En 1968 (año de nacimiento del que suscribe), una personalidad paranoica, con grandes ínfulas de Superstar, hizo propagar su terror en la escena social y judicial en U.S.A., en la zona norte de California.
Alguna de sus 7 víctimas, aparecería en San Francisco, una bella ciudad de la costa oeste americana. Nos situamos en una ciudad mágica, en plena efervescencia de los derechos civiles, la guerra de Vietnam y la cultura hippie de haz el amor y no la guerra. Estos hechos, serían caldo de cultivo, de la personalidad de Zodiac. Cuando se recorren las calles de San Francisco y su bahía, se notan los ecos de la historia reciente del siglo XX, una mezcla de modernismo y construcciones con aires europeos y coloniales. En la que, la mano del hombre controla el entorno con su impresionante puente.
Esa mezcla de personalidades, jóvenes en busca de libertad, cerebros lavados de patriotismo y heridos devueltos a casa del Tío Sam; dan como resultado un personaje salvaje y con deseos de protagonismo. Sí, es un monstruo, con su juego amoral contra las autoridades políticas y policiales, consigue su propósito de llamar la atención a todos los niveles.
Poniendo en jaque a la sociedad californiana, con sus burlescos criptogramas (algunos aún no han sido descifrados), se alimentaría del miedo de sus conciudadanos. Con su sarcasmo criminal, se convertirá en un personaje magnético para los medios de comunicación (en aquellos momentos la prensa escrita y después, a través de libros y el cine).
El trabajo sería encargado a David Fincher, por su recreación de su anterior y terrorífica historia de otro asesino en serie en Se7en (Abandona el proyecto de Black Dhalia, irregular film de Bryan de Palma). Se ve atraído por la historia de Zodiac ya que vivió de niño dichos acontecimientos, en un pueblo de la zona.
En Zodiac, entran en juego, tres actores de gran nivel, sobre todo, Robert Downey Jr., que dota agriamente de causticidad y veracidad a la cinta. Se crea, por tanto, un paralelismo de los protagonistas con el asesino. Son arquetipos del antihéroe, plagados de problemas personales, y con necesidad, de cierto reconocimiento social, quizás, menos el policía representado por un magnífico Mark Ruffalo.
Así, el guión evoluciona a grandes pasos a la empatía por el fracaso de sus personajes. El aprendiz de héroe, con delirios de grandeza, fagocitará con sus investigaciones al maestro periodista y al policía. Al igual, que el psico-killer, conseguirá permanecer en el anonimato hasta nuestros días.
No podemos decir, que David Fincher se destaque por el sentido del humor, pero con su acidez consigue esa admiración diabólica, hacia los seres depravados (recordemos a Kevin Spacey y su creación Jhon Doe). Antisociales dotados de enormes dosis de provocación, (son como "antisistemas" desaprovechados en manos del Mal), y es que la maldad siempre tuvo gran atractivo en el mundo cinematográfico.
Desde los clásicos, Frankenstein, Drácula o el malvado Zardok (siempre será recordada la escena del fotograma con la firma de Zodiac), hasta los auténticos monstruos más cercanos, nuestros vecinos, Jack el Destripador, el Estrangulador de Bostón... y el Asesino del Zodiaco. Los primeros solo existían en la mente de sus creadores y luego, de manera colectiva, en el cerebro de los lectores o espectadores. Los segundos son el fruto de la sociedad y las desviaciones de nuestras mentes enfermas.
Ambos, son y serán, ancestralmente, el reflejo angustioso de nuestros miedos internos, y sin perder un gramo de su poder de atracción.
Santana - Soul Sacrifice (Woodstock 1969) B.s.o. Zodiac
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