Reconozco que, no me había dado cuenta de esta curiosidad presente, a la hora de tratar el tema de las relaciones sanguíneas y el espíritu inquieto de las nuevas generaciones dentro de la entidad familiar. Cuando he observado, que la actualidad compone un panorama complicado de ámbito disfuncional y educativo, de igual manera que guardaba en cajón de las críticas cinematográficas, una producción realizada en el año 2015 que incidía en la esta realidad conflictiva entre padres e hijas, en este caso. Pero, el destino u otro tipo de contratiempo, me ha facultado para reabrir el caso de la obligatoriedad a ciertas reglas o condicionamientos sociales, al visionar otro filme olvidado y comprobar los datos que le convirtieron en ganador de diferentes premios el anterior año.
Ambas tienen en común esa frontera quebradiza que obliga a dirigir la mirada adulta, para tratar de compatibilizar las responsabilidades con esa cierta rebeldía de la juventud, aunque en dos límites que se abrazan (o ahogan) intentando llegar a la misma orilla. La inconformidad reñida con los métodos educativos que coartan esa libertad exigida por los más jóvenes, con diferentes puntos de vista dependiendo del lugar de procedencia de dichas familias. Ya que, estas dos películas comentadas a continuación, tienen una producción que involucra a países inmersos en una situación particular en la actualidad, plagada de acontecimientos convulsos, como serían Francia y Turquía.
En común, estos comentarios sobre dos historias próximas, evalúan (con seriedad o ácido humor) las motivaciones que generan las jóvenes protagonistas respecto a su condición femenina y la enseñanza diferente que ejercen sus familias para convertirlas en espejo de sus virtudes o de una sociedad maniquea que vigila y apunta con dedo acusador. Pero, si bien las dos opciones seleccionadas se asemejan en este trasfondo generacional, son totalmente contrapuestas en las raíces culturales, en su estructura argumental y las disposiciones artísticas de sus autores, debido al método del que proceden sus raíces o aquellos valores europeos que conformaron su historia, y la nuestra como observadores. Veamos.
Córcega, otro paraje idílico o exótica por naturaleza isleña, diseñado para unas vacaciones ideales en familia... si ésta todavía resiste los envites de un desengaño amoroso aún en sus rostros.
Nos encontramos con dos aptitudes, adolescencia y madurez, que convergen en la distancia por edad en un mismo espacio. Dificultades retratadas, cuando todos los protagonistas conocieron en algún momento, ese ansia de libertad o diversión sin límites. Aquí en el silencio de una casa campestre, aquellos viajeros del tiempo se citan sobre una mesa común, para intentar despejar sus mentes y cargas pretéritas, frente a ciertas etiquetas sociales y familiares, donde esas otras acciones cotidianas, tanto en el trabajo como sus relaciones o fracasos personales, son un obstáculo de aceptación y entendimiento. Quizás, hasta de respeto.
Esta Córcega se manifiesta como un panorama caleidoscópico de luz natural costera y colores mediterráneos. Invadida por reproches y exhibicionismo (como una sonora canción de verano), pero sin el realismo asfixiante de la gran ciudad y miedos actuales, o engaños que nos atenazan a diario. Porque todos son libres (al parecer) de abrirse y saborear las nuevas sensaciones ocultas en la época estival, hasta que un buen día luminoso, la sombra de la duda aparece sin condiciones ni aviso.
Estas reclamaciones inflamadas como el calor escupido cara a cara, sin maldad eso sí, se magnifican con el veneno generacional. Acopio de sus debilidades individuales y cuyas obligaciones se llevan puestas encima como un traje de baño incómodo para según que ocasiones inesperadas.
Así tras el incendio, palpando los preservativos en la cartera, preparados para un sexo esporádico de fin de semana o significativamente libre, se puede convertir en motivo de discrepancias (irreconciliables o no) entre sus cuatro personajes principales y otros cabos sueltos. Revueltos durante Una Semana en Córcega, entre el ambiente ´acogedor´ y ufano de la isla francesa.
Esta etapa pacífica a priori, desarrolla una inofensiva película sobre relaciones paterno filiales, con protagonismo femenino aparentemente rebelde y contradictorio, que en su camino decidirá abandonar la adolescencia y empezar a mostrar un singular coqueteo. Con una presencia traumática para todos los presentes en el paraíso mediterráneo. La presente familia es la institución actual más criticada, como fuente de desunión entre miembros impotentes, ante su castradora realidad o una amistad que podría derrumbarse como naipes, ante una mano temblorosa por el miedo a la equivocación. Su respeto como el temor, propagados día a día, hace uso de un humor clásico en un momento de distracción como dice el título original (muy distinto al siguiente comentario cinéfilo), entre los actores franceses Fraçois Cluzet y Vincent Cassel, ocupando sus discutidos puestos a la cabeza de estas... mini-vacaciones de confesiones, pasiones y dudas.
En cambio, la frescura se produce al abrir la ventana y penetra la juventud de sus divertidas e ´inmaculadas` protagonistas, dos bellezas que brillan entre los familiares nubarrones, de la deseada y próxima edad adulta, entre conversaciones impostadas y dramas lacrimógenos forzados por un fino cinismo y oleadas de ceguera emocional. Ellas son las actrices Alice Isaaz (Rosalie Blum, Elle de Paul Verhoeven) y Lola Le Lann (belleza que esperemos se prodigue más en el cine), sublevadas a acontecimientos clásicos que mutan la entidad familiar y transforman la libertad en monotonía galopante o, esos agravios comparativos entre generaciones y el paso del tiempo.
Pasado y futuro, se darán la mano bajo la mesa, en este filme del director Jean_François Richet (Asalto al Distrito 13 y cuyos próximos trabajos son Blood Father con Mel Gibson y Twice), que abona el territorio conflictivo, con subtramas del guionista, productos, actor y director, Claude Berri y Lisa Azuelos, basados en nuestra imaginación itinerante. Historias sobre la convivencia y el terror masculino a la soledad durante la madurez y la libertad de elección.
Espejo cándido del salto generacional y funciona en momentos puntuales, pero se despeña cuando la comedia inteligente se aleja en escenas demasiado encuadradas o reflexiones débiles casi infantiles. Algo desdibujada, si la forzada conversación entre el género débil de hoy, un extraviado moral o divorciado bipolar y el otro en proceso de reconocimiento ante su fracasada relación, aunque de ímpetu vital e intelectual que atrae a las mujeres a su alrededor. Si quieren ampliar sus miras de futuro, deberán arreglar estas cuestiones o hechos naturales, que empiezan a aparecer al calor de sus protegidas e ´inocentes niñas`.
Al finalizar este encuentro en la costa corsa, todos cambiarán el paso o chocarán contra un rompeolas, cercado de adioses o nuevos horizontes por navegar con sus vidas. A pesar de silencios y reproches, sus gestos desaprobados tendrán que esforzarse e ir cambiando si desean fluir con sus decisiones, a dos bandas. Mientras la película se debate por salir a flote, con cargas de profundidad y torpedos dirigidos a la línea de flotación de su amistad, en peligro de encallamiento. El amor y el contrario, desamor en Córcega, puede valorarse o distanciar para siempre. Y el cine francés, siempre está interesado en sus juegos a dos, tres o cuatro bandas, visitando las troneras esquinadas de la amistad y las bolas numeradas del odio chocando de un lado a otro. Pero, este juego de fin de semana y real, podría desvanecerse en las manos infantiles de dos padres y dos actrices aventajadas, sin su particular tormenta perfecta. Luego, ya saldrá el Sol por Antequera... o la isla de Córcega.
Turkía, el otro lado de la frontera y este comentario. Donde los caballos de raza hispana o árabe, airean libremente sus crines y se denominan Mustang, aunque su producción se haga al galope entre Francia y Alemania. Conserva esas raíces en el nombre de su directora Deniz Gamze Ergüven con el foco puesto en las difíciles relaciones de una sociedad convulsa y estratégica como la turca. Observada desde nuestro punto de vista, como sociedades occidentales y la cultura democrática o libre de una Europa histórica y dramática.
Mustang es una historia sobre la rebeldía de la juventud y el contrapunto de su sociedad o valores anclados en el poder masculino y de creencias, para doblegar las voluntades de libertad. Pero, por otro lado y en primer término, debo aseverar que desconozco los términos complicados de dicha sociedad y esas contradicciones entre generaciones expuestas, al margen de la actualidad y otros violentos efectos. En Mustang, su luz emerge del mar Negro y sus árboles frutales, testigos de una enseñanza procedente del pretérito de sus raíces culturales (por supuesto, también religiosas), hacia el empuje clarividente de nuevas generaciones, de vírgenes suicidas sin piel traslúcida y sonidos apagados por insultos y malos gestos. Una manera extemporánea de entender la familia, o el lugar que ocupan las mujeres en una sociedad gobernada por los hombres, con esa tendencia machista e hiriente.
Incluso, la forma de entender una sexualidad reprimida en diferentes circunstancias, aunque con imágenes un tanto forzadas por el costumbrismo del cine, mediante un guion de la propia autora con la escritora y también directora Alice Winocour, ganadoras de múltiples premios internacionales. Sin embargo, sin la comprensión de ambas posturas, solamente se desprende un desafío a las nuevas generaciones, pérdidas, por una cultura milenaria y origen de la civilización que, en los últimos tiempos se halla entre ambas concepciones. Tan contradictorias como peligrosas, sino comprobamos los cimientos de aquel puente (convertido en un plató de enfrentamientos) y enseñarnos al resto del mundo, las diversas aptitudes o formas de entender su propia existencia, sin riesgos ni luctuosas aventuras.
Jóvenes, entre Asia y Europa, infantiles o valientes, tristes, encerradas, por problemas socio-económicos de diversa índole y rondando la insalubridad o la muerte, que atraviesa o copula inocentemente con libertad. Ciudadanos a ambos lados de un telón colorido, marítimo de Turquía.
Las cinco jóvenes hermanas, como las de Sofía, huérfanas de padre, sobre todo se divierte. Y viven bajo los ´cuidados` sus tíos o protección de su abuela, se arropan entre ellas con el deseo de otra posible sociedad o de la familia encarnada por sus rasgos divididos. Soportan con carácter algo rebelde y mucha determinación para edades entre 12 y 16, aquellas reglas de carácter familiar o divino, que les obligan a un comportamiento cívico y acorde con la propia idiosincrasia del país otomano.
Según sus distintas clasificaciones por edad y comportamientos o pensamientos bi-unívocos, ahora domado por las circunstancias personales o familiares y la mirada sincera, algo menos relevante de su directora sobre cuestiones comprometidas. Busca un escape, casi imposible sin el objetivo de una coproducción y su educación francesa (que nos sumerge en un mar de contradicciones y dudas) imbuida por el deseo de libertad y mi falta de objetividad o entendimiento, sobre esta realidad. Dudas, respecto a la servidumbre de jóvenes y el sacrificio impuesto de sus mayores, su vocación teledirigida hacia el matrimonio vacuo, o la adecuación del comportamiento adolescente, frente a tabúes sociales y exigencias culturales. A esa pureza, demasiado comprometida aún, por creencias falseadas sobre sexualidad o los chismorreos cotidianos alrededor, en una pequeña población que no acepta una existencia bañada de gracias, rebeldías o reproches. Con o sin contacto físico, manipulación extraña que busca el control del roce de los cuerpos. Chicos de su edad a salvo, que no serían catalogados por vecinos entrometidos por hechos reprobables o pecaminosos. Vamos, que el mundo no ha cambiado tanto como suponíamos ayer.
Mustang se basa en la rebeldía de una mente delicada y soñadora, que ve como la libertad se convierte en un enfrentamiento constante por su condición de fémina, con los adultos por su carácter indómito. Un pensamiento frustrado de matrimonio feliz con protagonismo del amor, o una noche de bodas donde, de pronto, aparece el recelo en una sábana limpia, o una escapada por una carretera costera y soleada en dirección a Estambul (destino cubierto por regueros de sombras, hoy). Aquella vía interminable de ida, sin ayuda ni perspectivas en principio... y cuyos pasos se posan siempre de vuelta a su población de origen, o campo particular de concentración.
Observamos su aprendizaje furtivo de mustangs, silvestres.... hacia la pérdida sistemática de sus posibilidades para el crecimiento personal, actitudes o pensamientos de libertad, enfrentados al exigente mundo de los familiares adultos que les rodea. Las chicas son la parte grata del filme y, la banda sonora al piano acompañada de otros instrumentos de cuerda que acrecientan su amargor o esta situación insostenible para todos, adultos y ellas. El músico Warren Ellis, socio ocasional de Nick Cave, es su autor y compositor de otras bandas sonoras como La Propuesta o El Asesinato de Jesse James por El Cobarde Robert Ford.
En el comedor y la cama, día a día, esperando un infructuoso cambio de actitud u otros planes peligrosos, de igual forma que el pensamiento decisivo de un último instante, abandonando los ritmos, olores, colores... los golpes rituales, amenazas de muerte, nocturnidad alevosa del poderoso, no evolucionado... mirando al horizonte y pensando en aquellos momentos de entretenimiento juvenil que, otrora, les fueran prohibidos.
En efecto, Mustang es bella como la juventud de sus protagonistas, seres humanos y actrices con su inteligencia emocional, la mayoría noveles en este trabajo, no en ideales de libertad restringidos. Y algo corta, como su experiencia.
Cinco elegidas que eluden el sometimiento del pasado educativo, en un casting que se enfrenta con aquellos problemas derivados de su delicada posición y el sometimiento mental, social y sexual, de miradas dominantes y pensamientos forzados a un mero rol de acompañante, demasiado anticuado y absorbente, que apartaría sus pasos salvajes de aquel camino junto a las olas o entre mares sobre la región de Anatolía Central y su historia. Hace unos días, laberinto de pasiones desenfrenadas, que no tiene nada que ver con aquella pasión turca, desgraciadamente.
Por el contrario, la joven Lale y la maltratada Nur en su contradicción espacio-temporal, se yerguen con firmeza a una aventura de incalculable valor para todos (desconocido final, hoy), ya que la juventud alegre y contestataria, no desea terminar domada por valores de un mundo que repudia o, por encima de todo, aburre de forma descarada. Ni esos aspectos traumáticos que querría alejar de su futuro más próximo. Con cada tablón incrustado en el suelo, tapando errores y pretextos, del resto de miembros de la familia y vecinos asociales, del término de una clase y la felicidad en la playa, como una careta dolorosa olvidada atrás y osadía para iluminar una nueva estación. Mustang es algo mejor y más directa que la anterior, digamos real a pesar de sus vaivenes en la filmación.
El despertar esperanzador de la mente poderosa de Lale, nada tiene que ver con la nueva y ancestral Turquía, a su vez. No cubierta de manzanos, sino cuerpos apagados. Tal que la familia, a uno u otro lado del Bósforo.
Moustang Soundtrack: