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lunes, 21 de octubre de 2019

What We Do in the Shadows (Season I)


Hincando el colmillo al humor.

Si ya es complicado históricamente, hacerse un hueco dentro de la industria del cine norteamericano, llegar desde un grupo cómico perteneciente a una remota región neozelandesa, podría considerarse como un pequeño milagro. Si es que éstos existen para un defensor de los rasgos diferenciales y la libertad, como el escritor y director Taika Waititi, considerándose un isleño judío divertido, con rasgos característicos de su tierra natal. Proximamente con intenciones star-warnianas sobre la serie The Mandalorian, protagonizando el mundo virtual de un Free Guy dirigido por Shawn Levy, como Korg en el universo marvelita de What If...? y Thor, Love & Thunder, o el universo DC de The Suicide Squad.
Su apuesta por la comicidad irreverente es marca de su espíritu infantil que, incluso podría haberse convertido en una especie de sepultura o encerrona conceptual, hacia su carrera futura como director de cine... Gracias a Drácula y su humor característico, sólo sería un pequeña y molesta estaca, alrededor de su conciencia y los bajos estímulos, convirtiéndose en referente. Hasta quedar circunscrito a Akira y Neo-Tokyo de Katsuhiro Ôtomo, si no hay una postergación permanente...

De niño, la joven promesa del humor e inquieto Taika, pareciera destinado a cierto histrionismo de capa y colmillo, satinado de intenso color y gags desternillantes. Además su familia de origen maorí, le otorga libertad de expresión para desarrollar su capacidad imaginativa a unos niveles incomparables y confiere de cierto gusto por la diversidad cultural, la comedia sin fronteras o los derechos humanos. Sus estudios de arte dramático, son el empuje para salir del ataúd o su delimitado territorio, hasta alcanzar el ser o no ser, en una compañía teatral durante la época de los 90.
Después extendería sus dominios inventivos y catárticos con el éxito y la respuesta favorable del público neozelandés e internacional, gracias a una participación dentro del dúo humorístico The Humor Breasts. Junto a su compañero de letras, respuesta argumental y expresiva de Jemaine Clement, para reírse de ciertos estereotipos sociales con sus vecinos australianos o esta rigidez mental de nuestra sociedad, que nos conforma más inhumanos e incoherentes. Cambiando sonrisas deseadas por colmillos sangrientos, nada de humor por cierto, se convierte en una elipsis cada vez más alienada de nuestra triste historia...

... o vampirizada, según se mire. Si es que eres capaz, de ver tu propia y lúgubre sombra, en el reflejo del espejo o los propios deseos.

Sonrisas...

Mr. Waititi, pasó un tiempo ordenando sus siguiente vuelos imaginativos en el horizonte de la sonrisa. Preparando sus pasos aún completamente indefinidos en el papel, hacia la interpretación, la provocación medida y la comedia desmedida. Entre afilada e inteligente, como sería demostrada desde su etapa de estudiante.
Su caso parecido a otros sonados personajes en tiempos remotos, pongamos un infatigable Charlie Chaplin y su defensa de los pobres o desangrados sociales, le transforma en todoterreno del espectáculo y un hombre especial para el siguiente gran salto cinematográfico. Su mente privilegiada para el sarcasmo en todas las categorías, además de imaginativa interpretación de las cosas, le transforma en exponente independiente, como no podría ser de otra forma para un director nacido en la bonita localidad costera de Wellington (en la región este de Raukukore) como Taika, su compañero ideólogo Paul Simms y compartiendo nacionalidad con el director de la serie más esotéricamente vampírica, Mr. Clement. Amigo de tablas, arterias natales y sarcófagos sutiles, todo con supervisión y producción de Defender Films / FX Network, con la emisión succionadora en HBO.

Waititi y Clement, infunden su desparpajo paradójico y tranquilizador, con el mundo contemporáneo, a través de una estirpe de condes de sangre azul, o no sangre, con una serie de personajes extrovertidos, que no persiguen esa tradición comercial de cierto, Hollywood moderno y su vacuidad narrativa. Sino que ambas personalidades, se mueven por otros caminos sugerentes, más cercanos a una respuesta apropiada con el posicionamiento personal del creador, sobre la vida o los bajos instintos, y el humor.
El director suma esa faceta escatológica (con límites), a la actividad como escritor irreverente, músico distintivo y humorista, con tendencia al surrealismo irónico, que pertenece a una generación de jóvenes neozelandeses. Pero Taika, además reproduce en sus representaciones teatrales, películas dramáticas y movimientos en redes sociales como twitter, una figura diferencial y demoledora, respecto a los males que rodean a los seres humanos.

Dando un punto de vista diferente a la generalidad del humor, con un tinte sutil y directo, altamente hilarante, ¡vamos una auténtica gozada para los sentidos! Especialmente el referente al batir de quijada o mandíbula batiente... Waititi, poco después, sería nominado al premio Oscar por su cortometraje Two Cars, One Night, relanzado por la cinematografía satírica, con una recordada aparición en el filme "humo-rado", titulado Marihuana: El Sótano Maldito (1999), que anticipaba su trabajo en series como The Strip o Radiradirah. Y por consiguiente, un salto desnudo al precipicio de la imagen, que le catapultaría al éxito mundial y a la dirección con el largometraje Eagle vs. Shark o Boy, récord de recaudación en tierras neozelandesas. Y fuente futura de argumentos sexuales en su inquieto corazón...

Todo quedaba listo para sentencia, con los lobos aullando a sus puertas, ante el gran tribunal de actividades no humanas, marcado por la huella de su pasado humorístico y desbordado por su imaginación. Unido a Clement y otros que creyeron en sus condiciones de superhéroe fílmico, con gran parte del público de su parte, excepto las estacas de marvelitas radicales. Daría el paso a la conquista de la nación norteamericana, gracias a su excepcional facilidad para ejecutar bromas inolvidables y rotundas risas en el espacio, salpicadas de martillos irrompibles del universo Marvel o estas otras relaciones de ultratumba. Que es de lo que trata este comentario y el producto vampirizado en cuestión.
Así, ha llegado a sobrevivir a las críticas irascibles o exacerbadas, con más hilaridad que sobrepasa fronteras, desde aquellos movimientos heroicos de Norteamérica con cierta deidad nórdica, tan de moda gracias al lavado de cara de los Vikingos, a la incontinencia verbal de un jovencito expresivo e inolvidable, junto al fantástico Sam Neill en A La Caza de los Ñumanos. O mejor dicho, Hunt for the Wilderpeople, a la caza de la gente salvaje o rústica, con corazón en el pecho... muy recomendable.

Del bosque a otras selvas, saltando sobre las alfombras rojizas como la sangre, del Festival de Sandance al de Toronto con la película JojoRabbit (aún no estrenada en España), y su particular interpretación del holocausto y el pensamiento radical. Con Scarlett Johansson de protagonista, construyendo una odisea contradictoria, entre el horror o la violencia, y la inocencia de la juventud o el amor, a través de los ojos de un niño. Reservándose el propio Taika Waititi, un papel imaginario frente a la propia sombra, salpimentada, alargada y mortuoria del verdadero Adolph Hitler. Seguramente muy ´especial` como aquella versión de Chaplin y su baile con el mundo.
Pero, esa es otra historia sangrante que ya llegará a las salpicadas pantallas de la actualidad política e histórica... si es que sobrevivimos a la tensión acumulada de nuestros días y la acidez en los colmillos.

A la Sombra del Humor.

Realmente, lo que me ha traído a esta mansión, "encantada" de conocerte... es la extensión palaciega y televisiva de su historia más fantástica. Se trata de aquella película que observamos con los huesos desencajados bajo la expresión, What We do in the Shadows o Lo que Hacemos en las Sombras, y la satirización vampirizada de aquellos cuatro desafiantes chupasangres, con la pareja reservándose la cata de algunas vírgenes en la pantalla. Es decir, la identidad, la diferencia de clases, los grupos enfrentados, el dolor y el sexo, las leyes o el poder, los recursos malgastados, que derrochaban gags impredecibles entre colmillos de crítica y determinada realidad periodística o documental. Aunque chorreando diversión a raudales sobre la gran pantalla.
¡Queridos Ñu-manos asilvestrados, ricos en oligoelementos, cuidado con estos elementos insólitos y su tendencia a sacrificar rebaños!

¡Vampiros...! Esos seres solitarios, de aspecto azulado y condición heterótrofa, con tendencia a la introspección sarcástica y aquellas históricas prácticas de la Edad Media, después recopiladas por los escritos de la Literatura Universal de Terror.
Más comunes con los seres humanos y sus miedos recalcitrantes, u otros acólitos sibaritas de diferentes épocas, que defendían su estirpe sanguínea, con estocadas y demás zarandajas, descuartizaciones a parte... Fueron modificando sus límites veraces, hasta la fantasía, hasta la condición caprichosa debido a su necesaria alimentación y la creación de un nuevo imperio, de no muertos. Zombies de la región norte o carpeto-vetónica.

Además, pudimos comprobar su pasión refinada por las artes, por la belleza del cuerpo humano y la hermandad intelectual, que los hacía superiores o de una casta inmortal. Como los reyes o los representantes nobiliarios, pero en crítica racional, maleable y depredadora.
Representado en imágenes inolvidables, las más variadas y orgánicas actividades, supuestas a su género diabólico, incluida la incontinencia verbal. Y por supuesto, la elevada vida sexual de sus principales representados, que nos invitan a soñar con otros tiempos y hacen carcajearnos hasta los tuétanos o hasta casi, hacernos caer de muertos. Ahora la serie, se traslada a la Gran Manzana mordisqueada, rememorando a sus viejos caudillos del humor y la sangre, emprendedores de hematomas ajenos en el cuello, asaltadores de vírgenes y ridículos hombres lobo, conocidos como Vladislav, Viago, Deacon, y el viejo Petyr... Los cuatro fantásticos de la carcajada agónica. Justo antes del penúltimo vómito de sangre.

Sombras, hemoglobina y sexo, sensaciones de andar por mansión pizpireta y lujuriosa, al borde del fluído. No ridiculizando sin sentido a los personales literarios que fundaron su imperio salvaje en nuestras pesadillas, que nos atraparon en nuestra juventud entre sus afiladas garras, a base de mordisquitos en sálvase la parte deseada. Sino sumándose a su capacidad extravagante para hacer el humor, que no la guerra. O tal vez... poniendo las cámaras a cualquiera de nuestros barrios o ciudades en llamas, para dar un toque en el sarcófago particular. Realidad para criticar, y obras satíricas para celebrar en manada.

... Colmillos.

Lo Que Hacemos en las Sombras, fue una dentellada salvaje a la perspectiva humana, apostando por un fino y, a la vez, escatalógico humor de pasiones, no demasiado invasivo ni gráfico. Elaborado a la medida de sus inteligentes fanáticos, desde su respuesta crítica y coprotagonismo estelar conjunto en el cine.
Transformándose en un aleteo, en un verdadero descubrimiento de nueva comedia, (basada en aspectos de películas cómicas sobre monstruos, pongamos a Abbott y Costello con sus encuentros fantasmas), ahora e una extensión producida por Taika Waititi y esa dirección retroalimentada por Jermaine Clement. Enseñando los colmillos sobre nuestras conciencias y la historia mediática de nuestros queridos vampiros del pasado.

La serie está amoldada a otras efigies reconocibles del terror sobre los seres infernales más fotografiados, a través de un cóctel explosivo de extrañas costumbres, que los hace más comprensibles entre nosotros, con sus creencias filosóficas, religiosas o querencias al epicureismo socializado. Conglomerado estratificado sobre una estrategia argumental pálida y sencilla, en apariencia...
Dicho de otra forma, sin tanta verborrea a lo Anne Rice, más bien compuesta por miradas ´murcieguiles` de entretiempo y ante la modernidad de una cámara testigo, con estilo de ficticio documental. Y pequeños puntos de acción o efectos especiales, que están bien estipulados en el sentido de su humor antidepresivo.

Nada de excesos... o sí. Pues existen pruebas determinantes de escándalo sexual o derramamiento sanguíneo, escandaloso condimento sanguíneo que hace referencia a las diferencias o estereotipos sociales, la judicatura y la organización "política". Pasadas por el tamiz y el sentido cómico de la pareja creadora, con incongruencias físicas de sus personajes afamados o sus ilustres visitantes, llamando a la ventana con perversidad.
Tampoco mareos desproporcionados por la altura de miras, excepto los producidos por estos representantes magnéticos y sus travesuras en nuestra globalizada generación. Como cabezas representativas o colmillos preparados para la carnicería, gracias a un Real Espécimen de derrames humorísticos y bajas pasiones sofocadas, una pareja hambrienta con nuevas experiencias genéricas o esclavizadores, un antepasado con tendencia a la dictadura vampírica de sus ancestros, un exprimidor gráfico de los sentimientos y la soledad, o las lecturas nocturnas de cama y declaraciones de un lacayo literario de Bram Stoker. Esto es, un ser magistral, dispuesto a dejarse diseccionar social y personalmente... digo, ´ordeñar` por estratos determinados. Ni lo sueñes, Colin Robinson!

Cosas que hacer en Staten Island...

Los usos y costumbres de una gran ciudad, casi atípicos, entre estos personajes confeccionados por una pareja de hecho humorístico y pechos ungidos, por los maoris se sangre real Waititi y Clement (intérprete en las próximas entregas de Avatar); está condicionados por los recuerdos, de todos aquellos mitos que abastecieron, de alguna u otra forma, la imagen de típicos desventurados sobre la enfermedad o la locura, de la oscura Edad Media.

Convertidos en strigol rumanos de los Cárpatos neoyorkinos y barrios adyacentes, en recorrido circulatorio y pendular, con su posterior atavismo bestial, transformados en sugerentes criaturas de la noche. O esta inconmensurable versión no-muerta, que alterna por clubes nocturnos, en busca de doncellas como la condesa sangrienta llamada Elizabeth Báthory en sus lascivos baños y tiempos. O los ritmos calientes del embriagador emperador, con su sistema de mano de obra y el ardor guerrero de Vlad Dracul. Un Empalador patriótico entre Valaquia y la cinematográfica Transilvania, que vendría para ser un referente de la cultura moderna.
Aunque su representación bufonesca, no agreda, más bien, redondee los conflictos entre estos seres arcaicos y la sangre adocenada de los seres humanos contemporáneos. Ya convertidos en esclavos o seres algo descerebrados.

Si en el pasado, los vecinos de esta divertida Rue 13 del Percebe sangriento, estaba constituida por el actor y productor Jonny Brugh, Jackie van Beek y Ben Fransham, más los miembros divinos, Taika Waititi y Jemaine Clement; hoy se visten con las telas de la variopinta inmigración con Matt Berry (Laszlo), la libidinosa Natasia Demetriou (Nadja), el fichaje invisible de Beanie Feldstein (Jenna), Mark Proksch (o Colin Robinson alias vampiro emocional), son fan de Harvey Guillén (el gran Guillermo) y demás visitantes invitados al akelarre de risas. Son algunas sorpresas demoniacas que despellejar, como al disfraz de Doug Jones en el ecléptico y dicharachero, Baron Afanas.
La oportunidad para dos directores más, de cuatro capítulos inmortales en sacrilegio consentido del Séptimo Arte, como Jackie van Beek (Wellington Paranormal) y Jason Woliner (The Last Man on Earth), que graban episodios concentrados y no dejan nada al azar ni a la sombra de la hilaridad. Sensaciones indescriptibles de hilaridad en todos los capítulos y chistes, sobre crepúsculos de purpurina, manadas, fornicadores o meones, u otras gaitas mañaneras tras la fiesta. Toc, toc, estás ahí... Señor Nandor? Le traigo una aspirina para su resaca...

Sin embargo, el temario bélico y aciago del contexto histórico de aquellos violentos personajes, se ha redefinido a los nuevos tiempos y el posicionamiento de su ilustre dúo humorístico. Llegando a construir un imperio de hilaridad social, constante de refinamiento gótico y otras aptitudes sociópatas, de ayer y hoy.
Atrayendo sus ideas, haciéndolas rebotar con suavidad, rescatando las características de la filmografía de Taika Waititi como director, irreproducible e insustituible, debido a las confesiones más sangrantes y personales, con la sociedad norteamericana y mundial, en general. Alucinaciones perversas, frente a la imagen del emigrante o el distinto, la soledad o la amistad, los consejos sangrantes, las bandas territoriales de los USA, las ideologías extremas y la paranoia alienante, que nos convierte en islas incomprendidas. Así como la mentalidad enfermiza del poder absoluto, las cambiantes leyes según los intereses de unos y otros, la comunicación indivisible entre masa social y medios, la esclavitud laboral y mental, la endogamia y el hedonismo parasimpático... o cualquier otra inmortal inclinación por la dominación del prójimo. O no Guillelmo...?

Por supuesto, con un grado de sarcasmo existencialista, de nivel inalcanzable... sobre todo, si no consientes en las alturas, el abrir tu ventana. ¿Has dicho, Pantalla...? Grrr, sssh!

La Sentencia.

De tal forma que, recomendable es poco, tanto filme como producción televisiva. Con tantas sonrisas como colmillos adiestrados, estarán ante un increíble oportunidad para acercarte y conocer la piel, sin brillantina, de sus divertidos protagonistas. Nuevos rostros, que nos llevan volando de las aquella blanquecinas sábanas del cine a las controvertidas penumbras de la televisión actual, y la asilvestrada actualidad. Vampiros y esclavos todos, de nuestras propias vanidades.

La serie What We do in the Shadows, significa una experiencia catártica, contagiosa y epidérmica del humor inteligente, que vimos en el pasado o las sombras de aquellos otros camaradas o inquilinos. También un confrontamiento, basado en las bajas pasiones de hombres y mujeres, con sus diferentes perspectivas, a través de distintas épocas que convergen en la actualidad. Sin hacer demasiada sangre, de momento en la primera temporada, cosa por otra parte de agradecer.
Muchos son pensamientos frugales o estereotipos, que rescatan un discrepante ecosistema protegido en el tiempo antiguo, de personalidades masculinizadas, con gustos refinados o no, paradigmas sociales y arquetipos humanos, que pululan mascullando alrededor de los tópicos.
Condicionados por sus cuatro personalidades exclusivas o mágicas, más varias distópicas de nuestros días, sazonando un menú de gourmets un tanto tragicómicos y ectoplásmicos. Algo que recuerda en parte, a esa estructura sofisticada o clasista, después más evolucionada de los libros de Anne Rice en Entrevista con el Vampiro y el underground, pero caricaturizada hasta el hazmerreír más sorprendente y lascivo.

Más la mezcolanza satírica, de la vecindad hemoglobínica y cultural, tan profunda como superficialmente decadente de Sólo los Amantes Sobreviven de Jim Jarmusch. Eso sí, con un gran chorrito acrílico de cachondeo racial, entre brochazos institucionales y generacionales, entre ataúdes señalados por la necesidad y lentes de apropiación de vidas, of course.
Al igual que el terror clásico, surcó océanos de tiempo para encontrarse con su entregada amante, el humor de Taika W. (a sus espléndidos 39 y alguno menos en la mente) y Jemaine C. (co-creador, intérprete y co-director también en esta serie de TV), solamente ha perpetrado un pequeño salto para el hombre... aunque, un gran paso para la diversión atemporal de una generación de jóvenes, afiliada a los amigos, vampiros de nueva hornada.

Aunque, se tenga que pronunciar un simple y conciso: Lol he funny!
Una observación ilusoria, pescada en las redes, entre la nula ubicuidad física y la anárquica interpretación de nuestra realidad, como especie casi inteligente. Una ligera interpretación ilógica, frente a la sentencia de Todd Phillips (director del mismísimo Joker y su risa envenenada), cuando promulgaba sentencia sobre la nueva cultura del llamado, Despertar estadounidense. Un rescoldo grupal que quema alrededor, respecto a la conciencia más radicalizada de medir el racismo o la desigualdad social, en contraposición al sentido del humor o los chistes ofensivos a grupúsculos o los grandes y poderosos medios. Pues decía: "Han matado la diversión, o más bien, la comedia". Algo que Taika, considera una incitación a su imaginación...

Por el contrario, sobre el barrio utópico, de un Nueva York gótico (recordemos el desgobernado Gotham, plagado de acólitos enfermizos), oteamos al joker vampírico y ridículo, aunque juicioso a su manera, como puede dedicarse a las más variadas actividades o experiencias virtuales de los vecinos o seres humanos. Sus lazos interesados, que mutan las miradas sobre el supuesto mal o condenan el crimen más horrendo, en un tribunal irónico que haría sonrojar al mismísimo John William Polidori, durante aquella fantástica reunión.
Con ellos, héroes a su manera ya, nos carcajeamos de sus visitas a bajos fondos de esta burguesía, que acaban en juzgados excepcionales y diatribas violentas, que ensalzan las bajas pasiones. El crimen o los abusos, mutan a costumbre, enviándote a prisiones mentales o confusiones del alma; hasta confeccionar una lista señalada, marcada para la mayor fiesta de representantes vampiros. Muy ´reconocida` entre la alta sociedad o saciedad lúbrica de atracciones sensoriales y rostros afamados... Mientras, se mantiene el gusto interpretado por un impagable Kayvan Novak (Four Lions, Men in Black International), icónico como cabeza de esta singular familia o Nandor endulcorado que va escupiendo su increíble dialéctica tradicional y retóricamente desfasada, con alegría.

Por tanto, se ha continuado esa tradición humorística del terror, con los hematófagos de la tradición europea, desprotegidos ante la cámara y sus retahílas sincrónicas. Gracias al don lisérgico con el humor blanco de sus creadores, y la presión arterial descontrolada, por las emociones o sus inclinaciones pasionales, que serían más acordes con una bacanal malograda por los acontecimientos y la palabrería. Otra entrega biliosa, contra el patetismo ilustrado de las grandes convicciones políticas o saraos mediáticos, con el humor triunfal ante el aburrimiento de lo cotidiano o la hemofilia sintética de una sociedad que va dando tumbos, despedazándose. Alimentándose unos de otros, como alimañas... sin pizca de gracia. Ok, Guillelmo, mañana...

Historia, como si hubiéramos libado un cuerpo contaminado, drogado y pasado de rosca, más parecido a un zombie en la actualidad. Esto no es un documental, es ley de vida... y muerte.
El sensacional retrato de unos seres muy televisivos, que perfuman su imagen clásica con pachulí, con todo tipo de efluvios mareantes y chispeantes, materializándose en pantalla, porque todos sabemos que hacemos en las sombras.
Impacientes, con paso firme hacia nuevas temporadas lanzando bocados... Gracias Mr. Taika y Mr. Jemaine, seguid mordiéndonos, ¡xNosferatu!



De Patrick, de Tim Mielants.


Cinemomio: Thank you

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