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domingo, 30 de octubre de 2016

Lights Out / Don´t Breathe


Nunca Apagues la Luz... Ni Respires, apenas.

Doble sesión de Halloween con los sentidos puestos... o puede que sin ellos, en el engaño perceptivo. La pausa entrecortada con apariciones sorpresa por los rincones de la casa tenebrosa, los silencios y crujidos, los residentes del más allá y otras existencias accidentales. Entre Nunca Apagues la Luz y No Respires, se siente el miedo... no respires que no te veo.
Dos directores se aproximan a esas tendencias paranormales y vengativas que acontecen por estas fechas, acorde a los criterios actuales del terror fantástico y criminal. El director novel David F. Sandberg, se introducía en la oscuridad de las emociones pasadas con su estreno hace algunas semanas y otras relaciones maternales con tendencia protectora. Antes de emprender el filme Annabelle 2, amplia un cortometraje homónimo propio llamado Lights Out, con una nueva producción de James Wan para New Line y Atomic Monster, cubierta de más sombras que claridad.


Decididamente (no para él)... cuándo se apagan las luces de tu realidad cotidiana, junto a las de la sala del cine, comienza una experiencia que te lleva a distintos planos secuenciales y sensitivos. Sumergirte en una extensión visual de tus deseos semejante a un sueño, o sucumbir ante una terrible pesadilla frente a tus propios miedos, como sucedía con nuestro querido Freddy. Todo depende de tu elección a la hora de sacar la entrada, o los objetivos marcados por un creador de historias que, a veces, se descontrolan, como guantes con afiladas cuchillas.
En el caso del filme "Lights Out", en cambio, aunque desea jugar con cierta polaridad ambiental o de los personajes, produce en el espectador una Somnolencia particular, entre el sueño real y la inmersión catártica. Donde desconoces la realidad cinematográfica que te rodea en la confusión, y la crítica decisión por esta selección, poco reconfortante. En el peor sentido cinematográfico, ya que confundes tu posición real frente a la pantalla y la pérdida de claridad, cuando se te cierran los ojos por el aburrimiento. Bueno, excepto con las subidas sonoras, que te sacan del sopor.

Una idea, no es una bombilla que se enciende o apaga con un interruptor, pues para infundir el miedo o despertar ese instinto de supervivencia innato frente a la amenaza, se necesita la decisión de un equipo y un golpe de ingenio. Sino, se produce una cápsula de tiempo abandonada bajo los escombros del terror y ese mensaje perseguido se precipita al vacío como cuerpo cayendo a plomo en el sofá, en un atardecer o pesadumbre dominical, sin perspectiva. Ni gana.
En el primer instante de esta pesada caída, existe algo de confusión ante el verdadero desarrollo de los hechos narrados o, simplemente, una visión magnificada o falsa sobre el género del terror y el uso de los efectos digitales. También, una sensación de frialdad en nuestro cuerpo ingrávido, que te va dejando inerte, poco a poco, tras una profunda exhalación sonora. Tal que, el interés va menguando con el guion, bastante inconsistente, leve y fatuo, como un dudoso fantasma buscando el blanco más luminoso, entre una ganga de sábanas en las rebajas.

Esto significa que, a pesar de los sustos provocados por ese increscendo musical y la superposición de movimientos espectrales de nueva (mala) generación, no despierta nuestro interés por los acontecimientos que suceden a la/los protagonistas, ni su vivencia familiar... Siquiera percibimos el miedo en nuestro subconsciente, cuando se apaga la luz.
Sin embargo, mientras permanece encendida, podemos visualizar las ´siniestras` actuaciones, de la actriz Teresa Palmer (Warm Bodies, Triple 9) antes de su próxima aparición en una pesadilla bélica titulada Hacksaw Ridge, junto a Matthew Vaungh y Sam Worthington..., un niño tenso que no convence interpretado por Gabriel Bateman (Annabelle), la acostumbrada pérdida ya de Maria Bello (en una especie de suicidio profesional a empellones argumentales), o un indeciso Billy Burke (Twilight, Red Riding Hood), que tampoco paga ningún recibo para solventar esta papeleta.

Todos acabamos en la tiniebla mental ante un simulacro de sustos. Además, que la acción se resiente por inconsistencia dramática y técnica, pues de pagar los gastos de luz eléctrica a menudo, nuestra vigilia no dependería de tantos sobresaltos aciagos o recortes producidos por un ectoplasma, nada carismático.
En segundo término, acompañando tan desdichada narrativa, es la actuación de un par de jóvenes en busca de la luz en el Séptimo Arte, pero buscando a tientas su sitio. Ella, prometedora, de estilo desenfadado y lúcido, se aproxima a un chaval de voz aterciopelada (del estilo actual en Hollywood) que, por contra, crepita en susurros débiles e intermitentes. Bueno, un error sin más de juventud, que ambos deberán intentar iluminar en otras producciones de su horizonte ... si tienen la suerte u oportunidad, de encontrar calidad, en un historia para su crecimiento personal. Esto es, hacerse atractivos con un nombre sugerente para el futuro, en esta industria de luces y sombras.

¡Ah!, tampoco esquivo el papel de su partener en este apagón, Lights Out, aunque lo tuviera olvidado de su ligera aparición en I Am Legend... un Alexander DiPersia, que pretende huir de la quema (interpretativa) en busca de una ayuda argumental, tan torpe e inútil, que produce cierta risa sarcástica, en nuestra oscuridad.
Por último, tras ciertas bajadas reiteradas de intensidad lumínica o creativa en la historia, nos dormimos en una producción que degrada, en cierta forma, al género de terror. Supuestamente, incentivando la imaginación, a través de un engaño, demasiado mascado o visto. Con una puesta en escena demasiado somera e intrascendente, remascada, hasta profundizar en las tinieblas, con el borrón de unos efectos visuales algo chapuceros, requetemascados e insulsos, que te harán preguntarte, porqué has pagado la entrada, si no ves absolutamente nada.

Ni actuaciones interesantes, ni miradas inquietantes... tan solo un desarrollo descafeinado sobre la muerte por diferentes causas y su amenaza sensorial desde el más allá.
Las luces se encienden y sientes que has perdido algo menos de hora y media, ¡menos mal! Porque, Lights Out es una película sin sorpresas ni emoción, siquiera un mínimo alumbramiento llamativo del miedo inteligente, que nos avale sostener la existencia de otro tipo de luz tras este ocaso fatídico o fantasmal del ser humano.
Por tanto, estáis avisados... ¡Luces, cámara y... corten, corten! ¡Corten por lo sano, qué hay que pagar la luz del horizonte cinematográfico o creativo... y no engañar a espectadores despistados, bajo tinieblas soporíferas!

No Respires.

El segundo peldaño carcomido, da un cierto respiro, idóneo para un día apaciguado de Halloween+, sin mirar los diarios. Don´t Breathe, está dirigida y escrita por un joven de Montevideo (Uruguay) llamado Fede Alvárez, conocido por su anterior versión de Evil Dead, que inflama con su aliento o visión acertada sobre el suspense, este tipo de incursiones terroríficas.

Así vemos, que el cine de terror clásico (desde Psicosis) ha vivido pretéritamente enganchado, de otras experiencias traumáticas a flor de piel. Noticias reales o ficticias, tan sacrificadas o sacrílegas, como la misma piel de jóvenes sacrificados por ideologías y posturas vengativas. Chicas en finales, de curso, en un mediático baile de sangre. También, aguzados con problemas sensitivos o ciertas deficiencias visuales, con que distinguir las amenazas, o sentir la frustración.
Como aquellas ciegas perspectivas, entre directores no habituados al miedo, que buscaron la tensión acumulada en los ojos de unos personajes acosados o final girls. En casa o en El Bosque, tal que la dulce Audrey Hepburn escapando de garras asesinas en Sola en la Oscuridad, una Björk bailando en la oscuridad, de una terrible enfermedad progresiva, o una agresión sexual rompiendo las olas o en Dogville. La Uma de Jennifer 8, del Terror Ciego a Sola en la Penumbra, el aislamiento social en El Milagro de Anna Sullivan o el terror conceptual de Saramago en Blindness. Semejanzas con la sordomuda Belinda.... en la triste mirada de Jane Wyman, resistiendo los embates verídicos de nuestra sociedad enfermiza en el filme del mismo título.

Confusión en las sombras, sonidos inquietantes y mejores silencios, perspectivas ciegas o cenitales, respiraciones demasiado próximas, alargamientos y encadenamientos... acercamientos titubeantes sin llegar a palpar el peligro que acecha, sólo respingos y suspiros alentados por un ligero roce del vello, entre sus fuertes dedos. Como si cualquier ligera crepitación en tu butaca o una leve inhalación de necesario aire, por parte del espectador, pudiese llamar la atención sobre las figuras amenazantes a su alrededor. Y esa víctima, te mira y dice... ¡no respires, hombre por favor!

En este momento, la joven y bella actriz Jane Levy (Evil Dead), se encuentra frente al poderoso Stephen Lang (Avatar) y su ´cuidada` barba para causar inquietud o sobrecogimiento, en conjunción con el blanco de sus ojos sin vida. Demostrando que, titubeando por el miedo y la venganza, saben por dónde pisan, con nuevos e interesantes trabajos; la una en el nuevo escenario del crimen en la televisiva Twin Peaks o la película Four Seasons junto a Emma Roberts y Jeffrey Tambor, mientras el segundo se verá rodeado en Beyond Valkyrie, Dawn of the 4th Reich, otras hordas Hostiles del director Scott Cooper o formando parte de un peculiar familia en el filme Braven, de un reconocido creador de efectos de nombre Lin Oeding. Además, de la consabida trilogía ´cameroniana` de Avatar.
Otros que respiran, hondo y profundo, como el joven actor cantante Dylan Minnette (Prisoners, Goosebumps) con un proyecto coral denominado The Masterpiece, dirigido por James Franco con Zac Efron, James y Dave Franco, Alison Brie, Seth Rogen, Sharon Stone, Melanie Griffith... Bryan Craston, entre otros; o Daniel Zovatto, como criminal irracional y bipolar, reconocible en cintas como Beneath y la inquietante It Follows.

Así, entre sofocos y giros inesperados, No Respires nos convence con luchas dramáticas por la supervivencia, recuerdos del suspense clásico y paseos sobre el filo de nuestro abismo sensitivo. Hasta desembocar en la descontrolada violencia, propia de un buen slasher, o una vorágine exponencial del miedo no tan visceral, que evoluciona cuanta más inocencia exhale la víctima ante el hálito frío o vengativo de su perseguidor. Casi sin respiración, temblando de miedo, a tientas, ¡madre!
Por ello, el suspense, triunfa el cine que esconde ciertas cartas bajo el fétido aliento de su narración criminal y más efectista, ya que en Don´t Breathe se modifica, a sabiendas, alguna regla del complicado juego entre gato y ratón. Una diabólica ocurrencia en progresiva evolución caótica, que varía las circunstancias entre agresores y la ceguera, buscando un giro sensorial o existencial, a la caza.

La obscuridad, amplifica los resortes de la trampa extendida sobre el público , como hacía el Maestro Alfred en una red distorsionada visualización de la realidad. Una táctica que se materializaba también, sobre Clarice Sterling, convirtiendo a la profesional en presa o viceversa, como en este filme presente de indefinida naturaleza voyeur. Porque, esta casa sucia y herrumbrosa (sita en Calle Buena Vista - Detroit) y sus amenazantes rincones, esconden a un veterano ex-combatiente, herido por algunas lagunas legales y otros comportamientos irracionales que podrían terminar en otro atroz ´accidente`. Tal que en el pasado de la memoria del personaje.
Así que, no respires... tras su agónica y tragicómica realidad, oculta una doble cara violenta... de ciego justiciero, depredador o víctima. Familiar y solitario de cine (como tantos otros rostros en el mundo que nos rodea)... Un ser que posee una particular justicia y, además, significa caos controlado. Gracias al director uruguayo y el buen trabajo de Mr. Lang.

Cuando la película se adentra en un peligroso territorio, de crujidos y sombras, donde no notamos a primera vista una destrucción ciega y posterior creación, oculta tras inconsistencias emocionales o decisiones extrañas y húmedas, tal que camiseta sudada de tirantes. Pues, el director demuestra buen pulso para recrear la tensión, en múltiples u oscuros habitáculos clásicos (no como en el comentario anterior), magnificando la inseguridad de los personajes ahí reunidos. Entre trampas, tan visuales para el público como efectivas para la narración, que si bien se ahoga en varias escenas, transmiten a la perfección ese estado de ambigüedad marginal, tan necesario y sostenido a través de la sucia respiración. O lo que se ve ensuciado a través de sus mentes. Sorpresas no tan evidentes, con el retrato adecentado por atmósferas asfixiantes o claustrofóbicas, bajo un secreto vecinal.
A pesar de algunos borrones en la narración, falta de otros aspectos conceptuales o artísticos (en el tramo final), su visión del miedo es densa y con cargas de profundidad psicológica, que van dirigidas a las propias tinieblas de la sociedad, como un sótano lúgubre en un barrio perdido de una población incierta.

Por tanto, la acción en Don´t Breathe transcurre sin demasiados traspiés argumentales, ni énfasis tecnológicos o presuntuosos, sino provocados por la confusión visual, la banda sonora y una cuidada fotografía... Este ha sido un buen fin de Halloween (vídeo Special Muse), con algunas luces e inspiraciones.
Hasta más ver... o no. ¡Qué Uds. lo pasen bien, mal! :)


Trailer Sully, de Clint Eastwood.


Tráiler Arrival, de Dennis Villeneuve.


Tráiler Split, de M. Night Shyamalan.

Cinemomio: Thank you

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