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domingo, 27 de agosto de 2023

Proyecto Lazarus. Season I

 

El otro día me puse, por mera curiosidad, a ojear a los Saint Seiya del creador manga japonés Masami Kurumada, experto dibujante de artes marciales y boxeo… y me quedé profundamente aletargado al poco tiempo. Y eso que, existían en los dibujos del anime, todo tipo de acciones relampagueantes y luchas singulares, en tierra y en las capas superiores de la atmósfera. Pero, las cosas se tuercen ya desde bien iniciado el combate en los cielos mitológicos, cuando me pongo a investigas que se trataba de una coproducción entre Hungría, EEUU y el propio Japón, con un director polaco que llevaba varios lustros sin realizar y una amalgama heterogénea de guionistas e igualmente extravagante de intérpretes.

Ahora, en estas línea siguientes me debería referir a la película Oppenheimer, por ser el retrato del famoso físico que trabajara y guiara al Proyecto Manhattan, para desarrollar la más poderosa bomba jamás creada, antes que el imperio nazi (porque esos sí que eran racistas e imperialistas) consiguieran adelantarse en la reacción en cadena para dominar al mundo con idénticas fisiones nucleares. La historia se basa en la biografía El Prometeo Americano, en este caso, creador de un hijo que devorara las entrañas de los seres humanos… y por descontado, un verdadero dios de la guerra en los próximos siglos o más.

Entonces antes de dar más explicaciones de mi intento de visualización frustrado, quiero recordar dos producciones muy distintas, en el transcurso de la guerra con visión japonesa, desde La Mujer del Espía y aquella visión aterradora para finiquitar el problema mundial y las consecuencias sobre las víctimas de la NO necesaria sobre Nagasaki, en aquella lección magistral del maestro Akira Kurosawa, titulada como una lluvia... radiactiva, Rapsodia de Agosto.

Pero, si me toca la fibra ver las repercusiones científicas, filosóficas, bélicas y personales, que se esconden en la verdad del documental de NBC, To End All War: Oppenheimer & The Atomic Bomb o El Dilema de la Bomba Atómica. Donde se plantean todas esas cuestiones que pudieran haber quedado ocultas, como antiguos residuos nucleares, bajo las alfombras de nuestra memoria. Siempre pensando que J. Robert Oppenheimer, además de líder carismático y algo introspectivo, fumador empernido, también fue judío que quería acabar con todo el desastre y un futuro destino terrible del mundo. Probablemente… Ya veré lo que ha hecho, pues se le nombra en este interesante documental, al británico Christopher Nolan… ya lejos de la catarsis temporal de Memento en aquel cambio apocalíptico del año 2000. Y no reventó nada, ni un puñetero ordenador… salvo el mío hoy, con el calor.

Ahora, hablando del plan y el tiempo, pegaré un salto hacia el reverso de la rotación cuántica como un buen Supermán, para sumergirme en la organización de una institución ultra secreta, hija del MI5 o 6, con la misión de perseguir la marmota en un denominado Proyecto Lazarus. Hijo del guionista Joe Barton (El Ritual) como la bien considerada por crícitos, serie anterior sobre triadas en Londres, Giri/Haji… que tengo en catálogo próximamente. Si la consigo descifrar… en plataforma.

Recordando el impacto que tuvo el estreno munidal del Supermán dirigido por el carismático Richard Donner, que en paz descanse, con guión compartido entre otros por el Robert Benton de aquella pareja mítica Bonnie & Clyde o El Día (de la marmota dorada) de los Tramposos, inolvidables... y el gran Mario Puzo, que de organizaciones sabía un montón... con ese hijo de dios en leotardos llamativos, hijo Jor-El, Marlon Brando, que cumplirá los 45 años en septiembre. Gracias a todos y el inolvidable Christopher Reeve. Por Clark Kent. Ya no existen los héroes... 

asín, sorry

El MI5/6 … con esteroides.

El reloj reiterando la hora de una confusa trama, que se irá esclareciendo, ya nos pone sobre la pista de la marmota. Incluso, metiendo pequeñas dosis de humor cínico sobre el fin de nuestros días… o la vuelta a empezar, una jornada de perros… de la guerra.

A un nivel planetario, no transportamos con Paapa Essiedu y su ´amor`, correspondido, en principio, olvidando aquel suicidio asomado a la ventana… hasta el final del todo, una y otra vez. Como una pesadilla de viajes temporales para evitar el caos de lo inevitable. El desamor… es decir, cada quién por su lado. Muerto o vivo, bajo la levedad.

Para ello, hay que tomarse una gran carga de emociones galopantes y persecuciones, que nos saquen de la realidad de estos tiempos caóticos. Que se parecen en algo, ¿no es verdad? Y despertarnos en diferentes localizaciones, según la narrativa dispara sus amenazas o concesiones emocionales de los protagonistas. En algunos momentos irreales, nos puede parecer que visitamos héroes de Marvel con poderes especiales, desde el Dr. Strange, pasando por Ligas y Flashes Dc y aterrizando en la última (y virtuosa visión ultra animada) de Spidermanes en el Multiverso, de las cuales me extenderé hasta parecer a aquel Nicolas Cage alienado, bajo el sofá de Besos de Vampiro… Conio, ¿he dicho besos? No, no… Delete.

Sin embargo, en este Proyecto Lazarus de AMC Tv, no destacan los seres poderosos de otros puntos temporales o de la galaxia… Hey Nicolas? Ni viajamos en vacaciones transatlánticas por el océano de sectas Dark, como aviso de siguientes apocalipsis por aterrizar en mi TL; ni pensamos… que se han podido identificar con la idea de una serie de policías del tiempo, no aquel Timecop u otros Sherlock´s mutantes en busca del asesino, sino del patrio Ministerio del EntreTiempo. No no, que Lazarus, se ve bien y tiene excelente producción artística y … narrativa, vale.

Estas organizaciones cuasi gubernamentales, se quieren desviar de los besos románticos, que nos desvían de la misión… Salvar la Tierra de los h.d.p. que quieren acabar con ella y con la convivencia. Y no se les ocurre mejor idea, que con la ayuda de maquinitas de H.G.Wells sin explicación científica, eso sí, interaccionar con el pasado a través de posible agujeros de gusano, no de bolsillo. Sino, a lo grande.

La Bomba… Marmota.

Así, sin agujeros negros, salvo el último de la primera temporada, que viene de una explosión estelar… nos metemos en los designios del terrorismos cuántico y las divagaciones morales de una relación. No forzada, salvo en la mente. Mientras las bombas marmotas, sobrevuelan nuestras cabezas… mantengamos la paz.

Esas situaciones extralimitadas, son las que dan vidilla, porque nos divertimos con los cambios y la sucesión de encontronazos de Lazarus, que a veces, es como Magoo, con sus augures y presagiadores innatos. En cambio, no están tan duchos en la intervención de consecuencias románticas, pues el amor también puede acabar. En tragedia personal. Y los besos… son como bombas borradoras de recuerdos.

Lo que importa, además de la acción trepidante, es esa amalgama de sensaciones privadas de los personajes, elegidos por sus habilidades o el odio, dependiendo del lado de la fuerza que visiten… Una y otra vez… modificando sus intereses y las bofetadas de la vida. La sangre, el timbre, el despertador, las gotas, el resplandor, la Tierra, nosotros… el Espacio. Qué liante es este Lazarus, por dios.

Sin embargo, salimos airosos y deseosos de visionar la siguiente temporada ya aprobada. Por sus buenas interpretaciones, que encabeza el protagonista caótico del filme Men, o Los Gangs of London, que también los debe de haber… sólo hay que visitar sus periódicos y sus estrategias. Este es el plasma astrofísico, que tendremos que dirimir en el futuro y sus consecuencias, que podríamos ver caer a nuestro alrededor… como besos destructivos. Y luego… no me acuerdo.

El mismo plasma terrorífico que proviene del firmamento nocturno, cuando en los cúmulos de estrellas… una diga… hasta aquí hemos ´llegao`. Prometeos… Y se implosiones como ella sola, demostrando que la fuerza gravitatoria de atracción, no es nada, y que el próximo horizonte de sucesos, se tragará hasta tu luz. Aplastando a todo aquel que quiera llegar a la segunda base, o puerta trasera de otro universo. Dónde tampoco existirán recuerdos, porque el amor deberá resurgir o morir incinerado bajo otra teoría de supercuerdas divididas en 10 dimensiones, más una temporal, la que saltará por los aires, bajo la culpa, como en super-rings de boxeo genérico.

Como propulsó la Teoría de Schrodinger o de casualidad, o sí o no… que el gato quedaría atrapado en la telaraña, tal que una multitud de Spidermanes, de todos los tipos y condiciones… como una gran montaña de electrones que chocan entre sí, en giros gravitacionales, con la masa de cuerpos celestes a gran velocidad… hasta que… Booom! Los pares se disparan, las partículas se aniquilan, gracias a la fuerza de gravedad de las estrellas y la presión de labios fundidos… como nuestro Sol.

Lo estamos sintiendo, la Puerta de Tannhäuser no existe… pero sí, las bombas. Esta es la verdadera Teoría del Todo, pan, circo… y muerdos. Ah! Y mucha contaminación…

Pero, al menos, con Lazarus nos divertimos y soñamos un mundo en paz… o no. Comienza el segundo asalto, próximamente… como en la guerra de Dune.

Vueltas y vueltas, a la realidad, para nada… Esto no lo arregla, ni Lois… y menos, un Supermán.

 


martes, 15 de agosto de 2023

Dahmer. Season, Dismembering.

 


Decía el doctor forense de aquel programa con protagonismo criminal… que la escala de la violencia se puede medir para serial-killers, en diferentes grados. De menos a más peligrosos para la sociedad y las víctimas elegidas por ellos, desde luego, pero… ¿y la maldad intrínseca? ¿Pueden medirse moralmente, las acciones del individuo o ese tipo de asesinos sexuales…? Personalmente, pienso que no.

El motivo, es que nadie puede ponerse en la piel de tan execrables y violentos sujetos. Solamente, podemos sentir lo que padecieron sus víctimas inocentes.

Los estudiosos del crimen sexual creen que, aunque la ´enfermedad` de la psique se active en un momento para cometer los actos, algo debió existir en determinado punto de su educación que hiciera desarrollar esos pensamientos oscuros, o que una persona represora en sus vidas, activara esa tendencia psicopática y vorazmente siniestra. Donde las manos empiezan a someterse a la voluntad de la mente desequilibrada, para comenzar a cumplir su función diabólica.

De hecho, muchos asesinos en serie, ejecutan labores con ellas, cirujanos como el supuesto Jack El Destripador, fontaneros como El Estrangulador de Boston, carniceros variados desde aquella peli francesa homónima, hasta los personajes de La Matanza de Texas, basados en el terrible Ted Bundy. Taxidermistas como él mismo ejecutor, el personaje de Anthony Perkins en la obra maestra del terror disociado de Sir Alfred Hitchcock… o este caso tremebundo que me catapulta a escribir sobre tan perversos seres y sufrir por las sensaciones visuales, o más imaginarias, como las retratadas del protagonista real en la serie Dahmer. Que, además, ejercía en gimnasio para poseer más fuerza para la ejecución sádica de sus elegidos, como otros ejemplares peligrosos de las noticias. Ah, me niego a llamarle por su nombre de pila, únicamente, le mencionaré como Monstruo…

Esas manos monstruosas que, no fueron  nada innatas para un protagonista llamado Orlac por su creador, el novelista francés Maurice Renard, que fuera fiel seguidor de las obras de Edgar Allan Poe y admirador de H.G. Wells. Añadiendo en su obra,  ingredientes como el miedo social de la época a los novedosos trasplantes médicos, y por ende, siguiendo los pasos de la Creación conocida como Frankenstein de Mary Shelley, y en dirección al mago James Whale. Aquel limpio y maestro pianista, del filme dirigido por un  expresionista alemán Robert Wiene (El Gabinete del Dr. Caligari) que tendría que escapar de las garras del mayor asesino en serie de la historia, Adolf Hitler, por su origen judío;  sería interpretado por un maestro del escenario expresivo como Conrad Veidt, retorciendo sus manos como si tuvieran alma propia y magníficamente dantesca, como ya demostrara torciendo su gesto en el mismo Gabinete o en la risa de aquel Hombre que Ríe. Además de convertirse en enemigo del régimen nazi y combatirle socialmente aportando fondos en su lucha.

La mano del director es esencial, para retratar las horribles escenas que ejecutan los crueles y salvajes asesinos sexuales, para dotarlas en determinados casos, de una amalgama de cualidades, que van desde cierta elegancia en el tratamiento visual a una desagradable, olorosa y profunda, casposa, suciedad, dependiendo del recurso elegido para contar la trama. Ejemplos nauseabundos hay muchos, como el de la Matanza, Ted Bundy o muchos que llegaron después… mezclados como el Hannibal de El Silencio de los Corderos, con retratos expresionistas incluidos a todo color o fangosos en salas, habitaciones u oficinas, aparcamientos o refugios subterráneos, en el caso de Seven, Zodiac o la serie Mindhunter, donde tras la escabrosa realidad, se esconde la maestría creativa de Don David Fincher.

Un crudo verdadero, maestro de la imagen contemporánea. Ahora es un buen instante para recordar algunas de mis últimas visiones del horror, como Barbarian, más que sucia, escabrosa y lúgubre, enterrada bajo la visita de cuatro personajes por el director Zach Cregger y los tentáculos de una madre violentada, y entre ellos, sus brazos huesudos, un Bill Skarsgard que será el tremendo Nosferatu de Robert Eggers. The Silencing interpretada por Nikolaj Coster-Waldau (dorado ejemplar de Juego de Tronos), en una enrevesada caza del asesino y trampas narrativas y nativas; o para trampa perfilada, la de la película The Stranger del director australiano Thomas M. Wright, un verdadero tour de force del engaño, entre Sean Harris (Prometeus), y Joel Eggerton, que ya ambos compartieron en El Caballero Verde y The King, próximamente, en mi debe cinematográfico. Éste participó en la familia de la original Animal Kingdom y será prota de Wizards!, dirigidas por su visionario compatriota David Michôd… como The King australiano.

Decir que en aquella serie surfera y familiarmente criminal, ejercía una madre como Jacki Weaver, que también meditaba económicamente bajo la genial elegancia natural del maestro australiano Peter Weir, tan agreste como salvaje, onírico en el bello paraje de Picnic en Hanging Rock, que en apenas dos años, cumplirá 50 ya y por donde me extenderé otro día con esos picos fálicos apuntando al cielo. Me cachis… Y por último, la referencia en notable blanco y negro, entre un esmerado basurero hecho en Hong-Kong y manipulaciones de manos, con un buen Limbo que mantiene el pulso violento y escabroso, en manos amputadas como trofeos, hasta ese final que recuerda meramente, a los momentos húmedos con lágrimas de héroes, perdidos, a  Blade Runner. Sin comparar… por supuesto, que luego todo lo dicho, se disecciona y se lleva al extremo… sólo me refiero al líquido elemento en la visual oriental y el terreno embarrado de la moralidad humana. Y el azar, que se pasea como un fantasma en un viaje a algún espacio indeterminado…

Volviendo… a la locura.

Dahmer la serie, es una pesadilla gigantesca y psíquicamente desquiciante, pero condicionada por una narrativa condenadamente atractiva, que te deja sin respiración. Será por olores… los hay de todo tipo, animalescos, sanguíneos, cárnicos, ácidos, alcohólicos, inhumanos, putrefactos… como aquella bajeza moral y pringosa, de otro Monstruo, El de St. Pauli, también con orígenes germanos como éste, y terriblemente viciosos, pero hacia el género femenino y de alta graduación violenta, sin estudios, de mano del genial Fatih Akin.

En esta cinta magnetofónica y visual por episodios subyugantes y repulsivos, por igual, la educación recae en el nombre del padre, en la piel de un fantástico como siempre, Richard Jenkins, que pasa de la incomprensión taxidermista como médico, a la eficacia económica de la obra del hijo… de. Es una especie de canibalismo familiar, a tres bandas separadas, como el de aquellas civilizaciones que arrancaban el corazón de inocentes para acrecentar su poder en la batalla o en la misteriosa naturaleza. Sin embargo, el Monstruo no devora por eso, aunque siente la fuerza de su físico, sino, porque no soporta que le dejen de lado, y por ello, prefiere un cuerpo que no siente, como un maniquí o un horroroso zombie, no viviente. Pone los pelos de punta… el sadismo.  Que sus variados creadores, tratan crudamente, pero sin recrearse con la evisceración o la trepanación.

Pero, aquí de lo que se trata es de perturbar… y para eso tenemos, la genial interpretación, emocionalmente desafiante y vacua, con frialdad desmembrada gradualmente, por el chico de oro del 2022, Evan Peters. Que pasara más fugazmente colorido, por la pantalla de Wandavisión.

American Pie.

Decía la canción ,que se topa con los ecos de la muerte, que si bien la adolescencia puede tender al optimismo extremo, con la mente rebelde y caótica… puede finalizar en una madurez desilusionante, viendo algunos ejemplos… así entona, “En mi Chevi fui hasta el dique, pero el dique estaba seco…”. Y en el caso Dahmer, aquella libertad, se ve atrapada por cuatro paredes, autónomas aparentemente, pues existen vecinas. Y el apartamento, no sepulta el anonimato en una gran ciudad, no entierra la mierda de la sociedad, ni sepulta la respuesta de la sexualidad ni los géneros, que queramos… porque solamente hay hedor en sus manos, en su mirada, en su cerebro perturbado. Que, ya no será investigado neurológicamente, nunca.

Sólo será juzgada, la profesionalidad dudosa de determinados agentes estatales, la educación que se administra como un agujero negro de atracción espiral, hacia el dolor y el miedo infringido de las víctimas. Elegidas como en un picnic de sabores, con el mismo patrón, la distorsión de la realidad y el sexo, como pasó tantas veces, especialmente, en la sociedad norteamericana… Aunque descerebrados hay, tras todas las paredes y manchas nacionales, no jodamos, que nadie se salva.

Entonces, la música muere, queda el silencia a las puertas de aquellos clubes sonoros y clandestinos de los 70, y desagradan otros ruidos, como jadeos sofocados del ayer, el pulso eléctrico y por fin, la nada. Pues, ese tipo es la nada absoluta… no significa nada, únicamente, daño y dolor a las víctimas y sus familiares. Silencio a solas, perturbador, sacrílego y, esencialmente, podrido en la mente. Que coincide con la de Bundy u otros, que debieron ser ejecutados antes de nacer, ahogados en su propia mierda deshumanizada. Pero ahora, son el retrato de una sociedad patológicamente alienada, confunda con los estereotipos y las necesidades, la moralidad de deseos ocultos y principalmente, la monstruosidad de lo visual… Mira tu phone y verás.

El idealismo fue cruento, y lo será ante la diosa de la realidad violenta, incluso, en las puertas de un espacio de diversión musical, sexual… Forma parte de la fiesta de la confusión, como en otros casos de psicópatas genéricos que nacen de la represión o el ansia, de dominio de la voluntad de la víctima, más débil o confiada. Ya que, este tipo de Satán no ríe por placer, sino que se retuerce en las sombras… Hasta que salta de ellas, y chas… aparece al lado, aunque se con la apariencia casi divina, del actor Evan Peters y su cabellera, barba de pocos días, esperando la justicia divina de verdad, algún día… el monstruo Dahmer.

Y no me jodas, que todos en el colegio, hemos diseccionado animales por la enseñanza biológica… hay que enfocar la mente, en el bien y el mal. En otros posibles condicionantes que incrementaron la evolución de tales hechos salvajes y extremos… Ser el más fuerte, el dominador, quedar por encima, con las armas que tenga a su alcance… oxidadas, odiosas, macabras. En busca del cerebro reptiliano, que reside en los ganglios basales y una frontera invisible entre el encéfalo y el cerebelo, según describiera el neurólogo Paul McLean… Nada que ver con Don Maclean, creo bien… y el día que murió la música.

El Yo… sesuar… de seso.

No existirá ya, ninguna producción para televisión que tenga el impacto de esta, basada en el Monstruo Dahmer. Al igual que Mindhunter significó una paradigma en la investigación criminológica de las palabras tras los hechos terroríficos… y el pensamiento de nulidad que siente la vecina interpretada por Niecy Nash (que estuvo en Cookies Fortune) al tocarle un ser contiguo tan despreciable y una ronda tan ineficazmente investigadora. El ruido necrófago era inaguantable, e indeseablemente cercano, dejado al azar… por desgracia.

Aunque era conocido de otras obras visuales, no se recrearon con la última finalidad del caso, la endémica del dinero y la mediática, incluso, en los juicios legales o sociales. Se convierte, su parte final, en un enfrentamiento entre los detalles escabrosos del pensamiento de sus protagonistas, hasta que un individuo no planea, ejecuta por cumplimiento divino… y el cerebro queda para la Netflix, que amenaza con volver a lo macabro con más monsters, como dueña del seso, masculino, singular, o lo que sea. La causa tras los barrotes, es una telaraña que atrapa la realidad, y acaba descuartizándola y devorándola… porque Dahmer o cualquier asesino en serie, son simplemente monstruos. Sádicos en su naturaleza, y su sexo, ahora sí.

Mientras, aquí la madre, moldeada por Penelope Anne Miller, es la araña invisible, ante su extraterrestre  y gélido QuickSilver. Y sospecha que la historia, la de cualquier madre perdida, está destinada a repetirse, hasta los tuétanos, dejando su Perfume del pasado, como bien describiera Patrick Suskind en aquel nacimiento entre basuras, enlazando la infancia con la madurez, en épocas diferentes. Aquel Jean-Baptiste, reflejado en la peli notable de Tom Tykwer, era éste, Monstuo. Nuestros monstruos en la mente, del asesino histórico y real.

Decía Milan Kundera, al que despedimos ahora, en su Insoportable Levedad del Ser, como pensaba Nietzche en El Eterno Retorno, ambos ateos creo… que el peso atribulado de un dios castigador, incluso en manos de fieles vengativos, borra cualquier atisbo de redención temporal… Sólo hay que observar la insoportable levedad de las noticias y mirar a  la estrella de la tele, para corroborarlo. Matarile y se acabó… Schopenhauer pensaba que las acciones humanas, son producto e un carácter inmutable… pues sería, un horror. Pienso que no tanto, como éxito. Todo se puede moldear, a través de una buena educación… a pesar de esa conciencia o seso reptiliano primigenio.

Y el complejo de Edipo también, aquí magnetizado por herencia paterna a la taxidermia, con el poder de un padre autoritario y evasor de la realidad… al igual que ella, que abandona… El sino, es la transgresión de esa figura paterna, la violación de las reglas sociales en la convivencia, al margen de la realidad de la humanidad y el pensamiento libre. Menos mal que éste, ya no retornará, pues ya no tiene ninguna cara… Así que, Nietzsche tenía razón, el dios… de la Maldad, ha muerto.

El seso, no el de abajo con X… no se pudo estudiar ni diseccionar… pero nuestras manos inocentes, como las de aquel Paul Orlac, quedaron en paz. Gracias a Wiene, y el futuro de un Conrad Veidt, camino a Casablanca. xDio

miércoles, 9 de agosto de 2023

Brujas de Mayfair. Season I

 


La magia antigua tenía cierta base en la superstición, así las situaciones sociales y posteriormente el pensamiento religioso, convirtió sus actuaciones en la denominada brujería. Se ha visto envuelta de ese velo misterioso desde la búsqueda de la piedra filosofal que, incluso científicos como Isaac Newton, formularon la supuesta transformación de los metales en plata o el codiciado oro.

Una de esas protagonistas de los sesenta, una verdadera chica de oro, se llamaba Elizabeth Montgomery y la rubia actriz californiana, hija del nominado al Oscar, Robert Montgomery (Al Caer la Noche o Mr. Mrs. Smith), deleitaría con su belleza y simpatía de nariz para abajo, en la serrie de éxito mundial, Embrujada. Poco que ver con las Embrujadas que vendrían después en la tv, sino más cerca de la comicidad del triunvirato más maléfico y molón junto a Jack Nicholson, formado por Michelle Pfeiffer, que ya había sido maldecida en Lady Halcón, Susan Sarandon anteriormente presa de El Ansia y Primera Páginaa de Billy Wilder, y la incombustible para cualquier hoguera artística, Cher.

Bastante menos la Bewitched y family, con la amable sonrisa de su marido Dick York, se parece ligeramente a las hermanas Embrujadas de finales de los 90, más cerca de los demonios y producida por Aaron Spelling, creadeor involucrado en tremendos exitazos como Starsky y Hutch, Los Hombres de Harrelson, Los Ángeles de Charlie, Vacaciones en el Mar, o Dinastía.

Después de las persecuciones en la vieja Europa medieval y los casos dramáticos desencadenados en Norteamérica, conocidos como los Procesos de Sálem, la visión se fue deformando en una persecución sobre el ámbito perjudicial para el comportamiento y la fe. Con almas que, supuestamente, venderían esta característica invisible a seres demoníacos, formándose las consecuentes sectas, que se pondrían tan de moda en épocas más modernas de la historia.

Ninguna evidencia sólida, enviaría a hombres maldecidos y especialmente a mujeres proscritas o probables venfermas mentales, al castigo de la hoguera. Declarándose culpables bajo amenazas y lesiones por laceraciones impuestas en tribunales guiados por miembros de la Iglesia.

Ahora, en pleno siglo XXI, ha llegado a las pantallas, la trilogía de Anne Rice encabezada por La Hora de las Brujas y transformada en Las Brujas de Mayfair, como serie creada por Esta Spalding y Michelle Ashford en AMC+ Tv y que posee parecidos y conexiones, con los licenciosos embates psicológicos y familiares, de sus hermanas mayores, y predecesores malditos, de las Crónicas Vampíricas o Entrevista con el Vampiro.

La Hora de… la Neurocirujana.

Todo empieza en brazos del encantamiento… el que nos produce la prota arroladora física y ´mentalmente` Alexandra Daddario en la mística y atractiva Nueva Orleans y sus interiores. La fantasía ocultista tiene licencias médicas y científicas, como una radiografía  de los desafíos paralelos que enfrentará en dos épocas conectadas, pero, con poderosos altibajos. La mitología se oculta en un ser que nos recuerda a otras expresiones del terror que proceden de las novelas de Neil Gaiman y Terry Prachett, con las entregas de Agner Nutter; y la manipulación narrativa de la película de Alan Parker, El Corazón del Ángel, genios del ocultismo con todos sus huevos… aunque artística y burlonamente, de manera muy remota. Ni visualmente siquiera con esos trucos que no engañan a nadie… fuegos fatuos, les llaman, o digitales… para colgarlos de los pulgares.

Sin embargo, la profecía se mantiene o erige en el tiempo de los primeros capítulos, al lado de ella, para… capitular en los derroteros que nos alejan del fenómeno brujeril y la maldición de su árbol genealógico. Simplemente, nos queda Alexandra que irá cayendo en el estupor de los gritos y la cercanía con este tipo de Azrael herético. Se terminó la burla y el cachondeo apocalíptico de los Good Omens y el juego satánico, pues la tendencia es más próxima al desvanecimiento y el olvido. P´habernos descuartizao, tú… ejem, ya hablaré de Dahmer...

La Posesión.

Regan aparecería, en diciembre hará cincuenta años, como un increíble resorte de todos los miedos a la filosofía existecialista y la posesión narrativa de Warner Bros por William Peter Blatty y la visualización fantasmagórica de William Friedkin como El Exorcista. Que en paz descanse el alma, de su magnífico ganador dorado por la inolvidable French Connection, amén.

Basado en un juego astronómico que convertiría el horror juvenil en físico de la Nasa, curiosa historia para el estudio de las interpretaciones y los mundos paralelos. En manos de Puzuzu, Linda Blair, el arqueólogo inmemorial interpretado por el gran Max von Sydow, la madre sufridora en Ellen Burstyn y aquel Padre Carras de Jason Miller, que no deja títere con cabeza… Acá, es otra historia, porque el miedo no asoma por ningún resquicio metafísco, ni puerta dimensional… Bueno sí, pero no asusta nada. Y lo más patético es el collar, que no se parece a aquella supersticiosa estatuilla ni en sueños, ni pesadillas…

Por tanto, sólo poseemos su figura. Ya que la escritura comienza a parecer algo patética y el embrollo temporal, no se lo come ni Mickey Rourke ni Robert De Niro, a pesar de transcurrir por las mismas calles, locales de música y efectos en festivales de la muerte… Que bien recordamos, los que estuvimos por allí, tras el dichoso Katrina y sus efectos fantasmagóricos. Así que, espectador novato, desconfía del arco y la celebración de los recursos dramáticos, en modernos akelarres gritones… y eso que la productora Gran Vía, se las vió de todos los colores, más que irreverentes en Breaking Bad y Better Call Saul, que son palabras mayores… y otro homenaje al recientemente desaparecido Mark Margolis (Cisne Negro, El Luchador) como el maldito e icónico tío Héctor Salamanca, jope, ¡qué tío y qué pérdida! Sólo nos queda la Daddario.

El Festival… de New Orleans.

Familias coloniales, fiestas y especialidades culinarias, dramas de sangre, ofrendas incestuosas, danzas y músicas, orgías invisibles, pasacalles espirituosos, fenómenos, bebidas o pócimas, revelaciones nonatas, investigaciones de una casta Talamanca… y el reaparecido Harry Hamlin. Sí aquel mitológico y heroíco Perseo, de Furaiaa de Titanes, la fantástica aventura dirigida por el fugaz Desmond Davis y la producción  reativa del univeral Ray Harryhausen. El Maestro.

Que también se enfrenta a el mismo Tom Brady y Jane Fonda, en la comedia 80 for Brady, sobre el jugador de los New England Patriots y su momento Super Bowl del 2017. En el siglo homónimo, en los campos de la ribera del Mississippi y la influencia africana, en la desembocadura de Luisiana, la familia Mayfair se puede basar ligeramente en la reina del vudú, llamada Marie Laveaux y se van alejando, salvo otros juicios licenciosos o caprichosos, de aquella quema cultural de Massachussetts.

Mr. Hamlin no es un guerrero, ni tampoco hace el nº 13 de la maldición, pero si le resta algo de elegante caballero de perfil griego, y romántico para los cinéfilos de la ciencia ficción. Lo demás, en adelante, se puede desconectar y esta serie es una maldita Profecía, sin el niño del triciclo, ni los cuchillos de Richard Donner para el espíritu bueno de Gregory Peck, pero con ella. El Crisol de Arthur Miller, la Bruja de funny face. Dejen tranquila a Marilyn, xDio… no más efectos Blonde, aunque sea en manos del Andrew Dominik por su inmensa El Asesinato de Jasse James por el cobarde Robert Ford. He dicho.

Resta… una súplica final.

Investigando… descubrí que Talamanca es una población de Madrid, a orillas del Río Jarama con su valle, que parte de la etimología indoeuropea de la expresión fluír o discurrir, como líquido o fluído derretido por el calor… o también de un origen bereber que significa río de Frontera, o de Nadie. Afluente del Tajo, fuente inspiradora para El Greco… y que va a parar al mismo Atlántico como el caudal de su hermano mayor americano. Dos mundos encontrados… catatónicos del corazón, como aquel que vendió su alma al Luis Cifer sin saberlo aún. Otra conquista…

Estos estados catatónicos nos acercan al Haiti del Caribe, en conexión bíblica de inundaciones espirituales como la acaecida en la película dirigida por Victor Halperin, White Zombie que es otro reflejo de lo mismo, protagonizada por una reina del mudo, Madge Bellamy (Lorna Done, El Caballo de Hierro) y nuestro querido Béla Lugosi… príncipe de las tinieblas, Drácula.

¿Quién será la Bestia…? En la novela no leída por éste, servidor, podría ser algo oculto, o el Niño, como el Dragón mitológico de la lucha antes del Juicio Final del texto, pero no sé, si nos libraremos de ello. La madre que le parió, con vértigo se engendraría a toda leche, Miss Daddario y las próximas temporadas… no sé si sonarán las trompetas para mí. No me quedan muchas ganas, cierto, lo que bien empieza, mal… o el mal acaba.

En fin… por último de la fila cinematográfica, he visionado al espíritu femenino en ocasiones dispares. Como Dual, con la galáctica Karen Gillan y el no menos, involucionando, Aaron Paul, a falta del capítulo de la nueva sesión de Black Mirror, claro. Una pesadilla de trastorno evolutivo con la ciencia y el derecho civil, en manos del diablo y el ajuste de cuentas. Parecido, el desdoblamiento de la personalidad de Chucky y el dominio de la voluntad, con la muñeca endiablada M3gan y su rival a lo Alien II El Regreso, que pertenecería a categoría de posesión, pero imbuida en el aprendizaje de una futura inteligencia artificial sobre los sentimientos humanos. Que el de arriba nos ampare, si existen ambos… muñeca del futuro y Dios.

Así mismo, para ir concluyendo como gerundio analógico, tenemos la investigación policial masculina para descubrir la Reality, de una mujer que se enfrenta a los remordimientos de una venta o algo, que tenéis que descubrir, con el buen trabajo de una actriz Sydney Sweeney, que ha trabajado con David Robert Mitchell en Under The Silver Lake y creador de la pesadilla juvenil de It Follows, con Quentin Tarantino en Once Upon a Time in Hollywood, y será próximamente SpiderWoman. Además de series famosas y… tener que enfretarse a… esos magníficos agentes. Y la última de verdad, con otro terror de kilates que se titula Candy Land, donde se cierra el círculo del crimen patológico y la identidad religiosa… digamos demasiado devota. Es una parada absorbente, por este grupo de amigos de un puticlub de carretera y lo que esconde, Olivia Luccardi… lo que ya descubrió en aquella notable It Follows que comenté en liason e imprescindible realidad de la serie del sexo de pago, TheDeuce. Con su final irreal o fantasmagórico, tras caperucitas y lobos. 

¡Vaya atractivo cierre, verdad, fuck witches! Volveré al término de estos calores… u horrores. Divertidos, la verdad, aunque a aquel diablo, no me le creo mucho...

 


Cinemomio: Thank you

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