Cinecomio busca

EnglishAlemánFrancésEspañolItalianoNetherlandsRusoPortuguésChino SimplificadoJaponés
CoreanoÁrabe

jueves, 9 de junio de 2016

Youth.


Paolo Sorrentino: ¿Qué se hace primero, el director o el escritor?

Siempre me he preguntado si antes de nacer el director de cine, aparece de manera innata o evoluciona la forma de escritura para convertirse en una historia original que lograra transformarse en una obra teatral o cinematográfica. En el caso del napolitano Paolo Sorrentino, es evidente que primero surge la estructura narrativa o guion como forma de expresión artística y, por consiguiente una fuente para la creación de autor, que persigue contar la aventura de nuestras cortas existencias o el pensamiento transformado durante años de dualidad personal, en experiencias emocionales entre el olvido y el odio, o los dubitativos pasos del amor frente a la irrefrenable atracción física e intelectual y la pasión.
Así, desde su primer trabajo en forma de corto de 1994, apuesta por la propia configuración del guion, como haría años más tarde con su primera película de largometraje de título L´Uomo in Più (´One Man Up`) o el segundo Las Consecuencias del Amor, con su estrella más reconocida internacionalmente, el entrañable y extraordinario actor Toni Servillo. Nacido en Afragola (Campania) y enfundado en la piel del recordado Jep Gambardella de La Grande Belleza, este trabajo ha sido un soplo de aire renovado en el cine italiano y europeo, para goce de sus cuantiosos admiradores. También desconocida personalmente, una interesante historia entre el amor y el éxito económico, de nombre El Amigo de la Familia, con tres premios David di Donatello en su haber y una realidad dramática para la reflexión interior; por ende, a petición interesada, sería necesario que algún medio de difusión pública se encargara de transmitir todas estas películas iniciáticas, lanzaderas en la carrera de grandes directores, para que se difundieran a un público que, de otra forma, se vería imposibilitado de descubrir aquellas primeras obras, enigmáticas y frescas películas. Como, tímidamente reconozco, es mi caso.

Jep Gambardella y la ganadora del Oscar a mejor película en lengua foránea en 2013 en bendita co-producción italo-francesa, han permitido establecer un lazo nostálgico entre el pasado más revolucionario de la juventud con el presente, que toma una deriva irreversible hacia la paz interior o la convalecencia intelectual, siempre que el miedo al fracaso no impida aquel último camino a la caótica e inconsistente felicidad. Si acaso, al encuentro con el conocimiento más nimio, dominado por la belleza añorada.
Todo lo contrario, ocurría en su cuarto trabajo llamado El Divo, más dirigido a la actualidad y crítica política, o la entrada de Sorrentino a una consecución de repartos con nombres de grandes estrellas con indudable personalidad y atrevimiento para acercarse a nuevos realizadores europeos de méritos reducidos por los medios económicos, como sería su filme Un Lugar Donde Quedarse, interpretado por Eve Hewson (El Punte de los Espías), Frances McDormand y el roquero Sean Penn en busca de una justicia o venganza del inefable pasado. Sin embargo, con su última aparición en la gran pantalla, Sorrentino devuelve el brillo a los personajes entregados a la recapacitación vital, la añoranza de otros tiempos y el reconocimiento de los errores, que se vuelven un boomerang de sentimientos encontrados o una batuta mágica dirigida hacia la Juventud.


En el cine italiano y, en la memoria de algunos aficionados al arte de muchos lugares de Europa y el mundo, la figura de Sorrentino se ha elevado como las notas musicales y nostálgicas de la Gran Belleza, disposiciones artísticas envueltas en una capa de grasa corporal y recuerdos juveniles, que sirven para narrar los pensamientos de sus personajes inolvidables. Con esta renacida, Youth, nos reencontramos con la composición fotográfica de calidad y la música que crece o domina con solvencia estética su ambientación, en medio de una manifiesta dedicación general a la interpretación que sirva de acicate a los personajes, o no. Para lograr esa motivación personal hacia la excelencia o la plenitud individual o profesional, y una mirada crítica de la insignificante vida de los seres humanos frente a la inmortalidad de una obra genial o maestra, que conviviría con muchos pensamientos nuevos en el futuro. Esa idea, pienso, que es la preocupación de Sorrentino en estos instantes gratificantes, en los que ha conseguido el reconocimiento merecido de parte de crítica y público, entregados a su necesaria visión cinematográfica. De mi pensamiento le ofrezco, la más sentida enhorabuena y el impulso para conquistar nuevas metas que se proponga, hasta que la juventud nos lo permita, creador y espectador.
Youth, se muestra sensible con el respeto al artista de la mano de varias figuras del Séptimo Arte, que representan muchas horas de dedicación a su trabajo y la presencia estelar de unos actores y actrices, que manifiestan las prioridades o desavenencias que nos visitarán a todos, tarde o temprano, mientras se acerca ese momento crítico, es hora de mirarse al espejo y observar el paso del tiempo atacando nuestro ego, o aquello más preciado que nos definió y paulatinamente perdemos. No el deseo sexual, que también, sino el conocimiento que vamos acumulando durante los años o la capacidad mental, con límites. Por ahora...

Más positiva y eficazmente, frente a la enfermedad y la pérdida de imaginación, hay que congratularse con la valentía del director italiano y de unos actores (de otro planeta denominado Coraje) que pertenecen a dos generaciones despidiéndose de la Juventud. Los sugestivos actores Paul Dano y Rachel Weisz encontrando nuevos retos para afianzarse y los reverenciados por aficionados al cine de cualquier edad que, con piel magullada y cerebro envidiablemente inmaculado, observamos cómo dominan las tablas y la expresión bien vocalizada, como Harvey Keitel, Jane Fonda y el inconfundible londinense nada hierático, el gran Michael Caine. Otra manera de agradecimiento a Paolo Sorrentino, que debemos con fruición absoluta y verdadera.
Youth vuelve a instalarse en la memoria, con la exhibición creativa e inteligente de las diversas ramas que convergen en el arte, desde la fotografía o la pintura, hasta la literatura y el cine protegido o revitalizado por las composiciones musicales de otras etapas pasadas. Sorrentino y sus personajes nostálgicos, han ido conquistando el corazón palpitante del cinéfilo, como aquellos antecesores maestros entre humanismo poético y el costumbrismo vitriólico, con esta mirada artística más alegórica y contemporánea, pero preservando ek mismo aroma de los gratos momentos o recuerdos del cine italiano, o también un esnobismo de otra época que se acercaba al éxito profesional de manera más romántica y creativa, que en la actualidad. En cambio, existe una renovación de los géneros que está regalando interesantes producciones con miradas más eclécticas, y un atrevimiento caracterizado por la ambigüedad narrativa y la amalgama de diferentes estilos cinematográficos.

Uno de sus máximos exponentes, es Paolo Sorrentino, demostrando de nuevo que se puede navegar por la intelectualidad con un toque divertido o tragicómico, en que el aspecto visual no está reñido con aquellas historias más introspectivas. Porque el humor con alta carga mordiente, sirve de referencia para que la melancolía invada el corazón del público con sus característicos personajes, en esta ocasión, un director en busca de su obra más importante tras el fracaso de sus últimas creaciones y un director de orquesta con grandes convicciones, que tendrá que lidiar con el lado más oscuro de la gloria artística, e amor y la amistad. En definitiva, la juventud como magnificencia musical o fragancia de esta ´maldita` experiencia. Un vehículo o batuta, a medida de Maurice Joseph Micklewhite agradeciendo a su pareja de Guayana más joven, que lograra rescatarle del desastre y continuar su labor dedicada al cine como Sir Michael Caine.
O, un traje a medida para darle la vuelta y convertirse en la piel del monstruo o, caricatura.

Invariablemente desde su argumentación pasada y estilo propio, Sorrentino oferta visualmente sus referencias culturales del cine, la música y la literatura (es decir, el Arte con mayúsculas) y los puntos de convergencia con la esencia frente a la modernidad, e incluso, la invasión tecnológica que ofrecería una falsificación de la obra, como un sueño de rostros del pasado en una compleja narración e imágenes visualmente impactantes, o emocionalmente conmovedoras hasta el final o la caída del telón.
La idea retórica que nos convierte, con el paso del tiempo, en marionetas en un teatro o directores rotos. En esos personajes más insospechados, que idolatramos u odiamos, intentamos dejar en el recuerdo para no olvidar el desastre o la venganza. El odio de la separación, como un reflejo de nuestra mente que se alimenta con el miedo, o un hermano desarrollando su creatividad con sus colaboradores habituales, fieles. Desde un sillón enfrentado al pasado con cara maquillada o los arrestos necesarios para soltar verdades dolorosas, o un espacio reservado para el silencio y los sonidos de la naturaleza, para sí mismo y no la exigencia clasista. Juventud es un complejo entramado de egos y afinidades pasionales, desencuentros por causas variadas y reflexiones simpáticas sobre la decrepitud física o la pérdida de valores. Esta última más peligrosa...

Aunque los protagonistas y maestros, se vuelvan fantasmas ocultos bajo la superficie o incipientes maestros que mantengan su singular personalidad a flor de piel, sino muerta (por su posición social y económica) si algo ajada con los golpes de la vida, del ámbito deportivo mirado desde la decadencia, de la familia frente a la defensa de aquella creatividad o su necesidad de continuar con imaginación. Que iría desde un concierto onírico o rodaje polémico, hasta un encuentro lascivo con el Cuerpo dionisiaco, universal y único, escultural, grácil, femenino... casi ofensivo. Ese canon de la belleza que tallaron o pintaron los artistas del Renacimiento, y que emerge como una sirena en las aguas románticas de Venecia, con las escamas deseadas de una actriz y modelo rumana de nombre Madalina Diana Ghenea. Otra magnánima visión sobre sensuales tacones y lúcida inteligencia de Sorrentino.
Youth transita por aquel personaje ambiguo y obsesionado Gambardella, el inolvidable maduro resignado o crítico según las secuencias, con dos amigos siempre deslenguados, no tan osados ya, excepto con la imaginación. Añorantes, que han ido desarrollando con aquel, su propia "dolce vita" en términos cinematográficos o melómanos, en una visión particular y regeneradora de la caída biológica (que no mental de los protagonistas), románticos en plena sociedad de la Europa de este nuevo siglo XXI.
Sus inadaptadas conciencias a los nuevos ritmos y pensamientos, una sombra observando en silencio, a las nuevas derivas generacionales, es una búsqueda personal de esa gran Belleza, más espiritual. A veces conservada como las lágrimas de un niño asustadizo frente a la exuberancia o el deseo irrefrenable, o la repulsa ideológica encerrada en un compartimiento a presión. Jane monumental, no de la selva, es una bomba temporal de nuestra propia vida llegando al final, de una aparentemente, extensa y cruel cuenta atrás. Más lágrimas...

Pero, tal que el roquero siniestro como el soñador ´director` de imágenes o maniobras orquestales en la pradera, pertenecen a este choque generacional, vengativo, como padre e hijo luchando contra el mismo destino o el olvido. Don Paolo se entiende a la perfección con el montaje y las atmósferas teatrales y los sonidos envolventes del retro acústico o minimalista, como un gran escenario de comienzo prometedor y la caída tras el brillante telón de fondo, la Juventud que nos sorprende con su final conmovedor o trascendente.
Su cine posee el recuerdo olfativo de nuestras pituitarias al entrar en contacto con la cocina de la abuela o el perfume perdido de un amor adolescente, que castigan repetidamente el entendimiento racional desde el Lazio o Londres al cantón suizo de Graubünden, en el Hotel Waldhaus, y elevan nuestro espíritu entregado a Mr. Caine, en un concierto sublime frente a sí mismo y los recuerdos. Su público supeditado a la artillería sensual del tiempo, tanto como permitan sus silencios incómodos, contagiado por las miradas contemplativas o admirativas y el hambre de cultura, o sexo. En el futuro de Youth, sino lo remedian avances biológicos o tecnológicos, invariablemente, nos encontraremos con ellos, con Diego Armando Maradona y su toque de 1O, con Dano y su bigote fingido, o la acción ejemplar y posición elegida por la bella Weisz. Por supuesto, también con Jane, Harvey y Michael, en trilogía de la vida y otras estrellas que se entrecruzaron en nuestro camino latino y la Vía Láctea, que acaban contenidas en un pequeño receptáculo de piel y huesos, en aguas termales para apaciguar el alma y calmar dolores reumáticos o artríticos.

Youth, es una exhibición de poder... tiránico, obsesivo, vengativo o sexual, frente a la debilidad, viaje tardío a la conquista de territorios indefensos u olvidadizos, a la experiencia en dicotomía profesional del comediante, o teatralidad mantenida, decadencia sentimental y otros instantes donde dicha memoria transita con añoranza descontrolada por la tristeza interior o desánimo, a la inteligencia altamente cultivada por sus protagonistas. Siempre con batuta llevada por su hábil mano tragicómica dirigida hacia la piel del espectador. A palabras de ánimo, extravagantes, oníricas, contradictorias, reproches y fugas en Sol, cuando Youth se centra en situaciones pretéritas, aparecen las quejas en el presente, la envidia sana o enferma, sugestivas, inalcanzables, demostrativas de virilidad, temores de la infancia o errores que regresan cara a cara. Son diálogos como incisiones en la piel, que sajaron el veneno inoculado con meteduras de pata, históricas, igual que triunfos inexpresivos del presente, esquivo.
El futuro, acabará llegando a los huesos, interpretando a otro o estableciendo desconexiones cerebrales que irán en aumento, un refugio ilocalizable y remoto de conciencias modernas, de jóvenes, mujeres u hombres que experimentarán. Por consiguiente, ambas generaciones deberían estar condenadas a entenderse, porque la separación o la omisión, puede ser más drástica de lo pensado o necesario. Palabra de Paolo, antes dramaturgo que cineasta.

En estas circunstancias, cubiertos de fama y reticencias ante el éxito individual, la orquesta aparece como respuesta a la condena.
Cuya obra significa el sentido de nuestro trabajo futuro, y el logro imaginativo de ajadas neuronas, a veces risibles.
El arte es la expresión más fiel del pensamiento y partitura fundamental del esfuerzo físico y mental.
En ellos, se hallan reflejadas las visiones de directores, tanto de notas como imágenes, hombres sin complejos frente a la juventud arrolladora, la integridad de la individualidad y personalidad... como han sido todos aquellos, actores y músicos, que nos hicieron la vida un poco más amable y grata.
Los escritores que definieron sus desde el comienzo, las pinceladas de su memoria, características o idealizadas, en una carrera concienzuda contra el papel en blanco y el reloj. Youth es un homenaje a todos los que, de una forma u otra, alcanzaron relevancia, posición o nombre, en el mundo artístico y que actualmente, con gloria profesional o sin ella, se ve la introspección de toda un vida llena de decisiones y sensaciones clásicas, de palabras que dejaron huella, en aquella Juventud abandonada por una posición más elevada del saber. Inevitablemente.
El Gran Caine, centrado en el foso o la grada verde, simplemente merece verla por su presencia... ¡música maestro!

OST "Youth - La Giovinezza" Sumi Jo, Viktoria Mullova & BBC Orchestra | The Retrosettes - You Got The Love



Cinemomio: Thank you

Las más alteradas del Cinecomio

Etiquetas

Serie TV-Scifi series - Ciencia Ficción Serie - Crimen Serie Tv - Terror Serie - Biográfica Matthew McConaughey Serie - Humor serie Dramática Clint Eastwood Emma Stone Jake Gyllenhaal Serie Tv - Thriller Humor Series TV - Animación Amy Adams David Fincher Denis Villeneuve Ewan McGregor Mads Mikkelsen Ridley Scott Tom Cruise Tom Hanks Woody Allen Ben Affleck Cine Documental Game of Thrones Joaquin Phoenix Kristen Stewart Leonardo DiCaprio Martin Scorsese Mike Flanagan Oscar Isaac Ryan Gosling Tim Burton Tom Hardy Videojuegos Alex de la Iglesia Animación Japonesa Anya Taylor-Joy Benedict Cumberbatch Brad Pitt Christopher Nolan Christopher Walken David Cronenberg Eddie Redmayne Francis Ford Coppola J.J. Abrams James Gunn Josh Brolin Julianne Moore Kenneth Branagh M. Night Shyamalan Meryl Streep Nicolas Cage Nicolas Widing Refn Paolo Sorrentino Quentin Tarantino Rosamund Pike Scarlett Johansson Scott Derrickson Serie - Bélica Series Tv - Terror Stellan Skarsgard Steve McQueen Tilda Swinton Twin Peaks Wes Anderson Winona Ryder Woody Harrelson Zoe Saldana Alexander Payne Alexandre Aja Alfonso Cuarón Alfred Hitchcock Animación Animación Digital Armie Hammer Bradley Cooper Brie Larson Bryce Dallas Howard Cilliam Murphy Duncan Jones Hnos. Coen James Cameron Joel Edgerton John Ford Jordan Peele Julia Roberts Kevin Costner Lars von Trier Leos Carax LiLy Collins Mahershala Ali Marvel Mel Gibson Michael Haneke Michael Keaton Mindhunter Morgan Freeman Mélanie Laurent Natalie Portman Netflix Orson Welles Park Chan-wook Paul Thomas Anderson Paul Verhoeven Richard Linklater Robert Eggers Robert Redford Roman Polanski Stanley Kubrick Stephen King Steven Spielberg Terry Gilliam Thandie Newton Thomas Winterberg Tom Hiddleston Uma Thurman Vince Vaughn Viola Davis Willem Dafoe Yorgos Lanthimos
Licencia de Creative Commons
Obra está bajo una licencia CC en España.