Cinecomio busca

EnglishAlemánFrancésEspañolItalianoNetherlandsRusoPortuguésChino SimplificadoJaponés
CoreanoÁrabe

lunes, 4 de febrero de 2019

The Mist.

Hace tanto tiempo, que ya casi no me acuerdo cuando llegó está ciega niebla... conocida como The Mist o The Fog.
Apareció de repente, de igual forma que se volatilizaban aquellos tranquilos ciudadanos de The Leftovers a plena luz del día. Sin embargo en las escasas páginas recopiladas para su obra Skeleton Crew, un novelista llamado Stephen King, profirió un grito aterrador. Su bruma desconocida, se colaba por las rendijas electrificadas de su imaginación, hasta el cerebro de próximos lectores en todo el mundo. Hoy es reconocida como la historia más envolvente sociológicamente, con un pueblo entero atacado por alimañas procedentes de un universo desestructurado o caótico.
Diferentes estructuras arcaicas que recuerdan a las criaturas de un dios primigenio llamado Cthulhu, descritas por el escritor norteamericano Howard Phillips Lovecraft, y que nos acecharían siniestramente con la humedad sangrienta de una blanca obscuridad. Desde la percepción de aquellas 134 páginas en un escueto cuento inicial, hasta incidir e nuestros corazones y mentes.
Por otro lado, el escritor de Portland recurre a esos rincones familiares que recorren su obra y retrata la incomprensión en los rostros de los personajes, atacando a los habitantes de un tranquilo pueblo llamado Bridgton. De nuevo en un estado convulso de Maine. Rememora la ensoñación de un ataque fantasmagórico, durante la visita a un supermercado estratificado, de un retórico y condimentado en salsas surrealistas u otras edades de la tierra, reptil volador prehistórico. De ahí, los tentáculos se fueron expandiendo, apretando las facciones y enclavándose en los pensamientos, con decisiones, pecados sangrantes o miedos recurrentes en los seres humanos. Eran una especie de piratas borrosos contra la identidad.

Según la perspectiva de los años, nuestros actos erróneos y esos temores experimentados en el pasado, se pueden traducir en otras consideraciones personales, como las actitudes "pecaminosas" de otras posiciones vitales. Así en 2017, Chrstian Torpe, el guionista nacido en Dinamarca, creador de filmes y adaptador de una antigua producción basada en la idea de Frank Darabont, se lanzó en el trabajo televisivo para Spike Tv. Y hablando de monstruos, podríamos decir que las comparaciones son odiosas. El caso es que aquella distopía del Rey King, envolvente catálogo de monstruos personales que nos pueden atacar en cualquier instante de nuestro desarrollo y pensamiento social, nos guía hacia puertas traslúcidas entre la ensoñación y la muerte. Se trataba de una historia sorprendente, asfixiante y atmosférica en grado superlativo, que deambulaba por esos distintos comportamientos dentro de una sociedad o grupo al límite, esperando el ocaso de la especie y que se hacía eco de una alienación generalizada en la actualidad. Condicionados por factores inexplicables, posicionamientos obtusos y creencias individuales, nos zambullimos inicialmente en aquella neblina de pesadilla, metafísicamente a tientas. Físicamente a desgarrones biológicos. Porque, después se convertiría en otra muestra colectiva del temor apocalíptico y la epidemia del amor/odio en sus variadas vertientes, ya referente de relatos de terror modernos que nos visitan u otros medios visuales o escritos. Una metáfora que describiría aquellas etapas menos luminosas de la humanidad.

Dioses de un Inframundo Lovecraftiano.

¿Se trataría de supervivencia o un sacrificio...?
Sea lo que fuere, no es necesario hacer una tesis antropológica. The Mist, relato breve y espeso, sería un canto terrorífico y bastante crítico socialmente, hacia ese sustrato indeterminado, que conforman los anónimos. Donde la dura naturaleza resplandece ante un choque religioso, diferencia testimonial o familiar. Se define tras distintos factores internos de comportamiento individual, respecto a la uniformidad colectiva. Descripciones como la soberbia, la irresponsabilidad, la divergencia, la culpa, la mentira o esa inseguridad personal, que pueden llevarnos al motín ideológico o la sublevación ante la élite o los mandos.

Aquel día, de mañana tormentosa y compras, la respiración comenzó entrecortándose en formas muy diversas, variando su ritmo frente a los fracasos personales, temas tabúes y demás posiciones controvertidas entre los seres humanos. Desde invenciones, pasando por la investigación militar o la formación de grupúsculos en afinamiento, de la relación institucional entre estamentos sociales al enfrentamiento cara a cara, mente a mente. Un choque de sentimientos también, mediante dañinas prácticas, tangibles o abstractas, que abrían portales a dicha monstruosidad compleja, a la viscosidad... al verdadero derramamiento de sangre.
Pero, ¿eran víctimas o culpables?La extraña realidad, es que Mr. King estableció la novela como otra metáfora infausta, del infierno en la tierra. Änte la que un lector, debería posicionarse... o no.
Esa elección tendría que ser absolutamente libre.

Un territorio donde todos los remanentes cautivos... podrían ser culpables de esta globalización desarticulada, del odio arrancando jirones de nosotros y fragmentada en grupos rivales que, lejanamente, recordaría a un Señor de las Moscas, en algún extraño producto montañoso, sin niños... dispuestos a devorarse.
Los extraños visitantes convocados al aquelarre postmoderno, son referente globalizado del autor, intangibles, prominentes y difusos mensajeros del mal, que entroncan con esta literatura clásica, húmeda y viscosa. Seres infaustos que provendrían de la ciencia ficción de críticos autoflagelantes como Lovecraft, o que apuntaban a cineastas diferentes como Croneberg o John Carpenter.
Para promover el cambio radical en nuestras lastimosas y errantes vidas... o muertes, los avisos son consecuencia de una especie de apocalipsis sensitivo u onírico, a veces salido de las profundidades marinas. Debido a nuestros propios defectos o intereses, se engloba una estrategia vital que nos alteraría más de lo necesario o previsible individualmente.

El fondo es un lugar huraño y contaminado, donde los protagonistas se harían preguntas inciertas y testimonios controvertidos, tan dramáticos como el propio destino de una especie, de paso en el planeta. Que se plantea disposiciones jerárquicas dentro de la sociedad o se vería invadida por la manipulación ideológica, la catarsis del fin, la discrepancia ante otros factores esenciales, como identidad, comunicación, formación, pensamiento crítico, naturaleza ácida, etc... Hasta que las diferencias dispuesta bajo nuestra piel, van reproduciéndose como fístulas y manifestando el horror abstracto. A borbotones, sobre todos los rincones mentales o materiales.
Las reglas establecidas dentro de una sociedad corrompida, actúan como la nebulosa justicia ante los abusos sexuales o violadores de lo puro, frente a los asesinos que desembarcaban como relatos cortantes y mutilantes del pasado, ante el poder que crea muros sobre muy variadas víctimas... Este planteamiento narrativo, abría la puerta a todo tipo de revelaciones perversas y configuraciones terroríficas, que irían madurando desde su salida de la imprenta en 19.... hasta lo real y verosímil en cualquier etapa futura o actual.

Esta involución democrática que vivimos durante diversas épocas de la historia de la humanidad, como la actual que aflora y se expande por cualquier rincón del planeta. ¿Es una maldición o un acto terrorista?
Indudablemente, King lo conoce... y lo difumina con esa escasa experiencia literaria, por entonces. Para dejar claro, que el suspense y el miedo, se instalan mejor desde fuentes desconocidas o al contrario, la cercanía de un ser querido... amistoso o deidad.
En esta estratificación interesada de pensamientos, de entes del inframundo o posturas poco ideales o gratificantes, lo grotesco lo ponen los seres humanos, carne solamente, con la resistencia sanguínea o la básica supervivencia a flor de piel. Nos encontramos frente a diversos caracteres e individuos que cambian de Adn, como la estructura de aquellos defectuosos monstruos que los amenazan desde el exterior.
Existe una puerta entre ambos mundos, una imaginaria que significa la distancia entre las mentalidades, una fraccionada con el paso del tiempo, un salto generacional entre King y Lovecraft, irá convirtiendo las reglas establecidas de un régimen democrático en exigencias prohibitivas... en lgo que nos suena. La confusión general, viendo las noticias más intransigentes o provocativas, sobre algunos políticos o actitudes dictatoriales.

Por último, una ventana física de cambios externos, que variaría conceptos sociológicos según la resistencia de las víctimas al caos y el pensamiento colectivo que se mueve hacia la injusticia, la falsedad y la aptitud dictatorial. Reflejando alternativas y discrepancias ante estados cognitivos de presión, definitivamente llevados por la debilidad mortal. Temerosos de algunas conexiones inexplicables o experiencias extrasensoriales, en las que no creen y buscan respuestas más elevadas o metafísicas, confundiendo la realidad de esa situación imposible y drástica.
También existen otras especificaciones culturales o mediáticas, que conforman las distorsiones alrededor y atacan como oleadas salvajes, escamosas y abstractas, dependiendo de las miradas o pequeños altercados, que varían debido a múltiples pretensiones dentro del núcleo central. La resistencia visceral va saltando entre décadas de cine o televisión para Spike Tv, según las nuevas entrañas ´pirateadas` de aquellos primeros seguidores de Carpenter atrapados en la niebla de los ochenta. Los que cambiaron aquel almacén lóbrego, sobre una húmeda costa norteamericana de Maine, ahora grabada en Nova Scotia (Canadá), por este acristalado acuartelamiento de diseño luminoso, basado en el materialismo y una posible campaña religiosa, político-militar u otra perversión superior.

Hoy despertamos y es cierto, diversas instancias desde el 2018 se ven impulsadas por vientos extraordinarios de esta pequeña y actualizada pantalla que emite productos de calidad. Zozobrando en algunas ocasiones, sí. Aunque lo más destacable en esta producción de Dimension Tv denominada The Mist, sea la maleable interacción de horror surrealista o complejo, con rutinas de habitantes comunes o, normalmente, llamados vecinos. Son peones sin nombre o pequeños reductos de población, asustados e individualistas, crecidos o unidos frente a desavenencias inimaginables, ante una atmósfera irrespirable que lleva a la inanición o ser devorados. También convertirse en un réplica que sustituye la carne, los huesos y la inteligencia, por fragmentos irreproducibles de nosotros mismos, alimañas zombies que se alimentan de esperanza o miedo.
Así, los individuos de la historia se reprochaban visceralmente, discrepan y mutan interiormente, intercambian posturas sobre temas variados, se acusan o peor, convierten ecuaciones metafísicas en actos delictivos, deleznables y mortales... e ideas salvadoras que se identifican con castigos "caritativos" o actos de fe, pero sin ningún tipo de verdad, misericordia ni perdón.

Volutas de nuestro Pasado.

Todo parecía más sencillo, o no. Éramos jóvenes cinéfilos y nos asustábamos con visitas de otros planetas, cambiábamos los monstruos clásicos de la literatura universal, por grisáceos alaridos, entre la poética Universal o los coloridos colmillos de la Hammer, extrapolamos las respuestas inexplicables de siempre a la adaptación tecnológica... transformamos la Niebla nada convencional, en una visita cultural de marinos malditos o garfios con sed de sangre. A través de la imaginación terrorífica de un John Carpenter primero, atisbamos la batalla mitológica, que avisaba con mutaciones de organismos vivos y otras transformaciones relativas al Ser, de un antepasado con malas pulgas. Configurando lo que serían sus futuras pesadillas en el cine, con resultados alternativos, envolventes o comerciales.
Aquella espesura comenzó desde las letras obtusas y preguntas filosóficas, para convertirse en otro embarcadero hacia el más allá... Pero, en lugar de enrolarnos a una aventura de lógica incisiva, eran los míticos fantasmas del ayer transformados en entes informes, que marcaban otra perspectiva mucho más irracional. Algo alternativo que nos conectaba a nuestro lado más salvaje.

Por tanto, no poseíamos en primera entrega cinematográfica, de todas estas variantes sociológicas ni dudas extraordinarias (que Mr. King proponía como juego de terribles consecuencias) y se complementarían con otras visiones. Nos acosaban desde las blanquecinas páginas, poco a poco amarillentas ya con el tiempo, lustrando con el horror nuestra cabeza casi parasitada por las creencias, martilleando una tras otra pasada de lectura. La perspectiva acumulada que buscaba el terror vigente en la etapa ochentera, se producía a través del entretenimiento básico, la lectura confusa de la adaptación y esta atmósfera visual sin efectos digitales.
El primer encuentro con las volutas humidificadas y orgánicas de Stephen, era pringoso, viscoso, sádico, con el tacto de sangre caliente derramada sobre cubierta, visceral propuesta, sencilla visita del más allá a puerto estadounidense en ... esto es, una diversión básica que llamó nuestra atención juvenil, denominada The Fog, con las actrices Janet Leigh y Adrienne Barbeau, o los míticos Tom Atkins, Hal Holbrook y la fiel Jamie Lee Curtis.

Así, la versión del director neoyorquino, poco a poco, como banderas corsarias de otra época, fue deshilachándose en jirones hasta nuestro días, demostrando que la adaptación cinematográfica puede ser tan variable como los ojos pegados a la superficie una pantalla o cristal magnético. Después, la historia se haría mayor, desde las entrañas.
Una evolución que volvía a los orígenes, que encaraba la nueva época sin artificios, plegándose a aquella paradoja de la sociedad que estaba inicialmente en la literatura del cuento. También, la condena distópica a dudosos valores humanos, condicionada por la maravillosa experiencia y visión de un director, identificado con la expresión de máxima calidad en el guión con filmes como Cadena Perpetua o La Milla Verde. Una cuidada realización de un renegado, llamado Frank Darabont.

El filme The Mist de 2007, daba sentido evidente a lo abstracto, lo que propiciaba la inicial estrategia de King respecto a la confusión distópica o una crisis humanitaria de primer orden. Aunque sin celulares aún, llamaba a las numerosas variables genéricas, escándalos sociales, teorías de la conspiración e, ideologías inconcretas que promovían los diversos comportamientos de sus personajes acristalados, pero ciegos. Sencillos ciudadanos, condicionados por la monstruosidad, el argumento que circulaba a grandes trancos, por pasillos de nulo entendimiento o corredores a esa nada existencial. Con los intérpretes, Frances Sternhagen (Atmósfera Cero, Misery), Toby Jones (Infamous, Frost/Nixon), Marcia Gay Harden (Mystic River, Into the Wild) y Thomas Jane (Dreamcatcher, 1922), pensamos que habíamos conseguido, ese definitivo salto cualitativo.
Por consiguiente, el miedo llegó en oleadas imposibles sin personalidad, desgarradoras como las desgracias que arrivarían sin aviso del pasado. Esta violencia se enquistaba a la alienación contemporánea, en claro paralelismo con las épocas vividas o por vivir. Que sacrificaba el pensamiento crítico por estupidez interesada del individuo o crueldad, de forma semejante a esa leve sensación que te eriza el vello desde un embarcadero ideológico.

Era su universo paralelo de pesadilla con Mr. King y podría terminar por congelarte el alma. Así lo debió sentir un joven y volátil escritor, cuando sus pensamientos planeaban por encima de nuestras cabezas, ideando nuevas amenazas y que, Frank Darabont redondeó... o mejor dicho, las difuminó y estiró hasta el infinito. Este ensueño sutil y estético, que te roza levemente en la intimidad, se instalaba en su inamovible trascendencia, conmutando la experiencia sentitiva, en una especie de sublevación catártica o la supervivencia, más o menos, coordinada o impulsiva. El apocalipsis de los monstruos estilizados a lo Louise Bourgeois y silenciosos, como arañas de nuestro pretérito.
El aliento enfriaba la atmósfera circundante, cortante como el servilismo o la disfuncionalidad del grupo enclaustrado, nunca mejor expresado en esta diatriba existencialista, a través de la disposición natural de un conjunto de seres vivos en peligro, frente a un demiurgo, o no... En definitiva, simples animales acorralados, con racionio diverso, inversión de mentes sacrificadas, clarificadoras o místicas. Pero, eran meros espectadores... y los otros, ¿dioses indignados o ángeles caídos en la venganza?

El futuro parece de los despistados, desorientados, huidizos, cobardes, demagogos, postulantes a líder, desproporcionados, pecadores, inmisericordes... que conforman un tibio infierno, alrededor de erráticos pensamientos e infaustas acciones. De cierta, reconocida y absolutista Humanidad.
The Mist, sería un ruego o plática sorda, que avanza imparable frente a los "invidentes" metafísicos, como una vibración caústica y desbordante de imaginación apocalíptica, una petición sin destinatario concreto, sino todos. Un presagio del porvenir, un misterio terrorífico en la sincrética nada... pero sobre todo, duda existencial que nubla la mente.
¿Y en la tele? Ahora veremos... sentiremos.

Jirones humanos, en televisión.

Aquel ruido electrónico a través de las ondas catódicas, ha mutado visiblemente del ayer, se ha expandido en episodios de experiencia dispar. Ha evolucionado profusamente desde una fiesta adolescente, una alcantarilla risueña al inframundo, los campos de cultivo cortantes, los vicios de nueva generación, criaturas devoradoras de nuestro mundo material, conexiones bicéfalas a otra realidad alternativa, contactos diabólicos cruzando divisiones invisibles, o mutaciones extraterrestres con diarreas y violaciones mentales, invasiones tecnológicas de zombificación o catastróficas representaciones del mal, que conectarían nuestra existencia errante, de cruel pirata, a una irrealidad globalizada... que nos desconecta por completo. Categórica y fantasmagóricamente.

Ahora, la tele se ha vuelto a encargar del espectador vitriólico, formulando producciones en carta para su elección y sentimiento crítico. La niebla se catapultó a las alturas y saltó al dichoso aparato, con chispas hipnóticas que revoloteaban como emjambres turbadores y sacrílegos, cuando la pequeña Carol Anne, observó y manifestó que ya estaban aquí... Acapararon todos los ojos, cambiando aquellos corsarios de cabellos verdosos y osamentas malditas, por atmósferas densas de cine moderno, hacia una turba invisible que penetraba en las debilidades o frustraciones personales. Las decepciones sentimentales y culpas de algunos pobres representantes humanos. El cuchillo entre los dientes descarnados del ayer, mutó a armas de destrucción masiva de hoy, que se apropiaban de las neuronas, mezclándolas en aleatoria orgánica como la carne contaminada, en sucesión de desdichas, propias y ajenas. Éramos monstruos humanos, en penas circundantes, que convertían personas habituales en recuerdos fragmentados, en ánimas perdidas, sobre un limbo terrorífico y surrealista.
La metamorfosis catártica ha pasado a la tele globalizada... Sin embargo, las texturas son muy diferentes a la excelente versión de Mr. Darabont, y el texto con sus implicaciones parecidas, parece entumecido por ciertos diálogos y algunas escenas pretenciosas o alejadas de esta irrealidad. Por tanto, calidad humana, con ingredientes demasiado diluidos o extralimitados en su función. Y relatos paralelos que convencen o no, según nuestra sugestión al recuerdo.

El sexo ilícito es el punto de partida inconexo, de esta conexión con la obra de King, a través de una bifurcación de los sentidos no expuestos y próximas alternativas que generan vértigo o falsa entidad. La confabulación de Christian Torpe, alterna las variables posiciones de los personajes en su ideario implementado con la globalización actual. Junto a una distrofia genérica y criminal, de última hora, nos confunde a todos los espectadores, con implicaciones familiares y ramificaciones que parecen desviarnos de lo esencial de la historia. Dentro de este escaparate social, no observamos representación de nosotros mismos, ni un atisbo compacto en materia artística, como cabría esperar. La niebla en enturbia con digitalización y parece avocada al desvanecimiento.Algunos actores parecen desconectados, a su vez, sin que nos identifiquemos con sus identidades o causas, complicando la susodicha historia con unos diálogos recurrentes, sin expectativas de acercarnos a los monstruos. Por consiguiente, el sexo forzado funciona como cerradura al universo de pesadilla kingniano, por un nacimiento impreciso, una especie de misterio camuflado entre la actualidad, los vapores mortíferos del psicópata (bastante inusual en pantalla) y los hilos de un tela caqui, descoordinados militar y narrativamente. La imagen de los/las intérpretes es bella y estilizada, pero intrascendente.

El surrealismo visionario de su creador literario y posteriores adaptaciones, pende de un hilo. Todo se vuelve mucho más espeso visualmente, con efectos especiales que desentonan) y paradas del suspense, que se vuelca en una simple estructura familiar en peligro, con giros ridículos del terror psicótico. Condicionando un desapego irracional con algunos personajes e varias interpretaciones algo forzadas. Al menos, al parecer de este servidor... salido de la neblina digital. Los sentimientos se van autodestruyendo por inanición, los aciertos se alternan con caprichos criminalizados y tentaciones propias de esta era visual, los rodeos ácidos se escurren entre pasillos de capillas y almacenes, oficinas y viajes en coche o a pie, a ninguna parte... aunque la monstruosidad se caracterice por esa inmaterial observación. Los ojos parecen vacíos o envenenados por la intoxicación nuclear, como los expositores ante una crisis atómica, intercalando revelaciones interesantes con auténticos quebraderos de cabeza. Aquí, cada quién, puede tener sus querencias o sufridos inconvenientes de la novedosa participación.

En esta tele nebulosa, se habla de marginalidad, de superioridad moral, de educación inflexible, de salvación o condenación interesada, de concesiones sacrílegas y confesiones camufladas, de sangre derramada de inocentes, de suicidios inexplicables e inducidos, de culpables que salen vivos y coleando, de locuras estratégicas y gélidas palabras, de invisibles paseos al exterior, de coches más congelados en el interior. Severidad en las palabras y risión en imágenes, familias que parecen un simple ocurrencia, y monstruos que no sugestionan... casi, no identificados.
Los autores de las líneas paralelas y directores anotan reflejos en el cristal primigenio, sobre la adaptación de unos pensamientos endémicos del rey del terror psicológico, y esa ambientación con desvaríos binarios termina perdiéndote en la invisibilidad. Te llevan a una ceguera interminable, que ha condicionado las próximas llegadas a esta ubicación disfuncional. Esto es, que esta The Miste, pierde su impacto inicial e inquietante, se pierde en invenciones sin sentido pragmático.
Estas dos percepciones desafiantes, terminan acaparándolo todo, la condición de una familia unida y un grupo disperso, inmersos en una pesadilla existencial, sin referentes a Lovecraft y su inframundo de seres perdidos. Ni siquiera a la facilidad contadora de Carpenter y sus maléficos viajeros, tienen que ver. La materia digital fue condensándose, frente a esa división entre realidad naturalista y la efervescencia irracional, exponiendo una enseñanza religiosa que alimentaría el ego y el castigo pernicioso.
La carne en la parrilla y la deidad que enciende las brasas, realizan una humareda alrededor del todo... o esa nada fraccionada, subatómica e irracional. De verdad, ¿era necesario el advenimiento de una nueva y poco absorbente neblina?

No, de ahí, el posible no retorno. Puede que no se retroalimente del infructuoso, aliento familiar o los entuertos de los fracasados, frente al poder tardío. El amor y la fe, ahogados, no son suficiente caldo de cultivo para la aparición monstruosa, para que la estructura no se derrumbe, a pesar de los esfuerzos de algunas interpretaciones o expresiones correctas. Por ende, como Michael, la evasión se convierte en víctima propiciatoria y la fantasía no aparece, como pensábamos.
De forma que, únicamente, la sangre podría caldear caminos, atravesando puertas insospechadas a la elefantiasis cthulhuriana, pues estos enemigos se sienten frágiles y desubicados. Podrían haber sido, verdaderos hijos de p... si bien dependería de ese carácter reprimido y la naturaleza de la amenaza global. Por un rosario de contradicciones espirituales, sexuales y culpas sin respuesta... aparentemente monstruosa.

Cinemomio: Thank you

Las más alteradas del Cinecomio

Etiquetas

Serie TV-Scifi series - Ciencia Ficción Serie - Crimen Serie Tv - Terror Serie - Biográfica Matthew McConaughey Serie - Humor serie Dramática Clint Eastwood Emma Stone Jake Gyllenhaal Serie Tv - Thriller Humor Series TV - Animación Amy Adams David Fincher Denis Villeneuve Ewan McGregor Mads Mikkelsen Ridley Scott Tom Cruise Tom Hanks Woody Allen Ben Affleck Cine Documental Game of Thrones Joaquin Phoenix Kristen Stewart Leonardo DiCaprio Martin Scorsese Mike Flanagan Oscar Isaac Ryan Gosling Tim Burton Tom Hardy Videojuegos Alex de la Iglesia Animación Japonesa Anya Taylor-Joy Benedict Cumberbatch Brad Pitt Christopher Nolan Christopher Walken David Cronenberg Eddie Redmayne Francis Ford Coppola J.J. Abrams James Gunn Josh Brolin Julianne Moore Kenneth Branagh M. Night Shyamalan Meryl Streep Nicolas Cage Nicolas Widing Refn Paolo Sorrentino Quentin Tarantino Rosamund Pike Scarlett Johansson Scott Derrickson Serie - Bélica Series Tv - Terror Stellan Skarsgard Steve McQueen Tilda Swinton Twin Peaks Wes Anderson Winona Ryder Woody Harrelson Zoe Saldana Alexander Payne Alexandre Aja Alfonso Cuarón Alfred Hitchcock Animación Animación Digital Armie Hammer Bradley Cooper Brie Larson Bryce Dallas Howard Cilliam Murphy Duncan Jones Hnos. Coen James Cameron Joel Edgerton John Ford Jordan Peele Julia Roberts Kevin Costner Lars von Trier Leos Carax LiLy Collins Mahershala Ali Marvel Mel Gibson Michael Haneke Michael Keaton Mindhunter Morgan Freeman Mélanie Laurent Natalie Portman Netflix Orson Welles Park Chan-wook Paul Thomas Anderson Paul Verhoeven Richard Linklater Robert Eggers Robert Redford Roman Polanski Stanley Kubrick Stephen King Steven Spielberg Terry Gilliam Thandie Newton Thomas Winterberg Tom Hiddleston Uma Thurman Vince Vaughn Viola Davis Willem Dafoe Yorgos Lanthimos
Licencia de Creative Commons
Obra está bajo una licencia CC en España.