¡Cuidao, qué yo soy tu Padre!
Para cada aficionado a la ciencia ficción, aquella película ideada por Georges Lucas conocida, en una galaxia cercana, como Star Wars, significa cosas diferentes. En mi caso, extrañamente, no la llegué a visualizar en el estreno, por lo que sólo escuchaba rumores que se convertirían en una explosiva sucesión de colores o supernova.
El caso es que Star Wars, nació como una especie de sueño, que miraba directamente a las estrellas... Nada raro, dado el propio título, claro.
Y con los sueños, y a través de ellas, los nombres recorrieron el espacio temporal, hasta nuestros días, dando lugar a una mitología propia con la que el público se identificaba, de una u otra forma... luz u obscuridad, bien o mal.
Ahí se lanzó al estrellato a una serie de jóvenes protagonistas como héroes del pasado, y otros monstruosos, produciendo una generación cinematográfica con su propia idiosincrasia y una presencia sideral hacia el futuro... Sin embargo, hoy estamos en el presente, y los años se contemplan como, ídem luz. O no es verdad, que las estrellas acaban desapareciendo físicamente...
Por consiguiente, como los tiempos de la televisión que vivimos, la franquicia ha ido cambiando a partir de las condiciones, los intereses comerciales y el deseo de los espectadores, dando un salto mortal hasta los confines de un imperio televisivo, casi al día. Y también, alguna idea sugestiva, que aparece de repente... ¡no se sabe muy bien de dónde!
La luz de aquella Star Wars iniciática, se ha transformado en un poliedro de infinitas caras, que van rotando a su alrededor, de atrás hacia adelante, o viceversa. Donde cada guión tiene su perspectiva, ensamblando una estructura mental, e incluso... evolucionando en el interior de cada cabeza, imaginando posibilidades... y ciertos personajes.
Por así decirlo... ¡Este es el camino!
Una larga y extensa... muy cercana, historia hacia el futuro.
Y que jamás, será olvidada... Tal vez, sí, contada...
Andor.
... que no ando.
En primer lugar, que más bien es el último, no sé si ésta me ha convencido...
Creo que, al salirse de esas figuras mitificadas hasta el infinito, su estructura emocional se ve resentida con este Andor.
La serie resulta a varios centenares de eones de distancia dramática y resultado heroíco, hasta ahora, pues tendrá más episodios que navegar, ya confirmados.
También se podría explicar como, ¡a eones de complicidad!
Andor no tiene nada que ver con aquellas figuras ensalzadas por varias generaciones, aunque gira entorno a la construcción de un pensamiento rebelde, contra los controles estrictos de un imperio que dominara a todas las razas... Una agenda digamos, o algo por el estilo.
Existe un pensamiento, no único, expresado por un comandante de este universo (Shedao Shai) que dice: "El dolor es lo único constante en la vida... duele cuando naces y duele cuando mueres".
Podría haber sido algún gran filósofo... yo qué sé.
Definitivamente, ya en en cine, Andor nació con dolor.
Algunos le pusieron fórceps, coo el parto de la Estrella de la Muerte...
O mis propias reflexiones que pudieran estar equivocadas, salvo inmensas explosiones, y debiera volver a revisitar aquella Rogue One... ¡Tal vez, otro día!
La Estrella de la Defunción, vaya estrellaza. Siempre anda por ahí, con su cañón inconmensurable, como un falo gigantesco que da la vida, o no... Así, otros nos han ido dejando, compuestos y sin novia, pues andamos despidiéndonos de ellos, cada dos por tres. Desde aquellos finales de los 70 y principios del siguiente decenio, nos hemos ido sintiendo compungidos por los silencios y los recuerdos. Pero eso, es otra mala historia.
Por tanto, Andor es como un nuevo parto, La Serie.
Sus padres espirituales, no de primogénitos entonces, tienen una base táctica y son Tony Gilroy (como guionista y showrunner) y el mismísimo protagonista de su historia, productor y y alter ego en el espacio al sur, Diego Luna.
En esta historia magnetizada que invita al norte, allá arriba, alrededor de un Ojo Caleidoscópico, no como otros más oscuros, se esconde un invitado especial... El padre de la joven Jyn Erso, que conocimos y planifica una contenida supernova artificial, para otros... sería una mente capaz de producir chispas en nuestro horizonte imaginativo... Piensa hombre, piensa... shhhhh, uoufffgh!
De aquellos Mads Mikkelsen, estos barros. De Coruscant y su pequeña estrella (sol particularmente Jedi o the Prime), a esa otra violenta, que puede convertir a cualquier planeta, en polvo de estrellas... Vamos, follao.
Son igualmente, recuerdos de Darth Sidious y el emperador Palpatine, con vistas al Nuevo Orden, galáctico... o República, cuyo origen como siempre, estalla en una rebelión. Son tiempos de células quemadas por los láseres, de sangre despistada por el Ojo, the Eye para los anglófilos... con un pequeño puente de escape... la heroicidad típica de Star Wars.
Esa es una pequeña historia para sus 3 o 4 lunas rotatorias, que no voy a mencionar por espacio y tiempo. Porque, ante este Andor, dio a luz, aquella memorable The Empire Strikes Back, que relanzaría la construcción descontrolada de una segunda estrella, la re-muerte.
Cassian Andor es la sombra de aquel pasado, un fantasma que ha resurgido de la nada, como un muerto de los guiones de Lucas, un residuo épico con su importancia en el estallido rebelde... demasiado político, a mi gusto, como otras pelis posteriores, en la narrativa y la acción de Star Wars.
Por último, en aquellos primeros planes sobre el universo, no aparecían lesbianas, pues no era necesario, sino las señas para un mundo de alienaciones grupales. Tampoco lobby´s alienígenas... todos los rebeldes parecían hermanos, hasta hoy.... ¡hasta que parió la abuela!
En el futuro tengo otra serie en mente, en la que el lesbianismo si que está justificado, para contar la narrativa... ya iré acercándome a su planeta. Au reVa... der!
Ah bueno... tras los últimos títulos de crédito, aguanta por Luke Skywalker... vendrá mi última reflexión... ¡Ajá, no! Shhhhhh... Será un secreto y se irá conmigo a la...
Ande o no Ander, esa la comidilla de, Andor.
Obi Wan Kenobi.
Obi, oba, cada día, yo te quiero más... perdón, no pude evitarlo. El muerto al hoyo y el vivo al...
Y es que Ewan McGregor siempre se hace querer para los aficionados a Star Wars, capaz de meterse en un agujero de muerte para mirar el cielo azulado (ver Raymond y Ray, lo entenderéis), pues tiene su propio imperio de seguidores rebeldes. Él, el actor tiene esas dos caras, héroe o ser cotidiano... el lado oscuro se quedó en el pretérito de Trainspotting. Ya lejano como otra galaxia.
Tras la deconstrucción final de Gilroy y el Caballero Luna, quizá demasiado extendido en 12, aunque tenga al crack de Stellan Skarsgârd y motor carismático con su adrenalina galáctica, pero que es el verdadero inicio... Éste segundo DisneyWorld, curiosamente en nueva perspectiva, es el desarrollo de los héroes que nos incitaron a surcar las estrellas y no rendirnos sin más, ante chácharas senatoriales o avanzadillas apresadas por otros factores.
Pues sí, quién diría que Disney se daría al woke multigénero y a la concentración de diálogos enmarcados en el carácter político y aburrido... pues sí, señor... señora.
El inicio, fueron mellizos. Niño y niña, de ahí, a una prole que sigue creciendo, en forma metálica o piel verdosa como el amado Grogu y el Mandaloriano, qué ganas de volverlos a ver... Son como de la familia ya... ¿o no?
Sin embargo, no todo es divino y esplendoroso, pues Kenobi emerge algo torpón y encapsulado para los nuevos tiempos... Algo previsible, o etéreo, con una ciudad plomiza al estilo Blade Runner a su alrededor, es bastante desajustado, creo.
Situada a caballo, entre primera que es segunda temporal, y la segunda que es la primera, casi emparentada en los inicios, bueno bastante... con aquellos dos jóvenes que tendrán la misma sangre, pero no, el tono oscuro de su piel... o traje de emperador desnudo. Padreando, que es gerundio, pero no fuente oficial del refranero patrio.
Por tanto, Obi Wan es el gran tutor... algo dubitativo por entonces, o sea hoy.
Los primeros pasos, son un quiero y no puedo, aunque tenga apariciones interesantes, como los padrastros con Jimmy Smiths & Mr. Edgerton y sus paraísos fantásticos, o perdidos en el desierto marroquí. Tan de moda, como cachorrillos inquietos, y resistentes en un campo de fútbol o una leonera... "refraneando".sobre todo, si lo comparas con aquella mítica aparición de nuestro queridísimo Sir Alec Guinnes que, en tantos desiertos anduvo y siempre salíó silbando... con éxito.
Pero, Ewan es Ewan, y siempre puede remontar, enfrentándose a su némesis en el tiempo, y el último episodio se acerca por el horizonte... ¡Aguanta, hombre! Hombro u hombra... qué nooo, aquí no hay.
El teléfono suena, pero no, no es el negro de Ethan Hawke o The Black Phone, su hermanastro... aquí hay una aparición oscura en la capa y en la mente, quemada como la que más.
Mientras, la narrativa avanza con el gran Maestro escocés y su princesita, con otras apariciones blanquecinas, fantasmales que no están mal diseñadas, también existen otras... que mejor, no.
Pero, lo dicho... todo puede remontar en los instantes finales... ¡eh!
Aquella princesa torpona, creció y nos robó el corazón, por dos veces, uno hace poco y otro, cuando descubrió aquellos papeles descubiertos por Andor, Cassian.
Entonces, podemos observar esta serie como una nueva esperanza, que empieza remolonamente, para ir remontando el vuelo y acabar rendimiento hasta a la dubitativa morena... unas veces para allá, otras para acá... pero, bastante perdida.
¡Llega la gran Ignición...! Uno, dos, tres... no mamboooo, sino Hayden... Cris, y con la voz excepcional de James Earl Jones... el mismo que anduvo con Conan, nuestro pequeño Bárbaro.
La cuestión es que la serie se acorta, en comparación con la grandilocuencia de Andor, si bien se echa en falta ese espíritu bárbaro en principio... ya sea vikingo, pirata... o pistolero, cawboy. Vamos, que hubiéramos deseado un poco más de The Mandalorian, el Grande.
El rayo cae del infinito oscuro... boooom, es la misma bifurcación y renacida entre el bien y el mal, casi vampírica... más bien, al puro estilo del monstruo de Frankenstein... un sable se ilumina, otro más... ya está, la guerra.
Lo mejor es la última visión de nuestro héroe, Ewan y Kathleen Kennedy, que no Kenobi, pero casi, pues lleva toda una vida ahí.
Obi Wan renace del viejo Mustafar, más envejecido, como todos, más resabiado... Más bien, desconfiado, pues se extravió un tiempo y reaparece en el foco del tiempo, cuando las cosas se han dirigido al salón de casa digital, y se ven todas las arrugas en la frente, las manos, la leche... Ahí viene tu alumno aventajado, al menos, para ser Lord Sith... vamos, lo lógico.
Es la masculinidad, que estalla entre dos machos cabríos, que defienden a su pequeña, débil aparentemente porque es taekwondista, aunque tiene su postrero minuto de gloria, de expresión emocional, igualmente.
Esta chica es un terremoto, pero calma... no sigue, sigue, no para... ¡vaya lengua, se gasta la peque! Para muchos, la estrella naciente... Yo prefiero esperar, que ya he visto muchas colisiones estelares.
Todo magnífico, el último por fin, ecléctico, épico... mirando a las viejas estrellas. ¡Emotivo todo! Como caer en un estómago hambriento del desierto, tú. Nada que ver con esas carreras simples por el bosque de Alderaan de esta serie, igualmente Disney.
Se redime hasta la figura del Gran Inquisidor, que toma los verdadero hábitos del Maligno y su raza guerrera Pau´ano, que había ido de ídem... hasta la directora Deborah Chow, que bien tarda 6 capítulos en encontrar cuál es el verdadero Camino. La lucha estelar... Obi, obá, sin florituras y Vader, frente a frente, láser rojo sangre a láser azul cielo... sin acrobacias, mano a mano... Como la de Luke Skywalker, que sería mano enrocada y jaque mate. Por Tatooine!!
El resultado es placer... episodio placentero al fin. Sólo queda rezar por el espíritu de Qui-Goon Jin... Por tanto, la Hostia en verso... ya esperando, la devolución del... Casco Oscuro.
El chiste se hace solo... ¿Está to´oscuro? Negro azabache, tú. This is the Way...
Whatever you want, whatever you like... lo que digaaas, tú pagas tu dinero. Tú eliges... Lo que sea que necesites... Un casco oscuro, tú. Viva Ben... pero, ¡viva Darth Vader!