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domingo, 3 de enero de 2021

The Mandalorian. Season II


Los pies clavados en el desértico terreno, la mirada pétrea en un árido horizonte, se ve trastocada por otra visión más húmeda que en la superficie desértica de The Mandalorian Season I

A través de la lente de un catalejo, a bordo y al abordaje, al estilo de los antiguos navegantes y bucaneros, se ve la figura del mandaloriano, que no la piel curtida ven mil batallas. Pero alternando las localizaciones y fusionado digitalmente su pulcro casco de metal de beskar, con otras contingencias, menos brillantes. Entre la obscuridad, intenta vislumbrar el futuro... de él y su hambriento amigo. 

¿Qué nos deparará esta nueva sucesión de acontecimientos en otra historia de Star Wars, esta pareja duradera y emotiva, reconocida en ciertos lares de la galaxia, como Din Djarin y el pequeño Yoda? Sin duda más aventuras emocionantes por versículos... palabra de Star Wars.

Sin embargo, los ecos del western de Ford y los andares de un joven Clint Eastwood en el futuro, con su poncho inmortal colmado de metal, el primer acercamiento de aquel Shane de Alan Ladd y el director George Stevens, se ha visto viajando a través del cosmos, o los poblados de la Tatooine. El lado más salvaje, entre el polvo de un Valle de la Muerte, se transforma en polvo de estrellas desintegradas en el pasado y otras luchas raciales; que se han concentrado entre sus ojos sombreados, en una apolínea figura antropomórfica sobre su rostro. La de un guerrero.

Curiosa estampa de forma cruzada como un Hombre de Vitrubio o un ser creado en la futurista Westworld, destaca entre la obscuridad de unos pensamientos puros que ocultan la efigie (ya no tan irreconocible) del Mandaloriano. En condiciones normales, pronto hablaré de la última Westworld... y la mente Nolan, posiblemente de su camino.

Ahora aúna sus deseos y la búsqueda de la singularidad, a un grupo de compañeras guerreras que recuerdan a las valquirias, no demasiado amigables. Almas que mantienen un plan entre espada y ceja arqueada, por encima de cualquier tipo de enemigo propio o cadáver. Los principios, en el trono recuperable de su Mandalore querido. Propone una incursión en otro espécimen dentro del mito literario, pongamos aquellos caballeros de Camelot y su tabla redonda, o los musculados enfrentamientos del Conan de Robert E. Howard. Así, cualquier encomienda casi sagrada, de los archifamosos cruzados de la Edad Media con sus poderosas armaduras y su fe inquebrantable. U otros de los que ya hablaré más adelante...

Todo por alguna espada ennegrecida, enrocada en la historia aparentemente legítima, para acceder al máximo poder sanguíneo y así defenderse de los hercúleos contendientes o enemigos a la patria... también nos acerca a sombras que sobrevuelan por la literatura juvenil, a películas con ciborgs acorazados y gestos torcidos sobre el acero vitrificado, con la apariencia primera de aquel protagonista del cuento El Gigante de Hierro (es decir, antes de caer en las garras del niño) o de otros terminators más cercanos.

Pero antes, caminaremos. Nos iremos acercando a este grupo heterogéneo con cierto parecido a los jinetes cruzados del pasado, en una batalla ya inmortal por StarWars. Algunos considerados como peregrinos en la muerte, con un continuo viaje hacia sus raíces secretas y misterios de su confesión sagrada... o palabra:

This is the Way!

Segundo Viaje.

En la profundidad de la mente del maestro-protector, a través de la estampa de aquel Shane, el pistolero y su pequeño aprendiz de poderosa amistad, se fue fortaleciendo un lazo casi parental con el tiempo, los vuelos y los múltiples problemas. Hasta fructificar en una actitud espiritual que traspasa la pantalla, directa a nuestra sensibilidad de espectadores alimentados por el paralelismo épico, a la vez que emocional, con la serie The Mandalorian.

Claro, esos ojos oscurecidos como un profuso océano en la penumbra, no se podrán olvidar ya, jamás.

Este es otro vaquero más entregado a la causa y los principios, que comienza con otro duelo y con la misma perspectiva salvadora de la primera entrega, o una voluntad tutorial a prueba de láseres. Aún sin parentesco ni raza, en la simple apariencia... nada más, porque en el corazón cabe el de todos.

Entonces ha caído en el caos futurista, el clon de Clint Eastwood... solamente en las botas de andar por nave y el sombrero volteado sobre los ojos. También en el carácter que va siendo ablandado paulatinamente, con las diminutas ocurrencias, hasta fusionarse con la piel verdosa del pequeñajo. 

Un ser tan cercano, como gutural. Próximamente restablecido en el pasado, o presente, con el nombre de Grogu, gugu tata (tataraespecie nieto de otro). Nada que ver con Gregorio, sino con una posible onomatopeya atragantada de otro muñeco de felpa, el simpático reportero dicharachero con G de Gustavo, un batracio de otras épocas. Muñeco con hambre de amistad y amigo de los más jóvenes y de Peggy. Aunque éste es algo mayor, sin embargo, conserva un carisma inocente que nunca envejece, un maestro para la infancia.

Ahora el Camino, en este segundo encuentro o viaje, está salpicado de nuevos peligros que se ven enterrados o pululan por el espacio exterior, en forma de etapas. Son pequeños homenajes por capítulo a otras referencias de la literatura o el cine de ciencia ficción, salteadores y tiburones de arena, temblores causados entre las Dune´s de Tatooine, asaltadores de diligencias con sabor a carreteras apocalípticas o corsarios que entregan almas a los diablos de las profundidades... Entonces en el hiperespacio, saltando constelaciones a mayor velocidad que la luz, se nos recuerda que, los inicios fueron enmaquetados, sobre los elementos cinematográficos de la saga más extensa de la galaxia (quizás excepto Star Trek, hasta ahora), que asemejaban abordajes piratas entre las estrellas y viejos escuadrones casi suicidas, de otras batallas.

También emergen las fauces de agujeros abisales, con exhalaciones fétidas que rememoran a la mitología de los dragones y héroes debilitados, esperando las ofrendas de los humanos en sus cuevas o la debilidad de la bestia. Pero, esa es una mínima circunstancia en esta historia, compendio de arcaicas leyendas sobre el poder, el eterno enfrentamiento entre luz y obscuridad, o sobre todo, la cercanía sentimental, a flor de piel, humana o quién sabe. Sobre fidelidad y la esencia de la amistad.

La Cruzada del Cosmos.

Posiblemente sin buscarlo, o no, una cruz sobre la visera del casco. Una poderosa lanza que atraviesa cualquier cuerpo, incluso de un padre o un hijo, de índole y sangre arturiana, son ejemplos de la nueva cruzada. Son indicios de una sonora batalla en el universo Starwars, que es la vieja entre el Imperio y la nueva República, embarcada en sus magnéticas e incansables cabalgaduras, destinadas a recorrer grandes distancias en un abrir y cerrar de ojos, o de cortinilla fílmica.

Otro objeto del deseo... se trata de una espada con cualidades excaliburianas, que sostiene los cimientos de una saga de guerreros y mentes mágicas o poderosas, contra el mal. Hablemos de Morgana y Merlín. El blanco y el negro...

La independiente tribu de los Mandalorianos, se puede asemejar a aquellos héroes comprometidos, o a otros viajeros inolvidables, los de la Comunidad del Anillo, del maestro J.R.R. Tolkien, con su compañerismo y virtudes a prueba de sable y fuego, contra esos excesos de obscuridad. Excepto en algunas ocasiones lejanas y muy espaciales en el tiempo, o especiales como la mirada entrañable de un acercamiento paterno al vástago adoptado, joven aprendiz de brujo. Los hobbits y el gran mago.

Una ranita midicloriana enclavada en la Roca, ésta de la visión. Al encuentro de sus legítimos tutores o familiares de la Fuerza, que pertenecen a esa especie de magos todopoderosos, de los que formarían parte Saruman o el fumador impenitente entre blanco y gris, del imaginativo Gandalf.

Una novedosa versión cósmica de aquellos clanes poderosos de la Tierra, media entre guerreros de otra época, con sus poderes mentales, ahora en versión Disney... pero graciosa igualmente e ilustrada emocionalmente, que pulula por la memoria de primeros encuentros con la saga, mediante novedosos 8 capítulos... como octavos viajeros del recuerdo. ¡Cuidado con las visitas inesperadas!

En viajes febriles, aquellos días míticos de Camelot o la Tierra Media, las mentes enfermabas con trucos y tenemos encontronazos taimados o silenciosos, con el ojo invisible. O batallas épicas con verdaderos demonios negros de velos enrojecidos, mientras en el trasfondo reside la conjura de amigos y el carácter paternal del brujo o sofista griego, por sus queridos aprendices. Bajitos en la búsqueda de la lectura prohibida y el conocimiento del mal absoluto. Unos aprendieron y otros no, cayeron en la profundidad o la sangre.

Pocas palabras de cruzados hambrientos de aventuras y respuestas, de hambre de minúsculos estómagos agradecidos con el humor, en busca de saciarse de pícaras ocurrencias de lazarillo, de Tormes verde, anónimo. No tomates verdes en el recuerdo, sino Iodas enrevesados en sus expresiones, como lenguas extrañas en continuo desarrollo, gemidos de aprobación u ofuscación divertida. Frente a levantamientos hercúleos con la mente, de parientes de dinosaurios monstruosos y encaramientos con alienígenas de otros terrores cinematográficos. Esposas de Montecristo.

Pues, en esta cruzada moderna, aunque clásica y universal, entre el imperio de las sombras y los caballeros de la mesa Jedi, existe una cruzada más personal. Larvada con mecanismos secretos de pollos hermanos oscuros como el pensamiento de Moff Gideon y su sable. Esta es la otra vía de la fuerza, del poder invisible del anillo y, tan atemporal que reaviva (tras vaqueros espaciales) las antiguas películas de aventuras piratas, las de familias feudales en el caótico Japón o la China ancestral, resquicios con otros mundos de caminos tortuosos literarios o libertarios, y los universales mitos de caballería. Qué bien conocemos, querido Sancho.

Hola, he dicho brujería y fusión entre naturaleza y metal tolkiniano, sombras de la segunda guerra mundial... ¡pues también!

Vaya cruzada mágica, nos espera... ni los gritos se oyen en el espacio.

Mundos Alternativos o Paralelos.

El Bien y el Mal, dos términos engendrados en tiempos tan remotos, como la profusa mente. Inabarcables, nos visitan con las expresiones artísticas infinitas, formando un conjunto de rivalidades ancestrales. Que se pensaron, escribieron, pintaron o filmaron, hasta conformar una saga de consecuencias inalterables, filosóficamente hablando. Se extienden hasta los confines de las galaxias, conocidas, históricas o legendarias.

Dentro del universo creado por George Lucas, coexisten ambas, ramificaciones del pensamiento o la mitología mágica, como lágrimas finales. De respeto, que resbalan por las mejillas de un ser excelso, acercándose a la singularidad de otro inferior. El mantra del creador, golpeándose desde tiempos remotos, entre sí, hasta la traición, la venganza y el óbito.

Remontándose a época de celtíberos y otros numerosos pueblos, las culturas fueron entrechocando como meteoritos durante la formación de los infinitos planetas... pasando del Bronce al Hierro, y de éste al infinito, a la infalible llamarada láser de Star Wars. Donde las luchas de clanes, se reproducen mortalmente hasta la especialidad ascética de dicha dualidad, con cuerpos segados.

Aquellas antiguas órdenes, antagónicas o caballerescas, también ilusorias según la perspectiva de la ficción, escondían en muchas ocasiones sus rostros, los protagonistas esenciales. Se camuflaban con emblemas sagrados o leyendas escritas en sus libros, pronunciadas como referentes o sentencias de vida, de una casta o pueblo. ¡Ese era el Camino!

Descripciones genealógicas grabadas sobre estandartes o escudos, ocultos sobre anillos con dones extraordinarios, reflejando los colores y la entidad de sus parentescos, familias o razas. 

Otras arrancadas a golpes, como facciones extraídas del todo. o una roca. Que inician una guerra, entre la creencia teológica y el vasallaje de los castillos, el poder de dos términos. Batallando entre iguales o no, por unos ideales o axiomas territoriales, que fusionaban la supervivencia del grupo con los intereses personales o el absolutismo, cayendo inocentes bajo un yelmo. Otros encumbrados  vendrán en el futuro, pretérito oscuro, como llegaron Lord Vader o Darth Sidious, durante las guerras clon y la extinción, casi total de la Orden Jedi. Acordaos del Rey Conan contra sus enemigos...

Mundos alternativos son los movimientos mandalorianos que observamos, maestro. Al igual que los ecos de los celebérrimos jedis, en correspondencia artística con enanos y elfos. Alrededor de los mundos de Tolkien, observamos personajes como vigorosos herreros con su artesanía de guerra o la magia de sus increíbles maestros, orden de telépatas. Mitos de la literatura infantil o juvenil, cuya fuerza reside en la natura y la conciencia común, que parece hoy, inabarcable tras la pequeña y borrosa leyenda manuscrita en el anverso de un anillo dorado. Cuevas, gargantas, monstruos...

De la misma forma, adyacentes, otras singulares familias y trágicas historias, surgieron en batallas reales e históricas, que conformarían la mitología heroica, o la semilla negra, que se sembraría por una parte asolada de la galaxia, conocida como Europa.

Paralelamente, alrededor del mito se fue ejecutando el ritual y la creencia versiculada, las conexiones con la sombra del medievo, las cabalgadas a tierra santa en busca de objetos esotéricos o sagrados, cantos celestiales que se elevaron desde las antiguas pirámides... hasta caer en un agujero negro. Esa es otra leyenda que ya contaré...

Que el duelo a ras del Ok Corral, entre Pedro Pascal y el gran Giancarlo Esposito, es algún tipo de salto temporal de otros retratos... lo sabemos. Este excepcional vaquero silencioso, reconvertido en guerrero contra el todopoderoso Nigromante, luz vs negritud, es sincero. No se necesita de más máscaras para tal grado de enfrentamiento artístico... algo singular como un torbellino, que puede emerger como cualquier fuerza elevada. Bien por un filo irrompible, una mano cortada o bajo una piel, aún no tan arrugada como la conocimos entonces.

Capítulos 16, de Gran Aventura.

Desde el primero de cada sesión, nos vimos cara a cara con los monstruos, toreando o saltando entre dunas, derribando al minotauro en el laberinto del desierto o saliendo del vientre de un dragón, escupefuegos... o algo más corrosivo. Qué se lo pregunten a Ridley Scott...

Entre cuentos de ballenas y muñecos de madera, versamos dragones en una trilogía de cavernas y leyendas, pasando por entregas piratas o la muerte azulada en el Caribe o arañas radiactivas que atacan jóvenes intrépidos en los bajos de Mordor, o caídas en la obscuridad. Son recuerdos de nuestros temblores cinematográficos, miedos alienígenas, guardianes flamígeros de tesoros y resonancias míticas con San Jorge, abordajes al estilo salvaje de Mad Max y otras bestias de la ciencia ficción... nuestros queridos amigos, los droides. Androides o elementos con ruedas.

Entre caballeros andantes, The Mandalorian no es único en su especie, porque se ha comprometido con una causa perdida de antemano... la tranquilidad. La cautividad de la maldad, a pesar de que los multiplicados stortroopers, no hacen más que ponerse a tiro, sin ningún acierto por su mano. Cosas de la resistencia y la rebeldía, de los héroes. 

Salvo excepciones tipo Juego de Tronos, donde Mr. Pascal, ya manejaba lanza y modales... Durante los primeros 8 de la primera temporada, se estableció el acercamiento sentimental entre dos especies tan divergentes, como el Mando y Grogu, otro enano característico, que en estos siguientes, han fortalecido lazos entre ellos, hasta hacerse uña y carne. Estiletes cerebrales o lanzas, frente a la negra espada.

Pero en primer lugar, los antiguos directores y nuevos como el mismo Carl Weathers, Peyton Reed de la saga AntMan o Robert Rodríguez (amante de la frontera en su saga El Mariachi), nos retan a un duelo inicial, entre lanza-cohetes y escupideras.

Por consiguiente el western de los primeros, no se ha ido del todo. La resultante es una aventura excitante, a veces sucia como un basurero espacial, emocionante como una amistad o heroica como un pilotaje de caza. Atemporal como aquellos encuentros con la tercera fase en 1979, cuando no conocíamos a Obi Wan, Solo o Skywalker´s...

Fuimos a los cines en comunidad, para visionar una incógnita que nos mandaba dioses escandinavos del cielo, causantes de tormentas de fuego y apocalipsis, Beowulf´s armados para el combate monstruoso, viajes al más allá emocionales, hoy como viajes de regreso al pasado, ajedreces de piezas imaginativas. Hacia el abismo de rescates en calabozos, contra robots y voces infernales, que asemejan espectros oscuros como Nazgüles, balrogs y boxeadores cibernéticos, que te aplastan contra la chapa del ring. Cíclopes mitológicos con John Leguizamo, peleas tarantinianas junto a Diana Lee Inosanto o Morgan Elsbeth, metal entrechocando con chispas o iones... orcos gladiadores y saraos voraces, asaltadores de locomotoras y fortalezas en las alturas, aprendices de mago (Mouse/Grogu conection) sin escoba. Maestros invisibles... hasta ahora.

Todo ser, de diferente credo, raza o condición, en su respectivo versículo o cuadro del tablero, o en el interior de una particular leyenda, conviviendo, golpeando y cabalgando entre un conjunto de estrellas, que es gerundio tolkieniano.

La Comunidad del Jedi.

Si se emparenta aquel derrotero bélico y sangriento de la mitología, con las familias enfrentadas en el Camelot de la norteamericana y contemporánea, CasaBlanca; entonces, el trono sería una ubicación ostentosa, a ocupar en el futuro próximo... sin conocer limitaciones, ni excesos. ¿Quién sería la Dama del Lago...? ¿Habrán berserkers y sus fuerzas estimuladas... y pictos salvajes?

En próximas comunidades televisivas, ¿habrá triángulos amorosos...? ¿Existirá un posible Arturo, algún fiel Lancelot o la ofuscada Ginebra...? Nacerá algún vástago odioso, hijo de King Arthur y la nigromante Morgana, puñetero Mordred y su lanza insertada en el corazón... ¿Se venderán Pollos Hermanos o drogas de diseño para caballeros andantes o religionarios sin fe...? Permanezcan en sus tronos hogareños, atentos a las pantallas.

Para ello, vamos a necesitar toda una amalgama de personalidades contrapuestas, rivalidades heterogéneas o variopintas. Con variantes drásticas, románticas, no amorosas ni sexuales, que transforman la rivalidad en respeto y la confrontación en apego. Una teniente O´Neall con cara de Cara, de Duna extraterrestre.... el recuperado Boba de Temuera Morrison y de las praderas de Mandalores,y su compañera de armas tomar, la Fennec Shand de Ming-Na Wen, el primero próximamente en Aquaman 2 y ambos en otros libros... cercanos como el principio del fin.

... Las naves y corazas mandalorianas con formas valquirianas, no a ritmo de cabalgata aquí, como en otros mundos, comandadas por Katee Sackhoff como Bo-Katan Kryze (que ya estaba en el ámbito de Riddick), espíritu femenino y combativo de Búhos Nocturnos, al poder; la Ahsoka Tano que mece la cuna  y la fuerza de Rosario Dawson, incapaz de la mayéutica pero no de las hostis, próxima espía de la Alianza Rebelde en serie... El prisionero que fue la voz cantante del indultado por Navidad, el Mayfeld del actor Bill Burr... Nevarro y su marshall sin estrella, invitado espacial por Timothy Olyphant, como del malo (esta vez de carne y hueso) con Michael Biehn. También coexisten otros nombres propios, un secuestrador estrellado, un doctor van Pershing puede que arrepentido con un Omid Abtahi recién salido de American Gods.

Batracios con huevos, simpática voracidad de lazarillo hambriento, más otros potenciales de dolor congelado y sangre hirviente, recordando que Disney avanza una nueva serie titulada Alien, confeccionada por Noah Hawley (creador de Legion y Fargo), he dicho... Cuadriláteros entre mafiosos salpicados por la corrupción, la piedra o monólitos de Tython, droides con viejo sabor a añoranza, la Razor Crest por los aires, mandos imperiales que se van al limbo, las acorazadas Juggernaut y los stormtroopers en moto voladora, abordados en esta nave tripulada por el miedo... a velocidad terminal, también, carne de cañón de láser... todos. Ante el precipicio, como Indiana y los nazis. La Fuerza y su contrario.

Por supuesto, sin descubrir nada a noveles o aprendices de jedi, vamos a recordar la nostalgia y la Fuerza de otras entidades, la medida de todo, en el futuro de las producciones Disney, en la imaginación de nuestros cerebros, u otros más mágicos... quizá oscuros o teñidos de rojo. Hasta redescubrir que el posible Santo Grial, está en manos de dicha creciente comunidad, bajo los ojos negros de un solitario ser. Medio arrugado visionario, achuchable cuando levanta esas manitas al cielo. Un paradigma entre el bien, y el mal.

Son las familias diversificadas de Mr. Tolkien en plena galaxia, el ojo en llamas, intangible como la amenaza apocalíptica. O la mente del aprendiz de brujo, a más de 50 años de inocencia distante de su maestro de carne verde.


El Jedi puede resultar, un ser amoroso, una identidad superior supeditada a la resistencia de la humanidad, un caricaturizado compromiso de amistad, como lo fue el Mando/Lanzarote respecto a los suyos, aunque tuviera otras complicaciones respecto al corazón. Se reblandece bajo su aparente coraza de guerrero invencible, retratado por animaciones eternas, de una serie de storyboards que hará leyenda de la televisión.

Esta pequeña y elegida comunidad de héroes, se está haciendo gigantesca y homérica, como el infinito de nuestras conexiones temporales o emocionales; más allá del rancho grande de Mr. Lucas; la música envolvente y divertida de Mr. Göransson; del estilo animado de Mr. Filoni y el arrojo creativo de Mr. Favreau; de la producción aventurera de Miss Kennedy desde aquel arca de Spielberg; de las interpretaciones hasta la última toma, que impactará en las conciencias como las lágrimas oxidadas sobre un metal atacado por las tinieblas del tiempo. Otra vez Bryce Dallas en la dirección, antes de meterse en Jurassic World III.

Dejamos con ellos, hasta próximos contactos de última generación gráfica, tiroteos en riscos cortantes, personajes típicos de western espacial pululando por arenas movedizas del desierto, pueblos fronterizos entre el feudo y lo fantasmal, la mar salada y el espejismo de naves metálicas, especies en peligro de extinción tatooina, saltos orientales de aroma a Quentin de chinos, encuentros en la fase pirata o la autopista, xenomorfos con el poder arácnido de Tolkien, terminators como Jinetes Negros, enanos que crecen hasta convertirse en figuras parentales y hobbits encadenados para extraerles su poder M. Puños hirientes que aplastan tu cara sobre el amasijo del televisor... Hálitos tan ennegrecidos que destacan ojos inyectados en rojo y odio, endiablado como el del transiberiano. 

Mutan nuestra pasión y recuerdos, en sincronías cardíacas de scifi de una generación... unida a otra. Es decir, una devoción cinematográfica... que pasa de padres a hijos, y más.


Este es el Camino... ¿A ver quién es capaz... de encontrar un muñequito de moda, Grogu para los amiguetes, en una noche de próximos Reyes o Magos...? Como diría Schwarzenegger, Conan para más amigos en su trono de padre, resistente o cimerio..., ¿Kenobi, Mando o Boba Fett, Merlín o LS?

Es evidente, aunque para gustos, las diferentes especies que habitan el universo, o no... Nuestra sangre confluye con la de estos personajes de The Mandalorian.

Si el Mandaloriano es la novedosa luz del western o los caballeros de armadura con sus fieles escuderos o bellacos, Grogu es el Grial de esta leyenda artúrica. La espada clavada en la piedra de la Visión, en la isla fantástica de Avalon... Que no la de Bryan Ferri, que es otro cantar.

Es una serie con energía catártica, nostálgica cinética para los ojos ígneos del pasado, y el presente, un lema similar para gobernarlos a todos, o arrodillarlos en la pretérita obscuridad, como un guante que rodea un gaznate y aprieta a su víctima... levantados en vilo por la Fuerza inconmensurable de Star Wars... Hasta la siguiente lucha, entre 10 posibles manda... candidatos... Posiblemente, por el Trono... Aunque eso será el camino... a otra temporada, o libro.

Quizás, la del caballero Perceval y el Rey Pescador... ¡Hasta nueva Orden!


Cinemomio: Thank you

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