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martes, 30 de enero de 2018

Game of Thrones (Seasons I-VII)

Seven Kingdoms, 7 temporadas en Juego..

Bajo aquel árbol de ojos granates como una puesta de sol en los polos, los genealógicos de las distintas familias, extienden sus hostilidades como un reguero de pólvora (en plena era de los metales) y las ramas conformas fortificaciones con asaltos continuos, de uno y otro bosque animado. Una variedad denominada arciano, con facetas humanas talladas por los Hijos del Bosque, que se usan para rememorar a los Antiguos Dioses del Norte. Se dice que con ellos, Los Niños dotados podían ver las argucias y misterios, lejos de su alcance natural y servían como corazón espiritual de los pueblos, antes de la llegada de la Fe de los Siete, tan odiosa y cerrada.
Visiones de odio, también del amor más sexual, que despliega todo un abanico de situaciones comprometidas y venganzas enrocadas, abre puertas a los que responden correctamente "Soy la espada en la oscuridad, soy el vigilante del Muro, soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, soy el escudo que protege los reinos de los hombres"... Podéis pasar, he dicho.

El Cuervo es una pieza fundamental, dentro de un tablero en el que se juega el Trono de Hierro, porque posee ojos en cualquier confín de esta Tierra. Coquetea con reyes adulterados y, dos reinas enfrentadas, una negra y otra blanca, aunque no como la siniestra muerte en vida, que desnaturaliza los colores y los inyecta en los ojos desafortunados.
Por todas las casillas de Juego de Tronos, anidan las obscenidades, los desplantes ilógicos y las mentiras lógicas son llevadas por los vientos del Sur, las acciones criminales y las vulgaridades despiadadas son husmeadas, las muertes venideras se amontonan, las muecas desinteresadas o acomplejadas, disfrazan la realidad. Circundan las miradas vengativas, relativizan las luchas valerosas y los desplantes, incendian en los tumultos, supuran las excentricidades de la nobleza, elogian la simplicidad de la pobreza, esquivan las provocaciones directas, indagan los recovecos de la corte, recalcan las individualidades heroicas, enfatizan los pensamientos enfermizos. Vulneran las tomas de decisión, trágicas o presuntuosas, se agolpan las pacientes, sangrientas, inexplicables, fantasmagóricas, sadomasoquistas... inútiles.

Un adjetivo apropiado se reclama para cada gota de sangre, para las almas que deambulan entre conversaciones de alcoba y las recepciones mayestáticas, que califican a cada personaje de la serie adiestrada por HBO. Uno, para cada horror que se inocula en las venas de los protagonistas, en la bilis de los defenestrados, en los sueños de los olvidados o los oprimidos, de los redimidos y los castigados, a una campaña convaleciente. Un calificativo para cada uno de los Siete Reinos, para las familias que se dividen de norte a sur, de este a oeste, que nombra las relaciones entre padres e hijos, entre señores y servidores, que pasan a nietos y bastardos, pronunciándose y escribiéndose en los libros históricos, gritándose en las épicas batallas.
Marcan los pasos de los caballeros y las damas, negruzcas o blanquecinas, señalan a los depravados y las prostitutas, a los titiriteros y los maestros estrategas, al aliento fétido de los asesinos, al fuego poderoso de los dragones, la elasticidad de los músculos y las mentes retorcidas, a la inteligencia diminuta que brilla entre la grandeza. Que recalcan las diferencias existentes, las sombras en las esquinas, las divisiones fraticidas, dirigiendo sus combativos elementos, sus gregarios y edecanes, los espías o los esclavos, que llevan al conjunto a un choque sin precedentes. Avieso y esperado, por todos a este lado del tablero, en el interior de un universo recargado y barroco. Siempre amenazado por un frío intenso y mortífero.

Las expresiones escritas demuestran que, no siempre la imagen, vale más que miles de ellas. A veces, una palabra enmarca el pasado, el presente e, inevitablemente, el futuro. Aquí radica uno de los grandes valores de la serie de Mr. Weiss y Mr. Benioff, en sus guiones compartidos con otras plumas y la mente del Creador George R.R. Martin; ya que en su viaje, podríamos extendernos por las tierras, reconociendo la polarización de sus hombres y mujeres, en cada región o infierno congelado. Una lista desplegada de los caracteres que cruzan sus miradas entre espadas, míseras, enjutas o desproporcionadas, valientes o esquivas como una rata inmunda. Dotes que rivalizan entre sí o comparten en pequeños grupos identificados, los que son y los que desaparecieron a nuestro pesar, de neófitos seguidores, los que pertenecieron a sagas tan extendidas que, solamente el silencio podría borrar sus hazañas... o vergüenzas.
Sin embargo, el desarrollo de las cosas, el montaje sobre las diversas localizaciones, es grandioso y calculado (a excepción del último a mi parecer), tanto que puede producir una fractura en cualquier momento, del uno al siete, en algún instante de palabrería o de acción reprimida.

Son muchas las secuencias que podrían significar un pequeño desastre, una desproporción narrativa, una ligera decepción. Cada director de Juego de Tronos y sus diversos episodios desde los comienzos, podría tener un punto de vista que no convenza al resto, que no embargue al espectador no adaptado, o esconda los riegos de una producción en diálogos inabarcables o escenas inexistentes, que funcionaría en una película de aventuras con todo el presupuesto a favor. Ese es el precio, de tan arriesgada apuesta.

Ya queda menos, apenas un respiro, una exhalación última. El fin se aproxima.

Personaje de carne y... Hielo.

Un vuelo rasante sobre la pétrea superficie de un muro elevado al cielo. Significa el fin de una etapa o de una historia inmortal, ya en el recuerdo de nuestras retinas y la llegada de una estación, languidecen los rostros de los ciudadanos. Una época se avecina, fría como los ojos de un dragón acribillado en el aire, que cae a un pozo de hielo. Pero, sólo habla la nobleza, los soldados morirán...
Y solamente, como ocurriera ayer, cuando ni siquiera la criatura se habría calentado, se ve aletargado al abrigo de su dueña y próxima reina de estatura discreta, pero curvilínea, y cabellos rubios más neutros que el oro de sus enemigos... todavía no adulto su sueño, como el final de un cuento dulcificado.

Ahora, junto a los cadáveres de tus enemigos (y también los amigos que son muchos), es difícil mantener la compostura y acercarnos a su exangüe respiración, casi un susurro inusitado de complacencia, ante el el filo de la espada del padre. O tal vez, un aullido de terror, llamando al descenso de los suyos por las colinas adyacentes para combatir a las hordas. El castigo de los injustos, y nosotros mirando la caída de su cabeza.
Las siete vidas, en retrospectiva, sobre siete reinos, hermanos. En una misión fraticida contra la muerte, visualizando sus caminos emprendidos en el pasado y rememorando las efigies congeladas en hueso y gusanos. El, no dolor, de aquellos que se quedaron a la mitad del trayecto y revivieron por arte de, no se sabe que dios.

Esta es la era del carne helada. De los lobos y los dragones de la antigüedad, de los guerreros cortados y los barcos en llamas, de la reina blanca y la negra magia, que es más pura. Algunos seres se entregan a otros vicios, quizás, pensando en su final. Incluso, en los primeros esfuerzos de la serie Juego de Tronos y los libros, los imaginarás entonando una Canción de Fuego y Hielo.
Si empiezas a visualizarla (o leerlos en conjunto), ten cuidado y precavido, no te vayas a encariñar demasiado con determinados personajes, o tu pensamiento podría acabar lamentándolo o, tal vez, derribado como un escudo infinito de hielo que delimita el cielo del infierno. Comienza la cuenta atrás, hacia el infinito, 8... Suenan las notas de Ramin Djawadi... 7, 6, 5, 4, 3, 2 ... El Juego ha empezado:

Winter is Coming!

Es cierto, sí. Aquel primer día de la primera temporada, muchacho de ojos tristes y cabellos lánguidos, nos acercamos a la adaptación de George RR Martin, como los pequeños cuando se levantan de un salto eléctrico en el día de Reyes. Con las pupilas brillantes, comprobamos que la muerte se adelantaba a las bajas temperaturas y el sexo resplandecía, poco antes de tu caída.
Observamos cercenada sobre la nieve, la historia de tu camada, en un extraño diagrama que indica el camino cortado de la masacre, que solamente podrá ser descifrado con el tiempo y combatido con suerte de vidrio.
La nieve se iba acumulando en la región norteña de los Siete Reinos, enterrando tus futuras piernas inútiles, acallando las voces alteradas por visiones imposibles, que recaían sobre la Mano propiciatoria de un cabeza de familia. ¡Tu falta, la de los Stark!

Pero, a pesar de las evidencias y las huellas de horror, la sangre se masticaba en la distancia... sobre las tierras del sur y sus historias macabras de antaño, se releía marcada en los libros generacionales, el auspicio de una batalla eterna. Como los árboles implantados por una simiente desconocida y mágica, talladas las caras de la sabiduría, señalados con el índice de un dedo ancestral, el de los Hijos de los Bosques marcando el destino.. Aquel que cerró sus ojos, y luego, tendría la facultad de encenderlos.
Aquí, no en la Tierra Media, un dedo sin anillo. Porque ahora, en los Siete Reinos, únicamente vale con la palabra y los gestos... demasiados, tal vez. Salvo excepciones, que no cuentan o se alteran a cada segundo, de seres maldecidos en su charca de chismes interesados.

Serían tantos nombres y descripciones, y sus estilos personales tan numerosos, que podríamos emplear siete vidas para describirlos o siete temporadas... y media, la que falta. Mira algunos de ellos, asomados a la ventana... ¿te ves reflejado? ¿de uno u otro perfil? El bien escasea, como es habitual.

El Libro de las Familias.

Casi todos, marchan detrás de algo, debido a su alta condición; otros pululan a su alrededor, intentando mantener su estatus o sobrevivir.
Tras el magnífico Trono de Hierro, la historia se componen de sus nombres y otros que vendrán, un destino donde el juego se convierte en una epopeya clásica, con amplias dosis de rasgos fantásticos o mágicos, de fuerzas incontenibles y miradas mortales, entre risas, diálogos enquistados, polvos febriles y danzas, que pisan charcos de sudor o sangre. Rostros desencajados en banquetes, resacas de bodas trágicas y bautizos que no se celebraron.
En frente, el enemigo invisible, desplegándose poco a poco, como una oleada de famélicos recuerdos, hambrientos. Será una lucha desigual y dividida en tramos, como siempre hemos soportado durante años, al menos, hasta la séptima temporada...

Demasiados no llegarán a visualizar, con esos ojos que se han de comer los gusanos grisáceos... o los Caminantes Blancos.
Pues, como decía uno de ellos, los habitantes de The Seven Kingdoms, sólo unidos, seremos más fuertes. Algo incongruente, observando a Tyrion Lannister y sus dificultades para hallar manos que no quieran apretar su cuello, sobre todo, siendo la próxima Mano de un Rey desquiciado, o cayendo en los movimientos de las piezas contrarias, saltando casillas como los caballos de carne putrefacta. Todos familiares serán en una lengua silenciosa, unos elementos con devastación y odio, otros cargados de clarividencia e inteligencia, inversamente proporcional a su estatura física o moral. Ellos son... tu elección como espectador.

El Guardián del Norte, Ned el Breve (Sean Bean), Catelyn Tully, viuda negra (Michelle Fairley), Robb el desafortunado (Richard Madden), Sansa la "camaleona" o figura cambiante (Sophie Turner), la guerrera Arya, campeona de la espada y los disfraces (Maisie Williams), Bran, el cerebro del cuervo (Isaac Hempstead-Wright), el pequeño Rickon (Art Parkinson), Talysa (Oona Chaplin, hija de Geraldine y nieta de maestro), el entrañable y pobre Hodor (Kristian Nairn) y el tío Ben (Joseph Mawie).

Desde el Muro: Jon Snow, El Rey en el Norte, Lord Comandante de todos los Nortes (Kit Harington), el increíble Sam (John Bradley), Lord Mormont (James Cosmos), Aliser Thorne (Owen Teale); o más alla, de la estilizada Igritte (Rose Leslie), Gilly (Hannah Murray), Gendry Herrero del alma de hacha (Joe Dempsie), el salvaje guerrero pelirrojo Tormund (Kristofer Hivju), Brienne of Tarth y sus golpes certeros de género (Gwendoline Christie), Barristan Selmy (Ian McElhinney), Ed Tollett (Ben Crompton), Bronn Mercenario (Jerome Flynn), Rodrik Cassel (Ron Donachie) y otros muchos guerreros. O vivos en desgracia.

O por contra... el descarte.
Perro Clegane y su mutación, bueno-malo-bueno (Rory McCann), Gregor Clegane-The Mountain (Conan Stevens), Varys el eunuco que lo sabe todo, incluso sexualmente (Conleth Hill), el sacrificado Stannis Baratheon (Stephen Dillane), Melisandre la Roja cautivadora (Carice van Houten), la estupenda y bella Margaery, de ojos gélidos (Natalie Dormer), la sinceridad sonora de Davos (Liam Cunningham), jóvenes como Podrick (Daniel Portman), acompañantes légitimos como Lancel Lannister (Eugene Simon), Loras The Defender (Finn Jones), la sexual y aguerrida capitana Yara (Gemma Whelan), Meera Red (Ellie Kendrick), Grenn (Mark Stanley), Olly (Brenock O'Connor), Osha (Natalia Tena)... y otras jóvenes representaciones de protagonistas en la infancia o pequeños momentos de gloria.

Desprotegidos, como aquel brazo sin fuerza suficiente, para mantenerse anclado a las hendiduras rocosas y cubiertas de liquen resbaladizo, que abandonaron una ventana indiscreta y el sorprendente panorama interior, de otra sangre, de otra familia. Las voces se fueron diluyendo hacia el suelo, difuminando sus rostros sobre una pared vertical, que marcaría el camino de tu esqueleto en las próximas temporada, o años de cuervo. Vivo, asesinado o desahuciado por un Lannister. Tal vez, dos...
el papelón de Cersey (Lena Headey), Jaime el Matarreyes, de mano cortada (Nikolaj Coster-Waldau), el insigne y alma del juego Tyrion (Peter Dinklage), la natural Shae (Sibel Kekilli), Tywin, y su baile como padre del Mal (Charles Dance), Roose Bolton (Michael McElhatton), Tommen (Dean-Charles Chapman), Meñique Petr Bealish, mutante de los Littlefinger´s de toda la vida (Aidan Gillen), qué decir de Joffrey (Jack Gleeson), la cruz de Theon (Alfie Allen), la cara de Ramsey (Iwan Rheon), el canto de Euron (Pilou Asbaek)

Otra característica de este Juego de Tronos, es la estupenda recreación de los espacios al sur, con una fotografía abierta, recalando en todos los rincones de estancias, menos, en espacios naturales . Aunque, los que se retratan entre penumbras, son espectaculares. Algunos reales como la vida diaria, otros generados digitalmente, demostrando que las primeras notas se enmarcaban (e introducían al público) en un mundo gobernado por lo imprevisible, desplegándose en articulados edificios, como los fuertes de la infancia y un mapa rugoso, salpicado de infinitas texturas, como la piel de un oso, la dermis resistente de un guerrero gigante o un dragón conquistador. También, una tierra reflotada por el amor, aunque se vuelva a hundir siete veces, en varias vidas... lo meridiano y tangencial, es que las hordas de espectadores, sintieran el odio principalmente, no olvidarán los rostros de los protagonistas ni la maldad intrínseca en el ser humano. Ni, por supuesto, la sintonía épica de su banda sonora.

Los tambores de guerra, retumban... desde otros lados.
Daenerys (Emilia Clarke), el invencible Drogo, sin aletas (Jason Momoa) y sus salvajes acólitos, Ser Jorah Mormont (Iain Glen), Daario (Michiel Huisman), Viserys brother de dragones (Harry Floyd), Missandei (Nathalie Emmanuel), la exótica Ellaria Arena (Indira Verma), Gusano Gris (Jacob Anderson), Oberyn (Pedro Pascal), Doreah (Roxanne McKee), la Vengadora abuela Olenna (Diana Rigg), Ros (Esmé Bianco), la tierna y frágil Myrcella, intercambiable (Aimee Richardson), más exotismo de Irri (Amrita Acharia) y otras tantas ocupantes de vidas ajenas, excepto Las Tres hijastras que las arrebatan en un santiamén, como víboras de Arena o serpientes envenenadas.
Incluso, nombres insignes que dejaron su huella imborrable, demostrando que el que tuvo, retuvo, aunque sea a pequeñas gotas de su esencia en la gran pantalla.
Gorrión Supremo-High Sparrow (Jonathan Pryce), Gran Maestre (Julian Glover), otro gran Maestre (Peter Vaughan), Pez Negro (Clive Russell), Walder Frey target="_blank"(David Bradley), Consejero cinematográfico y primer Cuervo de Tres Ojos (Max von Sydow), Jeor Mormont (James Cosmo), Septa Unella (Hannah Waddingham) y Septa Mordane (Susan Brown), Edmure Tully (Tobias Menzies), con visitas insignes de John Standing, Jim Broadbent, Ciarán Hinds, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Ian McShane, Julian Firth, Tom Chadbon, o cameos de Ed Sheeran, Rila Fukushima, Spencer Wilding (Darth Vader)... Esta dicho o escrito, todos pueden ser una minúscula o gran parte, de tu conciencia o imagen pública. Quizás, también la privada o prohibida...

Season 1: Game of Thrones.

El instante inicial que nos acongoja, sobrevuela las copiosas nieves que, aún, no borraron aquellos signos de la masacre. Un silencio de muerte, se ha instalado en Poniente, porque Nadie está seguro en sus calles ni sus credos, tras encuentros asesinos.
Aún así, a pesar de las ventiscas y el tembleque de huesos, la voz de los próximos testigos, se oirá y será castigada cruelmente. Tampoco martillea la de los que atravesaron el mapa desde la pequeña y señorial morada de los Stark en Winterfell, hasta la comandancia de una torre congelada por el aliento del Norte, esperando otro tipo de silencio. O la visión huidiza de un niño cuervo, sofocado por las pesadillas recientes y los futuros universos que atravesará con su mente, entre fosfatos mágicos, la salvia y la sapiencia ancestral de los ancianos, entroncados en su sangre.
Lo siguiente, una garganta abierta al mundo, que haría rodar más de una cabeza, a continuación, una orgía de la violencia, hasta la séptima ingobernable e imparable, que incluía el miedo de una llegada antinatural como la noche de Romero. Hoy solo un bosquejo sobre la nieve. Con viejas, andantes y terribles amenazas que se hicieron tangibles, esparcidas con el tiempo mitificado, narrado en otras eras, libros y batallas. Tan espeluznantes y gélidas, que la mirada azul de un monstruo, no te dejaría helado, sino devorado por dentro y fuera, si es menester.

La muerte se ha elevado sobre las retinas de un niño que se convertiría en pájaro, una familia de lobos salvajes, domesticados por el momento. Podría tratarse, de buen o mal agüero, veremos.
En aquella ventana al pretérito, niño jinete sin espuelas, mutaste a lobo hambriento y desarraigado, de cuatro patas enclaustradas en cuero curtido, o rígido acero para mantenerte erguido, firme la mirada en el futuro, siendo amigo de gigantes con historias de cuento... en cuervo negro de tres ojos, te convirtieron.
Amarillos por rabia y la bilis familiar, quedarían, enrojezidos por la cólera y las lágrimas derramadas, tus ojos no se cerraron, infante lupino. Cuando pudieran haber sido, también, azules como el destino frío de la muerte. Sin embargo, aquel niño al que reconocemos en el fondo de nuestro ser, y sus maldecidos padres que empezamos a apreciar (luego a añorar), se uniría al peligro que le rodea. Al infinito horizonte, tirado desde las alturas y combatiendo la debilidad que se instaló en su cuerpo. Se vistió de negro, con compañía furibunda y protectora, aunque no la necesite en su fuero interno porque, no está solo en su interior. Ni se quedará para siempre sobre un lecho, ni de sábanas mojadas ni de rocas, con tus huesos. No, volará con otros, que junto a su planeo enigmático, se perderán en el futuro visitando al pasado.

Aunque no, esperéis a los caballeros y damas de lo siniestro, previendo lo que se avecinaba tras los cuerpos mutilados de aquella primera jornada. De, apenas, aquellos primeros segundos de aliento de esta serie, antes de la última exhalación. Antes de aquel grito sofocado por el terror al descenso épico, sin alas... negras.
Ni tampoco blancas, antesala del deceso a bocados y la resurrección sin respuestas. Apilamientos de seres humanos, que ya no lo serán a pesar de sus caminatas blancas, de vuelos a ciegas y conversaciones siniestras, que se adelantan a los acontecimientos, observando lo oculto en el pasado y lo meridiano, en el presente. Hijos de lobos, wargos, que comienzan un paseo solitario, repartiéndose los nombres y las estaciones, hacia el amor prohibido, la ira y el odio intenso, el poder del escudo y la casa, de la mano de la muerte y con ella, indivisible venganza.

Ellos, los Stark de Winterfell, serán como los infatigables lobos, robustos lobos que aullarán a través de los vientos que azotan el gran Muro. Una línea pétrea que separa, la vida de la muerte, frío como el acero y el puño del Norte. Se instala, meditando, el silencio de las razas de la noche... are coming! Prestad vuestro juramento infinito, caballeros.
La llegada anunciada de Robert, trae noticias de la caída inesperada y el auge de una nueva Mano del Rey, para enfrentar los nuevos rotos en el horizonte y los horrores que escribieron los antecesores, después de los Primeros Hombres. Algunos de estos problemas incestuosos, proviene de los de siempre, las maquinaciones inequívocas de la Casa de los Lannister y su querencia por el poder económico y político... más, aquella frase reproducida insistentemente, que provoca desasosiego en esta era imaginaria y enferma, que planea Poniente hacia el norte de nieves perpetuas, sobre sus gélidos moradores arrastrando la horrible penitencia, tan reconocible como impronunciable por sus inexistentes latidos: "Winter, va y viene, pum, pum". Nada más.

Aquí, al lado del Cuervo y sus ojos, el Guardián del Norte había caído bajo una tela de araña tejida a sus espaldas, defenestrado y flácido, frente a los rostros de su esposa e hijos, la Mano del Rey queda huérfana, ya que pareciera predestinar a sus ocupantes, tarde o temprano.
Con él, nos veremos a través de su mirada. Muchos otros personajes emprenderán el camino hacia los diferentes estados de la mente o conciencias de la materia, del calor al norte, palpitantes, hirientes o inertes, que iremos conociendo, deseando, despreciando... alguno incluso muerto.

Season 2: Choque de Reyes (y algunos de Tormenta de Espadas)

En el segundo viaje, oteando el Norte desde las alturas de la cama, otearemos los peligros venideros, sintamos o padezcamos en nuestras pesadillas sobre el lecho, pues al despertar, un choque de reinas (y príncipes) espera. Estaremos inmersos en las diversas campañas para desacreditar nuestro nombre.... Los nuestros.
Por lo que seremos perseguidos o arrinconados a una muerte lenta en brazos del amor o el horror, amarillento por la bilis segregada en el interior, en el silencio de la noche aciaga y el frío corazón. El miedo volcado sobre las cabezas como oro hirviendo, esparcido por el dolor como un veneno pululento, desprevenido y cazado sobre el viento, igual que un animal mitológico... Ella, la joven, la hermana del cuervo de tres ojos, tiene muchos ojos de monstruos esperando, también disfrazados bajo caras anidadas, madurando en las aguas turbulentas y macilentas del odio, como hermanos.

Desde el Continente menor de Essos, cruzando el Mar Angosto, hasta la tierra firme de su vecinal Poniente donde se establecen estrategias sangrantes, los tendremos discutiendo o zozobrando, en busca de la obtención del Trono de Hierro. Palabras por parte de sus legítimos y antiguos poseedores, los Targaryen, acciones a la contra. De forma, que los diversos espectadores (o sus expectativas variables cada temporada), quedarán atrapados en sus miserias o prótesis, rivalizarán con ciertos aspectos o camas, y se sentirán reflejados tras algunas de las múltiples facetas o caras, de los movimientos de los contendientes en el tablero, que emprenderán durante estos siete años, el todo o la nada. Cruzando calimas, andando por el desierto, hundiéndose en la nieve, a lomos de caballos y cabalgando entre bosques u olas, sin silla, en otros seres alados.
Mas, la dama de la guadaña deberá esperar... es la madre de dragones.

Cuando nos desplazamos a aquella lejana, suciedad nívea y revitalizada por un toque mágico, fantástico, inmortal, nos tiemblan las canillas quebradizas, bajo la montura. Los huesos rotos, repiquetean con los cascos y espadas, entre respiraciones gélidas como el viento ártico, esperamos con hielo en la sangre, una mirada mortífera. O desplazados sobre una tablilla a remolque de la amistad, en dirección al árbol de esa sabiduría anciana, que indicaría nuestros valores y virtudes, nuestros errores o debilidades, la pasión de esta historia de muertos y tronos.
Empezamos a conocer a nuestros enemigos, las jaurías humanas y las resurrecciones, los cortes, algunos peligrosos aliados que cambian de tornas, las picas de cabezas, las manos. A cada vuelta de la esquina o del sendero, del mar bravío, en cada habitación privada y más brava, sufriremos los partos a vida o muerte, la manipulación consensuada, los hecho en cada cama cubierta de actos impúdicos, las descendencias borradas de la lista, o perdidas en la pena, pérdidas vagando en pena también, en aquellas picas rematadas en lo alto de nuestra mirada. Pérdidas, desencuentros.

En la escalinata de cada nueva subida al trono, con vasos de vino y brillos de cuchillos afilados, se muestras otros empujones al vacío que recuerdan nuestro precipitado destino... Los cuerpos de seres humanos, se van apilando en nuestra memoria, poco a poco, o por explosiones de pasión no contenida o negada, hasta llegar al cielo de nuestra esperanza, con fuego en las fauces. Contra el frío de un infierno invisible, que estaría por llegar, sometiéndose al rigor de miradas gélidas cercanas, casi familiares diríamos, abanderadas por el honor o el poder político y económico.
Levantando un muro de lamentaciones, que nos separa de la sensación letal en la que se encaraman las cualidades más estúpidas, odiosas y fatídicas, de los hombres... y alguna mujer. Desesperada, ninguneada, castigada, maldecida... destronada. No las luchadoras madres, Cersei, ni las putas, Señora de Lannister. Aún no.

Al otro lado del muro, recorre la Guardia de la Noche, inmortal y escrita en negro sobre blanco, sobre recuerdos vanos de aquellas que te vieron venir a este mundo enfermo, sin descanso ni miedo... ni las que te enseñaron a defender tus pertenencias, tu esencia de bastardo y las vidas de los tuyos, hermanos a dentelladas. Si bien, tus futuros enemigos, caminantes invernales, lo impregnan todo a cada paso, a cada liento de madre. Entremezclados con la sangre, de los tuyos, alimentados como los supervivientes de un hecho aciago en las escarpadas montañas, devorados entre sí como lo harían las verdaderas bestias... no monstruos, como nosotros, es la meridiana diferencia.
Posteriormente, los hijos del Norte, mirarían directamente a los iris azulados e inocentes aún, convocando el espíritu ancestral de sus antepasados e identificándose con los wargos buscando el calor de un cuerpo inerte, formando parte de su salvaje y mítica naturaleza. Dos naturas entabladas, blancas y negras.
Un cachorro para cada cuál, cada pieza valiosa en la defensa, y todos para uno... seremos una manada de guerreros, preparados para combatir unidos a nuestros diversos enemigos. Seremos depredadores, manteniendo a la familia y protegiéndola, seremos camada y colmillos.

A la pérdida de uno de sus dedos, y algo superior, pregonamos que próximos ocupantes, pueden ser escasamente longevos también, preguntad por consejeros del pasado, dentro su Torre de la Mano (en Fortaleza Roja), tras hacerse con la insignia, o al mismo Tyrion Lannister, en sus consejos privados y leyes ejecutoras, de los que sale requemado y fugitivo. La rivalidad eterna entre Stark y la familia Lannister, es lo que tiene, ha dejado vacíos inolvidables que se enmarcaron con castigos elevados y sobre conspiraciones falsas, en vuelos a la perdición o entre la oscuridad de habitaciones prohibidas.
Un nuevo rey de los Stark conocido por Robb, que no refrena su lengua, estrechará la vigilancia entre los diferentes elementos esparcidos sobre el tablero, una vengativa y cabal viuda Lady Catelyn, ataviada de negro y cuchillo afilado, Jon protegiendo a su amigo Samwell Turley en el Muro, de lamentos e increpaciones raciales; con Tyrion de la mano, sin ser Mano con mayúsculas, todavía, con piezas emigrando por la salvación o la injusticia. Pero, pronto deberá dar parte de la cara por defender su posición frente a la acusadora y arrebatada Cat, acusado y detenido en el Nido de las Águilas.

Mientras, mi Bran postrado y sin ninguna percepción del pasado, ni del futuro todavía, flasheado y inhabilatado, en recuperación motriz superior, sentimos a Joffrey empoderado frente a su enfática madre de los Lannister, la revoltosa irascible Cersei la Bella, y la Bestia en una, en el punto de mira de los Targaryen. Intentando una unión dothraki por otras cálidas manifestaciones.
Más allá del desierto y la falta de agua, sin embargo, los males de esta familia no acaban, llevando a Viserys a una visera costosa, por increpar a su hermana protegida por el gran Khal Drogo, que terminará supurando debilidad por sus heridas y la magia negra, de no sé dónde.
Por contra, los de siempre ya conocidos por todos, interceden en las conversaciones y provocan situaciones erráticas, como la revelación de la paternidad de reyes prematuros, traiciones en la penumbra Stark, preparativos de guerra ocultos y nuevas armas, discrepancias de aliados poderosos como los Frey de Walder, cuando otro ejército se prepara para encaminarse a los Siete Reinos.
Tyrion es ordenado de la mano de Tywin para controlar a una pareja inestable y llena de prejuicios, una más que el otro, aún con mano y sin guantalete pesado. Es el momento de una guerra abierta, que lo será más.
Gracias a ideas explosivas de los extraños combatientes, para que Stannis en Rocadragón y su amante, la roja Melisandre de fuego, la pudiera perder frente a los Lannister de nuevo. O gracias, a los consejos de esta pequeña Mano, manteniendo en raya al joven y estúpido rey, incluso, por encima de las palabras de su madre y los desprecios, los insultos y vejaciones, recordemos que es un reino repleto de matices machistas y acciones que, hoy, serían condenables en un tribunal.

Esta temporada, también significa la entrada en el tablero, de una pieza en continua metamorfosis, que va a cambiar las perspectivas de algún protagonista con ansia de aprendizaje y algo más, algo metamórfico. Por supuesto, se trata de Jaqen H'ghar y su consejo susurrado a través de Braavos: Valar Morghulis, podría servir como ayuda o amenaza. Depende del número de enemigos. Que, por otro lado, algunos identifican con otro personaje que pronunciara aquella frase: “Hay un solo Dios y su nombre es Muerte".

Season 3: Primera Parte de Tormenta de Espadas.

Esta tercera promete bajo los tejados y los arcos de salas, en las almenas de castillos medievales; pero, se complica sobre las arenas de un desierto, como el Sur africano, se enroca en las torres de invierno. Enemigos mortales, se enredan en una madeja elástica, donde en ocasiones no se ve principio o final, donde las estrategias económicas marcan los siguientes movimientos. Año tras año, secuencia a secuencia, palabra a palabra, se instala la guerra.
Por encima incluso, de aullidos de ultratumba que no acaban de romper las disquisiciones o necesidades ocultas, en una magnífica obra de la literatura universal, pues, aquello inicial que fue desmembrado, ya no podrá volverse a unir ni rodar de nuevo... o tal vez, sí. ¿Quién conoce el futuro...? Él, solo el pasado.

O acaso, se alguien pensó en primera instancia, que dos entidades tan extremas y distanciadas como una Targarys y un dothraki, se podrían fundir de aquella manera indivisible, que la fuerza bruta se complementaría con el aliento ígneo de unas gigantescas fauces o una cabellera rubia, la educación con ejércitos salvajes... Con Jaime capturado, esperando una ejecución muy particular, los Lannister han contraatacado con barrotes impenetrables sobre las hijas de los lobos. Justo a tiempo, para oler la chamusquina que la posible sucesora ha emprendido muy lejos de allí, acabando con la vida de zombie de un bárbaro sureño, matando a la bruja, que le dejó en dicho estado y empollando a sus futuros hijos, madre de tres dragoncitos, sin sentir un ápice de calor o daño por quemaduras.
Aquí, va a pasar algo en los cielos... enorme y elevado. Aún, con todo ese poder recalcitrante de sus antepasados, Daenerys tendrá que buscarse aliados y un poco de líquido elemento para sobrevivir... alrededor de esa expresión que formulará un estado de ánimo alterado o Valar Morghoulis.

Estamos en la antesala, de la denominada por el novelista, Mr. Martin, Guerra de los Cinco Reyes, aunque no posea la misma estructura, no lineal, de los libros. Con un Bran Stark, que gobierna en la penumbra particular de su silla, a la espera de la vuelta imposible de sus hermanos mayores y la clarividencia absoluta, cuando experimenta sus primeras y breves percepciones del más atrás. Mientras, unos grupos o bandas de otra naturaleza, se dejan asomar por el Norte, existe una purga existencial y fundamentalista en Desembarco, una fuga del brazo fuerte de un herrero, la desesperada huida de Theon, gracias a la intercepción de un tal Ser Davos que toma fuerza en la serie, los Greyjoy una familia que nos dará que hablar en el futuro, y padecer con violencia... como la maldad que se aproxima desde la blancura azulada.
Inquietos, nadie e incluso la futura "Nadie", se esperaría lo que está por ocurrir en la Fortaleza Roja, viendo la extraña pareja formada por Arya camuflada y una Big Mountain de músculos inestables, que irán mejoran con el tiempo y los golpes, ni los presuntos matrimonios de la viuda Stark o del escurridizo consejero de Tyrion, ya mosqueado sobre manera con sus insultos o tejemanejes. Ni este curioso triángulo, compuesto por un tal Renley, Margaerys la usurpadora y el ínclito Loras, en prisión. Por el otro lado Lannister, la unión de Sansa es repasada con ultraje matrimonial, con un mirón de excepción y ponzoña de represión en los látigos.

Sí, hermanos oremos por los caídos en batalla, por los heridos en miles de ellas, por juicios guiados por la guillotina, incluso, por aquellos que fueron rechazados por otros hermanos, o hermanas. Por padres y lobos, que empiezan a comprender su error... por los maltratados fugitivos y salvajes de extramuros, por el tablero y sus reinas.
La fe se multiplica, cuando los muertos nos acechan por las noches o la ruina atraviesa las paredes de nuestras desvencijadas casas, no la de los señores del acero, que se encargan ellos mismos, de traerla o enviarla a nuevas localidades aledañas... Incluso, a cientos de kilómetros, al norte, esperando que la guardia termine con ellas o algo desconocido, salvaje, macilento, enorme, pútrido... aparece la unión en su contra. El horror, de aquella señal de peligro, tendida y desnaturalizada sobre la superficie nevada, era una advertencia de lo que estamos viviendo, de lo que no esperamos, mientras algunos se encargan en condicionarlo y enrevesarlo todo, en revolver los miembros cercenados en batalla, hasta dejar el futuro casi irreconocible... esperando la Muerte y su Lord.

Entre los borbotones de sangre y otros fluidos, se enlazan las maldiciones por amor u odio, se visualiza otro tipo de horror que proviene de nuestras propias manos, o ensucia las de su consejero en Desembarco, o Mano derecha; separa la memoria de nuestras vidas en la naturaleza, alejadas de la envidia y el deseo, del dolor y la lujuria, de la esclavitud y la ira, de la falsedad y la necesidad, del fracaso y prepotencia.... el que desea muchas cosas o almas.
Por supuesto, vamos conociendo historias paralelas, afluentes de la gran batalla que se planea entre Cinco Reyes, si bien nos falten algunos flecos épicos y secuencias poderosas. Se magnifican los diálogos épicos, que nos enseñan distintos valores en la condición humana, a los que el público se acoge o repudia al verse reflejados intelectual o socialmente, en sus superficies de cara al resto, o a través de sus pensamientos internos. Personajes como los Inmaculados aparecen en las denominadas Ciudades Libres, tras batallas versus dothrakis y las fuerzas esclavistas de los Hijos de la Arpía, tomando una bebida energética o vigorizante, tras su lastimosa pérdida. Promoviendo nuevas purgas sobre las Arenas, donde se roban dragones, no sin impunidad, con látigos de nueve colas, se someten conciencias en urnas herméticas como cajas fuertes. Son guerreros impávidos, de estilizada figura. Se van aproximando... los hijos de la guerra.

Season 4: Segunda parte de Tormenta de Espadas (y capítulos sueltos de siguientes libros)

Las noticias van llegando arrastradas como las plumas al vuelo, por encima de las cabezas cortadas, los miembros rebanados y las tripas, saliendo del organismo para dar otra vuelta, de tuerca, a nuestras percepciones del Mal. Se genera de este a oeste, de esta enquistada isla superior, desoyendo una confesión descarnada, frustrando los impulsos de otra ejecución filial, por lo que se verán sometidos a acuerdos y recuerdos aciagos. Pero, desestimando cualquier tipo de misericordia, ante una debilidad, posible deserción o traición al nombre de la familia, emprendiendo nuevos caminos hacia el conocimiento y la aseveración de la inconcebible amenaza, para algunos.
De norte hediondo en el aliento, se arrastran sin desear el dinero de un sur endiablado, cegado por el poder de una Mano o Consejero en la Moneda y otra en pérdida, revistada de guante metálico, pero ortopédico. Siempre prevaleciendo el trono de Hierro, intacto y eterno, en las conversaciones confabuladoras y sobre los rostros emergentes que saldrán desde Poniente, a las elevadas fortalezas de otras casas (enumeradas algunas) y pertenecientes a las poderosas familias de estos Siete Reinos.

Sin olvidar, a esos seres (no del inframundo por ahora) que pululan o retozan alrededor de la carne, de los insectos que contagia enfermedades susurradas al oído, o de las ratas que se alimentan como pueden en las calles de sus ciudades medievales o sucias... o aquellas que, simplemente, abandonan el barco por diversos motivos... desvaríos políticos o amorosos, conjuras de voces en penumbra, rivalidades etimológicas y genealógicas, robos, asesinatos, venganzas, rendiciones o búsquedas de fortuna, en otros lares. Atravesando el dolor, el miedo, el deshonor... y el mar bravo o Angosto.
Con ellas, las palabras, que remarcan encuentros fortuitos y luchas esperadas, coronaciones y batallas de estirpes ancestrales en los albores de esta civilización, imaginada. Rezos lapidarios y peticiones imposibles, que dejan fisuras en las sociedades, frases confrontadas por la sangre de sus parientes y la historia de sus monstruos. Alardes de metal fusionado y afilado, entrechocando en nuestras cabezas que piden más leña arrojada a la pira funeraria, o el fuego de sus dragones.
Ahora separadas, esdrújulas en odiseas interminables, sobre un revoltijo de honor, lujuria y tripas, enredadas por extrañas conveniencias, que engendrarán nuevas noticias, allende los mares, y parirán ejércitos gigantescos.

Proliferan las ancestrales religiones, semejantes a los ecos reales de ahora, elevadas a los altares del poder y la gloria, deshonrando la caridad y misericordia, peleando con la fuerza del músculo y desdeñando la fuerza de la mente, lapidando la esperanza o la empatía, despreciando la salvación, esa que no encadena o mata, sino que libera... salvo excepciones que van a pasear sus miserias entre la muchedumbre. Esa misma que desprecia la inteligencia, pues, se para de mirarse por encima del hombro, que los vio nacer o amamantó, y lo golpean con la destreza de un maquiavélico engendro, hasta hacerse valedores de su honor tortuoso, enfermizo, odioso, temible, en algún momento sádico o patético, risible inclusive.
Y, por tanto, se coronan sacrílegamente, elevándose como verdaderos dioses temidos, todopoderosos y sus egos, más aún. Caerán nombres de segunda fila, volarán por los aires de golpe, diversos miembros de esta nobleza que es protagonista, se verán las caras (o algunas no) con los Caminantes, invisibles hasta ahora, uniendo sus fuerzas con los salvajes de Mance Raynar.... como si no lo desease.

Los movimientos cada día, son más enrevesados o imposibles de mantener, combinando los diversos colores y barajándolos de nuevo, hasta confundir la visión de las cosas, cegar con creencias, alterando los primeros cambios por otros más dramáticos si cabe, mutando lo bueno en malo, y viceversa. ¿Menudos movimientos...? Saltos que van desde la gran capital a dramáticas retiradas, al encuentro del aliento de la "dragona", pasando por mil vicisitudes, donde triunfa los actos machistas o la violencia genérica. Problemas y pesadas cadenas, que irán desde las estratagemas marítimas, encarcelamientos y emboscadas fluviales, a contagios inimaginables de los llamados Hombres de Piedra... encuentros inesperados y trifulcas perrunas en cantinas, entre caminos cruzados. Desvaríos de la mente, en aprendizaje de cuervos, y cacerías de lobos.
Desde promesas hechas al viento, a una confesión descarnada, bajo la hoja afilada de una espada, empuñada por el puño de hierro de un norteño, cobijado bajo las pieles del venado cazado o el depredador salvaje, todo el odio empieza a moverse. Antes de estar caracterizada con la flexibilidad de un asesino silencioso, agrandada por la nobleza de la estirpe y el recuerdo de la paternidad arrebatada. Amantada por los pechos de una loba y defendida a capa y espada, a golpes y borracheras en torneos disparatados, entre justicieros e injustos. Ella crece.

Reclamando, el honor perdido o las tierras venideras, con sueños de putas, deseando los galones de oro prometidos y galeones rápidos para su era tecnológica, con esas damiselas a su servicio y resaltando la obra patriarcal, con vino más sexo, excesos de la vida, casi imposible en este mundo... incluso, la necesaria libertad. O la venganza.

Quinta, no vencida, entre Vientos de Invierno.

Posiblemente, una de las más emotivas o espectaculares.
The King in the Nord, gritaban con algarabía, cuando los hermanos más reclamados en principio, parecen desligarse o fallecer en manos de los tendenciosos o elucubradores, cuando asestan el golpe de gracia al rival, que es el padre.
Los ojos de otro joven elegido, ya no estarán tan animosos o impertérritos, porque ha conocido lo que existe más allá de la frontera vital, de la empalizada que separa tu vida de la resurrección... además, de ser visitados por otros en la letanía, que se muestran cada vez más fríos y distanciados de tu sangre, o no.Los padres ya no existen, porque se mueven con la misma frialdad, que los blancos, y esa mayor necesidad de derramar tu esencia, para mantenerse de pie y nutrirse, como las plantas lo hacen del suelo, sin avisar ni prescindir del arraigo o el nacimiento, al menos el físico, no el emocional. Es decir, alimentado por el esfuerzo en la batalla de sus hermanos, o mediante la carne de ellos, no dejarían esta vez, ni los huesos. O sí, para airearlos de nuevo.

Todos los espectadores, incluso los cuervos aparentemente impávidos, los hermanos enfrentados, los hijos maldecidos, las hijas cambiantes... lo estábamos esperando. La presencia. Ya llegan las almas... sin pena. Se acerca y respira, o no, el impávido invierno.

Sam es el héroe nada imaginado, el curandero de piel y corazones, por su hermano, no amigos de los anillos en otro libro. Por lealtad y comparecencia del vidrio del dragón, por un golpe de suerte. Por su creciente paternidad y amistad, comparable con los demás Sam de aquellas, otras Compañías... Igual que la espada valyria que traspasa las manos y los huesos de enclenques enemigos, no apriori.
Paralelamente, por esta quinta entre Festines de Cuervos y Danzas Dracónicas, veremos a hijos de Arpía, luchando contra Inmaculados, liberados como un Gusano grisáceo, arrebatado de sus tentaciones sexuales, aunque no de lengua. No de su brazo armado, para levantarse contra la injusticia y el ultraje, la protección de la amada, añorada.
En las tierras del Sur, aparece la imagen sensual de una mujer de nombre Ellaria y sus hijastras, maestras de la lucha genérica.En el Norte, desnortado por las bajas temperaturas y las otras, se aproxima una elección que dejará a muchos petrificados y otros mortecinos sobre la nieve. A la hermana fugitiva en una extraña casa en Blanco y Negro, con caras colgando de las paredes y una Niña Abandonada, que se las hará pasar p...

Encarcelamientos esperados por ilegítimos deseos, al trono u otros, liberaciones de hermanos incomprendidos, quemados en la hoguera que son salvados a base de flechazos, amores que seducen al lobo solitario, en busca de nuevas camadas o compañías... ya llegarán, más tarde quizá, en otra hora y estampa... Tal vez, la de Rey.

Season 6... Final de Libros, por ahora.

El problema de comenzar a ser originales, ahora, es que el siete puede transformarse en una auténtica pesadilla, a pesar de los seguimientos iniciales y el suspense que se incrementa, como una tormenta de nieve imparable, como un círculo de muerte que nos rodeara.
Aquí los pecados, se pagan con penitencias y deshonra ante la masa enfurecida, las creencias se caen como naipes o comodines, arrojados por un ojo abierto al pasado, la ofuscación familiar crece ante las idas y venidas de sus protagonistas, su resurrección increíble frente a la traición inesperada o la resistencia orgánica de otros que aún colean, que fueron afluentes y se encuentran en las puertas del infierno, blanco. La tristeza ilusoria, con que deberían haberse empezado a contar las cosas de los Siete Reinos, las siete vidas o la séptima temporada... he dicho, u Hodor. Aquel que habla poco, para expresarlo todo.

Los malvados, con acento en el Mal, se endurecen hasta límites insospechados y derrotan a todo el que se acerque a sus perros, te llames Stannis o seas un isleño no convencido de su resistencia mental, o de su fuerza moral de cintura para abajo. Por ejemplo, la bella Margaerys acepta sus pecados, en el sentido reiterativo de la jefa de los Lannister, el Matarreyes sella su amistad con un Pez Negro de la casa Tully, la oveja negra de la familia plateada, el Caballero de la Puerta, Ser Guardián de las Marcas del Sur. Los nobles Stark se ven obligados a una lucha encarnizada con los Bolton o lo queda de ellos, pedacitos. Mientras, el Septo Baelor explota, por incompetencia y odio en las alturas cercanas de la Fortaleza Roja. Más, llega el Invierno con mayúsculas.
Daenerys pasa de las Arenas y los esclavos, pasa de los acuerdos de su Mano (que empieza a hacerse números o cuentas de muertos), porque no tiene tiempo para alimentar sus verdaderos deseos, ya nada ocultos para el resto, sino vitoreados. Su mirada y sus dragones, por encima de Khales o cuales, de viciosos y gladiadores del honor, de esposas olvidadas u horteras de arena, de padres e hijos que no quieren conocerse, de eunucos u otros hombres pequeños en estatura moral, de serpientes, no aladas. No atesoran, inteligencia ni pragmatismo como el tuyo, solamente Guardias Reales alejadas y camufladas milicias con fe, erúditos de la mentira e inconfesables relaciones, entre el amor y la gloria, dinero... La enemiga aguarda.

Cuando quieres confundirte con "Nadie", acabas herida o con el recuerdo de un Frey. Cuando, otros nuevos reyes se enfrentan a pájaros de mal agüero y terminas saliendo por la ventana, debido a mordeduras no esperadas del corazón, que no superan la longevidad de otros padres arriesgados, ni mucho menos. Este golpe es de los que cuesta superar, pero la pareja de pájaros enamorados (hasta hoy), se recuperan a base de sacrificado espíritu y santificado placer por el poder absoluto. En contradictoria imagen de un héroe a la fuerza y la madre de sus futuros hijos, presentándose en un hogar abandonado por desencuentros, y ahora, aumentando por motivo de desprecio salvaje, quizá por que sus cimientos se alzan sobre el racismo y una Colina llamada del Cuervo, esto es, un asunto demasiado negro.
Otros pasodobles, de sangre y fuego visceral, nos marean con sus inconsistencias, son Theon y Asha, Jon y Sansa, atraídos por el placer de la venganza y sus diferentes personalidades, para recuperar los amores, las casas y la hegemonía sobre sus rivales. Múltiples y resucitando por doquier. Mientras, Arya a lo suyo y su lista, a la misión que vio encomendada desde aquel desagradable capítulo, que traerá más tela que cortar... y carne.

Pero, sin duda, esta sexta quedará marcada por la extraordinaria vuelta a atrás, en la mirada del fiel Hodor y su forzada cerrazón, quizá próximo a los gigantes y su fuerza que, en cambio, no puede detener la entrada en su mente regada de inocencia, por parte del poder de un Cuervo de Tres Ojos. Amigos para siempre, a pesar del en la salud y en la enfermedad.
Algunos maestres pensaba que la reina cadáver del Rey de la Noche pudiera haber sido en realidad la hija de un Rey Tumulario, mas la serie indica que los Hijos del Bosque, lo crearon para defenderse de los Primeros Hombres y su capacidad nociva, para destruir la naturaleza. Después, el suceso se saldría de madre, y el Rey de la Noche empezaría a resucitar su ejército blanco, de incansables caminantes y sus esqueléticos animales, emitiendo su cántico inmortal.

En otro sentido, en el siete quedará meridiano... Habemus, nuevo choque de Reinas. Blanca y negra.
Ha llegado... el inevitable 7 o roto para descosido.

El dolor lo impregna todo, en la vida y en la muerte también. Con sucesivas embestidas de violencia física y psíquica, destrozando los cráneos y rebanando los cuellos, derritiendo cascos de oro sobre ellos, fracturando columnas y descabalgando a sus jinetes, con un golpe definitivo. Se mezcla con las estratagemas viciadas y las marrullerías, las chulerías y la soberbia, destrozan los signos valerosos e indica el agobio de las huidas, de los desplantes caracterizados, los engaños y los destierros forzados, el honor y la displicencia, aumenta con los gritos de una violación, de una expiación o una excomunión, de una vejación o de un sacrificio. Porque el dolor sobrevuela a los protagonistas convocados, a una fiesta de la sangre y el miedo.
Otros manipuladores se encargan de las voces, que intentan sofocarlo con indicaciones indiscretas, con falsedades al descubierto y traiciones que, nunca, serán desveladas. Al menos, en la dirección deseada, sobre tramas oscuras como un pútrido meñique cortado, acólitas opiniones justificadas por su orgullo o altanería sin fin, demostraciones de odio injustificado o puede que sí, depende del color de los ojos y el dinero. Se esconden en sentimientos, en relaciones parentales o fraticidas, combinan en brebajes multitudinarios, frustrados nonatos, provocan duelos al mediodía y corta cabezas al atardecer, cuelga de sogas o camas tortuosas, combates gigantescos, leyendas demoledoras, enormes como una montaña o voraces como un perro rabioso... Provocan desmembramientos, conversiones, muerden con colmillos o destrozan con garras, de animales y otros seres imposibles, gore poco digeribles para algunos, mares incendiados, arterias como fuentes, ríos de inmundicia, muertes de hambres y muertos hambrientos.
Todo es posible en la casa del señor... del verdadero espíritu norteño, El Señor y Rey de la Noche... la de los muertos vivientes.

Con 19 directores distintos, contemplando un montón de episodios y frases amontonadas, pareciera que en la séptima Alan Taylor con 1, Jeremy Podeswa, Mark Mylod, Matt Shakman con 2 cada uno, han pecado de un montaje caótico, de palabras sueltas y escenas algo repetitivas sobre la marcha, la acción de un grupo que debiera haber sido mítico.
Por otro lado, algo decepcionante la poca resistencia de una multitud de Caminantes Blancos, plomizos y quebradizos, como dedo Meñique. Lo peor, algo aburrido. Particularmente, pienso que este penúltimo peldaño o Compañía de la Muerte, debió empezarse a gestar desde el cuarto capítulo y desde ahí, crecer en épica o heroísmo bélico, empezar a visualizar las estrategias al Sur, complementando su odisea en la nieve y el hielo, la espera... las complejas relaciones de dos bandos enfrentados, con una amenaza mayor, que se frota las... falanges. Son los hijos de Sauron, más macilentos. Es verdad, que nos espera una sorpresa, a los no espabilados o despiertos, pero, no es suficiente.

Espero que se remiende, pero, ha dejado huellas no tan inmaculadas en nuestro pensamiento... bueno, al menos, el mío.

Game of Thrones Soundtrack, by Ramin Djawadi:

Cinemomio: Thank you

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