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viernes, 31 de octubre de 2014
The Wolf of Wall Street
Entre lobos y niños.
La estrategia de este lobo alfa sería no dejar ni rastro de sus devaneos.
En la manada estarían de acuerdo, una cacería limpia buscando nuevas víctimas desprevenidas. Pero no será fácil.
Como un círculo vicioso en el que los depredadores o triunfadores, son los desgraciados a la larga. Cuando llegan los tiempos de carencias, los lobos se convierten en tiburones y se devoran los unos a los otros. Los escualos de las finanzas.
Pero, el verdadero lobo primigenio está a la sombra de todo. Con sus ojos enrojecidos por la rabia, escribe o dirige para abrir los pensamientos de los demás. Su mano derecha como un Soprano y su mano izquierda como novelista, mientras el embiste y reflexiona como un toro salvaje ante la cacería.
El otro gran Lobo, no rival, más bien hermano de sangre tiene carácter(ambos comparten su ascendencia italiana que no mafiosa, aunque lo pareciera por sus trabajos), y bien seguro que no será su último trabajo juntos. Podrían incluso bailar entre lobos.
Posee en su nombre la fortaleza del león. Llevará a la manada al triunfo, con su fino y rayado olfato, de fiesta en fiesta, globo por globo, oro sobre oro. Es un león con piel de cordero, interpretando con pasión, la carne y la codicia como un gran actor.
Protector Martin y exhibicionista Leonardo, junto a otros caninos con sexo consumido forman una gran manada. Mientras desde la colina, Jonah afila sus colmillos y se ríe.
Bajarán carcajadas e histrionismo, los dientes y las garras de las hienas en busca de la carroña. Moviendo sus rabos al unísono… otros clientes a los que hincar el diente. Depredadores del exceso y de los números, convirtiendo a los tiburones en peces payaso.
El status social del individuo como premio, es la diversión sin medida, hienas copulando y marcando su territorio fuera de la ley. ¡Qué no es tonta!
El reino del exceso es la patria de los parias. La cámara lo demuestra sobrevolando las oficinas del teléfono de la esperanza, con engaños.
Todos los cánidos reunidos por la batuta del alfa, Martin Scorsese muestra pero no juzga, en apariencia porque es el capitán. Y lo dice… y bien que hace ante las críticas, no querer mojarse pues muchos tiburones intentarían ponerse en la cúspide de la depredación para dejarle en los huesos.
Los lobos (como los tiburones) cubren sus necesidades básicas, pero haciendo gala de sus aptitudes y su magnífica estampa. Los instintos del cromosoma, conseguir la presa con el engaño y las artes del acecho, la obscenidad del banquete, diversificación de objetivos. Este documental sobre la naturaleza (humana) es un escaparate en la calle Wall, largo e intenso. Un orgasmo de sensaciones y crudas imágenes de caza y divertida reproducción.
Tres horas de algunos para indignarse, otros girados y balbuceando por el escándalo. Ese era el gran premio a los 71, estar en plena forma. Aquí algunos se relamerán con la sangre, otros babearán con la lujuria, algunos disfrutarán con el cine. Yo felicito a DiCaprio y Scorsese, por su trabajo y sus carreras impresionantes.
Risas con mala baba atravesando las estepas financieras, cuando la piel del canis lupus se disfraza con carcajadas de hiena. Descontroladas o hacia adentro, quemando en las entrañas como una droga mal digerida. Asfixiante.
A veces esa ansiedad te destroza. Tanto poder, mujeres y vicio, rock & roll, te pasa factura en el tiempo. Para los tiburones la soledad del oscuro océano, para los lobos, la amistad y los premios.
Yo soy felino que no lobo. Subo a mi árbol y espero a la noche. Escuchando su gran banda sonora.
Contemplo las apuestas arriesgadas, de la experiencia. La gran talla del lobo aullador, y su manejo de los tiempos del ataque y la defensa. Un juicio sumarísimo sobre las manadas.
¿Tú como lo venderías?
Creando la necesidad… si no tienes ganas de verla, no entenderás al gran Lobo.
Es tu decisión… escribir, ver y opinar.
**** Muy Buena *****
Howlin Wolf - Spoonful
Ian Dury - Hit Me With Your Rhythm Stick
John Lee Hooker - Boom Boom
Howlin' Wolf - Smokestack Lightnin'
Dallas Buyers Club
Matthew y Jared, pareja de oro.
Vivimos en la sociedad marcada por la desilusión, despiadado Far West.
Aquellos vaqueros han sido trasladados de antiguas películas del western, a este caótico y salvaje oeste de la gran ciudad. A través de la incomprensión y el aislamiento.
Vaqueros atrapados por su machismo desfasado (cabalgando toros y hembras) en la medianoche texana, y montando su particular Drugstore Cowboy para alimentar su miseria y sus venas. Olfato para el vicio y el negocio que está perfectamente representado por unos protagonistas antagónicos que, sin embargo, tendrán que compartir los negocios y los quebraderos de cabeza por motivos de la enfermedad y su especial personalidad.
Un buen día su mundo se derrumba. Los amigos y compañeros giran sus ojos a tu paso, insultos y repulsa. Es el fucking Cowboy de Medianoche buscando su camino final.
Como en los alocados años finales de los 80 y comienzos de los 90, reinos de drogas, nos llega un cowboy de medianoche en la piel escuálida y blanquecina de Matthew McConaughey para intentar aullar a la luna de Scorsese. Porque Dallas Buyers Club comparte año cinematográfico con El Lobo de Wall Street, en diferentes festivales y premios. Un duelo colosal entre el vaquero y el lobo, con interpretaciones, tan distintas y tan cercanas a la vez. Magistrales trabajos.
Ocurre que la pareja formada entre Matthew y Jared Leto se ha convertido en la sombra alargada de Dustin Hoffman y Jon Voight en el nuevo milenio. De Nueva York a una Texas más cerrada pero igual de despiadada, pasando por el ámbito salvaje de la incomprensión social, ante una enfermedad traída de la mano del diablo. Un demonio convertido en virus asesino y travestido.
Uno es el consumismo exacerbado, el otro es la máquina dispensadora de vida, dispuestos a luchar contra los círculos viciosos de los tiburones financieros. Ambos son un poco con su comportamiento, como una especie de Robin Hood´s modernos, a su manera. Como lobos perseguidos por la caza furtiva.
El cowboy McConaughey luchará hasta el final por el premio, la vida o el Oscar, está dispuesto a morir con las botas puestas y el culo al aire, en su traje de superviviente. Es decir, la ´fucking` bata de hospital. En un círculo se rodea de un grupo diferente, también de los suyos (por ejemplo, con una Jennifer Garner en su mejor papel a mi juicio hasta la fecha), defenderá su posición indoblegable ante las leyes de los políticos intentan imponer, por el control de la vida. Aunque con este enfrentamiento, le pueda costar la soledad.
Jean Marc Vallée se mantiene firme en su toro mecánico durante toda la película. Comprometido y echando un vistazo a atrás, a través de Schlesinger o Van Sant, pero con un estilo propio que ya demostrara en anteriores trabajos. Y parece que próximamente volverá más Salvaje. Se consagra como director de culto con esta magnífica Dallas Buyers Club.
Esto no es Philadelphia y el lujo. En Texas sobrevivir curte la piel, disparando balas envenenadas contra los malos, o los tiburones financieros de las grandes compañías farmacéuticas y las leyes de políticos que las controlan. Frías como el cañón de un revólver sin usar, pero amenazantes.
La mala sangre corroe las mentes, hacia el interior y el exterior, pero la enfermedad hace que te yergas cada día. En su Idaho Privado, McConaughey se mete de lleno en los huesos y la cabeza de una realidad apabullante, una máquina de la interpretación perfecta. Su duelo con DiCaprio promete ser sonado. Qué grande es el cine.
Y con Leto, de gran dama en busca de hombres, quizás le caiga uno dorado. Porque han creado una pareja de cine perfecta. El director canadiense Vallée es atrevido, adapta historias comprometidas, con el punto de vista de su cámara (delicada o despiadada) capta la marginalidad de una lacra social y del rechazo. Algo se ha avanzado y los tabúes van cayendo con las botas puestas.
Ni Errol Flynn con su general Custer (en su carácter más agrio) o la desgraciada caída de Rock Hudson en sus últimos tiempos, se ven reflejados en la interpretación de Matthew, con un papel más semejante a un tipo algo frío y duro como Henry Fonda llevando a sus hombres a la victoria (o mejor dicho, la derrota) en Ford Apache. Todo se compra y vende desde los deseos hasta la propia vida, llevada hasta las últimas consecuencias.
Desde luego, yo entré desde su comienzo en ese Club de compradores de sustancias prohibidas en Dallas y me fascinó este trío enorme formado por Vallée y su visión del cine, la creación de Leto y el camaleónico poder de McConaughey.
Cabalgar en un toro salvaje corriendo por las venas, es más difícil que aguantar los 8 segundos encima de un verdadero en un rodeo. Si no la has visto, mucho más recomendable romperse la espalda en este club que en almibaradas montañas.
***** Excelente ****
Shuggie Otis - Sweet Thang
The Airborne Toxic Event - Hell And Back
T.Rex - Life Is Strange (1973)
Posted by Nino
SIRIUS-III
sábado, 25 de octubre de 2014
The Double.
¿Quién me mira al otro lado del espejo?
En la actualidad, muchos individuos llevan una careta para desviar la atención que recaería en ellos, una forma de evadir las responsabilidades frente a la sociedad. Son como fotocopias de sí mismos, una cara para demostrar que manejan todas las situaciones, cuando en realidad se lanzarían al vacío desde una vida sin objetivos ni brillantez.
El joven Simon, o James es su reflejo, interpretado por un actor que sigue creciendo como Jesse Eisenberg, se suma al curioso clan de los voyeurs del cine, oteando las vidas paralelas que transcurren en el edificio de enfrente. The Double es un ejercicio metafísico, complicado para los neófitos en películas de carácter surrealista, dónde todo lo que vemos tiene un doble sentido hacia la enfermedad de la actualidad, la soledad y la incomprensión. Es un mundo suicida de seres atrapados en la incomunicación y los actos, moralmente, reprobables.
El director británico Richard Ayoade, compone con El Doble su segundo largometraje tras Submarine (ganadora al mejor guión del cine independiente británico), con calidad en las secuencias engañosas y maniobras de camuflaje en la personalidad de los protagonistas. Se acerca al mundo del trastorno bipolar, con dosis elevadas de esquizofrenia, fingiendo realidades que sólo existen en nuestra mente y en el protagonista, que posee el control único de la mirada del director. La película fue rodada hace un año, pero si nos fijamos en la actualidad española, bien podría ser una ´seria` parodia del caso de un chico que se hace pasar por otra persona y se codea con las figuras más representativas de la sociedad, solo que dirigido hacia la tragedia. Eisenberg, es decir Simon/James, esconde la trama en giros, jugando al despiste para hacernos creer lo que no sucede en realidad.
El autor Ayoade compone un guión alejado del tratamiento fácil. Adaptación de la obra de Fyodor Dostoevsky, refleja una vida repleta de inseguridades, trucos de cámara y angustia existencialista, pero alejándose de la política (cosa de agradecer ante el panorama actual) para decantarse por el mundo laboral y un lado oscuro de sensaciones o sentimientos. Y rodando en su ciudad natal, Londres, que pareciera sacada de un mundo tenebroso creado por los dos David, Lynch o Cronenberg, prácticamente irreconocible e irrespirable.
Para aumentar la extrañeza del espectador, se rodea de un reparto fantasmal con múltiples personalidades, creando un caos interpretativo y argumental, compuesto por Mia Wasikowska, James Fox o Noah Taylor entre otros. Simplemente, una mención especial al actor creador de voces en películas de animación e incombustible, Wallace Shawn que bien merece un homenaje a su carrera. Toda la carga surreal se adorna con la banda sonora compuesta por Andrew Hewitt, autor de los coros épicos en El Señor de los Anillos, Harry Potter o Star Wars.
Sin embargo, la oscuridad paga su precio en la comprensión de la historia, convirtiéndose en una obra difícil para un público no especializado en temas filosóficos. Pues, poco a poco, el personaje de Eissenberg va cambiando del terror al drama personal, llegando a convertirse en una especie de Dr. Jeckyll y Mr. Hide desmejorado, una caricatura de sí mismo, con tendencias a la exageración y la violación de las reglas de convivencia. Se convierte en la peor competencia que pudiera tener.
Al final, el creador y el monstruo son devorados por la oculta realidad, una verdad que se antoja algo artificiosa y atropellada. Pero que no hubiera sido posible terminar de otra forma, a no ser que nos hubiera sumergido en el mundo caótico de la ciencia ficción o los sueños. Más bien, terribles pesadillas, sobre la condición del ciudadano moderno. Nota mental: "intentaré desarrollar esta idea más extensamente en mi primer libro". Sólo hay una salida posible.
Aviso a navegantes y amantes del cine digital, no será sencillo que vuestros ojos se acostumbren a tal oscuridad. Buen viaje.
*** Interesante ***
Sukiyaki - The Double (2013) OST - Andrew Hewitt
Star Wars Episode I Soundtrack - Duel of the Fates
The Lord of the Rings Symphony
sábado, 18 de octubre de 2014
Las Dos Caras de Enero: las dos facetas de Amini.
Basado en la novela de Patricia Highsmith.
Todo en este mundo parece moverse entre dos, como número mágico para la transformación y el crecimiento.
Semejante dualidad concurre en las personalidades de los hombres en sus novelas, pero las mujeres también se caracterizan por mostrar o esconder estas dos facetas. En el caso de Patricia-Highsmith, la novelista texana de Fort Worth, con sus problemas con el alcohol y el divorcio de sus padres, que le llevó a no conocer a su padre hasta la pubertad. Posteriormente, a la edad de 21 años descubriría su homosexualidad de la que se siente culpable como estigma familiar, y con 29 sería descubierta como escritora por el mismísimo Alfred Hitchcock, a través de su primera novela con el título de Extraños en un Tren.
Creo no descubrir nada, al decir que el maestro del suspense también se definía por una doble y acusada personalidad, entre el humor negro y los hechos más truculentos.
Highsmith comienza su serie del personaje de Ripley con A Pleno Sol, la película del director francés Réné Clément (un codirector junto al gigante Jean Cocteau en La Bella y la Bestia). Luego sería rodada de nuevo por Anthony Minghella, conocida por su nombre original El Talento de Mr. Ripley, con protagonismo de Matt Damon y Jude Law.
Si era común representar la dualidad en los protagonistas reales de las películas y las adaptaciones de sus novelas, no será menos representativo de los personajes de ficción. Patricia Highsmith se decanta por individuos resplandecientes y positivos, que ocultan en el paso y peso de las páginas terribles circunstancias, más cercanas a las pesadillas de Hitchcock y los crímenes enfermizos o sentimentales, que con los lugares turísticos de ensueño en que se centran sus tramas.
Unos años después de Ripley, llega la hora de la novela en la que se basa la película del director iraní Hossein Amini con el mismo título de Las Dos Caras de Enero, protagonizada por Viggo Mortensen acorralado entre Atenas y sus famosos monumentos, la isla de Creta y Estambul, aunque perseguido por los avatares con su pareja matrimonial en el filme, interpretado por la delicada y elegante Kirsten Dunst. Mientras, toda la trama de celos y cambio de roles, es observada desde la vorágine timadora de un Oscar Isaac dedicado a aligerar las cuentas corrientes de los despistados turistas. Recordar a Isaac protagonizando la notable película de los hermanos Coen, Inside Llewyn Davis.
Amini proviene de la escritura como forma habitual de vida (sólo había realizado un corto) como guionista de interesantes películas, entre las que destacan Jude de Michael Winterbottom, Blancanieves y la leyenda del cazador, y sobre todo, Drive. Una de las sorpresas de 2011 con la eficacia del danés Nicolas Winding Refn.
Ahora, en su primer largometraje desarrolla temas que confluyen en los mismos que se aproximan a los personajes de sus argumentos, con un romanticismo llevado al límite, el clasicismo de los rodajes de Hollywood, y especialmente, el thriller con protagonismo de la envidia, los celos y la venganza. Todo resuelto por la violencia con tintes emocionales, ya sea debida a un destino preconcebido o la casualidad.
The Two Faces of January, juega con las mismas reglas del juego de Ripley y los triángulos de pasión. Además, de un personaje amoral fuera de los cauces habituales, que reúne a su alrededor desde la violencia al hedonismo, pasando por la venganza personal de la autora ante el esnobismo clasista de aquella época. Sin embargo, el destino femenino (a veces tachado de misoginia) en esta película y en otras dibuja un panorama de cataclismo en su parte final, reconocido en la obra de Highsmith.
En definitiva, se echa de menos el sentido criminal de otras novelas, pero la participación de los actores y su fiel manera de rodar, convierte a Las Dos Caras de Enero, en un buen inicio de esta nueva cara del director iraní. Aunque, podría haber indagado más en los personajes.
*** Interesante ***
The Two Faces of January - Alberto Iglesias
sábado, 4 de octubre de 2014
The Captive: sí, pero no cautivado.
Atom cautivo del tiempo.
El tiempo esa frontera del subconsciente que lo cambia todo, la oxidación o la personalidad del individuo.
El transcurrir de los años, puede hacerte perder la perspectiva del todo, convertirte en otra persona diferente debido a la experiencia que hayas vivido o la educación que te hayan prestado.
El metabolismo se transforma hacia su fase adulta, pero también tu postura frente a las cosas o tus sentimientos. Porque todo es susceptible de un posible cambio, tus ideas, habilidades o incluso capacidad artística.
Un director de cine se podría dejar tentar por el paso del tiempo, abandonar los temas que le ofrecieron fama y respeto en otras circunstancias, mudar sus prácticas habituales por métodos más confortables, perder los temas recurrentes por los que te diste a conocer para crear otro cine distinto o liquidar proyectos.
Atom Egoyan, el director que avanzase vertiginosamente con sus trabajos alternativos y osados, ha bajado poco a poco la guardia, y se dirige hacia un lugar habitual en la historia del cine, el ostracismo del público.
Un cerebro cambiante que transforma lo imaginario en real, lo bueno en malo. ¿Cómo considerarán los espectadores esta desvinculación con las raíces? Si el público acepta este cambio, el creador habrá conquistado a sus seguidores y posiblemente habrá abierto las puertas para nuevas consciencias. Sin embargo, en el caso actual de Egoyan y su último largometraje Captive, el tiempo parece congelarse, o al menos funcionar a dos velocidades, tan diferentes como la atracción o el rechazo. Hasta este momento, no me había sentido en estos dos extremos viendo alguna de sus películas.
Atom me había cautivado con su visión de la violencia y los "enfrentamientos" entre ambos sexos con liquidadores de por medio, desde lo exótico de su comienzo hasta el dulce porvenir. Mi interés morboso había celebrado ese exceso del morbo y el peligro, pero hasta ahora, nunca había estado tan perdido con su mirada tras la cámara, la deficiencia del montaje o la interpretación sin sentimiento.
Y esto, a pesar de atreverse a tratar un tema tan problemático y denunciable como el maltrato de los niños.
Captive, tiene un comienzo más o menos prometedor, dividiendo los dos mundos que vamos a conocer, uno limpio familiarmente y otro oculto y terrible. Con una sucesión de imágenes y ambientaciones cambiantes a la hora de presentarnos a los protagonistas, vamos a descubrir lentamente el proceso de esta transformación psíquica, mediante la fluctuación de distintos tipos de música y variantes en la historia (pero incongruentes y aburridas según avanza la trama). Corre de la mano de David Fraser habitual guionista para la televisión y del propio director nacido en El Cairo y de sangre armenia.
En Captive, el secuestro se produce en el momento en que el espectador está partiendo hacia lugares fuera de la sala de cine, y vuelve a meterte en el argumento para conseguir ver una leit motiv aceptable, donde prima la emotividad, las imágenes representativas del sufrimiento de unos padres heridos por un descuido (interpretados por Ryan Reynolds y Mireille Enos) y sus primeras actitudes frente a la desolación y la pérdida del ser querido. A partir de ahí pareciera que todo se tuerce o se fuerza, que los sentimientos que afloran no son del todo sinceros, y la historia se descompone con tremendos bandazos poco creíbles. Se vuelve a embragar esa segunda velocidad que juega con lo tramposo y facilón.
Viendo sus últimas aventuras dentro de la comercialidad, aunque Chloe tenía su gracia, se echa de menos su espíritu más desconcertante, ese atrevimiento de la juventud quizá. La desconexión con la parte final de La Cautiva es mayúsculo. Transcurriendo las secuencias con demasiada solemnidad y escasa actitud crítica ante el espinoso tema que trata, con secuestros, manipulación de la conciencia y explotación infantil. Pedofilia encaminada a un sencillo y poco emocional thriller, que olvida la crítica y la denuncia con estos monstruos ocultos en los más variados ámbitos sociales.
Nada queda en última instancia del formato de Atom Egoyan, ni su estilo ni sus personajes. El filme parece estar tomando aire continuamente, como si se ahogara con la envergadura del problema, y los actores no se incorporan a la trama con el interés suficiente, ninguno resulta determinante ni excesivo.
Solamente tenemos una actriz que aguanta el tipo e intenta dibujar aristas a su personaje, se trata de Rosario Dawson. Pero, acabará sucumbiendo a la escasez de ideas, arrastrada por la trama confusa. El reparto está ensombrecido, gira con los acontecimientos pero no llama la atención, ni Scott Speedman, Kevin Durand, Bruce Greenwood o la joven Alexia Fast consiguen aguantar un final que se estrella estrepitosamente, con un trabajo de dirección lánguido y un montaje sin conexión.
En definitiva, un tema candente tirado por el retrete.
Con un ritmo equivocado y una resolución del conflicto que no traspasa la pantalla, se visiona como un torpe aspaviento sin dejar ninguna huella para discutir con tus acompañantes. Parece, por momentos, como si el rodaje en Ontario (Canadá) hubiera sido forzado y un poco caótico. La primera velocidad se ha quedado atascada definitivamente, y no podemos más que dejar este ficticio vehículo en punto muerto. Hasta la música que acompaña la acción, resulta confusa en su mezcla de clasicismo y percusiones, casi tanto como su título original que unos señalan en singular (como yo) y otros en un plural liante y Captives.
Un Atom Egoyan lejano de sus interesantes películas.
* Mala **
Tráiler Gone Girl, de David Fincher. Reparto: Ben Affleck, Rosamund Pike, Neil Patrick Harris, Tyler Perry, Kim Dickens, Patrick Fugit, Carrie Coon, Missi Pyle, Kathleen Rose Perkins.
Tráiler And So It Goes (Así nos va), de Rob Reiner. Reparto: Michael Douglas, Diane Keaton, Sterling Jerins, Frances Sternhagen, Paloma Guzmán, Annie Parisse, Austin Lysy.
El tiempo esa frontera del subconsciente que lo cambia todo, la oxidación o la personalidad del individuo.
El transcurrir de los años, puede hacerte perder la perspectiva del todo, convertirte en otra persona diferente debido a la experiencia que hayas vivido o la educación que te hayan prestado.
El metabolismo se transforma hacia su fase adulta, pero también tu postura frente a las cosas o tus sentimientos. Porque todo es susceptible de un posible cambio, tus ideas, habilidades o incluso capacidad artística.
Un director de cine se podría dejar tentar por el paso del tiempo, abandonar los temas que le ofrecieron fama y respeto en otras circunstancias, mudar sus prácticas habituales por métodos más confortables, perder los temas recurrentes por los que te diste a conocer para crear otro cine distinto o liquidar proyectos.
Atom Egoyan, el director que avanzase vertiginosamente con sus trabajos alternativos y osados, ha bajado poco a poco la guardia, y se dirige hacia un lugar habitual en la historia del cine, el ostracismo del público.
Un cerebro cambiante que transforma lo imaginario en real, lo bueno en malo. ¿Cómo considerarán los espectadores esta desvinculación con las raíces? Si el público acepta este cambio, el creador habrá conquistado a sus seguidores y posiblemente habrá abierto las puertas para nuevas consciencias. Sin embargo, en el caso actual de Egoyan y su último largometraje Captive, el tiempo parece congelarse, o al menos funcionar a dos velocidades, tan diferentes como la atracción o el rechazo. Hasta este momento, no me había sentido en estos dos extremos viendo alguna de sus películas.
Atom me había cautivado con su visión de la violencia y los "enfrentamientos" entre ambos sexos con liquidadores de por medio, desde lo exótico de su comienzo hasta el dulce porvenir. Mi interés morboso había celebrado ese exceso del morbo y el peligro, pero hasta ahora, nunca había estado tan perdido con su mirada tras la cámara, la deficiencia del montaje o la interpretación sin sentimiento.
Y esto, a pesar de atreverse a tratar un tema tan problemático y denunciable como el maltrato de los niños.
Captive, tiene un comienzo más o menos prometedor, dividiendo los dos mundos que vamos a conocer, uno limpio familiarmente y otro oculto y terrible. Con una sucesión de imágenes y ambientaciones cambiantes a la hora de presentarnos a los protagonistas, vamos a descubrir lentamente el proceso de esta transformación psíquica, mediante la fluctuación de distintos tipos de música y variantes en la historia (pero incongruentes y aburridas según avanza la trama). Corre de la mano de David Fraser habitual guionista para la televisión y del propio director nacido en El Cairo y de sangre armenia.
En Captive, el secuestro se produce en el momento en que el espectador está partiendo hacia lugares fuera de la sala de cine, y vuelve a meterte en el argumento para conseguir ver una leit motiv aceptable, donde prima la emotividad, las imágenes representativas del sufrimiento de unos padres heridos por un descuido (interpretados por Ryan Reynolds y Mireille Enos) y sus primeras actitudes frente a la desolación y la pérdida del ser querido. A partir de ahí pareciera que todo se tuerce o se fuerza, que los sentimientos que afloran no son del todo sinceros, y la historia se descompone con tremendos bandazos poco creíbles. Se vuelve a embragar esa segunda velocidad que juega con lo tramposo y facilón.
Viendo sus últimas aventuras dentro de la comercialidad, aunque Chloe tenía su gracia, se echa de menos su espíritu más desconcertante, ese atrevimiento de la juventud quizá. La desconexión con la parte final de La Cautiva es mayúsculo. Transcurriendo las secuencias con demasiada solemnidad y escasa actitud crítica ante el espinoso tema que trata, con secuestros, manipulación de la conciencia y explotación infantil. Pedofilia encaminada a un sencillo y poco emocional thriller, que olvida la crítica y la denuncia con estos monstruos ocultos en los más variados ámbitos sociales.
Nada queda en última instancia del formato de Atom Egoyan, ni su estilo ni sus personajes. El filme parece estar tomando aire continuamente, como si se ahogara con la envergadura del problema, y los actores no se incorporan a la trama con el interés suficiente, ninguno resulta determinante ni excesivo.
Solamente tenemos una actriz que aguanta el tipo e intenta dibujar aristas a su personaje, se trata de Rosario Dawson. Pero, acabará sucumbiendo a la escasez de ideas, arrastrada por la trama confusa. El reparto está ensombrecido, gira con los acontecimientos pero no llama la atención, ni Scott Speedman, Kevin Durand, Bruce Greenwood o la joven Alexia Fast consiguen aguantar un final que se estrella estrepitosamente, con un trabajo de dirección lánguido y un montaje sin conexión.
En definitiva, un tema candente tirado por el retrete.
Con un ritmo equivocado y una resolución del conflicto que no traspasa la pantalla, se visiona como un torpe aspaviento sin dejar ninguna huella para discutir con tus acompañantes. Parece, por momentos, como si el rodaje en Ontario (Canadá) hubiera sido forzado y un poco caótico. La primera velocidad se ha quedado atascada definitivamente, y no podemos más que dejar este ficticio vehículo en punto muerto. Hasta la música que acompaña la acción, resulta confusa en su mezcla de clasicismo y percusiones, casi tanto como su título original que unos señalan en singular (como yo) y otros en un plural liante y Captives.
Un Atom Egoyan lejano de sus interesantes películas.
* Mala **
Tráiler Gone Girl, de David Fincher. Reparto: Ben Affleck, Rosamund Pike, Neil Patrick Harris, Tyler Perry, Kim Dickens, Patrick Fugit, Carrie Coon, Missi Pyle, Kathleen Rose Perkins.
Tráiler And So It Goes (Así nos va), de Rob Reiner. Reparto: Michael Douglas, Diane Keaton, Sterling Jerins, Frances Sternhagen, Paloma Guzmán, Annie Parisse, Austin Lysy.
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