Humor Femenino.
Algún tiempo ha transcurrido desde que el humor se empapaba en los clubs nocturnos de humo y de risas compartidas, luchando a brazo partido contra las conversaciones y los gritos derivados de una atención descuidada.
Aquellos lugares de copas y comedias clandestinas, dónde se podía despotricar contra cualquier idea sin repercusión multitudinaria en los medios, sólo podrías temer que a alguien del público se le cruzaran los cables por un gaznate jaleado por los efluvios del alcohol.
La risa en los escenarios, por sus comienzos, no estaba demasiado concurrida de exposiciones ni posturas femeninas. Contadas eran las mujeres que se atrevían a hacer competencia a aquellos humoristas forzados por la situación económica, normalmente.
Profesionales del humor, como el maestro Woody Allen rodaba el surrealismo sexual y vivaz en sus primeros filmes, y encarnaba la inteligencia mezclada con el criticismo más arrollador abriendo las puertas para otros actores que triunfarían en sus carreras como Robin Williams, Eddie Murphy y Billy Crystal con elementos atribuibles a ese estilo de humor. Se seguirán incluyendo principalmente chistes sobre las relaciones sociales o privadas entre géneros y una carga crítica por bandera. Por supuesto, a través de una mirada especial, siempre bajo la condición de judío y hombre de Mr. Allen dada la vuelta en Obvious Child hacia las dificultades de la mujer para conseguir un lugar común en la Stand-up Comedy americana.
Ahora, las cosas han cambiado.
Las féminas han alcanzado semejantes niveles en la comicidad de los monólogos, tanto en directo como en televisión, y en el caso de la película Obvious Child, la actriz Jenny Slate se encarga de recordarnos que existe la visión femenina del humor, con la misma carga ácida y de gusto dudoso que puede expresar un hombre. Y hacer la misma crítica de las relaciones de pareja con el punto de vista de una treintañera lenguaraz y omnipresente en todas las secuencias de principio a fin.
Es complicado calificar un filme como Obvious Child sin caer en cierta contradicción o remarcar las distancias que nos separan de las opiniones en ella establecidas. Pues, todos tenemos una postura determinada por nuestra experiencia en la vida. Pero, intentaré obviar la realidad para acercarme a la crítica cinematográfica.
Primero, se trata de una producción independiente USA, rodada en Brooklyn por una directora Gillian Robespierre que alumbra su primer largometraje y ha intentado que rueden cabezas dejando algunas temas al libre albedrío, o más bien, al control total del ritmo que marca la comediante en escena. Tanto en las tablas como en la privacidad, demuestra un repertorio de gags y muletillas propios de los primeros chistes sociales, al lado de estrellas como los recordados Georges Burns o Jack Benny. Una muestra serían los trabajos alocados realizados en su primer guion para el cine What's new, Pussy Cat? y en películas como Toma el dinero y corre, Bananas o sobre todo Todo Lo Que Usted Siempre Quiso Saber Sobre el Sexo, Pero Nunca Se Atrevió a Preguntar, que regirían el destino crítico y sexual comenzado en aquel local Blue Angel sobre 1960.
Por tanto, la narración depende del ritmo de ella con un guion a su medida, aunque resulte algo floja cuando tiene que enfrentarse con los obstáculos personales que pone la vida delante del micrófono. Con un guion de la propia directora que se pierde en determinadas discrepancias y dudas sobre la pareja o la fidelidad.
Segundo, el método utilizado se basa en el denostado sentido del ridículo, porque el humor se lanza como defensa personal y ataque, dependiendo de las situaciones que acosen a la protagonista en cada momento. Feminismo, sexo y paro, frente al escaparate del humor escatológico.
Así, puedes tomar partida por una postura u otra, atendiendo a tu parecer sobre la protagonista, pues su rostro y palabras dirigen la escena haciendo que tomes partido en algún sentido sobre su trabajo confeccionado para escandalizar. Parecida en la contradicción, el aspecto físico y el mental con Woody, siempre desde el otro lado del campo.
Tercero, la primera impresión no es la que cuenta.
Porque alrededor de una comedia disparatada y ´bizarra` se esconde una acción ideológica, a cierta distancia aunque persiguiendo un sueño de la idea que Martin Scorsese presentara en El Rey de la Comedia y la carrera de un actor cómico en la piel de Robert De Niro que pretende triunfar profesionalmente en dicho campo o Burnie... . Una mujer dedicada profesionalmente a hacer reír y cercana al Lenny interpretado por Dustin Hoffman en la notable película de Bob Fosse con el mismo título sobre la vida del humorista Lenny Bruce (también se podría relacionar en muchos aspectos con la cara femenina de Tootsie dirigida por Sidney Pollack), o otro estado en el filo del chiste que lleva a Adam Sandler a reírse entre la vida y la muerte en Funny People con Judd Apatow tras la cámara.
En su avance, deja algo de lado la vida azarosa del profesional del chiste en clubs nocturnos, para dirigirse hacia una comedia romántica con tendencias obsesivas, pero manteniendo un cierto rechazo a las películas ñoñas que pertenecen al género más edulcorado del amor. Aquí su pareja cinematográfica Jake Lacy comparte elementos críticos, su vida con el humor y una complicidad entre la diversión, el sexo y la realidad de las relaciones entre hombres y mujeres. O viceversa.
Por último, un cómico de la lengua irreverente con similitudes a Mr. Allen más joven y con tetas, que va desapareciendo poco a poco, para dar lugar a un personaje iracundo y frustrado que cambia su humor para ajustar cuentas con la vida a su alrededor es la parte más deficiente en el filme. Y, a una pareja masculina que deambula primero por el desconocimiento y luego por la ambigüedad frente a las implicaciones tras una noche de excesos. Más marcada por los mismos rasgos humorísticos y escatológicos que por su peso en la historia de los protagonistas.
Como decía el personaje de Woody en Delitos y Faltas, “Comedia es tragedia más tiempo”.
Creo que el papel de la monologuista es más atractivo en su comienzo que cuando afronta las cuestiones decisivas, aunque el reposo de tanta frustración algo psicopática, se analice frente al televisor compartido en el sofá observando una película.
Siempre que se produzcan las ideas ocurrentes y frescas habrá posibilidad de llegar a acuerdos, elaborar un texto cómico o a rodar una película, pero sin deseos, aptitudes coincidentes o gustos semejantes en la pareja no podremos compartir sensaciones, más allá del sexo.
Está pequeña producción con varios premios en 2014, me ha recordado lejanamente a aquel inolvidable carnicero interpretado por un magnífico Ernest Borgnine, no muy agraciado físicamente pero determinado a dejar de lado la soledad que invade nuestra sociedad, en la obra maestra de Delbert Mann con el título de Marty. Una recomendación personal.
El amor duradero (si existe) podría ser cuestión de tiempo... e interés.
** Pasable ***