Un Tour sin bicicletas, no es un tour. Mira tú, muñeco.
Quién mucho pedalea, llegará a la meta cogorza.
Esto es lo que han debido pensar los productores de la compañía Henson, una vez demostrado con el anterior filme Los Muppets, que se podían reavivar el mundo de nuestros simpáticos amigos televisivos. Creados por el genio y movidos por la mano experta del recordado Jim Henson.
Sin embargo, las prisas no son buenas compañeras de escapada, y las rampas de esta montaña llamada "guion de película" son demasiado empinadas para los teleñecos (segundo alias por el que los conocimos en España). Tanto que han sufrido una buena pájara, o más bien deberíamos decir, cerda.
A veces el éxito requiere de otros pedaleos más sugerentes y calmos, ir contemplando el paisaje y respirar hondo. Un degustación estilo gourmet (borki, borki) y el tratamiento más elaborado de la información en un filme. Si consigues que este relax inunde la pantalla, todo irá rodado, asimilaremos las situaciones y empatizaremos con unos personajes (ya de por sí con la carga emocional y nostálgica del recuerdo en la infancia) en sus nuevas epopeyas cinematográficas.
Pero, para ello es necesario la estructuración de lo que estás contando, un contenido con un hilo argumental más preciso y no un revoltijo de episodios con más o menos gracia. No se puede rellenar un cielo de felpa con estrellas, sin una sincronía de luz y sonido.
Vale, tuvimos éxito y hay que aprovecharlo.
Pero, el argumento tiene que estar acorde con la fama y con los méritos del pasado, y en el caso de una comedia con gags se sugiere que un número suficiente de ellos sea acertado y con chispa. Aquí en El Tour de los Muppets todo parece inconexo y lastrado por la casualidad, a los encuentros fortuitos con los números musicales y los rostros. Figuras encorsetadas en sus maillots ajustados.
Cuando los chistes empiezan a ser demasiado predecibles por la reiteración, o inclusive inconexos, lo más probable es que el resultado final sea el batacazo.
Mucho más si esta carrera desesperada, como una novia a la fuga, está dirigida para un público variopinto, en su gran mayoría infantil. Los momentos en que los famosos aparecen no deberían atropellar a la acción, sólo por el gusto de un cameo más o menos acertado.
Porque ese había sido siempre el gran truco de los Muppets en la televisión, las apariciones estelares recalcaban un efecto de magia en la pantalla, que aquí en la nueva entrega ha desaparecido casi por completo. Podríamos estar siguiendo indefinidamente este Tour de los Muppets por medio mundo y no recalar en ningún destino concreto, se podría estar pedaleando toda la jornada para quedar empapados por el sudor frío, en el siguiente pronunciado descenso.
Este espectáculo podría durar 1 hora y 47 minutos como varios días, en cambio no hallaríamos casi resquicio para el apasionamiento debido al caótico acontecer de los elementos. Esto es, comedia y musical, acción o entretenimiento.
No todo está perdido en el futuro si se estudia y elabora una historia como la primera The Muppets, el producto no se fagocitará a sí mismo, los chistes brillarán como antaño, los vejetes entrañables volverán a lucir su ácido humor, y los demás Gonzo, Animal, Foxy tendrán un papel más relevante en las próximas entregas. Eso espero.
No se echará el lazo a la figura de turno, sin tener un buen enlace que te atrape en la escena. Así se elevará la excelencia de la relación entre hombres y muñecos, no se enamorará locamente de la primera rana que pase.
Tampoco quiero ser tan fulminante como una luna de miel en un apartado y frío gulag siberiano, existen algunas historias detectivescas que funcionan o malvados verdes con ocurrencias devastadoras, también el metraje puede estar plagado de presos peligrosamente incapacitados para el baile y el canto. Son aciertos de una escapada sin visos de prosperar.
En los tiempos que corren, dominados por la excesiva digitalización de los efectos y recursos de cámara, encontrarte con nuestros amigos de felpa es un placer, aunque se exija algo más de atención a sus lanudos corazones. Y los nuestros.
Ricky y Tina se echan a sus espaldas el espectáculo, cargados de buenas intenciones pero necesitados de un avituallamiento de buenos chistes, números roqueros casi desaparecidos por completo y más piel de trapo por contra de caricaturas más humanoides.
En esta celebración con aspiraciones multinacionales, tenemos a Richy Gervais y Tina Frey como maestros de ceremonias, pero sin carisma ni crecimiento de sus personajes. Elegidos otros con convidados de piedra a esta Gran Boda Cerda, como los animadores en la cuneta de una carrera ciclista. Aburrimiento.
Hacer mención al ganador del maillot amarillo al actor Ty Burrell (Black Hawk derribado, Amanecer de los muertos), recreando la imagen de un inspector (y su colega americano) con tintes de semejanza a los del Inspector Clouseau de la Sûreté francesa, personaje interpretado por el magnífico y añorado Peter Sellers en las películas de Blake Edwards. En la actualidad desdibujado por algunas producciones que le arrebataron ese espíritu sesentero y su ambientación parisina.
Otros rostros nos hacen sentir otros títeres más de la función en manos del avieso guionista que no otorga brillantez a sus apariciones, monótonas, descolgados del pelotón multicolor. Nos encontramos visitando los escenarios más teatrales de algunas capitales europeas, con un desarrollo precipitado y oportunista de los monumentos representativos. Como postales fijas.
Aquí nos encontramos con el pelotón de los rezagados con nombres como Ton Hiddleston (protagonista del último filme de Jarmusch Sólo los Amantes Sobreviven), Tom Hollander, Toby Jones, Frank Langella, Ray Liotta, James McAvoy, Christoph Waltz, Miranda Richardson, Saoirse Ronan, Chloë Grace Moretz, Til Schiweiger, Danny Trejo, Stanley Tucci, Salma Hayek, Sean Combs, Zach Galifianakis, Lady Gaga o Celine Dion.
Casi todos ellos testimoniales, cuánto talento desaprovechado.
Pues eso, que me ha decepcionado el segundo reencuentro con mis guiñoles preferidos de la tele, aquellas mascotas adoptadas por las diferentes generaciones de críos que crecieron con ellos. El recuerdo de un genio desaparecido y añorado Jim Henson y sus películas, que echamos de menos. Él hubiera dado mayor protagonismo a sus estrellas de trapo, no apariciones esporádicas y sin apenas relevancia en el guion (a excepción de Kermit y Peggy, y el malvado número uno del mundo), y unos gags algo más a´Tina´dos.
Deseamos que se recuperen y ofrezcan divertidos próximos encuentros (en el cine, teatros o televisión), que no pierdan las buenas costumbres de la risa o sus baquetas de rock. Que se mantenga la tradición con ilusiones de medio cuerpo y brillo de estrellas recordadas por su música o baile en otros tiempos. Viajes al corazón de la cultura, no sosas carreras forzadas al fácil entretenimiento. Sketch de famosos con argumento.
Cameos a flor de piel... de trapo.
** Floja **
Muppets Most Wanted OST - 02. I'm Number 1