Otros 9 hacia el 2: Todo lo que sube...
En la serie para HBO, producida por Warner Bros Tv y Film44, todo lo que sube, debería tener un pronunciado descenso a lugares inesperados, sórdidos, húmedos u oníricos. De aquellos, The Leftovers del infausto año de la partida con la banda sonora compuesta por Max Richter, evolucionarán otros divergentes. Se reproducen y nacen otros, se desplazan y se emocionan en otras condiciones... y mueren en mundos desprovistos de sensibilidad. O desaparecen sin rastro, para quien este familiarizado con sus problemas pretéritos.
Si recuerdan, nos propusimos narrar las vicisitudes de aquella increíble "Ascensión", de la Partida non grata, haciendo un recorrido por nueve descensos al infierno y el paso de la ficción a nuestro pensamiento individual. Del actual 9 de septiembre, con las pupilas encantadas y el gesto alucinado, resurgimos tras aquel apasionante octavo capítulo de la primera temporada, donde confluían los caminos. Entrelazaban las emociones y las percepciones, para abarcar distintas regiones de la filosofía y la metafísica. Una joya de la televisión, no adecuada para todo el público, esto es, para todas las mentalidades.
Con sus personajes inconfundibles e irrepetibles, recorreremos sus pasos indecisos y sueños. Hasta descubrir el mundo interior de cada uno de los integrantes de esta pesadilla existencial y compleja, construida indivisiblemente entre su creador Tom Perrota y la visión en transformación virtual de Damon Lindelof. En una categoría fuera de registro, que nos hará perder la noción del tiempo y el espacio.
Parece que el guion está exento de desavenencias o inconsistencias reales, hasta fundirse en una atmósfera conceptual, a veces sin palabras o repleta de expresiones desnudas. Notas que no responden a respuestas concretas, sino que te irán sumergiendo en infinitas sombras o capas existenciales, con matices más próximos a una determinación fantástica que a una revelación divina o unión poderosa de factores. Aunque, si existe una especie de redención religiosa de la sociedad.
Por otro lado, las implicaciones personales son el motor de esta gran tormenta, un huracán sostenido de emociones y relaciones privadas, que componen un panorama desasosegante y heterogéneo, donde cualquier giro argumental es determinante o visualmente especial. El comienzo definido de cada capítulo, podría dar al traste con esas cuestiones propuestas sobre la superficie, para sumergirnos en próximos secretos con su música minimalista o esos temas especialmente elegidos por los creadores.
Como la prueba del 9, los resultados se ciñen a las imágenes recreadas, a la exactitud editada en una batalla épica. Elaborada para combatir el aburrimiento con espectáculo ocular y conceptual, y con las notas musicales recorriendo la angustia, la paz o el desorden social. De hecho, el compositor criado en Edimburgo y nacido en Alemania (de Hamelín para ser más exactos y musicales), Mr. Richter había descrito estos ambientes cargados, en anteriores trabajos para el cine, como las maravillosas Vals con Bashir, Perfect Sense, Shutter Island o Arrival.
Cada movimiento compaginado y seccionado, se aparta de las encíclicas espirituosas o de la búsqueda de una comprobación matemática de los condicionantes que se suceden e impactan al seguidor habitual de la serie. Tanto los físicos como los sobrenaturales, sean éstos, grupales, imaginarios o individuales.
O, acaso estamos ante un juicio universal indeterminado, señalando nuestros nauseabundos pecados como sociedades enfermas o fracasadas. Donde los pensamientos sectarios recalan en todas las capas sociales y la marginación queda enclaustrada entre verjas de metal, por que se trataría de una separación deseada por otra clase de inteligencia superior u organización secreta.
El son de la Novena.
Porque de nueve en nueve, contemplamos estupefactos, las estupefacción continua de esos Culpables Remanentes, intrincados fumadores y silenciosos. Escondiendo el gato de las nuevo colas tras el humo o la evaporación de los recuerdos, la memoria de su comportamiento tendencioso, que irá ofreciendo al resto, un golpe directo a su malograda situación personal o desgracia familiar. Tanto que, posiblemente, te harán rebrincar en tu asiento (de frustración o sorpresa) o hacerte sangrar, sacando tu piel a tiras, como Goliat en su cruel sacrificio aparentemente sin sentido.
A un nuevo destino, nos dirigen, donde las circunstancias cambian, pero no, el entorno de aquella masiva desaparición y los sentimientos encontrados que prevalecen eternamente. Eso se debían cuestionar, aquellos otros sufridores elegidos, o no, al azar. Por consiguiente, una división sentimental que describe unas pautas indeterminadas, cambiantes, que tendremos que ir descubriendo tras, una especie, de renacimiento de la serie. Haciendo nuevas preguntas que parecerían inútiles a priori, para un jefe de policía que se hunde en una involución personal y las voces que ocultan las decisiones adecuadas, la sinfonía que guiara sus movimientos. A veces sólidos, otras, desconcertantes o sugestivos.
Ya que en esta segunda temporada nos trasladamos a un rincón llamado Milagro.
Después de aplastarnos emocionalmente, degollarnos sin miramientos y enterrarnos en el olvido. Lacerarnos, colgarnos o lapidarnos vivos, atropellarnos, quemarnos sin respuestas... los vestigios nos golpean hasta olvidarnos del presente, o el futuro imposible, confrontados a la verdad de una desaparición masiva que trata de no zaherir sensibilidades, a duras penas (guiño, guiño), sino hacernos despertar con el puñetazo de unos avatares colocados a traición.
Nada volverá a ser lo mismo en la tierra de los justos, o los pecadores, de los niños invisibles y los perros, con su instinto voraz como el de los hombres. De nuevos sueños que se hacen realidad en jaulas enterradas, de cruces en la frente de malditos y humillados, de peces que boquean y náufragos que intentan desprenderse del peso del saber o el dolor del estar.
La terrible existencia del dolor, viaja desde el Amarillo del olvidadizo Texas hacia un lugar llamado Miracle, que parece una selva de prodigios e indecencias. Con sus congregaciones estelares y faltas, o un lugar similar al sitio real, al arcaico estilo retrógrado de la Edad Media, con su combates amurallados, sus pecados lascivos o sus convicciones religiosas, o de culto irracional o sangriento.
Ahora sus creadores (donde incluiremos, por descontado, a sus diversos directores), han envuelto al protagonista principal en un caso inaudito que iremos descubriendo hasta el segundo de los nueve. Magnífico y sorprendente (1 + 8). El individuo otro legal y cabal, se ve involucrado en una situación violenta de ocultaciones y decisiones, que se mueve por un universo paralelo de sensaciones. Una nueva vía, una vez agotado el texto original, que propone convertir las desapariciones de ayer, en dolorosos reencuentros y deseos fantasmales. Que no se pronuncian, pero se sienten y soportan...
Diferentes espacios de la mente, para un nuevo contrato privado con la muerte o la nada, tras la armonía del traslado y las fotos con huecos congelados. Aquellos vestigios ya se dejaron de hablar, pelear y sentir, por no se sabe qué motivos, ni con las implicaciones de quién... Pues, ya no se reconocen entre ellos. Algunos nuevos ni se soportan ni comprenden, separados en diferentes estadios de la conciencia, la sociología, la metafísica y la realidad, la confusión universal de un hecho, casi divino. Siquiera, parecieran sentirse vivos, resignarse, ni amarse. A veces, la incomprensión y el odio, lo invaden todo.
En este instante del rodaje, con la confusión generalizada y la expectación de un público entregado, las canciones recorren nuevas estancias privadas o territorios espectrales, con los actores que participaron en la primera temporada y esas incorporaciones raciales, ya familiares también. Prodigiosas en determinados episodios, irreales o surrealistas, enfrentados a hijos o amigos, supuestos.
Ellos se despiertan confusos como los espectadores, con un nuevo guion bajo el brazo, sin saber bien a qué atenerse o dónde mirar, ni en qué pensar en el futuro. Condicionados por la ocultación de datos, de encuentros sexuales al límite, de vaivenes de la conciencia o cuestionamientos morales, de grandilocuencia en hechos mágicos o milagrosos, y actuando en el día a día, gota a gota, río a río, universo a... universo.
De la muerte y el nacimiento.
Aquella que conoce el secreto, se va con él a la tumba. Y no regresa... o sí.
Decididos a comentar como evolucionan mentalmente, o en el "más allá", nuestros amados, o no, vestigios. ¿Seremos buenos en nuestro interior o exacerbadamente malvados? Mientras los seres con alma blanca, aparente, siguen observando, fumando o follando como animales. Como decía la canción: Fumando espero al hombre que yo quiero... no tras los cristales alegres (salvo alguna curiosidad o gag surrealista), sino que se elevan disgregados en un espacio contrastado. O, destrozados como los escombros sumergidos en una batalla naval.
Si en el pasado, quedaban enlazadas sus adyacentes historias, ahora tras nueve, se muestran como piezas deslavazadas dentro de un enorme rompecabezas, con implicaciones metafísicas y visiones rayanas de la ciencia ficción. Que proclaman nuevas desapariciones en sus propias existencias y, posiblemente en otras por conocer, como relámpagos que van describiendo zigzags recurrentes en su odisea pragmática hacia el suelo. Hacia un impacto de consideraciones bíblicas o una tomadura de pelo, pero siempre en la búsqueda de completar un circuito, más o menos, cerrado ... o simplemente, perdido por otras dimensiones.
Igual que Clarice, intentando desprenderse de los ruidosos corderos. Curioso, en busca de la paz o aquel mismo silencio.
La historia, se inscribe en aquella luz del pasado. Con la directora Mimi Leder describiendo la trágica concepción prehistórica y el sufrimiento de una familia que no empieza con buen pie, diríamos, sepultada por la divina providencia u otra cosa inconcreta fuera de nuestra comprensión. Frente a los instintos básicos de una sociedad incipiente, ante la depredación y el ritual, un evento fortuito (o de carácter divino) silencia el descanso con un rugido monstruoso y, de golpe, la indefensa madre se encuentra solitaria, luchando con sus escasas fuerzas y la impotencia de un destino cruel. Luego, el dolor de una madre y, la extravagante suerte del que trae al mundo, el neonato que parecía tocado con el dedo de ese dios inmisericorde.
La vida resurgiendo, a través del dolor y el sacrificio, cuando normalmente sabemos que ella, en ese revés vital o instante de peligro envenenad (incluso la más horrible de las mujeres o madres pésimas), defendería con su propia vida, la debilidad y la inocencia. Lo siguiente, es un arduo camino hacia el crecimiento de algo incomprensible, sumergido y silenciado, de momento. Excepto por la música...
De nuevo, hasta ese noveno de dos, veremos cómo se suceden los próximos cambios en los personajes, acompasados a esos temas que nos identifican con ellos o nos sumergen en nuestra propia intimidad o pensamiento. Enfrentados a su doloroso destino o curioso divagar, a través de emociones universales que, volverán a replantear otras comprometidas situaciones y encuentros inesperados, como la muerte y su ocaso renacido. ¿Ángeles o diablos?
Los supervivientes del naufragio, no han tenido tiempo de olvidar (algunos ni lo desean), se materializan después de aquella quema, para trasladarse al único lugar en Estados Unidos (quizás en el mundo conocido), donde no se ha producido ninguna desaparición y se conforma como un lugar de peregrinación para las masas, verborrea de creyentes, negociantes o huidos, en busca de un futuro robado.
Donde la siguiente pregunta es, el siguiente paso a emprender o consejo a insinuar. después de la inmutabililidad del silencio y la fría levedad de un ser, que ya no existe como entendemos la existencia. Porque... ¿a dónde seríamos capaces de llegar? ¿qué límites estaríamos dispuestos a sobrepasar? Si los lugares que esconden las respuestas, se acercan a la nada o a lo incomprensible para un mortal. Quizás, un niño tenga la respuesta...
Una familia se compone, alrededor de la migajas y notas musicales, mientras la otra se descompone en ensordecedoras reclamaciones no oídas, ni manifestadas aún. Solamente para aquel que pueda escuchar su lengua, su socarrona voz y consejos que no termina de convencer, a un distinto guía familiar u hombre de fe, perdido en el caos de una nueva Sodoma y Gomorra.
La locura se está apoderando de todo lo que empezaba a tener sentido, pero, en las pesadillas no existe lugar para una bocanada de aire fresco o explicaciones fuera del universo lynchiano. Todo es angustia que se retuerce en el interior y deforma los rostros del mal, que describe círculos y bracea intentando recuperar el oxígeno de sus pulmones. Huellas que inoculan el odio en la mente que no cree, ni lo desea, simplemente, porque una existencia se volvió invisible y las lenguas que proclaman un advenimiento o fuerza divina, parecen estar tergiversadas por la duda o la falta de razón.
Luego, edificando alrededor del sitio o acampada enloquecida, una extravagante familia se aproxima al caos, incluidos, perro recuperado de su sacrificio ritual y bebé rescatado del primer vidente o visionario fraudulento. Cruzando puentes y salvando las distancias que quedan al otro lado del muro, o la valla de la vergüenza, buscando la ubicación real entre la verdad y las creencias, entre una implicación moralista de los deseos... o una interpretación de los sueños.
Quizás un engaño... todo depende de la canción con que se envuelva su historia, con la mirada racial de una sociedad a la inversa, o una observación a la escena privada y sus contactos espirituales. La vía de la realidad al universo invisible o paralelo, mediante el suicidio entre sueños y declamaciones de otro mundo tangible. Pájaros en la cabeza que quedan libres y son aplastados por el peso de la conciencia. De muertes forzosas, pozos sensibles con entregas de almas, renacimientos, recriminaciones que son desprendidas de aquellas madres sordas (o sin habla), de hermanos que se reencuentran con la falsedad y el miedo, despedidas, hundimientos de la razón o de los siguientes herederos de la fe... tramposos o no tanto, veremos. Me voy acercando a ese sustancial 9 + 9 + 9.
Música para 9 lecciones, vitales o disociadas.
Por supuesto, alrededor de él, giran las contradictorias circunstancias y atractivos fantásticos que deambulan como perro sin collar, o deidad sin sacrificio. Justin Theroux se hace acompañar de sonidos y aros concéntricos que se disgregan en dimensiones desconocidas, que reflejan el alma de los callados, el amor perdido o los motivos hallados para emprender un largo, y peligroso camino. Al todo o la nada.
Es héroe y villano, que naufraga en una orilla desprovista de sentido, como un juicio universal a la carta... o terriblemente caprichoso. En su viaje existencial y musical, comprobamos los cambios en su semblante y la implicación personal, arriesgando todo lo que le queda... que es mucho, comparado con otros, nuevos enemigos, detectives de huellas y de hostias, no consagradas. Cuando los hijos se esparcen en esta tierra, y en otras ajenas, clónicas, magnéticas, profundas como un pozo oscuro, calientes como la sangre, húmedas como sus lágrimas... o los deseos.
De ellas... preparándose para un paseo por su/nuestra mente.
Al otro lado, hay un polígono de 9 lados (recibe el nombre de eneágono y uniendo sus puntos), por tanto, se forma o se encuentra una estrella de nueve puntas o de Goliat. Donde la absorbente Ann Dowd y el sexo obligado de la actriz Liv Tyler creciendo en todas las direcciones en la serie, se convierten en las dos caras de una misma moneda. Que muere o crece en una riada incontenible, luchando en una batalla sectaria que se distancia y no sabemos, aún, hacia qué lugar de la religión o la conciencia, se dirige... seguro que, seguirán siendo impactante.
Sin duda, la mejor sintonía que les identifica, y a todos sus antiguos compañeros, podría ser...
Tras el salvaje comportamiento observado en la ficticia Mapleton, con toda aquella secta sacrificada en mor del silencio y el humo de sus pulmones, la jauría humana se traslada al lado de la protección, de la misma forma que lo haría el Guy Montag de la novela de Ray Bradbury y su exacerbado comportamiento, siempre mirando de soslayo a su terrible desgracia personal. Luego, asistimos a un cara a cara dramático entre la razón y la fe, la verdad contra la ficción... lo mágico con lo tangible. Es decir, las creencias frente a los sentimientos.
Sólo que aquí, en este apartado rincón, de resistencia profunda y magnificación de las emociones, la caza de brujas parece más real, observando la actualidad de enfrentamientos raciales y otras convergencias espirituales. Mientras que, paralelamente, el antiguo sheriff interpretado por Justin Theroux, tendrá que hacer frente a las voces que no se pronunciaban, al gesto fantasmal... matrimonios incompletos que interpretan actores como Kevin Carrol y Regina King, abrirán nuevas puertas al conocimiento o la pérdida. Haciendo oídos sordos a las señales, o negando la violencia que practica el odio, para descubrir la diferencia física y cerebral, que existen entre Jovan Adepo y la bañista sugerente Jasmin Savoy Brown.
Esta es su historia paralela y renovada.
De la misma forma, encontramos a los hijos que fueron, o seguirán siendo, amistades o enemigos, ya lo comprobaré personalmente. Con el nuevo mesías o salvador interpretado por Darius McCrary, propagando la palabra de un ser visionario o la estafa de aquel, que transportara el misterio del nacimiento. Mientras, la odisea de Christopher Eccleston se dirige hacia la redención de la sociedad completa, o la locura... y la inconcebible resistencia de Janel Moloney, despierta concebida y vuelva a caer en estado catatónico o vegetativo.
Posiblemente, seamos testigos de un renovado choque de maternidades, de polvos ´estelares` y universos conectados a través de la muerte, conexión directa con... no sé... ahora mismo, comunica.
¡Ah! No. Es el padre, el maestro Scott Gleen, entrando por la pantalla directo a nuestros sentidos, como una alucinación. Igual que, aquel ser digital que se aparecía al desconcertado James Wood, en la cinta Videodrome dirigida por el mago visual David Cronenberg.
Por supuesto, no hablaré de Primos Lejanos, ni el descubrimiento de Mark Linn-Baker (el primo Larry) y su extravagante situación, falsificado su desaparición y escondido en Nuevo México... Segundo ¡ah! ... la joven actriz Margaret Qualley tendrá que seguir lidiando, con el horrible problema de Death Note. Lo pillas, ¿no?
... Hasta dentro de nueve.
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martes, 12 de septiembre de 2017
domingo, 20 de agosto de 2017
The Leftovers.
El 9 es un número mágico, con él puede suceder cualquier circunstancia, es semejante a un planeta que ejecuta un baile helicoidal, alargando su brazo o estela. Es tan sorprendente que, incluso, haría que un Sistema Solar se posicionara de manera indeterminada y cuya novena Megatierra se hubiera lanzado a un viaje casi infinito, lejos de nuestra estrella.
Desde los primeros sucesos, hasta el infinito emocional comprendido en el 8, sólo nos queda dar el último paso para que todo esto acabe... Pero, por favor, no corras demasiado e intenta fumar menos, papá. Puede que estemos sólo al comienzo de algo mayor o incomprensible...
Aunque no tanto, como correspondería a las postreras miradas de un director como David Lynch y sus universos paralelos o ángulos moribundos... Si hay que elegir alguna extravagancia artística o surrealista, o pensamiento imaginativo, podrás acercarte a las diferentes definiciones y sensaciones, que comprenden la profundidad de esta serie llamada The Leftovers. De cuyos significados me quedo con ´vestigios` o restos de un naufragio universal.
Porque lo retratado en la superficie serían imágenes guardadas de recuerdos o, quizás, nuevas revelaciones... ¿quién sabe? Mientras recorremos fascinados, la increíble singularidad de una población imbuida en la sociedad texana y las circunstancias que se asemejan ciertamente con nuestra actualidad.
Conceptualmente se unen las mentes de dos artistas, a través de los textos elaborados por el novelista Tom Perrotta, que según tengo entendido, están bastante más extendidos y descriptivos para la presentación de los personajes por el gran creador, Damon Lindelof.
Ellos son los sheriff en la sombra, los observadores y demiurgos, subyacentes en todas las desapariciones pasadas y futuras. No me digan que, no es realmente parecido a la pérdida causada por manos oscuras, que sustraen a vecinos de sus familias y amigos... Por otro lado, Mr. Lindelof de hecho, ya se zambulló en las aguas turbulentas y oníricas, de aquella tierra aislada y violenta de Lost, que mis ojos pasaron por alto y nunca conocieron, salvo referencias. Y persigue recrear otros mundos igualmente oscuros. Porque, al margen de tener la autoría en el guion de películas dudosas, como Cowboys vs. Aliens, Prometheus o Guerra Mundial Z (sin yo recordarlo ni desearlo) y algunas otras, acertadas narrativamente como Star Treck Into Darkness, Tomorrowland o, un interesante proyecto de serie escrita para la factoría gigantesca de HBO... con el título de los reconocidos ¡Watchmen! Te suena, ¿no? Pues, ya estamos presentados... vigilantes de la paralela galaxia gráfica. Aquí una parada y recuerdo luctuoso para la figura del gran Alfonso Azpiri y sus sueños eróticos, ilustrador de cómics y videojuegos como Abu Simbel o el Guillermo de La Abadía del Crimen. D.e.p.
Pero volviendo a las desapariciones dramáticas de la genial The Leftovers, su creador Damon se siente profundamente atraído (como muchos otros) por las reacciones humanas desprendidas de ciertos hechos inexplicables o inimaginables. Con telón de fondo, para una fuerza oscura y todopoderosa, o cualquier otro aspecto que se nos escapase de las manos, de nuestra humilde comprensión.
Los diálogos entre sus personajes, demuestran la frialdad del hecho, una presentación con cierta distancia al principio de todo, el impacto, las sensaciones del interior, el extravío... el dolor gangrenado que va creciendo en el interior.
Los extraños movimientos que realizan, perdidos, y posteriormente, la degradación de las relaciones sociales. Porque son los restos de la tripulación, sin timón, que irán saltando entre emociones para ir encontrando el sentido, o no, ante el horizonte de la pequeña pantalla. Si un presente, como otros pecadores aún no familiarizados con el hecho, desaprovecharon la ocasión de acercarse a ellos, The Leftovers, pero, con más agilidad y premura.
Bueno, aquí estoy, pegado a las circunstancias indescriptibles, a los pensamientos impronunciables, a los acontecimientos rodeados de incertidumbres... a la vida o la muerte. Descubriendo las consecuencias de un día negro, aquella jornada infausta o de una revolución invisible. ¿Me escuchas...?
Algo terrible que se precipita de repente e invade nuestras mentes alienadas y que se apresura para ir barriendo nuestros recuerdos... los suyos especialmente familiares, como poderosas olas de un océano embravecido que se elevan ante el vacío. La idea de una muerte segura.
Así que, en primer lugar, reconciliarme con el creador Lindelof y su fuente imaginativa, con los protagonistas cambiantes, ante los que debo pedir perdón por la tardanza. Como a mis lectores (si quedara alguno sin desaparecer), por no haber entrado en esta fantasía filosófica, mucho antes, y sumergirme en esta profunda y magnífica serie titulada The Leftovers, con todas sus variantes emotivas y universales. Por no haber revuelto entre sus desechos o sobras emocionales, a tiempo, e intentar desentrañar los motivos que subyacen en los distintos comportamientos de los principales roles. Incluso de los menos protagonistas, que añaden con fuerza, su impacto visual y conceptual, igualmente.
Muchos son protagonistas inciertos, retales de vidas incompletas, manifestadas por la pérdida, investigadas con carácter individual o en extrañas relaciones. Son sectarios, sin empatía, seguidores de algún tipo de conjunción astral o grupal, con silenciosas intenciones. Reuniones blancas, habitantes observadores, neutros o esperando activarse. Son víctimas o verdugos, apareciendo como mártires... Sin comunicación grandilocuente, mas por apuntes, casi sin sentido. Rostros de excesiva seriedad, interesados en fisgoneo, atracción por la nicotina y otras operaciones desconocidas, dolor ante la separación de seres queridos... ¿vengativos?¿Te imaginas?, somos nosotros, seres humanos indefensos o temerosos por las vidas de nuestras familias o amistades. Simples, retales o The Leftovers.
Mientras, del otro lado de esta frontera invisible y silenciosa, se hallan individuos con aparente normalidad, no tanto el comportamiento grupal. Políticos frente a la masa, madres e hijas separadas, sobras emocionales sobre la mesa familiar, amig@s hambrientos, seres deformados, extraños amantes, maltratadores, protectores de la ley o no. Cazadores de vidas e historias, mascotas solitarias, vecinos vigilados, asesinos, depredadores... Lo que ocurre es que, esas apariencias visuales suelen engañar. No hacen más que repetirlo los ´loritos` ideológicos y circunstanciales de las redes sociales, de los medios interesados... aunque en muchas ocasiones sea, muy cierto.
Transcurren los capítulos, semejantes a fantasmas que se desvanecen en el aire y vuelven a unirse más allá, para destacar en la sensibilidad oculta o la falta de ella. ¿Oiremos, sus voces, de nueve en nueve? En algunas reuniones blancas, no ruidosas como dije, alrededor de un papel, se producen aserciones o conjuras secretas. Girando siempre alrededor en espiral, como mis mejores sueños, los tuyos también, o nuestras peores pesadillas. Intentas mantenerte firme ante el torbellino de los sucesos desafortunados, inexplicables con esa conciencia libre, ante la crítica o la reprimenda social, los malos modos y la violencia. Pero no lo consigues del todo, naufragas.
Pues, normalmente, las diferentes historias que se cuentan (aparentemente inconexas o bajo el humo), te devuelven a la realidad a base de golpes, de palabras intoxicadas o imprecaciones furiosas... como habitualmente. Leyes de fuertes que terminan con sangre. Más, siempre...
En The Leftovers, el acecho de una repetición nos sobreviene, una y otra vez, como el sufrimiento programado. Pero, una vez estás bien instalado (no acomodado jamás) dentro de esta vorágine, ya no habrá nada ni nadie que te saque de esta serie y sus significados ocultos. Y eso que es complicado comentarlo con alguien o sugerir su visionado. Yo, no seré...
Ahora, si eres capaz de sentir algo distinto, nunca te decepcionarás. A partir de acercarte a este cuadro costumbrista, a la confusión de un instante de duda o pregunta existencial, encontrarás respuestas con toques imaginativos, con frases conceptuales o su mirada idealizada del universo antiguo, al estilo maniqueista de las religiones.
Una rara concepción de la división del bien y el mal, entre elegidos y simples oyentes, atraídos por la pasión, por los placeres mundanos o los denominados pecados... alcanzando el conocimiento más elevado posible. La idea de un dios vengativo, omnipresente, u otra cosa desconocida.
Indagando en los restos del naufragio...
Los llamados vestigios son los personajes y su memoria congelada, están marcados por la constante desvirtualización de un yo que desaparece, ideológico o romántico. Cambiado por algo más abstracto y desconocido, desconectado de la realidad. Tal que la mente separada del cuerpo, en el instante más importante, cuando la idea de la carne se olvida y surge otra concepción, que no controlamos ni vemos.
El espectador se emociona con ellos, por la intención de acercarnos al dolor, lo trágico de la pérdida injusta, mientra otro sensacionalismo emotivo, grupal o familiar, va impregnando la sociedad, aquello que conocemos como humanidad... o falsa sensiblería. Te acercas y observas sus pasos inconexos, como se desprenden de los despojos circunstanciales, para quedarse en silencio. De la suciedad que invaden la relaciones humanas, de palabras necias. Blanqueados y ahumados, para siempre.
Hallamos, uno a uno, emociones de actores que nos confunden, con altas capacidades para aparecer en sueños y pesadillas, jóvenes y maduros, con aptitudes para la representación sectaria, como una madre apócrifa, con bicefalia familiar y nicotinizada, interpretada por Amy Brenneman (Casper, Heat), una casi desaparecida Liv Tyler entregada a medias en su compromiso grupal y con ansias ocultas (de poder misterioso e intrigante), o las miradas desafiantes o frías,de rostros no tan conocidos como Marceline Hugot (United 93), un gigantesco Christopher Eccleston(G.I. Joe, Thor: El Mundo Oscuro) moviéndose entre dos secciones enfrentadas, la razón y la fe, siempre entre emociones. Michael Gaston (Lejos del Cielo, El Puente de los Espías) terriblemente frío ante el sacrificio, un incomprensible cazador de momento, la indefinible maestra de ceremonias y jefa fantasmal, Ann Dowd (Captain Fantastic, Norman) con su gesto impertérrito y carácter indómito, o incluso, la presencia secreta y celebrada del mismo, Peter Berg. Uno de los principales jueces, voyeurs tras la cámara. Son todos los que amenazan con desmigajar esta sociedad de escombros, marginales en bandos opuestos... descentrados o tocados por una enseñanza prohibida. Uno alterado y otro calmado, desaprensivo, vigilante, con un volcán sofocado en su interior.
Mientras, el dedo acusador frente al otro prensil, se hace cada vez más visible, sujetando el arma, que aferra el lápiz, que sostiene la piedra, que roba la inocencia, que borra el amor, que protesta o... recuerda.
En estos momentos angustiosos que vivimos, de desorden social y político, de desavenencia emotiva, de malestar generalizado, de desapariciones irresolutas... convencer con silencios es una auténtica apuesta perdedora.
Sin embargo, sus dos creadores han confiado en un grupo de directores, encabezados por Peter Berg, Carl Franklin y Mimi Leder, a los que sumamos miradas habituales de otras series televisivas como Daniel Sackheim, Keith Gordon, Lesli Linka Glatter o Michelle McLaren, con sus desconexiones metafísicas y encuentros abstractos. Sus poderosas resoluciones e imágenes, se han introducido en nuestras mentes al igual que lo haría un secreto inconfesable. Algo que no puede ser identificado, visto o entendido, ni tan siquiera escrito en el viento.
Mas, produce una inmensa tormenta de emociones o sentimientos encontrados, desde el otro lado, en la realidad paralela. Desentrañando la vida familiar y ´pacífica`, esa incontinencia verbal o sexual, los sueños inconfesables, los golpes físicos... Donde emerge un grupo de actores guiados por su jefe de policía, interpretado por la omnipresencia del actor de Washington, Justin Theroux. El futuro de Justin, se erige en Mute dirigida por Duncan Jones, en cambio, pondrá voz al personaje de Ninjago La Lego Película o una serie titulada Maniac dirigida por el siempre interesante Cary Fukunaga, junto a Jonah Hill y Emma Stone.
De la mano, o no, de la mente dividida de sus hijos en la serie, Chris Zylka (The Amazing Spiderman) que participa en el próximo filme de Xavier Dolan, The Death & Life of John F. Donovan, y la dualidad de Margaret Qualley, apuntando a notables y atractivos retos profesionales con el protagonismo en Death Note, quizá un nuevo Chris Pratt (o Chris Pine) y una laberíntica jovencita semejante a aquella Jennifer Conelly o una Cristina Ricci en sus comienzos.
En siguientes episodios, comprobarás el mundo insospechado tras la amante imperfecta guiada por una sufrida Carrie Coon, próxima protagonista en Widows de Steve McQueen o The Papers de Steven Spielberg, la ayuda de los hermanos Carver, Max y Charlie, una alcaldesa poco fiable interpretada por Amanda Warren (7 Psicópatas, Madre!), la sorprendente Emily Meade como una sugerente fotocopia de aquella Mena Suvari de American Beauty con sugerencias sexuales y matices oscuros o, la enseñanza impertérrita, envolvente y descomunal de un actor como Scott Glenn. Siempre presente en nuestro sueños cinéfilos desde Nashville o en pesadillas bélicas como Apocalipsis Now, espaciales en The Right Stuff e imborrables, tras el Jack Crawford de Silence of the Lamp. Un actor que convence en cada escena atrayendo todos los ojos de los espectadores y admiradores televisivos. Nos acercamos a ese noveno pasajero... tras las preguntas...
¿Qué ocurre cuando desaparecemos? ¿Alguien se preocupa por nosotros, hasta cuándo?
Son preguntas sin respuesta efectiva ni relatada, son fotografías fantasmales del pasado. Al menos, durante la realidad salvaje del día a día... Sobre todo, por que aquel que se va, nunca vuelve ni se sabe más de él/ella, son sombras conocidas y emocionantes, que se quedan flotando en la memoria, hasta que ésta desaparece definitivamente, en el día de tu propio juicio o la nada.
La pérdida es el motor que nos mantiene de pie, se revoluciona con la juventud y descansa luego, pues las ramificaciones sociales o emocionales, mantienen vivos los recuerdos. Y, la necesidad de un ser querido, que jamás termina de marcharse del todo a pesar de los años y esa pátina producida en las viejas fotos... Ahora mismo, menos aún, con las múltiples referencias que se podrían encontrar en nuestras conexiones informáticas, dudosas, virtuales. Ya que sólo el advenimiento de nuevas generaciones, pueden contribuir al borrado de esta memoria dolorosa, al enterramiento de verdaderos fantasmas que amenazan con volver, raptar, destruir. Inmóviles, silenciosos... veremos que ocurre tras nueve episodios o historias complejas.
Definitivamente, no sólo el recuerdo es el leifmotiv de esta serie, The Leftovers (madejas imprecisas de ese vacío o nido), ya que no pierde el contacto con otros posibles protagonistas del caos reinante. Los subterfugios emocionales se convierten en un torbellino de pasiones y dudas, de pesadillas que regresan en la noche, de cuentos de navidad que crecen como historias de terror, de sexo prohibido o inconfesable, de cuchicheos entre blancos y asaltos impetuosos, de silencios, miradas claro, y secretos.
Tampoco la producción olvida a esos desconocidos, los acontecimientos sin respuesta que proceden de algunos antecedentes cinematográficos o hechos sin confirmación, donde la ciencia ficción juega un papel preponderante.
Ante unas desapariciones inexplicables, en otra época X-Files que producen una neblina creciente que impide la visión de la verdad y se mete en nuestros pulmones como un cáncer. Que reivindica con silencio ante la fuerza bruta o el derramamiento de sangre. Pero, ¿quién está detrás de todo el dolor o sufrimiento? ¿Merecemos el castigo?
Es algún tipo de conexión diabólica, una mente preclara, un ente castigado con poder ilimitado, un ser de otro planeta, una especie de secta religiosa o milagrosa, una conciencia imaginativa, un velo de apariencias o los esfuerzos de nuestros gobiernos para desorientar a la sociedad. Es decir, una conspiración mayúscula que amenaza a la sociedad, para convertirla en una forma de locura colectiva. Un credo, una filosofía... una pesadilla.
En el horizonte, el humo invade toda la razón y la visión neutral que, nosotros poseemos como espectadores de esta verdad o cara mentira. Se transforma en niebla amenazante que esconde el terror y el recuerdo de escritores fantásticos, que borra las huellas del pasado, alimentando los egos. Decididos a crear una corriente alternativa, o una idealización de las emociones no expresadas.
Desde el primer capítulo, en aquella infausta mañana tras desayunos alterados, se produce la desaparición de un 2 % de la población mundial, de golpe, no a pequeños bocados o raptos.
Atrapados, no paramos de hacernos preguntas que no nos llevan a ningún lado, aunque mantengamos los ojos bien abiertos y los oídos intentando desentrañar alguna revelación. En mayúsculas... Sin embargo, ya no importa el motivo de esta confusión ni la meta, sino las bifurcaciones. Lo que aprendemos a manejarnos en ese dolor, a conocer los rostros que nos harán felices o mediocres, convivir en el futuro con sus infelicidades o infidelidades. Cruelmente, acostumbrarnos a la violencia, a los tiros y dentelladas salvajes, a la banda sonora que cubre (con precisión sonora) el resto de movimientos silenciosos, pedradas, insultos, acompañando a actos pausados, sincopados, desarraigados, desdoblados, marginales... como una prenda perdida, como un personaje olvidado.
The Leftlovers, ha llegado algo tarde, pero estamos a tiempo de establecer las conexiones adecuadas, a distinguir la mentira.
Ha llegado... el nueve, la entrega novena. El desenlace para mantener despiertos los sentimientos y proponer nuevas reflexiones que nos sacudan en el interior y aclaren el futuro. O todo lo contrario, que aumente el misterio sin conocer la verdad. Veremos, sentiremos, callaremos... Sin saber hacia adónde vamos, aún, qué nos mantiene en pie o porqué luchamos... ¿la vida merece la pena o es la pena que forma parte de ella? Me he quedado aquí, antes del décimo mandamiento y otras temporadas para intentar descifrar lo oculto.
Conoceremos a familias rotas, divididas como si fueran extraños, vecinos atacando a otros. Dentro de otra ciudad repleta de esos mismos extraños, que se comporta de manera extraña, que se alimenta con sentencias absolutas y se rompe o desmigaja en la intimidad. Mientras, el salto generacional no comprende las diferentes implicaciones ni las emociones encontradas, sino que se rige por las suyas propias. Diferentes, alocadas o estimulantes, testimoniales o grandilocuentes...
De un lado, mayores disfrazados con sus vestimentas, observadores natos de la naturaleza de las cosas, de los movimientos de los vecinos y la conservación de una idea recalcada con cal o pintura blanquecina. Son interpretados en semejanza a los mimos. Del otro, restos familiares que se oponen al olvido o la muestra de respeto, jóvenes encabezados por un padre de familia, que no es padre ni tiene ésta, sapiencia... sólo más dudas.
¿Qué nos espera...?
Ansioso por desentrañar el diez y diez más... Navegar con otros capitanes de barcos perdidos o sin rumbo fijo, para tratar de identificar el mal, la realidad paralela. La deriva de este naufragio.
Con la familia y nuevos personajes que se irán sumando al padre auténtico, aunque esposado sin esposas. Silbado por su condición de humano, bendecido con la pérdida, vilipendiado por la justicia, golpeado y desahuciado.
Por supuesto, sin olvidar a los políticos caracterizados ante el pueblo, sus voces discrepantes e interesadas, su falsedad idolatrada. Ni al hombre misterioso, que aparece en todos los sitios con su escopeta cargada, disparando a perros como si rematase a jaurías de locos, acribillando el silencio, asfixiándolo.
Sucumbiendo con violencia innata, a cualquier otro tipo de referencia relevante o significativa de la metafísica, por ahora.
Si todo esto, no te atrapa o despierta esa curiosidad, si no condicionaría nuestras vidas a diario o confundiera el lugar que ocupamos los seres humanos en el planeta real (que pisamos y habitamos), entonces... The Leftovers no es tu serie, ni historia.
Paralelamente, a las imágenes ciertas y esas derivadas sentimentales, persiste la inagotable imaginación de sus guionistas y sus diferentes directores sin género, que vendrán en otras oleadas y la suma de otros directores con rasgos terroríficos como Nicole Kassell (El Leñador), Tom Shankland (The Children) y Craig Zobel (Z for Zacariah).
Curiosamente, en el quinto capítulo, una mujer llamada Mimi Leder que continua rodando en el futuro, comienza con la escena más llena de furia y violencia, contra otra mujer. Maltratada hasta la muerte y bastante ultrajada por su posición misteriosa, vejada y lapidada, casi crucificada, convendríamos.
Este es un mundo de locos, y visionarios que te envían a la nada. Parecido a los comportamientos de los animales que fueron abandonados, perdidos, y que aparecen por todos los sitios imaginables.
Con violencia vecinal por incomprensión y ciudadanos que rivalizan en malos humos. Una protección ciudadana no resolutoria, armas y almas desenfocadas, por un dedo de pintor demasiado grande, sexualidad confusa y onírica, entre ángeles y demonios. Maltratos domésticos y animales, asilvestrados, secretos callados como sepulturas rocosas, pétreos hilos familiares y fuego lynchiano, vamos, un cristo pictórico.
Claustros de vivencias incomprensibles, paternales, visitas a la nada o el silencio, creencias y fe... ¡puede que no! A lo mejor tras el 10, empezaré a conocer otros reflejos e intimidades, otras voces.
¿Es el reflejo de la maldad intrínseca o de nuestros miedos? Seremos uno o muchos, tras la marca epidérmica del sufrimiento o la exposición de una gran mentira en los medios... humo, todo humo. Si bien, en cada episodio late el corazón, sin parar, aunque mire hacia atrás, a los vestigios rotos.
Para crear este clímax imperfecto y retórico, se ha confeccionado un universo distópico con los pedazos, donde todos los personajes forman parte del engaño o el misterio redundante e imaginativo. Sorprendido por los resortes de un estrés postraumático, que amenaza con derrumbar su forma de vida perfecta.
Si bien, la catástrofe internacional se centra en pequeñas parcelas de Texas, desde un Amarillo terrestre cruzado por su río, el amarillo de la nicotina en los dedos, el amarillo vidrioso de unos ojos que no pueden dormir, hasta el Westchester County en las proximidades de la gran New York, maldecido por ´algo`, o hasta el ´amarillo` emocional que ataca la mente, como una especie de enfermedad contagiosa.
Tras nueve historias, entrelazadas, creo que nos aproximamos a un misterio mayor, que intentará despistar a cualquiera que intente acercarse a la verdad oculta tras la humareda. Como no, es ficción a la postre.
En nuevo confluimos, cuando todo lo alterado, se vuelve a montar como un puzzle, al que le faltaban piezas y, te las vas encontrando pisadas, enredadas en las fibras descoloridas de la alfombra, flotando en el agua o enterradas en la nieve de diciembre, camufladas por un brillo blanquecino, mortecino. La verdad es que lo desconozco, ni ganas tengo de investigarlo, solamente sentirlo. Restos tirados como hojas muertas, desprendidas de las anillas de una libreta, de toda humanidad.
Si las palabras afectan a los ciudadanos y sus familias, al igual que lo hace la falta de ellas, las miradas no acusadoras, contemplativas diríamos. El enigma envuelto en dolor y humo, regresará de nueve en diez.
En un mundo enloquecido y globalizado, todo empieza a desmoronarse por lo pequeño. La "familia Lindelof" se halla ante una desagradable disyuntiva, buscar u olvidar para siempre. Esperando las noticias de una sociedad diezmada, que empieza a afectar sobre manera, a los ciudadanos menos complacientes, sinceros, pragmáticos, confusos, agresivos, persuasivos, desafiantes, protectores, queridos, amantes, sectarios... no olvidados.
Provocando la secesión dolorosa, sin calidad ética y la superioridad moral de una sociedad con síntomas de cansancio. Patetismo infiltrado en una rara sucesión de acontecimientos relacionados con las creencias religiosas o la implicación emotiva de nuestros cerebros. Unos escribiendo y otros borrando... la muerte.
En cambio, quedan demasiadas respuestas y preguntas por lanzar al aire, personajes a los que conocer más a fondo, sueños que descifrar o pesadillas que enfrentar. Huidas o desapariciones, misterios a las que poner nombre y sentido, entidades pictóricas que signifiquen o pinten algo real en nuestras vidas. O continuar incompletos, como esos domicilios separados a los que volver o donde recuperar los recuerdos, corderos que reconducir o abandonar las iglesias sin fieles, las creencias temerosas. Morir de dolor de cabeza o de cáncer de pulmón, conversar o callar, follar con el cerebro o morir haciendo el amor. ¿El bien o el mal?
La duda razonable avanza sin cesar, atravesando todas la etapas imaginables, el noveno capítulo en la encrucijada, tras la historia común. Mientras las circunstancias lejanas, nos adentran en ese universo de apariencias provincianas, o privadas, que son las relaciones humanas. Lucha de contradictorias ideas, reflejos de nuestro yo interno, no innato, aprehendido. Historias que salen a la superficie como volutas e incendian nuestros sueños, señas incomprensibles a primera vista o lectura, hasta que alguien nos confirme si tenemos o no, alma. Si existe algo diferente, más allá.
Quizás, alguien intenta comunicarse con nosotros, alienante o alienígena, ante el nuevo orden silencioso y una catarata de insultos alrededor, visitándonos a los supuestos vivos que, tal vez, ya estamos muertos.
Aún mi temporada no está terminada y ya me apetecía contar algo... ante tanto secreto hermético, ante tanta frustración y huellas borradas. Ante el iris apagado de uno ojos ahumados o las lágrimas amargas por la nicotina, ante el odio y el rencor que subyace como una gran mentira, una elegía en cada episodio...
Todo cotidiano y tan poco glamuroso, como si fuera un día cualquiera, ese día.
El juicio no se celebra todavía, nos vamos acercando entre cuerpos caídos de los camiones, instintos animales entre vidas perdidas, sociedades rotas como pétalos en planetas olvidados, sin guardianes de la galaxia, palabras emborronadas y tiradas a la basura... Todo se junta en orden perfecto y singular, en The Leftovers, para que no acabemos perdiendo el interés por lo pequeño, cuando en ese instante insólito de soledad, todo se desvaneció.
Hoy, empieza un nuevo episodio, mañana otro... indefinidamente.
Sentados contemplando, fumando o muriendo, da igual, los creadores o escritores, los copiantes seguirán pensando por vosotros y vuestros hijos, apuntando más allá. Mostrando los engaños o creando nueve más.
Puede que haya algo más surrealista que este universo y sus leyes, algo más caótico. Puede que sí, antes de creencias, la conciencia dormida. Las reglas naturales que se van cayendo una tras otra, incluso, las universales, se neutralizan, olvidan o inventan.
Porque... muchos nos preguntamos, que sucederá en otras coordenadas del planeta, en otras mentes, ¿surgirá la idea de un Dios u otros invasores estarán a punto de aparecer por el horizonte... ¿Es este el principio del fin? Adiós, y solidaridad, restos del naufragio.
Clip IZZY GETS THE FUCK ACROSS TOWN, de Christian Papierniak.
Tráiler Fargo Season 3.
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