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jueves, 29 de agosto de 2024

House of the Dragon. Season II


Es un hecho, que no voy a acusar del “wokismo” tópico, aquel del actual Hollywood y aledaños plañideros hace bandera, a esta nueva entrega de la House of the Dragon, temporada II… 

Pues, no hallo la necesidad de hacerlo, no aporto nada y pareciera un encuentro demasiado condicionado por otras producciones, y muy caprichoso, aunque uno de sus protagonistas, en un momento dado, se bese de repente dentro del mismo sentido. No sé, es raro… pero no molesta. Ni condiciona la historia..

Pues nadie… ni sus anteriores amantes heterosexuales que se sepa, ni sus hijos de ellos, ni sus parientes o seguidores próximos, podrán haber sospechado ese cambio de tendencia sexual, en su ámbito doméstico… Pensamos, que ni en la bisexualidad  siquiera, habrían pensado tal vez…

Pero bueno, como he expresado, no tiene la mínima importancia en el contexto de la serie, es moda y ya… El sentido de esta obra, basada en la novela “Fuego y Sangre” de George R.R. Martin, es una buena representación visual de su universo creado en la imaginación. Si bien se muestra menos rigurosa al principio de la temporada, más condoliente con los hechos, con demasiados pases de pecho, esperando una acción que se retrasa deliberadamente como recurso. Interesadamente quizás para alcanzar otros objetivos futuros, y es ahí donde el significado de las relaciones se resiente.

Es decir, ya no tenemos aquellos personajes del pasado, futuro más bien ya que nos hallamos 200 años antes de la primera canción. Por consiguiente sus aproximaciones anacrónicas son menos especiales, y menos tumultuosas si cabe, aunque sin embargo empezaron notablemente en la primera entrega de esta serie de HBO dot com, esperando al vuelo rasante digital. 

Tras los vaivenes finales de aquella mítica Juego de Tronos, y con fuerzas regeneradas en dos cabezas de familia, en la lucha por la corona de los Siete Reinos… nos quedamos un poco fríos. Pero, calentados por el último aliento... Dice una leyenda “Siete Reyes deben Morir… ¿o eran Dragones…? Eh.

Consecuentemente, la batalla está ahí silente -como un soplido, que se lo digan a Juan Carlos Fresnadillo, que se reivindica...- , reside en los detalles en verde y negro, en los vestuarios,  con cabelleras plateadas en ambos bandos. A base de insultos, cortes, quemaduras por erosión familiar y parches en los ojos… Mas las evidencias son específicas, existe ralentización parcheada, el guión tarda en arrancar hasta avanzados los capítulos. Escenas de acción no llegan como dije, la imaginación no se desborda en el aire, sólo a pinceladas con la muerte, alguna pirueta mortal, con un gran déficit en los nacientes diálogos que nos plantean y una falta de creatividad, no acorde con lo que la historia prometía y su maestro. Hoy, en nuestro ahora productor ejecutivo también.

Hemos llegado al estresante contubernio familiar perdiendo facultades, algo descolocados con aquella ´querida` saga de los Lannister, y cuando el enfrentamiento de machos alfa estaba en todo lo alto, incluidas cornamentas de sus monturas. Puede que algunos hayamos perdido un poco la fe, pues Rhys Ifans anda un tanto extraviado en sus tareas, y ya no tenemos con Nos, al magnífico Paddy Considine. Una pequeña catástrofe identificativa con el reino, de la que tendremos que remontar el vuelo lo antes posible… A lo mejor en el capítulo Siete, puede…

Calma… antes de la Tormenta.

Quién nos iba a decir que la anunciada llegada del Invierno, vendría con las retinas de los cuervos congeladas en situaciones esotéricas… de los personajes masculinos. Donde el Adn nos vuelve cretinos, crueles, traidores, enclenques... gilipollas, como es costumbre actualmente. Ya que nos hemos topado con las escrituras no tan sagradas de Mr. Martin, para que sean pasadas a piedra por los/las guionistas escogidos por la HBO y una ejucitiva encabezada por Ryan Condal, de cuyas hojas añora la crueldad y la suciedad en todos los niveles. Por ejemplo, sexo, ya es escaso.

Son más devaneos entre ellas, un quiero y no puedo, un pasito adelante, dos para atrás, de meter casi nada… un mero beso furtivo. En cambio si existe la violencia, pero es de otro tipo, como chispazos de mal carácter que apenas rasguñan el corazón, aunque estén teledirigidos a hacer daño… Al menos a ellas, a las reinas, y sus regentes… bueno a ellos, no tanto. Que pululan a lo suyo...

Por tanto, los protagonistas de La Casa del Dragón II, no dejan una huella por ahora en nuestros corazoncitos, que se contenta rivalizando por cual es más del gusto, a cuál odiamos más o con quién te irías a tomar un helado o café helado, o un picho, ya sabes... en la garganta. Sin cruzar el Muro aún, eso sí, que te quedas pasmado.

De momento además de ellas, y sus determinados empaques, la australiana Milly Alcock y la británica Olivia Cooke, lo que destaca claramente es la evidencia primera, que parece predestinada hasta que la tormenta nos alcance de lleno. Dos remolinos Lanister, endiablados y caóticos, el Daemon del Demonio Negro en las melenas de Matt Smith – si bien con tratamiento de un exorcismo profético o mágico, hacia una posible reconversión -, versus la retina adiestrada para el dolor y la retranca, de Aemond el verde. No de viejo, sino de reptiliano venenoso, que se siente menos agraciado entre las huestes draconianas y sus sangres al vuelo. Quizás debido a su parche y su nombre menos reconocible, el del actor Ewan Mitchell.

Vale, está tardando, pero las brujas están para eso – me refiero a las que verían el futuro y eso, ninguna más -, que te animan el cotarro con pequeñas visiones de lo que se aproxima… Sí, yeeeeepaa! 

Mientras nos tendremos que tragar las llantinas de la Hightower, los líos con unos chicos de color (que curiosamente están más arraigados en la corte o las naves, cuando en la primera no aparecían prácticamente), salvo en determinados puestos o regiones más espaciadas o sureñas. Pues bien, ahora forman parte de las familias… Cosa que me parece bien, pero desentona con los estados de la primera entrega. En fin, un poquito de colorido siempre va bien, al paisaje agreste y paliducho. Y además la dama Alicent se aligera, se espanta… que se mostraba ya un poco cargante. Gracias, maja.

Esto es así, no cómo comienza, con extraños balances de poder y demasiada palabrería de guerra, interna o externa; sino cómo se cierne la obscuridad. No hablo de los tornados batidos  de unas alas… más bien, de las clases en lucha, de los elementos… de las canciones de Fuego y Hielo, que son las verdaderas bisagras, las que nombran al Conquistador o el más allá, entre los cadáveres que queden… ¿vivos?

Acción… hermanos, draconianos.

Llega un momento en el ojo calmo de la tormenta, en que ya no sabemos bien contra lo que luchamos… con quién se revuelca uno en el barro, o con quién se yace al lado en acto íntimo, procreador… Poco de lascivo queda.

Lo que se sintiera como una reivindicación de los diferentes feminismos en época feudal, es una mera anécdota, y mejor así… Ya que recordando el pasado, por venir, Rhaenyra se engancha al filo de una espada, por fin. Pues lo verdaderamente importante, es lo que se  oculta, un mal de ojo, una mala caída, un verso, el eco rugiente, la valentía o cobardía sin par, unos huesos rotos… un plan en las cabezas… que aún no han sido cortadas. Ni dos... ni las siete.

Lo que se inicia con frialdad, a nuestras miradas que no apuntan arriba, al Norte, la penetración o el bloqueo, nos castiga en la marina, mientras, las monturas se vuelven más calientes, más imprevisibles o variadas, y el capítulo Seven ya está aquí, tranquilos mis dracos, que el fuego avanza siempre.

Y decían que la descendencia y el valor de la sangre, era lo esencial… ¿Para qué, habiendo monstruos, tú? Esto me hace enlazar con la otra rama quebrada, tirada en el lecho, como diría el refrán… “Cuando el Reposo del Grajo, vuela bajo…”

No, no hermano. No es el Día D, del Desembarco aún, no es la lucha de los que se enfrentan al miedo empíricamente, ni de esas primeras oleadas de infantes sin ella, la experiencia, siguiendo la cabeza área de un jefe o Rey en las alturas, junto a los Dioses… Como si planeara sobre las suyas, la amenaza de una orgánica, bomba de neutrones. ¡Humanos a pie, parecéis corderitos asustadizos, ahí abajo, donde parece hacer no un frío del carajo, sino el infierno mismo…!

En tanto las líneas costeras, pacen… reciben la misericordia para paliar el hambre y alimentar las ansias de batalla en nombre de un Señor… que los nutrió, antes de convertirse en muertos andantes. Serán o no…. Los nuevos Rangers de Omaha, o se sentirán al fin, como aliados escoceses, australianos… semi-abandonados a su suerte, poco analítica y profética.

Siempre hay, ha habido y habrá, clases… Como medidas, rasgos, juramentos, traiciones… o enchufes. Más aquí, en la House of the Dragon, donde los escarceos volátiles, ese fuego fatuo de fogueo, promete más y más, con héroes de nuevo cuño. Entre sus dos cabezas de dragón, en busca de dotes, de Oro, para una nueva colisión de la Band of Brothers, o bastardos por ley medieval… Algo así, como de diferentes padres, o madre verde y negra.

Aquí voy a hacer un primer inciso, incisivo sin dragón pero con Mads Mikkelsen, en su mejor estado ardiente - no por las duchas de agua que presencia -, sino porque es un bastardo del señor, que se acostaba con su madre sirvienta. Por consiguiente, un Bastardo, que se va al ejército como dragón danés y empieza a despuntar con medallas... y cuando vuelve, prefiera las tierras del Rey, El Brezal danés lo llamas, y lo cultiva con... no lo digo, que él no quiere... y lo empieza a regar con la sangre de un pijo de fruta. Ale, ya estáis avisados, La Tierra Prometida o The Bastard del director Nikolaj Arcel, mejora un saco a aquella catástrofe de La Torre Oscura... y sólo hacen falta un par de cortes de acción.

Regresando a Casa... Muchos desaparecen en esos momentos iniciales de la lucha, sin dejar apenas rastro, quemados – en la II fueron entre 50 y 70 millones - que sus madres no pueden enterrar; en cambio en la tierra de los Dragones, aún es indefinido el número. Pero a los hijos, los aleccionan y un par de puntos de costura al cuello. Sentidos de las batallas por venir y sus efectos estructurales, como en la cara de Aegon el II, el breve… O el Hijo, el Deshuesado, recuerdas…

Entonces, al final, parece que no nos aburriremos en el siguiente paso, cosa, casa… color, ojo… hermano. Y qué pasa con los judíos… ¡déjate de historias, tío, Nino! Esta serie no será como otras, que no aguantan el relato de los hechos o no soportan el pulso marcado… del paso del tiempo.

El Cuevo… postrero.

Esto no es, chanza de los dragones… la dirección de los primeros movimientos está superada – Alan Taylor fue de Thor the Dark World y Terminator Genesis, pues anda que brasas-, donde ya trabajara con Matt Smith por cierto como el rescoldo de aquel primer Jinete, que no consiguió su monstruo alado…

El Cuervo del atardecer, en vuelo siniestro, nos aporta una nueva visión, una vieja oleada, un canto antiguo… El Invierno is… fuck.

Hasta los monstruos son autónomos y eligen sus caballeros, aunque no lo sientan en su sangre, de cabellera trenzada… y a sus comilonas... he de decir que vi una peli de aventuras como las de antes, los 80 o así con Damsel, a través de la mirada de una princesa de las actuales de Disney, pero en la cabellera rojiza de Millie Bobby Brown - que la crítica española se ha encargado de crujir -, aunque la chica se defiende ante las fauces del dragón y este cuento de terror, que demandaba más chica, más sustos... más carnaza. Si bien se deja hincar el colmillo.

Entonces, Aegon vuelve a la vida como monstruo, tan achicharrado que me recuerda a un Fantasma del Paraíso… y podría erigirse en el nuevo personaje preferido, tal vez, para alguien. A ver dónde no lleva, que no las tengo todas conmigo… cuando llegamos al final, y sigamos… Todo en el Aire… las alianzas, las promesas, las invocaciones, las llagas … el olor a quemado incluido. Esperemos que el invierno, no traiga la ¿pas?, eh…

Esto no puede ser una simple aventura, como aquellas de antaño. Me refiero a las que empezaron con un Juego de Dragones y Mazmorras de juguete, y de la primera peli ni me acuerdo; y ahora regresa con humor en Honor entre Ladrones, vómitos de dragón, osas pelirrojas, artículos de coña y un lío de coj… que se demuestra en los titulares de la producción. Aún así resiste el golpe y amenaza con continuar en la tele, al menos. Aquí tiene se tiene que echar las tripas, mejor que The Crow si será… será, lala lala, lalaaaa... Y las decepciones no paran de llegar (también se olían), Twisters menuda chorrada cíclica, que no soporta un soplido. De otras ya hablaré, ya...

En el último suspiro, el cuervo nos recomienda Siete Reyes deben Morir, que es un objetivo clásico, con luchas monumentales a empellones, a la sombra de aquellos drakkar vikingos en la isla asentados, y no como en el continente americano que no encuentran ni a tiros. Es la premonición del futuro que nos quieren colar ante nuestros ojos europeos, vikingos y celtas. 

La historia es la versión salvaje de los monstruos de ficción, reconocidos como los Dracul, menos drogados, pero con la misma mala hostia en tierra Valaquia… y sed de sangre en busca de la tierra. Así enlazamos por los pelos, pocos eso sí, con su reflejo en el cine, Friedrich Wilhelm Murnau convierte a Max Schreck en un icono visual y actor de culto tras el vuelo de 1922 como conde Orlok, y después reencarnado en la piel enloquecida de Klaus Kinski en 1979 con Werner Herzog tras la cámara – director del que recomiendo en sentido más pacífico, el documental Sonidos de la Tierra-, el duelo entre John Malkovich y Willem Dafoe, para La Sombra del Vampiro, todas estupendas, y así termino… esperando la piel reflectante de Bill Skargard, el otro vikingo, no danés como en aquella England primeriza de la patria british unida, sino sueco.

Veremos su nuevo Vrolok (vampiro en eslavo, o licántropo), que es un no muerto, y nosotros esperanzados con el tráiler de Robert Eggers… así podremos olvidarnos de otras negras noticias, con El Cuervo. Mas te cuento un secreto, cuervo… aún no te he visto. Aunque sí, los comienzos del conde Drako, un, dos, murciélagos, hahaha, del documental espléndido del inolvidable Jim Henson… Hahahah, gracias por todo Jim, the Idea Man, for ever.

Y eso, drakos de Kubrick, que esperemos que la tercera de los Dragones remonte, porque sino será un sacrificio en balde... tal que un dragón con jockey de cartulina, muy inflamable. Y si no responde, a la hoguera con ellos...

 


domingo, 18 de agosto de 2024

Dinos, Cyberpunk y Kaiju 8, un diálogo con Watchmen.

 


Ozymandias, el egipcio de las sustracciones olvidadas, tomado como gran constructor… el tiempo nos pone en su sitio. Padre, Moore.

Ozy recuerdas aquello de… Ave César? Pues, en nuestra generación, no se trataba de romanos rindiendo tributo al emperador o Magnus, sino más bien…  la escenificación de una ficción simiesca con paralelismo. Que, de antepasados homínidos pasaron a raza inteligente, con ciertos valores o rasgos retrospectivos, contigo, con el imperio antiguo, con todos… En todo caso, defectuosa, verdad Dr. Manhattan…?

Humanamente o en forma de chimpancé, u orangután que era la versión pacifiscta de estos – en malayo compuesto de los términos “orang-hombre” y “hutan-selva”, ya con dos pies en la tierra… No, no aún, en Marte. Pues las naves espaciales estaban escondidas en la cueva casi hermética, de Platón. Es una especie de espejo filosófico y tecnológico, sobre el conocimiento.

Diario de Rorschach”, durante el 1968, época de primeros superhéroes gráficos, desapoderados en reunión y otras batallas políticas, los tonos pastel de un astronauta llamado George Taylor – no confundir con Steve Tayler del que su carrera en Aerosmith, hasta su reciente despedida -, se fueron volviendo oscuros, cinicientos… y fue caminando por la superficie de un planeta destronado a su raza, de cruces premonitorias, sin imaginar el ocaso. Era Charlton Heston, sin armamento avanzado, ni voz, ni voto por supuesto, que volvía a descubrir que sus parientes más cercanos eran, unos verdaderos estúpidos. Desgraciados…

Aquellas palabras escritas por Pierre Boulle en 1963, o no, retratadas por el director Franklin J. Schaffer al final de El Planeta de los Simios, pronosticaba la teoría de la evolución en una medida apocalíptica y regenerativa, que supondría un suspiro romántico para nuestros dinosaurios. Mas el cine cambia aspectos de la magnífica novela y manipula en sagas, alarga o contrae al antojo, guiando la voluntad de los personajes, de generaciones peludas que los visualizarán, en millones de años o minutos de humanos, por flashbacks temporales de unos pocos puñados de insultos incivilizados. Sin pelos… en la lengua.

Claro, todas las ancianas y no tanto, civilizaciones fueron violentas.

Jon, ¿acaso tu experiencia iba a pronosticar algo diferente, con simios…? No, las producciones sobre ellas, viajan en el interior de un círculo vicioso, redondo y dorado, saltando a películas de sagas pasadas y por venir aún, con semejantes antihéroes. Y derramamiento de sangre, desde luego… yo he sido uno de vosotros, dentro de un gobierno…

Retrocediendo, anterior a aquella escena incrédula sobre la arena… recordando cuatro detalles que tengo mínimamente en la memoria, como injertos de besos o golpes engorilados sobre la saga simiesca. De pronto, vemos este presente pretérito que retrata el planeta Apocalipto, que alucinamos o padecemos hoy, según los gustos del CGI y los nuevos personajes sin grotescos disfraces… y máscaras semiflexibles. Donde la violencia se desata en las mismas facciones que otros intelectos, como si fuera un nuevo planeta incivilizado.

Han pasado… los tiempos de aquel César, bebé con James Franco y dirigido por Rupert Wyatt, de efectos genéticos con Weta Digital, pasando a los movimientos genuflexos de Andy Serkis, teorías conspiranoicas de Matt Reeves en clara alusión humana a la autodestrucción. Y volvemos a bichos desenjaulados, en definitiva, un reencuentro con el silencio de los tiempos, shissstss… Tú, apenas necesitas cuerdas vocales en el planeta rojo...

 

Mira, Búho Nocturno, viejo amigo de Rorschach, reencontrado en mis descansos violentos… Mira te digo, siempre hay un Woody Harrelson, un ser desatado por el odio, capaz de todo, te lo digo yo que tengo muchos test hechos… Ya mono o gusano… ¡En cada gabardina se esconde el blanco del lado oscuro! Cada hombre, cada monstruo…

Ahora, todos parecemos simios desembarcados… tras la orilla de una costa digitalizada como si de romanos se tratase, a hostias, salve… ¡qué de gestos, monos! Siglos después, topamos con Roma, incitando a la conquista de territorios asilvestrados, e inteligencias deambulantes que son enterradas en vida. ¡Ave Cesar…! Alguno desaparecerá, seguro.

Mientras… A ver tú que estás más cerca, de toda esa violencia… ¡fuck wars!, dijo una tipo con pancarta que pasaba por ahí con aspecto proverbial... Y con la de Tim Burton, qué hacemos…?

Mejor, no removerlo… fuck!

Eslabones… perdidos.

Los mecha de los 50 en Japón, se aliaron a la figura del viejo King Kong en blanco y negro, con colorines aún poco sangrientos por la época, saltando a los senos de una bella y rubia actriz, como se llamaba… hum! ¿P… memoria … qué monstruo no se enamoraría, Jon?

Bueno vos no, que estáis muy ocupado con otros universos y eso… otros somos menos elevados metafísicamente hablando. El eslabón aparecido en otra galaxia, de otra dimensión, una especie de monolito celeste… de otro átomo, de otra madre. Un relojero sin tiempo… Yo me lo paso por el forro de la gabardina, matándolo como a todo bicho malo, el tiempo…

Vivimos en las profundidades abisales, y dimos con la AI, versión 4 o 5.0 después de Terminators, o más allá Jon, a través de tonos fluor que harían palidecer tu piel. Son los denominados kaijus, no Kong vs Godzilla de Adam Vingard (en revisión actual del color VHS), sino la catalepsia cromática. Si esa de ´old monsters` es entretenidamente visual, por su despliegue a lo franco veniano de su Viaje al Centro de la Tierra, que esperar de la animación Jon… Somos sus hijos ochenteros, o no viste los Juegos, la avanzadilla Cruise… atletas, ricos, monstruos… héroes? Todo vuelve, excepto El Comediante… que ya no se ríe más, y tal vez, Alan Moore, que desccansa…

Por descontado no me refiero a lo superficial, sino a series animadas que superan en imaginación a los grandes proyectos de Lucasfilm, con su narración aberrantemente ñoña y aburrida, no aguanto ese Park Jurassic y su tribu de niñatos con el woke subido, que parece un Campo Cretácico, para jóvenes cretinos.

Vacuos… y poco más… en cambio, recuerda lo que fuimos nosotros, lo que fueron aquellos Minutemen… Ahora me repele hasta la huella digital de antepasados y su caos de Teoría conspiratoria, para eso que resuciten, face to face, no hablo de las manchas, sino de Abe, JFK… y les pongan garras, ¿not Dead, no Wolf? Risas…

Un republicano con la abolición de la esclavitud al frente de una Confederación, con misma bandera como debe de ser, ejem… otras arrastradas por los fluidos de colores en bolívares… Pues ese se plantaría frente al presidente demócrata y la Guerra de Vietnam, donde allí, estabáis vosotros, masacrando enemigos o puliendo partículas subatómicas… golpeando a caso, a mujeres embarazadas. Qué vergüenza… de comedia.

Los Dinos, ya no son monstruos, son corderitos en comparación, Rorschard. Sólo respiran por sus osamentas petrificadas, carbono bajo montones de detritos, sucesos de un estallido con el más allá. Ya casi nadie lo recuerda, verdad… el caos. Yo, chí.

En fin, que existen memores monstruoso que estos capítulos jurásicos, hoy animados, sobrecargados en narración, de norma reiterativa, sufrida y pelágica, para auténticos pelagatos…

El Ciberpunk… que nos parió.

Crecieron los monstruos, Rors, tú lo sabes… y los animes japoneses ya son una misión universal, que recordamos con los ojos más redondos, que Heidi y Marco –vinieron después de aquel enorme Mazinger Z que no habías soñado nunca, ni por casualidad-, para caer en su regazo genético como Koji cayó en el sueño del amor afrodisiaco… de unos pechos. Pero, sin manzana…

Siempre hay alguna víbora de dos caras enfrente, -no lo digo por ti, que siempre aporreas al mal-, a tu forma intratable eso sí. Un aparte “recuerdo a quién puso su voz, carrasposa o de seda, según le diera la condición… de barón a baronesa, D.e.p.”

Hasta que todo cambió, aún sin los Watchmen, la distopía futurista y visualmente excepcional con el Akira de Otomo, que significaría la verdadera evolución conceptual. Y siguió golpeando con los magníficos Ninja Scroll, los Devilman o Cawboy Bebop, en esa fase iniciática de descubrir este salto metafísico de los dioses creados… los que parimos, Nos, evidente. A la espera de luchas titánicas…

No estábamos preparados todavía, y eso que tuvimos a Harryhausen, los mitos como Jim Henson, que sucedieron al terror gigantesco de los 40 y 50; así nos quedamos embobados, superados por esta dimensión filosófica nueva y memorable, aunque ya andábamos con los primeros ordenadores, algunos. Para gritar a los hijos del rock&roll, Bienvenidossss… Astro Boy dio un paso, a Bolas de Dragón o One Piece… Replicantes, piratas galácticos, roboces monsters, terminales todos del bit, y aquel especial saludo dibujado, a las siluetas de Ghosts in the Shell, los precursores de ciertas Alitas faraónicas, heroícas simientes del tecnopunk. Entramos, desde luego, en otra categoría del Manga, hasta que aterrice el 8… Nepal se estaba preparando para ella. El Mundo a sus pies de gato…

El Cyberpunk, molaba ya en todo lo alto, en nuestras cabezas brillaba, estallaba brutalmente, giraba a mil revoluciones ante tanta imaginación y contrastes, texturas, dramas apocalípticos, formas de expresarse, entre humanos, creadores y sus acólitos, revolucionarios… o rebeldes. Era la new age de la revolución Naruto del shonen. Si bien la comedia, aún nos golpea, con restos gore incluidos hacia el anime más radical.

Así, convalecientes con lágrimas en los ojos ante la muerte, nos chocamos con nuestras mismas decepciones o dudas… como los detectives solitarios del noir, verdad Rorschach. Sí, nos dimos de bruces con nuestra realidad violenta, camino de los ochenta, ahora mecánico-biológica-magnética, como unos verdaderos Payasos, unicornios motorizados, con sus desfasados pensamientos a las espaldas, sus chupas de cuero, sus temores metafísicos, esperando escuchar las nuevas sintonías celestiales… los motores inhumanos, almas evolucionadas de simios monumentales. Maduros, no maduros no.

Seres calientes, emiten vómitos sanguinolentos, nos envuelven en una transición o misión suicida, con ese más allá, inconcreto… deslocalizado. Cerca de los miedos humanos, que usan componentes de reciclaje, pasando con un tono más descarnado, a la muerte intelectual. Confundiendo biología con necesidades, ética con monstruosidad, carne de los otros mecánicos, aflorando de un estallido de violencia contra sus creadores, AI que ríete tú de aquel Lobo Aullador… ríete tú, de aquellas peleas más duras de los Watchmen… siquiera.

Sí, amigos y monstruos, adefesios todos, con excrecencias mecánicas y armas de destrucción masiva, Godzilla nació en 1958, otros demonios del Pacífico con él… Pero, ahora me estoy refiriendo a la serie reina del Ciberpunk, que está diseñada según el patrón estilizado, fuera de rango, del Estudio Trigger, de los nuevos tiempos, que son manchas, revoluciones ultrarrápidas, salpicones y desmembramientos. Lo que marcaría el ritmo alocado de aquel Sid Vicious, más electrónico que aquellos Pistols, claro, y una velocidad ultradimensional, que dejaría visualmente colgado a un R2D2 en un jetsky, puesto de ácido.

Es excepcional la animación, muy web generation, nada que ver con el retrato paisajista de La Samurái de los OjosAzules, más natural que las entrañas abiertas al aire, auque si con sus gráciles rebanadas corporales, y espadazos zigzagueantes, aquí rematados por balas, rayos y centellas, por descontado a estilo nipón. Aunque su creador, Mike Pondsmith, ayudó con los Dragones y Mazmorras, y es hijo de psicóloga y militar de la Fuerza Área, que casi iría más con la serie del 8.

Pero la sangre siempre salpica, en todas las batallas, pretéritas o modernas, como la adicción por los componentes que sube un peldaño en Cyberpunk: Edgerunners. Enfermizo, que para eso saltamos entre el Bien y el Mal y siempre existen corporaciones dispuestas a hicarnos el diente… sea en el medievo, ante el universo dividido de Arkane… o en una vuelta de tuerca. Más y más apretada si cabe, sobre aquellos dos versos sueltos de Tetsuo.

Lo que empezó la María de Metropolis, rivalizó con Gigantes de Hierro, alcanzó el cerebro de Sebastian, el dinero Tyrell , el arte de…. y la resistencia alienada de Ridley Scott, hasta la AI de Spielberg puesta en Alita, salta del neo-noir, a los infiernos electromagnéticos, dinámicos, de esta Night City californiano, con toques asiáticos. Test de Rorschach, test Voight-Kampff, test de replicantes, test animados… hasta estos ejemplos de engendros biomecánicos, testados o no, algo autónomos, retroalimentados, o endemoniados Hellraiser´s, entroncados con los actuales universos videojueguiles… Esto es, Metralla a discreción.

El grafismo de Hiroyuki Imaishi, recuerda a Ridley Scott con voluptuosidad, más luz diurna y músculos, pero con el golpe enfermizo del Cielo Líquido de los 90, destellos de la era Akira, remates infinitos de Westworld, hasta la caida a los infiernos de Tetsuo I y II, el musical de Repoman, o hundirte en el siniestro octanaje surrealista de Titane (otros asesinos tuneados) y la narrativa que es indescriptiblemente nipona, pero estéticamente punk. El punk rock nipón era motorista, ahora articulado, por tanto prohibida moralmente, no recomendada para todos las mentes bajo efectos de drogas de diseño.

Son como nosotros Jon, más o menos humanos, que como Allan Moore, se ven situados en una escena cromática de otra dimensión… Más alejada que nunca, de lo anticuados o incluso, del Real One Player de Steven que se desplegaba en VR unida a la nostalgia cinematográfica y cultural. Aquí en el Ciberpunk y sus ritmos cardiacos alocados, es otra cosa. Más violencia no cupiera, Rorschach… o sí… visto con cierto humor asexuado… tú pensamiento.


Kaijus… como montañas.

Toma cortes, ataques salpicando las paredes, edificios derribados por doquier, voladuras de protesis, sesos aplastados contra los suelos… Fuego ecléctico del futuro, pasando por todos los colores posibles, incluido, ese fluor.

Humores, presentes y pasados, en otra evolución de la fuerza de choque, con ojos redondos, y alguno rasgado, por los dolores. Trazos gordos, viejos de 30 y brochazos salvajes, que a colocan a los primeros simios, estudiantes, llenos de endorfinas e ideas, sin embargo, sin estímulo sexual aparente. Nada que ver con la Noche californiana del Cyberpunk.  Aquí es evolución de aquellos viejos dinosarios, con cambios genéticos, nucleares, ridículos a veces, en el trato directo… Ya no estamos solos,  ante las puertas de una raza superior. os ciberpunks, autocreadores, sino que formamos parte de un equipo, de niños uniformados con defectos y querencias, un poquito inhumanos e inmaduros, como buen anime de los primeros mangas, sin kaijus aún. Teletransformados eran los edgerunners, hombres y mujeres en extasis, físico y químico, niñas con caras alucinatorias, muñecas ajustadas o desnudas, cableadas o no… sexo planetario o lunático, capullos espectales de seda, y visiones nocturnas de búhos. Aquí falla la narración, el diálogo adulto…

Mientras, abajo del subsuelo ético, de montañas de chatarra biomecánica y pilas de litio, que nuestra genética no rechaza, pues… ama internamente, el horror, el monstruo… la violencia. Crecen…

Aquellos cibers o edgerunners, son la versión dopada de esqueletos más clásicos –había uno con la piel de Kirk Douglas y todo-, que preparamos para futuras batallas, como esos soldados universales, que copiaron al viejo Sargento de Hierro, Fury, o el T800 que viajara a ambas laderas del universo, a la Tierra quemada por bombas del racimo atómico. Nos quedamos anticuados Jon, en el refugio falso de ese anticuísimo y apagado, Monte Olimpo del Planeta Rojo, donde creaste el mecanismo monstruoso destruido en un segundo con un capullo de seda, como el fragil cristal. Jon, el final está en el hielo...

La memoria es una canción – cantautores, poetas-, que una vez se apaga, adiós muy buenas… y tú mejor que nadie, lo sabes Ozy_mandias, pues ya no eres Ramsés II, ni de lejos. Eres momia, creador de monstruos, una sombra de aquellas vísceras que embalsamaran. Ni a Alejandro Magno te acercas, ni al underground de un grupo musical... Con su majestuoso Ciberpunk, de plástico, millonario cash.

Ahora estoy viendo, El Kaiju Nº 8 y lógicamente, me rio… Hahaha! Godzilla revivido, y esos jovencitos-itas, luchando endiablados, donde lo mejor es barrenderos de la industria cárnica de Kaijus. No se lo esperaba ni el pirata en la balsa con el fondo de cadáveres flotantes, conio… ni siquiera esos experimentos genéticos en busca de una evolución dramática con chimpancés, ni los bichos inesperados de un Romulus de Aliens se esperaban esto… o será un nuevo Imperio alienado…? Parece un destripe a lo Moby Dick, a través de la productora I.G., alucinantemente grasoso, -cioso. Incluso estuvieron en las escenas animadas del Tarantino en Kill Bill…

Pero es hoy, salvaje Tokio a lo Matrix, sobre ríos, tejados, las aceras y los campos, la aguita amarilla, la aguita amarillaaaaaa… sale por donde menos te lo esperas… joer Ozy, qué asco, haha. Pues yo te asevero, que no se puede descomponer en el interior corporal por sí sola, porque los fluidos como los ácidos internos, tienen que salir o reventar por algún sitio, órgano minúsculo azul… o agujero. Tan gigante que te crees… eh, Jon.

Además los rostros se quedan a gusto, con esas apariencias alocadas, de bocas chilloonas con dientes puntiagudos, que muestran los ojos más redondos que una chapa de Mr. Acid en pleno extasis… eso sí, cubierto igualmente de manchas rojizas. Hay mandanga, fritura, carnaza… Creías que lo habías oído todo, con tiburones… más violencia. Es nuestro rollo… que te creías Ozy, que tus monstruos son únicos...

Creíais, que esto se había acabado ya… ¡Pues no!

En la época de los 80, existía una superheroína, que llevaba a veces, una máscara con su traje especial pegado a la dermis… Soportaba todos los ambientes, el frío extremo, sin embargo, era una auténtica desconocida para la mayoría, a pesar de sus grandes hazañas y, en cambio, se conformaba con un trabajo residual, de atención al cliente… lo odiaba.

Tuvo que hacer frente a la pobreza, la falta de educación, a temibles enemigos, la marginalidad, y algún que otro monstruo más cercano, bastante inhumano… Era incluso madre coraje y espiritual, hasta el último confin de su cuerpo, buscando la resistencia en cada poro,  sufrido de su ser. Eso sí, manteniendo, casi siempre, un saludable y envidiable sentido del humor, eso magnificaba su personalidad y su ejemplo de poder, incansablemente femenino.

Además de una inteligencia sublime, por la experiencia más que por su esquilmada titulación académica y cultural… nace su valor indestructible, como los ganchos metálicos adaptados a sus pies y sus manos, agarrándose con fuerza a las empinadas vías de la vida, a la de sus hijos, hijas… que son el reflejo de combate como unas verdaderas, heroínas. Ya que el monstruo, llega sin avisar, trata de devorarlas tal que un engendro asocial y violento, como una especie de Moloch, tú…

Y la magia, siempre estará en esos ojos, que vieron el arco iris, la deidad que le mira desde lo más alto… y le dice, Bienvenida, 7, 8, 9 o 10… Hermana de gracia, sangre de los incansables Sherpa´s, Hola hija de Makalu, Lhakpa , la que nunca se rinde.

Siempre te recordaremos por tu valentía y esfuerzo inhumano, un ejemplo para todos, todas las mujeres nepalíes de la historia y más acá… por que eres y serás… siempre maravillosa… Reina de la Montaña.  Y también recordamos a Gena y Alain, hermanos del cine… d.e.p.

Amén y, es el reloj, tic-tac... Namasté.

 

 


Cinemomio: Thank you

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