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miércoles, 2 de octubre de 2013

Capitán Phillips: Tom se hace más... Big.



Realidad vs. Romanticismo

Cada espectador tiene una categoría propia para catalogar a los directores de cine por su compromiso con los temas sociales, relacionados con el respeto de los valores humanos. Con enfoque de personajes bajo presión derivados de la política, religión o la sociedad en la que viven y que proporcionan historias cargadas de una acción estresante para ellos, e incluso protectores de la vida de semejantes o la suya propia.
A esta categoría pertenecen Paul Greengrass y su película Capitán Phillips.
Pareciera que los tiempos hubieran cambiado lo suficiente para que figuras de la antigüedad, pudieran volver a coexistir en nuestros tiempos. Pero esto no es siempre representativo, las diferencias entre épocas se repiten a periodos de tiempo significativos. Porque Tom Hanks se pone en la piel marinera de este Capitán Phillips para darnos a conocer una historia real, basada en un simple antihéroe de nuestros días (y realizando una de sus más significativas interpretaciones, medida y natural).

Nos encontramos de nuevo, mecidos por las olas junto al maduro Hanks y bamboleados por las circunstancias rocambolescas de esta angustiosa historia y sus protagonistas reales. Poniéndonos en la piel del capitán de un buque comercial llamado Phillips y su peligroso destino. Toda una aventura de pesadilla al estilo Zinnemann de Sólo Ante el Peligro.
Acuciado por la envergadura de los acontecimientos y por su conciencia interior, los intérpretes se desdibujan ante la necesidad imperiosa de dinero o de salvar la vida de la tripulación. Y esto, se va a convertir en una cárcel para Phillips, ya que se verá involucrado a su pesar entre la racionalidad del ser y la causalidad de navegar cerca de la costa somalí. Una tierra de fuego en el cuerno de África sacudida en nuestros tiempos por los viejos "piratas" de antaño.

Si bien siempre existieron, durante el siglo XVI tomaron una relevancia trascendental en las sociedades y reinos del globo, por la conquista de colonias extranjeras y predominio de las rutas comerciales. Y Hollywood en busca de aventuras trepidantes y románticas, se fijaría en los fieros piratas y corsarios para llenar los fotogramas de los afamados espadachines o "swashbuckler".
Relanzados al estrellato a golpe de sable con poderosas novelas como La Isla del Tesoro o El Motín de la Bounty, El Pirata Negro con el carismático Douglas Fairbanks o la revisión del clásico diez años después El Capitán Blood que lanzaría a Errol Flynn al estrellato.
Los viejos piratas estaban de moda de nuevo, y surcarían las aguas internacionales de acetato mucho menos difuminadas que las contemporáneas a los marinos del parche en el ojo.

Las antiguas cuestiones territoriales y comerciales se solucionaban violentamente, aunque siempre matizados por la aventura y las pieles exóticas de sus protagonistas en Hollywood. Una capa de barniz y bellas cabelleras elevadas a la enésima potencia por el Technicolor. Las heroínas se encargarían de potenciar el lado romántico, como las bellas Olivia de Havilland o la irlandesa Maureen O'Hara.

¡Qué lejos quedan aquellos tiempos dorados! Las patas de palo y garfios, se han sustituido por motores y armas automáticas. Y las balas silban cortando el aire que antes sonorizaban los golpes de estoque y aromatizaban los cielos azulados con la incipiente pólvora.
Ahora, por contra no es necesario tanto romanticismo, ni mujeres de indómito carácter. En Capitán Phillips la cámara steady se apodera en gran metraje de la cinta, pues con ella nos salpicamos de gotas de realidad y dramatismo sin romance. Sin embargo, aunque presente no me parece abusivo ni mareante en el tratamiento de la imagen, favoreciendo el desarrollo de la historia.

Si bien aquellos corsarios pagados por las poderosas casas reales, defendían a sus tripulaciones con viejas leyes marineras, se acercaban a estos actuales por la cuestión monetaria de su labor.
Ambas épocas se regían por la supremacía de la moneda o doblón. La acumulación caudalosa de joyas y oro para mantener las flotas a favor de rey o en su contra.
Época sangrienta y salvaje, dónde los asaltos de babor a estribor se hacían con espada, puñal y maza en mano. Sin embargo, sus enemigos o víctimas no parecían tan inocentes como los actuales del film de Greengrass.

Aquellos piratas vivían una continua relación con el mar. El océano era su única vida.
Las islas desiertas y paradisiacas eran sus bancos depositarios, y las redes comerciales no entendían de números binarios. Ahora, Tom Hanks dibuja un profesional no violento, atacado por piratas forzados por las mafias y los señores de la guerra y sumando una presión adicional sobre sus cabezas para atraer nueva financiación.
Greengrass ya no necesita de hermosas damiselas en busca de aventuras y apuestos galanes, ahora se proclama el vencedor del realismo surcando las aguas del tercer mundo, o del primero como en sus fantásticas Domingo Sangriento o United 93.

La contaminación de los siete mares y de las tierras internacionales, se ve sobrecargada por buques de guerra y patrulleras piratas. Las vías de comunicación ponen en sobre aviso a los marineros sobre los peligros nuevos que acechan, porque la fiereza de antaño tiene otra piel.
La oscura piel de la pobreza y la resignación.
La piel de las botas altas se hecha en falta en pies descalzos de piratas.
No se empuña el fino florete ni la espada.
El gatillo es más rápido.
Una nueva era.
Peligrosa.

Y además, tenemos al maduro Tom que no necesita ser un intrépido pirata, sino un comedido cabeza de familia... un Hanks cada vez más Big.

*** Buena ***

Nueva película de Tom Hanks, Saving Mr. Banks con producción Disney sobre los derechos de la novela Mary Poppins, y dirección de John Lee Hancock. Reparto: Tom Hanks, Emma Thompson, Colin Farrell, Paul Giamatti, Jason Schwartzman, Bradley Whitford, Ruth Wilson, B.J. Novak, Rachel Griffiths, Kathy Baker. 

Tráiler del documental Radioman, de Mary Kerr.

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