En la comunicación, todo comenzó con los símbolos, que representaban escenas cotidianas… o los gestos humanos, como retratos de la realidad… o los sueños. Sus terrores, dioses, alimentos... la reproducción...
Después, en orden estrictamente
cronológico, se desarrollarían los alfabetos, que conformarían nuestras
escrituras mitológicas y místicas, dando paso a la profunda literatura… O no, a
la ficción que se reproduciría universalmente a través de la invención de las
primeras imprentas. Las impresiones de vidas reales o de nuestra imaginación.
Ahora, se presenta el momento, para
el avance hacia un nuevo paradigma tecnológico e informático, donde la
Inteligencia Artificial tendrá muchas cosas que decir… O incluso, idear por
nosotros. Así en esta séptima temporada de la serie de Netflix, Black Mirror,
se da un salto más allá, hacia la implementación entre otras facetas, del
propio ADN humano, con esos otros componentes no tan biológicos.
O sí, quién sabe hasta que espacios
nos hará viajar o poseer determinados conocimientos… O poder… ¡O negocio!
Del Pasado en el Espejo…
Las historias que se contaban,
siempre han ido evolucionando, pero manteniendo ese componente humano que es
imprescindible, porque somos lo que somos… Desde los actos más sorprendentes,
curiosidades del comportamiento, facetas ocultas, crímenes, temores, deseos,
investigaciones, descubrimientos, y toda una serie de intervenciones de
nuestros cerebros… Como series en los límites de la realidad o aquella zona de
la mente recordada como The Twilight Zone, presentada por el guionista y
productos Rod Serling. Que se iniciara con la música compuesta por Bernard
Herrmann, colega de Orson Welles y la Guerra de los Mundos, que sintonizara a aquel
individuo solitario en un mundo imaginario y, que precedería a la marcha
fúnebre por una marioneta de Alfred Hitchcock Presenta, para CBS y Universal.
En cualquier caso, siempre deberíamos
estar vigilantes, por las diversas repercusiones que nos trae la nueva ciencia
tecnológica… Ojo avizor, en una sociedad cambiante que, cada minuto, se siente
más descontrolada ante la exposición o el anonimato, indivisiblemente. Para que
las futuras mejoras mentales, biológicas o intelectuales, pudieran estar al
alcance seguro… de casi todos… y el espejo oscuro lo conoce muy bien… a lo
largo de los años.
Recuperando, o modificando… como
aquella memoria ancestral, cuasi salvaje, que descendiendo a la cueva de
Platón, entre las imágenes o ideas reproducidas en una pantalla luminosa, a
veces, y otras en penumbras… tal que la memoria de la humanidad.
Las referencias se fueron almacenando
en distintos sistemas, hasta crear una base de datos que nos supera, en
millones de posibilidades por ahora… dando lugar a novedosas leyendas.
Programadas o no, para ser reproducidas como aquellos viejos capítulos, dependiendo
a quién vayan dirigidos y pudiendo expandirse como las arcaicas obras del
filósofo heleno u otros posteriores. De la Juventud, en Transición, hacia la
madurez del saber personal, o con los dogmas de una nueva República Universal,
siempre con la necesidad de la Dialéctica y la Crítica.
Conocimiento en todas las
direcciones… O ninguna. De eso se trataba también, cuando el guionista y
creador, Charlie Brooker, inició una antología sobre la televisión y los ecos,
que fundaron la comunicación en una multitud de posibilidades… e imágenes. Más,
o menos, acertadas.
Del Capítulo I y II…
Se trata de la vida… o la muerte… en
paralelo. Compartida, o no. Rechazada, o repudiada por descomposición de los propios
valores… Dentro de la realidad, o tal vez, no tanto.
A finales del s. XV, en los
estertores de la Edad Media, se imprimieron las obras platónicas en lugares
como el Convento de Ripollés, en versión latina o retornos al griego antiguo. Y
así, los conocimientos ancianos, se reescribieron de nuevo, en el sitio de Madrid
(por Patricio Azcárate de la Biblioteca de Medina y Navarro), sirviéndose de
ediciones conocidas a la francesa, para estudiar los 4 niveles fundamentales de
la filosofía platónica… primero, Imaginación (o eikónes), como esas imitaciones
del mundo exterior.
De ahí, a la creación (o pístis),
pasando por el conocimiento deductivo, para el aprendizaje (diánoia) y
terminando en la Inteligencia e Intuición (nóesis)… Y en estos dos episodios
titulados Gente Corriente o común, y Bête Noire… se entiende que esa
imaginación, da paso a una creación que mejora, aunque también manipula, la
realidad, buscando un fin. Y que mediante la deducción de los hechos, podemos
llegar a la conclusión de los parámetros que la mueven, formando esa inteligencia…
Qué ahora llamamos, artificial… incluidos los anuncios molestos, las
oportunidades perdidas, las pruebas en las redes, y la humillación…
Hasta llegar a un punto sin retorno…
Bip, bip… bip, bip… biiiiiiiiiip!
… entre el III con el V…
Se trata de recuerdos… en películas
veladas, vidas impresas en una realidad paralela, o la fotografía más viva, que
nosotros mismos. Ya lo dijo Charlie que se basó en la tecnología oculta en
Blade Runner, cuando el mismo Harrison Ford (el detective Deckard de la gabardina
a lo Bogart) se introducía en las fotografías para encontrar las huellas
ocultas.
O cuando, Woody Allen introducía a
los personajes en filmes que se reproducían en una realidad aumentada, como una
expansión de la aventura, el deseo o el amor. Tal vez, alguna película en
blanco y negro, o una partitura de una composición dedicada…
En los siguientes dos capítulos,
conocidos mágicamente, e reproducidos como una síntesis de la tecnología
avanzada hasta la interpretación de los deseos o necesidades biológicas… como
Hotel Reverie, evidentemente en sueños, y Eulogy o apología de la retina
perdida… o vuelta a encontrar, cuando ya no recordábamos apenas.
Nos invade una especie de nostalgia,
que nos sacude hasta la médula, dejándonos en un limbo, o una instantánea
congelada, con lágrimas… o una sonrisa… Quizá tan solo, una mueca… ¡quién sabe!
Ni el mismo Paul Giamatti, saliéndose del Red (sangre) que nos había visitado
en las anteriores, al primigenio Black Mirror. Como si fuéramos putos, magníficos
Replicantes…
Hacia el futuro, del IV al VI.
O representaciones impresas de los
Beatles… en clonación.
Siempre que tengamos cobertura… o
dinero para pagarla… ¿eh?
Pero a veces la creación tiene muchas
puertas abiertas, como el código que puede reescribirse, como aquellas arcaicas
ideas platónicas… como las interpretaciones del director David Slade, cuando
pasó de intrincadas venganzas de Hard Candy y monstruos en 30 Días de
Obscuridad, a los capítulos desasosegantes de Hannibal. O cuando Toby Haynes,
se metió en las naves de Andor en otra serie de Star Wars, y las réplicas no
tan acertadas, esta vez… de aquel primer episodio USS Calister hacia este
perdido, Infinito. Un poco ladrillo por cierto…
Creemos que no acaban de despegar,
aunque tienen todas las inteligencias a su servicio, incluyendo las presencias
– replicadas o no – de Peter Capaldi, Rashida Jones, Chris O´Dowd, Cristin
Milioti, Jimmi Simpson, o un recuerdo planetario y mucho más esbelto, de Jesse
Plemons. Es probable que se desviaran algo, al pasa por huelgas de guionistas o
pandemias, venidas de un infierno… quién sabe si con prácticas digitales, o
esos bichitos llamados Thronglets…
Mas, ¡Seguro qué igualmente,
genéticas! xDio. O más lejos…
Y aquí, seguimos…
El ser humano, como reencarnación del
Mal… tiene bastantes películas que se imprimen en nuestra reciente retina. Con
versiones tecnológicas, que nos dividen en posibles representaciones, quién es
ángel y quién demonio…
Bestias más o menos inteligentes, que
devoran nuestras capacidades, funcionando como inventos… y abren posibles,
nuevos territorios… apenas recién explorados. Nos retrotraerán recuerdos… puede
que visiones apocalípticas, o tal vez paradisíacas… para los más fieles, a la
globalización y la digitalización.
Lo que no cambia es la Muerte, nunca. Y mira que, algunos, como el gran
David Cronenberg, lo han intentado, desde el pasado de su increíble carrera,
hasta la tecnología subterránea, en el genético ocaso de The Shrouds, con Guy
Pearce, algo perdido, Sandrine Holt y Diane Kruger, en los diferentes agujeros
cárnico-metafísicos, y Vincent Cassel, como el Creador de Todo… Salvo de un
intrincado guión del mismo Mr. David.
El resto de la historia… es todo, una
interpretación… ¿sí o no? A lo mejor… ¡el muerto al hoyo… y el vivo, al mando…!
Ahora podría empezaros a hablar de otro tipo de robot, a lo Ramba, como Megan 2.0 ... pero como no me apetece mucho, voy a terminar con una frase... que ya dijo, Brandel-Mosca… no me toquéis los… Adn´s… joer.