Sabes aquello de que, te pones a ver la segunda temporada de una serie, porque crees que sus creeadores van a conseguir llamar tu atención, ante una historia que, sino redonda, prometía un crecimiento narrativo hacia lugares ocultos de la conciencia humana. Pues bien, ese era el caso de Yellowjackets I, no, en un condimento de Showtime para segunda división, o tercera regional narrativa.
No se
trataba de machos con uniforme del ejército en el desembarco de Normandía, como
relataba la serie Hermanos de Sangre, para dar y no recibir. Sino de la caída en lugar más aislado
aún, sin tanta víscera ni miembro amputado. Más bien, jóvenes de géneros
distintos y todos los registros queer (tendencias sexuales que me las traen al
pairo), que se definían por la rareza de sus pensamientos y el juego dentro de
un equipo de fútbol femenino estadounidense. Se consiguió a través del guión
que tuvieran un buen descenso… al infierno gélido. Pues el terreno de este
partido peligroso, puede llegar a ser muy resbaladizo. Ya muy lejos de la
Warner con Viven, en aquellos chicos de los Andes y su Hambre mayúsculo.
¿Recuerdas
aquel aterrizaje accidental? No hubo ni piojos en comuna de soldados ni
enfermedades contagiosas, pero si hambre con el tiempo. Nada de frente
occidental, con Canadá, aunque si algo grande (creíamos) por identificar, y que
tarda en esclarecerse una barbaridad… de bárbaras esperando una presa a la que
hincarle el diente. Es lo que tiene andar sobre una despensa donde todo se
conserva la mar de bien, excepto la ´iluminación superior`.
Y es que
estas chicas de la casaca amarilla, van de un lado para otro, sin demostrar un
rasgo que supere las primeras impresiones, ya que este espectador se aburre a
base de bien, con tanto diálogo improductivo y elecciones tan caprichosas. Vamos
que la serie en estos momentos, es un tostón que no avanza nada y los
personajes empiezan a caer fatal de solemnidad. Lo que eran jóvenes atrapadas
en un partidillo apartado, ahora se transforman en palazos en los morros con un
palo de hockey in the Ice. Hostia va, bocado viene sin ninguna razón aparente
para las consideraciones morales. Las chicas son guerreras… decía el otro. Y
los de acá, a seguir la bolita que se va haciendo enorme y muy pesada, tras ir
amontonando cantidades de deshecho o visiones inservibles. Presente, ha
aguantado hasta aquí, no soporto a los/las integrantes de este espectácuilo,
sobre todo, llegando al capítulo 9, donde uno cae a un pozo gélido tras una
estúpida sucesión de casualidades. Excepto, por dos o tres golpes de efecto,
que quedan en mero picnic en la Natura.
Podría
llamársele a esta segunda temporada, Sin Novedad en el Frente, con chicas y
chiques, lobas todas, moviéndose en frecuencias separadas, pasando las horas
sin saber qué hacer.. como zombies. Y no, no pasa nada… Lo peor es la
constricción grupal o la aparición de una secta morada, que te saca de quicio,
con investigaciones de parejas extravagantes y detectives inservibles, que te
dejan más aún en fuera de juego. Repelen los temas caprichosos, los temas
musicales metidos a calzador en escenas que piden silencios, las imágenes que
son parches de la realidad alterna, que te vayan contando la película, según la
estás viendo… los papeles de Melanie/Shauna, esposo e hija, horrible ésta
última, de Elijah y Christina, la Misty que los pari..., de hermanos y compañeros
de sectas o comisarías, las visionarias, junto a esa madre Naturaleza que es un
tostón indefinido con barbacoas, muertes y golpes a lo salvaje, porque sí, menú a la carta, la que venga bien tú, etc.. Que la siga Rita en el futuro, que servidor se baja de
este avión de Jonathan Lisco, nada que ver con su notable Animal Kingdom, y Cía,
la guionista Ashley Lyle, de la que no tengo el gusto… El resultado final para
mí, 2 a 0, y el doble papel de la joven Sophie
Thatcher (El Libro de Boba Fett) y su variante temporal en paralelo, el
intento fallido de Juliette Lewis por mantener cierta cohesión, las únicas que
se salen de la mediocridad narrativa y ese efecto invernadero de la
indefinición de Yellowjackets… que parecen cada vez más rollizas, con tanto
fetival culinario. Ya no se la cree… ¡ni el que asó la manteca!
Ahora
tendría que hablar de otra serie interesante que estoy concibiendo en mi mente,
pero cómo no la tengo, en su lugar hablaré de algunas pelis que he visionado en
esto días de asueto caluroso… y aunque no son redondas, se dejan ver… más o
menos.
La primera
es un día de perros, White God, que lleva la tensión animalista a una
revolución que, aunque pudiera ser divertida por momentos, también resulta
vacía en el concepto de la resistencia canina a través de la violencia, lejos
de la maestría conceptual de la Rebelión en la Granja soviética de George
Orwell y la magnífica involución de El Planeta de los Simios… Ni que fueran
personas hipócritas, con tendencias violentas y ramalazos vengativos, tú. Y la banda sonora… bien
gracias.
Otra es
Linóleum, que es una representación pictórica del enfrentamiento más común en ésta,
o cualquier época pasada, como el anterior filme en género femenino. Las raíces
cuadradas del árbol geneológico puesto a prueba, una vez más, en busca de
respuestas o reconciliación. Lo que convierte a los pensadores, en asesinos de
la voluntad opresora de sus padres, hasta sentirse en un grado de independencia
o libertad, que los catapulte por encima del recuerdo violentado. Está película
es un poco mejor y en la línea de los recuerdos infantiles que van creciendo
hasta hacerse adultos… o viajeros de las estrellas. Y cerrando el círculo
tubular, una de Méandre que recuerda al siguiente salto de esta entrada, con
pretensiones a buena ciencia ficción de otro mundo, pero navega en la estancia
piramidal del susto y la recreación repetitiva de la opresión personal, la
angustia y el sufrimiento. ¿Por qué…? Seguramente, porque no los merecemos, Ice
Cube. Ice ice, baby.
Y por último, tres cosas horrendas sobre el género del terror, que responden al capricho de los guiones multiversales, o casi wokes… The first, ay madre, una pesadilla cuadriculada con aromas a otras versiones que lograron la cuadratura del círculo de la inversión y la genialidad laberíntica del ser. Si me refiero a Cube, que se queda en un cubito de hielo casi deshecho, del original. The second, ay páa, la de la niña del exorcita versión dos sacerdotes muy tontos, no me refiero a la del Papa del Vaticano, sino a la de libro de los Muertos, que ya huele… Menudo tostón, que ya no me acuerdo ni de qué trataba… mejor. Y la última, santo espíritu… Scream Vi, creo, ya no sé muy bien por dónde van, ni por qué las veo… Bueno sí, por dos de sus estrellas, una la Jenna que viene de Miércoles y que no ha elegido muy bien, desastrosa, llamada próximamente por unicornios, Bitelchús y puede que hasta los X-Men, un desastre millonario; y la otra, la despampanante Samara de los Weaving, que parece una ilusión sexy y acortada, en su vestido chillón amarillo… seguirá entre acosadores o azraeles. Por lo demás, algo infumable con una de las damnificadas, emitiendo bobadas también por partida doble, a través de la retransmisión viciada del partido filoso y el canal maldiniano (de maldito, no de calvicidad) de las Yellowjackets… ¡toma cuchillada, p´haberse matau! Por favor que acabe ya, esta tortura… Este mensaje aciago, posiblemente se autodevorará antes de acabar el verano, o los cubitos para la sangría.
Seguramente me quedo con algunos temazos a secas... y no colocadas con un salpicón de imágenes sin gracia. ¡Bon voyage!
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