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lunes, 10 de febrero de 2025

100 Años de Soledad.



Todo el mundo se pone su camisa resplandeciente, por la mañana. Algunos incluso una careta nueva…

Se disfrazan los padres, de hijos predilectos, que en realidad son enfermos del contagio cíclico… o frívolos compulsivos, en dirección contraria. Depende de la situación en la digestión nocturna, o la guerra pasada, a calzón quitado, o recordando el reproche de  una voz aterciopelada del Jefe, que se forró y vive en caserón… Cada uno pintado con el color que quiera... Y los chivatos, pululando… pagando por meritaje.

También de la época, de la realidad que conocimos o de lo que nos contaron nuestros mayores, y desarrollamos con la perspectiva y la posición propia. Gabriel García Márquez literato de Aracateca, en la comarca de la Magdalena, como aquella…), vivió épocas conflictivas, muy personales en su alma, y las fracturas colectivas en Colombia, las fraguó en la realidad mágica de Macondo.

Sin embargo, nada que ver, o sí… con los lobeznos de Wall Street, de aprendices con piel de cordero, donde la violencia física se convierte en palabras y dinero… En cambio, los hijos de los millonarios, desde los triunfadores en negocios y apuestas, hasta los deportistas de élite y las estrellas de cine… todos, se fueron encontrado con la fortuna en línea sucesoria. No como el personaje de Leo di Caprio de la película de D. Martin Scorsese, que tuvo que engañar desde 0.

O como asciende, - no conozco su verdadera historia -, el protagonista del filme El Aprendiz, con que opta por la estatuilla dorada de 2025, por interpretación modulada de un camaleónico Sebastian Stan. Producto  polémico en la memoria de protagonistas y sus reflejos actuales, arriba y abajo, en el ala oeste de, prefabricado admsunto por el guionista Gabriel Sherman, que parece saber casi todo del partido republicano. Y el director nacido en Irán, para la Canadá plagada de aranceles, Ali Abbasi (The Last of Us), no de aquellos, hoy emigrado y danés. Ideologías aparte, o no...

Esto de hablar de política, - no sé si practicarla y ganarse la vida con ella -, es una especie de droga… Que, a veces, te sienta como pastilla de Neo, para la evasión, jeringa de Separación surrealista, sensitivamente hablando. Y otras no… puede hacerte ver pesadillas, horrores unyectados por el trasero… o directamente, transformarte en un monstruo… De los clásicos, pero sin tornillos en el cuello, colmillos o terroríficas máscaras… ¡Qué susto, joé!

100 Años, una generación tras otra…

Esta realidad, mágica literaria, comenzó hace más de un siglo – 100 años para los poco avezados en numerología -, a través de los reflejos dorados en los ojos de una Hispano-América, de lo negro a lo mestizo. Plagada de trances desde las Leyendas de Guatemala y Las Lanzas Coloradas, a las extrañas expresiones de Ecué-yamba-O!, que cambiarían la escritura de Alejo Carpentier, M.A. Asturias, bajo La Lluvia de Arturo Uslar Pietri, a las torrenteras de aluvión, que sufrieron allá por la Ciénaga, en las afueras de la ciudad creada por Don Gabo.

Todo empezó a reposar en los cimientos de aquella Aracateca natal, con los cultivos de tabaco, cacao o plátanos – quizá bananas, tal vez, sexualizados -, que llevaron el tren amarillo a sus hogares construidos en materiales autóctonos, a las reprimendas por los actos revolucionarios de sus trabajadores, y que llegarían inevitablemente… como las lágrimas en la lluvia o la sangre fraterna de la Guerra Civil. En España y USA, también las conocen, desgraciadamente… más de lo necesario…

Dicen que el tiempo posee un envoltorio cíclico, yo creo que no… que se mueve linealmente, pero tiene puntos de encuentro, picos que se convierten en una especie de agujeros de gusano… Que traspasan el espacio y dicho tiempo, dándose la mano, el puño… o los fluidos.

Si el tiempo volviera hacia atrás, y la memoria histórica… sería una peligrosa regresión… Y eso, los seres humanos no se lo podrían permitir, o tal vez sí, quién sabe… Al fin y al cabo, no Gabo, sino los aprendices/zas, a escritores o directores, como los hijos, se guían a través de los caminos, que les muestran sus maestros.

Así siguieron las vías, del surrealismo consciente o la magia realista, Los Sangurimas de José de la Cuadra por la costa ecuatoriana, María Luisa Bombaí entre la cordillera irreal chilena, Juan Rulfo desde México con su Pedro Páramo (algún día tendremos que platicar de él); o en el Aura personal de Carlos Fuerte, como agua para chocolate para Laura Esquivel, en las casas espirituosas de Isabel Allende, hasta versos satánicos perseguidos, el oriental viaje de Murakami, los tambores de Guerra de Gunter Grass, sensaciones del ser para Milan Kundera, vista y pensamiento en José Saramago, y el río de la vida, de otra frontera con España que es El Jarama, de Rafael Fdez. Ferlosio. Que no era el de Macondo, pero como si lo fuese…

Aunque, en muchas ocasiones y en Gabo más, se trata, de una línea recta, no de indirectas sino con meandros salpicados de sangre y esperma, que nos abandona y conduce a la violencia, amargura, pasión desaforada… y esa soledad... que impregna a individuos y familias… qué es de lo que se trata verdaderamente… Aún con toque de cinismo real y ácido humor.

Los Hijos de la Guerra…

Cada quién pensó en cómo eran esos personajes, en su mente… Los Buendía, uno tras otro, siendo reconocidos públicos o bastardos impúdicos, se traspasaron en letras inconmensurables, las obsesiones, los deseos… y las sensaciones de soledad y frcción. Incluso, las batallas, que de una u otra forma, estaban predestinados a enfrentar, resistir, convulsionar… de un tipo o de una hamaca.

Aquellas que son metáforas de la realidad de los países convulsos – en este sueño de Colombia, una más -, divididos en dos, con las piernas en un fango secular, mientras se golpean con ráfagas de fuego tipo western, puñales… o garrotazos, que es muy hispánico. Y esto nada tiene que ver con la colonización, he dicho… sino con las herencias patrias e ideológicas, de cada cual. Y de aquellas familias, engendradas, o de engendros...

Aureliano quizás fuera su padre, pero también podría tratarse de su hijo… ¿o no…? O del padre de un coronel que se opuso al casamiento de su hija – diferente a la posición de la madre del otro…-, por unirse a un facha que diríamos por ende… además de mujeriego, macho o machista, y experto en enviar mensajes a distancia… Como el semen.

Como los mensajes de amor, antes de la guerra, que tuvo que mandar a su amada a kilómetros, en la gran ciudad hasta que la familia permitiera el enlace, aburridos seguramente por la insistencia y el quebranto de la niña, en aquella costa del turístico Caribe en Santa Marta… Curiosamente, la tierra del agua, donde se ahogaría el rastro de Simón Bolívar… el que se enamoró de Madrid, de orígenes españoles, casado con una grande de esa España odiosa, de la familia de los duques de Toro. Fallecida de fiebre amarilla, como esos tantos males de Macondo, al que le llevó a vomitar la bilis… propia, aderezada de los consiguientes historiadores de la historia negra de España. Qué son muchos y variados.

Y así, llegamos a los herederos, que son pocos y cobardes… Pero, los dejo en la política belicista… Sino al del hijo de Gabo, director de cine, social y feminista, que deja de lado, las ocurrencias de su padre. Pues, los años no pasan en balde, y en México van de otra cosa…

La Herencia… no mágica.

Lo que estamos viviendo en la actualidad es una constante fake news, como dicen los sajones y demás acólitos… con la idea de intentar prolongar sus propios deseos de colonialismo imperioso. Hartos de afanar, con flematico silencio... a cañonazos desde, antes de Trafalgar...

Y el coronel, se convirtió en General, como aquel otro, medio hombre… y enfermó para siempre, con la sangre dolorosa de la crueldad en sus ojos guerreros. Sin embargo, muerto Gabo, se acabó la magia… Y en el nombre del hijo, no aprendiz de Mago, ni que recibiera la influencia de aquel otro coronel de la infancia del escritor, conocido como Nicolás Márquez, - que mató en duelo a Medardo Pacheco, como en Macondo pero sin lanza -, y no llevarle a 3 hijos oficiales y otro 9 de mujeres diferentes; se embarcó negándole la mayor al padre, en esto del guión y dirección de cine.

El cine… que es a la vez, esa especia de truco… que sale de la realidad de unas máquinas magicas, y oscuras, y unas mentes, con grises, unidas en un río de Macondo, de colores. Y que se transformó en una industria, fosforita, de neones, a veces decadente, a bananas, por aquí y por acullá… y de dónde proceden algunos lodos. Riadas, delitos y fuegos internos… Y así, los hijos de Norteamérica, fatuos o no, de todos los sitios del mundo, empezaron a convertirse en pieles rojas, socialistas o más, incluso hasta musulmanes que plantan su bandera… y el hijo mexicano de Gabo, pasó de obra y su premio Nobel, y concluyó a su discurso, con un definitivo:

“… la interpretación de nuestra realidad, con esquemas ajenos, sólo contribuye a  hacernos más desconocidos cada vez, menos libres, y cada generación, más solitarios”. Así, declinó su Cónclave particular, de momento... Ya que nadie sabe, como acaba historia, o sí… premonición ursulínica.

Comentó: “No, no está en mis planes, porque no funcionaría recrear su Macondo… ¿Por qué…? Por dos motivos, uno sería la película en sí misma, algo secundaria, y segundo, Gabo y yo tenemos diferentes obsesiones, y por tanto, no nos atraen los mismos temas…”. Y no se creyó el lema de los Buendía, lo predestinado… y se conformó en showrunner del Jefe, como si cualquier cosa... ¡No, de su otro lado conyugal y politicastro en DF, no voy a hablar…! Y en esas estamos…

… en esa soledad mecánica; con voluptuosidad; carnal; patriarcal pero matriarcal; entre cometierras, limpiabajos, tragasables, adivinadoras y puteros; la maestría de lo surreal; sale a flote en metáforas, elipsis, hipérboles; hasta el fondo de río y venas, tintadas; de troncos y raíces, inventos, costumbres; realmente vívidos; como loco apasionado; cuerdo ecléctico; cambiante patrio; gitano sin rumbo; jefe de las letras; del español perseguido; mágico hidalgo; reportero Universal; esqueleto en Ciudad de los Muertos; al embrión clásico; la resurrección en serie... y del  cuentista letrado. Al recuerdo de abuelo, premiado, casado con la hija del boticario… sin mancha. Quijote… de los tiempos. Era, y sera...

Cuando la televisión colombiana, de producción Dynamo (se une con México, Nueva York y Madrid, la mezcla… blanca…), en cíclico motor de imágenes brillantes, llevadas a Netflix con gratitud al autor, y surge la excelente dirección de Laura Mora y Alex García, aunque de unos segundos López… que realizando un trabajo esdrújulo, da calidad sorprendente a priori para muchos, mí, disfrutamos una producción de quitarse el sombrero… No de paja, sino de fieltro de máxima calidad. Menudo regalo de serie… a ráfagas políticas, y pólvora… que dejarían desnudo frente al pelotón a más de uno… firmado, Cine, de este mundo de Macondo, para el otro.

… 100, menos tres…

Absolutamente, fuimos perdiendo a sus personajes en soledad, a los maestros, o padres cuestionados en el pensamiento, de los que se guiaron los aprendices, y sobre aquel Río Manzanares… Ciudad Perdida de la arqueología del pueblo Tayrona, se acabó el Amor en los Tiempos cíclicos del Cólera.

Papalelo, como llamaba al Coronel que mató a uno, se encontró en la ficción, pues era narrador de historias y lingüista en la sombra familiar, además de colocarle sobre la pista “del milagro del hielo”. Le decía al joven Gabriel: “Tú no sabes lo que pesa un muerto…”. De ahí, el surrealismo en sus palabras metafóricas…

Sobrevivió, sin embargo, el recuerdo de su abuela ciega, no Úrsula aunque lo fuera… gallega imaginativa, con supersticiones de la tierra y superpoderes en los cielos, macabros, con augurios y signos del más allá. Una inspiración, al igual, que aquel abogado, aparentemente para El Aprendiz, pero con otras pulgas atlánticas

Sin duda, a 97 o menos 3 de 100, tenemos a la ceremonia de los Oscar´s de Hollywood, que se dividen en dos… como la Sustancia, con visiones distintas, y civiles, del mundo. Incluso de la perspectiva histórica, el realismo contemporáneo, y la magia artística...

Y sumado a ese Aprendiz, que tiene su miga… me dispongo a decir que, a pesar de la polémica religiosa que puede inculcar, en estas y aquellas familias… Cónclave es un peliculón, que como el río de Macondo, te lleva en su corriente, te moja como un aluvión, y te deja sorprendido de la factura y el suspense… Las interpretaciones, todas correctas sin estridencias ni miradas extrañas, junto a la dirección del alemán Edward Berger (Sin Novedad en el Frente, The Terror), te controlan la mente cinematográfica, como si del mismo Alfred Hitchcock se tratara. Excelente, sinfonía, sin clásico academicismo, sin embargo.

Y en último aliento, trotando a lomos de un caballo salvaje, como el humo blanco de una guerra entre rojos, cardenalicios, y azules, globos de Separación, social y política… no, no hablaré de Emilia Pérez, porque no acudí a su llamada mejicana, ni publicitaria, ni manipuladora... Ni de los posibles premios técnicos, que se disputarán entre la Dune y el Nosferatu de Robert Edggers, del que aprendió de Murnau y Stoker en viajes por Cárpatos… Mientras otros siguen los pasos del padre de todo el cine actual y social, Nicolas Hoult, del lado no cerrado del caso polémico de Clint Eastwood, irrealmente reconocible, Jurado Nº 2…

Lily-Rose Depp, la otra rosa oculta de Johnny the Cry, con su ex Vanessa Paradis, y Bill Skarsgard, el Conde Orlok, frente al conde mágico de algunos últimos Macondos del cine… The Florida Project (2917), At Eternity´s Gate (2018), The Lighthouse y Togo (2019), Siberia (2020), Nightmare Alley (2021), The Nortman (2022), Poor Things (2023), o Kinds of Kidness (2024). Willem Dafoe, estuvo con John Waters en aquel Lágrima roquero de Depp… premonitorio encuentro familiar…

 … y lo bordó en La Sombra del Vampiro, como Max Schreck, actor de la línea literaria, cíclica, del colmillo de Bram Stoker, que se completa ahora, con sangre nueva… Qué se le puede pedir más a Don Willem… Un Oscar próximo… Toc, toc… ¡Déjame entraar… en tu vida!

Se dice que… Gabo perdió la visión de un ojo, el izquierdo… por mirar directamente a un eclipse… ¿o fue a la Luna, de amor y sangre…? Diluvio de flores amarillas, - de monstruos y Gabtos con Flow, ya hablaré otra noche -, o cómo hablar de temas complicados, pasando por encima, surrealmente... y por Macondo, gracias Maestro.

Cinemomio: Thank you

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