Parejas de investigadores en las
producciones cinematográficas y televisivas, hay tantas, como castañas pilongas a remojo para
ablandar el asunto… y casos literarios que toman visos de realidad, también.
Algunos a esta variación que proviene
de los hielos escandinavos, la denominan Nordic Noir, como las truculencias de
Hollywood clásico, pero más recargado de sus agrestes paisajes, grises que
perfilan la dicotomía psicopática. Historias que tienden hacia la tortura
sicológica del gran público unida a la violencia extrema de lo personal. En
algunas latitudes (Escandinavia), incluso con marcado carácter infantil muy
habitualmente. Pareciera una firma de procedencia, desde los grandes directores
suecos y daneses, del pasado, desde Ingmar Bergman o Carl Theodore Dreyer,
hasta Lars von Trier... pasando por la fría Centroeuropa del caliente, Michael
Haneke.
Aunque parecen que van disminuyendo,
esas parejas detectivescas convulsas por sus caracteres divergentes, siguen
siendo una de las principales premisas de atracción de aficionados al negro y
sus resoluciones polémicas, o imposibles. Por consiguiente aquí, ellos/as, son
los que deberán intentar sacar a las víctimas, o las castañas… del fuego de la
historia del novelista Soren Sveistrup, el de la sangrienta The Snowman, con el
guionista Mikkel Serup de The Killing, que recoge diferentes familiaridades
deformadas de una realidad aumentada. Autor de Crónica de un Asesinato y la
serie The Kingdom de Mr. Trier, recordando que tengo pendiente de la directora
Susanne Bier, su producción Bird Box.
En este último caso, y no me refiero al
Hartung de 2021 que visiono ahora, sino a las grandes evidencias terroríficas
que provinieron de aquellas mentes agraciadas y la imagen cruda, con sus
parábolas bíblicas o sagradas, frente a la referencia del pecador mortal, la
muerte provocada. Y los hamlets varios
que proclamaban el dolor del ser o no ser, como Gabriel Axel de El Festín de
Babette o el padre del cine nórdico August Blom, de los primeros en atreverse con
el caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hide. ¡No va más en disfuncionalidad!
Me quedan algunos referentes,
guardando un asunto puntiagudo, que van del Bilie August de Pelle o Smila, en sentencias
de muerte, gélidas; o las series danesas de Erick Balling en Mitad de la Noche
y el caso Borgen de Soren Kragh Jacobsen, un tema personal pendiente. Más la
mente turbia de Anders Thomas Jensen, dando de beber a su mítico Mads
Mikkelsen; el vigilante nocturno y la sustituta, dolores de Ole Bordegal; y un
capítulo para Janus Metz en True Detective, antes de meterse a raquetazos psicopáticos
entre Borg y McEnroe… Ah, y por supuesto, Nicholas Winding Refn, al volante
enérgico de la acción brutal, que fueron rompiendo las olas de aquella Europa del
caos, tierras de perros, y bailes en la obscuridad con el anti algo y sexual.
Ninfomanías… ¿O no, fuera de la casa de Jack? Otro Torrance cercano a lo
congelado y extremo. En fin… estaba y se murió.
La Madre que los…
Y antes de hablar con estos 3
showrunners que componen al castañero y sus ritos maternales en Netflix,
definir la música del compositor Kristian Eidnes Andersen (Ida, Vivarium) y el guión
firmado por el escritor de La Llegada, venga… más, la serie The Undoing con
Nicole Kidman y Hugh Grant, creada por David E. Kelley, de Big Little Lies.
Este otro administrador de papeles criminales y acusaciones híper-legales,
desde la Alli McBeal a la extraña Picket Fences, el Lincoln Lawyer, y las
pendientes, Mr. Mercedes o Love & Death. No va más, con mogollón de duelos
interpretativos de interés, of course… af korset!
Dinamarca, alias, nos centramos en la
periferia mortecina de Copenhage y alrededores agrestes, con una manita de
ambiente sobrecargado, más o menos… manos. Tierra de contrastes y cambios en
los biorritmos vitales y sombría luz, marcan las horas de mitos a los celtas
ibéricos, dice que sostenían llevar una castaña en el bolsillo o colgada al
cinturón, para aliviar resfriados y hasta reuma… Pues eso… Aquí cualquiera
puede aparecer enfermo, o plomizo en el aire. Y enfermizo… por descastañado.
Mientras aquí y allá, se siguen los
métodos ancestrales para corregir los males y resultados de fiestas paganas, que
se han ido apoderando de las mentes populares, hasta cancelar los propios,
trayendo máscaras de miedos a los días de la Castaña. El 1 de Noviembre, donde
producían altas cantidades de vitaminas y ácido fólico, para repartir, a base
de frutos para la memoria y el organismo oxidado. Vamos que, Mr. Krueger se ha instalado
en esos sueños húmedos de sangrientas masacres con Myers y demás, dando a la
fibra del cuchillo o sierra, y nos ha costado un riñón. O una huella, ponte tú
a buscarlos… sí, no existen…
En el llamado Magosto, asándolas al
fuego compartido en época otoñal y tostarse con vino u orujo, por los adentros…
se aprovecha la recogida de la vendimia de septiembre, así es una verdadera
fiesta de la Castaña… ¡La madre que los parió! A los sajones, pienso, menudos
fantasmas...
Por otro lado, asuntos horrorosos que
nos traen historias de miedo de verdad, o leyendas de espíritus que regresaban
a casa de los parientes, más sensibleros; recibidos como una celebración,
acaso, mas no confundir con… ahora sí vienen… los erizos puntiagudos de
leyendas en blanco y negro, que infundieron el terror a lo extraño, y sus malas
madres… Pongamos, la del vampiro M de Mr. Lang, antes de ese gigante de El Cebo
de Mr. Ladislao Vajda, con sus p… puntas de choco y todo, como las castañas envueltas
en espinas atrayentes, que darían forma a la de la Psicosis de Mr. Hitchcock,
no hay otra igual… y la del acoso
religioso materno-filial, hija Carrie de Mr. King y el De Palma, que estarás
por allí... ¡lejos de la hostia, madre!
Este enfrascamiento maternal, es un
tema referencial en la serie The Chestnut man, proclive a la hipertensión entre
parientes y adoptados, anestésicos, para las jóvenes que ejercerán enseñanza a
vástagos, como filón de lo visual aciago, esto es, perseguidas, hasta la extenuación.
También es asfixiante, el caso de los gemelos y tendencia agradecida con sus cabezas
pensantes o confabuladoras, dádivas en casas apartadas y ofrendas en los
ambientes gélidos, dese Hansel y Gretel, que dan mucho juego y pavor. A ver
quién se lo niega… a los Hermanos Grimm.
Pues todo acaba confluyendo en estos,
hijos de mala madre, brujas auténticas, que derivan a los psicópatas de turno,
dejados de la sidra y el orujo, para meterse en el papel de verdaderos Lobos,
frente a esas Caperucitas del bosque. Como Perrault y otros daneses,
sembrarían… hasta el ocaso oscuro, con Mr. Edgar Allan Poe.
Fotos y dibujos, en síntesis.
Un buen investigador que se precie, busca
la estructura escondida, y debe tener todos sus elementos, a la vista. Ahí
colgados de la pared con sus cintitas sujetas a corchos, tachuelas de colores o
clips para cada sospechoso, para saber por dónde se andan, sin perderse… o, a
Nos.
Algunos fantasean con magos que
entienden los entresijos, como los duendes de la informática y los médicos
forenses, o la Marlene Dietrich de Sed de Mal, que de esto del negro sabía
latín, o cueros, el maestro Orson Welles. Y Garci lo sabe, nuevamente.
Usan psiquiatras, y otros menos
sociales para la psiquis, compañeros de turno que te sacan del quicio de una
puerta, del anatómico… ahí espiando por si las moscas… Dibujitos y collages, en
la piel, hechos por infantes, pequeños hijos de… que no, que son víctimas, casi
siempre. Pero los otros, fueron niños antes, en este y otros casos… que se la
arrancaban a tiras o comían, fuera del veganismo actual. Puede que algún día
hable del sonido de la Libertad, pero el asunto no viene al caso ahora, ni su
forma cinematográfica, que no es comparable…
Salvo, la envergadura animal, de este
Hombre Castaño, al carbón vegetal, ofreciendo tensión y sugestión… excepto en
algún término que contaré… pues las maternales, con diferentes comportamientos,
ven que existen los lobos. Como los muñecos castañas, que van perdiendo peso calórico
según se aproxima el fin otoñal, hacia esa maternidad que se celebraba en el
tramo del medievo, desde la antigüedad de las civilizaciones. Recordando la
universalidad del tema, pues la castaña, Madre, proviene de Asia Menor, y se
extendió a Egipto, la China, la política griega, el imperio romano, y hacia la
Europa del Norte al Sur, con sus conquistas culturales y celebraciones
embarazosas… Es decir Norteamérica, por
ejemplo, hablando de ricas familias políticas, dolor fisionómico y tantas
variedades pilongas, como dulces apócrifos en un pozo y el silencio de los
inocentes corderos. Cuando Kill Bill se hacía un traje con ellas, o esa
conexión evidente al Mads Mikkelsen más sibarita y licenciado en artes
metafísicas, que era su Hannibal. ¿Hambre, menos lobos…? Calla y come niño, no
me seas Hansel.
Saltar de Sartén a…
Como deflagraciones, púas de pinos, saltan
las castañas perdiendo su masa o grasa vegetal, sudando, secretada por sus
venas, con sus pelillos chamuscados, que dejaban el aroma de una pasión.
Oculta.
Los ritmos circadianos, nos tiñen de
colores otoñales típicos, sin nieve aún, sabores que están condicionados por fiestas
y los desagradables encuentros, sangrientos quizás… y olores, que huelen a
fosfatina, ¿verdad?
Y es que los finales, como las
castañas pasadas, pueden pegar un salto mortal y descender al abismo. Pasando
de frías oficinas, a las mesas de casas de campo, alejadas de los parques que
trajeron el panorama terrorífico en la juventud, dando lugar a aparecen que no
te dejan congelado, porque hay bastantes calorías ya, en el ambiente. Tanta
comida y cenas, camellos, bueno que me salgo a lo Hansel y Gretel… Para sentir
las deflagraciones que son una exageración de lo casual a lo visceral, e
incendiario. En fin, que las series a veces terminan un poco castaña, no del
todo, no… porque el mal existe, doblando la esquina.
El Hombre de la Castaña se mantiene
firme, dado lo emocional y narrativo del caso, gracias a sus tres personajes
principales, representados por el excelente trabajo de Danica Curcic, primera
danesa de Netflix en Equinox y La Niebla (deficiente dicha pesadilla en tele),
y él, en segunda danesa de Netflix, Mikkel Boe Folsgaard y su The Rain, que es un
detective muy racial y empapado en lágrimas, tras un incendio pretérito y la
recuperación con ese regalo final… Al otro, no sentenciaré, pero pertenece a
los Tinker Tailor Soldier Spy, La Chica del Dragón Tatuado y una parte
presidencial de Chernobyl, la serie. Mr. Dencik, de alias Gorbachov, con el calor
residual de aquellos días calientes…
La diosa… del infortunio.
La condena del dolor, sirve a pobres
y familias ricas, políticas, cuando les toca la pedrea del infortunio, que está
ahí, esperando y entonces mueven palancas sin parar. Y otorga a cada quién, ese Hombre de las
Castañas, determinado y singular, que sirve a cada serie.. Y a este Netflix en
danés, que es cruel y salvaje, como aquel lado obscuro de Mads Mikkelsen y su
doctor. Aquí más campero o pedrestre en arte.
Son maldades parasimpáticas, tal que el
sufrimiento extremado de un Tom Cruise en tren endiablado y vuelos sin motor, con
vistas a las profundidades de la última Misión Imposible, en Sentencia Mortal.
Es un sin vivir de asesinos posibles frente a salvadores del planeta, recordando
lo atómico globalizado, a lo maquinista
de la general en acción. Pues, qué decir del final de Mr. Keanu, tras la
molienda, no del pan de castañas, sino de la masa con que se hacen las tortas,
cronometradas hasta el hartazgo, en su John Wick bajo la Torre Eiffel y olé. Se
acabó, las hostias que se daban… como trenes expreso.
Y qué decir de, el The Killer
obsesivo con la preparación física y casi mesiánica, de Michael Fassbender,
para acabar con ellos y ella, la Tilda Swinton más sibarita. Mira que David
Fincher sabe de estos tipos y los mindhunters, pues nada, que se queda uno con
el cerebelo taladrado… cómo coj… a un asesino meticuloso, se le queda la mente
encerrada en la música de Morrisey y The Smiths, solo y para siempre… y qué, pues
que el rico gane, porque es el que mañana podría darle de comer, es asín… en
garrulo del pueblo castañero. Al calor de matarile contratado, digo.
El muñeco castañero, conecta casos
críticos. La política con desaparición, las ofrendas festivaleras en el campo,
los gemelos que se corrompen en el tiempo, los embalsamientos a lo Joan Doe, el
compañero tiñoso o envidioso de no sé qué, el retirado del método, jubilado
detective, el extraño, el padre o madre coraje, la incomunicación con jefes o
entre parejas, el político que se mueve al interés… y el pringao, al que siempre
podrían reventar, quemar como hombre de paja o mimbre. Estructuras de alambre
como cornamentas colgadas… y castañas como cerebros.
Me queda la venganza del Baker de Ron
Perlman, que fue caso para Guillermo de Baskerville, sin el perro de Holmes, y
las chicas… no las de caperuza roja, aguardando la caída de la castaña, hacia
la nueva fiesta oficial del paganismo, que celebre la cosecha y esa maternidad
arcaica y dolientemente eterna. Sino, las que no esquivan a los lobos y sus
erizos picudos en el camino… Pongamos de Clarice Starling, u otras que vendrán
en la continuación de esta maquiavélica, entrada del presente, cuando los
corderos son castañas sin alas… ¿Se dirijan a cual…? Próximamente, hasta la
primavera de la siguiente matanza en Copenhage, o en Minesota, o más allá, el
universo… Pringadillos loberos y otros foros, fargos asesinos… en los días sangrientos
de las flores y la luna, de ídem... ¿O no, King?