Es inmortal curiosidad que, dos de
las cuestiones más controvertidas de la humanidad sean motivación para multitud
de narraciones de cine y tv.
Cabe recordar que el próximo mes de
diciembre, se celebrará el 50 aniversario de la película de terror sobrenatural
y arqueológica, El Exorcista basada en celebérrima novela de William Peter
Blatty y dirigida por el recientemente fallecido Mr. William Friedkin. Dep. Que
nos sirvió esta encamada de gruñidos y diálogos sobrecogedores, o más,
directamente con nocturnidad y taquicardias bajeras. Cómo era, ah sí, arriba…
abajo, al centro p´adentro… crucifijo. ¡Salutis!
El director aún no conocía los
acordes, que un joven de 17 años llamado Mike Oldfield, había compuesto una
tonada misteriosa con una melodía principal, compuesta por piano, órgano y xilofón…
Ah! Y aquellas campanas tubulares homónimas, que John Cale le prestara desde
algún rincón obscuro de su The Velvet Underground. Una verdadera orgía musical
que mutó el miedo…
La otra tendencia, fuera de los
fantasmas, no es menos sintomática de nuestras inquietudes humanas, detrás de
una muerte… La cuestión cinematográfica recogería el nuevo terror a ser
invadidos (pronto visionaré la segunda temporada de esa serie), o al menos,
acompañados por otros seres uni o pluricelulares, en el casi infinito universo.
O posiblemente, en plural, multiversificado.
Ahora voy a recordar otra cinta, como
se decía en época de videotapes, que no es demasiado conocida, Unearthly
Stranger, dirigida por un homólogo en fama bajera, el londinense John Krish. Se
cumple el 60 cumpleaños de su humilde lanzamiento a nuestro mundo, manteniendo una energía nuclear o valentía extraordinaria
para indagar en la mente metafísica de nuestra especie, respecto a un contacto
telemagnético con extraterrestres y viajes astrales, con una faceta más psicológica
de pesadilla cientítifica y emocional, que una invasión salvaje. Intérpretes
cas desapercibidos hoy, Philip Stone compañero de viaje del gran Stanley
Kubrick en La Naranja Mecánica, Barry Lyndon y El Resplandor, o compañero de
viaje del mismísimo Flash Gordon; Jean Marsh, una de las víctimas rubias de
Alfred Hitchcock en Frenesí y Gabriella Licudi, que saltara a la Caída del
Imperio romano y ser mujer Bond en la primera Casino Royale. Además sumando a John
Neville que se desarrolló su carrera con Peter Sellers como director, en Mr.
Topaze, pasando a Sherlock Holmes en una
versión de A Study in Terror, de Baron Münchausen con Terry Gilliam, o girar
por la psiquis de Alan Parker, en El Quinto
Elemento de Luc Besson, caer en teleraña metafísica de David Cronenberg o La
Declaración de Norman Jewison… Que celebrando, al unísono, rodó Jesucristo
Superstar, El Otro en la batalla (bíblica, guerras y drogas), hace 50 con inolvidable partitura para la ópera rock de Andrew Lloyd Webber.
En fin, otra serie de personajes
extraordinarios… enlazando y cumpliendo con nota... Pero, seres de ultratumba o
lo que sea, y alienígenas, mantienen esos lazos en común. El curso inconcreto,
entre el poder de imaginación y ciencia, sin datos concluyentes, fotos
borrosas y siempre, la concepción
mitolópica de nuestras inquietudes mortales.
Es un lugar donde chapotea a gusto,
el director Guillermo del Toro desde su nacimiento, más o menos, pues siempre
soñó a lo grande desde su pequeña habitación en Guadalajara, Jalisco, con
grabaciones tras sus lentes redondeadas. Donde habitantes mitológicos se
paseaban bajo su cama, no me refiero o sí, a los de la última de The Boogeyman,
de la que hablaré… y tenía su visión, mucho más arriba de los ojos y su
expresión rebelde, tal vez a la estatura de Godzilla o más allá, al espacio
exterior. Sin embargo, se mantuvo en tierra, o bajo ella muchas veces, y las
manos sobre maquillaje y tras cámara de cine, que le llevó a su éxito vampírico
de Cronos y a la España plasma-civilista de un Espinazo del Diablo… que ¡nos persigue
como un condenado perro sádico! En fin…
El resto es archiconocido por todos,
hasta llegar a la plataforma de abordaje para temas universalmente sugestivos, y la otra la de Netflix, al más puro estilo de los cómics de la Cripta, los Espíritus de los Muertos del
gran dibujante Richard Corben adaptando la obra del genio Edgar Allan Poe, y
por ende, remodelando la figura oronda del maestro en Alfred Hitchcock
Presenta. Buen menú para servirnos a todos… ¡Figuras!
De Fantasmas y huesos…
Mira que los adoraba Mr. Edgar, o
no... Sueños se empaparon en sudor tras páginas de cómics de los 40, cuando
Jack, el Kirby conoció a Simon, Joe… en
el estudio de animación de Max Fleischer dónde hacían Popeye el Marino. Claro,
ahí se endurecieron con espinacas y pasaron rápidamente por las historias de
terror, verdes, algo malditas entre crítica y haters, que lanzarían a
superhéroes. Eran como fantasmas enmascarados y poderosos, y conquistadores con
mala leche.
El del Toro, en cambio, confiaba en
ellos, los oscuros y presencias octoplásmicas para contar en sus primeras
historias en gran pantalla y, que ahora, recopila para Netflix y Exile
Enterteiment, en una serie de catastróficas (por el horror), Curiosidades para
su Gabinete. Observa que se movió en los subterráneos de Mimic, al nombrado
espinazo compuesto, por Laberintos espirituales y Orfanatos de la infancia; hasta
albergar la llegada de mundos paralelos, en consecuencia, con tebeo de Hellboy
en mano y otras historias que contar en la obscuridad sin esperanza, apenas.
Son monstruos reproductivos como Splice, el Kong anfibio del Agua de ojos
saltones amorosos y los supersticiosos Antlers. Toda una colección de
pegajosos, que suministrar de nuevo al mundo fantástico, gracia a amigos como la
antología húmeda de H.P. Lovecraft, o los realizadores, Ana Lily Amirpour (Una
Chica Vuelve Sola a Casa), David Prior (The Empty Man), su fotógrafo habitual
Guillermo Navarro (también del amigo Robert Rodríguez o Jackie Brown),
Catherine Hardwiche (Los Amos de Dogtown), Jennifer Kent (Babadook) y los
italianos Panos Cosmatos (Mandy) y el intrépido cubista del horro, Vicenzo
Natali (Cube, Cypher, Splice, En la Hierba Alta), que emparentan con la última interpretación
bélica de Guillelmo, en Pinocchio.
Un lazo de madera con los huesos
entumecidos por la humedad y los lustros de ladrones de cadáveres encabezados
por el gran Boris Karloff, donde no hallamos a subastadores en el inframundo, o
la osamenta de ratas como alimento de aquellos dioses pasados y paganos. Estos trasteros
encantados endiablados son fieles al director y productor mexicano, a David
Hewllet y el actor de Oxford, Julian Richings, recordado por The Witch y la
actual Bean Tiene Miedo junto a Joaquin Phoenix. O por descontado, al magnífico
Tim Blake Nelson, saliendo del increíble reparto de aquella Delgada Línea Roja
a Colossal, en The Increible Hulk, supremo como en La Balada de Buster Scruggs
con los Coen, ¡oh Brothers!, y por supuesto, otros ejemplos fantásticos como
Minority Report, la divertida Fido o la serie Watchmen de David Lindelof.
Son dos primeros episodios
espectaculares en la presentación especialmente (el inicio es lo mejor), pues
los monstruos tienen un final algo precipitado y lustrado por algunas
particularidades… imagino que presupuestarias. Puede que echemos en falta, la
creatividad de un gran artesano como Ray Harryhausen o al cercano
sentimentalmente mágico, Jim Henson. Spielberg mediante, si recuerdas aquello
de Porltergeist…
Oleada de espectros con malas intenciones,
como el guardián de los tesoros de las catatumbas y roedores de lo desconocido.
Más elementos de brujería negra en forma de pinturas sacrílegas, en próximos
capítulos, un poco menos atractivos, pero bien presentados, a través de vórtices
en bosques y ejecuciones sangrientas. Son como alumnos lastrados por los
grandes retratos de Dorian, para Ben Barnes o Rupert Grint, que alternan con
míticos del walking dead de Andrew Lincoln o el jefe Crispin Glover. Ya que el
siguiente, capítulo intermedio a parte, es Fray Murray Abraham, o un asombroso
Peter Weller (papillas de Robocops), que quedan para el final lustroso…
Es decir que, con cada motivación inicial, Guillermo nos
recuerda igualmente a nuestro mítico Kiko Ibánez Serrador y sus gafas, rollito
rollizo, con su panteón de figuritas terroríficas, talladas de pesadillas
eternas, y cuentos asombrosos de irrealidad. Pero, la imaginación tiene
imperfecciones, que se demuestran en la talla. Como las poseen últimos filmes
entretenidos que visioné, Talk to Me, bien pero demasiado reiterativa en
efectismos y llamadas simplonas; No Tengas Miedo que, con otro matrimonio más
intenso, y menos gore al término del filme, sería más inquietante y ya dije lo
de los exorcismos papales u otras posesiones infernales… Finalizando con el
horror que es Insidious: The Red Door, xDio… que ni la dirección del prota Patrick Wilson,
de chispa para un cuerpo gélido de morgue. Es.. asín, que dirián los Pechos
Boys…
Creo que la mejor va a ser esta Boogeyman,
la penúltima entrega de la serie basada en una historia de Stephen King.
Debería hacer su gabinete.
Vinieron de fuera… adentro de…
Lo fetén para servidor, pues he observado
que hay muchas opiniones discrepantes, es despertamos en esa cama quirúrgica, con
estos dos ejemplares, rememorando a otros patrones pretéritos cercanos, JaneDoe´s,
Clarece o Creepy´s Mortuary de Ryan Spindell, por incisión a Halloweenes o
necesidad de alimento faústico. O cárnico…
A la vez, que están de moda los
viajes a mundos alternativos y añorando distintos tiempos, como recurso narrativo, se
incide en nuestra propia memoria de voyeurs. Y es que, realmente, el capítulo
III de transmisión de batería alienígena a cuerpo caliente, es escalofriante
con Mr. Fray Murray y su autopsia que impacta por lo directo en vena. Por lo
menos, en su personaje y antagonista exterior, aunque no se explique su misión
solitaria…recuerda a otras épocas donde la invasión se sentía cerca… ya fuera
como lagartos V, plantas descerebradas, o cosas pringosas que absorven. Y descurbiertas
al aire, por no cerrar ojos al dormirse.
La literatura fantástica, nos sirve
como nexo de unión con otros aspectos artísticos, que van hacia el diseño
gráfico, la pintura, la fotografía, la arquitectura, o la música. Todas las artes,
mirando hacia el allá. Este parece ser, el verdadero gabinete que le gusta a
Guillermo y sus figuritas del camafeo clavadas como puñales en nuestros ojos, directas
al mundo de nuestros sentidos y el cerebro. En cambio, las visitas de estos
seres más que fantasmagóricos, proveen una alegoría de ideas y el policonsumo
de estufacientes, en una conciencia que enlazaría con los Who a traves de la
música setentera de la psicodelia, sin embargo, la electrónica que nos trajo… acaba
con ese mundo. A otros viscerales.
Aquí, como dije, hallamos al rey que
es voz armónica y mecánica de Peter Weller, maestro de una ceremonia
orgiástica, sin meter nada, salvo por la nariz… y su científica que recuerda a
aquella Acid Queen de Tina Turner en Tommy, sin su voz, vaya pérdida... No calcula
el impacto de un desayuno desnudo, adictivo y alcohólico, al extremo de lo
sensorial con armónicos, hacia la casquería espacial, desparramada, que no
acabo de entender bien. Divagar entre culturas, raciales e inquietudes
culturales, formas bélicas con drogas blandas y duras, sin recalcar los
peligros del hoy, donde caen perdidos. Hay más indefinidas, al mal social,
incluso, que convierte zombies al instante. Avanzando hacia una desembocadura
infinita o estercolero mental… alienados en todos los sentidos y espacios.
Puede que desde aquellas primeras naves… o de los psicodélicos 70 tras Vietnam.
Como si no hubiera adicciones ya antes…
Quedan dos… Potes y pájaros.
Una adicción a la televisión y las
compras, una teletienda estúpida, sin romanticismos. El cuarto promulga una
crítica al consumismo y al tráfico de la imagen personal, con un punzón y
pompas, fúnebres. O, señalar quién nos determina, para quién servir o a quién
contratar, quién paga… siempre el paganini, igual la publicidad institucional,
que nos desborda. Entra por los ojos, como el sexo, contamina el deseo de
poseer, o los objetos inservibles de anuncios, cada vez más inteligentes. En
cadena, en red… Lógica para ego de estúpidos compradores, algunos compulsivos.
Evitar la tentación, puede hacernos
fracasar socialmente, al parecer… o sentirnos fuera de una sociedad que te mira
por encima del hombro. De los ojos, de la razón… del yo, por el nosotros. O
¡estás fuera de mercado! Incluso de la pareja, de amistad o del amor.
Nos hablan de comportamientos
machistas, pero yo aquí no veo ninguno, todo lo contrario, retrata una
exageración que muestra violencia doméstica… Con algunos críticos no me
entiendo. Lo mismo ocurre, con esta especie de lentitud visual que es
panorámica y nos deja pensando en, que Hitchcock era mucho más entretenido… of
course.
Esa pareja parece una sociedad de
ectoplasmas, que tiene poco que decirse o sentir en unión, y no sé,
estratégicamente, el porqué… si ya hemos superado toda la putrefacción y la
invasión de nuestras mentes, o cuerpos… ¿Hacia dónde nos dirigiremos, a una
alcantarilla social? La enfermedad, la avidez por lo dorado y el sentimiento de
rechazo con el otro, ni amante ya, es lo que nos puede llevar a los límites de
la locura… de lo desconocido. A una subasta social, entre la amargura y la
pérdida.
Lovecraft soñaba bien, mal, Allan Poe
lo sentía entre efluvios, lo pútrido del alma, Guillermo lo identificó perfecto
en sus inicios… pero, la realidad es que aquellos fallecieron casi en la
indigencia, al menos, mental, y el productor mexicano, no. Es un susurro de
otras época, que nadie comenta, moviéndonos como bandadas de desconocidos hacia
las ideologías. En este caso, El Gabinete, no unidos por la tecnología como
ventana oscura… Sino por los tiempos que vuelven, ¿o no?
Y de vuelta, de lo novedoso y
orbital, a la metamorfosis… y a la tumba que es el sitio de lo que termina mal.
Finales algo cautivos, como el final de la película Nefarius que, en una parte,
tiene razón, no en el cambio satánico… Nos estamos suicidando como especímenes
imperfectos y el mal existe en Nos… está sentado ahí, ante ti y para su
director… Cara a cara, reencuentro con un Sean Patrick Flanery que está bastante
severo y convicente en su expresión, que bien pudiera ser, la conclusión
inversa de aquellos The Boondock Saints.
Si bien… el traspaso final a la marginalidad, resulta incomprensible y estropea
lo bueno del desarrollo, un poco caprichoso por tanto, como aquel de Denzel W. en
Fallen.
Para qué, querría un supuesto mal apocalíptico,
sentirse así, pululando en la basura… A veces lo que bien empieza en una
subasta, mal acaba en simple curiosidad. Otro día hablo de la edad, Chau.
Daniel Lopatin - The Viewing Suite
A Guillermo le falta la voz rotuna del tío Alfred...
Y al finalizar, un poco de imaginación.