Un viaje al fondo de las mentes, by múltiple Shyamalan.
En los últimos tiempos, el cine de M. Night Shyamalan plantea una cuestión violenta e imprevista para comenzar un discusión sobre los efectos secundarios que subyacen en su incómoda superficie. De manera que ese acontecimiento conflictivo, desencadena una serie de complejos mecanismos mentales (o físicos) que llevan al espectador a reflexionar sobre lo narrado en el filme y a una situación extrema a sus protagonistas.
En Split o Múltiple, la estructura narrativa envuelve a tres jóvenes alrededor de un cazador psicológico y distorsionado por distintos seres interiores, interpretados poderosamente por el actor escocés James McAvoy. Sumergido en un caso de desdoblamiento multiplicado o DID (Trastorno de Identidad Disociativo), que se debería diferenciar de la esquizofrenia real, de carácter psiquiátrico por consumo de drogas o hereditario, con síntomas de ansiedad y depresión. En realidad, a la esquizofrenia se acuñó el término de escisión mental dentro de un artículo del poeta y ensayista T.S. Elliot, cuando se trata de un estado crónico de alteración de la realidad... En cambio, los actos de Kevin o cualquier otro oculto en sus neuronas, establece ese desdoblamiento psicológico, e incluso biológico, que funciona como una escisión en diferentes y variables identidades, como ocurría en aquella película de 1957 dirigida y escrita por Nunnally Johnson, titulada Las Tres Caras de Eva.
De aquellos barros mentales, surgirían infinidad de producciones con individuos (normalmente masculinos) que desarrollaban drásticas personalidades y terribles crímenes, como el caso de Anthony Perkins en la obra maestra Psicosis. Mr. Shyamalan vuelve a entroncar con el suspense del maestro Hitchcock con una historia original, que te genera un estado tensión o conflicto psicológico que te acerca a un desarrollo más terrorífico de lo habitual, algo siniestramente oculto en algún rincón de una mente patológica o enferma.
Sin embargo, algo cambia. El trauma inicial no es tan extraño a otras ocasiones inmediatas (como la distorsión narrativa en El Incidente o La Visita), ni atraviesa la visión de la automutilación o el suicidio; sino que se traslada a un caso ambiguo de secuestro y abuso de menores con trascendencia en los noticieros, o sucesos reales de la actualidad, por parte de un desconocido. A través de sensaciones escabrosas y conflictos neurológicos que viajan, desde las víctimas al atacante o una ambivalente amenaza metafísica, que pasa del terror o el género de ciencia ficción, a la mente del espectador.
La historia de Split, comienza en el mismo lugar de la totalidad de sus instantáneas sorprendentes, la revelación o la provocación, en esta ocasión trasvestida en varias apariencias o amenazas formales, dirigiendo la angustia de las actrices Jessica Sula, Haley Lu Richardson y Anya Taylor-Joy, a un encuentro más revelador, tremendo o apocalíptico. Algo inherente a las dotes especiales del muchacho del Sexto Sentido, pero aderezado con la maldad supina, una especie de bestia compleja, casi humana, como aquel asesino de The Village, o el advenimiento de una criatura del más allá, tal que en su película Señales.
Otra vez, sobre la ciudad natal de Pennsylvania (lejos de la Arizona de Norman Bates), nadie pensaba que tres de sus vecinas, serían víctimas de tal cisma existencial que genera un suspense creciente a su alrededor con la resistencia ante la actuación de un Ser Extremo. Una división de identidades o fragmentos inconexos, establecen una parábola del comportamiento y esa representación intangible que significaría el poder de sometimiento, quizá, aderezado con el espíritu de Shyamalan en continua transformación interna, convirtiendo a héroes en villanos, o a los depredadores en víctimas.
Por tanto, se trata de otro juego, más cruel y mácabro, reiniciado desde los albores de la humanidad, hasta estas sombras cerebrales de nuestro presente y el futuro próximo. Materializadas en una aparición inesperada o aventurada sobre el poder neuronal, que apuesta por confundir la realidad con la elucubración mental o la fantasía más terrible. El director norteamericano de origen indio, retrata cada persona escondida en la enfermedad con su poderosa imaginación, para dotarles de un significado propio, trasgresivo y contrario al libre albedrío.
La norma de Split es la complejidad, a distintos niveles psicológicos, regresando a sus raíces cinéfilas, sentado viendo filmes de Alfred Hitchcok con pasión, o soñando convertirse en una especie de extensión familiar, y dinámica del aventurero Steven Spielberg, con su pequeña cámara de Super8. Aquí, genera su base robusta para construir el legado terrorífico o de suspense, que reina en la más terrorífica de sus historias. Pues, sin lugar a duda, se enfrenta a las hordas de inexorables ´haters` (... osarían arrancarle neuronas al creador y encerrarle para siempre en un habitáculo inmundo) con un meritorio desenlace, plagado de criaturas monstruosas desplegando sus ´encantos`, o nuestras propias pesadillas.
Bueno, no exageremos, Mr. Shyamalan puede tener una llave guardada en un rincón oculto de su anatomía, como el buen Doctor Lecter, se preocuparía por darle salida a la carne conservada en el congelador. Es la ventaja de los atacantes o depredadores... poder esconderse tras el anonimato de unas redes físicas o mentales, capaz de mutar la personalidad de unos seres humanos inteligentes en verdaderas bestias. Y viceversa, de criminales a jueces.
Todo amparado bajo la oscuridad del secreto médico, la tergiversación o información confusa, la amenaza verbal o física y, especialmente, la maldita difamación. En un guion, que el protagonista consigue asumir las variadas personalidades con una mínima transformación orgánica y mucha calidad en sus espectaculares divisiones de la enfermedad, o lo que fuera... Es cierto, al término puede sufrir algún pequeño desajuste estructural, debido a una reiterada o poco medida sorpresa, que en lugar de realzar determinada escena, produce el efecto contrario, cierta desconexión con la apuesta narrativa del director. Pero, el giro es suficientemente atractivo como para esperar una nueva incursión en la oscuridad desarrollada aquí por Mr. McAvoy. Ya que se las arreglan para introducir a los espectadores con ellos, en una estancia pequeña y recorrer sus alambicados pasillos psíquicos, con cuatro personajes divergentes (que, bien, se podrían multiplicar hasta 26 o 27 entes independientes), dependiendo de las ganas de un caído por hacerse presente y materializarse en los músculos del nuevo jefe de la Horda, o protegido por una fuerza sobrehumana y anti natura.
Pero la cuestión pretérita del impenitente, en la prioridad del acusador ante la inocencia, para demostrar que, el que tuvo, retuvo... o que un profeta cinematográfico en su tierra siniestra, a veces, se transforma en una espiral de sensaciones. Donde el miedo es tan antiguo como el mismo diablo guiado en múltiples direcciones, una especie de falso profeta.
En segundo término (igual de necesario), es que Split se fundamente en la actuación desdoblada de un supremo James McAvoy, que nos irá adelantando otras alternativas posibles, o facetas oscuras junto a Alicia Vikander y Charlotte Rampling en el filme Submergence de Win Wenders, o al lado de una fascinante Atomic Blonde, interpretada por Charlize Theron y dirigida por David Leitch. Retratos personales que se esconden en el alma de un ser humano, sociable, o todo lo contrario.
El esfuerzo es prodigioso y lleno de notas espontáneas, para compartir las sucesivas miradas que acompañan a Shyamalan en este viaje fantástico y sus seres con desproporcionadas habilidades. Desplegando sus ´encantos` personales ante la cámara e intrépidas compañeras de reparto, como la mítica Betty Buckley (Carrie, Frantic).
Destacando a otro nivel interpretativo, la actriz ahora morena, Anya Taylor-Joy, nacida en Miami (Florida) y con una curiosa mezcla de raíces, española-argentina-inglesa-escocesa. Que ya demostrara su potencial para matices satánicos y desarrollos mediáticos, en películas del género como Morgan o, especialmente la sorprendente y radical, The Witch.
Aquí, ellas son el motor incestuoso de pensamientos y el destino oculto de sus actos, más específicos que el deseo o la depredación sexual, zarandeándonos de un lugar a otro de la memoria, desde la vanidosa resistencia, al rescate de inocentes víctimas por los fuertes brazos de algún héroe anónimo o disfrazado con una máscara identitaria. Múltiple, claro.
Así, el personaje principal de Split se identifica o responde a cualidades del alfa, hasta el omega más siniestro, entre el principio y el final de los tiempos. Pues, posee el poder fílmico, las voluntades de secuestradas y la atención del público, por completo durante toda la película. Es compendio de rasgos que se dan en nuestra vida o pregonando un cambio radical en el futuro de la especie, aunque, lo normal será que terminemos sentados viendo las terribles noticias en una cafetería.
M. Night Shyamalan, dice de McAvoy que "no se saltó ni una coma en su actuación tan física, pero... encontró maneras asombrosas para ser espontáneo e inventar gestos o expresiones, compartidas por encima de su hombro" (u hombros encadenados, diría yo). También que tiene una idea para ampliar aquellas raíces incrustadas en los huesos, "sin ser necesariamente la búsqueda de un final al estilo El Planeta de los Simios o Psicosis, sino contar la historia de un personaje. Estoy fascinado por filmar su historia, eso sería lo más grande para mí, acerca de Split, no... adónde llegaríamos con él. Tal vez, nuestro próximo encuentro se produzca en Philadelphia"
Por su parte, "el señor Glass" comentó que le encantaría “escapar de ese manicomio” en una secuela con el elenco original, que tras 17 años de espera, supondría un enfrentamiento abismal entre Dunn y la Horda... ¿o no?
Mientras ocurren nuevos ataques y cambios de personalidad, esta Split se percibe como un acoso diseccionado mentalmente, complementado con una catarsis de violencia y el eco del pasado, que oímos como un juicio sumarísimo. Otra conexión con El Dragón Rojo que entronca en sus propias raíces y creencias multidimensionales.
Luego, la transformación de la belleza en pureza (a nivel metafísico), el uso de la fuerza y la utilidad de la resistencia, como la dominación del propio pavor, son muestras de su indudable talento y capacidad para retratar las múltiples caras del suspense y el miedo más "humano". El último filme de Shyamalan es su visión claustrofóbica de las pesadillas existenciales, con visitantes del exterior o del más allá, frente al espejo de la enfermedad, la purgación y la expiación.
James McAvoy Talks "Submergence" With Alicia Vikander
Teaser Atomic Blonde.
Próximos trabajos de Anya Taylor-Joy, Thoroughbred de Corey Finley. Con Olivia Cooke y Anton Yelchin.
Marrowbone de Sergio G. Sánchez, con Mia Goth, Charlie Heaton y George MacKay.