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domingo, 8 de diciembre de 2024

LOTR: The Rings of Power. Season II

 


En otra era remota de nuestra realidad, lectora, existió un hombre que se levantó en su propio idioma, al ruido generado por las balas y los cañones… Esos que tantas pesadillas despertarían en las familias de Europa y el resto del mundo.

Para ellos, crearía una epopeya apocalíptica que cautivó a las diferentes generaciones, debido a unos reconocibles protagonistas y composición de las sagas mitológicas centroeuropeas, dentro de un paisaje regado por la luz y amenazado por la obscuridad. Una esencia destacaba maliciosamente sobre el resto de presencias, a la que denominaron entre otros muchos calificativos como El Señor Oscuro.

Bajo una corona ponzoñosa, se instala la figura transfigurada en dos o tres edades consecutivas, dependiendo del tiempo transcurrido, desde que aquella primera Guerra de la Ira. Donde el malvado Morgoth superó en las sombras, al embaucador Sauron y se alzó en el reinado de la Tierra Media frente a los todopoderosos Valar, creadores de este mundo. Mientras que los Maiar – como el propio Sauron, o los opuestos Istar o magos -, conformados por la mano del dios único Ilúvatar, debían servirlos para transformar la creación en una forma material.

Ambos se enfrentarían en el pretérito del pensamiento de J.R.R. Tolkien y los episodios trágicos de la Guerra Mundial, para establecer al opresor de las razas, según aquella otra figura tenebrosa y trágica. Morgoth, sombra del Melkor, consiguió extinguir la luz de las Dos Lámparas, sumiendo al mundo en las tinieblas y expandiendo su poder absoluto por los diferentes reinos o comarcas, conformado su temible ejército. Con artilugios mecánicos, que infringirían un enorme quiebra en la moral de sus enemigos. Pero, los Valar se afanaron en construir Valinor…

Hoy, en la actualidad de mis visionados, nos encontramos a pocas fechas de la festividad de la Natividad, con el nacimiento de un ser celestial semejante a aquel Ilúvatar del cuento fantástico de Mr. Tolkien. Que comenzó su historia mitológica, con un sencillo recuerdo: “En un agujero en el suelo vivía un hobitt…”, un pequeño, o mediano, ser, que se convertiría el héroe por excelencia de nuestro tiempo, y a la vez, balanceado por aquella corrupción venenosa del Anillo Único, para dominarlos a todos. Estos son Los Anillos de Poder II, en su lado más oscuro.

John Ronald Reuel Tolkien…

Aquella frase separada en el tiempo, se transformaría en la imagen protagónica del cuento en 1932, cuando Mr. Tolkien – el abuelo…-, escribiría el Hobbit, este sin nomenclatura aún. Nacido en Sudáfrica, por motivo de los negocios de un padre comerciante de diamante y piedras preciosas, que serían arrancados de la tierra mítica, hacia el Banco de Inglaterra. Próximo hacedor de mundos.

Pero en el clima asfixiante, su padre fallecería a causa de una fiebre reumática, mientras que la familia había escapado a los rigores del clima africano a las nebulosas de Londres. Y el joven John se criaría encantado en la campiña del pueblo de Sarehole… que sería, a su vez, el escenario trasladado a las fantásticas escenas y daría sus pasos en el conocimiento de las lenguas, aprendiendo el latín a los 4 años de edad.

Idiomas y mitología, se convirtieron en sus especialidades, hasta llevarle a inventar nuevas expresiones y lenguas, hasta que ya huérfano a los 14, se instalaría con un sacerdote católico del Oratorio de Birmingham, como tutor… Y conocería a la Galadriel de su vida, Edith Mary Bratt, a la que el padre de fe, prohibiría su consulta visual y sexual, hasta los 21.

Así que el joven Tolkien, se concentró en sus estudios de lingüística mundial, donde descubriría al poeta Cynewulf y se quedó prendado de una de sus coplas llamada, Crist: “Salve Earendel, el más brillante de los ángeles, enviado a los hombres sobre la Tierra Media…”. Fue el impulso esencial, para su primer gran personaje, salvador de hombres y elfos, conocido como Eärendil el Marinero. Hasta idear mediante el transcurso de una travesía por los Alpes suizos, el inspirador relato de Bilbo Bolsón en las grandes Montañas Nubladas, al norte de su Comarca y lejos del Ojo de Fuego, que se levantaría amenazante en la distancia de Mordor.

En consecuencia, sobre aquellas sangrientas trincheras, aquejadas de insectos y enfermedades contagiosas, el soldado John, perdería a una gran parte de amigos y marcaría el carácter pacífico de sus pequeños habitantes de pies grandes. Y claro está, de él mismo, como ciudadano y novelistas de fantasía, coraje y espada. Contra las mismas fuerzas, que pondrían cara y manos, al Mal, con mayúsculas.

De Morgoth a Sauron.

Un cuento de lectura nocturna y onírica para sus hijos – entre ellos el relevo de escritos victoriosos, Christopher Tolkien -, se erigió como el más famoso e internacional mito de la lectura Juvenil. Sin embargo, la editorial de su época, no vio posibilidades a aquella historia conocida transversalmente como El Silmarillion, quedando relegada en un cajón al rescate de sus cromosomas.

Y en 1954, nacería El Señor de los Anillos y su leyenda mítica, y los fans inmediatos trasladaron sus inquietudes al creador Tolkien, para saber si los Balrogs, además de dominar el fuego interno de la montaña, poseían las alas de un dragón…  Y entonces a través del éxito, se publicaría toda su obra, no recopilada aún, y a su posterior muerte, una inscripción habitual en la lápida junto a su amada… Edith Mary Tolkien, Lútien –una doncella eterna, 1889-1971, John Ronald Reuel Tolkien, Beren – un simple mortal, humano enamorado -, 1892-1973.

Pero ante la liberación del Silmaril, los personajes idealizados entre el Mal y el Bien, pervivieron para siempre jamás en nuestra memoria… Por ejemplo el que fuera Ainur, raza poderosa creada por Ilúvatar, sería derrotado durante la Primera Edad, por el sirviente acólito, conocido como Halbrand, que luego sería Annatar, Señor de los Dones, Gorthaur,  y El Nigromante, Señor Oscuro, Señor de Mordor o El Señor de los Anillos, durante 16 mil años, sólo superado por el viejo simpático y poético, – una deuda de las épicas películas de Peter Jackson-, el esperado Tom Bombadil. Otro de los portadores del Anillo Único, forjado en el monte del Destino por el creador en las sombras, de aquellos tres élficos, los siete de los reyes enanos y los nueve de los, débiles Hombres… Que, servirían al jefe, como temibles Nazgûl.

De los actores que interpretan a estos personajes en la serie de Amazon Estudios y Warner, ya hablaré en próximos episodios, porque la Segunda Edad es extensa y dará para mucho… y esperemos que bien, en ascenso místico y poderoso.

Los Tres

Épica, fantasía y ciencia ficción, encarnados en colores… El Azul que embellece todo lo creado y cura las heridas, como aquella en que la Comunidad se mantiene unida, gracias a los cuidados de Elrond sobre el curioso y deambulante Frodo Bolsón. Asestada por la daga morgulesca del Rey Brujo. La sangre del Rojo, que inspiraba al corazón de los seres con una fuerza espiritual y la solar, que Cirdan el Carpintero de Barcos, cedería al recién caído de las estrellas y extrañado, cayado en puño mágico, nombrado Gandalf, por fin.

Y el Anillo Blanco, la luz, de Galadriel que mantiene su poder a través de la Segunda y Tercera Edad, para reconocer al Ojo y mantenerlo bajo su escudo protector. Y al Negro, que fundiría el mismo Sauron, con el poder de convicción para reconocerla y clavar sus ojos eternos sobre ella…

Y no hay que escatimar, el poder Del Verde, durante la denominada Edad de los Árboles, con los cautelosos y sigilosos, pastores o Ents. Opuestos al Fuego, compañeros de las formas del aire y el agua, que inspiran el aliento de lo natural y lo verdaderamente relevante. La paz y el buen ambiente… en amistosa concordia espiritual y mental.

Aunque, el rojo también desata el poder destructor, visitando sus mundos subterráneos o episodios vulcanizados por venir, que no en el tiempo de las publicaciones y versiones en pantalla. Que comenzaría con aquel documento inspirador, inacabado por el director Ralph Bakshi, grafista animado de los Terrytoons, el gato Fritz, Fire and Ice – esta vez sin Disney land -, y Cool World, antecedente de mezclas entre realidad y dibus con Gabriel Byrne, la estrella creciente de Brad Pitt y la extraordinaria brillantez en los cabellos de Kim Basinger.

Pero, aunque aún quedan rescoldos por renacer en azul y el amarillo cantarín, y que sus discutidos showrunners en primera etapa John D. Payne y Patrick McKay – amigos de infancia ante los cómics de otro mítico Flash Gordon, del que trabajan en próxima versión -, se resisten a todas las polémicas académicas o raciales, la serie no ha parado de crecer, sobre todo en viscosidad primeramente y en obscuridad visual a posteriori. Porque, está es visceralmente, la historia de Sauron. De lo que esconde su mano y su corona, del emponzoñamiento que genera la decadencia y la transformación… De algo, que no fue ni será. Un alma negra, vestida para la ocasión, mandar y aniquilar.

Y del rubio elfo imperecedero de Hollywood, que podemos desentrañar en el futuro… Brad Pitt es productor de la nueva epidemia dirigida por Rick Fumuyiwa (a su vez de la serie Dope y The Mandalorian), el ataque de El Tigre siberiano con Alexander Skarsgârd (The Stand, Succession) y la nueva anomalía genética de Bong Joon Ho. Además de participar en la producción de Bithelchús, Bitelchús… que todavía estoy tratando de digerir y descifrar en frases o colores. ¡Tim, ayuda… me!

El Mago Gris… Blanco.

Como el polvo lunático, parecía… brilló con Tom.

Hasta el momento, la literatura de aventuras, había visitado territorios mitológicos, volcánico al centro mismo de la Tierra, alguno allá arriba, cerca de selvas tarzanianas y kingkones románticos, pero, sobre todo, poesías poenianas, episodios eléctricos y conversiones monstruosas de la realidad humana. De las montañas de la locura, hasta el mismo realismo mágico… de esos pequeños, grandes seres.

Sin embargo, algo estaba por cambiar con el Conan el Bárbaro de Robert Ervin Howard y la magia de J.R.R. Tolkien, a los que sin duda, marcaron episodios de Odiseas antiguas y otras hazañas poéticas al estilo centroeuropeo, reproducidas de viejos cantares medievales. O de la tradición escandinava, que también tenía su pabellón de dioses y guerreros, casi inmortales… por no hablar de la leyenda en crónicas de 20 reyes, con nuestro, Mío Cid, Don Rodrigo. Muerto, o no…

Todos esos guerreros misteriosos, tenían su parte inmaterial, abstraídos por la magia de su herencia en el mito, entonando sus mismas canciones en trovas o ciclos operísticos. Y la fantasía con espadas, creció con Tolkien de una forma más que sobrehumana, juntando en un Compañía a los dioses, con los hombres, elfos, enanos, trolls, magos… reyes y princesas, y esa especie que parecía mediana, pero plenamente feliz de conocerse. Con el increíble Gollum a los talones… o el dedo.

Visitamos sus mundos paralelos, a bordo de un ciclón hacia Oz, con zapatitos rojos, querríamos ser sus héroes, o sus habitantes no humanos, como en Alicia en el País de las Maravillas, para reencontrarse consigo mismo, en dos versiones… Grande o pequeño, y en colores de Mr. Walt.

Así jóvenes lectores, salían de su realidad – que ahora forma pesadillas en redes y sus tontunas -, para ser arregladas interiormente, y no transformarse en extraños, monstruos de Frankenstein. Por tanto, J.R.R. Tolkien e hijo, cambiaron las reglas de lo conocido en lecturas clásicas y el terror, para transformarlas en una saga incombustible, como una forja o fragua de Vulcano, Celembrimbor, nacido en Nargothrond de los elfos de Noldor durante la primera Edad. Que fue en destreza del metal, no mithril, primero Hefesto con sus autómatas y creador del escudo y armadura de Aquiles. O el ígneo Kagutsuchi en la mitología japonesa, que daría lugar a un grupo de bombarderos B-29, o el dios Ptah egipcio, artesano sanador y destructor, que de Heliópolis salió derrotado en la religión por Ra o Amón… si bien las grandes pirámides apuntan a él. Vamos, ¡un auténtico mago blanco de la luz!

Y bajo la superficie, en la profundidad del alma, crecieron levantando entrañas en las montañas, en lucha continua con el odio y la tradición forjadora, Dorin y los suyos, quemando enemigos con el hacha y entablando amistades imposibles. A los que la magia, negra y el fuego, también, afectaron, hasta describir una espiral entre sus barbas, de violencia y amor.

Sauron, ha sido un ciclo oscuro, épico, más allá de aquella, casi imperceptible y recordad, primera entrega. Y es la puerta, a la que nos hemos asomado, para esperar como agua de Numénor, la siguiente… Hasta ese mundo terrorífico de la antigua Tierra Media, donde los héroes están en fase de confirmación, con las versiones más juveniles, de Elrond, Galadriel y, especialmente, Tom el Matusalén en leyendas antiguas de Tolkien junto a Gandalf.

Y el Bestiario.

Lo viscoso rima con las coagulaciones y la putrefacción en fauces y corazones, de manera que se convierte en una jalea infecciosa, que marca a todos los seres de la Tierra Media. Mas, forma parte intrínseca de ella, pues sin su existencia, no tendría sentido esa Luz. Mientras en los cielos azules, el Sol brille… Se elevarán lluvias de flechas, filos de hachas y brillos reflejados en espadas, afiladas como colmillos de las bestias.

En el sentido imaginario, su producción es toda una rivalidad entre razas y animales fantásticos del ayer, con los cuerpos fibrosos de los últimos siglos, con aventureros y grandes atletas, con diversas capacidades. Los otros entroncan con las fábulas, con villanos hambrientos de almas o carne, chupadores de esencias, depredadores de mitos heroicos, que recorrían campiñas y montes, asustaban a ciudades del medievo, o disolvían en el fuego en forma de distopías o pesadillas.

En el Bestiario tolkieniano, se dan cita los más clásicos trolls, que funcionan pútridos en versión más compacta, que son uruks u orcos, de nueva generación. Espumarajos del pasado en bocas malignas, que se prenden bajo la piedra o se sientan metálicos como la parca o aquella marca que indicaba la muerte para los piratas de La Isla del Tesoro. Del Dragón, no hay más que decir, viendo la compañera de viaje en Smaug o La Casa del al lado, del otro R.R. Martin, George.

Depredadores de enormes colmillos, garras volantes, y demás rotundos acorazados de músculos, de hueso o peludos… arañas, águilas gigantescas, huargos, seres viscosos de las profundidades, tentaculares al estilo de Lovecraft, o enredaderas venenosas. Deslenguados cometruchas crudas… Y él, vigilante, en todo lo alto, como ojo que todo lo  escruta y… ¿controla?

Al alba regó con su manto de desesperación y guerra, pringoso óleo de matices irracionales, fascinado con artefactos de destrucción, casi masiva, probaturas genéticas de monstruosidades… y enfocado en las negritudes del alma de las razas y sus extravagantes mezclas, también sus raras parejas... Y sus intrínsecos odios… que en Arda estuvieron, junto a la música de los Ainu.

Y por el contrario… Todo Cambió. ¿Para siempre…? ¿Qué dura inmortalmente…? Al menos, durante 8 capítulos más, estaremos engendrando la venganza y el ansia de poder… Los Anillos en sus manos diferentes… Muchos y separados, como jodidos estandartes políticos… y sus colores, en continua guerra incivil. La famosa diáspora seguirá… Por los siglos de los siglos.

La obscuridad del odio, versus la esencia de los Silmarils. E ¿Isildur?… parece flojo. ¡Ese guerrero, enamorau de la lunaaaa! Pero… hijo mío, ¡estás en Babia!

Seas grande o pequeño, siempre habrá un mañana. Coge tu escudo y tu espada, ¡te necesitamos! Sigue leyendo y sueña… Por la lírica de Tom, las lenguas de Tolkien, la banda sonora de Shore… y los versos de Lorca. ¡Próximamente en sus pantallas! Gracias.

 


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