La mujer del viajante de Teherán.
En la última película del director Asghar Farhadi, titulada El Viajante, todo comienza a raíz de una grieta. Una peligrosa fisura, tanto en los muros privados como en la realidad social del día a día, que tenderá a hacerse mayor en el futuro. Cuando un desahucio forzado, debido quizá a la mala inversión, los efectos bélicos o la construcción defectuosa por falta de infraestructura, produce un cambio de domicilio y un desafortunado incidente, que les perseguirá en adelante.
La similitud fracturada, se ve en su pareja protagonista, sobre una sociedad en que las mujeres tratan de salir adelante, a pesar de la discriminación o los métodos educativos de tendencia machista.
Mientras otra fractura en la fachada hoy, (con permiso de la naturaleza) nos recuerda el drama del pueblo mexicano, cuando vivir bajo una falla terrestre, se convierte en una especie de espada de Damocles permanente. La incidencia destructora del último movimiento sísmico, pudiera tener una repercusión fatídica al otro lado del mapa, debido a un loco de las bombas. Un fantasma que flota a través de la catástrofe en una escuela, los escombros, el silencio de los equipos de rescate y la conmoción de la población por las cuantiosas pérdidas humanas.
Se expande la tragedia de las familias... pero sin permiso, es decir, en sentido más humano, se podría decir que aquellos individuos que envuelven su locura detrás de las pruebas atómicas y sus "bonitas" explosiones, deberían recapacitar por la seguridad de todos.
No soy científico y no sé si aquel estallido provocado por el hombre, con tal magnitud y quiebras en la corteza terrestre, tendrá una causa directa o mayor efecto en los movimientos de las placas tectónicas bajo nuestros pies. Y por tanto, un dramático índice de los consecuentes terremotos que padeceremos en el futuro. Ya que, por mínima incidencia que esta brutalidad sin sentido, tuviera a miles de kilómetros cruzando el océano sobre tierra firme... ¿qué culpa tendrían los niños mexicanos, de tu desmesura o colosal locura? Por supuesto, la respuesta es ninguna. Descansen los inocentes en paz y fuerza a los equipos médicos y de salvamento, fuerza a México de corazón.
Por otro lado, dejando viejas teorías del pasado en otras latitudes, podemos recalcar que Mr. Asghar, ha proporcionado grandes momentos al arte cinematográfico, revistiéndose de realismo costumbrista y un estilo propio de suspense basado en los diálogos. Su visión sirve de espejo entre sociedades con distintas culturas, como se puede atisbar a través de sus anteriores trabajos (algunos anteriores no visualizados por quién escribe), para observar por la mirilla, las relaciones privadas entre géneros y las causas de su evolución. Desde su primer gran éxito internacional A Propósito de Elly, prosiguiendo con esa premiada maravilla titulada Nader y Simin, Una Separación, hasta la penúltima co-producción titulada El Pasado, entre Francia, Bélgica e Italia. Que libremente, ahora vuelve a repetir con la ayuda del francés Canal Arte, demostrando que el creador iraní, confiere a sus historias ese lado sensible o femenino, de reflexión. La lucha silenciosa a través de esas mujeres fuertes de sus películas y un universo particularmente dirigido, contra determinadas posturas sexistas de los hombres.
Asghar Farhadi comenta: "Las mujeres tienen una sensibilidad más proclive al cambio" ... dejando el tema político o religioso a un lado, sobre todo, diríamos que... si el silencio, no les impide avanzar sobre estos ambientes comunes, poco proclives a ese cambio. El Viajante es uno de esos frenos fatídicos, en principio...
Por consiguiente, el cine de calidad, es una realidad en Farhadi y la estructura actual de su país natal. Pues, tiene uno de sus máximos exponentes en la visión social de este arriesgado artista, donde establece las pautas de comportamientos que no vemos, habitualmente, en la profundidad de la cultura musulmana y los rincones de sus grandes ciudades. Como la místeriosa Teherán, otra protagonista urbanita de esta última película, recordando que la historia del cine iraní comienza en la década de 1900, a partir del conocimiento del nuevo instrumento en la Exposición Universal de París.
Teherán con sus edificios de barrio, sus institutos y centros dramáticos, ofreciendo versiones diferentes de todos sus habitantes, vecinos o familias, y esa pareja protagonista.
La misma ciudad que propicia su educación inicial, porque otro de sus rasgos diferenciales o conocimientos esenciales, proviene de aquellos estudios teatrales del director iraní. Profundizando en algunas cuestiones que se dirimen entre culturas contrapuestas sobre la superficie religiosa, así como el reflejo de la convivencia vecinal, la entidad educativa o los resortes de la comunicación privada, entre sexos. No tanto, diferencial entre relaciones personales o familiares, muy semejantes emocionalmente a las nuestras occidentales, sino las ambientales. O proclives al cambio, sobre una sociedad inquieta que mantiene aspiraciones o inquietudes artísticas. Ciudadanos con el deseo determinante y necesario, de lograr un salto a la modernidad, como lograría el director con su inquietud fílmica y su Máster en Dirección por la Universidad de Teherán.
Hasta lograr la repercusión artística, para solventar las serias dificultades, técnicas y presupuestarias en sus países, desde la literatura al teatro o el cine, por lo que resalta la colaboración internacional que consigue estos prodigios en la actualidad. Como que Mr. Farhadi, pueda compartir sus grandes trabajos, entre los centros de producción propia en su tierra natal y las empresas de otras cinematografías europeas o mundiales.
De otra forma no sería posible, sin duda, la involucración en los hechos dramáticos que se cuentan o se suceden a partir de esa fractura dimensional. Los problemas de la pareja y los comentarios en la familia o vecinos, se reproducen alrededor de un lugar determinado, semejante de un punto del planeta a otro, en la privacidad. Aunque, motivado por un proceso truculento en diferentes circunstancias sociales y vitales. Los casos idénticos, no tendrán el mismo alcance o repercusión socio-cultural, no lograrán la dimensión mediática provocada en otras sociedades con variables culturales, religiosas o genéticas.
Esta característica de la globalización, la podemos comprobar a diario en internet o los medios de comunicación, al igual que en las historias o guiones escritos por el propio Farhadi, donde podemos distinguir ligeras modificaciones en los comportamientos públicos o relaciones privadas. Manteniendo el mismo efecto dramático y produciendo una relevante fuente de crítica o denuncia social, también un fuerte crecimiento de una cinematografía, la iraní. Gracias al trabajo de otros compañeros represaliados con obras comprometidas y distintos puntos de vista, reflexiones inteligentes de comprometidos directores como Jafar Panahi a Abbas Kiarostami, de Makmalbaf a Ghobadi, aunque menos discutido Farhadi, ha sabido lidiar con las autoridades de su país, recordando los fundamentos internos de la población iraní y la historia reciente de una nación histórica.
Precisa y maleablemente, en estos días, de rodaje por tierras españolas, conocemos el reparto de la nueva próxima producción (título momentáneo Todos Lo Saben, a tres bandas con participación esencial de España, Francia e Italia; y las interpretaciones de Penélope Cruz, Javier Bardem, Ricardo Darín, Eduard Fernández, Inma Cuesta, Bárbara Lennie, entre otros. Por ello, es interesante y fascinante a la vez, reconocer varios estereotipos que, deberían derrumbarse por el bien de todos... sigo sin hablar de otras perspectivas más peligrosas y sangrantes.
Acercarse a los caracteres de sus personajes tan nítidos como reales, dentro de su realismo negro y en tensión creciente, así como la búsqueda de soluciones comunes a los problemas en nuestras sociedades. Satisfacer o permitir las distintas sensibilidades, mujeres y hombres, hijos, tanto en el aspecto privado como público. Respetar las creencias de los demás y liberar la educación de tendencia ideológica, poner los medios necesarios para promocionar el arte, u oportunidades nuevas para los creadores con talento, permitiendo su mirada crítica y la exhibición de sus obras artísticas. Un ejemplo meridiano es la labor luminosa, del director de fotografía Hossein Jafarian o el músico Sattar Oraki componiendo esta banda sonora, alegre por momentos e íntimamente oscura, de El Viajante.
Asghar Farhadi ha comprendido bien estas observaciones, las perspectivas personales y lo ha demostrado en su filmografía, consiguiendo abrir las puertas culturales y derribando los muros del odio. Curiosamente, buceando en sus sensaciones, mediante la obra Muerte de un Viajante, de Arthur Miller, y siendo reconocido en el exterior por su poderío narrativo, la calidad técnica del equipo y la profesionalidad de unos actores perfectamente armónicos. Con esta pareja ideal, entre lo realista y las inquietudes teatrales, también protagonistas de aquella maravillosa A Propósito de Elly. Esto es, interpretada por la simpática Taraneh Alidoosti y su rostro angelical, o el cabal maestro en proceso destructivo, Shahab Hosseini (Nader y Simin); para demostrar que, en algunos aspectos privados, no somos tan diferentes como parece a priori.
Para ello, el director iraní persigue la identificación con El Viajante, su ´modus operandi` frente a lo desconocido, las reflexiones, la pluralidad de pensamiento o lo irracional, de algunas posturas cercanas. De los vecinos o familiares, con relación al trabajo diario, el abusivo alquiler de viviendas, las tensas relaciones entre profesores y alumnos (aquí moderadas por la presión personal del personaje) o, esa polémica explícita sobre la violencia de género o la prostitución.
La repercusión social, no coincidirá con posturas tan semejantes a este lado del espejo, pero sí, con la nula respuesta de algunas instituciones sociales o sus estamentos públicos, más interesados en mantener la tensión entre sus ciudadanos, el odio o beneficiarse económicamente, de esa supuesta paz social que se agrieta por todos los poros.
Death of a Salesman, es una obra de un vendedor, no de almas, sino de la suya propia. La escena crítica de una obra teatral, ganadora del premio Pulitzer en 1949, que no se identifica con el clásico sueño americano o el repudio de esa forma de avanzar en la vida, sin valores. Sin tener en cuenta los principios individuales o familiares, el paro o la adquisición de vivienda, los derechos civiles o la libertad de las mujeres, de progresar en la vida sin considerarte una carga. Además, del pensamiento ético, la negación o la venganza, hacia la destrucción del todo. Como diría Aristóteles, el avance de la tragedia en el arte, es útil para iluminarte.
La única realidad de esa sociedad, la nuestra probablemente, es la posibilidad de una salvación educativa, sería una implicación de los profesores, sin recalcar el odio sistemático. Mover los resortes adecuados para esos casos problemáticos en la convivencia, que bien se podría respirar en nuestros hogares, con el telón de fondo del teatro o el ambiente reflejado en una exhibición artística de cine. Con personajes cercanos, cada vez más conocidos, a pesar de las enormes distancias culturales, los guetos y las crencias a priori, e historias que denuncian los abusos, los complejos provocados o los errores heredados en los diversos saltos generacionales. Es decir, el desahucio de estos estereotipos patrocinados por la herencia de una enseñanza inclinada a ciertos rasgos reprobables.
Sin embargo, algo parece imparable en todas las sociedades... el dramático e imparable aumento de la violencia, que se genera en las relaciones a todos los niveles, y por tanto, del odio que nos corroe las entrañas, casi, hasta la pérdida de todo lo esencial en nuestras vidas... Hasta la retórica teatralizada, identificada con el suicidio de otro viajante desesperado a miles de kilómetros, o vendedor... marido, maestro.
El realismo en Farhadi, proviene de ellos en esencia, de la calle, buceando en la profundidad de las relaciones privadas y sus costuras emocionales. El Viajante retrata esa carga emocional, de manera pasional o gélida, según corresponda a la escena que toca, dependiendo de las secuencias lógicas que se presenten en el guion vitalista. Como una obra respetuosa con el escenario, el lenguaje literario o de la clásica, pero moderna a la vez, estética visual. Sus calles, patios o azoteas, escuelas, viviendas, escaleras... forman parte de su mirada artística, embelleciendo los pensamientos silenciados, las persecuciones personales o comentarios ajenos, del dolor que suda y respira.
Por esta razón narrativa, sus repartos son determinantes. Pues, son identitarios, se asemejan al público que se inquieta o ríe, reflejado, en paralelo, con aquellos dramas fundamentales de un inmigrante polaco como Arthur Miller.
Miller hijo de la Gran Depresión del 29 y las complicadas vidas de sus parejas escritas, con sus relaciones tormentosas y voces de auxilio. También, El Viajante, posee ese doble sentido, ya que tiene un lado amable que se resalta a través de los ojos de la infancia y un mundo invisible tras las bambalinas del teatro o de la vida.
Pero, mucho cuidado. El Viajante es un traslado realista a la oscuridad del ser humano, al tratamiento marginal de la mujer en ciertas esferas y el espíritu vengativo, tras una mirada indiscreta. Con vecinos que pueden transitar por distintos caminos o extremos, desde la verdad, adulterada, a la confusión mental. Combinando la ocultación de los hechos criminales del filme, mediante el consejo vano o inútil... proclive a mantener una actitud silenciosa frente a la dureza. Que no mantenga la situación eternamente... y quizá, esa garantía jurídica del hombre. Si bien, aquí, no se trata de un maltratador o ´posible` violador.
Los personajes se mueven ambiguamente, salvo ellas, siempre con las maletas forzosas en la mano. Al igual que efectuaría, un actor cambiando de escenario o disfrazándose con distintos elementos, según los dialogantes en cada situación o el tipo de receptores instalados en las butacas.
Sus ojos escrutan esa realidad paralela, combinada con la ficción de la obra interpretada y las reacciones de los participantes, hablando sobre una sociedad lejana en el tiempo y la distancia. Aunque marcada por el costumbrismo más hogareño y cálido, con los diálogos brillantes elaborados por el mismo director y escenas de la vida cotidiana.
Así, Farhadi trae a colación, el tema del abuso sexual (más moderado aquí que en nuestra cultura occidentalizada) y esa explosividad vengativa que sucede a la tortura mental del primer acto. Hacia su angustioso final, en este caso, a un acto irracional que sustituye a ese, vergonzante. Semejante a un traslado, forzado por las grietas en el muro de contención emocional, o el amor resquebrajado... agrandadas por consejos agresivos o el deterioro psicológico de una mujer.
Lógicamente, el paralelismo de esa tensión acumulada, con la elección sexual de los personajes de la novela, se expresa con una falta de libertad relativa, en un contexto de una Teherán más liberalizada. Demostrada con la incredulidad femenina, ante expresiones poco sensibilizadas y una visión agresiva de los hechos, con el salto generacional como protagonista de la función. O la irracionalidad masculina de un profesor "viajado", tanto en la privacidad de los hogares como de puertas para afuera, del arte a la pareja.
Con Farhadi, comprendemos las situaciones marcada como señales en la pie, y estudiamos las actitudes al margen. Esa amargura que acaba envolviéndolo todo, como en una obra dramática de teatro... de teatro de la verdad.
El Viajante, puede no alcanzar el grado de genialidad de películas anteriores de este arriesgado director iraní, pero genéricamente, se simboliza con su pensamiento o sus inquietudes artísticas. Se recrudece con el suicidio colectivo de la sociedad, que va perdiendo todos los valores o pertenencias emocionales por el camino, y demostrando en su tramo final que, su cine no está enquistado como algunas costumbres, ni silenciado como algunas bocas en su argumento. Sino que se muestra identificado con las relaciones personales, la construcción de los protagonistas y sus emociones... eso sí, dejando un reguero de amargura femenina o viajera. Una huida silenciosa hacia la libertad.
Sólo roto por las quejas de un alumno o los gritos de una actriz sobre la escena. ¡Seguiremos sus pasos!
Tráiler Victoria and Abdul, de Stephen Frears.
Tráiler L'histoire de l'amour, de Radu Mihaileanu.