La Conexión Minnesota.
Érase una vez, una ´tranquila` población del norte americano, donde las nieves invernales parecían perpetuas y cuyos habitantes, rara vez, se enfrentaban a noticias de gran repercusión o recibían visitas inesperadas. Tierra de leñadores, de grandes colmillos de lobos, abuelitas muy familiares y Caperucitas inquietas, de responsabilidades y obligaciones... también de cuerpos tirados o abiertos en canal sobre la nieve.
La Conexión Minnesota, viaja en el tiempo, de atrás a adelante o viceversa, de la época en que los Hermanos Coen (Ethan y Joel) se liarán la bufanda al cuello en 1996 con Frances McDormand (Three Billboards Outside Ebbing Missouri, Isle of Dogs "la próxima película stop motion, dirigida por Wes Anderson) y se lanzarán visceralmente, a las carreteras entre Minneapolis y la vecina Dakota del Norte. Más austera y concretamente, a la pequeña Fargo de 1987, donde el gran William H. Macy se viera envuelto en una trama criminal y familiarmente reservada, de humor negro, violencia descarnada y personajes arquetípicos e inolvidables. Dados los ejemplos anteriores en sus películas, marcados por sus características intelectuales, su verborragia o silencios sepulcrales, y sus estereotipados físicos y movimientos hampones.... o torpones.
De ahí, el productor televisivo y guionista neoyorquino Noah Hawley, crearía una avenida paralela, sobre la que circundarían otros individuos (esta vez en la ciudad cercana de Bemidj), sobre ese universo coeniano en la época más actual de 2006, con un duelo cargado de hormonas andrógenas y, por tanto, mala uva, entre la filosofía psicópata de Lorne Malvo/Billy Bob Thornton, y el despiste pueblerino de un colosal y escurridizo Martin Freeman (cuando no torpón en esta Fargo I).
Ahora, Minnesota ha crecido monumentalmente hablando, en sus frontispicios no entra la luz, apenas, porque en la localidad de Luverne, todo parece tranquilo y exasperante, tanto de día como de noche. Salvo la de visitas inesperadas y algún alumbramiento a la vista, pongamos que hablo de Molly Solverson, donde en las afueras, las cafeterías simulan un encuentro fortuito de rostros foráneos y en el parking se halla una caravana de vehículos desconocidos o perdidos en la tormenta, que se aproxima, excepto algún despistado residente. Sin embargo, en los interiores, se reproducen los gestos cariñosos y otros familiares basados en la supervivencia y las finanzas, que esparce la odisea armamentística con un revival de 1979 ambientado con una magnífica banda sonora. Para recordarnos los hechos acaecidos (o no) durante la denominada matanza de Sioux Falls, más al Sur, episodio al que hacía referencia escuetamente, algún personaje durante la primera temporada de la serie, y un trasfondo intimista y generacional.
La nueva temporada de Fargo, producida nuevamente por los Coen para el Canal Fx, comienza en los alrededores de Calgary (Alberta-Canadá) y desarrolla los brillantes diálogos de Mr. Hawley, confeccionando un ambiente crispado y exótico, con toques de realidad histórica USA, y unos trajes que son portados imperialmente por los actores designados para la mayúscula obra.
En aquel año 1979, de los asombrosos acontecimientos (o histriónica imaginación), los muchachos de la guerra habían vuelto a los hogares, trayéndose muchos de aquellos problemas a casa, como diría algún personaje de esta temporada invernal... ¿Qué os ha pasado?
En el año de la cabra, la mente de algunos individuos parecen estar en ese estado, mientras se estrenaba la amenaza extraterrestre de Alien, se nos contaba la cómica vida de un ser conocido universalmente como Bryan, James Bond se enfrentaba a uno de los mejores acólitos de la mafia como Richard Kiel (Jaws-Mandíbulas de Acero) y Woody Allen se paseaba románticamente en Manhattan.
Al mismo tiempo que Pink Floyd estrenaba The Wall, Michael Jackson, rey del Pop y de Indiana, estrena ya sin los Five, su primer disco Off the Wall, y Led Zeppelin volvía a los escenarios para tocar en directo. Continúa en Irán la revolución islámica que retrae actuales consecuencias y el conflicto de los rehenes, descrito fílmicamente en doble instancia en la notable Argo de Ben Affleck, el pintor surrealista Salvador Dalí entra en la Academia Española de Bellas Artes, y se preparaba la llegada irónica de una antiguo actor como próximo presidente de los EEUU, en sustitución de Jimmmy Carter, considerado por la prensa como "mejor hombre que líder político".
La llegada junto a Margaret Thatcher en Inglaterra, del vaquero y republicano, Ronald Reegan por el estado de Illinois al sur de Minnesota. Aquí en Fargo interpretado con ironía en flashes cinematográficos por el mítico Bruce Campbell (El Ejército de la Tinieblas, El Gran Salto), se tendría que enfrentar al auge de un verdadero infierno de drogas, corrupción y crisis económica, por tanto, encargarse de renovar ese manoseado, roto y congelado, sueño americano.
¡Bienvenidos... o no, a Minnesota! Y las gemelas del Norte y Sur, formando el triángulo estatal de la blanca, oscuridad.
El Día... F de Fargo.
Todo parecía lo acostumbrado, hasta que un buen día (aquel no luminoso), unos hermanos decidieron cambiar las cosas con un rodaje minucioso y el contenido creciente de un maletín, recalcando el egoísmo de los poderosos frente a la simplicidad o la estupidez, la cerrazón social y la sobriedad de un terruño, inyectado de sangre y nieve. Una historia especial, acaparadora de premios y ovaciones.
Un éxito inmaculado, que ha sido adoptado a su forma y estilo visceral, por un brillante escritor como Noah Hawley, haciendo de Fargo algo más que una historia, una forma de recrear el nuevo estado de la televisión y la creación de personajes.
Las dos temporadas visionadas de Fargo, deslumbran como una aparición inesperada, acariciando los resortes epidérmicos de los Coen, desde aquella ignota y cómica Sangre Fácil, la furia macarra de Arizona Baby o la poética mortecina de Miller´s Crossing, hasta las atávicas The Man Who Wasn't There y Ladikillers, o la desproporción violenta y psicópata de No Country for Old Men.
Pero, algo siniestro y descorazonador ha golpeado con fuerza, un caudal familiar incesante, que presenta a los personajes más distorsionados en un universo de estilo coeniano, con ejemplos de grandeza narrativa, como la maternidad futura y la responsabilidad maternal, enfrentadas por dos concepciones de la vida. Tan distintas como la enfermedad y el desajuste mental o helicoidal, la codicia frente a la calidez hogareña, la protección y la lucha personal, a través de ellas, las mujeres. Cuando el resto, lo masculino se abraza a viejos resortes machistas, como la posesión, el poder, la revancha y, por descontado, el fuego, la carne o la fuerza bruta.
En la 2, dos formas de interpretar y diferenciarse, difundiendo lo ancestral, una batalla entre la ética y la desproporción, que se escondía bajo la superficie petrificada, de la pacífica, costumbrista, bizarra y gélida Fargo.
Corría un viento norteño, cuando Ethan y Joel, se dispusieron a contar un, nada discreto, ´hecho real` que aconteció por aquellos lares, epicentro policial del estado de Minnessotta. Entre Dakota del Norte y Dakota del Sur, se extiende Kansas City y su ramificación del denominado "business is business", cuna de la música negra y de los conceptos "sociológicos" de un rebelde del swing como Mike Milligan, ejecutado por un espléndido Zahn McClarnon, que parece acudir "al rescate" de los negocios de la familia Gerhardt, tan contundentes en sus movimientos como él mismo.
Cuando una desaparición clásica, la de un desfasado Kieran Culkin, o aquel que representa a un desequilibrado del pasado como Steve Buscemi en el filme, se convierte en un auténtico quebradero de cabeza, para todos, unos y otros, para los amables policías y sus familias, los antiguos indígenas, mercenarios y la casta de los nuevos inmigrantes, o los propietarios de pequeños negocios: bares o restaurantes locales, carnicerías, peluquerías y quioscos de revistas, tiendas de máquinas de escribir, despachos de abogados atípicos, agencias de viajes o de sueños... y otros vecinos.
Ese día D, marcó el día de una encrucijada, donde los caminos marchan con distinción o desesperación, hacia un destino llamado Louverne, no la monumental Fargo por ahora; señaló la dirección, más de veinticinco años antes, de un jefe de policía llamado Lou Solverson y su familia, interpretado en aquella era por el genial Keith Carradine, esta vez con su suegro el Sheriff Hank Larsson que nos devuelve al afable y carismático Ted Danson, no aquel que nos escandalizara en Body Heat de Lawrence Kasdan o hiciera reír en diferentes comedias o la inolvidable serie Cheers; también compone el futuro incierto de una pareja joven, que se topa con un problema de luces y neumáticos, en una situación desesperada, soñadora o conservadora, tomando una estratagema más errónea aún, casi descerebrada, como es habitual por otra parte en los Coen.
Se describirá un asunto turbio, rebosante de tensa tranquilidad, que llevará al paroxismo a sus principales protagonistas y otros que se aproximan al olor de la sangre, como los coyotes en busca de una presa herida o los osos defendiendo a su camada. En cambio, la seriedad y el carácter austero y retraído de los residentes, nos contagia, a su vez, de hilaridad ácida, de desproporcionados intereses, de intestinos vernáculos, de descripciones históricas y surrealismo, de encuadres, escenarios y conceptos cinematográficos que interesan a los espectadores de las salas de cine y, por ende, de la tele actual.
Aunque, existe una lista inmejorable de "pacíficos" actores, representando esta función que circunda la ciencia ficción y la comedia, más negra y ácida que nunca, algunos relatan que casi Tarantiniana, otros entreven rasgos de su madre Louise Armstrong o su abuela dramaturga, de su antiguo oficio de abogado y defensor en casos de abusos infantiles, en conspiraciones o en la negra concepción de Legión y otros entramados accidentales en The Alibi, esto es, un estilo propio. Próximamente tratará de llamar nuestra atención sobre el espacio, en su primer trabajo en la dirección de cine, con la cinta Pale Blue Dot y el rostro de Natalie Portman, además de rumorearse su ampliación en el universo de Marvel con Victor von Doom.
Por consiguiente, el aspecto duro y truculento, puede estar asegurado... ¡ay, si aquellas luces, no hubieran reflejado la escena!
Por cierto, otro rumor (con base fundamentada), es que los primeros pasos o movimientos en el dibling, de unos pequeños diablillos que están jugando al baloncesto en una cancha callejera, podría tratarse de un reflejo pretérito de los míticos Gaear Grimsrud y el locuaz Carl... para aficionados a la épica cinéfila.
Si aquel imbécil, no se hubiera cruzado en mi camino...
Además, de imbécil, embebido en no sé que otros objetos del cielo, para habernos ´matao`.
Las imputaciones por los nuevos cargos, emprendidos en la segunda Fargo, muestra indicios de locura, con una complejidad arraigada en el suspense y la capacidad sideral de la imaginación, transformando los caracteres antiguos de individualidad, en otros personajes muchos más familiares.
Luchadores raciales, enfrentados al peso de su historia y su pueblo, policías que defienden el honor de una profesión a pesar de otras visiones desafortunadas, tenderos y grandes ´empresarios` dedicados al control de sus ´delicados` o traspasados negocios, manos que se aferran a su oficio, mentes que persiguen sus sueños.
Numerosas nominaciones por las interpretaciones, la dirección y el guion, que reportarían más beneficios que una carnicería en alquiler, aunque no siempre, porque todo hay que repartirlo en este mundo de incesantes ideas y expectantes producciones. Pero, marcaría el destino de un nombre, unido para siempre, al humor negro, la desquiciada violencia o la ley del hampa, a la escritura de guiones y los más diversos representantes de la América profunda, junto a papeles de ciudadanos comunes... o no tanto.
Sin embargo, pocos de los espectadores de aquella gélida y trágica historia shakesperiana, podían imaginar que pasados unos años, visitaríamos los distintos espacios temporales que confluyeron en aquella Fargo, para describir nuevos personajes enraizados o alambicados en la raíz, el bien, el aprendiz de malvado y el mal absoluto, con connotaciones desproporcionadas.
Este enfrentamiento, poco tiene que ver con aquel ser descarnado y un humilde individuo, desubicado y tragicómico, pues, su puesto ha sido tomado por una muchacha, simpática y arrolladora verbalmente, que no conceptualmente. A la vez que potencia la fauna en la que se va convirtiendo el escenario de un crimen antológico... o tal vez infinito. Ya que, si bien los carteles anuncian claramente, un episodio verdadero en el que se cambian los nombres de afectados y se persigue la fidelidad de los hechos, por respeto a supervivientes o muertos, la verdad es que la producción de los Coen y las visiones de Noah Hawley, los delata en el desarrollo de la serie y retrata su particular universo. Si bien dicha conexión y sus comentarios, denotan cierta frialdad y 6 grados, bajo cero, de separación.
Fargo es un lugar, donde se relacionan sus personajes y sus mentes particulares, con aspectos inverosímiles o contrarios, reunidos por acontecimientos comunes. Liados en el suspense, confabulados en una espiral de pensamientos o reflexiones de cara al exterior, de acciones de las que te ríes por no llorar, pero sugerentemente hablando, visualmente brillantes. Pareciera que más que comunicarse entre sí, estén vomitando sus cosas y restregándoselo al espectador y la sociedad, de forma parecida a aquellos vaqueros en el lejano Oeste y sus comunicaciones interesadas, que retratan a forajidos y héroes a la fuerza.
Por contra, cuando se hablan y emergen profundas palabras, observamos el trabajo del actor y varían las descripciones recogidas a priori, nos adentramos en un complejo mundo de contrastes y valores sociales, fundados en el éxito personal y el deseo de no ser olvidados, sobre las páginas de un libro o las imágenes irreales de un sueño, más bien, pesadilla existencial por momentos.
Pues, los neardentales y féminas, aquí mostrados, indican los males de una sociedad enferma, que está conformada por seres humanos, con sus histerias y ´neuras´, sus miedos ancestrales o debilidades, de nuevo cuño, los sinsabores de la vida y la tragicomedia, como la dependencia y la pérdida, el deseo o el sexo, la adicción, la mentira, la soledad o, eso llamado amor, universalmente.
Es decir, individuos con sus terribles defectos y recónditas virtudes.
Si esta familia, no tuviera origen germánico.
Para comenzar a entender a esta curiosa y extravagante familiar, hay que empezar describiendo, alto y claro. Para que no halla confusiones, entre aquellos que no continuaron la serie inicialmente. Hay familias unidas y otras, que convergen en un monstruos con varias cabezas, a la espera de combatir a los caballeros y su honor.
En primer lugar, tenemos a Kirsten Dunst, esta chica de cabellos rubios transformados, que nos emocionara con una entrevista del vampiro, con apenas 12 añitos de edad, no es princesa. No esquiva las balas, porque su resistencia actual y su pensamiento libre, equilvadría a no dejarse morder por cualquiera. Su torpeza es la elucubración, su valentía... es ciega. ¡Vaya, si lo demuestra!
Sumando cualidades, resulta una buena ama de casa, atractiva, apasionada, soñadora y con expectativas de mejorar social y laboralmente, de momento no piensa en bodas de Mujercitas ñoñas, ni siquiera de una pobre virgen con intenciones suicidas, es dura y atlética, ve películas de heroínas mayores, donde esa madurez se representa sobre una hoguera de vanidades y miedos, por eso, se olvida de lo superficial, el dolor y la angustia, los quebraderos de cabeza, incluso, el dinero o la muerte. Sería capaz de vender cualquier cosa, la más valiosa, para conseguir sus sueños, que no su estabilidad, como la reina Antonieta de su casa, pero siempre, con ese ápice amargo en sus ojos transparentes... con ese halo de melancolía, implícita en su sonrisa. ¿A ver si alguien es capaz de borrársela...? Has pensado por un momento, en descender de tu nube y comprobar las almas que abandonaron esta tierra, Fargo, me refiero.
Ed Blumquist, tiene el mismo color de pelo, pero, su trayectoria es meridianamente inversa a ella. Piensa en nombre de los dos, cuando no debería, porque sin darse cuenta, corta las alas de la libertad y se queda enclaustrado entre cuchillos y mostradores, ahí, dale que te pego. Es carnicero, de los de verdad, eh.
El actor que nos ha encandilado, se llama Jesse Plemons actúa con una naturalidad que asusta, no parece acomplejarse por nada o ante nadie, aunque su personaje lo sea, nadie me explico.
De pequeño estuvo en una cinta deportiva, conocida como Juego de Campeones y anduvo correteando junto a Chuck Norris, seguro que aprendió la rudeza y la toma de decisiones extrovertidas, y los perjuicios del consumo de sustancias en Breaking Bad. Tanto que, últimamente, lo hemos visto junto al maestro Paul Thomas Anderson, se despachó a gusto en la comedia extraterrestre Paul, ha trabajado junto a los mejores de su círculo en Black Mass y la magnífica Barry Seal, y ha conquistado a Spielberg, desde el Puente de los Espías y su pequeño papel en la interesante Los Archivos del Pentágono. Atención que volverá a la comedia criminal con Game Night y alternará con Scorsese en The Irishman.
¡Ese es mi Jesse! Simplemente, también, The Butcher genial en Fargo II.
La Familia y uno más.
Existe un enfrentamiento primordial, es el fundamentado en el respeto y el orden. Dada quién con su estilo apropiados para la ocasión. Todos geniales en la concepción de sus obras y personajes, creando una serie de instrumentos con los que condicionarnos, emocionarnos, tranquilizarnos o todo lo contrario, objetando su forma de interpretar la vida en la frontera, de la realidad y el cine.
Por un lado, la estimable labor de un policía cabal y centrado, dueño de sus actos y responsabilidades con los demás, con sus vecinos y su esposa, por que lo necesita y él a ella. Se trata del nombrado Lou Solverson, padre de la increíble Molly en la anterior temporada, interpretado por un Patrick Wilson increscendo, más, desde el miedo, pues recordamos sus papeles en el Fantasma de la Ópera y Hard Candy, en unos Juegos Secretos llenos de rivalidades, no tan pasajeras. Se afianza con Watchmen, vigilando la pacífica población que le vio crecer, junto a su padre protector y reactivador de su orgullo profesional, de la forma de un eslabón en la cadena.
A pesar de las insidiosas revelaciones que están por llegar y los expedientes duros, no Warren (menos opciones de otros mundos), que verá obligado a rellenar. Para enviar a más de uno, terrestre y asesino... a los calabozos, o quizás, más lejos. Con Dios.
Es entrañable mirando a la claraboya de los sueños, en noches compartidas y, observando partir a los barcos luminosos a ese destino incierto que navega en el horizonte. Si no tiene que cruzarse de nuevo, con el tomahawk de un indio que se empeña en desfigurar su rostro y así, pasar desapercibido en otra serie. Se hace rodear de otros, que le ayudan a surcar las olas, como el agente interpretado por el australiano Keir O´Donnell, marcado por señales oficiales y otras huellas, o el borrachín y hogareño abogado, encarnado por un convincente Kick Offerman.
Ah también, Mr. Wilson será pasajero y portador de la Última Llave, para convertirse en padre admirado, esposo sufrido y maestro de superhéroe... bajo del mar.
La Otra Familia... A Homespun murder story.
Su primacía, ha sido primordialmente patriarcal, basada en el sudor y la sangre de la familia, no tan unida y bien administrada. Aunque un ataque de última hora, ha proporcionado un cambio genérico de papeles y se le ha otorgado la voz triunfante, a la interpretación materna, de la actriz Jean Smart, una Mama Floyd inconmensurable. Dándole una nueva oportunidad para convencernos a todos, y está clarísimo, que caímos a sus pies, malheridos, atribulados por las deudas, confabulados entre sus descendientes, manipulados por el cambio de los tiempos. Una señora ejemplar, con todas las de la ley, y contra ella... me refiero dentro de los negocios de la pantalla.
Además, preside un imperio cabalgando entre cuernos de márfil y Cadillac´s, o Dodge, conseguidos a martillazos y otras lindezas, gracias a las maniobras en la obscuridad de su marido, interpretado por Michael Hogan, su pequeño ruiseñor enjaulado, y el novel actor Allan Dobrescu, es un pequeño vacío en su agujero. La pretenciosa, divertida y licenciosa Simone, de las antiguas conspiradoras en el cine, pero actualizada en el feminismo, mujer de armas tomar interpretada por Rachel Keller. Se nos presenta en la misma Legión de Hawley y en su próximo segundo largometraje.
Y dos verdaderos monstruos, resabiados y con personalidades muy marcadas, a hierro y fuego. Son hermanos en la vida y en la muerte, cada uno con sus familias y su forma de actuar (menos de pensar), que rivalizan en cualquier acción o comentario, salvo, bajo las faldas de su protectora. Se faltarán, retarán y odiarán, si no lo hacían ya mucho antes, porque se consideran casi enemigos íntimos, desde la cuna y la teta que los amamantó. Uno más pistolero que el otro, más rotundo, el oso Gerhardt más ´cariñoso`, si se puede decir así. Adiestrado y manejado en las manos poderosas de Angus Sampson, que ya estuviera en Mad Max y la peli Insidious, como una vaticinio. Lo que está por venir es, la nueva Insidious: La última llave, y una película titulada Winchester de los Hnos. Spiering (Daybreakers, Saw VIII). Además, en contra, al otro lado del ring, perturbado, inaccesible, rudo y maleducado, el inefable Dodd, pero admirado por los seguidores de los malvados y sociópatas, de todas las madres y series. Su papel madura, en la dura piel de Jeffrey Donovan y su extraño, atractivo acento, tanto que es parte esencial de este drama hogareño. Un nombre que no sonaba demasiado, aunque había pertenecido a aquella notable Sleepers de Barry Levinson, estuvo en la aciaga Blair Witch 2, borrón y cuenta nueva, hasta llegar a series de éxito o El Intercambio y J. Edgar de Clint Eastwood, y a la magnífica Sicario de Denis Villeneuve. Lo siguiente el filme Shot Caller junto al entronado Nikolaj Coster-Waldau y Sicario 2: Soldado. Se acabó lo que se daba, sin pensar ni nada.
Por último, recordar a dos personajes intransferibles, que otorgan a esta Fargo, la capacidad de reinventarse sobre aquellas páginas del pasado, y rivalizar con individuos que tienen cosas en común, o son siniestramente, diferentes, raciales, escurridizos, inteligentes, husmeadores... a los habituales depredadores coenianos.
Zahn McClarnon, el rastreador que nadie conoce (y no nos importa), porque su origen es clave y claro, a flor de piel, cuando su rostro refleja la sangre derramada y su silencio, buscado que no impuesto. ¡Cómo debe de ser! Su nombre es Hanzee y busca un cambio radical, para no perpetuarse haciendo el indio en manos equivocadas y salidas de tono. Aunque se puede haber hecho tan popular que acabe contratado en Westworld y actúe en la nevada Braven, junto a Garret Dillahunt, Stephen Lang y Jason Momoa. Otro trío de conexiones evidentes y emocionantes.
El otro tipo es Bokeem Woodbine (The Rock, Riddick), sería el ejecutor negro y poco adulador, mano del negocio en Kansas City, con bastante suerte y verborrea culta. Que siempre va acompañado por dos hermanos de armas tomar y no soltar, hasta el límite de la resistencia, que forman el trío más siniestro y divertido, de la frontera entre Dakota y Minnesota, con sus descripciones, referencias o anécdotas y otras expresiones, raciales o bíblicas. También conocido como Mike Milligan, futuro lustrador de despachos o abrillantador de cuentas, hombre de ley y sin ella, embarcado en la tarea de sobrevivir a este desquiciado grupo y a la visita de cualquier inesperado enterrador. Además fue Shocker en Spiderman: Homecoming, y tiene firmada su participación en la cinta de terror Overlord y Billionaire Boys Club.
Para terminar, este familiar comentario de Fargo, podríamos decir que desde sus inicios, ya hemos oído temas espectaculares en su banda sonora, empezando por Billy Thorpe, Fleetwood Mac, Fasts Domino, The Chieftains, Jethro Tull, Spirit, la Creedence... y terminando por los magistrales Black Sabbath y su guerra particular de cerdos. Ah, lo de los marcianos es una simple visión, nadie toma perspectiva de ello, y menos los ejecutados. Es una visita inesperada, que el espectador no toma en cuenta, pues prefiere conocer el verdadero desenlace de los hechos, vengan de dónde vengan... fin.
Esta gran serie y su segunda apuesta, podría ser el reflejo del futuro. de una temporada que empiece brillantemente, reviviendo los orígenes de una familia alemana y su destino. Donde sean importantes la zapatillas de andar por casa, las cuentas como siempre familiares, un paseo divertídisimo por la nieve de un tal Maurice (que posteriormente, no resultará tan divertido sino patético) y un viaje desdoblado, por una de esas interminables carreteras típicas, sin apenas curvas. Una declaración de amor, con cartas por medio, sobre esas ruedas y estas letras calientes... sobre la nieve de Fargo:
Crazy on You.
FLEETWOOD MAC - Oh Well
Black Sabbath - War Pigs
Cinecomio busca
lunes, 5 de febrero de 2018
Cinemomio: Thank you
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