¿Quién es un niño raro... little Burton?
Peculiar: Que es propio, característico, privativo o singular de una persona, animal o cosa. Especial, poco frecuente. Extravagante, raro.
¿Pero... qué significa ser peculiar?
En el caso de la literatura o el cine, se podría denominar así, a algo o alguien que se diferencia del resto, con la técnica o la imaginación. Que no acostumbra a hacer lo habitual, crea lo particular o posee una visión de las cosas... digamos, extraña, llamativa o contraria a los demás.
En el caso de la infancia de un director de cine llamado Tim Burton, peculiar era la composición de sus mundos imaginarios, profiriendo las escenas más dramáticas para llamar la atención de sus amigos o vecinos de la ciudad de Burbank (California) y contar sus historias terroríficas, con el apoyo de sus habilidades artísticas como la escultura, el dibujo y la pintura, o el retrato en movimiento. Él, suele admitir que, en la niñez se preocupaba por mantener esa separación con sus amistades y sus gustos cinematográficos por el arte gótico (de la mano siniestra de Roger Corman, el expresionismo alemán, la poesía de Allan Poe, el stop-motion de las criaturas de don Ray Harryhausen o la legendaria apariencia de Vincent Price...), para ofrecer una imagen peculiar de sí mismo y sentirse diferente a los chicos de su edad. Al menos, hasta ser contratado por Disney y dirigir su primer corto animado, una genialidad conceptual conocida por el idolatrado nombre de Vincent.
Definitivamente, esta conjunción abriría las puertas de la creatividad del joven Tim, para desarrollar historias con personajes introvertidos o rechazados por la sociedad. A veces, seres repulsivos o monstruos en la fachada, pero con un gran corazón.
Normal que, tarde o temprano, la obra del novelista de Maryland y director, Ransom Riggs (autor de una serie de cuatro libros ya y The Sherlock Holmes Handbook), se acercara a su visión cinematográfica y le tentara con introducirla en su mundo misterioso y fantástico. Burton quiere volver a ser aquel niño, en ocasiones.
De esta forma, miramos atrás para amarrar las cosas que olvidamos en el camino o quedaron flotando en nuestra memoria, como una fantasmal mansión cubierta de niebla al anochecer. Jóvenes de espíritu, que tienen la intención de cambiar la realidad dramática del presente y sumergirse en otros reinos más imaginativos. Abrir uno de los muchos libros o novelas juveniles, descubrir a los ´supuestos` monstruos de su interior, como por ejemplo, Miss Peregrine's Home for Peculiar Children.
Pero, durante ese tránsito al pasado y revisión estética, se puede caer en la reiteración de ideas o repetición de ciertas costumbres o usos visuales, como si fuera una película que aparece a diario, como una pesadilla, remarcando los pasos dados y desperezándonos con el mismo sonido de nuestro despertador. Una y otra vez, hasta la desesperación y el cansancio, o incluso, una pérdida de sentido o perspectiva.
Tim Burton, últimamente, parece estar sometido a estas condiciones y proposiciones, envuelto en un sutil bucle que enlaza con los personajes de antaño y aferrándose a la misma cuerda conceptual, con la que jugaba de niño.
Se emociona, mirando un casería lúgubre, una piel pálida o el ascenso de un globo atado a su muñeca; por ello, sus pensamientos y raíces, quieren regresar de nuevo a su carrera fílmica, una y otro vez. Esperemos que no acabe cavando, su propia tumba...
La adaptación de El Hogar de Miss Peregrine para Niños Peculiares, entronca con su pasado diferente, un universo oculto y fantástico, donde el romanticismo esta en manos afiladas de lo improbable, prototipos de la creación onírica, naturaleza gótica o muerta, mascotas y niños sensibles, héroes oscuros y villanos más aún, maestros de lo cutre, fantasmas con o sin cabeza, seres de lugares apartados y exóticos, corazones circenses y familiares, novias ingrávidas o cadáveres, música y otras posibles maravillas...
Quiere ponerse en el punto de vista de sus jóvenes protagonistas y recorrer los mundos imaginarios que les rodean, combatir las peculiares amenazas, el tiempo que le quede a ese Hogar de Miss Peregrine, regentado por una niñera bella, sombría bajo los ojos claros y esbelta en traje de época, como Eva Green, y también algo desaprovechada en la interpretación.
Mr. Burton, entonces, se enfoca en aquellos primeros paseos de cámara de la infancia y establece conexiones o percepciones sobrenaturales con su mitología cinéfila o literaria. Románticamente siniestra, poética de la muerte o de un barroquismo abstracto, pero confusamente dinámico en esta ocasión. Esta es la décimo-octava visita a fantasmagóricas mansiones y extrañas criaturas (antes de Beattlejuice 2), buscando esos efectos tenebrosos que atraigan nuevos cómplices, o la comprensión de viejos amigos. Capturando con su ojo vidrioso, la sonrisa de consecuencias endiabladas o pasados retorcidos, como los tirabuzones de una época pretérita que crecen en un esqueleto.
Ahora y hoy, nos hallamos con una historia sobre los cuidados épicos y los lazos que unen en la diferencia, con una Mary Poppins de negro y mirada procelosa y vigilante, que protege a unos huérfanos singulares o discretos, al menos, fuera de sus juegos habituales en el patio trasero... de la realidad.
Ella es legítima y culta, ligera y oteadora, con su vestimenta renacentista de encaje. Con la imagen siniestra de una Eva Green, poco adaptada al medio y a estos elementos mágicos, que acaban desdibujando su tarea divulgadora y reparadora a los niños diferentes. A falta de más concreción en la historia y unos personajes más desarrollados peculiarmente, la película enraizada con la cultura y la vida en las aldeas de los años 40 y, también, con los géneros literarios juveniles que dibujaron personajes magníficos e inolvidables de nuestra niñez. Cuentos fabricados sobre antiguas leyendas o elementos clásicos del terror y los temores de aquella sociedad. Como aquella Liga de Hombres Extraordinarios de Alan Moore, aunque en tamaño más reducido y sugerente, a priori... porque, hoy, parece más ajustada su acción desenfrenada con unos animados mutantes, desgraciadamente.
Eva es la mujer de negro, casi completa, definida por las transformaciones fisionómicas a lo Lady Halcón y tocado victoriano. Con una tendencia protectora a ciertas manipulaciones argumentales del tiempo narrativo, pero, como Miss Peregrine defrauda en parte, aunque evoque al pasado más lejano del director norteamericano y sus legiones de criaturas extrañas. No profundiza en la personalidad del personaje, ni sus numerosos guiños o referencias visuales al ayer, en gris ceniza y verde de Green, que nos enamoraron de lo extraño o genuinamente distinto en el pasado. Especialmente, tras aquella escena romántica imposible, que unía la mortalidad pálida con unas manos en forma de tijeras, o el mágico camino de un hombre con grandes agallas e historias para los nietos futuros. ¿Recuerdas, aquel Big Fish? Algo así ocurre aquí, con el personaje interpretado, levemente, por Ella Purnell (Nunca me Abandones, Intruders), implícito en su nombre, el acercamiento a él, a través de su pasional relación con un Asa Butterfield (La Invención de Hugo, El Juego de Ender), soplando y desinflándose al unísono.
Pero, ¡ay el tiempo! Que nos manipula y cambia las reglas reales y físicas más elementales. Qué traicionero, pues traspasa el conocimiento de los hombres comunes y convierte esa peculiaridad del comienzo, algo mágico y sugerente, en una característica, no por secreta, ya vivida. Menos sufrida que anteriores etapas esenciales del cine bartoniano, aunque de mayores magnitudes históricas; tal que la segunda gran guerra mundial y los referencias actuales a monstruos con tentáculos de un apetito poco común y peligroso.
Todo comienza en la época actual, con un joven confundido, testigo de un dramático suceso familiar y posterior viaje de la luminosa Florida a la isla (próxima a Gales), recomendada en viejos libros o documentos escritos con la imaginación de su principal valedor. Allí, intentará despejar la incógnita de ciertos problemas genealógicos, en favor de la ciencia del comportamiento o, la psicología descrita en fenómenos o freaks. Dicha iniciación con los problemas familiares, será un encuentro pretérito con la historia de aireadas o profundas raíces, socavadas con el silencio, la marginación y las bombas de la aviación nazi.
Para desentramar este árbol troncal olvidado, deberá nutrirse de recuerdos ajenos y otras vivencias increíbles, por alturas o hasta el fondo de su corazón, menos confuso que su mente. Frente a la figura paterna y su continuidad literaria, o los habitantes separados de la paciencia o los poderes especiales. Juntos, pero separados, intentarán despejar dudas y nuevas amenazas hambrientas con las fauces maquilladas de Samuel L. Jackson, si sus movimientos no impiden descubrir su envolvente realidad paralela y secreta. En ella, están los jóvenes actores y otros británicos importantes como Chris O'Dowd, Rupert Everett, Judi Dench o el gran Terence Stamp.
En este hogar o mansión encantada, las constantes vitales permanecen en sentido contrario a las manecillas de un reloj, para terminar con el romanticismo maldito del pasado. Esto es lo más destacable, en un filme de Burton que, empieza a hacer aguas, bajo el manto demasiado cálido de Miss Eva al intentar dar cuerda a la historia, predominando la acción infructuosa. Hallows y caricaturización de Mr. Jackson aparte, antes de otros personajes como visitante en Unicorn Store, La Isla Skull de Kong, un muy animado samurái o el Nick Fury de Vengadores: La Guerra del Infinito.
Los niños peculiares (en las formas no el fondo), juegan al ritmo de la Twentieth Century Fox más moderna o el guion adaptado de Jane Goldman (Kick-Ass, Kingsman o la primera generación de X-Men; ahora se entiende), y ejercitando sus habilidades con música arreglada por dos experimentados compositores como Michael Higham y Matthew Margeson, en numerosas bandas sonoras del cine actual. Aunque se vaya desinflando entre otros movimientos sonoros y problemáticos giros argumentales en el último tercio, que enmarañan y acaban rompiendo el hilo del espectador... adiós bello globo, nos volveremos a ver...
Ir y venir de monstruos sin brillo, efectivos más que esenciales, livianos esfuerzos entre el romance y el suspense, alrededor de la única trama que se eleva e intenta permanecer unida... amor de juveniles protagonistas y el pretérito cinematográfico de Burton... Por cierto, cada vez más crecidos y atractivos, para el otro género.
El terror clásico de la literatura, finaliza en un baile confuso de fechas y heroicos hechos, a golpe de efecto. Que, tan solo alimentan a latentes corazones, en lo diferencial, como Eduardo, el caballero negro y su novia en cueros, cadáveres, el pescador pescado o incansable Ed Bloom, o ... aquel amor dramático e imposible de Ed Wood por el cine...
Hasta que todo salta por los aires, en espera a otras aventuras (sobre la city londinense o una capital más oscura), acorde al concepto mitológico y románticamente siniestro de Tim Burton. U otro latido, vaya Ud. a saber...
Florence + The Machine performing Wish That You Were Here (Miss Peregrine Soundtrack)
Tráiler Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, de David Yates.
Rogue One: Una historia de Star Wars, de Gareth Edwards.