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martes, 5 de febrero de 2013

Le fabuleux destin d'Amelie Poulain.


El mundo mágico de Jean-Pierre Jeunet.


2001: 2 BAFTA: Mejor guión original y diseño de producción. 9 nominaciones
2001: 4 Cesar: Película, director, música, diseño de producción. 13 nominaciones


Amelie es una sonrisa.

Amelie no es únicamente una película, es una mujer. Una idealización aventurera. Un sueño.

Sus ojos negros profundos podrían ser acechantes como una noche sin luna, pero sin embargo, devienen en cálidos y luminosos. Porque van acompañados a todos los sitios por una boca sonriente. Su espíritu risueño se basa en el buen humor y el compromiso.
En dicho mundo, muy personal y emancipado, la femenina Amelie ha cumplido atemporalmente los 40 años.
Gracias al cine se nos conservará joven y aventurera, toda la vida. De su estreno han pasado 12 y se mantiene en forma, ya que la magia sigue presente en sus escenas oníricas.

Es posible que ya no sea, la misteriosa jovencita que enamoraba con ocurrencias ingeniosas y chistosas, aunque creo, proseguirá con su carácter filantrópico.
Algunas arrugas recorrerán ya su fino y terso rostro, mas los sueños no tiene que ver con la fisicidad natural de un joven parisina.
Quién te ha visto y quién te ve, Amelia, tu cabello negro liso, tus ojos profundos mohínos, tus zapatos-botín vuelan tus ilusiones en tacones de pisada firme, resolutiva. Vestidos uniformados en coloridos tonos salmón.
Creo que seguirás siendo la misma.

De su nacimiento en el barrio mítico, cuasi mitológico completamente bohemio de Montmartre, en un París acompañado por el acordeón, pocos datos se conocieron. Pero, unos años después la bebé, se convertiría en una "polvorilla" inquieta.
Sin embargo, el público sabe que la vida es un tiovivo continuo. Y la felicidad sube y baja (por eso, a lo mejor, la gente cargada de realismo no comulga con el imaginario de la cinta, los menos). En Cinecomio nos gusta, el surrealismo.

Amelie no lo sabe todavía, pero la causalidad le reserva sorpresas alegres y no tan positivas. A partir de ahora, deberá compartir los sueños con su desolado padre.
No te desprenderás de la condición de hija, y comprometida con todos, sobre todo el que te dio la vida, destinas tus esfuerzos para mejorar su autoestima. Una perspectiva que mejorará los rasgos de padre, hacia una persona más sociable y con deseos de seguir adelante. Porque descubrir es vivir. Viajar.

Ya en tu edad más madura, enamoraste a muchos espectadores. Quizás a mi también. Otros te odiaron, quizás por tu forma tan positiva de ver las cosas. Y eso no es aceptable en los tiempos inestables actuales, donde los sueños se han recortado.
Pero, tu dedicación a los demás, no te permite lujos con el coqueteo amoroso. A Amelie le gustan los juegos y acertijos.
Para ella, el amor sin misterio no es lo mismo. El amor es un antifaz, aventurero.
París se convierte en su campo de juegos.
La estación y una máquina de fotografía instantánea, un amor a descubrir. Que se convertirá en un amor para atrapar.

La vida es una telaraña que se entreteje cada día, haciéndose un entramado de personas con sus deseos, sueños y terrores. Se podría decir que Amelie es la araña, que vigila para devorar todas esas pequeñas historias que se cimbrean en su hilvanada seda. Brillante, llamativa y atrayente, esta tela tejida de historias paralelas, tienen su vida propia. Privada, pero descrita a voces por Jean Pierre Jeunet, elaborado a la verde limón con su amigo Guillaume Laurant. En tonos vívidos fotografiados por Bruno Delbonnel y montada con una música inolvidable de Yann Tiersen.


El acordeón. De rancio abolengo austriaco ideado por Marck Muñichz en 1829, parece que el origen europeo de los instrumentos de lengüeta libre está en los órganos soplados orientales, que se habían extendido por Rusia en el siglo XVIII, el invento se atribuye al emperador chino Nyu-Kwa, 3000 años antes de Cristo (el Sheng).
Numerosos inventores acoplaron diferentes características al instrumento. Desde el parisino Pinsonnat, creando el typófono, que daba una sola nota fija, hasta Eschembach, que unió varias. En cambio, sería Cyrill quien se hizo con la patente, aportando a la sonoridad un fuelle y cinco botones, cada uno al ser pulsado, producía dos acordes, uno al abrir y otro diferente al cerrar el fuelle. Estos diez acordes bastaban para acompañar numerosas canciones.
Yann Tiersen - La valse des monstres:


Pues bien, 1973 en París, en una onírica calle del barrio de Motmartre, nace Amélie Poulain. En el seno de una familia pinturera y pintoresca. Genuinamente francesa. Le encantaba hacer muecas, jugar con serpentinas en forma de matasuegras, comer gominolas con formas llamativas en las yemas de los dedos, serpentinas y recortes de papel a discreción e incluso, está en posesión de su flamante máquina de fotografías.

Durante esos primeros años, convive con las manías y fobias de sus progenitores, asimilada por un mundo adulto que no comprende sus ensoñaciones y jugueteos con la magia de vivir. Además, estos mayores no se dejan entender ni quieren.
Además, de su lustrosa y brillante cabellera recortadamente zahína y su apertura de ojos considerablemente bellos, su rasgo más distintivo es su atractiva personalidad y arrebatadora imaginación.

Cuando esa cabecita se pone a pensar, puede detener el tiempo jugando con pequeños recortes de papel, con golosinas en forma de dedal comestible, haciendo muecas sin parar, Una probable vocación cortada de raíz debido a las equivocaciones del mundo de los adultos. Verá postergada su incipiente interés por el devenir futuro, y su relación inequívoca con el retrato. Quizás, el periodismo impreso habrá perdido una surrealista y atrevida fotógrafa. La repostería gana una simpática y servicial camarera en una de las cafeterías más recordadas del cine. Les deux molins.

Es probable que el fallecimiento extrañamente prematuro de su madre, más bien kamikaze, le impulsara a una búsqueda de trabajo sin mayores pretensiones que ganar un poco de dinero. Da igual, el café abre sus puertas diáfanas por sus enormes cristaleras y su luminosa sonrisa esparce sus influencias por la pintoresca sucesión de personajes que por allí van a convivir. Cómplice de sus vidas.
Amélie trabaja como camarera y también como maestra de ceremonias del costumbrismo imaginativo del director galo. Jean-Pierre Jeunet.
Se establece una relación de afecto del público de pantalla grande con el pequeño círculo de todos estos bohemios.

La complicidad de Amélie con ellos, conlleva a una conclusión. A falta de perspectivas individuales, en la búsqueda de aventuras exóticas con héroes y enamorados, su mirada irá a ayudar en el reencuentro de la felicidad de sus amigos. Si lo consigue ella será la mujer más feliz del mundo. ¿O no?.
Desde luego el egocentrismo no entra en los planes de la joven por ahora. Mira, a su padre ya le ocurrió. Y por ahí sigue enloquecido con sus cachivaches y perdido en construcciones metafísicas sobre templos enajenados con el pasado. Un monumento coronado con el enano y posterior compañero de viajes de la "Blancanieves" voladora.
Pues, toda esa propagación del bien en sus congéneres, choca con el recuerdo que le prohibió hacer sus fotos por provocar accidentes. Si los mayores son los que los provocan. Una pesadilla recurrente que desvaría en la obscuridad de la noche, a través de la contemplación de viejas series y películas en glorioso blanco y negro.
No hay justicia en este mundo.

Toda vida rutinaria, tiene sus momentos de fractura con picos de ensueño. Amélie un día conocerá a Nino y el mundo dará un giro como la torre Eiffel de alto. Tan enorme como una estación central. El amor se va a propagar por el barrio.
En cuerpo y alma se entregará a su nueva meta. En carne y mente.
Mediante su poderosa mente imaginativa, Amélie idea un juego surrealista para alcanzar el corazón del joven y posible hombre de sus sueños.
Ella es de las mejores personas de París (esto parece molestar a algunas personas a ambos lados de la pantalla), y sus amigos se lo agradecerán cuando el gran juego termine. Con su colorido vestuario en tonos pastel ribera francesa, impregna el atractivo visual que desea compartir con los demás. Un tono para cada collage de este guión.
Esta chiquilla es capaz de hacer llorar al pintor más enclaustrado y prófugo en creatividad colorista. Al encuentro del surrealismo inalcanzable dará al lienzo los colores de la vida que le faltan. Un niño en edad adulto, en sus ojos renacerá la ternura como consecuencia de su emotiva relación. Las pinceladas se volverán firmes en manos y mirada rejuvenecida.

Amélie se encarama a su disfraz de Zorro, repartiendo la justicia para todos. Sin olvidarse por fortuna del buen humor y la aventura. Se vengará, sin infringir heridas graves, del tontorrón frutero que vilipendia al gentil aprendiz. El ultraje del tirano, es necesario, para cicatrizar el deshonor de lo injusto. Lucien reirá: "Collignon tête à gnon".
Difunde cartas de amor con perfume a coqueteo. Risas de sexo desenfrenado contra la pared. Ruidos jadeantes de cafetera expreso. Golpes y chinchineo de vidrio. Los hombres han vuelto sus miradas al amor y se olvidan los achaques de la edad. Una camarera ha abierto esas puertas herméticas, dejando un resquicio para mirar desde fuera. Dejando hacer y disfrutando. Sonriendo.

Ella tiene a su padre, y a su gato. Pero, va a necesitar algo más. Amélie va a dejar atrás muchas cosas. Ya están entregados a su dueño los objetos encontrados tras la baldosa del olvido. Cambiará el recuerdo de las fotografías de antaño por otras más actuales que le llevarán a volar en estaciones de metro. En cabinas de la suerte.
Todos contentos. ¿Esto es malo?. No.
El aprendiz se revela como maestro. El tirano arrepentido se convierte en asustadizo. El público feliz.
El escritor sin éxito encontraría una buena historia en todo este maremágnum emotivo. El gnomo viajero su destino. Los sueños se enfrentan al realismo de lo cotidiano, porque los objetos cobran vida. La música envuelve lo visual.
Dulces sueños, Amélie.
Buenas noches.

**** Excelente *****

La Valse D'Amelie (Piano):



Yann Tiersen with Orchestra in New York:



Los Personajes Principales:
Audrey Tautou ... Amélie Poulain
Mathieu Kassovitz ... Nino Quincampoix
Rufus ... Raphaël Poulain
Lorella Cravotta ... Amandine Poulain
Serge Merlin ... Raymond Dufayel
Jamel Debbouze ... Lucien
Clotilde Mollet ... Gina
Claire Maurier ... Madame Suzanne - la patronne du café
Isabelle Nanty ... Georgette
Dominique Pinon ... Joseph
Artus de Penguern ... Hipolito
Yolande Moreau ... Madeleine Wallace
Urbain Cancelier ... Collignon

Cinemomio: Thank you

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