El Partido de Vuelta.
Los casos enrevesados parecen ser una condición sine qua non, con la que el productor Jonathan Lisco se acaba embarcando en proyectos de éxito, desde aquellos policías de la serie Southland o la persecución acusatoria a la familia de los Cody´s en Animal Kingdom. Esta última titulada Yellowjacktes (término que indica cierto amarillismo), es la prueba concluyente, una investigación atípica que te lleva a caminos más extraordinarios o, casi sobrenaturales.
Y, ¿por qué se podría considerar como el segundo encuentro del caso...? Pues, por una determinada tendencia a la sobreexposición en paralelo de sus protagonistas en dos frecuencias narrativas, que estallan, ovulan y crecen al mismo tiempo.
Esta experiencia puede resultar extraña, aunque ambas dimensiones convivan de una forma dinámica y fluida, donde nunca el espectador se pueda distraer de los sucesos que acontecen en la historia final. Algo que, por supuesto, es una gran incógnita que deberemos ir despellejando o uniendo los cabos sueltos, los tendones expuestos y sus consecuencias en cada época.
Con Yellowjackets estamos a punto de sumergirnos en una nueva dimensión sociológica de esta actualidad televisiva altamente productiva y sugerente, donde los caminos a la cúspide son inescrutables y complicados, debido a cierta liviandad de esta serie durante sus primeros capítulos. Te aviso que puedes estar al borde de tirar la toalla y dejarla caer en el vacío, pero deberías darle una oportunidad, ya que si bien sobrevuelan las exigencias dramáticas y otras particularidades elementales, estarás a punto de vivir una experiencia sarcástica, violenta y catártica.
Recuerda, ¡este es el primer encuentro! Aún queda el partido de vuelta...
Las 4 con botas.
Lo físico es esencial en el deporte, pero quizás lo metafísico, lo sea más en este enfrentamiento entre la juventud y la experiencia, lo cabal y lo demencial, lo femenino y el reverso masculino. Aquí, unas jóvenes estudiantes, futbolistas amateurs de ahí el color nominativo de la casaca en el título, proceden a un eventual ejercicio de personalidades al límite, con experiencias complejas, paradójicas y más accidentales, que un parto en una cabaña solitaria.
Sus conversaciones comienzan siendo tópicas, dentro de la rivalidad personal y el ostracismo intelectual en la exposición, pero un incendio se prepara en la sala de motores del equipo, que terminará enfrentándolas a una conversión de sus actos y principios. Si poseían alguno, pues estaban bien ocultos hasta ese momento, tirándose las botas a la cabeza... ya veremos que pasa cuando se calienten.
En el campo sólo existían abrazos y algunas rencillas basadas en el popularismo, con tacos metálicos volando, nada de literatura. Todo bastante básico como serán sus necesidades en adelante para sobrevivir en esa especie de jungla femenina, con evoluciones feministas y llegar a alcanzar ese ápice de celebridad que perdura en la memoria.
Esa ligereza social y conciencia antideportiva, son males que no durarán demasiado (dos o tres episodios salvo en algunos campos), para empezar a observarse rasgos más turbios, espesos y espeluznantes. Por ahí colgados en cualquier rincón del terreno de juego... de un juego a vida a muerte en regresión..
Algunas mujeres o seguidoras, podrán identificarse con los estereotipos de esta juventud femenina de nuestra actualidad, o no, depende del matiz o de los colores; y sino, no difícilmente pertenecerás al equipo, permaneciendo impasible ante sus actos pasados y consecuencias presentes.
Salvo que te guste mantenerte en el aire, sin alas, para acabar cayendo a ciegas en el abismo. Sabéis que algunas perecerán en el intento, otras en cambio... ¡Viven!
Sin embargo, la historia se mantiene siempre ampulosa, durante esos dos estratos temporales diferentes y contrapuestos, al menos en las posiciones colectivas, pero conectados por varias características personales. Los reproches familiares y los tacos. Un equipo es algo parecido a una familia, sus querencias y sus discusiones tensas.
Estas pueden ser... la atracción sexual, por supuesto, y si es diferente mejor, porque Mr. Lisco ya lo ha demostrado y enseñado en otros reinos... Podríamos decir el lesbianismo, no únicamente, pues le pueden atraer igualmente los encuentros de otros tipos. E indudablemente, la música, otra atracción imperecedera en sus producciones.
Luego existen otras perspectivas que tienen que ver con esos rasgos conductivos diarios o extraordinarios, dependiendo de las circunstancias, contactos y ambientes. Como el rencor y el despecho, que puede ir contra los hombres, pero aquí especialmente con elementos del mismo género. Esa defensa del feminismo en la juventud, que es un dedo acusador en nuestros tiempos; la traición y la venganza, ya que no pueden vivir la una sin la otra; la soledad, esa gran compañera y la frustración, que es la otra; después un puzzle con elementos desconocidos como la dispersión mental, el misticismo, el ocultismo mágico o espiritual, la parapsicología, el animalismo, las falsas esperanzas, la ridiculización en grupo y, fundamentalmente, la superviviencia.
Ah bueno, se me olvidaba una observación muy humana o ´lógicamente` animal, que sería... ¡el gusto por la carne! Esto es Mr. Lisco, su hambre de hechos extraordinarios y Showtime...
Combinando...
Nadie podía sospechar que estas jóvenes no demasiado brillantes intelectualmente, salvo alguna que podría destacar en algún aspecto, se iban a convertir en carne de cañón para la recombinación de sus ADN´s selectivos. Peloteando en la espesura temperamental, en la que no puede penetrar sin hacerte demasiadas pregustas, ni soltando improperios. Ya que te podrías hacer bastante daño...
Si bien todo parecía la normalidad, más o menos, con registros planos dentro de ese colectivo juvenil que destaca por amistades y rivalidades, en su tramo vital, y dejando fuera esas tendencias más sangrantes que tienen que ver con el miedo, el dolor...o el horror en las familias modernas que saltan a las páginas amarillistas de sucesos. Los jóvenes también pueden hacer, mucho daño, ¿o no?
Todas las chicas parecen felices, excepto entradas a la altura de las rodillas, o mucho más arriba... hasta que cogen ese impulso para asistir a una competición y salir de la normalidad, sin pandemias, por ahora.
Este será un vuelo conductivo que les traslada de la ciudad de Nueva Jersey, plagada de cemento y ciertos campos de hierba, hasta la extravagancia natural de un aislado bosque canadiense, que fotográficamente podría tener más vida propia. Nada que ver con Lost según tengo leído, aunque lo parezca en semejanza grupal y extraordinaria, sin embargo no visioné aquella serie y no puedo comparar, ni profundizar en el extravío o... el follaje.
Tampoco, buen un poco, con aquellos atletas chilenos que se estrellaron en Sudamérica y que, tienen contacto exclusivo con este novedoso hambre de féminas, atrincherado, confuso y alocado, que se avecina. Gracias a Dios o el otro, y el crash, ¿incógnita?, conviviendo... ¡o no!
Gatos con botas, de siete leguas, que no lenguas por favor no te las tragues, que el sexo no cuenta en ese cuento de los Andes... se las pusieron para salir de allí con voracidad y grandes zancadas... de ave zancuda, que no de minino.
Y las aves, presas de las gatas, están en las alturas, colgando de las ramas de árboles artificiosos como los puzzles o las estanterías, y picoteando lo que pueden, se acercarán a esa insensata voracidad, sin demostrarlo. Así que los animales, u hombres en esas escenas de intensidad, son difíciles de capturar, debido a la escasez. A no ser que se tenga un tirachinas potente... o mucho mejor, una escopeta con mira. Es otra caza distinta a aquellos hachazos, antes del caos y el hambre.
Entonces las mininas, ¿saben cazar...? Al menos una sí, y un ratoncillo casi solitario y medio asustadizo, que se mete en todas las trampas con ojos temerosos, buscando un queso que no podrá masticar sin salir demasiado congestionado. Es lo que pasa con la hambruna, lógica y la otras, que si no te mojas, no hincas el diente.
Y el escenario es... te he dicho que, ¡no te hagas demasiadas preguntas, ratón colorao! Bueno morao, bastante raruno.
Pues entre las sombras que se avecinan, entran tantas estrellas, estrelladas juveniles en el desarrollo de los hechos, que ensalzan los nombres esenciales en el drama adulto, en estas dos estancias temporales...
La Melanie que salió del frío, la Shauna que recae siempre en él, la Taissa que desea gobernarlo con mano dura... y la Misty más aún, qué es un gélido y cristalino misterio.
Tendencias tribales y cosas sorprendentes entre las viandas, y otras cosas que meter... en la boca, nariz, o en la carne del rival. Existe como una Clarice Sterling, o un Hannibal emocional, pero con pelo en forma de rizos rubios y gafas. Esa rareza estructural e hiperactiva, le viene al pelo a Christina Ricci, acostumbrada a jinetes sin cabeza y otros desmembramientos caseros, mientras la indecisión iría más con la actriz Melanie Lynskey, hasta que termina en desmelene... Por otro lado, la estampa temperamental penetra por el vello y la piel de Tawney Cypress en parafernalias materno-políticas, y por descontando, que no diremos de los cambios drásticos en el carácter, si tenemos en pantalla a la resurgida en la obscuridad, Juliette Lewis. Vaya, cuatro patas para un banco... de alimentos, claro. ¿Dices semen...? Bueno, puede...
Las demás, cazadoras o asustadas, forman un coro no celestial, a la incertidumbre, que va espesándose hasta desparramarse, formando un público del cuadrilátero de apariencias y apariciones, no te pierdas... Así verás reacciones a un fantasma en un rincón abandonado, una sensación psicopática de contagio, una bestia hambrienta, otra presencia más religiosa, concursos de fela... etc... es un velo o escusa, para cualquier otro encuentro imprevisible en el futuro.
Allí destacan, digo en el pasado insaciable, una bella Ella Purnell extráida de aquella Miss Peregrine tan oscura, como alternativa coloristas, en cambio, no sabe muy bien por dónde soplan los vientos en su cabello, ahora revuelto. El embarazo voraz y sangrante de Sophie Nelisse que empezara carrera con aquel notable Monsieur Lazhar en Canadá, antes de tirarse de los mechones por un error, más bien encuentro embarazoso. Una inconveniente lengua, perdida en el sur del mismo abismo, incontinente, sarcástica, extraña y aparentemente asocial, interpretada por Sammi Hanratty. Y por último, la memoria en fase de desintoxicación actual, carnal o la otra, con Sophie Tatcher en una serie que no conozco como The Book of Boba Fett, por ahora... esta chica bien parecida, pero menos siniestra que aquella dama musical del principio de la presentación... al menos en cuestión de drogas y alcohol.
Algún póster en la habitación... y sonido The Prodigy o Smashing Pumpkins, como mucho.
Bueno, pues este es el descanso del primer partido... ¡Las bolas están en juego, señores!
Accidente... lo penal.
Hay que ser retorcido para buscar los giros de guión, y aquí están los creadores Bart Nickerson y Ashley Lyle, para meterse en las entrañas de la hambruna y no deshacer entuertos. Esto es, sin incidir demasiado en los procesos metafísicos de una isla de aquel famoso Doc Moureau, sin bichos mutantes (por cuestión demete) y esas rivalidades ultra-transgresoras que confunden con una nueva Señora de las Moscas. O de los fúngicos, yo que sé...
Element@s mucho más contenidas en inicio, por si las... Mierda, hay que cortar.
Vale, la caída ya pasó... en estos momentos, si se necesita, se amputa y ya está.
Este drama de la supervivencia, no es para todos los públicos, aunque hay sangre a cuentagotas, lacerantes eso sí... Todo sucede en el coco. No, no hay coca... o sí.Una tarea para las mujeres y los ávidos hombres en apariencia, que no tienen mucha suerte en este enfrentamiento; uno con un miembro menos y sin poder utilizar los demás; otro tan imberbe que no sabe manejar un arma, sin hacerse daño; y el que más papeletas tiene para triunfar... sólo hay que otear el camino en frente, para saber que no va a ir muy lejos. Un enigma que acaba en marioneta.
Menos mal, que mantiene todos los suyos... digo los miembros. Bueno, esa materia... realmente no la sabemos, aún.
¡Madre mía, los accidentes! Son como las visionarios, que haberlos haylos. Y no paran, tanto que... ya no sabemos muy bien en que género estamos. Es un suspense, terror, agorero, multidisciplinar.
Aunque seguimos amarrados a la butaca, con cinturón de seguridad más cortado que una manada de ciervos rodeada por lobas.... ¡Auuuuuuu!
Al final no habrá más remedio, viendo las perspectivas de ambas, ídem, la actual y la gestionada por la hambruna, que salpicarse en demasiados aspectos. Todos, digo todas, tienen las manos manchadas en estos ambientes y lodos, antes eran las botas, y ahora, digo entonces... se las van a poner, pero bien. La una y la otra, sabes.
¡El hambre, qué malo es! Y si impacta en un bosque de coníferas, mucho más... Mucho más impredecible, según se abren los estereotipos y aúllan las bocas.
La personalidad femenina es tan variada que no encontramos una coherencia, ni siquiera la argumental, pues todo varía de un día a otro, de una vagina a otro cerebro, incluso la de un homosexual, impedida, que cojea ante tanta variabilidad de carácter.
Además que todos los episodios son dirigidos por la mente de directoras, excepto pareciera un par de capítulos o tres, que tampoco he diseccionado particularmente, para ver si hay diferencias en el ambiente.
Vamos a la mesaaa.. El aquelarre está servido, y coleando por esos caminos abandonados del señor, de unas mosquitas. Cuidado, no muertas eh. Los muertos, están más tiesos que la mojama, más que la masculinidad, casi inexistente, salvo en el presente imperfecto.
Más que la realidad, debido a los múltiples factores intangibles que rodean a los supervivientes, con gran variedad de visiones extraordinarias... o eso parece... habrá que esperar a las muertes del segundo partido, o temporada.
Más muertos, que las numerosas divagaciones mentales, de juventudes alteradas y adultos, silenciosos, también con algún adultero en transición equivocada. Más tiesos que los cadáveres que están por venir y diseccionar en el tablero. En el armario, en la cabaña del bosque, en el sanitario...
Con todas las piezas saltando de lugar, seguimos el duelo. En cambio, coherentemente retratado, porque las dos tramas sobreviven sin morderse la una a la otra, sin entorpecer el entendimiento, ni sacudir la paz de cada fiambre, en su sitio. Todo se está poniendo muy amarillo, chillón o enfermizo, condensado como el sabor cítrico en la boca... si lo hubiera, acá sólo hay bayas, temas musicales en el ambiente, y distintos trozos de carne. En las fauces hambrientas, o colgando por acullá... es decir, el investigado hoy. Crazy, en el ayer accidentado, y el aquel no menos casual.
Excepto algo, que no logramos discernir del todo, ni en el suelo planeado u hoja de papel, dibujado de malas intenciones... ni en las investigaciones de espíritu libre.
Lo que si oscila, se distorsiona o fractura, perturba... es la estrategia femenina, esas decisiones acaloradas, libérrimas, y más si están relacionadas con la criminalidad más extrema, que no es tan habitual. Pero sucede, ¡cágate lorito! Perdón.
Los actos sádicos se estiran hasta el presente, las perversiones se disfrazan con el error, la confusión mental está tirada sobre la alfombra u otra nariz poco acostumbrada para las pesquisas, que no a las matizaciones... ahí es una experta sabuesa. El dolor y el amor, son hermanas sin caridad en femenino, las adicciones, cara de la misma moneda, miremos para otro lado y todo estallará, como la rivalidad política... y el voyeurismo que está a su alcance, cuando Hitchcock y los de la nouvelle vague francesa, decían que pertenecía al macho, primordialmente. Estas son las Yellowjackets, con trajes, bata o cuero.
En fin, únicamente faltaba rematar la pieza, con engaño y los celos, lidiar esa desesperación que dura muy poco, rendirse a la locura que amenaza con resistir al tiempo, a la protección filial, ejem, curiosamente, sin unos padres que no visualizamos en el pasado de las jugadoras, amputar el arrinconamiento social, que manda al ostracismo y genera el acoso. Dejarse llevar, abrirse en canal.
Confusión... hasta llegar a la última vía... último aliento... asesinato. La disección del caos.
Por fin... La Carnaza.
Funciona en el paralelismo dramático de la acción, aunque tenga muy diferentes raíces insertas en los organismos en cuestión, sorpresivos como la carne mechada. Conviviendo o sobreviviendo, entre ambos hemisferios temporales, el baldío o insulso masculino, y esencialmente el que perpetúa el suspense en sus cabezas o manos, el de las féminas.
Tan singulares, como es posible en su protagonismo, tan secreto que tenderán a juntarse para salir de ésta, o aquella... Aunque tengan que echar más carne al asador.
Los cortes son plurales, desproporcionados en su valoración antropológica, indescifrables, condicionados por las percepciones personales de los sentidos, eufóricos. Pues las características ambientales y el paso del tiempo, modifican su calidad y sus trampas, también, gracias a la cabeza de los guionistas, que a saber qué estarán tramando en estos momentos... Tal vez, un fiambre a los postres. O tres más, para las cuatro.
En las sombras, la carne ensangrentada, es otra mancha cualquiera, un borrón del pretérito. Una tizna en el bosque de hoja caduca de la memoria, una muestra de virtuosismo con el escarpelo, una obsesión del miedo perenne, que se pierde por el desagüe... una excepción a la seca, voracidad. La que sacaron del congelador de la superviviencia uruguaya, en el apreciable guión del filme Viven de Frank Marshall, todo un Disney en la nieve y el barro del rugby más caótico. Pero ordenado, no como estas líneas.
La voracidad se distingue en el horizonte, se excusa cuando se van perdiendo los principios de aquella pirámide conceptual de Maslow y, entonces los cimientos comienzan a tambalearse. Es el elemento primario más primitivo de carnívoros cazadores y primates, básico con distintos grados de inteligencia, debido a la primacía de lo vivo sobre lo inerte. Como las diferentes protagonistas, en cada respectivo estadío.
Ese hambre incontenible es el contexto que subyace en un encuentro deportivo, dentro de un equipo de fútbol... ¡Muerto te has quedado!
En cambio los recuerdos resucitan, cuando los tenías abajo de la base de la perspectiva vital, y se convierten en la cúspide de lo que está por venir, de lo que pensaste entonces o saboreaste, de lo que bebiste o comiste, después de lavarte las manos. Lo que te follaste, o no...
La carnaza es obicua, como la tragicomedia, que salta, se interpreta de diferentes formas, corre, se vive o imagina, entra por la ventana, se piensa y se masca, aúlla, envenena, llora o ríe, combustiona y explota, se niega o se proclama a voz en grito, se esparce en las mentes, se rechaza, se ofrenda... crece, se reproduce y... eso.
¿Llegaremos a visualizar algún tipo de delito o debilidad, algún canibalismo nuevo entre hermanas...? Ni idea, ni falta que hace, en la sorpresa esta la chicha.
Aquí huele a tierra o césped mojado. Sobre todo, cuando se reabren las heridas y escuecen las palabras. El hambre aprieta, y más aún, cuando lo tuviste todo al alcance de la mano. La hambruna debe ser una exasperación indescriptible, la debilidad de los zombies. Más cuando se acerca esa segunda y apetecible temporada, o será un animal herido que se entrega al descabello crítico...
Somos como fantasmas vivos, con sentimientos que se van perdiendo, hasta que miras atrás y recuerdas, cuando lo que construyó tu vida, falta. Cuando lo bueno, es un regusto en el paladar, y los sueños, pesadillas son. Cualquiera pide un plato de caza, con setas silvestres, o una bañera de agua caliente... ¡puedes salir escaldado!
Esto, este partido es la mente femenina en serie, un verdadero desfiladero a revivir, resolver o, simplemente aceptar como viene... y viceversa, como la de los hombres en sentido complementario. Es la gracia de la vida y la muerte, la personalidad compleja, perturbada con esa sombra pertinaz. Parte de nuestro tejido orgánico, a diseccionar para lo bueno y lo malo.
Hasta que se corrompe, pudre la relación, se pierde el respeto y aparece la voracidad de nuevo. Pudiendo acabar más tiesos, que un amor en el frigorífico, congelado en el tiempo pasado. Un pastel de carne pútrido, que puede afectar a todo lo que te rodea... Hasta que cierres la puerta y la luz de la nevera, de tu mente, se apague... y a otra cosa, mariposa. Otra vida. O la cárcel, o la soga.
Esperemos que un olor fétido, no contamine los próximos capítulos, los siguientes minutos en juego, y nos acabemos mareando por los saltos temporales, los golpes advenedizos y los cambios de temperamento, de entrenadores o jugadoras. Opacos a este lado de la pantalla, ocultos tras las últimas sonrisas. Ya que, se necesita una manada bien ensamblada para garantizar el buen trabajo, una estrategia para lograr capturar a la presa... nosotros.
Y otros condimentos muy humanos, tiernos, libidinosos, lisérgicos... macabros.
Por ende, la carnaza no es un producto gratuito, aunque lo parezca. Ni el vestigio de esa caza antigua, sino la muestra para caer en las redes... o necesidad para acabar con dicha voracidad. Sin apenas enterarnos, ahí sentados. Es el paradigma del símbolo de exclamación... ¡sorpresa!
¿Qué ocurriría tras el vuelo fatídico..?
Es la proteína de los depredadores de series. Se sea racional, o irracionalmente humano. No hay más preguntas... despertar ese... interés. No hay vuelta atrás, no hay repetición de las jugadas...
Se sea futbolista... o futbolisto. ¡Penal y gol para Yellowjackets!
No Return (Single from "Yellowjackets Showtime Original Series Soundtrack")