Festival de Sitges: Mejor primera película.
El ADN de la enfermedad.
Fue por 1969-1970 cuando un canadiense nacido en Toronto cumplía 26 años, y con su cuerpo aún sano y joven se disponía a establecer las bases de lo que se llamó el cine de la "nueva carne", dedicado al pánico que ejercen sobre los seres humanos las enfermedades degenerativas y contagiosas, más las múltiples variantes sexuales o mentales. Las réplicas de las cadenas de ADN y las transmutaciones de los cromosomas hereditarios o contagiosos, están de nuevo recorriendo por su sangre renovada. Era David Cronenberg.
Ahora han pasado casi 35 años y su hijo toma el relevo de aquellos comienzos tortuosos para los jóvenes espectadores que hemos crecido con el cine de su padre, llega Brandon Cronenberg algo más maduro 33 años (aunque realmente aparecía como técnico de F/x en la película Existenz con tan sólo 19) y una compleja y atractiva carrera cinematográfica por delante.
A través de la joven productora Rhombus Media y distribuida por Alliance Films se ponen a rodar en Hamilton (Ontario) este enfermizo film llamado Antiviral con claras reminiscencias a la cinematografía de David, pero si cabe una vuelta de tuerca aún más adulta.
Si dejamos de un lado las cuestiones metafísicas (sobre individuos consumiendo terrenalmente la carne de los dioses) y prácticas oscurantistas en salas de blanquecina y resplandeciente pulcritud, una asepsia que produce inquietantes manifestaciones en nuestras mentes de espectador sorprendido. Las imágenes están cargadas del universo visual particular de Brandon aunque mantiene todo el onirismo "cronenbergiano" de sus hospitalarias ambientaciones.
La enfermedad es dominante en la argumentación y la repulsión a las transmutaciones de la "new flesh Canadian", con celebración de los rituales sanguinolentos y eccemas supurantes.
Nos encontramos en Antiviral, con las cuestiones vitales de la cinematografía primeriza de ambos, padre e hijo.
Su ADN patológico, bebe las mismas referencias, ambas son dos apariciones sorprendentes y fantasmagóricas en el panorama actual, fagocitado por los efectos digitalizados (aquí nos encontramos con cine de aroma a antiguo acetato ochentero), pero siempre con un punto de vista más actualizado con los temas más modernos.
Por otro lado, no es la única aparición radiante la del joven director.
Todo ello nos configura un futuro muy interesante lleno de gratificantes expectativas para los espectadores fans del género scifi, que no deambulan por los terrenos más fáciles del trillado género terrorífico.
Si en primer lugar tenemos esta omnipresente figura, en la esencia del filme Antiviral en la carne de los Cronenberg, dónde el hijo pródigo es reencarnación del cine esquizoide y sofocante del padre. La estética se impregna de la capacidad visual de anteriores experiencias paternales haciéndose cargo también del desquiciante, por momentos, guión de la película. No sé, hasta que punto pudo estar orientado por su mentor.
Esta capacidad de escritura argumental no es mala, si consigue pulir en próximos trabajos, algunas cuestiones farragosas de su discurso más metafísico. Un poco de simplificación a la hora de visualizar el terror. Pero, sin duda, continuar por la misma senda, le traerá beneficios personales y más fieles a su causa.
El consumo de la carne hecha morbo antropofágico de caras famosas, es una extravagancia de tal calibre que resulta una experiencia fascinante en sí misma. Así como la propagación de las enfermedades a través de una maquinaría comercial, como un maná caído del cielo a los hambrientos seguidores de tierras prometidas en forma de celebridad.
Se mezcla con un thriller algo más confuso y no resuelto con la brillantez necesaria. Donde el dinero se convierte en parte esencial de la subtrama, por encima de la vida de las personas, sólo por el hecho de tener en su propio cuerpo la esencia de una masa social elevada a los altares del misticismo televisivo.
No todo acaba aquí.
Un rostro impresionante en su fría y entrañable opacidad, se consagra como nuevo y fresco ADN de una figura emergente del scifi. Caleb Landry Jones, que ya apareciera en la cinta de los hermanos Coen, No es País para Viejos, con un escueto papel. Tendría en 2010 y 2011 sus momentos de relanzamiento participando en El último exorcismo, The Social Network, y sobre todo más ampliamente en X-Men primera generación y Contraband.
Pero, es en Antiviral su primer protagónico dónde su rostro austero e inquietante, emerge para apoderarse de toda la película. Una interpretación medida y controlada en gestos, le hace futuro referente de trabajos igual de importantes o más.
Su fascinante dibujo del vendedor de productos altamente obsesivos con las figuras celebérrimas, posee la textura blanquecina y enferma de los contagios cinematográficos con el público a primera vista.
Caleb al igual que su alter ego femenino, en la bella piel de la canadiense Sarah Gadon, proporcionan una visión desnuda y descarnada de la obsesión emocional llevada al límite; además de una desagradable empatía con los papeles que interpretan en el filme de Brandon Cronenberg. Ambos han abierto las puertas del contagio de par en par, y seguro que no van a dejar de trabajar de aquí en adelante. De hecho ya tienen importantes proyectos en su agenda.
Recordar la procedencia televisiva de Sarah Gadon, y esencialmente de los filmes de David Cronenberg (Un método peligroso y Cosmópolis, además de salir de Detrás de las Paredes), por otro lado Antiviral cuenta con la aparición siempre placentera del mismísimo Malcolm McDowell, un adictivo personaje de consumición de lo esencial. Variados atractivos de este curioso y extraño filme, agravado por la tonalidad sonora y la luminosidad exterior. Porque su interior es conflictivo...
Antiviral posee el atractivo de la obsesión enfermiza por la esencia de los cuerpos y por la belleza de su joven protagonista femenina.
Este mercadeo de la carne, a niveles del contrabando mundial y la réplica de antígenos para inoculación de seres vacíos, tiene un paralelismo real con la invasión de las mentes más débiles con las redes contagiosas de la televisión (la invasión de ultracuerpos, sin deformidad), de los alimentos transgénicos y de las sustancias adictivas.
Unas cuestiones metafísicas sobre la carne y la enfermedad contagiosa, no de fácil consumo.
Cuidado con las posibles indigestiones causadas por su ingesta.
Pueden ser contraproducentes para individuos poco habituados con estos temas tan revolucionarios y complicados.
Consulte con su médico o crítico de cabecera.
¡Buen provecho!... o no.
*** Interesante ***
Antiviral Deleted Scenes.
Counting Crows called "Colorblind." Antiviral | Obsessive Infatuation Soundtrack.
Antiviral Soundtrack - E.C. Woodley.