domingo, 27 de julio de 2025

Black Mirror. Season VII

 


En la comunicación, todo comenzó con los símbolos, que representaban escenas cotidianas… o los gestos humanos, como retratos de la realidad… o los sueños. Sus terrores, dioses, alimentos... la reproducción...

Después, en orden estrictamente cronológico, se desarrollarían los alfabetos, que conformarían nuestras escrituras mitológicas y místicas, dando paso a la profunda literatura… O no, a la ficción que se reproduciría universalmente a través de la invención de las primeras imprentas. Las impresiones de vidas reales o de nuestra imaginación.

Ahora, se presenta el momento, para el avance hacia un nuevo paradigma tecnológico e informático, donde la Inteligencia Artificial tendrá muchas cosas que decir… O incluso, idear por nosotros. Así en esta séptima temporada de la serie de Netflix, Black Mirror, se da un salto más allá, hacia la implementación entre otras facetas, del propio ADN humano, con esos otros componentes no tan biológicos.

O sí, quién sabe hasta que espacios nos hará viajar o poseer determinados conocimientos… O poder… ¡O negocio!

Del Pasado en el Espejo…

Las historias que se contaban, siempre han ido evolucionando, pero manteniendo ese componente humano que es imprescindible, porque somos lo que somos… Desde los actos más sorprendentes, curiosidades del comportamiento, facetas ocultas, crímenes, temores, deseos, investigaciones, descubrimientos, y toda una serie de intervenciones de nuestros cerebros… Como series en los límites de la realidad o aquella zona de la mente recordada como The Twilight Zone, presentada por el guionista y productos Rod Serling. Que se iniciara con la música compuesta por Bernard Herrmann, colega de Orson Welles y la Guerra de los Mundos, que sintonizara a aquel individuo solitario en un mundo imaginario y, que precedería a la marcha fúnebre por una marioneta de Alfred Hitchcock Presenta, para CBS y Universal.

En cualquier caso, siempre deberíamos estar vigilantes, por las diversas repercusiones que nos trae la nueva ciencia tecnológica… Ojo avizor, en una sociedad cambiante que, cada minuto, se siente más descontrolada ante la exposición o el anonimato, indivisiblemente. Para que las futuras mejoras mentales, biológicas o intelectuales, pudieran estar al alcance seguro… de casi todos… y el espejo oscuro lo conoce muy bien… a lo largo de los años.

Recuperando, o modificando… como aquella memoria ancestral, cuasi salvaje, que descendiendo a la cueva de Platón, entre las imágenes o ideas reproducidas en una pantalla luminosa, a veces, y otras en penumbras… tal que la memoria de la humanidad.

Las referencias se fueron almacenando en distintos sistemas, hasta crear una base de datos que nos supera, en millones de posibilidades por ahora… dando lugar a novedosas leyendas. Programadas o no, para ser reproducidas como aquellos viejos capítulos, dependiendo a quién vayan dirigidos y pudiendo expandirse como las arcaicas obras del filósofo heleno u otros posteriores. De la Juventud, en Transición, hacia la madurez del saber personal, o con los dogmas de una nueva República Universal, siempre con la necesidad de la Dialéctica y la Crítica.

Conocimiento en todas las direcciones… O ninguna. De eso se trataba también, cuando el guionista y creador, Charlie Brooker, inició una antología sobre la televisión y los ecos, que fundaron la comunicación en una multitud de posibilidades… e imágenes. Más, o menos, acertadas.

Del Capítulo I y II…

Se trata de la vida… o la muerte… en paralelo. Compartida, o no. Rechazada, o repudiada por descomposición de los propios valores… Dentro de la realidad, o tal vez, no tanto.

A finales del s. XV, en los estertores de la Edad Media, se imprimieron las obras platónicas en lugares como el Convento de Ripollés, en versión latina o retornos al griego antiguo. Y así, los conocimientos ancianos, se reescribieron de nuevo, en el sitio de Madrid (por Patricio Azcárate de la Biblioteca de Medina y Navarro), sirviéndose de ediciones conocidas a la francesa, para estudiar los 4 niveles fundamentales de la filosofía platónica… primero, Imaginación (o eikónes), como esas imitaciones del mundo exterior.

De ahí, a la creación (o pístis), pasando por el conocimiento deductivo, para el aprendizaje (diánoia) y terminando en la Inteligencia e Intuición (nóesis)… Y en estos dos episodios titulados Gente Corriente o común, y Bête Noire… se entiende que esa imaginación, da paso a una creación que mejora, aunque también manipula, la realidad, buscando un fin. Y que mediante la deducción de los hechos, podemos llegar a la conclusión de los parámetros que la mueven, formando esa inteligencia… Qué ahora llamamos, artificial… incluidos los anuncios molestos, las oportunidades perdidas, las pruebas en las redes, y la humillación…

Hasta llegar a un punto sin retorno… Bip, bip… bip, bip… biiiiiiiiiip!

… entre el III con el V…

Se trata de recuerdos… en películas veladas, vidas impresas en una realidad paralela, o la fotografía más viva, que nosotros mismos. Ya lo dijo Charlie que se basó en la tecnología oculta en Blade Runner, cuando el mismo Harrison Ford (el detective Deckard de la gabardina a lo Bogart) se introducía en las fotografías para encontrar las huellas ocultas.

O cuando, Woody Allen introducía a los personajes en filmes que se reproducían en una realidad aumentada, como una expansión de la aventura, el deseo o el amor. Tal vez, alguna película en blanco y negro, o una partitura de una composición dedicada…

En los siguientes dos capítulos, conocidos mágicamente, e reproducidos como una síntesis de la tecnología avanzada hasta la interpretación de los deseos o necesidades biológicas… como Hotel Reverie, evidentemente en sueños, y Eulogy o apología de la retina perdida… o vuelta a encontrar, cuando ya no recordábamos apenas.

Nos invade una especie de nostalgia, que nos sacude hasta la médula, dejándonos en un limbo, o una instantánea congelada, con lágrimas… o una sonrisa… Quizá tan solo, una mueca… ¡quién sabe! Ni el mismo Paul Giamatti, saliéndose del Red (sangre) que nos había visitado en las anteriores, al primigenio Black Mirror. Como si fuéramos putos, magníficos Replicantes…

Hacia el futuro, del IV al VI.

O representaciones impresas de los Beatles… en clonación.

Siempre que tengamos cobertura… o dinero para pagarla… ¿eh?

Pero a veces la creación tiene muchas puertas abiertas, como el código que puede reescribirse, como aquellas arcaicas ideas platónicas… como las interpretaciones del director David Slade, cuando pasó de intrincadas venganzas de Hard Candy y monstruos en 30 Días de Obscuridad, a los capítulos desasosegantes de Hannibal. O cuando Toby Haynes, se metió en las naves de Andor en otra serie de Star Wars, y las réplicas no tan acertadas, esta vez… de aquel primer episodio USS Calister hacia este perdido, Infinito. Un poco ladrillo por cierto…

Creemos que no acaban de despegar, aunque tienen todas las inteligencias a su servicio, incluyendo las presencias – replicadas o no – de Peter Capaldi, Rashida Jones, Chris O´Dowd, Cristin Milioti, Jimmi Simpson, o un recuerdo planetario y mucho más esbelto, de Jesse Plemons. Es probable que se desviaran algo, al pasa por huelgas de guionistas o pandemias, venidas de un infierno… quién sabe si con prácticas digitales, o esos bichitos llamados Thronglets…

Mas, ¡Seguro qué igualmente, genéticas! xDio. O más lejos…

Y aquí, seguimos…

El ser humano, como reencarnación del Mal… tiene bastantes películas que se imprimen en nuestra reciente retina. Con versiones tecnológicas, que nos dividen en posibles representaciones, quién es ángel y quién demonio…

Bestias más o menos inteligentes, que devoran nuestras capacidades, funcionando como inventos… y abren posibles, nuevos territorios… apenas recién explorados. Nos retrotraerán recuerdos… puede que visiones apocalípticas, o tal vez paradisíacas… para los más fieles, a la globalización y la digitalización.

Lo que no cambia es la Muerte,  nunca. Y mira que, algunos, como el gran David Cronenberg, lo han intentado, desde el pasado de su increíble carrera, hasta la tecnología subterránea, en el genético ocaso de The Shrouds, con Guy Pearce, algo perdido, Sandrine Holt y Diane Kruger, en los diferentes agujeros cárnico-metafísicos, y Vincent Cassel, como el Creador de Todo… Salvo de un intrincado guión del mismo Mr. David.

El resto de la historia… es todo, una interpretación… ¿sí o no? A lo mejor… ¡el muerto al hoyo… y el vivo, al mando…!

Ahora podría empezaros a hablar de otro tipo de robot, a lo Ramba, como Megan 2.0 ... pero como no me apetece mucho, voy a terminar con una frase... que ya dijo, Brandel-Mosca… no me toquéis los… Adn´s… joer.