¿Qué es la conciencia…?
Se suele desarrollar en mente de seres
humanos, como una cualidad intrínseca que permite al individuo tener noción de
sí mismo y del entorno que le rodea… O sentir algo, si la prevalencia es
emocional. ¿Pero… qué significa, ser consciente…? Invariablemente, la
consciencia pertenece a la moralidad o la ética. Nuestra capacidad intelectual,
suma valores, creencias o necesidades, mirando al futuro. Y su desarrollo,
ayudaría a crear conciencia, gracias a la famosa pirámide de Maslow.
Hacia dónde nos dirigimos… El sueño.
En un chasquear de dedos, o tacones con zapatos de rubí, como la Lula de Lynch o la Dorothy del escritor L. Frank Baum, flotamos en la película del 39 dirigida por Victor Fleming. Y allí nos vemos imbuidos por ese mundo sensorial y emocional… que se dividía en dos concepciones, con un mismo fin. Tal que delirio de la propia existencia junto a unos seres que transitarán, otras perspectivas futuras alrededor del camino de baldosas amarillas. Pudiera ser cualquiera, en realidad, o no...
Junto a la protagonista, forman un cuarteto de una manera idealizada, que baila y entona sus miserias, y precipita sus aciertos que se irán desentramando de
lo desgraciado a lo salvaje, en un viaje… Cómo si nada, mientras Mr. Cage te canta una canción de Elvis, y Laura salta sobre el colchón de otro motel de carretera de Lynch… Aventura que viaja sexualmente de mano de Lula y su ente materno, bruja de carreteras perdidas de la mente. Acosada
por otro palo de escoba, Mr. Dafoe.
Sin embargo, la mayoría no sabe, o no
ve, que es otro tipo de Dorothy más actual, teatral y sexual, disociada. Pues un espectador
vive el presente habitualmente… o el elegido reflexiona con imágenes y compara la
narrativa. Aprende, o sueña, sobre lo que aconteció en una síntesis diversificada
del pasado. Y casi siempre, siente un futuro incierto… Que, para Dorothy es la
familia, la vuelta al origen, al calor amoroso de su casa en aquella Kansas en sepia. Y para Laura Dern,
vaya Laura obtusamente en plexiglas, es el reencuentro familiar definitivo.
Por métodos naturales, o no – ya que existen seres volátiles y ultrapoderosos que nos arrastran-, se establece la pura supervivencia y la búsqueda del todo. Con pensamiento crítico que transita sobre pasillos extraños… mágicos, casi lisérgicos, binarios o surrealistas, en una Separación de personalidades.
Y así comienza, o prosigue la disgregación al encuentro de la verdad, el amor verdadero, durante la segunda
temporada en Apple TV de Severance, y corremos al encuentro de su protagonista
desmemoriado, guiado por sensaciones primitivas, deseos sobre cámaras en tiros imposibles, globos
azules y profusión de sonidos.
Muchos artistas, y algún trabajador
casual, lo consiguieron a través de su, más o menos, prolífica obra. Alcanzar
el objetivo vital, ¡el Camino! Con ello tratamos, ¿verdad, Mr. Werner Herzog? Mr. Lynch, q.e.d., genio y figura hasta en la sepultura, Night perfum Jasmine.
Los Docus del Destino...
No, no me canso de verlos... porque forma parte de la infancia o la juventud de muchos aficionados, porque son nuestros héroes, porque seguimos sus pasos - aun fuera en suños...-, fuente de inspiración, de placer, infinito, de excitación o de paz, como aquella Judy Garland de extremos. Del éxito a... un camino.
De la fuente incógnita del regreso, de la monumental fuerza de nuestra naturaleza, que describe en el documental sobre su personal Radical Dreamer… Entre acuíferos, osos grizzlis y extrañas personalidades… como el Klaus Kinski. En su tranquilidad frente a esa cólera de Dios, o no sé qué bicho, le ha picado… pero era el suyo. y la inconsciencia eres tú. Como lo fue para Delibes, y muchos jóvenes.
Al otro lado, seccionado de la realidad que aconteció en sus rodajes… como en la perspectiva de Otro documental muy recomendable sobre el cine, de Francis Ford Coppola y esa novela que originó un mundo separado como Apocalipsis Now, y el mismo Kurt en el Corazón de las Tinieblas. Igualmente existe por ahí, otro sugerente sobre la vida increíble de… hablando entre monstruos y nosferatus europeos, claro… en Muertes y Vida de Christopher Lee.
Que, en misma ruta oblonga del contraste sepia de una marioneta, y los colores del irreal Oz que sería La Hammer, podríamos visualizar los mundos cambiantes de Alfred Hitchcock, Frank Capra, Walt Disney, Kubrick, Malick… o Dalí… o Don Luis Buñuel. Sólo que en forma de espía británico, familia de Fleming, Ian, y monstruo de la aciación y algo más... cálido como la sangre flemática.
O la que surgió para toda una vida,
desde aquella visión del Sr. Fleming, en la transición no menos genial de Oz a
Mr. David Lynch, y sus episodios psicodélicos, en transiciones poderosas. Y aquí, abro una juiciosa… cortinilla. Que es división de las
infinitas conexiones, con el cine y la vida, con la música, y las estrellas, a través de la mirada de Judy
Garland.
Encantamiento… surrealista.
El Mago de Lynch/Oz, no se
circunscribe a su sola personalidad y obra, sino que abarca el más allá, del arco iris. A
muchos aspectos que forjaron el arte visual actual, como paralelamente
desarrollaría John Waters en verbo y gracia… gracias, a una cámara regalada por su abuela. Qué alejóle de otros asuntos conflictivos en las calles… Cuando a otros, llevó con zapatos
de tacón, directamente al agujero, la madriguera de Alicia, o el huracán
reiterativo, de Mr. Lynch a los intis/outis en la distopía de Severance, una consecuencia de identidades dobladas.
Pues, evidentemente, algunos vemos una… ¡Gran Conexión!
Llegando a profundizar, gracias a este increíble documental que me abrió las carnes, a los ojos del cineasta, socavando los nuestros en canal, como si de Naranja Mecánica se tratara… Veo lo que nos quiere decir, lo que reinterpretamos en nuestra consciencia, mientras añoramos al artista recientemente fallecido, enseñando – o palpitando como corazón salvaje -, sobre aquellos pasos en blanco y negro, iniciáticos de la Cabeza Borradora. A esos ramales pesadillescos de la vida, en paralelo, que significaría la decadencia de Judy, y los prejuicios de Hollywood, lleno de monstruos y entidades fantasmales.
Emprendemos el camino de sus pensamientos, de la familia de Terciopelo Azul en reflejos, al ojo de un niño que se convirtió en Hombre Elefante, que ya no quiso ser el monstruo… por la fuerza. Sino viajar… como cualquier otro, normal... y guiados por la Carretera Perdida, redescubrimos senderos minimalistas como pasillos, no tan limpios o claros, hasta experimentar la redención vital. La del hallazgo dde la familia, sobre un tractor renqueante al final del viaje… Y el final de su Inland Empire… que es Judy tirada entre recuerdos, cuando se fue esa magia. Que, en cambio el cine convierte en inmortalidad. Y Lynch lo es, a su manera...
Mirando siempre hacia atrás, nos situamos como espectadores mimados, como como la pequeña Garland, forzada a travestirse de joven, sino transportados a aquel primer existencialismo mortuorio, del primer capítulo de Twin Peaks, y más allá… al destino mismo, con los ojos cristalinos de Dorothy en el Mago de Oz. Eso sí, luchando siempre, Lynch… con brujerías inhumanas y palpitaciones de terror.Todo comienza con un telón, que sube, sube… hasta abarcar el sentido crítico de la existencia misma, de cada quién, pues debe de caer... y podría ser hasta los infiernos, personales o surreales.
Buscando el camino, de pertenencia a un lugar, qué siempre estuvo ahí, a tus pies… en cambio, muchos se pierden, los hacen perderse... Y que según explica Mr. Herzog, después de pasar por mil y una experiencias, y lugares y personas, estaba siempre en la memoria indescifrable. Ahí mismo. Pues de otra forma perdería, ese sentido, nacimiento y Ser, cuasi mágicos. Recorriendo madrigueras como conejos, en el otro extremo de lo sensorial, estaría el químico devaneo de Alicia en el País de las Maravillas en Severance, o intrusión metafísica en cabeza de trabajador, binario, enamorado.
Y con ayuda, no de la mente, sino de
las sustancias que excitarían la de Mr. Waters… y las voces que dirigen
nuestros próximos pasos, nos hallamos en una encrucijada. Sí o no, odiar o
amar, ésta o aquella… algo parecido a las pastillas que Neo, con figura femenina, que decide ingerir
para endiosarse. Convertirse en un Ser Superior, o siemple mortal, uno o lo otro... Para Lychn el fin, que todos vuelvan
a casa, y acabar con todos los monstruos, brujos, mentes artificiosas… mentiras. Quizás, por ello, crea sus propios mundos, como lo hace ahora Mr. Stiller.
También lo hace el Agente Cooper, con
esa voz en off/deOz, del videocasete… pronunciando la importancia de un café y el hogar. Contra risas oscuras en el espejo, los
cigarrillos del padre, y de los posos más negros aún, que un grito o reflejo del otro lado. ¿Quién es ese..? Es el mismo que se pasea, ante la pantalla y te liquida… de sopetón. Pasado de adicciones, de confusión mental... de ostracismo social. Los personajes lynchianos se coronan en sus reinos inventados con el
surrealismo, luchan entre ellos, o se vuelven violentos, sádicos reales, demoniacos.
E imaginan, nosotros... como sería su futuro, con sus derivaciones cerebrales, divergentes,
transitando a nuestras cabezas, experiencias, sonidos..., que tuvieran la capacidad
de discernir entre aquel mal, y el bien, la chica inocente. Y Lynch, vio esa realidad y sacó la varita… rió en pos de la felicidad y al final del cuento, que es historia del cine y Norteamérica, se forjó como un
artista irrepetible.
Y nosotros – yo -, lo disfrutamos
como munchkin… en aquel sofá del Hotel. Sentido como acobardado rey león, la mayoría, errado como espantapájaros,
y vivido, si te dejan, como un completado, hombre de hojalata. Somos metálicos, en las
oficinas, y humanos en los jardines botánicos, con mundo al exterior… Eh, nice!
Viajar entre Mundos…
Es la Separación, convive la gran Ruptura
de esa realidad… con la obsesión de lo controlable, la transmutación, de lo
inimaginable… en dos personalidades, que se saben… pero se desconocen… Salvo
por algunos, que poseen ese don de viajar al otro lado, y observar la diferencia. O
lo buscan, incluso en los tópicos sueños… privados del dolor, como una meta.
Pues en ellos, no lo sientes, somos otros… sudas sí, pero no lo notas. Tras día de calma aparente, como cualquier otro que empezara con música, banda sonora de nuestra vida… Ay, Judy, Ay mi querido Gene Wilder, nos vemos al otro lado del arco de colores, de risas y canciones, de bailes monstruosos... que ahora estarás carcajeándote junto a Mr. Hackman, xDio… si Dio también estará riendo, con los cuernos al cielo… Pues bien, si hubiera concebido en mis sueños que Mr. Wilder se fue escuchando una canción… Sí, el documental Remembering Gene Wilder, lo cuenta, cita al Somewhere Over the Rainbowww… Ok, otra Dio Connection, que nos dirige al otro Gene. Así son estas cosas, de consecuencias inexplicables, apagadas en la memoria, hasta los más preyslerianos, ay Val Kilmer, que dejaron su voz y del que recordaremos despidiéndose con esas risas… en top secret.
Es, en esos momentos de choques
cotidianos y correlaciones , cuando vemos la cara del mal común, el destino que llega... De pronto, nos
vemos arrastrados por una fuerza poderosa, casi sobrenatural, sin serlo… ¡o sí!
Donde un enorme tornado es capaz de tragarse todo, lo que fuimos y seremos,
mientras las mentes recordarán, al protagonista, a Judy como Mr. Lynch de
manera reiterada. Y los tiemos de USA, que forjaron el espíritu de una nación, a base de fantasmas. como todas, por otra parte, pero ellos con hollywoodienses, que son otro círculo...
Es curioso como recuerdos se
mantienen aún en nuestra mente… mientras vemos vacas volar, mundos desdoblars y nos acribillan, todo tipos de elementos punzantes, cortantes, contagiosos, electrizantes… Y mientras
nuestros amigos o familiares, nos lloran en otro mundo… extrañamente, cuando observan
ese tubo de luz y tranquilidad, en paz que nos transporta a mundos paralelos, y
en su vorágine, la espiral vuelve en segunda mitad… Para decirnos que, en el
documental The Twister, alguno seguimos vivos, pese a quién le pese… a ese puto
virus que le parió, qué a gusto no se quedó… o la pura casualidad.
Esa mirada inocente, algo
hitchcockniana, nos recuerda que los vaivenes emocionales que nos dibuja, es
transición de imágenes en sepia a coloreadas,
como alternativa a la realidad gris, o el cine de épocas dorada, donde El Mago de Oz, se hizo fantasía, según palabra del genio Lynch. Y trató con sus silencios extracorporales, sus
percepciones, sus personajes sádico-sociopáticos, los dobles de sí mismo,
quizás, aquella aventura. Y como magos hitchcocknianos pasearan por unos segundos en su filme, en presencias espectrales en reparación, de heridas, que perdurarán para la eternidad. Como amistades... ¿es cierto?
Así los artistas, con vidas
mortales, al fin y cabo, de lo real, se volverán omnipresentes, como Elvis recordando los 60 en pasos de
baile y voces digitalizadas, como archiconocidos Doppelgangers en nuevas eras… y los fantamas que
persiguen a agentes de Vértigo, y los magos que atisban o no, la muerte en
directo, sueñan que colgó en el fondo de un fotograma…
Sabes, se transportan a tu recuerdo magnético.
Y por supuesto, de esos polvos en el
camino vacuo, emerge de Severance, tras telares rojizos, las abstracciones infectas, las negaciones y todas
esas referencias, con que se confecciona la cultura americana, y la gran empresa. Es la nuestra porque
estamos influidos por ese chip incrustado en el ser, of course, como Dorothy en píldoras. Mas, alguna
obsesión que otra que tiene que ver con violencia, que haberlas haylas, desde el oeste, y
muchas más en la historia… Sólo observar el grito, de dolor rasgado… como cortina.
Y entonces, en un instante de íntima
consciencia de mi existencia, como si una mosca centrara nuestra atención, o dentro
del ojo mortecino, que es un resplandor, con segunda parte de oscuros,
Lynch se dirige a buscar la felicidad al final… experimenta, quieras o no, el viaje a Oz en tus carnes… y en todas las películas que viste. La ves a lo
lejos, es ella, Judy… El Amor. Partido por dos… cercenados.
Amor a Lynch… ¿sano?
El director homenajeado, David Lynch,
lo atravesó durante muchas reinterpretaciones de aquel viaje que viera de
joven, Someday over the Rainbooow… y a través de la figura teletransportada de
la real, la actriz Judy Garland, con sus facetas artísticas por etapas, se desmoroón. En
cambio, el enamorado de Lynch, para vivirlo, no necesita sobrevivir a The
Twister, ni acabar con sus temibles brujas que te atraviesan vivo… solo necesitaremos
visitar a un mago protector, o redentor, en uno de sus filmes revolucionarios… Fantásticos
como la vida misma, y sus pesadillas de doble cara. Dicen que amor, es eso,
como una margarita deshojada.
Y el Ser todopoderoso del cinematógrafo, como domador de osos o volcanes, en un documental natural de Herzog, o la selva de Kinski, se transforma en el jovencito Frankenstein de Mr. Wilder, y se saca un humor muy particular de un dedo quemado, mientras te muestra los colmillos de Lee, o el monstruo de otra vida.
Y esto creo… que le pasa un poco a Ben Stiller - o los encuentros monstuosos-amorosos del guionista Dan Erickson en un trabajo
que desprograma…-, transformando a Mark, en segunda piel del insondable actor
Adam Scott, que pudiera ser ud. Por no hablar de sus tres compañeros… de viaje divididamente
existencialista, de singularidad laboral, corazón, mente y espíritu.
Ya que por Severance, acontece todo el
tránsito de un personaje a otro del arco, se siente lynchiano, en caídas a agujeros negros, pero, de verdad eh… como Poterville, sabes... Y – algunos -, que amamos esa forma de contar,
de buscar recovecos imposibles con cuentos, de analizar la naturaleza, en la corteza de un árbo, en pétalos... también alabamos las visiones minimalistas,
como haría el mismo David… Recorriendo la ciudad mutada en dos, mientras el protagonista redobla sus fuerzos, visitando el exterior. Comienzo de juegos, gloriosos escenarios vírgenes, antinaturales presencias… infantiles, angelicales o románticas. Y lo ves, un poco del Mago vuelve a estar ahí… atravesando todos
los muros, armarios como ascensores, festivales musicales, y mentes.
Tal que agujero sin fondo… el amor, desconectado, vuelto a conectar, desubicado, cercano, hallado, regurgitado, odioso, animalesco, húmedeo, soñado… Todos. De momento. Excepto el decididamente turbio y pervertido, que es cosa muy de David -, a salvo en la diferencia emotiva de las otras parejas, como la del actor Zach Cherry y su esposa, selectora… o el espiritual de John Turturro con Christopher Walken, que pudieran ser alter egos de los personajes lynchianos. Aquí los ganadores, no existen, de momento…
Son percepciones, estereotipadas, que cuando retornan a casa, perdidos, se hallan… o no. Estas consideraciones, extrapolaciones del pensamiento lynchiano, anilizando a Oz desde voces externas, también, son como líneas desconectadas, paralela en tiempo y lugar, que no se deben encontrar. Del fuerus emotivo, familiar o social, y el interior desconectado del trabajo, que sueña... con la existencia de unos seres libres, tal vez. Atrapados, sin preconsciencia, oficinistas de Lumon, vehículos que buscan su lugar en el mundo. Si es que existe, veremos... por Jimmy, no Stewart hoy, sino Page.
Luego, seleccionado tras la puerta en
último término, dependiendo del lado en que estés… De la persona que seas, o
quieras… podrás realizarte, en la búsqueda de Judy… O simplemente, si al
anochecer, te levantarás como monstruo, lo sentirás… serás cercenado, con la
mente amoral del Young Frankenstein… y tantos guiones que sorprenderían… a un amante. Rock and Roll, baby...
Ejemplos de… Judy.
Serás… ese mago que secciona a la
dama, en dos, como en un truco de magia. Y confundirás sus partes, como la Emma
Stone de Pobres Criaturas. Por no mentar las historias superpuestas y dirigidas
por Yorgos Lanthimos – otro de los suyos -, que se distorsionas y multiplican
en Kinds of Kindness, para cercenar el amor… con forma de higadillos. Y como
las versiones de sí mismos, Jesse Plemons, Margaret Qualley (La Sustancia),
Hong Chau (La Ballena) y Willem Dafoe, provocan miedo, hilaridad, irrealismo,
duplicidad corporal… entre sueño y dolor.
Mientras que, para otros/as, todo se
trata de sugestión. Judy a través de una canción, una maldición, puerta
dimensional, encuentro de necesidad, o de aceptación, verso… En definitiva, una
herida que no se cierra. Un cuerpo tirado sobre cartones, lejos de su familia y
amigos. Una etapa confusa de la vida, carretera recta, plagada de curvas,
espirituales, de humos, un accidente o acto sangriento, un ser maligno, y
teatral… o un telón rojo. O simple café… polvo tras un último cigarrillo.
Y a otra cosa… materia, idea…
pensando en Judy. Qué desapareció sin más, por culpa de todos, los tús y yos…
se convirtió en cientos de historias en la pantalla, como rosas con espinas,
como nacimientos de estrellas, en aquel Hollywood depredador, a veces.
Así, a lo mejor, intercambios de
fluidos que experimentan los amantes de Severance, Mark. S y Helly R., con una
magnética Britt Lover, les pueden hacer recapacitar, soñar, o convertirse en
otro ser dual… un doppelgan… de esos de los coj… que sientan, por sí mismos. Diseccionados de
los reales, pero cuestionados por el jefe, El Gran Padre. Y Lynch que lo está
viendo… se ríe, y dice… Ves, te lo dije, el amor es así.
Por ende, premio, para escritores de
antaño y de hoy, que elaborarían todos estos tabiques blanquecinos, mural o
nasal, títeres sin cabeza, cercenaduras en cuadros, ventanas con vistas a un
huracán… o a las dislocaciones físicas, mentales, que salen de detrás de tu córtex.
Como fantasmas, o misterios, en forma de brujas, gigantes, hadas, enanos
danzantes, Elvis igual, que vomitan, o cantan según los propios biorritmos… Del
espectador, del rock clásico a duro. Recordándola… en dos realidades, la que
ríe y dirige su mundo, y la que sufre y llora, sin hallar el destino. Así, en
memoria, sólo sobreviva una, siempre.
Dejando la estupidez social, de redes
digitales, o el Dear David que es otro filme woke de las narices – olvidado ya
por obra y gracia del gran Mago -, sumergido en espiral de números de la que no
se puede escapar… hacemos registro del surrealismo del verdadero Lynch, con esos
parámetros del viaje, vuelta a casa, al amor de Severance. Y no Judy rota en 2,
perdida por la química en su mente. Tal Marylin. Fin.
La Vida Sin Cabeza...
Pensé que era más cosa de hippies,
que de consumidores de caldos a 5000 dólares la botella, como antiguos héroes
del dorado Hollywood y calentados en brasas, inabarcables, devastados por el
azar. Pese al dinero, las plataformas de pago y los aranceles…
Mientras de regreso al documental
iniciático Lynch/Oz, expansivo como su pensamiento, me hallo en una frontera
entre lo adictivo visualmente, y lo práctico de la enseñanza. Eclecticismo en
su desarrollo aprehendido en años, percibido experimentalmente como en un juego
de niños… y magnético, por supuesto.
Sus personajes, a veces descerebrados,
son presencias arrolladoras, desprendidos de la cabeza privilegiada de David
Lynch, hacia la locura irracional y el odio. Así influenciados, de la presencia
brujeril en cuento imaginario, nos posiciona intencionadamente sobre la obra El
Mago de Oz. E incrédulo a priori, destripas todas las interferencias
cinematográficas por donde se ha bidimensionado, hasta servir de perspectiva
narrativa para muchos creadores, guionistas y directores. Desde la misma
Matrix, hasta este Severance, siempre diseccionados entre cuerpo y cabezas, en
el transvase de almas, con salto al pasillo.
Lo he podido observar, en el
discurrir temporal de los documentales, desde El Soñador Radical, a la Vida y las
Muertes de Christopher Lee, - muppet fantástico o marioneta ganger,
ingobernable...-, o en el Remembering de Gene Wilder… que siguieron sus
caminos. Guiados o no, donde los golpes de la fortuna, existen en carreras. A
pesar, de su indudable sentido artístico y su excelencia.
Más anónimos, dentro de Lumon Industries,
y mucho más supervisados, que niña con zapatos brillantes, van buscando el objetivo…
que parecía indefinido… y ya no lo es. El enfrentar la realidad del trabajo, como
león frente a los inocentes corderos, parece no ser lo necesario... Notando que
el corazón palpita a nuestro lado, en la frialdad aparente… y entonces, ese
cerebro que fuera penetrado por un jeringa, encuentra un significado… Seremos,
dos.
Vivo para… ser, buscar la felicidad,
el amor. Lo dicta una voz, del propio Ben Stiller, como como jefe responsable
del huracán, al otro lado de la razón y la pantalla del ordenador. Gélido de
emociones… Es el mismo amor salvaje, de aquel de Lula y Sailor, el mismo abismo
en el camino del Miles Teller y Anya Taylor-Joy, en la película The Gorge, el
calco de aquel George Bailey reencontrado, a su mujer e hijos.
Por cierto, el Abismo Secreto, entre
tiradores de élite, sería como una distopía, algo más valorada y de mayor
altura conceptual que Elevation. Y que, a su vez, tendrían correlación con
otras historias, de disociaciones mentales o metafísicas, que se propagaran
desde las invasiones de los Ultracuerpos, La Cosa o aquella diversión con Kyle
MacLachlan en Hidden. Hasta recordar la trastienda espacial del Stanislav Lem
de Solaris con la metafísica perfectamente retratada por Andréi Tarkovski, o la
diabólica Event Horizon. Pasando por el reto final de Replicantes acudiendo a
ese planeta de Lobos de Ridley, el salto de la guerrera Ripley hasta los
xenomorfos terrestres – que llegan y se oyen…-, y luego, observaremos lo que es
capaz de difundir el Tron Ares, colisionando universos reales y digitales.
Una dispersión de dos culturas y
estados de ánimo, sin la sonrisa de Jimmy Stewart en It´s a Wondeful Life. Si
bien, entre los estragos actuales, la mejor sería la dirigida por otro divisor
de humanidades – y espacios esotéricos o espectrales -, pues el Scott
Derrickson de Doctor Strange, The Black Phone I, llega próximamente con la II, donde volveremos a ´disfrutar` de
ese Ethan Hawke… que suena indestructible como brujo, muy pirujo. Sin
campanillas, himnos navideños, ni pétalos.
Lo común, es que en todas estas
odiseas fantásticas, existan seres que han perdido, pierden o perderán, la
cabeza. Semejante a algunos cómicos que parecen reencontrarla, como el actor
discutido en mil ocurrencias bobas, Adam Sandler, que en el filme El
Astronauta, encuentra ese abrazo terminal con el ente… Marca una vuelta amorosa
a aquella primera pasión de Emilly Watson (Dune The Prophecy) en Punch-Drunk
Love… a manos del jefe Paul Thomas Anderson, del cual esperamos One Battle
after Another, junto a Sean Penn y Leo DiCaprio.
No sabemos si perderán la cabeza,
como Nicolas Cage – antes de ser golpeado en pleno rostro de Wild at Heart y
ver al Hada… madrina-, por no hablar el descenso en Living las Vegas, dispersión
en la que profundiza, hasta el sueño salvaje más profundo, dentro de la pesadilla
existencialista de Dream Scenario… ¡Qué locura educativa, ya sin la chupa de
cuero sesentera! Dejando realidad familiar aparte, pero no fantasmas o seres monstruosos… aunque sea en
sueños, en fin.
Hilos desmemoriados… Hijos/as.
Algunos piensan que los personajes de novelas y películas, son una especie de herencia de los directores, y que se desprenden de ellos cuando acaba el ciclón del rodaje. Pero, para David Lynch y Werner Herzog – o su venerado Ingmar Bergman -, pudieran llegar a ser algo más. Esto es, una parte subconsciente de la sociedad, a través de su mirada,una duplicidad del yo en la expresión artística de los que fueron niños.
Ya que esos caracteres lynchianos,
normalmente, oscilan entre la bondad de la inocencia intrínseca perteneciente a
los infantes, como los tres compañeros de viaje en Oz de Dorothy; más otra forma
maliciosa que transita por la mente infantil, con un hilo de crueldad infinita.
A veces, lo vemos en pantalla con un estallido de violencia desatada, pasando de una escena casi divertida, a un encierro de densidad oscura que asusta al personal. Sin embargo,en la sexualidad, en muchas de las historias de horror, éste se condensa hacia las mujeres, en que la Judy real sería referencia básica con sus relaciones obtusas o fracasadas. Que solamente escaparía a su destino infausto, entrechocando sus zapatos de charol rojos, y escapando. Con unos pasos de baile a 4 bandas,que luego, instaría su pequeña Lizza al retomar ese interés por la actuación, el cante y el baile. Y cierta apariencia inocente...
En las series como Twin Peaks y la
derivada física de los trabajadores de Severance, la ruta es mucho más extenuante por recorrer. Ya que existen determinados factores que provienen del
surrealismo visual y el córtex, que indagan en cada espectador. Por lo que se
entabla una batalla familiar, que se expande entre los mundos, interno y externo de los personajes. Y nosotros, como derivada... Criminal y laboral, sexual o fetichista, natural o asépticamente artificial… Donde
las percepciones juegan un papel fundamental en la propia existencia y la narracion. Al igual que
ocurre en el scifi titulado Memoria, todo consiste en percepción. Las imágenes se invaden de los
sonidos, en una especie de catarsis, con una investigación a lo Cooper, femenina, muy particular. Y sin que
el espectador sepa a priori, en ningun momento -salvo en sueños -, hacia donde nos dirigimos de la mano de esa
botánica interpretada por Tilda Swinton.
Por lo tanto existe una relación entre reflexiones del pasado y presente, conduciendo a futuros inciertos por medio del recuerdo… Hasta que se halla la redención, el raciocinio, el valor o el amor, pero sin sentido aparente, un giro a lo inexplicable… con el corazón salvaje en el panorama irreal. De la misma manera que en la íntima relación exitosa de Mandalorian y Grogu, invierten en la fuerza descomunal de conquistar el nuestro, que ahora igualmente se presentará en pantalla grande.
En el otro lado, la perspectiva colectiva que significaría la globalización, plagada de gente alienada en la que flotan nuestras expectativas como individuo, dentro del sistema, o no. Aunque para ello, tengamos que separarnos en dos, lo terrenal y la nube digital, como forma de deconstruir la realidad. Así Severance, abraza la ciencia como explicación al vaciado de emociones, salvo algún hecho o designio de carácter ritual o mágico, que acerca al sentimiento. Como una presencia de otro mundo, que inspirara contra la inercia de la AI, y sentenciada por el inexplicable sacrificio de un cabrito… La inocencia.
La madre arácnida, es Dorothy con
esos tres desconocidos que debe educar, o Pascal en un sentido inverso de protección materna co el pequeñín verdoso. Ripley
se sintió madre a pesar de lo que cuenta su largo documental de Aliens, con esa foto vaciada... Severance al
atravesar la puerta del amor, que es un regreso al hogar, sin vástagos… Pero será, ¿dulce
hogar? Para retorno de hijos perdidos, los jóvenes piratas de Skeleton Crew. Ay mamá…
Lo diabólico…
Y el mundo se conforma con aspectos sensoriales como desarrollo de la esencia misma del Ser… o no ser, como expresarían los protagonistas por la boca del mismo David. Así, La Bruja del Este, con sus máscaras y canciones inspiradas, atraviesa con la mirada, dirigida al espectador, semejante a ese Ser maquillado que cruza la cuarta pared de nuestros muros intrínsecos, y te incita con la mirada…
Ambos personajes nos retan en directo, nos hacen partícipes del sentido, del mal y el bien… Esta disfunción, le ocurre a Daredevil y su sacrificio frente a Kinping – por no
hablar de la lacerante personalidad de The Punisher- , que alimenta la alienación de los héroes. Y que
renacerá por fin, en próximos mundos divididos en la tele por temporadas. Extremadamente duros
y sensoriales, cercanos, excitados, diabólicos... ante tanta variedad de coincidencias con el mundo de
Oz.
Todos se transportan a bordo de visiones convexas, o reflexiones de lo que significa el ser, en modo moralizante, sin concesiones... Nosotros en cambio, sentimos la alienación colectiva de una globalización, desdoblados, sintiendonos controlados o vigilados, sin creencias, respecto a esa misma esencia misma del ser.
Ser o no ser, como dirían los personajes a través de la boca, del mismo David o el protagonista de Severance… tranformados en aquella Miss Judy, persona y la actriz, con sus dudas y canciones de esperanza. Son el vagabundo maquillado, sucio, que sale por un lado de la pantalla y del muro, atraviesa la cuarta pared del cine y, te mata con esa mirada retadora. Es un ataque al corazón, que pone a prueba la valentia y exprime tu cerebro... Ya sabes cuál… o no, ¿Y tú, lo recuerdas con Mr. Perkins en Psicosis? Pues sí, fue... otro.
Si hablaramos del Hulk Rojo de Marvel-Disney y Harrison Ford, sería otra historia… Una, en que los cabecillas que manejan a sus hijos, votantes por unos cuatro años, medran en la obscuridad de negocios negros, armamentísticos, clandestina o globalizadamente, para llevarnos a un camino sin final… Una y otra vez, como soluciones encriptadas en nuestra pantalla, resortes o palancas sin amortizar, débitos insondables, camuflados u ocultos, familiarmente guiados… o diluidos en un cóctel vitaminizado de poder absolutista. Prostituidos...
Esa familia es la que dirigió Brian Cox, en separación del patriarcaso exigente, renacido tras el éxtasis del poder, - no confundir con Charlie Cox... -, en aquella maravilla de Sucession, con algunas relaciones extrapolables del capitalismo y, las poco deportivas, cuestiones empresariales… Fuck Off!
Recuerda… todo empieza con melodía… y acaba en vorágine filosófica, que te recuerda algo a Dorothy/Judy... Una luchadora, es busca de lo trascendente... hallarse a uno mismo... Es lo que ha hecho Severance, para nosotros, y Ben Stiller.
Pensabas que todo estaba acabado... ¿no? Pues, va a ser qué no... Falta el camino del Rock, que es mi camino, o uno de mis preferidos.
Tres palabras, muy sonoras y mágicas... Becomig Led Zeppelin. Es el santo grial del roquero, los comienzos de un camino, a trave´s de la voluntad. De los propósitos individuales y personales, a la creación de la unión, a pesar de diferencias y personalidades. Este documental sobre una de las mayores bandas de la historia, es todo lo que queríamos... aunque un poco más de carne en el asador, o surrealismo, hubiera estado bien... No me quejo.
Una vez se abre una puerta, aunque sea de ascensor, tiene que estar preparado para atravesarla... o al menos, atisbar el otro lado... salvaje, o no. El tránsito suele ser largo y tortuoso, excepto para estos cuatro que se ofreció vertiginoso, con algunas pruebas que sobrellevar, de superación, aguante, valor, cabeza y corazón.
Hasta llegar a realizarse, realizarte, tú. Estar a gusto contigo mismo, setarte frente a los altavoces y subir el volumnen a tope... viajar a Esmerald sobre el arcoiris. Estar en familia, defender a los tuyos, soportar a los otros, ganar tiempo, crear y creer, en lo que haces, lo que te gusta... Tras ese despegue fulgurante de Led Zeppelin, a mediados de los 60 comenzaron a volar, imparable es el panorama que se abrió y palabras sordas como críticas. Psicodelia, fuente natural de Herzog, banda sonora de Lynch - ya hablaríamos...-, el final de la cuenta atrá que cambió el rock&roll, para siempre, Junto a los Rolling, Sabbath y Dio, xDio.
El camino al éxito, es también la completación, en diversos ejes que giran en un mismo vórtice, y la complementación, por tanto. ¡Lo ves, de eso se trata...! Los 4 caminantes, a diferentes velocidades, mentales, emotivas, y tratos de trastes y sonidos; dependen de sus familias, de la inteligencia, el coraje... y el corazón. Y todo se eleva a vista de Yardbirds, cuando se vuelve a casa y reposa el guerrero, que era imparable. Son ya, la compañía del Anillo de Tolkien, los dioses de un Juego... Un juego que te propongo...
Atendiendo a la voces y la fuerza, que se dejo un poco en la percusión el inimitable John Bonham, hurácán inimitable, con frecuencias de nuevos ritmos y sintetizados, al cuarteto histórico... Lo emparento con los cuatro de Oz... Para vos, ¿cuál sería?
Veo al gran Bonham, como buenazo de hojalata, golpeando en remolinos, esculpiendo sus ideas musicales como huracán, siempre movido por la pasión y el corazón crítico, poseido por el poder de sus baquetas y el pie derecho del sustento... John Paul Jones, sería el espantapájaros, que se siente desvalido frente a toda la inercia arremolinada, pero que es un fenómeno en sí, ocultando su mente, observando desde su atalaya intelectual, el horizonte y panorama que le rodea, aceptándolo como defensor de su parcela... Jimmy Page el genio de Oz, es el recatado del grupo, que pensarías que te está engañando con artimañas, porque con sus prodigiosas manos, te arrebata, capacidad de dedos virtuosos y su cabeza para la produccción musical, permuta las cuerdas de acero de Zeppelin, en distorsión, garra de león, prodigio de técnica y guerrero en la dividida composición... Y Mr. Robert Plant, por descontado, es el rostro diversificado de la banda, lírica de quejas y excentricidad, liderazgo, propelido como el helio en su melena, que quema a todas las brujas, de este a oeste, y a los monstruos que persiguen con páginas de reproche, no o supieron ver, ya que crítica echa un borrón, es resistente como Dorothy. Danza, confusa, en zapatos de cachemir azul o simples albarcas de ir por casa, con estilo eso sí... Y la psicología del rock en sus temas, eso es Led Zep... Surrealismos en sus formas, estilizadas por un arco de violín.... distorsionadas hasta el infinito. Esta es la verdadera aventura, Ser lo que quisiste... y no defraudar.
Y la de cosas que yo... en fin... podrían decir, proponer en el futuro, del vuelo. De nuestro vuelo... Buen Viaje, amigos.