Están de moda los regímenes
autoritarios… ¿Amigos, quién lo iba a pensar en esta época… a un lado y otro de
la frontera? Después de esto y lo otro, de lo de más allá… Y da igual, con qué
color lo mires… Bueno, no… Depende de si perteneces a uno de los grupos
dominantes. Entonces, ¡parecerá lo fetén!
Mira vos, estoy hasta los hue… como
diría Lemmy Kilmister \,,,/ “La vida es broma sin chiste final”, ¡fuck off! Y
eso que un tal Isaac Asimov, qué algo vio de conflagraciones pretéritas… apuntó
al futuro de la humanidad… se lanzó a la política sideral… entre imperios y
demás… pero sin demasiado humor. Y oye, que sí, que los egipcios, chinos, o
aztecas, también fueron imperios… y se pasaban los humores de otras tribus, a cuchillo ¡Ah, pero qué no, no eran fascistas…!
Pues vale…
Entonces el escritor - antes de
nacionalidad únicamente rusa -, revivió esos conflictos típicos y mundiales, orbitó
alrededor de las fluctuaciones de la historia de seres, casi humanos; y esas huellas
malditas, hasta dos o tres quizás en el barro, marcadas por retratos de sus
personajes, con sus pretensiones… y traiciones.
Sus planetas funcionaban con mega
ciudades en su interior, elevadas a la enésima potencia, a cerca de sus posibles
hundimientos, bailaron; trasladando la fe a sus pies, las que surgieron o
surgirían, entre división de cabezas con ideas y fenotipos de ciudadanos.
Poblaciones gigantescas con necesidades económicas y energéticas – qué es
parecido -, creando poderes clonados, familiares o escondidos, ocultos en la mentira que rula… siempre
por las esquinas de la galaxia.
Con las alforjas de El Mulo, y la IA,
en perspectiva.
Entonces… ¿de dónde sacó esas ideas…
geniales? Definitivamente no, de la antigua unión soviética. Pues contaba tan
solo con tres añitos cuando sus padres emigraron a USA, hacia prolífica y
cimentada entrada en el Brooklyn de Nueva York. Humildad silente donde
al poco tiempo… se abre una modesta tienda de chuches por el barrio, con venta
de revistas y periódico, donde se cimienta su poderío intelectual en la lectura.
El joven Isaac devoraría aquellos
textos, desviándose, ante el calentón de su padre, hacia temas de tecnología y
ciencia ficción, que eran su pasión. Además el chavalín, que entonces no
portaba patillas, de tahúr pistolero del oeste, comenzó a destacar en los
estudios y a publicar relatos avanzados sobre ciencia. Cosa que mantendrían en
parte a su familia y le otorgaría con inteligencia y esfuerzo, un doctorado en
bioquímica. Así que, se podría decir… que era un máquina, ejem…
Y entonces estalló todo en los
inicios de los cuarenta, cuando el visionario escritor escuchó la guerra en
blanco y negro, cuando contaba con sus veinte, y tenía arrestos para enfrentar a
la otra… inteligencia. La de los objetos mecánicos… Y aunque, no prevalece aquí
el hablar de robots, no por el momento… nos dejó esas leyes fundamentales para
la inteligencia artificial, es decir, la creada por humanos, colgada de nuestro
básico ordenador, urgida por el pantallazo… Hasta expandirnos en tres monolitos
temáticos por el universo, simplificados en el inmenso poderío estelar de las
palabras, que significan ramales infinitos, como las yemas terminales en los
dedos de sus hijos con sus historias…
Hari Sheldon, la “robota” y el Mulo…
triángulo estelar, cada uno de su padre o madre. Que no, de su imperio ideado,
fundamentado en los Cleón, de nueva generación. Y descrito estilizado en genes,
tal que Despunte, el quemado, el Día, mazado, enamorado y drogado, y el Ocaso, del
que no diremos más... qué eso. Es Fundación, una aventura de clases, desde el tipo
de vida orgánica, hasta la obsolescencia de la máquina, de la acción de una
galaxia troceada, a la magnificencia de un imperio… y del fracaso.
Y eso lo hemos visto después. Por
tanto, Ozi-mov es un visionario, quizá algo pesimista, un casi Ozymandias
superdotado y poderoso, con sus sombras… que engendraría próximos hijos a la
Fundación, con esta serie en general, que le hace justicia. A esperar nuevas
eras…
Empiezo por el principio… o propago
el fin…
Voy a empezar, por un eco que no,
siempre, funciona bien… Aunque, tiene el valor de valentía… Y es, confiar el
seguimiento de una historia y su configuración vistosa en pantalla, hacia
profesionales que no poseen todavía, una experiencia determinante para su
resultado final… y eso se acaba notando… Andor yo caliente, y ríase la gente…
Del cine. Aunque el poso tampoco es
garantía de éxito, se decía, ya que lo hemos podido comprobar en diferentes
ocasiones. Así, se podría decir que, lo que transcurre en más de una obra, es
una mínima cantidad de aportaciones imaginativas al guión.
Andor es tediosa en principio, si
bien, camina a su máximo exponente de intencionalidad victorhuguista en ese
capítulo 8, quizás demasiado tarde… y lamentablemente existe poco remedio, ya
que culmina la serie en lenta rebeldía hacia lo conocido. La Vida y La Muerte,
en estrella. Ha sido mucho, lo que padecer o esperar… hasta aquí.
El tema político y social de Star
Wars, traslada el scifi más moderno, que nos introdujera Don Asimov, como el
nacimiento de un guijarro en el cielo, a través de huesos, y su propagación
hacia otros mundos de la Láctea en propulsión inagotable… y su forma mental en
la cúspide del humanismo psico-historicopolítico, pero no sexualizado. Hoy sí…
Si bien, no tanto, como lo dramático del nuevo estilo Disney.
Aburre ya… el tema, no. Y nos
devanamos los sesos con esas fases de un Imperio Galáctico, que no comenzó hacia
mucho, mucho tiempo, sino en 1950, con princesas heroínas. El ascenso, entre el
lugar de nacimiento de Andor y el walker de Tatooine, era variado y racial, sin
pretensiones ideológicas, que describe el sistema social y la fuerza oscura, de
manera costumbrista y vitalista. Los poderes al estilo del político romano, con
sus traumas y júbilos, pasando por lo de las guerras clones, los senadores y
todo el lío con el poder mental… y traiciones por todos lados.
Hasta el declive, cuando el Mulo - de
Darth Vader -, se tiró hacia el abismo, o más allá, sin manos, para ser cuasi
mecanizado a lo Frankenstein… Y del Toro no está aún allí, al lado del
monstruo, como Mary Shelley… lo visualizó eléctricamente… Casi como un primer
engendro mecánico... Así que, los monstruos del Séptimo Arte y la literatura, son
inmortales, emergen chisporroteantes, entre el Ciclo de los Robots, con su
incomprensión intelectual, y pululan entre vaqueros espaciales, rebeldes y
paladines samuráis. No se sabe sin poseerán un alma en las sombras… según
Asimov.
De la que surgiría tanta la obscuridad,
como, de sus citas emergieron, amistades o admiración. Se ensimismaron entre
ambos, dos almas de su generación, aquel
con pies en el barro y el fuego, entre la fantasía medieval y los dedos
metálicos de su obra magna… surgida del real belicismo, Don J.R.R. Tolkien. Maquinó
artilugios, seres, magia en mundos subterráneos o dorados, y lenguas. Y entre
la superchería, las guerras…. En fin, de
la creación de piedras poderosas y metal incandescente, lo ennegrecido,
ceniciento… que luego saltaría como mal a la mente, a los teletransportes de
Star Trek, a los sables luminosos de Star Wars, y lo demás vulcanizado en
Anillos… la destrucción y la vida.
Y en el cosmos de Asimov, excepto
bichos que estaban por llegar… esparció todo lo primerizo, siempre, con permiso
de otros, como Julio Verne o H.G. Wells.
A nuestro particular parecer, la
segunda temporada de Andor, empieza a inventar, pistolas extrañamente láser,
personajes inservibles, desde esa idea de John Knoll, que empezara siendo
supervisor de efectos especiales en la saga de la luminaria, y la sombra, hasta
Rogue One. Como padre e hijo, ya trabajó de la mano de George Lucas en Willow.
Pero… un tan largo caminar, no hace camino al andar, sino laberinto.
Y a veces, con una salida tan
angosta… ¡qué no se ve el final! Vale, hay personas a las que les mola todo lo
de Star Wars, y el capítulo del estallido rebelde, marca la diferencia con el
resto. Además la calidad visual y demás, es indestructible como una vena
cargada de midiclorianos de fiesta… Mientras, por el camino republicano, otros
se aburren como, ostras, en una partida de ajedrez tridimensional, sin sal ni
nada, aplastada por el peso de su gravedad… Cuando la leve gravedad de ser, es
lo que importa, el romanticismo y las amistades, quedan un poco, desmontadas…
en un campo de simiente.
Entre rebeldes y fachas, se
estableció el comercio de especias, armas apocalípticas en construcción y
sectas de féminas, más otras sustancias, que manejaría Frank Herbert en su
Dune. Y madres de varios tipos, enérgicas, amorosas, poderosas, chismosas… hasta
descabalgar el método heurístico de Tony Gilroy en la acción, en cambio, con
poca gracia, pues no es su especialidad precisamente. De hecho, el Cassian no
emite mueca, ni chiste. Nada que ver con Luke o Han, of course.
Y es que, en ocasiones, 12 episodios,
se hacen… molto longos. Y describen una elipsis hacia el fin, Disney Wars
incluido, colorines de generaciones, descoloridos, bailes electrónicos –
alejados de fanfarrias orquestales y ocarinas de jazz – y episodios perdidos de
terror. Al menos, se mantiene el efecto de saga, gracias a los esfuerzos de su
héroe masculino, interpretado por Diego Luna con esa pelea entre dos estilos,
uniformados. El romántico y el cruel… Ellos mantienen, aquel recuerdo del
primer viaje de George Lucas, y el decoro de los aventureros clásicos. ¡Oh, sí!
¿O no?
Uno, Dos… y Tres.
Algunos juegan a esto con sus
pequeñuelos… y hala… a volar al espacio, como si fueran la reencarnación del
Padre, el Hijo, y la espíritu Santa, o esa androide. Que, será la reina de la
fiesta, entre aquellos y el Imperio… porque los saltos, son un juego.
Más otros alicientes, que han hecho
de la saga Fundación de Isaac Asimov en la televisión, algo especial, con una
calidad de diseño, magnífica, interpretaciones precisas, e ideas que han ido
acumulando novedades, hasta esta tercera temporada certera. Incrementado la
posibilidad de una PsicoHistoria para mantener en el recuerdo… Y si existiera otra
línea temporal… ¿Para cuánto tiempo? Quilo sá…
En estos tiempos que corremos, podría
ser un advenimiento de un nuevo líder, o
la defunción explosiva de una megaestrella… Pero, ahí quedará para siempre su
brillo. Al menos, por un periodo de… no sé… cientos de años mulares… La ciencia
ficción posee estos detalles, caras, que permanecen o se desvanecen, en la
inmensidad, como lágrimas y no sé qué… No vamos a plagiar, ¿no? ¡Qué para eso
ya están otros… pescando!
A Don Asimov, no se lo hicieron
intencionadamente, creo. Sino que su teoría, significó el motor de todo, como
la Guerra de los Mundos o 2001, serían enseñanza en sus tiempos, y escritos que
formularon claves, observando, del pasado hasta no sé sabe cuándo… de un
posible futuro asimovariano o sheldoriano.
Los Robots, como la María de
Metropolis, indicaban la capacidad dictada por el maestro, en el ambiente
humano social, ¿y laboral…? Balbuceos, miradas de incertidumbre, sentimientos
que se empiezan a notar en todas partes… Tal vez, demasiado, ¿quizás? Y sí, nos
estuvieran llevando al gran paradigma, de la capacidad intelectual… y el poder…
esto es, a una encrucijada con el monstruo.
Entre tanto, el wokismo es el real…
la pelea genérica de la confrontación futura, la discrepancia del tono, la
intrascendencia del ser… hacia la uniformidad de la pobreza, y el caos en redes.
Y la futilidad, del pensamiento crítico. Es lo que trae la radicalización,
siempre…
Mientras nos quedamos sin trabajo,
sin funciones, sin liderazgo, sin humor… como los alienígenas de Invasiones u
otras tomas de Tierra… Hari, la “droidea rubia, tal que Afrodita A”, ya no… y
el cruel telepático, de retinas invernales y coces de Mulo, os retan al juego.
Al juego de los clonados… y su corona. A
ella, nuestra inteligencia artificial, que no engaña… Es, lo que fue, y lo que
será, lo programado, al uno, al dos y el tres, repetido, de rebeldía a la
uniformidad, for ever.
Ah, y algo en último término… ¿qué
les ocurre a algunas series, últimamente… que se van al traste, durante el
último episodio de la temporada en ciernes? Perdido, en el cielo de los
millones de cielos… que te deja un poco planchado, por lo esperado. Deseando un
empujón más fuerte y tensionado, que te mandara al otro lado de la galaxia,
acabas desilusionado. Vamos, que no acaba
de reventar…
Y esa estrella supermasiva que
marcaba los tiempos, a la espera de ser supernova brillante, para dejarte con la
boca abierta, de par en par, humano mortal, a millones de años luz de distancia,
de lo sugerido o prometido. Nada, en fin, agujero negruzco. Y acá estamos, con
el wokismo subido, ¿o no?
Los trípticos no aguantan ya la
superchería, la cosificación y el libertinaje, pues la psicología de Isaac
Asimov, con grandes saltos temporales, ha ido acrecentando la imaginación
post-histórica y política… sin parangón, aunque las series muten sexos y piel. Hoy,
triunfan heroínas, o malvadas, frente al mal carácter o prácticas indecentes de
los machos, y entes sin caché en el argumento. Esto en Fundación, es bastante menos
pronunciado que en Andor, y se agradece. Basta ya, de atrincherarse en la división
mental, por favor.
David S. Goyer (Blade, El Caballero
Oscuro) y Josh Friedman, para AppleTV+, y Toni Gilroy, se basaron en lo
belicosamente oscuro, para crearlas. Es lo que hay, y habrá en pretéritos…
entre rezos, misilazos, guerreros, ultras variados/as, dictadorzuelos, de tres
al cuarto, kilos de metal precioso, negocios ocultos… cuando un fotón de
energía, tarda en llegar una eternidad…
Mientras tú, ahí, estás aparcado,
viendo disparos desde un sillón… ¿Facha, rebelde… y qué? Qué no sabes de lo que
te hablo… qué mas da, tienes todo un espacio entero, para investigar y meditar…
No cabe duda… las cucarachas
eléctricas, serán las únicas supervivientes, soñadas por las inteligencias de
insectos artificiales… ¡O
no… hombre!


