El Último Romántico.
Magic in the Moonlight. Una danza entre los recuerdos de tres, ellos son el sempiterno (para su público) y genial Woody Allen, aunque no para su propia conciencia crítica y sugestionada por el realismo. Y sus actores principales, Colin Firth en la piel de dos actitudes contrapuestas entre el espectáculo y la vida sensorial, junto a la bella Emma Stone entre sus deseos y sus artimañas sentimentales.
En ciertos aspectos, el filme es una vuelta a los mágicos atributos del cine del neoyorquino.
A vueltas con lo real y lo imaginario.
Desde luego que la vida es semejante a un engaño, pero pareciera que Mr. Woody pensara que si ésta se desarrolla entre los sentimientos y la Costa Azul es un trago más llevadero.
Incluso si tienes que luchar por un amor que se oculta tras la diferencia de edad o los dardos envenenados de la maquinaría de la conciencia personal y la posición social.
Dice Allen: “No representa ningún problema en absoluto. Las personas que se enamoran, se enamoran y ya. Si la mujer es 20 años mayor, si el hombre 50 años más viejo, si son de la misma edad, si son de la misma religión, color de piel, hablan el mismo idioma, o no, eso no importa. Para mí es un ´no-tema`”.
Probablemente tenga razón y sea la sociedad la que mira con displicencia esta barrera física, pero la realidad es que en la carrera de la supervivencia y el recuerdo, uno llega antes que el otro.
Personalmente, hace pocos días me encontré haciendo un recorrido al azar por las distintas cuentas en redes sociales. Poco había oído hablar de su nueva película Magia a la Luz de la Luna (por deseo propio) y sinceramente creo que es mejor así.
Porque Allen ha vuelto a conseguir el truco antiguo de convertirnos en protagonistas románticos de su nueva comedia. Quizás, el último romántico en sus fotogramas de siempre.
En aquel paseo digital, me hallé con una crítica respecto a otra película que, confabulaba con argumentos negativos a esa producción pues contaba con los designios de una familia poderosa en un momento determinado. Y que no se merecía ser contada por su clasismo. Como si F. Scott FitzGerald, Jane Austen o el mismo Charles Dickens no tuvieran algo que decir al respecto, enfrentándose a la filosofía germánica y racionalista de Nietzsche.
Woody Allen se expresaba así, a la pregunta de un periodista: “La razón por la que hago películas es que, si te distraes, si ves el baloncesto, si practicas magia, si haces películas... te concentras en eso y no piensas en la muerte”.
Me hubiera parecido una respuesta apabullante, para un crítico que deseaba eliminar del cine, aquellos filmes basados en la alta sociedad. Sería como mutilar la historia del mundo y sus personajes. A pesar de las odiosas diferencias sociales.
Es probable que la gente, en general, obtiene la ideología basada en su propia vida, y que las mentes calenturientas dividen a los hombres según su posición económica y social para su propios beneficios. Pero, la realidad es que la magia puede surgir en cualquier familia, independientemente de los trucos con los que se acerquen las tentaciones. Como Eva y Adán a mordiscos con ellas.
Decía en otro momento, Mr. Allen: “Durante 50 años de trabajo nunca he leído una crítica, ni positiva ni negativa. Nunca leo mis entrevistas o artículos sobre mí. Quito mis películas de la tele cuando veo que empiezan. Nunca participo en homenajes, no me gusta mirar hacia atrás. Hace años una distribuidora me llamó para decirme lo bien que había ido una de mis películas en taquilla el primer fin de semana... y les pedí que no me llamaran más”.
A pesar de las diferencias enormes entre el genio del cine y yo principiante, tenemos pensamientos semejantes ante el éxito. Pienso que nuestro deseo interno es practicar y sentir experiencias. Lo importante es realizar proyectos según nuestro entendimiento o capacidad, porque en el futuro nada de ello, existirá.
Si se pudiera boicotear una historia para no ser contada en el cine (o la Literatura) estaríamos negando partes de nuestra experiencia, aunque fuera negativa. Algunos de los directores más interesantes o los prodigiosos escritores que basaron sus pensamientos en la vida de la alta sociedad, dejarían huérfanas las pantallas y plantillas de aquellos argumentos manchados de sangre azul o cuentas obscenas.
Otra aseveración con fundamento, del director neoyorquino: “Vivimos en un mundo que no tiene sentido, ni propósito. Somos mortales, y todas las preguntas importantes… Para mí lo importante no ha sido nunca quién es el presidente de EEUU, esas cuestiones van y vienen. Las preguntas importantes se quedan con nosotros y no tienen respuesta. ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿De qué va esto? ¿Por qué es importante que envejezcamos, por qué morimos? ¿Qué significa la vida? Y si no significa nada, ¿de qué sirve? Esas son las grandes cuestiones que nos vuelven locos, no tienen respuesta, y uno tiene que seguir adelante y olvidarse de ellas”.
Pues, adelante con la magia y la luna.
En esta ocasión, como ocurriese en proyectos anteriores como Balas sobre Broadway, La Maldición del Escorpión de Jade o la maravillosa La Rosa Púrpura del Cairo, se ha producido el milagro de la comedia romántica mezclada con el truco de la vida. Magic in the Moonlight vuelve a acercar aquellas historias sobre sueños que se hacen realidad, a pesar de la timidez o otras actitudes o intenciones de personas alrededor de los protagonistas.
Es posible que la edad sea una barrera infranqueable, pero Colin Firth y Emma Stone, se han refugiado en la atracción de sus miradas y unos diálogos brillantes elaborado con su saber y sabor de siempre.
El romanticismo no está de moda, por eso a los más experimentados nos atraen los personajes que afrontan sus sentimientos (supuesto amor sin aristas) por encima de los lujos de una vida confortable. Y sino, que se lo digan a Marilyn Monroe (no me refiero a su vida privada), más en la película Some Like it Hot, de otro grande de la comedia Billy Wilder.
Allen se expresa así: “Ojalá no hubiera sido tan tímido, hubiera tenido una vida mejor si no llego a ser de esta forma”.
Debido a esa timidez, encuadra el sexo entre un orgasmo fingido entre las estrellas o el mundo de la imaginación y el fálico objeto de la razón en forma de telescopio abandonado en sus funciones sexuales o estelares.
Woody Allen sería uno de los grandes damnificados por estas discriminaciones estúpidas. Un autocrítico, dejándonos a algunos cinéfilos y seguidores arrinconados entre guiones plagados de miseria, hambre o retazos de vidas cotidianas y aburridas, como las nuestras. Se refugia en la luz de la Costa Azul francesa entre Antibes y Niza, con grandes mansiones y locales de ocio.
Allen ha demostrado que es mejor caminar entre las vías, sin importar quién es el pasajero en el interior del tren, sea millonario, humilde polizón o mago.
Así, se expresa el genio de Brooklyn: “Necesitamos espejismos, la vida es demasiado terrible y no podemos afrontar la verdad de ella porque es demasiado horrible. La vida es una situación tan trágica que solo negando la realidad sobrevives”.
Si en el anterior filme Blue Jasmine, la protagonista era una mujer madura con una etapa vital extensa y terminada, que recorría las vías en sentido inverso a la pareja de Magia a la Luz de la Luna. Pues, su vida se ve desmantelaba por la mentira, mientras que ahora, la magia o el paso en falso intercede entre los sentimientos y la razón, para enamorar a los protagonistas. Aunque, la visión de la luna se encuadre con un objeto abandonado y racional, lejos de la atracción gravitatoria de la sexualidad.
Allen dixit: “No estoy en contra del formato digital, pero las películas actuales dedicadas a efectos no me interesan”.
Es cierto Woody, a veces pienso que el romanticismo ha quedado enterrado entre las acciones efectistas, los sentimientos camuflados como un truco de desaparición, o diálogos desdibujados en líneas de insultos y gritos con bandas sonoras atronadoras.
Usted, siga con tu brillantez e hilaridad acostumbrada y mágica.
Sobre los premios y los Oscar´s, opina: “Se puede decir cuál es la película favorita de uno, pero no cuál es la mejor película. ¿Quién puede decir eso? Son valoraciones personales, no significan nada”.
Pues bien, has vuelto al camino de siempre, creando dos mundos contrapuestos en el mismo encuadre, acercando y creando la curiosidad a cabezas separadas a kilómetros de ideología, luchando entre besos o egos, que puede llevar al traste un futuro común o unas vacaciones por las islas griegas o Bora Bora.
No vamos a desentrañar el misterio oculto en el mágico Oriente, ni los enredos entre realidad y fantasía que se ciernen sobre los protagonistas. Tan siquiera, la comparación con otras obras de Woody Allen con predominio de la razón sobre la magia... o viceversa, cada una tiene su atractivo romántico.
En Magic in the Moonlight nos hallamos con todo oculto en un sombrero (no de copa sino un tocado de mujer de los años 20, elegante) y nos encariñamos con los personajes de siempre, de la vida también de Woody y de la nuestra, porque crecimos viendo las comedias disparatadas o screwballs de la época dorada. Seguro que, Cary Grant y Catherine Hepburn se alegrarían de recrear sus antiguas batallas dialécticas, mentales o físicas, entre ciencia y la sentimental magia al acecho, como una pantera agazapada entre los huesos de un dinosaurio. O con Henry Fonda atraído por una jugadora de cartas marcadas y largas piernas como Barbara Stanwyck en The Lady Eve.
Aquí en esta nueva película, son los rostros de la madurez ascética impregnada de flema británica y la frescura roja de una nariz respingona apuntalando unos ojos azulados como la Costa, la nueva musa que frota la bola imaginaria del universo ´alleniano` cuasi embrujado. Ante la racionalidad del propio director, no creyente y crítico exacerbado, ha escrito otro mágico papel para una mujer.
Sobre la copia, proclama el director neoyorquino: "Oh, yo he robado de los mejores. Quiero decir que he robado a Bergman. Yo he robado de Groucho, he robado a Chaplin, he robado cosas de Buster Keaton, de Martha Graham, de Fellini. Quiero decir que soy un ladrón desvergonzado" para la revista TIME, 2009.
Este tipo de robos, basados en tomar referencias o experiencias anteriores con respeto a sus autores por supuesto, son un truco de magia comparado con el panorama actual y social. Dónde los grandes ilusionistas dirigen los designios del mundo.
Tranquilo, seguimos confiando en tu inigualable talento. Nosotros al menos.
Si se verá tanta batalla recompensada por el espacio estelar, en un golpe del destino o de nuestros deseos. Para ello, deberás aguantar con una sonrisa en los labios, los trucos en su carrera que hicieron un genio del prestidigitador llamado Woody Allen. Hasta el final de otro guion elaborado con su habitual buen gusto y unas actuaciones perfectas, que probablemente le proveerá de una nueva nominación (a la que no asistirá) y quizá una cuarta estatuilla dorada en esta categoría.
Probablemente, la noche a la luz de la Luna de este cuento, entre aristócratas, ´artisteo` y una chica o ´truhana` de humilde condición e intenciones cambiantes como la marea, no sea su mejor película pero si un homenaje a dos mundos diseccionados en la literatura de Dickens. Apartados aunque tocantes en cuanto al romanticismo, una de las bases de su cinematografía. Además, de filmar entre la realidad y la fantasía sirve para admirar su ingenio como cineasta y escritor de ayer y de siempre.
Ella creía en la magia (que no es posible en este mundo pues prevalece la mentira sobre el truco de lo científico) y él no se enfrentaría con la realidad, intimidado por lo desconocido. Pero, se unirían en un baile enloquecido por los nuevos ritmos sin ukelele ni yates de millonarios o no aceptarían el perdón en sus cabezas.
El futuro es una incógnita, que sólo Woody conoce en su fuero interno... ha vuelto a meter un elefante enorme por el ojo de la aguja con nuestra complicidad en la oscuridad del anfiteatro. La fiera de mi niña sigue resistiendo los embates del efectismo digital, con chispeantes conversaciones y el reconocimiento de las estrellas de Hollywood ante su cámara.
Como si Sugar Kane hubiera intentado seducir de nuevo al millonario, escondido tras el disfraz de marinero, o de mago.
**** Notable ****
Apuntando al destino incierto.
Beethoven: Symphony No. 9 in D Minor, Op. 125: Molto vivace - Presto
Sonny Rollins - Moritat (Mack the Knife)
Bix Beiderbecke - Sorry