de cosas, las tramas secundarias se pierden en personajes que no delimitan su territorio, con crestas y hendiduras tan profundas que no merecen ser reflejadas en el terreno conceptual. Solamente físico, y ni eso.
Uno científico, dos policial y, tres capo de la mafia caricaturizados sin ritmo.
Todo bajo la batuta habitual del compositor francés Eric Serra, que ha ido cambiando los comienzos guitarreros y rockeros de sus comienzos por un carácter ecléctico con bases electrónicas y minimalistas.
Puede que Lucy parezca resolutiva y divertida, pero visualmente queda relegada a un conjunto de carrera a ninguna parte y un final bastante risible hacia el efectismo descontrolado. Siendo las primeras impresiones del filme totalmente contrapuestas con ese tramo que se vuelve deficiente para el que escribe, como un cierre de filas sobre el paradigma de la "no explicación" última. Hubiera sido necesario que Luc Besson ingiriera más vitaminas u omega3 para clarificar sus ideas.
Aún así, Lucy es un producto medianamente entretenido.
Algo extraño para una película y protagonista, cuyo poder reside en la imaginación y la inteligencia. Al menos nos quedará su voz dulcificada para tratarse de una diosa metálica que proviene de un simio. Esperemos que los Hermanos Coen enderecen un poco, tanta imagen Vengadora.
** Pasable **
Curiosamente en una película que se trata el tema de la capacidad cerebral, el director parisino Luc Besson se queda en la superficialidad de las escenas de acción, como es habitual por otro lado en su filmografía. Desde sus comienzos en la dirección se ha establecido dos normas esenciales, una cierta atracción por el mundo irreal y la corresponsalía de algunos de sus principales protagonistas a las heroínas, guerreras y autosuficientes. Pero, si observamos el número de películas realizadas en treinta años de carrera, se puede corroborar una mayor dedicación a la escritura de guiones y, sobre todo, la producción.
Es lo que tiene la memoria humana que en su proceso vital de destrucción, va perdiendo la capacidad neuronal o de conexiones sinápticas, para ir fagocitando sus recuerdos poco a poco, o consecuentemente la disminución de su memoria.
Por otro lado, en el caso de Lucy o digamos esencialmente Scarlett Johansson, la heroína consigue su estatus por la intervención de una organización mafiosa que otorga a la protagonista, la posibilidad de transformar el proceso de destrucción neuronal en todo lo contrario por medio de una droga de diseño.
Scarlett o Lucy es una chica ´mona`, divertida, habladora y normal. Pero, se verá envuelta en una trama de contrabandistas violentos y de jefe, un actor coreano reconocido por todos en sus papeles de Old Boy (la obra maestra de Park Chan-wook) y I Saw the Devil de nombre Min-sik Choi, que obligará a la neoyorkina a actuar para sus intenciones criminales. Aunque a causa de un accidente interno, los efectos de la esclavitud se convertirán en una máquina de matar perfecta.
Esto es, una sobredosis accidental de una indeterminada droga emergerá en su organismo (especialmente en su cerebro) como una bomba acelerada de nuevas conexiones y un crecimiento exponencial de su intelecto. Así, el homínido del mismo sobrenombre o Australopiteco Afarensis realiza un viaje a través de la evolución humana, para desarrollar su pequeño cerebro de primate en una especie de fémina de acción, inmortal y sobrenatural, mediante la química. Un proceso imparable de su inteligencia que la convertirá en un ser análogo a una especie de máquina de matar, con un don o capacidad divina, guiada y estudiada por el profesor Norman en una interpretación tan confusa como su carrera en los últimos tiempos. Se trata de Morgan Freeman y su querencia por los papeles basados en el método científico, flemáticos o divertidos a partes iguales.
Pero, la película de Besson se decanta por las escenas de acción con intervención de los recursos oníricos y sin, apenas, desarrollo o base en los conocimientos científicos. Supongamos que existe una droga capaz de reestructurar el cerebro exponencialmente, como sería posible que un producto que vuelve estúpido al drogadictos pueda sugerir el efecto totalmente contrario en la esforzada heroína. Por ello, el filme muestra la evolución intelectual como el dominio de los demás, e incluso de la materia tanto orgánica como inorgánica, en un proceso de consecuencias increíbles y apocalípticas.
Al final, Lucy y Besson se encargan de involucione su protagonista, que el padrino mafioso Mr. Jang parezca una caricatura de sus papeles en el cine oriental, y por último, que Morgan Freeman cometa su enésima equivocación en la elección de otro trabajo.
Como dirían The Beatles en su canción Lucy in the Sky with Diamond, se ha tratado de una coincidencia, pues queríamos hacer un tema sobre una alucinación. Así, es la película de Besson, con un argumento que pretendía una base científica que se ha quedado en un mal viaje y unos minutos finales pretenciosos, a la par que caricaturescos.
"De repente hay alguien allí en el torno,
la chica con los ojos de caleidoscopio. Lucy en el cielo con diamantes, Lucy en el cielo con diamantes".
Es lo que ocurre por coquetear con las sustancias sintéticas, que produce severos retrasos neurológicos con pérdidas drásticas en los niveles neurológicos. Dado que un individuo común de unos treinta años, no drogadicto, pierde en torno a tres millones y medio de neuronas en un año, imagino que su aumento en casos de adicción se multiplicará cuantitativamente.
Por ende, si el descubrimiento de una proteína que detuviera o renovase el proceso destructivo existiera, las consecuencias serían diferentes a las observadas en Lucy. Un aumento de la memoria o el conocimiento, pero no una especie de SuperWoman con un control superior de sus funciones fisiológicas, dominada por el efecto placebo y sus transformaciones en el comportamiento de los materiales. Más bien, una tendencia a la inteligencia artificial y sus conexiones eléctricas.
Este tema y sus ramificaciones me atraen significativamente, y quizá sean objetivo de próximas referencias en mis escritos.
Scarlett hace el papel contrario físicamente a su voz arrebatadora en la película Her del director Spike Jonze, aunque en su inteligencia artificiosa se da la mano con Samantha y su frialdad final. Atractiva, hace que no nos fijemos tanto en los errores u olvidos intencionados del guion, para centrarnos en sus viajes surrealistas alterados químicamente, y los métodos persuasivos para fracturar o matar a sus criminales oponentes.
Y, es que la mona Lucy en vaqueros o con tacones, adquiere dotes para el combate cuerpo a cuerpo sin necesidad de estudio, se convierte en una máquina destructor, masa devoradora o Blob, que poco tiene que ver con la inteligencia.
En otro término de cosas, las tramas secundarias se pierden en personajes que no delimitan su territorio, con crestas y hendiduras tan profundas que no merecen ser reflejadas en el terreno conceptual. Solamente físico, y ni eso.
Uno científico, dos policial y, tres capo de la mafia caricaturizados sin ritmo.
Todo bajo la batuta habitual del compositor francés Eric Serra, que ha ido cambiando los comienzos guitarreros y rockeros de sus comienzos por un carácter ecléctico con bases electrónicas y minimalistas.
Puede que Lucy parezca resolutiva y divertida, pero visualmente queda relegada a un conjunto de carrera a ninguna parte y un final bastante risible hacia el efectismo descontrolado. Siendo las primeras impresiones del filme totalmente contrapuestas con ese tramo que se vuelve deficiente para el que escribe, como un cierre de filas sobre el paradigma de la "no explicación" última. Hubiera sido necesario que Luc Besson ingiriera más vitaminas u omega3 para clarificar sus ideas.
Aún así, Lucy es un producto medianamente entretenido.
Algo extraño para una película y protagonista, cuyo poder reside en la imaginación y la inteligencia. Al menos nos quedará su voz dulcificada para tratarse de una diosa metálica que proviene de un simio. Esperemos que los Hermanos Coen enderecen un poco, tanta imagen Vengadora.
** Pasable **