El escritor Roy Thomas y el dibujante John Buscema sentían predilección por las antiguas historias de espada y brujería, haciendo adaptaciones de los clásicos como El Príncipe Valiente, Tarzán, El Hombre de la Máscara de Acero o Los Tres Mosqueteros. También llevarían al cómic, el personaje de Conan El Bárbaro, dimensionando sus músculos a través de las páginas en blanco y negro.
Atraídos por la fantasía y el género de la ciencia ficción, para todo los admiradores de los Vengadores en Marvel, creaban al metálico personaje denominado Vision.
Además Mr. Thomas trabajaría junto a los pioneros Steve Ditko y Stan Lee, en historietas sobre el simpar Dr. Extraño, y entre ambos crearían al personaje Vision, en una frialdad metálica cargada de sentimientos cercanos a los seres humanos.
De las cenizas del malvado Hombre Maravilla, su trayectoria ha ido evolucionando desde 1968, hasta acabar en la gran pantalla y la televisión. Casado con la Bruja Escarlata o Wanda Maximoff, ambos personajes se han multiplicado conceptualmente, cambiando la identidad, esta junto a su hermano Quicksilver como parienta malvada de los X-Men y creada cuatro años antes que el primero. Gracias a los grandes visionarios Jack Kirby y Stan Lee, que en paz descansen.
Ahora en 2021 su imagen se ha refrescado después de desembarcar en la guerra y la era de Ultron, ser que forma parte de su concepción mental y morfológica. Como buena pareja reinante, monta tanto, tanto monta en la televisión, pasan de los tonos grises al ´technicolor`... en la piel de los actores, Paul Betanny y Elisabeth Olsen.
Esto es, o no... Wandavision.
Bien, pues resulta que esta serie de Marvel, resulta como una parodia o dedicatoria, a una comedia loca de situación con ramificaciones temporales, que entronca desde aquel final de los Vengadores y la extracción de la Piedra de la Mente. Sacada in extremis, del cráneo robótico de Vision, que pasa a una nueva dimensión.
La emisión, fantasma, rescata aquellos románticos años 50, donde Donna Redd se reinterpretaban el su mismo show en la tele o Dick van Dyke hacía sus peripecias del mundo de las variedades y escribía sobre la misma tele, proveído de risas y aplausos enlatados.
Aquí, en un par de capítulos o saltos temporales inmediatos, pasamos del entretenimiento a golpe de humor, a los superpoderes mentales, a la magia de la percepción. A los caleidoscópicos y lujuriosos, finales de los 60 e inicio de los 70, con tonos pasteles y estampas sobrenaturales. Donde una simpática bruja llamada Elizabeth Montgomery, atraía todos los focos de atención sobre su sexy figura y el gracioso movimiento de su nariz.
A partir de ahí, la revolución familiar en las próximas décedas, con el humor más casposo y los tirantes de la típica familia norteamericana, en épocas que empiezan a estirarse hasta la irrealidad. Esos miembros de las familias americanas, se colaban en nuestras casas diferentes y alternaban la visión de otros con diferente color.
La única realidad es que, en esta Wandavision que se ha espaciado durante una pandemia irreal, nada es lo que parece... Ni las sitcoms de éxito, ni el reconocido universo de Marvel, ni las clásicas familias que conocíamos... tampoco la recreación de la realidad o los personajes que se representan teatralmente. Donde las emisiones paralelas deforman la información, nos trasladan a una burbuja y por tanto, desvían nuestra atención, o visión.
Ni siquiera persigue una esperada segunda temporada, nada parece tener sentido, porque Jac Schaeffer (Jacqueline en la intimidad y en la confusión) y el gran jefe bostoniano Kevin Feige, tienen otras pretensiones para trascender en sus vuelos y recalcular las distintas versiones del cómic. A una Séptima realidad post- pandémica, que es el actual cine.
Vision.
En la auténtica dirección semántica de la palabra en cuestión, distinguimos que una misma realidad puede tener diferentes puntos de conexión y alternar dos significados, de por sí contradictorios. Son dos definiciones como el blanco y el negro, como la visión y la Anti-visión.
Es decir, que esta visión nos acerca a una percepción objetiva. Aun concepción que tenemos de nuestra realidad, que pudiera resultar confusa en un mundo mágico, microscópico y cuántico, como muestra de que nuestros sentidos alterados en el interior de un desconocido cerebro, nos engañan. O algo por el estilo, si la brujería existiera o el color verdadero nos perteneciera...
O una segunda posibilidad... sirviendo de plasmación fantástica, más o menos imaginativa y cercana a esa ficción o plasma, de lo que puede parecer real a simple vista. Pero que, evidentemente, o no... no lo es.
Por si no tenemos lío, mezclalo con Marvel y la tele inconformista del siglo XXI... U otra cosa que todos reconocemos, aunque difícilmente podemos definir.
Esto es lo más parecido a un espejismo en el desierto, o una burbuja que está inflamándose con deseos, placeres ocultos u otros elementos gaseosos. Pero que puede reventar y poner nuestro mundo patas arriba... o abajo, dependiendo de la posición en la que te coja el asunto... la trama, la pareja o el guión.
Aunque éste, puede estar establecido de antemano o, preconcebido con sus reglones... más o menos, alterados, torcidos o descerebrados. ¡Una auténtica locura, vamos! Y por descontado desde un lugar primordial de la casa, el salón, o más concretamente, el sofá.
Por lo tanto, no se pongan tan cómodos, como se vio en las cazas de brujas del pasado... esta letra con sangre entra, con microcircuitos en nuestro cerebro que parecen emborronados, paradigmas o circuitos habituales de la ciencia ficción, como artículos basados en el dinero buscando una vacuna o antídotos, que nos devuelva a la realidad... No es oro todo lo que reluce, si bien, proviene de las estrellas... esencialmente, de una gran explosión macroenergética.
Para estrellas, las de la tele, ya que tenemos al dúo compuesto por Mr. Bettany y Miss Olden (Wanda sin Vision), en versión alternativa del romanticismo, que salieron del grupo de los Vengadores como unidad. Allí luchando con sus propios ancestros desde Ultrón y su capacidad para manejar el personal, al martillo pilón que era Thanos... una especie de Sttepenwolf algo menos diabólico. Acá como una respuesta dramática a la memoria.
Esa maldad de otro universo, casi invisible salvo por escarceos finales en títulos, fue creada por el misterioso Dr. Hank Pym y el guionista-dibujante Jim Starlin, arrancando el adamantium programado en la cabeza de Vision con el fin de controlar a éste y su universo mecánico-cuántico. Con el poder de hacer desaparecer al personal como Lindelof y a Iron Man, pero con la Gema puesta en la Mente y el dolor universal.
Y ahora, cuando los casi invisibles seres humanos, vuelven poco a poco, estos Leftlovers no tan cómicos, se encuentran dentro de una burbuja de manipulación, estipulada para mantener una relación en pareja... otro rollo. Vamos la vida misma.
Ay, los hijos de... un día están y al rato, desaparecen.
Tan mansos y rechonchos, van creciendo a golpe de ocurrencias y caídas simpáticas, propias de una sitcom familiar que se refunda y condensa... hasta que un buen día, ahí los tienes, al mando de una revolución. Pero esa es otra historia pandémica... con Marvel o sin ellos.
Ahora Vision es otro... siempre apareció apuesto y apolíneo, naturalizado con esa chispa característica de los Dick van Dyke de turno o el Richard Allen de Indiana, como el afable y accidentado Dick York. Al final otro tipo de Dick, Sargent.
Bruja y Escarlata.
Bueno, pues Vision permanece en nuestras vidas, gracias a los influjos sistemáticos de una bruja, que se subdivide a su vez. Madre dedicada y estrella divina, que vino montada en una escoba y la difamación del pasado, y que en el futuro podría tener una tonalidad bastante diferente. Desde una estancia romántica multicolor a la "locura escarlata" en femenino... un cambio en la visualización y el carácter de siglos.
Pero de vuelta a una infinita variedad de tonos grises, u oscuros, pasamos a la modernidad.
Como dije su realidad se remonta a unos siglos turbios, también patrocinados por esa obscuridad reinante en la sociedad y posteriores pestes negras.
Estamos saltando amable y peligrosamente, al convulso 1968, era de su creación comiquera y emancipación genérica, cuando Lucy enamoraba en la tele en blanco y negro y la variedad gesticular, o como después, la actriz Elizabeth Montgomery nos dejaba boquiabiertos con sus ocurrencias mágicas. Atractiva era... y algo alocada, con escoba.
Cada semana o capítulo, un despropósito, intentando ver dónde metía su espléndida naricilla en el guión y las estrategias visuales que ideaba para mantener su relación amorosa o matrimonio a flote, sin hijos. Algo que, entre bruja y sintezoide reproductivo, no podía durar mucho, la verdad.
Así comenzaba cada emisión nueva y resplandeciente, con el viejo truco de mover la nariz, desde aquellos amorosos dibujitos de los títulos iniciales, o la cabecilla llena de pájaros infantiles. Arrebatados quedaban los seguidores, pendientes de sus trucos y chistes emocionales, de sus reacciones o cambios de humor, con una Bewitched que arrastró espectadores desde el 1964 al 72. Una generación trabajando como bruja muy chic en la tele, cuando ya había estado al lado de los grandes secuestradores de risas del cine, como el gran Sammy Davis Jr. y Dean Martin.
Sin embargo, tenía otras dobleces o estereotipos, como interpretar un papel primerizo en la Corte Marcial de Billy Mitchell del gran Otto Preminger, junto a Rod Steiger y el gran Gary Cooper, que estás en los cielos, cambiantes como Wandavision.
Aquí estamos acurrucados, junto a una Elizabeth Olsen disfrazada en tonos y su inusual transparencia interpretativa. Condicionada por lo fantástico en segundo término, que será el primero, cuando Wandavision se vaya abriendo a la realidad y de paso al aquelarre visual de los últimos desencuentros bélicos. Cuando no, al amor. Lo que caracteriza a la serie, y a esta pareja.
Esta hija del mismísimo Magneto, no tiene otra alternativa que... visualizar la prisión desencadenada, que causa su amor, abrir los ojos de la antigua Wanda Maximoff viendo sus series norteamericanas preferidas de antaño y su guerra, hasta paralizar la bomba que está a punto de estallar bajo su corazón.
Buuuummmm! Ya estamos otra vez, si es que no te puedes enamorar...
Espejismo en Marvel.
En otra alternativa correctiva, volvemos a la Vision que parece masculino singular, con acento en español como visión de un sintético humanizado y mezcla de varias tecnologías avanzadas, u otros quebradores de cabeza de espermatozoide extraterrestre.
Algo espacial, que deseaba la destrucción de los viejos Avengers, hasta que terminó huyendo a otra piel. Contra un ser casado, domesticado y que pronto, volverá a la vida salvaje, de soltero. En apariencia incolora e indolora...
Por eso, la definición del espejismo de este Marvel televisivo, son los claroscuros, ficticios o amorosos. La cuestión es la confusión dramática... que no la pérdida.
Alternando varias capas de maleabilidad visual, metamórfica y colorista, como un Bluff, hasta acabar con la estrategia de una enigmática evidencia, un golpe de realidad que nos vuelve románticos empedernidos. Caídos bajo el influjo magnético, endiablado, de una reina del caos distorsionado...
Wanda, la que inventa, más que anda... más bien, que nos lleva en volandas.
Veremos si acaba perdiendo.
Claro su esencia, nos ha sorprendido, para bien o el mal. El que se acerca, no en próximos episodios, que parece ser, sino en películas, largometrajes con magia sin tregua, que volverán a juntar a hijos y padres enamorados hasta la eternidad.
Esas familias de andar por casa, en pantuflas o bata de guatiné con sitcom o sin ella. Con mascarilla o sin ella...
Resultado de este encuentro temporal con el masculino cibernético, en color o sin, vamos avanzando hacia el interior de una compleja relación disfuncional, dónde ese tiempo energético es una comedia dramática, un enredo como aquella famosa serie que nos hacía partir la caja, mental o cibernética... donde todos parecían locos de atar.
Ya que ahora, la tendríamos que ver en nuestra posesión más enclaustrada, que es la realidad informática. Si te la encuentras...
Todo con el tiempo, va perdiendo esos colores tan atractivos, definitivos, aunque no signifique una pérdida de potencia, ni de visión ni de singularidad... De hecho has tenido, hijos, en un periodo reducido (para otros eternidad), que te han crecido hasta hacerse unos verdaderos mutantes, en este caso llamados Wiccan sin calificativo, y Veloz.
Tanto que así, como quién no quiere la cosa, será su otra vida, al otro lado de la emisión. Junto a nosotros, estrambótica y disyuntiva generación, en lucha con decisiones que convertirán a los Leftlovers, en amantes separados indefinidamente, casi eternos.
Ay, ¡Wandavision! ¿Qué es lo que te ocurre, que misterios tendrás...?
Sencillamente, es más fácil de decir que no de ver.
Porque la verdad es, que no sabemos si nos vemos atrapados en una burbuja pandémica o bajo los recuerdos emocionales, de una madre o bruja de Marvel, que nos parió.
Parecemos algo desubicados, absortos en el sillón, cuando en realidad, todos fuimos concebidos bajo los influjos de una tele en algún tiempo. Una especie de metáfora, del Espíritu Santo o un brujo energético que contesta llamadas al otro lado, que sirvió de trampolín para crear un negocio multimillonario, a través de sus creadores hoy digitales. Jack Kirby y Stan Lee, dos magos de los retuladores y las ideas.
Ahora a vueltas con la Bruja Escarlata y Falcon y su soldadito de invierno, pasando por Loki sin Thor, la Viuda Negra sin el Capì, El Doctor Extraño con ella y sus mundos paralelos o eléctricos, divergentes como Spiderman y Dr. Octopus, mecánico. Míticos como los Inmortals de Angelina Jolie, Kit Harington y Richard Madden, oscuros de Venom, todo bajo la perspectiva de Kevin Feige, el amo de esta cosa dolente, llamada Amor.
Mientras a Paul Bettany lo desciframos, bajo el colorido, como lo vimos en una cálida Mente Diferente, llegando a la destrucción biológica de Master y Commander o psicológica de Dogville y, aún sin futuro por confirmar, renace de las cenizas; en cambio más dinámica, a Miss Olsen, la veremos en Dr. Strange in the Multiverse of Madness, proviniente desde aquella notable inconsciencia llamada Martha Marcy May Marlene, o la simpar violencia de Wind River... Puede que Mónica Rambeau, se convierta en Capitán Marvel II, Photon o Pulsar en otros universos, también llamada Spectrum, como el aparatito diabólico de los primeros juegos.
Esta es la realidad.
Vamos un no parar de interpretar, destruir o jugar. De amar... entre el bien y el mal.
Romanticismo Singular.
Poesía en movimiento, eres tú, como el agua de una fuente escarlata. Burbujeante como una historia que tiene diferentes visiones de la verdad... de todo lo que necesitamos en este mundo. El Amor... como el Odio.
Esto ha marcado siempre el camino de los superhéroes, o brujas rivales, desde la última guerra de los Vengadores, hasta los inicios de aquel viejo Supermán batallando en la Tierra, o la publicación Timely Comics buscando su hueco, junto a la Antorcha Humana, un ser llamado Ángel y el antecesor oceánico, Namor.
Hasta el Capitán América con sus guerras mediáticas, también con deslices románticos en el tiempo. Y la hermosa Mujer Maravilla, en otro universo.
Claro que sí, el amor también significa destrucción, alternativamente.
Cenizas incandescentes de lo que fue, de lo que pudo haber sido, de lo que jamás será... En la extracción de esa roca ígnea o corazón, permanecen los retazos de los desaparecidos, de los recuerdos que todos fuimos en algún momento, como lelos, dentro de la historia de otros, también fulminados o enloquecidos. Atrapados en un círculo vicioso, o no.
En definitiva, piezas de un rompecabezas que no termina, infinito como la gema, que parece una película de terror que nos engulle o brujería de la mala, de ciencia ficción en la mente, o... simple y llanamente, de peli de amor.
Un traje a la medida para los viejos románticos, antiguos como las imágenes de esta Wandavision, ecléptica y manipuladora de sombras en nuestro pasado, recuerdos de estallidos y revueltas, cambios de personalidad, contra los protagonistas del cuento. Los héroes, mañana no.
Frente a la ceremonia caótica en familia, a la otra que está sentada a tres metros de la televisión, esperando los nuevos capítulos de una guerra de héroes y villanos, como si fueran uno. Entre magas basculantes o políticos corruptos, mandos desmandados, bombas de destrucción masiva, acordes de finales de los sesenta y desacordes de la actualidad en color.
Detectives de entonces, en otra dimensión, indagando imágenes de otras épocas, parejas con derecho a risa, historias de Lucy en el cielo con diamantes, casas de lujo, embrujadas, diversión, encantamientos o fórmulas de enamoramiento, muecas como un cimbreo de la nariz...la nuestra de espectadores.
Todo emerge bajo el amor, fluye y se distorsiona, cae dentro de un vórtice de los sentimientos inmemoriales, parecido a un enorme agujero, no negro en esta casa, sino escarlata... Algo que nos devora desde las entrañas, sin saber muy bien porqué, ni que resortes químicos nos trasladan a esa sensación de vacío. Que es capaz de borrar la consciencia o la personalidad, hasta convertirnos en algo incoloro, nada concreto, volátil... Son cosas de las sitcoms del siglo XXI, que cuando parece que van por aquí, se van por allá... de la risa al llanto, o viceversa, del amor al odio. De Marvel en celulosa, a la tele en cables.
Los humanos, sin poderes, siempre saldrán perdiendo en esta batalla, pues todo acaba. Gracias a dios, el odio irracional, también. El entretenimiento nunca. Hasta el final y más allá, que diría un artilugio infantil.
Pasado y Futuro.
Las imágenes en b/w nos han ido trasladando, e expansión de diferentes gamas, por el tiempo y el color. Lo avejentado de ayer, se ha ido transformando en un instante, en un nuevo comienzo. De brujas irreverentes a mutantes enamoradas, de militares en batallas contra el mal, a mandatarios corruptos, de hombres a payasos, de petardazos nucleares a una Vision diferente... de ovnis u objetos invisibles o prefabricados, a extraterrestres libres, que van y vienen... como Pedro o la chica de la tele... por tu casa.
¿Y los hijos inquietos...? A jóvenes vengadores. Pues, con dos no basta.
De las series románticas entre los 60 y 70, hasta una realidad compleja de nuestros días, donde esa tele que conocíamos, va creciendo al ritmo de los nuevos tiempos y la imaginación, vertiginosamente. Del viejo Disney y sus puros, a un Marvel sin humos, del amor de Romeo y Julieta... a esto, que no ha cambiando nada.
Si bien, todo es apariencia o un espejismo que puede engañarnos, ya veremos... que diría una versión replicada de nosotros mismos, en el futuro... A seres jugando con unicornios de papiroflexia.
Esperábamos un nuevo episodio, y era el mismo, el de nuestros héroes moldeados, hijos y brujitas de entonces, que pertenecían a los despistados detectives en gabardina, somos ojeadores de imágenes digitales en una pantalla. Contagiados con las imágenes y memoria, o no, en esta nueva pandemia que son las plataformas y redes sociales.
Es como una esfera que nos envuelve a todos, coartando nuestra libertad, y no va a detenerse. Nos transmuta en zombies, asalariados, sonrientes o no, obedientes... con sexo de un día para otro.
Ahora los duelos, entre aquellos vaqueros que se medía por capítulos y carteles de ´volverá`, se ven en el cielo colorido de internet, convertidos en parejas todopoderosas. Bonanzas, Furias y Zebulones Macahan´s, pies en Ponderosa, que se mueven entre la risa y el sentimentalismo, entre lo esencial como el amor y lo catastrófico... El amor y la guerra. No hemos cambia tanto en el fondo, verdad llanero solitario.
Esto es la vida misma del superhéroe o la heroína, a solas o en pareja, en un multiverso de luz y de color. O madness... pero pendientes de una cara risueña, con un ligero cimbreo de su nariz.