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domingo, 16 de noviembre de 2025

Foundation. Season III. Andor. Season II.

 


Están de moda los regímenes autoritarios… ¿Amigos, quién lo iba a pensar en esta época… a un lado y otro de la frontera? Después de esto y lo otro, de lo de más allá… Y da igual, con qué color lo mires… Bueno, no… Depende de si perteneces a uno de los grupos dominantes. Entonces, ¡parecerá lo fetén!

Mira vos, estoy hasta los hue… como diría Lemmy Kilmister \,,,/ “La vida es broma sin chiste final”, ¡fuck off! Y eso que un tal Isaac Asimov, qué algo vio de conflagraciones pretéritas… apuntó al futuro de la humanidad… se lanzó a la política sideral… entre imperios y demás… pero sin demasiado humor. Y oye, que sí, que los egipcios, chinos, o aztecas, también fueron imperios… y se pasaban los humores de otras tribus, a  cuchillo ¡Ah, pero qué no, no eran fascistas…! Pues vale…

Entonces el escritor - antes de nacionalidad únicamente rusa -, revivió esos conflictos típicos y mundiales, orbitó alrededor de las fluctuaciones de la historia de seres, casi humanos; y esas huellas malditas, hasta dos o tres quizás en el barro, marcadas por retratos de sus personajes, con sus pretensiones… y traiciones.

Sus planetas funcionaban con mega ciudades en su interior, elevadas a la enésima potencia, a cerca de sus posibles hundimientos, bailaron; trasladando la fe a sus pies, las que surgieron o surgirían, entre división de cabezas con ideas y fenotipos de ciudadanos. Poblaciones gigantescas con necesidades económicas y energéticas – qué es parecido -, creando poderes clonados, familiares o  escondidos, ocultos en la mentira que rula… siempre por las esquinas de la galaxia.

Con las alforjas de El Mulo, y la IA, en perspectiva.

Entonces… ¿de dónde sacó esas ideas… geniales? Definitivamente no, de la antigua unión soviética. Pues contaba tan solo con tres añitos cuando sus padres emigraron a USA, hacia prolífica y cimentada entrada en el   Brooklyn de Nueva York. Humildad silente donde al poco tiempo… se abre una modesta tienda de chuches por el barrio, con venta de revistas y periódico, donde se cimienta su poderío intelectual en la lectura.

El joven Isaac devoraría aquellos textos, desviándose, ante el calentón de su padre, hacia temas de tecnología y ciencia ficción, que eran su pasión. Además el chavalín, que entonces no portaba patillas, de tahúr pistolero del oeste, comenzó a destacar en los estudios y a publicar relatos avanzados sobre ciencia. Cosa que mantendrían en parte a su familia y le otorgaría con inteligencia y esfuerzo, un doctorado en bioquímica. Así que, se podría decir… que era un máquina, ejem…

Y entonces estalló todo en los inicios de los cuarenta, cuando el visionario escritor escuchó la guerra en blanco y negro, cuando contaba con sus veinte, y tenía arrestos para enfrentar a la otra… inteligencia. La de los objetos mecánicos… Y aunque, no prevalece aquí el hablar de robots, no por el momento… nos dejó esas leyes fundamentales para la inteligencia artificial, es decir, la creada por humanos, colgada de nuestro básico ordenador, urgida por el pantallazo… Hasta expandirnos en tres monolitos temáticos por el universo, simplificados en el inmenso poderío estelar de las palabras, que significan ramales infinitos, como las yemas terminales en los dedos de sus hijos con sus historias…

Hari Sheldon, la “robota” y el Mulo… triángulo estelar, cada uno de su padre o madre. Que no, de su imperio ideado, fundamentado en los Cleón, de nueva generación. Y descrito estilizado en genes, tal que Despunte, el quemado, el Día, mazado, enamorado y drogado, y el Ocaso, del que no diremos más... qué eso. Es Fundación, una aventura de clases, desde el tipo de vida orgánica, hasta la obsolescencia de la máquina, de la acción de una galaxia troceada, a la magnificencia de un imperio… y del fracaso.

Y eso lo hemos visto después. Por tanto, Ozi-mov es un visionario, quizá algo pesimista, un casi Ozymandias superdotado y poderoso, con sus sombras… que engendraría próximos hijos a la Fundación, con esta serie en general, que le hace justicia. A esperar nuevas eras…

Empiezo por el principio… o propago el fin…

Voy a empezar, por un eco que no, siempre, funciona bien… Aunque, tiene el valor de valentía… Y es, confiar el seguimiento de una historia y su configuración vistosa en pantalla, hacia profesionales que no poseen todavía, una experiencia determinante para su resultado final… y eso se acaba notando… Andor yo caliente, y ríase la gente… Del cine. Aunque el  poso tampoco es garantía de éxito, se decía, ya que lo hemos podido comprobar en diferentes ocasiones. Así, se podría decir que, lo que transcurre en más de una obra, es una mínima cantidad de aportaciones imaginativas al guión.

Andor es tediosa en principio, si bien, camina a su máximo exponente de intencionalidad victorhuguista en ese capítulo 8, quizás demasiado tarde… y lamentablemente existe poco remedio, ya que culmina la serie en lenta rebeldía hacia lo conocido. La Vida y La Muerte, en estrella. Ha sido mucho, lo que padecer o esperar… hasta aquí.

El tema político y social de Star Wars, traslada el scifi más moderno, que nos introdujera Don Asimov, como el nacimiento de un guijarro en el cielo, a través de huesos, y su propagación hacia otros mundos de la Láctea en propulsión inagotable… y su forma mental en la cúspide del humanismo psico-historicopolítico, pero no sexualizado. Hoy sí… Si bien, no tanto, como lo dramático del nuevo estilo Disney.

Aburre ya… el tema, no. Y nos devanamos los sesos con esas fases de un Imperio Galáctico, que no comenzó hacia mucho, mucho tiempo, sino en 1950, con princesas heroínas. El ascenso, entre el lugar de nacimiento de Andor y el walker de Tatooine, era variado y racial, sin pretensiones ideológicas, que describe el sistema social y la fuerza oscura, de manera costumbrista y vitalista. Los poderes al estilo del político romano, con sus traumas y júbilos, pasando por lo de las guerras clones, los senadores y todo el lío con el poder mental… y traiciones por todos lados.

Hasta el declive, cuando el Mulo - de Darth Vader -, se tiró hacia el abismo, o más allá, sin manos, para ser cuasi mecanizado a lo Frankenstein… Y del Toro no está aún allí, al lado del monstruo, como Mary Shelley… lo visualizó eléctricamente… Casi como un primer engendro mecánico... Así que, los monstruos del Séptimo Arte y la literatura, son inmortales, emergen chisporroteantes, entre el Ciclo de los Robots, con su incomprensión intelectual, y pululan entre vaqueros espaciales, rebeldes y paladines samuráis. No se sabe sin poseerán un alma en las sombras… según Asimov.

De la que surgiría tanta la obscuridad, como, de sus citas emergieron, amistades o admiración. Se ensimismaron entre ambos,  dos almas de su generación, aquel con pies en el barro y el fuego, entre la fantasía medieval y los dedos metálicos de su obra magna… surgida del real belicismo, Don J.R.R. Tolkien. Maquinó artilugios, seres, magia en mundos subterráneos o dorados, y lenguas. Y entre la superchería, las  guerras…. En fin, de la creación de piedras poderosas y metal incandescente, lo ennegrecido, ceniciento… que luego saltaría como mal a la mente, a los teletransportes de Star Trek, a los sables luminosos de Star Wars, y lo demás vulcanizado en Anillos… la destrucción y la vida.

Y en el cosmos de Asimov, excepto bichos que estaban por llegar… esparció todo lo primerizo, siempre, con permiso de otros, como Julio Verne o H.G. Wells.

A nuestro particular parecer, la segunda temporada de Andor, empieza a inventar, pistolas extrañamente láser, personajes inservibles, desde esa idea de John Knoll, que empezara siendo supervisor de efectos especiales en la saga de la luminaria, y la sombra, hasta Rogue One. Como padre e hijo, ya trabajó de la mano de George Lucas en Willow. Pero… un tan largo caminar, no hace camino al andar, sino laberinto.

Y a veces, con una salida tan angosta… ¡qué no se ve el final! Vale, hay personas a las que les mola todo lo de Star Wars, y el capítulo del estallido rebelde, marca la diferencia con el resto. Además la calidad visual y demás, es indestructible como una vena cargada de midiclorianos de fiesta… Mientras, por el camino republicano, otros se aburren como, ostras, en una partida de ajedrez tridimensional, sin sal ni nada, aplastada por el peso de su gravedad… Cuando la leve gravedad de ser, es lo que importa, el romanticismo y las amistades, quedan un poco, desmontadas… en un campo de simiente.

Entre rebeldes y fachas, se estableció el comercio de especias, armas apocalípticas en construcción y sectas de féminas, más otras sustancias, que manejaría Frank Herbert en su Dune. Y madres de varios tipos, enérgicas, amorosas, poderosas, chismosas… hasta descabalgar el método heurístico de Tony Gilroy en la acción, en cambio, con poca gracia, pues no es su especialidad precisamente. De hecho, el Cassian no emite mueca, ni chiste. Nada que ver con Luke o Han, of course.

Y es que, en ocasiones, 12 episodios, se hacen… molto longos. Y describen una elipsis hacia el fin, Disney Wars incluido, colorines de generaciones, descoloridos, bailes electrónicos – alejados de fanfarrias orquestales y ocarinas de jazz – y episodios perdidos de terror. Al menos, se mantiene el efecto de saga, gracias a los esfuerzos de su héroe masculino, interpretado por Diego Luna con esa pelea entre dos estilos, uniformados. El romántico y el cruel… Ellos mantienen, aquel recuerdo del primer viaje de George Lucas, y el decoro de los aventureros clásicos. ¡Oh, sí! ¿O no?

Uno, Dos… y Tres.

Algunos juegan a esto con sus pequeñuelos… y hala… a volar al espacio, como si fueran la reencarnación del Padre, el Hijo, y la espíritu Santa, o esa androide. Que, será la reina de la fiesta, entre aquellos y el Imperio… porque los saltos, son un juego.

Más otros alicientes, que han hecho de la saga Fundación de Isaac Asimov en la televisión, algo especial, con una calidad de diseño, magnífica, interpretaciones precisas, e ideas que han ido acumulando novedades, hasta esta tercera temporada certera. Incrementado la posibilidad de una PsicoHistoria para mantener en el recuerdo… Y si existiera otra línea temporal… ¿Para cuánto tiempo? Quilo sá…

En estos tiempos que corremos, podría ser un advenimiento de un nuevo  líder, o la defunción explosiva de una megaestrella… Pero, ahí quedará para siempre su brillo. Al menos, por un periodo de… no sé… cientos de años mulares… La ciencia ficción posee estos detalles, caras, que permanecen o se desvanecen, en la inmensidad, como lágrimas y no sé qué… No vamos a plagiar, ¿no? ¡Qué para eso ya están otros… pescando!

A Don Asimov, no se lo hicieron intencionadamente, creo. Sino que su teoría, significó el motor de todo, como la Guerra de los Mundos o 2001, serían enseñanza en sus tiempos, y escritos que formularon claves, observando, del pasado hasta no sé sabe cuándo… de un posible futuro asimovariano o sheldoriano.

Los Robots, como la María de Metropolis, indicaban la capacidad dictada por el maestro, en el ambiente humano social, ¿y laboral…? Balbuceos, miradas de incertidumbre, sentimientos que se empiezan a notar en todas partes… Tal vez, demasiado, ¿quizás? Y sí, nos estuvieran llevando al gran paradigma, de la capacidad intelectual… y el poder… esto es, a una encrucijada con el monstruo.

Entre tanto, el wokismo es el real… la pelea genérica de la confrontación futura, la discrepancia del tono, la intrascendencia del ser… hacia la uniformidad de la pobreza, y el caos en redes. Y la futilidad, del pensamiento crítico. Es lo que trae la radicalización, siempre…

Mientras nos quedamos sin trabajo, sin funciones, sin liderazgo, sin humor… como los alienígenas de Invasiones u otras tomas de Tierra… Hari, la “droidea rubia, tal que Afrodita A”, ya no… y el cruel telepático, de retinas invernales y coces de Mulo, os retan al juego. Al juego de los clonados… y su corona.  A ella, nuestra inteligencia artificial, que no engaña… Es, lo que fue, y lo que será, lo programado, al uno, al dos y el tres, repetido, de rebeldía a la uniformidad, for ever.

Ah, y algo en último término… ¿qué les ocurre a algunas series, últimamente… que se van al traste, durante el último episodio de la temporada en ciernes? Perdido, en el cielo de los millones de cielos… que te deja un poco planchado, por lo esperado. Deseando un empujón más fuerte y tensionado, que te mandara al otro lado de la galaxia, acabas desilusionado.  Vamos, que no acaba de reventar…

Y esa estrella supermasiva que marcaba los tiempos, a la espera de ser supernova brillante, para dejarte con la boca abierta, de par en par, humano mortal, a millones de años luz de distancia, de lo sugerido o prometido. Nada, en fin, agujero negruzco. Y acá estamos, con el wokismo subido, ¿o no?

Los trípticos no aguantan ya la superchería, la cosificación y el libertinaje, pues la psicología de Isaac Asimov, con grandes saltos temporales, ha ido acrecentando la imaginación post-histórica y política… sin parangón, aunque las series muten sexos y piel. Hoy, triunfan heroínas, o malvadas, frente al mal carácter o prácticas indecentes de los machos, y entes sin caché en el argumento. Esto en Fundación, es bastante menos pronunciado que en Andor, y se agradece. Basta ya, de atrincherarse en la división mental, por favor.

David S. Goyer (Blade, El Caballero Oscuro) y Josh Friedman, para AppleTV+, y Toni Gilroy, se basaron en lo belicosamente oscuro, para crearlas. Es lo que hay, y habrá en pretéritos… entre rezos, misilazos, guerreros, ultras variados/as, dictadorzuelos, de tres al cuarto, kilos de metal precioso, negocios ocultos… cuando un fotón de energía, tarda en llegar una eternidad…

Mientras tú, ahí, estás aparcado, viendo disparos desde un sillón… ¿Facha, rebelde… y qué? Qué no sabes de lo que te hablo… qué mas da, tienes todo un espacio entero, para investigar y meditar…

No cabe duda… las cucarachas eléctricas, serán las únicas supervivientes, soñadas por las inteligencias de insectos artificiales… ¡O no… hombre!

 


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