Desde luego, no es algo acostumbrado
en este blog, hablar de representaciones teatrales… Pero, lo prometido es
deuda, y aunque toque un tema controvertido, la poesía de Lorca es crecimiento, vitalidad, sufrimiento y muerte.
Ante esa, su mejor obra La Casa de
Bernarda Alba – según las lecciones que daría la vida -, también se
oscurecerían los momentos críticos de la hora última de Don Federico García
Lorca.
Y en una reflexión esdrújula, onírica
y familiar, voy a guiarme por la obra titulada “El Último Verso” y, en algunos
otros episodios que se ocuparon de ello, en el cine y la televisión. “ A las
cinco de la madrugada, ni un vuelo de murciélago guiaba sus pasos, ni los
caballos de los picadores osaban un relincho… a las cinco de la madrugada,
bailando los minutos en el tablao del tiempo, la muerte se encaminó a su
rostro, como tantas veces había sido nombrada… inmóvil, congelada en el
tiempo”.
El día y la noche, en el teatro.
El texto de la escritora y guionista Raquel Trujillo - que estudió por el American Film Institute de L.A.-, es una revisión hipnótica y de representación artística sofocada en su atmósfera, físicamente simple y espiritualmente compleja, que pone en escena María Rodríguez Ortega. De día temor, de noche confusión y recogimiento.
Son horas de un relato casi mudo, en
una tempestad granadina casi invisible, que se compone de fragmentos fatídicos,
irreales o imaginarios, que convergen en la única verdad. Qué fue su asesinato
de un poeta, ya en esos momentos, universalmente versado… ¡teatralmente
sometido en una blanqui-oscura, solemne pesadilla!
Es el contraste de un espíritu puro,
enfrentado a la realidad latente y su mente en vigilia. Como un lúgubre
arrastre de campanillas, en aquel 1936 tan aciago como la sombra de una montera
en la arena. Y en su interior, negro y vacío, una espiral de violencia que
redondeaba toda la fiesta… porque, sí, se dirigió pudiendo haberse decidido por
multitudes lugares, a la celebración de su onomástica, y la de su padre, Don
Federico. Así que, era un hijo de papá, pero sólo de gastos determinados, traje
blanco y pajarita, que no de pensamiento y obra.
Era el primer avance de las
hostilidades inútiles, de una frustrante y horripilante, Guerra Civil Española,
que pareciera una inutilidad de nuestra historia. En continua alimentación
retrospectiva, venenosa, dura como un cuadro de Goya… por no hablar de Pablo
Picasso, que ni pasó por aquella academia, ni conoció en persona, ni sus
inquietudes en España, ni su verdad en París, a los que ambos encaminaron sus
méritos desde su natalidad andaluza.
Sin embargo, las conexiones se
acomplejan en las versiones y el tiempo se divide en diversas teorías sobre
esas fechas, de las cuáles no cuento, pues ya existieron, y existen muchas
voces, historiadores, implicados, condicionados, admiradores, secretos… No paran
de crecer tratando de definir las expectativas históricas, o los intereses,
quién sabe.
La perspectiva desarrollada en tablas
arlequinada, blanco y negro, con matices múltiples de grises, se estipula por
la compañía teatral tinerfeña, Timaginas. Es mi contacto y mi palabra en voz
viva, que justifico con estas letras convulsamente admirativas…, y que se
representa en tiempo de adviento, en Teatro Arlequín de Madrid. Y cuyos
dedicados protagonistas, estarán encantados con vuestra visita, y comparecencia
a juicio. El que no tuvo, ni tendrá, el recuerdo de un poema.
Dignidad… y culpa.
Venimos del pasado, de la memoria, ya
que la historia de este grupo teatral posee algunas huellas históricas, a sus
espaldas. Premio Godot a la comedia crítica “La Farsa del Siglo de Oro”; y
elogios para navegantes en su anterior viaje teatral “Elcano”.
Referente de españolidad necesaria de
la que adolecemos, y se mofan allende los mares, afrontando personajes que han
sido fundamentales y artísticamente, bastante mudos. Recuperar referentes, en
estudios contemporáneos de nuestros jóvenes, es maniobra al timón.
Pero, ¿cuántos muchachos habrán
naufragado en el transcurso de guerras por diferentes épocas…? Imposible el
cálculo, es un potosí orgiástico de violencia... Sin duda, pérdidas siempre
dolorosas, especialmente con los niños… Y Federico, en cierta forma, y en
espíritu, era un poco niño… dejando aparte las querencias sexuales, que no son
lo principal en estos días de angustia belicosa.
España se partía… por el rayo de
nuestra desgracia tópica. Hace tiempo hundía en el tronco del tiempo, y
desangrada a chorros, goteando radicalmente hasta nuestros días. Una desgracia
cómo ninguna otra, salvo la de algunos espíritus norteamericanos, y algún otro
verso poeniano… A pesar de temas que abarcaba en su producción literaria, Lorca
no se caracterizó esencialmente por una objetiva posición política, si bien
social, granadina y española.
Más efervescente, en sus expectativas
republicanas del estado español, que ciertos reflejos separan de su trágico
destino, y otros se meten en el fango hasta las rodillas. Por ende, existen teorías
para todos los gustos, incluyendo escenas, biografías de pluma irlandesa en el
Planeta, y programas que recuerdan palabras y sugestionan odios imperecederos.
Aunque no estamos aquí, para ejecutar
ninguna orden de persecución, ni manifestarnos a favor de ninguna maniobra
conspiratoria… sino, para hablar de teatro. Era dantesco verano en la Vega de
Granada, un infierno de fuegos fatuos, con mosquitos persiguiendo fantasmas, y
picando escondidos. Ya que las cosas se estaban complicando desde las
trincheras, de las cabezas a los tentáculos familiares… Era la cólera
enfermiza, provocación de ideas, y venidas de estertores de muerte en la plaza.
Por allí, y por acullá… envidias y celos.
Esto se siente en la obra, gira como torbellino
de palabras ejecutadas, en gritos amargos y silenciosos, a la vez. Dudas en
cuatro paredes que son refugio, y serán prisión, hasta el final. Y la
redención, una mera especulación, al igual que la culpa… que dijo Gibson, guió
La Muerte de un Poeta en Tve, cerca de sus padres y hermana. Los nervios
afloraban debido a las extrañas circunstancias que rodeaban sus posibles, y sus
enojos, que también los había… por referencias en sus obras y demás omertás
familiares.
Y luego está lo evidente, que forman
los bandos que se matan en todas las batallas, cuando él, no querían ni
parecerse ni verse identificado. Incluso en las teclas del maravilloso piano, sonaban
a reproches de Falla, don Manuel, y sugerencias sin escrúpulos personales, por
las extravagancias personales junto a Salvador Dalí y el magnífico director que
sería Luis Buñuel, emparentado virtualmente… pudiera ser… con su surrealismo
mundo de El Perro Andaluz. Qué sentían sus raíces, de veras, en contra de otras
teorías revolucionarias.
Apodos aparte. Y que tantas veces,
oyó nombrar en sus propias bocas… desde sus cuerdas tiradas por asnos, a sus
ojos rebanados por hormigas vítreas, más que venéreas o relativas al sexo. Son
ejemplos surrealistas, de su convivencia y devaneos por el Madrid de
desangramientos, y hoy sangrante de nuevo. Y aquí me paro, no por perro, sino
gato.
Hora de Alba.
Esa Casa que serviría de motor de
ciertas exequias y maniobras calenturientas futuribles, con Federico de
inspiración de nuestras letras más memorables. Echadas al fuego, en una incontinencia narrativa que no existe,
sino fuera de nuestras fronteras como una especie de maldición de la cultura
española. Tan denostada, como la historia negra que padecemos en actuales
fusilamientos.
Historia contra la sajona evidencia,
tan opaca, asfixiantemente delatora, como una especie de lengua traidora. O una
voz que apunta en la enfática concha, de una diminuta Barraca.
Y ahí crece, su literatura de
féminas, patriarcales o respondedoras, si sexuales en torrentes secos de sus
pechos, hasta las indiscretas insinuaciones de su homónimo de odas tocantes,
Walt Whitman, en maniobras orquestales en la obscuridad. Y la guerra, que
también conoció y alimentó en sus versos. En ambos se presiona, y ciertos
críticos y biógrafos dicen, no sangra… teorías hay como estocadas vitales.
Pero, la obra arlequinada, lo expresa bien claro, tú verás…
Y ahí, es donde termina, y comienza
esta escritura mía, al anochecer o el alba, en las profundidades del alma, y
las penumbras de un corazón que, dejaría
de latir para siempre. Innecesariamente, deshilachadas, como casi todas… vidas
hechas girones.
Entonces llegó, sonando desde una
antigua radio, es primer aviso del vértigo, que luego lloraría el mundo y
España. Retos que pertenecen en mi caso, a la promesa, y para aquellos, a la
deuda… o la venganza, quizás. De todo había en la vega del señor.
Sobre las tablas, el interior se va
apagando poco a poco, mientras se ilumina un foco sobre el personaje asustado,
como conejo en una cacería. Donde los trámites de ese coto, privado la mayoría
de veces, tienen vetas que se van descartando en la historia. Para centrarse en
relaciones personales, y una especie de malentendidos, o no… Depende del que lo
quisiera contar… Aquí, es meridiano, apellidos, ideas y mariconadas, que
siempre fueron motivos validados.
El Último Verso, es titular.
Amigos del alma, o enemigos mortales…
como sombras históricas goyescas, de los que participan en la representación sobre el
escenario.
A la vez, sencillo y representativo,
definiendo la consabida figura de Lorca, sus quehaceres narrativos, como sueños
cortados de un plumazo, y sus miedos, recurrentes tras su pluma… y en las
representaciones marchitas de su propio deceso.
En matices libres, se descompone la afrenta
familiar y las reacciones políticas, que vivieron un cacique en su matrimonio, otra
posible fuente de crispación en aquellas tierras. Por herencias, heréticas, o
tal vez, hasta eróticas, tan compungidas en la piel de unas frenéticas, Vicky
Peña, Enriqueta Carballeiro y una animosa y atractiva Ana Belén, bajo la fusta
intimidantes de la inflexible Irene Gutiérrez Caba y el diapasón sonoro, de las
escenas intimistas de Mario Camus.
Esfuerzo en una improbable papelera
consumida por fuegos internos u odios… salvados en último instante, por lucidez
artística o su arte. En este teatro de minutos postreros, son parecidas uñas de
matriarca, con tendencia a ese machismo
costumbrista de la época, que sale de las fauces inestables de la Roldán,
devorando a su hijo, y que forman parte del conflicto entre la sangre y las
envidias de otros tiempos. Y fortunas… y además, no contamos para desengrasar
con la gran Florinda, Chico.
En el Foco… ¡Fuego!
Allí todo se incendiaba por culpa de
un cabreo, o Cabrero, y en esta obra, son varias que desembocarían en el cuerpo
inerte de Lorca. Dónde no voy a significarme, ni prestar oídos a comentarios.
Federico reía cuando representaba su descomposición, entre amigos en cambio, a
pesar de todo. O la nada… Y con ese humor negro, me quedo…
Mientras el personaje de Horacio
Roldán es interpretado magistralmente por Armando Jérez, cuando el coño
tiránico de la venganza, se apodera de la escena con la actriz María Rodríguez,
que atraviesa con su lengua bífida el porvenir de un Lorca, interpretado por
Alejandro Fuertes. Y complementan otros fuegos desatados, Javier Martos,
Andreas, Figueireido y Lucía Jerez. Y todas sus sombras, bañadas por una
iluminación, que va de lo íntimo a lo fantasmagórico, recalcando los distintos
estados de ánimo.
Ante tanta debilidad del poeta, la
suerte esquiva pasa a los espectadores, en hechos tan lamentables y dolorosos,
encañonados por esta versión en perspectiva. A pesar de la trágica evidencia de
un presupuesto sin grandes alharacas, todo se ve reconfortado por las interpretaciones
y palabras que afrontan, tanto venganza como dolor.
Tú, amigo, a las cinco sentirás el
sudor que surca tu frente, la afrenta que enfrenta tu mirada, perdida, la culpa
a los ojos, y el sentir de un protagonismo que te sobrepasa… como si fuera una
bala. Eres, puedes ser, o pudiera ser, cualquiera de nosotros. Maniatado, o
denunciado por un beso anónimo, en la misma boca del arte.
Y eso es todo, que es casi la nada… la
figura maternal, se aparece indicando los tiempos transcurridos, como los
fantasmas de la Navidad de otros tiempos, incluso, las que viene de otras olas,
cuando el poeta navegaba a solas. En paralelo histórico, de un Sebastián Elcano,
que da la vuelta onírica a sus mundos, y
volviéndose héroes a su manera… que no es la nuestra, sino la de la ira.
Y como meros observadores, sufridores,
porque ya no volverán sus viajes ni letras, somos visitados por dineros, personajes
o deudas históricas. Al igual que la, Alba despide a su hija, nosotros nos
encontramos con un hijo de España… Esta España, dividida en familias o estirpes
que odian.
El beso de Judas: Algunos historiadores,
califican la vida y final de Lorca, en comparación con Jesucristo, en una
constante guerra civil trágica, conformada por ideologías opuestas con o sin fe…
y Uno, que no pertenece a ninguna de las esquinas históricas, observa que el
paso del tiempo ha ido transformando en algo similar al magnicidio conspiranoico
de un John Fitzgerald Kennedy, a la española…
Salvando las distancias poéticas, y
sus ejecutores en el punto de mira, no entro en el fango de opiniones,
contrastes, sesgos… Ni manipulación, daños causados, herencias y culpas, de los
retratos y los silencios, de las sombras silenciosas, lo oculto, mano vengativa,
de las voces que retumban, interesadas o no… del incendio por venir… de sus
pesadillas. De tu muerte… Pues sabes que, la historia es cíclica, se puede
repetir en cualquier momento, en un segundo, un foco sobre cada uno… y dónde
eras, ya no eres, y los sueños terminan, con el último.
Expresaba Miguel Bosé en aquel corto
sobre la consciencia poética de Lorca… Deseaba vivir… seguir viviendo, por
encima de todo. Y quién no, sea hombre pobre o señorito poderoso… poeta u
obrero, inocente o delator, político o guerrero, primo o amante endogámico, miedoso,
incluso, guardia civil… frente al terror. El mismo que seguimos padeciendo,
mucho tiempo, en esta piel de toro. Mañana europea… americana… ¡mundial, quizá!
Y en postrera referencia, o última
recomendación, sin rimas en las bocas, como una necesidad interna, se despierta el
caso de los últimos días de Federico García Lorca… que es, viajar al pasado,
echando un vistazo al programa La Clave con José Luis Balbín y aquellos
invitados al baile, sin paseos… y jugar al juego de ser como Costner en J.F.K.,
para ver quién dice, o inventa, y quién envenena por referencias o verdades. Y
quién calla sobre todo… o quiénes borraron huellas. De la Ceda a la Meca, en el
cinturón… ver el arrepentimiento y vuelta a empezar. Intentando resolver un
rompecabezas, que termine el todo. O no…
Al Albaaaaa, ¡habla! Al alba, una
última oración… y ya. Qué cosas, éstas de la serie que sigue a Gibson, para un
amante de los toros, las banderillas y… ¿dios? Tan blanco que iba.
Pero claro, la censura es poderosa
moneda de cobro… Decían que los roqueros, nunca mueren… pero, no es verdad, es
la música y la poesía, la que sobrevive… Y los poetas, músicos como Falla o
Quincy Jones, lo sabían bien. Porque en su documental Quincy, lo enfrentó en los
duros asesinatos entre jóvenes raperos y negros… Dónde también murió la poesía
callejera ante el rojo sangre… Como mataron de Lorca, la del pueblo.
Fuente Vaqueros quedó en silencio… Y
Asquerosa cambió de nombre, para que no fuera identificada nunca jamás, y les
acusarán de rencorosos, siendo Valderrubios, cosecha de tabaco y novela para
Albas. Y de Federico, quedó, recuerdo de aquellas criaturas, féminas sacadas de
las brasas, fogosas, y sus versos de aquí a Nueva York… Más, el sonido
universal, de un Son Cubano.