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domingo, 8 de enero de 2017

Approaching the Unknown / Equals.

Un Viaje Estelar hacia la Distopía.

Hola. Nos hallamos en plena era de la nanotecnología, donde las cosas más pequeñas se vuelven las más importantes o necesarias para el se humano. Desde la concepción de un complicado engranaje metafísico, conviviendo con la angustia o la exasperación colectiva de nuestra corta historia en el planeta, y buscando una salida a todas las frustraciones. La ciencia ha empezado una costosa carrera que compite con ese exceso de prisa por alcanzar los objetivos, los descubrimientos predichos por la fantasía y la ciencia ficción, o investigados con éxito, hasta el momento. Casi siempre, una complicada misión para los estudiosos, que siguen una travesía del conocimiento como regla básica, y una realidad administrativa (y económica) que transforma a los seres humanos en auténticos robots. Seres que no sienten ni padecen, algo así como, un futuro mundo feliz, totalmente aséptico, respecto a los valores, dudas y sentimientos humanos.
Es decir, que la sociedad tecnológica avanza a grandes saltos y mayores inconvenientes, en un baile estelar con la imaginación. Una lucha incómoda, en el sentido de nuestras propias relaciones con los demás y la ralentización para conseguir metas o investigar los grandes problemas universales. Son interferencias en dicha realidad utópica.
Digamos, que preferimos estar comunicados, como ocurriera en las grandes obras cinematográficas y literarias. Donde el contacto con nuestros semejantes (por videoconferencia u otros medios), se convierte en una fuente indispensable de nuestra aventura espacial y social, aunque sea de forma desnaturalizada o artificial. Como lo demostraron filmes de la entidad de 2001: Una Odisea del Espacio o Blade Runner, cuando la comunicación de garantías se convierte en una escena familiar, tal que los scifi actuales y sus personajes, necesitados de una voz o noticia de la Tierra. Así, lo demuestran Interestellar, Gravity o The Martian.

Del otro lado, de este viaje intermitente, no podíamos olvidar los efectos de la incomunicación, en determinadas distopías que plasmaban las dificultades para conseguir una sociedad feliz. Propias de un cerebro (que podían ser las redes sociales de hoy, con ciertos arreglos urgentes), que se ve atrapado en un enfrentamiento filosófico y científico, que tiene un reflejo casi humorístico, contra esas reglas socialmente aceptadas, impuestas por una entidad anónima, contra los sentimientos y el enamoramiento de una Julieta. Nereida grácil y desenfocada por sus continuas visiones románticas o batallas infructuosas con el otro género. Pero, el destino, es ese caballero o explorador, que está dispuesto a tal sacrificio, para llegar a caer rendido en brazos de un ideal romántico. Es el mismo contexto, de dicha necesidad de comunicación o primera razón para la comprensión del otro, pero objetivamente en una relación de pareja.
Mientras, los amantes eternos y bastante idealizados de Shakespeare, sufrían las consecuencias de un conflicto generacional y mentalidades enemigas, que los envuelve en una constante nebulosa de efectos contraproducentes; la sangre se vuelve la expresión de una contaminación, un virus que evita la duda. Una cadena de bits contagiosos o una enfermedad neurológica, que desnaturaliza nuestra perspectiva familiar y conceptiva, aunque nos transforme en un mero servidor, un recolector de ideas y evasor de sentimientos. Donde sus familias son borradas, en función de la colectividad, el amor significa ser un constipado, que trastorna las funciones habituales y la medicación es la anulación del enemigo. Esto es, que eliminando el concepto pasional de su ecuación formativa, lograrían detener la hemorragia tras un pasional encuentro, un cruce de miradas y la limpieza de su genética equivocada. Resumiendo, todo sería tan perfecto, global y armónico, que asusta... la respuesta es que cada oveja esté en su sitio y con su pareja... aunque sea seleccionada de forma digital o programada. A pesar de las propuestas confusas o los matizados recursos visuales, con que se cuente en la producción. Esta es la auténtica utopía, del cine.

Approaching the Unknown.

Después de algunos utópicos, Viajes, o fugas no interestelares, proseguimos con los datos necesarios para evitar el desastre o una familia desestructurada por el cansancio de una distancia irreconciliable o asequible. Con el paso de los años y el desgaste en nuestros huesos, al vacío, las nuevas generaciones de exploradores, se dan la mano con el director Christopher Nolan y un salto exponencial hacia la conquista de un mundo inhóspito o sentido del todo.
Pronto, alcanzaremos el Rojo (más que verde de la esperanza), observando la necesidad de controlar el medio con las novedades visuales y las hondas de propagación. Controlaremos la órbita de Marte (u otros destinos), con la conexión recalcitrante como bandera, ya sea con satélites o repetidores de posición en el terreno, que facilitaría nuestra larga misión en el espacio. Pero, en Rumbo a lo Desconocido, también surgen otros problemas que sí estableció Ridley Scott en The Martian, aunque su limitada producción (este comentario se identifica con dos películas independientes) no garantice el triunfo de la imaginación o el arte conceptual. A veces, nos hallamos ante un parche o factura visual con grietas, mucho más desequilibrada en las perspectivas (recordemos a Mr. Kubrick), pero de exigencias libres y comprensión calmada, introspectivas y personales, como la obra nobel de un director o la travesía de un astronauta y científico, luchando contra gigantes o estimulantes descubrimientos. Un estudio interior, dentro del reconocimiento de las propias limitaciones técnicas o de la imaginación para elaborar cualquier analogía conceptual de ambos viajes.

Parece un simulador o una aventura demasiado acelerada y poco elaborada, como si no perteneciera a la época en la que se desarrollan los hechos o el futuro en tales circunstancias presurosas. O las inquietudes de sus protagonistas (diría casi como un único ejemplar científico), sin contar con colaboración plausible, un equipo de entidad para hacer frente a esos problemas vitales o enigmas de nuestro futuro. Principalmente, la extracción de los recursos necesarios para conquistar nuevos territorios, yermos o contrarios a la exposición natural del ser humano y la expansión de una raza, bastante cambiante.
Pues, en Rumbo a Lo Desconocido (no tanto como décadas atrás), el director Mark Elijah Rosenberg se encarga también de un argumento contundente pero excesivamente lineal. Dispuesto como un texto concienzudo o una lucha interna y mental del protagonista, rumbo a la susodicha colonización marciana y la demostración de su espíritu aventurero. Destino a la no desmoralización individual y la falta de comunicación, sería el consiguiente fallo colectivo de una humanidad condenada. Para ello, confía en la designación certera, de un actor como Mark Strong, hábil para ciertos casos e investigaciones, concentrado en su misión como solitario pionero espacial y la reparación imaginativa de cualquier problema derivado de un hecho imprevisto. Tal encomienda o máxima responsabilidad, ante sus congéneres inteligentes, se garantiza con su voz y pocos medios más.

Porque, se identifica el riesgo de la locura o la idea de una muerte errante. Esa misión que arrastra un gran peso, esquivando algunos mínimos contactos con el exterior o las órdenes de una base Capcom, no fotografiada, guiada por la imagen desordenada y la voz intermitente de Luke Wilson. Si bien la verdadera lucha, se desencadena en el cerebro de este protagonista exclusivo, el exterior se agranda como inmenso enemigo, la distancia mental ante una larga exposición al viaje espacial. El silencio o varios, que predicen la tensión o la evaluación de los hechos, el ánimo y la concentración, ante la falta de contacto con seres queridos y, por supuesto, la elaboración de aquellos materiales esenciales para sobrevivir. La terrible imagen de una vida alejada de la Tierra, especialmente, identificando la posibilidad de un, no regreso.
La película no es un gran ejemplo visual o narrativo, pero sí, un ejemplo de la resistencia del organismo y una estimada representación de los científicos, con su labor silenciosa y su mente dedicada, que viaja paralelamente con el riesgo necesario de una producción independiente. Qué viva, la ciencia ficción de serie B, para siempre. Hasta el fin del viaje...

El resto es una producción escueta y cohibida por el presupuesto, entre Loveless y 3311 Productions, quizá ajustado excesivamente. Comprimida en primer lugar e interesante por los conceptos básicos que intenta desarrollar, al margen de otras dudas o críticas científicas que se podrían hacer. Pues, aún encontrándose con todos los inconvenientes posibles, ante el reducido espacio cinematográfico, mejores desarrollos conceptuales o artísticos en los escasos efectos especiales, y la falta de esos detalles narrativos de alcance, son una ligera rémora. Ya que el peso recae sobre una sola figura, sin las variaciones que le ocurrían al castigado y emparejado Matt Damon, o por consiguiente, una acción ralentizada por la falta de respuestas. Un ser inteligente que lucha contra las frustraciones personales o del equipo, cada vez más lejano, de forma pausada y sugerida, como ocurre en cualquier tipo de aventura utópica con el presupuesto (de momento) y puede que, demasiado relajada para posibles candidatos a espías de su intimidad y perspectiva biológica. Eso sí, visto por una empañada y diminuta ventanilla con vistas a ninguna parte, o a todas. Como la propia serie B de fantasía... o más real...

Definitivamente la película Approaching To Unknown, no es nada de otro mundo. Todo remarcable o la nada, pero representa a aquel individuo o cerebro, que tarde o temprano, tendremos que empezar a visualizar de alguna forma. Con estos medios escasos u otros, ahora que empezamos un futuro plagado de nuevas tecnologías a nuestro alcance. Y comunicación, algo incomunicada. De momento... tendremos que respirar, saciar nuestra sed y alimentarnos, convivir con la soledad y el desaliento, luchar contra nuestro propio miedo o ego (o el de los superiores sentados en una oficina), calcular los costes en material y vidas, almacenar y crear los recursos, expandir nuestra mente y reducir los contactos con el exterior, dramáticamente. Despedirnos de las familias y amigos, dirigirnos a un punto determinado, sentir (o no), sobrevivir a una posible debacle de la humanidad. Ser Quijotes apasionados o Sanchos más racionales.

Equals: Semejantes, pero... distintos a ayer.

Con el siguiente ejemplo fílmico, comprobamos que una falta de comunicación (o demasiado controlada) es el problema de la especie. Desarrollamos una nueva y antigua curiosidad, histórica, a la que se enfrentaban las utopías más deshumanizadas o asépticas. Controladas por aquello que George Orwell desarrolló como un fatídico, conocido por todos como Gran Hermano.
Aunque me llegue con dos años de retraso, el mundo ha cambiado menos de lo que suponíamos... los recuerdos son una sucesión de imágenes codificadas y controladas de manera secuencial, los intereses de un denominado Colectivo. No identificado o jerarquizado estructuralmente en la igualdad no recíproca (como en la mayoría de distopías de la Literatura Universal), que combate el libre albedrío con una página más artificial que necesaria para la vida en dicha igualdad, una memoria sabia o el futuro libre de errores genéticos. Una película independiente, que podría significar un ejemplo, no excesivamente lustroso y desarrollado con brillantez narrativa, para definir la separación con ese pasado emocional de nuestra raza. Emocional... e inteligente, por ahora.

Sus efectos transformadores en nuestras mentes, son estudiados y se vanaglorian del éxito alcanzado por esa desnaturalización del individuo que muta nuestra perspectiva, el concepto de igualdad y la creación de una sociedad carente de dudas o prejuicios románticos. Ejemplos predefinidos en una sesión digitalizada en muchas ocasiones, esta no, y observados como adulteraciones a eliminar del subconsciente o del carácter individual. Ya que nos parecemos sin ser idénticos, vemos las mismas cosas y vestimos de la misma forma, calidad y complementos, leemos las mismas noticias, somos elementos básicos que se alejan de la singularidad de otros tiempos. La máquina ocular de Orwell, a pleno rendimiento o carente de una neutralidad, aconsejada por una mente libre.
Los descubrimientos científicos y las noticias sesgadas, forman parte de nuestra realidad cotidiana, para eliminar errores de la humanidad, demasiado recientes y dolorosos, alguien dibujó una sociedad nuclear (por tanto, poco salubre) reflejada en esta visión distópica, fluctuante e imprecisa, llamada Equals.

Dirigida por un director californiano, de nombre casi mágico y siniestro, como Drake Doremus, (y del que admito desconocimiento de su trabajo anterior), tiene aciertos narrativos y visuales, y una actuación piel con piel, pero demasiado alejada de lo verdadero. Es también, un exceso de detenimiento en ciertas escenas superficiales o amatorias, que convierten la épica shakesperiana de Romeo y Julieta, en un juego prohibido de aproximaciones genitales difuminadas, leve contacto de ´adeenes` y amor de compra-venta en grandes almacenes.
Como decía, somos semejantes a Silas y Nia, en otra época y circunstancia, como buena película fantástica. Algunos de identificarían con la distante actriz Kristen Stewart y sus dudas, su seguridad impostada. Otros envidiados como Nicholas Hoult y su traumático encuentro, ante la realidad de una comprensión existencialista o retroceso singular, un actor enamorado de nuevo cuño y guiado al estrellato, antes de otros títulos como The Current War, junto a Tom Holland, Benedict Cumberbatch y Michael Shannon. O representando a un futuro J.D. Salinger. Iguales dentro de una sociedad enfermiza, sobre la idea de igualdad errónea, es decir, desincronizados en el espacio (localizaciones irreconocibles en Japón y Singapore) y el tiempo, de la piel y los besos. Que amenaza nuestra globalicación actual, pues creo que todos preferiremos ser diferentes pasionalmente hablando, aunque vistamos los mismos materiales y diseños preconcebidos.

Somos iguales ante extrañas leyes, de nuevos hombres y mujeres en su futuro. Supervivientes de guerras y atroces comportamientos, casi de manera robótica o como animales nocturnos, que se mueven en un enjambre emponzoñado por los defectos, en el que se ha borrado la huella genética y se ha condicionado el individualismo. La forma de relacionarse, tanto en público como especialmente en privado, simple, hermética y demasiado homogénea, es aparentar el espíritu que definía a nuestra raza, exterminar el otro yo y la pasión en un roce de los cuerpos, el consejo de gente que ya ha pasado por las distintas fases de esta desconexión programada.
Aunque alguna de las voces que nos avisan del peligro, sea la del propio Guy Pearce, quizás en el mejor registro oculto tras el guion, ideado por el propio director y evolucionado por el creador narrativo de la película de culto Moon. Pero, Mr. Doremus se entrega al distanciamiento calculado visualmente y gélido en el apartado interpretativo, entre la pareja protagonista. Al menos, no observo dicha atracción en su actuación conjunta o una identificación con el concepto de la obra, que se otorga en otras opiniones o generalidades de los comentarios a favor. Por tanto, significa que el asentamiento programado es el idóneo, aunque intente separarse de territorios delimitados de la ciencia ficción, hacia otros románticos fuera de control.

Con algunas pequeñas discrepancias utópicas o ´errores genéticos` que empiezan a aparecer de manera más habitual de lo recomendable, en nuestras actuales bases de datos, Equals naufraga en lo cercano y lo externo. Esta involución no está reflejada en su conexión íntima... y tampoco en lo que les rodea, pues... ¿qué hay, allí afuera?
Parece que no importa. Los cohibidos Romeo y Julieta, se estudian de cerca como tortolitos adolescentes y sólo es necesario, un acercamiento en primer plano, la conciencia plana, las imágenes borrosas de sus manos, piel y bocas, como un anuncio de colonias en la tele. Qué pena de idea en la producción de A24, manifiesta y eficazmente limpia, blanquecina y distópica, en dirección contraria a las grandes novelas o descripciones de este género literario tan especial y apasionante. Por consiguiente, lo verdaderamente relevante, es un amor desenfocado.
Las analogías futuristas que diseñaron los cerebros utópicos de otros artistas contemporáneos (cine y literatura), son una simple excusa para la estética y el sentimiento juvenil. Dónde Romeo es una magnánima representación masculina del romanticismo, rodeado de asepsia que invade todos los rincones de su universo esquemático y neuronal, y Julieta es un ejemplo andrógino de los nuevos tiempos o femenino singular, que se devana entre el cerebro digital, no definido, y sus lágrimas artificiales. Rasgos comunes dentro de las relaciones laborales o estudios de hoy, contactos sexuales con otros miembros de la sociedad 4G o supuesto, mundo feliz.

Emoción significa un retroceso a los albores de nuestra herencia genética, superada con mecanismos inteligentes ¿? o muy homogéneos e integrados, aceptados globalmente. Diferencia que es tratada como una peligrosa enfermedad (fuera de la red social), que lucha por salir a la superficie con ciertos daños individuales, una somatización controlada del dolor y las dudas, de errores humanos, que comienza a evolucionar como siempre... y siempre involuciona. Al menos, eso parece hoy.
Luego, en Equals, los sobresaltos no poseen ninguna conexión anterior con nuestro pasado. Son efímeros como un dolor de muelas (ya superado hace tiempo), o cada vez más extensos, tal que una mala señal o lacalización. No obstante, el cerebro lucha por mantener la calma y buscar lo más próximo a nuestra realidad, a nuestra mente ingobernable en ocasiones, para actuar como la eficaz protección contra un sistema programado o alejado de otros manipulables sentimientos y de la singularidad. Por una excelencia, demasiado limpia e inhumana, semejante a una existencia generada por la vida artificial o la fuga de Logan sin contactos ni placer. Una especie de cyborg pretérito, que acercaría a Kristen Stewart a la humanidad, con un levísimo presentimiento en su mirada o temblor en sus labios generosos. Es decir, un viaje o mutación utópica a la morfología animal, calor social y sentimental, más saludablemente peligrosa.

El siguiente paso utópico, es un gran paso para la humanidad, al otro lado de la exploración del más allá... iniciando un acercamiento progresivo alrededor de su estrella. Algo tan prohibido, que supondría un quebrantamiento de las reglas universales de uso colectivo y esa generalizada declaración de principios a la población: "Queda prohibido cualquier tipo de contacto físico", en manos de románticos empedernidos o silentes espaciales.
Más que un ritmo pausado y cerebral de relaciones personales... un manifiesto ecléctico de las demostraciones sensoriales por las somatizaciones interconectadas, semejante a aquellos perseguidos lectores de Farenheit 451 y sus ´animados contagios`... donde la enfermedad es tan natural como la lectura o el instinto, enrevesado y básico, de animales nocturnos.
Pero... como señalaba al comienzo de este aséptico comentario, ante la mortecina claridad de un futuro dramático, las parejas juveniles y su aspecto disociativo (al igual que una página digital cerrada a cal y canto, por falta de mentes interesadas), la conexión profiláctica debería despojarse de etiquetas, agresiones o ciertas creencias atrasadas, hacia nuevas mentalidades más abiertas y humanas.

Pues en otro Equals (de una Verona post-moderna y nanotecnológica), todos serán iguales en la superficie... o no serán. Pequeños vicios alumbrarán otra identidad, o quedarán atrapadas en la silenciosa nada... como un astronauta sin aire ni comida. Intentarán huir de los muros vigilados o se separarán, con el veneno concentrado en los ojos... Él y ella, soñaran con otro mundo menos perfecto y se desnudarán frente a miradas sin compasión, se besarán en la nada pulcra, del romanticismo y la metafísica... o morirán de inanición.
El resultado son dos ejemplos del desastre, emocional o ideológico, por un desenlace tan antiguo como el ADN replicado y sus posibles mutaciones en la travesía. Misterioso tal que una aventura utópica o terrible como ese viaje a ningún sitio. Lo esencial es imaginar y ser diferentes, en igualdad. Y comieron perdices, sobre la tierra bermeja de un planeta lejano...

Cinemomio: Thank you

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